REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.
En el periódico El Puente de diciembre de 1967, se publicó el siguiente artículo del Dr. Alberto A. Mondragón.
Dorrego: Caudillo de la Patria y el Pueblo
por Alberto A. Mondragón
Examinando las que le tocó vivir a Dorrego, se dejan ver las conexiones y parentescos que el “fenómeno” humano mantiene con su contorno vernáculo, y hasta qué punto resulta ser su producto. Es un carácter común, históricamente probado, que los hombres de genio representan el signo distintivo de su siglo. La inversión de los valores, el revés de la trama, son los enemigos declarados y ocultos de esos genios, intérpretes con el estilo de su actuar, en el medio y en la medida de su época.
En Dorrego se da esa valoración en su totalidad y es aún más sugestivo que, campeón de una causa, haya sido el conductor histórico de una conciencia nacional, el creador de una metodología que enraizada en la concepción hispano-federalista, lo vio antes que nadie, lo aplicó en acción positiva y su realización quedó marcada para siempre en el devenir argentino. Aun siendo de una simplicidad histórica elemental, la pasión federalista de Dorrego, con propiciar el “poder al pueblo”, desató las furias de los liberales, con proponer la “democracia política”, levantó los más enconados odios, con otorgar el “voto popular” le condenó a muerte la nefasta oligarquía, y con aplicar la “justicia social” desencadenó las iras de los enemigos del pueblo.
Todo ello no es poco, sin embargo para su época. El período que le tocó vivir era el más álgido de la inversión de los valores nacionales; con decir que se había perdido la dignidad política, la moral patriótica y la honestidad administrativa, todo se había perdido; desde la soberanía a la libertad, nada quedaba al pueblo —gran gestor de la independencia y de la defensa de las autonomías federales—. Sólo Dorrego encarnaba la defensa del patrimonio nacional, y de un pueblo escarnecido, sólo Dorrego tenía las banderas de redención y restauración de la argentinidad.
Militar, periodista y tribuno popular reunía la capacidad y la inteligencia para llevar a buen fin la regeneración del pueblo argentino. Su espada, su pluma, y su voz tenían el poder de realización. Su moral, su conciencia y su honestidad eran la garantía de su ejecución desde el Gobierno. Era en su carácter, en su físico y en sus antecedentes gloriosos, conductor y caudillo popular.
Sin medir pues todo este potencial de Dorrego, no es posible medir el gran drama de su muerte. Sin valorar todo el contenido ideológico y la pasión humanista de Dorrego, no se alcanza a comprender el vil asesinato del 13 de diciembre de 1828, las furias desatadas, los enconados odios de la oligarquía y las iras de las logias y de la masonería internacional. Así, como todo se reunía en Dorrego para el bien, sus enemigos también se reunían para el mal. La historia no conjetura, los hechos de Dorrego y de sus enemigos están ampliamente probadas. Nada ha quedado ignorado de la acción política, social y económica de Dorrego, y también ha sido bien probada la decisión de fas logias de eliminarlo.
La preparación de un crimen monstruoso, fue gestada en base a la peligrosidad del gran acto del drama, preparada fríamente la “ejecución”, organizada la “calumnia”, y buscado el brazo infeliz del “fusilamiento”. Nada fue dejado en la elaboración del “hecho histórico”; nada se pensó en la “justicia” de la historia; nada se olvidó para '"legalizar” el drama de Navarro, pero la verdad llegó y todo se supo del horrendo crimen.
De ahí la grandeza de Dorrego. Sus enemigos lo “valorizaron” en mérito al gran contenido popular y nacional; al valor y a la decisión de sus convicciones sociales y patrióticas, y, por encima de todo, a su integridad de estadista y de caudillo federalista. Su eliminación era la "necesidad” de la antipatria, la ambición de los mercaderes internacionales y de las logias liberales y unitarias.