sábado, 5 de febrero de 2022

Alberto Mondragón - Ángel Pacheco

A mediados de la década del '60 Alberto Mondragón redactó unas breves biografías bajo el título "Figuras rosistas", que fueron publicadas en distintos periódicos y revistas (Revista o períódico El Puente, Revista Doctrina, entre otras). 


FIGURAS ROSISTAS

(Revista El Puente)


Vigésima Figura

ÁNGEL PACHECO


Alberto Mondragón
El General. San Martín es sin duda el creador del Ejército Argentino y cabe a sus más íntimos colaboradores la ejecución y concreción del ejército en el ámbito interno del país, es decir que los discípulos siguiendo las reglas del Gran Capitán dieron la organización que modificada al tiempo y a las técnicas es lo que hoy subsiste.

Angel Pacheco es justamente el disciplinado colaborador que puso en marcha el ejército moderno, y es también justamente el Jefe que dio la organización, los elementos y las directivas. Se llamó Brigadier General Don Juan Manuel Rosas.

El cadete Angel Pacheco de 18 años (N. 14 de julio de 1795) formó parte de los escuadrones de Granaderos a Caballo con el Jefe recién llegado de España y ya héroe de Bailén, coronel José de San Martín. El cadete con el bautismo de sangre en San Lorenzo pasó a alférez y ya en adelante ganó los galones de coronel y general.

Incorporado al Ejército del Norte participó en Vilcapugio y Ayohuma siendo herido, cicatrices que en edad provecta mostraba con orgullo. Luchó en Puente del Marqués y Venta yMedia, pasando recomendado al Ejército de Cuyo en donde San Martín organizaba científicamente el glorioso Ejército Libertador de Chile y Perú.

Hecho Capitán en el campo de batalla de Chacabuco, cúpole la honra de llevar el parte de guerra y los trofeos conquistados, a Buenos Aires; de regreso a Chile participó en el asalto a la fortaleza realista de Talcahuano; en la sorpresa de Cancha Rayada salvó las vituallas y elementos de guerra y terminando su actuación en Chile actuó heróicamente en la sangrienta batalla de Maipú, siendo sableado, quedando casi inválido, motivando por parte de San Martín su retiro de actividades militares hasta su total reposición física.

La guerra contra el Imperio del Brasil lo contó de vuelta en sus acciones predilectas y ya como coronel se batió en Ituzaingó, Camacuá y Yaguarón.

Su regreso a Buenos Aires ostentando 20 medallas y múltiples cicatrices, guerrero y estratega, soldado caballeresco y de ideas federales pasó a colaborar con el coronel Dorrego, gobernador de Buenos Aires y representante del federalismo, en una nueva modalidad que probaba su capacidad e inteligencias, la lucha frente al indio y la protección de las fronteras de la provincia en la Jefatura del Departamento del Norte, que comprendía desde San Nicolás a Salto y desde Areco a Pergamino.

Los sucesos del motín del 1° de diciembre de 1828 le costaron prisión por su adhesión a su amigo Dorrego; derrotado Lavalle en Barracas pasó a colaborar con Rosas concurriendo a la Expedición al Desierto aplicando su táctica guerrera adecuada a las circunstancias frente al indio, tan diferente a sus campañas de guerrero de la Independencia, recuperando grandes extensiones de tierras que llegaron hasta Limay, salvando a cautivos y recogiendo miles de cabezas de ganado vacuno robadas por los ranquelinos.

En 1840 combatió contra Lavalle y siguió toda la campaña del Norte hasta Quebracho Herrado, poniendo punto final a la llamada “Coalición del Norte”. Importa destacar que la jefatura que sin duda le hubiera correspondido por tantos antecedentes, Rosas la confirió al General Oribe. La disciplina innata en Pacheco, su concepción jerárquica y su caballerosidad admitía lo que dispone el Jefe Supremo, pero cabe a él la preparación y ejecución de tan extraordinaria campaña.

Caseros fue para Pacheco un error táctico de Rosas. Advirtió las posibilidades negativas y de ahí su participación secundaria, y no una traición como se hizo correr aún hoy, esa especie circula. Basta saber que desde 1832 su figura nada tiene de comprometedora y todo lo que fue con San Martín, Dorrego y Rosas, fue nula para Mitre y Sarmiento. Su muerte el 29 de setiembre de 1859 no fue muy sentida por los que regresaron con odios y venganzas.

Albero A. Mondragón