jueves, 27 de mayo de 2021

Cuando el Estado destruye la moneda - Daniel Larriqueta

Equivocadas opiniones del escritor Daniel Larriqueta sobre Juan Manuel de Rosas                                                    por Norberto Jorge Chiviló

El día 28 de abril del año 2014, se publicó en el diario La Nación, en la sección "Opinión", el siguiente artículo autoría del Sr. Daniel Larriqueta.

Juan Manuel de Rosas

En el siguiente link, se podrá encontrar el artículo para poder leerlo con comodidad:

https://www.lanacion.com.ar/opinion/cuando-el-estado-destruye-la-moneda-nid1685732/ 

Llamó mi atención uno de los párrafos, que transcribo a continuación:

“Durante más de un siglo, todo el papel moneda emitido en nuestro país por los gobiernos provinciales y luego el gobierno nacional estuvo siempre referido de un modo o de otro a las tendencias de oro y plata de los emisores. La referencia era fluctuante y siempre motivo de conflicto, porque con la facilidad de imprimir “dinero” con ínfimo costo la fe pública era burlada con frecuencia. El gobierno de Juan Manuel de Rosas recibió la provincia con un circulante de 15.000.000 de pesos y la dejó empapelada con 119.000.000. De más está decir que esos pesos valían muy poco en referencia al oro y la plata. Es interesante observar que ese gobierno, poco cuidadoso de las instituciones y de vocación populista, fue el primer gran usador de la inflación como recurso de la política económica”.

Como quien esto lee, observará que se hace referencia concreta a un gobierno en especial, el de Juan Manuel de Rosas, poco se dice sobre los anteriores y nada sobre los posteriores. Para muchos, todos los males hay que adjudicárselo a Rosas y su gobierno, en forma muy simplista e interesada, tratando de envolver al lector desprevenido sobre una situación histórica totalmente alejada de la realidad.

Según se puede ver por internet, se define al autor de la nota, Sr. Daniel Larriqueta, como mendocino, Licenciado en economía, profesor universitario, historiador, periodista y escritor, autor, de varios ensayos históricos y políticos, como La Argentina renegada, La Argentina Imperial, Cómo empezamos la democracia, Democracia sin República, La furia de Buenos Aires, entre otras. También los diarios Clarín y La Nación, han publicado sus artículos 

Como lo señalado sobre Rosas en el artículo no coincidía con lo que yo había leído durante años sobre el tema, ubiqué el teléfono de dicha persona y decidí llamarlo, a fin de que me indicara sobre que fuentes basaba su nota a lo que me contestó que su fuente era el historiador Miron Burgin, a su vez le solicité su correo electrónico para mandarle mi parecer sobre su artículo, cosa que hice pocos días después, con la siguiente carta.


Villa Ballester, 7 de mayo de 2014.

Sr. Daniel Larriqueta.

De mi mayor consideración.

Antes que nada paso a presentarme. Soy Norberto Jorge Chiviló, abogado y además director y propietario del Periódico cultural independiente de la Ciudad de General San Martín, "El Restaurador". Soy también la persona que el día domingo pasado lo llamó a su teléfono particular para que me pasara la dirección de su correo electrónico.

El motivo de la presente tiene que ver con el artículo de su autoría que salió publicado en el diario "La Nación" el día 28 de abril ppdo. titulado "Cuando el estado destruye la moneda".

Soy asiduo lector de ese diario, como de otros medios de prensa, pero a veces no tengo tiempo de leer todos los artículos y el suyo se me había pasado. Dos días después, una persona amiga me comentó del mismo y de la referencia que Ud. había hecho sobre el gobierno de Juan Manuel de Rosas y ubiqué el ejemplar para leerlo.

Comentarios y afirmaciones parecidas como las que hizo, se vienen repitiendo desde hace muchísimos años y en lectores desprevenidos o poco informados del tema, seguramente les creará una idea errónea de lo realmente sucedido históricamente.

En este caso concreto, tengo que objetar -disculpe mi atrevimiento- el que no haya Ud. hecho ninguna referencia al momento histórico en el que tales hechos ocurrieron, como así también a todas las dificultades que dicho gobierno debió sortear durante todo el período y me estoy refiriendo a las agresiones que nuestro país sufrió en las décadas del 30, 40 y principios del 50 del siglo XIX primero de Francia, luego de Francia e Inglaterra coaligadas y por último del Imperio del Brasil, sin contar además con el conflicto con Montevideo, la guerra contra Bolivia y el acoso constante del partido unitario que no le dieron minuto de respiro al gobierno de Rosas, y al evitar mencionar tales hechos me parece que no se está actuando de buena fe. Si se hiciera referencia a esto, el lector seguramente tendría elementos que le permitieran 

La persona que leyó su artículo -y desinformada sobre hechos históricos-, podría creer que la época en la que le tocó gobernar a Rosas fue de absoluta calma, cuando ello evidentemente no fue así.

Según se tenga conocimiento de cómo fue la realidad, el juicio sobre el mencionado gobierno, puede variar notablemente.

Muchos de los hechos que se le atribuyen a Rosas, si los contextualizamos en el tiempo histórico, resultan más que justificados.

Ya en diciembre del año 1939, apareció publicada en el N° 4 de la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, el artículo de Juan Pablo Oliver "La política económica de Rosas", cuyas partes pertinentes al emisionismo me permito acompañar como archivos adjuntos a la presente y que rebaten aquellas afirmaciones que Ud. hizo en el artículo.

Es importantísima la opinión de José Antonio Terry (ver pág. 57 del referido artículo) vertida en el artículo  "Contribución a la historia financiera" publicada en la edición especial de este diario "La Nación" con motivo del primer centenario de Mayo, hace ya más de 104 años y que Ud. puede leer en el archivo adjunto, correspondiente a la pág. 57 de la revista del Instituto Rosas.

Por si Ud. no conociere quien fue Terry, aclaro que fue ministro de hacienda de tres presidentes: Luis Sáenz Peña, Julio A. Roca y Manuel Quintana y algo sabría sobre el tema... y no podemos decir que Terry fuera rosista...!

Con respecto a su afirmación de que "ese gobierno, (fue) poco cuidadoso de las instituciones...", tampoco se ajusta a la verdad histórica. Si hubo un gobierno más cuidadoso de las instituciones y apegado a la ley, ese gobierno fue el de Rosas. Rosas aplicó la ley y la hizo observar a amigos y enemigos y creo que con los amigos fue más estricto. Lo reconoció su más enconado enemigo, Sarmiento, quien vio en él a un republicano (léalo en el "Facundo").

No creo que en un solo correo electrónico entren todos los archivos adjuntos, por lo que le enviaré dos.

Me permito hacerle llegar el último número (30) de "El Restaurador", en la versión PDF.

Desde ya muchísimas gracias por la atención que ha bridado a esta carta y aprovecho para saludarlo con la mayor consideración.

                                                      Norberto Jorge Chiviló


No recibí acuse de recibo, ni ninguna contestación y me parece que estas personas con tan frondosos antecedentes, se creen superiores a los demás, sobre todo a quienes no están de acuerdo con sus puntos de vista. No son capaces de contestar, cuando alguien con respeto les hace algún cuestionamiento, sobre temas que tendrían que salir a defender, si contaran con el debido aval basado en fuentes históricas irrefutables.

Juan Manuel de Rosas
Debo confesar que hasta ese momento yo no tenía un conocimiento de quien era el historiador Burgin, que según él le había servido de fuente y por eso traté de informarme. Averigüé que Miron Burgin, nació en 1900 en Varsovia, integrante en aquél entonces del Imperio Ruso, actual Polonia. Después de la primera guerra mundial, emigró a los Estados Unidos, donde se naturalizó y prosiguió sus estudios de derecho. Se sintió interesado en la historia latinoamericana. Trabajó en el servicio oficial estadounidenses, donde ocupó importantes cargos en la Biblioteca del Congreso, en los Departamentos de Estado y en el de Comercio y en la Dirección de Investigaciones de las Repúblicas Americanas. Realizó estudios en Harvard y con el patrocinio de dicha Universidad, llegó a nuestro país en el año 1938, a fin indagar e investigar en los archivos argentinos con el objeto de preparar su tesis doctoral The Economic Aspects of Argentine Federalism sobre la historia económica nacional, tesis con la cual se doctoró en aquella Universidad en 1941 y que fue editada cinco años después por ese alto centro de estudios. Esa obra fue traducida y publicada en nuestro país en el año 1960 con el título Aspectos económicos del federalismo argentino, reimpreso luego por Ediciones Solar, (Buenos Aires, 1982). Burgin falleció en Washington en 1957.

Una persona amiga consiguió que una biblioteca de la zona me prestara esa obra "Aspectos económicos del federalismo argentino", la cual leí con total atención. Grande fue mi sorpresa cuando leí, entre otras cosas los siguientes párrafos y conceptos, sobre Rosas como gobernante, como así aspectos financieros y económicos de su gobierno, que justamente contradicen lo afirmado por Larriqueta, debo decir en honor a la verdad que también Burgin no ahorra juicios críticos contra el Restaurador:


Un aspecto que muchos historiadores le critican a Rosas, es no haber dado un texto constitucional, pero Burgin justamente destacó que "A diferencia de los unitarios, Rosas reconoció formalmente el principio de la autonomía política y económica de las provincias, y tuvo además buen cuidado de dejar abierta la puerta para solucionar en alguna oportunidad futura el problema constitucional. Declaró asimismo que esa solución debería reposar sobre principios federalistas, lo cual ya era por sí mismo un paso adelante dado hacia el objetivo final... El problema constitucional no era el único que Rosas y su partido tenían que resolver. Igualmente importante y, quizá más inmediato era el problema de consolidar el régimen federal y rehacer el sistema, económico y financiero de la provincia. La estabilización política se cumplió con relativa rapidez y eficacia..."

También encuentra justificación al otorgamiento de las facultades extraordinarias conferidas al gobernante porteño por la legislatura provincial en 1829, ya que "...respondía a la demanda bastante generalizada de un gobierno fuerte, que fuera capaz de emprender una acción rápida y decisiva, y no estuviera estorbado por los requisitos y las dilaciones del trámite parlamentario. La provincia necesitaba paz, necesitaba un respiro para restaurar la economía, despedazada por la guerra, las revoluciones y la sequía. La suspensión temporaria de las libertades políticas sería un sacrificio relativamente pequeño, si era para asegurar el orden y evitar los disturbios políticos".

Asimismo coincide con lo que han afirmado otros reconocidos escritores, como Ricardo Rojas en cuanto destacan la popularidad de Rosas en todas las capas de la sociedad: "[En 1835]...Rosas halló en la provincia poca oposición. En realidad nunca había tenido la provincia un gobierno más popular que el que encabezaba Rosas. No sólo los terratenientes y los gauchos del campo, sino también los productores de carne, los artesanos y los pequeños comerciantes de la ciudad aclamaban a Rosas y a su gobierno como la única forma de restaurar la paz y el orden en la provincia destrozada por la guerra. Los elementos disidentes, exhaustos y desilusionados, eran impotentes frente al entusiasmo de la enorme mayoría".

En cuanto a las dificultades económicas y financieras en las que se encontró Rosas, dice: "Durante los tres años de su primer gobierno Rosas no logró operar la total recuperación económica y financiera. No pudo reducir la deuda pública de la provincia ni equilibrar el presupuesto. Pero consiguió detener el proceso de la ruina financiera. Demostró que los gastos podían ser considerablemente reducidos, que se podía mejorar la contabilidad de los fondos públicos y que el crédito público podía ser rehabilitado. Además, absteniéndose de realizar nuevas emisiones monetarias Rosas consiguió estabilizar el valor del papel moneda. Estos éxitos, por modestos que hayan sido, no dejaron de producir una honda impresión. Se destacaron con mayor relieve aún durante los meses que siguieron al retiro de Rosas, cuando al renacer las disensiones políticas internas la provincia se encontró una vez más al borde de la bancarrota financiera. Rosas y la mayor parte de sus colaboradores se convencieron de que solamente una dictadura podía salvar a la provincia del desastre".

"La ley del 7 de marzo de 1835, que daba a Rosas poderes dictatoriales, fue no solamente un arma de lucha política sino también un instrumento de política económica y financiera".

"Cuando apareció en el Registro Oficial [1836] el decreto anunciando la liquidación del Banco Nacional, hacía más de un año que Rosas se hallaba en el poder. Había heredado de sus predecesores un déficit enorme, una moneda muy depreciada y una gran deuda pública. El problema financiero de su gobierno era fundamentalmente el mismo que habían tenido que enfrentar todas las administraciones anteriores. Pero a diferencia de Viamonte, Rosas no trató de restablecer el valor oro del peso. Estricta economía en los gastos, eficiencia en la administración y percepción de las rentas, fueron los principios sobre los cuales Rosas basó su programa de rehabilitación financiera. En ningún momento de sus diecisiete años de gobierno se desvió de estos principios".

"El conservatismo de Rosas en materia de finanzas públicas fue un cambio bien recibido. Apaciguó inmediatamente toda la agitación sobre cambios totales y soluciones radicales basadas más bien en generalizaciones abstractas que en una cuidadosa valoración de la realidad económica. Aseguró el mantenimiento del statu quo en la distribución de los dividendos nacionales, y permitió asimismo el examen más detallado del sistema fiscal existente y una apreciación más desapasionada de la estructura financiera de la provincia".

En su obra, Burgin también se refiere a las dificultades con las que se encontró Rosas, durante todo su gobierno, por rebeliones internas y guerras internacionales y sus consecuencias. "El resultado que la rebelión y las guerras con otros países continuaron intermitentemente durante todo el gobierno de Rosas. El conflicto con Francia, la revolución del sur de la provincia, la guerra con Santa Cruz, el dictador de Bolivia, la intervención en el Uruguay y el bloqueo anglofrancés, fueron conflictos que impusieron pesadas cargas a la Tesorería provincial. Rosas se vio obligado a mantener un ejército permanente bastante grande, para defender el régimen contra los ataques, directos e indirectos, de los unitarios, y a enviar ayuda, en hombres, dinero y materiales a sus aliados de las otras provincias y del exterior".

Este autor también reconoce, los esfuerzos del gobierno de Rosas, para mantener el equilibrio del presupuesto: "A pesar de todos sus esfuerzos Rosas no pudo cubrir los gastos con las entradas corrientes. Mediante una estricta economía y cuidadosa contabilidad logró reducirlos en algunos departamentos, pero eran economías demasiado pequeñas para que influyeran en el balance de la Tesorería. Las expensas militares y los pagos a cuenta de la deuda pública no podían ser reducidos fácilmente, y por esta razón más que por otra el equilibrio del presupuesto dependía en gran parte de la capacidad que pudiera tener Rosas para aumentar los ingresos. Pero los ingresos provenientes de otras fuentes distintas de los derechos aduaneros eran desalentadoramente escasos, y Rosas se resistía singularmente a aumentar los impuestos. Los déficit eran, por lo tanto, inevitables, y el gobierno continuaba luchando con las dificultades económicas".

"En su mensaje a la legislatura [27 de diciembre de 1837] Rosas reconoció los peligros de la inflación y reiteró su determinación de evitar en lo futuro nuevas emisiones de papel moneda". 

"Es muy posible que Rosas habría cumplido su palabra si no fuera por el bloqueo francés. Los efectos financieros del bloqueo fueron desastrosos. En poco tiempo la Tesorería quedó despojada de su fuente más grande de ingresos, mientras los gastos militares aumentaban aceleradamente".

También hace mención a la Ley de Aduanas, que benefició a las economías provinciales: "La ley arancelaria del 18 de diciembre de 1835 marcó el punto crítico de la política bonaerense sobre comercio exterior... por primera vez el gobierno hacía un serio esfuerzo para adaptar su política arancelaria al esquema económico de la provincia y del interior..."

"El gobierno también tenía motivos para estar satisfecho con el cambio que había introducido en su política agrícola. Un año después de promulgada la nueva ley arancelaria [de 1835], Rosas llamó la atención de la legislatura provincial sobre la rápida expansión de los cultivos de cereales en la provincia. Se había producido un notable aumento del área sembrada, y una mayor diversificación de la explotación agrícola. Se cosechaban otros granos, aparte del trigo, en cantidades superiores a todas las precedentes, y el país ya no dependía de la inestabilidad del tiempo o de las importaciones del exterior".

"A la industria nacional la nueva tarifa le prometía mayores beneficios aún que a la agricultura. La industria manual de Buenos Aires recibió un grado de protección que nunca había tenido anteriormente. Lo mismo ocurrió con las industrias vinícola y licorera de las provincias de Cuyo y Tucumán, las textiles y de productos alimenticios de Córdoba y Santiago del Estero, y la ovina de las provincias del litoral. Liberalizando las reglamentaciones sobre el uso del puerto de Buenos Aires, Rosas estimuló las relaciones comerciales entre Buenos Aires y los puertos fluviales y mejoró con ello la posición de las provincias litorales en los mercados extranjeros".

"Las implicaciones políticas de la nueva tarifa no eran menos importantes. Rosas podía contar ahora con el apoyo unánime de las clases medias de Buenos Aires, y ver aumentado enormemente su prestigio más allá de las fronteras provinciales. Se convirtió para las provincias en el más argentino de todos los gobernantes porteños, en realidad el único gobernante que había antepuesto los intereses económicos de la nación al de los comerciantes extranjeros. El gobierno de Buenos Aires se había revelado como un gobierno nacional, y Rosas se transformó en el jefe reconocido de la nación".

¿Qué dijo sobre el primer conflicto con Francia?: "Rosas salió victorioso del conflicto con Francia. Logró conservar intacta la soberanía de la Argentina. Defendió con éxito el principio de la autodeterminación en el continente sudamericano. Al final del conflicto su prestigio político en la Argentina y en todo el continente era mayor aún que antes".

Así se refiere a los altos salarios abonados durante todo el gobierno de Rosas: "Las quejas de que los salarios eran altos fueron muy comunes durante todo el gobierno de Rosas. Rosas trató de resolver la falta de obreros aumentando el número anual de días laborables".

"Se adujo en Buenos Aires que la mano obra no era escasa, sino que el costo de la vida era bajo. 'No faltan obreros en nuestro país, afirmaba el Archivo Americano [30 de abril de 1845], si los salarios son altos es más bien como consecuencia de la facilidad que existe para la subsistencia, por la abundancia que se suministran los principales artículos necesarios para la vida' ". 

Destaca también que Rosas "Era un hombre práctico, no un doctrinario; un comerciante por sobre todo".


Quien quiera releer el artículo de Juan Pablo Oliver, lo puede hacer a través de este link: https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2020/11/politica-economica-de-rosas-juan-pablo.html

Batalla de Pradera del Ganso (Goose Green)

 Publicado en diario Clarín el 27 de mayo de 2021  

El jueves 27 de mayo de 2021, salió publicado en el diario Clarín, este interesante artículo, que transcribimos a continuación sobre la batalla de Pradera del Ganso en la guerra de Malvinas.

Guerra de Malvinas


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Pradera del Ganso: Encarnizada lucha en la gran batalla terrestre
por Guido Braslavsky 

Guerra de Malvinas. Se cumplen 39 años de los combates del 27al 29 de mayo, en los que llegó a pelearse cuerpo a cuerpo. Los británicos, con fuerzas muy superiores

Guerra de Malvinas
Foto del libro THE FALKLAND WAR, THEN AND NOW de george Ramsay



“El 28 de mayo desde nuestras posiciones, veíamos el fuego de las armas automáticas, las explosiones y las bengalas. Recuerdo a nuestros soldados correntinos y chaqueños, firmes en las posiciones, aceptando esa realidad y esperando el momento en que los británicos aparecieran frente a nosotros. Y así lo hicieron. Nosotros desatamos los fuegos automáticos de nuestras armas, recuerdo los 'viva la Patria' y los 'sapucay' de los soldados correntinos que se envalentonaban y desafiaban el ataque británico”, relató muchos años después de la batalla de Darwin Pradera del Ganso (Goose Green), el entonces subteniente (de 20 años) Ernesto Orlando Peluffo.
Hace 39 años, el 27 de mayo de 1982 se iniciaban 36 horas de combates en Darwin-Pradera del Ganso en lo que sería el primer gran enfrentamiento terrestre de la guerra de Malvinas. Hubo 50 muertos argentinos y 19 británicos.
Unos días antes, aunque a un alto costo de buques hundidos y averiados por las heroicas acciones de los pilotos argentinos, los británicos habían logrado desembarcar en San Carlos, en el noroeste de la isla Soledad, para establecer allí su cabeza de playa. Aunque no les quedaba de camino a Puerto Argentino, enseguida despacharon tropas de paracaidistas a Pradera del Ganso, un asentamiento donde vivían un centenar de kelpers y los argentinos habían basado una guarnición de 642 hombres, “la agrupación Mercedes”.
La integraban los regimientos de Infantería 12 y 25, el grupo de Artillería de Defensa Antiaérea (GADA) 601, y una sección del Regimiento de Infantería 8, la compañía de ingenieros 9 y el grupo de Artillería Aerotransportado 4.
En esa pequeña península que tenía al norte el establecimiento Darwin (donde hoy se ubica el cementerio argentino), había también un aeródromo donde la Fuerza Aérea armó la Base Aérea Militar Cóndor, para mantener la comunicación con Puerto Argentino, con los aviones Pucará y helicópteros. Desde el 1° de mayo hasta la previa de la batalla de Pradera del Ganso la base había sido sometida a duros bombardeos navales y aéreos británicos.
Al desembarcar en San Carlos la noche del 21 de mayo los británicos tuvieron como única resistencia terrestre la de un grupo de 63 tropas al mando del teniente Daniel Esteban, que llegaron a voltear cuatro helicópteros antes de replegarse.
Para el 27 de mayo ya habían iniciado su avance. A las 3 de la mañana alcanzaron Camilla Creek (Caleta Camila). Todo un batallón exhausto se alojó en los edificios para pasar la noche. “Cuatrocientos hombres se echaron en todos los cuartos y corredores de la casa abandonada y los refugios aledaños que formaban el asentamiento de Caleta Camila, dormitando y temblando de frío por la carencia de bolsas de dormir y frazadas”, contaron los británicos Max Hastings y Simon Jenkins en La batalla de Malvinas.
Casi a las 11 de la noche del 28 de mayo se desató un cañoneo naval sobre las posiciones argentinas, y a las 2.30 del 29 de mayo, la infantería inglesa lanzó su ataque, con fuego de morteros y ametralladoras, en el norte del istmo sobre la “fuerza Mercedes”, logrando rebasar la sección Exploración.
“El campo de combate se iluminaba continuamente a causa de las bengalas, se veía prácticamente todo”, rememoró el entonces subteniente Jorge Zanela, artillero, que con la “batería A” (rescatadas de la patrullera “Rio Iguazú” atacada por los ingleses y encallada) empezó a dar apoyo a las 2 de la mañana a la fuerza de tareas “Mercedes”. Sin observador adelantado que les dirigiera el fuego tiraban en función de una carta topográfica, según ordenaba el teniente Carlos “Indio” Chanampa, jefe de la batería.
“Esto fue hasta las primeras luces de la mañana, cuando en Darwin el enemigo fue detenido por las secciones del subteniente Peluffo, del teniente Roberto Estévez que había ido de refuerzo y la del subteniente Guillermo Ricardo Aliaga, en Boca House”, recordó Zanela. Estévez les empezó desde allí a “reglar” el fuego que pudo parar seis horas el ataque inglés, y en esa acción fue abatido, al igual que poco después el soldado Fabricio Edgar Carrascul que había seguido orientando el fuego de la artillería. Allí en Pradera del Ganso murió Estevez, misionero, a sus 25 años, quien hasta el último momento de su vida no dejó de conducir y proteger a sus hombres según los relatos. Para el Ejército, uno de los mayores arquetipos del heroísmo y la entrega en Malvinas.
Al subteniente Peluffo, en cuya ayuda tras cinco horas de combate había llegado Estevez que estaba con la reserva, una bala le había atravesado el casco y le hizo un surco lateral en el cráneo. Sangraba copiosamente. El regimiento 12 tuvo 12 bajas en esas horas.
“Los que quedamos vivos después de la muerte de Estevez rendimos la posición. Habíamos combatido a corta distancia, 25 o 50 metros de los ingleses. Salíamos, tirábamos y nos metíamos en los pozos. Cada vez que los soldados salían recibían impactos en sus cuerpos”, recordó Peluffo, otro de los que combatió heroicamente en esa batalla.
Esa mañana, efectivos al mando del teniente Esteban que tras el combate en San Carlos habían sido replegados a Puerto Argentino, fueron trasladados en helicópteros del Ejército a Pradera del Ganso, y se sumaron a los combates. También se evacuaron heridos rumbo a Puerto Argentino.
A las 10.30, efectivos al mando del subteniente Juan José Gómez Centurión (en años recientes sería alto funcionario macrista, jefe de la Aduana y candidato a presidente en 2019) contraatacaron bajo fuego enemigo y lograron recuperar una altura a dos km al norte de Pradera del Ganso. Pero ya la suerte de la batalla estaba decidida.
En esa circunstancia hubo un parlamento de Gómez Centurión, con el jefe del regimiento de paracaidistas 2 inglés, el hombre que comandaba todo el ataque británico, teniente coronel Herbert Jones. Cada uno exigió la rendición del otro. En un enfrentamiento armado que siguió, Jones perdió la vida, según el informe oficial del Ejército argentino.
El episodio -la circunstancia de la muerte de Jones- aun reviste controversia porque aunque Gómez Centurión también asume el disparo en acción de combate tras el parlamento, otros testimonios -la versión oficial inglesa, del investigador Lawrence Freedman- dice que Jones cayó por fuego de ametralladora de un soldado (el conscripto cordobés Oscar Le desma) cuando valiente -aunque temerariamente- Jones se puso con un pelotón al frente del ataque a una trinchera argentina.
Como sea, al mediodía, los británicos con fuerzas muy superiores lanzaron su masivo ataque final. Años después, el teniente coronel Italo Angel Piaggi (fallecido en 2012) evaluaría que “los ingleses estaban prácticamente en aptitud de 'pasarnos por encima'... En función de los medios, nos tenían que aplastar en menos de 24 horas”. Y tomó la decisión de “decidir por sí o por no el sacrificio de mis hombres sin razón justificada”. A las 11 horas del 30 de mayo se produjo el cese de fuego. Los británicos tendrían otros duros combates por delante, pero con retaguardia y flancos cubiertos seguían su camino imparable a la reconquista de Puerto Argentino. ■

                                                                                                                
“Habíamos combatido a 25 metros de los ingleses. Salíamos de los pozos para tirar y nos pegaban”.
                                                                                                             

sábado, 22 de mayo de 2021

Desembarco y batalla de San Carlos - Guerra de Malvinas

 Publicado en diario Clarín el 22 de mayo de 2021  

El sábado 22 de mayo de 2021, salió publicado en el diario Clarín, este interesante artículo, que transcribimos a continuación sobre el desembarco y la batalla de San Carlos en la guerra de Malvinas.


Guerra de Malvinas


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El principio del fin de la guerra Desembarco inglés, sangre y fuego en la batalla de San Carlos
por Guido Braslavsky 

El 21 de mayo de 1982 los británicos hicieron pie en Malvinas. Hubo una resistencia dura de 63 soldados. Luego, los pilotos argentinos atacaron con heroísmo a la flota de Gran Bretaña.

Guerra de Malvinas
Desembarco en San Carlos - Foto del Imperial War Museum


Apenas unos días antes, en Goose Green, durante un amable té que le ofreció a uno de los oficiales argentinos a cargo de las tropas que ahora controlaban esos caseríos rurales alborotados por el despliegue de armas y uniformados, el señor Brooke Hartcastle -importante granjero, autoridad administrativa local y gerente de la Falkland Island Company- se lo había dicho sin jactancia.

- Esteban, usted nunca vio una flota en operaciones, ¿no? Si la viera se daría cuenta, ustedes están locos.

El 21 de mayo de 1982, días después de ese comentario premonitorio, el teniente primero Daniel Esteban sería quien avistaría a la flota británica y el inicio del desembarco en la bahía de San Carlos -el estrecho divide las dos grandes islas del archipiélago, Soledad y Gran Malvina-, para establecer una cabecera de playa firme.

Fue hace 39 años, y marcó el inicio del fin de la guerra de Malvinas. En Playa Azul (San Carlos), noroeste de la isla Soledad y a unos 80 kilómetros de Puerto Argentino, se ubica desde el fin de la guerra el cementerio británico donde están enterrados 14 de los 255 ingleses fallecidos en la guerra.

En uno de los tantos episodios dramáticos, el 10 de mayo la fragata HMS Alacrity había hundido al ARA Isla de los Estados -un buque de transporte- cuando operaba cerca de la isla Cisne, en el estrecho de San Carlos, lo que demostraba la presencia de buques enemigos en el canal.

Eso decidió a los argentinos a formar el Equipo de Combate Güemes que Esteban integró con parte de su compañía C del Regimiento de Infantería 25, a la que se sumó una sección de apoyo del Regimiento 12, con los subtenientes José Alberto Vázquez y Roberto Oscar Reyes. Eran 63 hombres que partieron de Pradera del Ganso (Goose Green) y harían la única resistencia en tierra cuando llegara el desembarco, de 6.000 británicos.

De los argentinos, junto a los tres jóvenes oficiales -Esteban era el mayor y tenía sólo 26 años- 40 eran conscriptos del sur de Córdoba y 20, correntinos. Habían tenido apenas 45 días de instrucción militar.

El 15 de mayo ya estaban en Puerto San Carlos. Su misión era dar el alerta temprana del desembarco, si se producía; mantener bajo control a la población local e impedir el paso de buques enemigos por el estrecho.

Esteban quedó en San Carlos junto a 41 hombres y los otros 21 partieron con el subteniente Vázquez a unos ocho kilómetros, a la denominada Altura 234, o Fanning Head.

En la mañana del 21 de mayo, el teniente Esteban estaba en el puesto de comando con el sargento Rodríguez, radioperador, cuando del puesto de observación bajó agitado el soldado Gabriel Massei (un cordobés que entre fines de los 80 y los 90 sería múltiple campeón en el automovilismo nacional), para alertar que había visto un buque enemigo.

Esteban subió unos cientos de metros. Eran algo más de las 8.

“La bruma se iba levantando, y no era un buque solo, como había visto el observador. Estaba la flota completa. Un barco muy grande en medio del estrecho, que era el Canberra, de transporte de tropas, y había también fragatas, acorazados, lanchones de desembarco y helicópteros. Habían puesto toda la parrilla en San Carlos”, recuerda Esteban hoy, 39 años después, en diálogo con Clarín.


El combate de San Carlos

“Bajé corriendo a dar el alerta. De la cintura para arriba me sentía normal, pero no podía controlar mi pierna izquierda. Años después supe que a eso se le llama 'pata de conejo´, que se da en situaciones de estrés. Ese era mi estado. Hablé por la radio con el general (Omar Edgardo) Parada (del alto mando en Puerto Argentino) y le transmito la situación. Yo estaba dispuesto a defender el lugar. 'Necesito Pájaro´ le dije, que era el código de pedido de aviones, es lo único que me saca de aquí. Veríamos después desde las alturas la acción de la Fuerza Aérea, que fue muy eficaz. Para los británicos fuimos su principal problema, pero cuando llegó la Fuerza Aérea no existimos más. Les debo mi vida a ellos.

“Es indiscutible su decisión estratégica de desembarcar en San Carlos. Ellos temían el misil Exocet después del hundimiento del Sheffield (el 4 de mayo). Los buques dentro del estrecho tenían asegurado que el misil no tenía ángulo. Y hacer lo que hicieron: atacar Pradera del Ganso, la guarnición más débil, y una maniobra de pinzas después sobre Puerto Argentino.

“Después de dar el alerta al general Parada, destruimos el equipo de radio. Yo daba órdenes a mis soldados, que no habían visto lo que yo había visto... Ordené a Vázquez tomar posición. No pasaron tres minutos, creo, cuando se apareció el primer Sea King, que llevaba municiones.

No nos esperaban. Lo derribamos. Y a otros tres helicópteros Gazelle. Lo hicimos con una pésima disciplina de fuego, porque nuestros soldados eran novatos y gastaron mucha munición. De los buques nos tiraban con artillería pero no acertaban, los Gazelle eran los que debían dirigir el tiro. Y así estuvimos hasta que a los 30 o 40 minutos llega la Fuerza Aérea, y ahí los ingleses se olvidan de nosotros”.

Esteban escuchaba a sus soldados correntinos y sus sapucai, cuando volteaban cada helicóptero. Pero él tenía la convicción de que el desembarco era el principio del fin y que esos daños que habían infligido no cambiarían el curso de los acontecimientos.

Cuando vieron que ya nada más había para hacer, se replegaron. Ningún miembro del Equipo Güemes murió allí. En tres días de marcha llegaron a la estancia Douglas Paddock, donde los recogerían en helicópteros para regresar a Puerto Argentino.


Fanning Head

En la inhóspita Fanning Head, o Altura234, habían estado hasta entonces, aislados de San Carlos, el subteniente Reyes -había reemplazado en la rotación al subteniente Vázquez-, con otros 3 suboficiales y tropa. 21 hombres en total. Tenían una radio a pilas que no funcionó. Dos morteros y dos cañones 105 milímetros.

Sólo en el Canberra, el transatlántico convertido en transporte de tropas (el ministerio de defensa británico contrató o requisó 68 barcos civiles, que sumó a sus 33 naves de primera línea), iban unos 2.500 soldados ingleses y unidades de élite, de la Brigada Comando 3: el Tercer Batallón de Paracaidistas, más los Comandos 45 y 42 de la Marina Real.

Eran paracaidistas e infantes de Marina que se habían detestado durante años, recordó el cabo Vincent Bramley en Viaje al Infierno, su testimonio sobre la guerra de Malvinas.

“La actitud generalizada de las tropas era: 'apoyamos las acciones. Adoramos a Maggie (la primera ministra Margaret Thatcher) por darnos la oportunidad de matara esos sudacas”, relató Bramley, que embarcó en el Canberra, y llegó a San Carlos previo paso por la isla Ascensión, la isla-base que usaron los británicos a mitad de camino en el Atlántico, a 5.600 kilometros de Malvinas.

“El 17 de mayo oí el nombre de San Carlos por primera vez -relató el cabo Bramley-. Se trataba de una pequeña comunidad agrícola sobre la costa occidental de East Falkland. Se estaba a punto de hacer historia, y esa diminuta comunidad ni siquiera sospechaba que habría una invasión, lo mismo que las 45 tropas argentinas (sic) acantonadas en el lugar... Pasaríamos a la cubierta del Intrepid, un buque de asalto. Los lanchones nos llevarían hasta una playa llamada Sandy Bay... Cinco kilómetros tierra adentro nos esperaba el contraataque, si es que se llevaba a cabo. Seguramente nos recibirían con un ataque aéreo”. Lo primero no sucedió, más allá de la resistencia de Esteban y los suyos. Lo segundo, sí.

Bramley vio desde su lancha el fuego contra Fanning Head. Poco se podía hacer con los medios que contaban Reyes y sus tropas. La primera oleada del desembarco arrancó a las 4.40, y Reyes ordenó disparar, hasta que agotaron la munición de morteros. Ya identificada su posición, iniciaron el repliegue.

Fue una marcha penosa por días, siguiendo la línea de la costa. El frío y el hambre hicieron estragos. Hubo enfermos de gangrena. Dejaron atrás a los que estaban peor, para que se entregaran. En esa sección -“Gato”- hubo amputados (dos miembros inferiores, en un caso). Pero todos sobrevivieron. El 11 de junio serían tomados prisioneros.


El callejón de las bombas

Guerra de Malvinas
La HMS Antelope explota en la noche y se parte en el medio


Poco después de que Esteban avisara por radio del desembarco inglés, desde Puerto Argentino (donde sólo podían operar aviones de pequeño porte) el teniente de navío Owen Crippa salió solitario en misión de reconocimiento hacia San Carlos. No se conformó con confirmar la presencia al menos de 12 buques de la flota británica y el desembarco. Con su Aermacchi 339, un avión de ataque ligero, en una maniobra heroica, atacó a la HMS Argonaut causándole daños, desde 150 metros, pasándole apenas por encima para escapar entre buques enemigos y a ras del agua.

El solitario ataque de Crippa fue preludio de una oleada de misiones lanzadas desde el continente, la “Batalla de San Carlos”, por parte de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval. Desde Pradera del Ganso salieron los Pucará. Dos fueron derribados.

Las misiones fueron masivas, y del 21 al 27 de mayo, al menos 11 buques británicos hundidos o fuera de combate, a un alto precio de 20 aeronaves destruidas, 9 Dagger y 11 Skyhawk, y once pilotos fallecidos. Se llamó al estrecho de San Carlos, el callejón de las bombas.

“Los meteorólogos argentinos dijeron que se abrirían las nubes a la media mañana, lo que se cumplió y permitió el ataque de la aviación argentina”, recordó el comodoro Pablo Marcos Carballo en un escrito que envió a Clarín para este reportaje. Carballo es el autor del clásico “Halcones de Malvinas”, una obra de referencia que recoge los impactantes testimonios de los aviadores en ese conflicto.

Guerra de Malvinas
Aquella tarde del 21 de mayo, seis aviones A-4Q de la Aviación Naval, atacarona la fragata Ardent y le lanzaron 23 bombas de 500 libras, bajo intenso fuego antiaéreo de buques próximos. Los tres primeros luego del ataque, fueron perseguidos y dos derribados por los Sea Harrier. El almirante (R) Benito Rotolo recordó a Clarín: “Con la segunda sección, que yo integraba junto a los tenientes de navío Lecour y Sylvester, pasamos minutos después, y a pesar del fuego enemigo completamos el ataque..., por los impactos recibidos de ambas secciones, la Ardent tuvo un incendio descontrolado y se hundió al anochecer”.

Los expertos señalan que el mando británico eligió San Carlos para la Operación Sutton, como se llamó en nombre clave, porque el estrecho les daba cobertura del temido Exocet. Pero a la vez, dentro del estrecho los barcos eran más vulnerables.

“A nosotros, los aviones de caza, nos permitía protegernos del radar y de la artillería con las colinas alrededor de San Carlos y llegar a los buques, al centro de la acción”, señala a Clarín el comodoro Carlos Alfredo Rinke, compañero de Carballo jefe de escuadrilla de los A4-B, del Grupo 5 de Caza.

El 23 de mayo, Carballo, Rinke, el teniente Luciano Guadagnini y el alférez Hugo Gómez, atacaron la HSM Antelope. Guadagnini, alcanzado por el fuego, se estrelló contra el mástil de la fragata pero su bomba impactó en el casco, al igual que la lanzada por Gómez. En la noche, mientras trataban de desactivarla, explotó. LaAntelope se hundiría al día siguiente.

Rinke recuerda en especial el 25 de mayo, por la fecha patria, y por haber hundido el destructor HSM Coventry (mellizo del Sheffield) y averiado la HSM Broadsword. La previa había sido amarga: desde el Coventry esa mañana un misil largo alcance (65 km) Sea Dart había destruido el avión del capitán Hugo del Valle Palaver.

Ambos buques se habían retirado a mar abierto para tener mejor piquete de radar. “A la tarde salimos a atacar, Carballo y yo la Broadsword, en simultáneo (el primer teniente Mariano) Velasco y (el alférez Jorge) Barrionuevo al Coventry. Fuimos y volvimos los cuatro, y el resultado fue muy contundente. Fue una revancha por lo de Palaver, la Coventry se hundió en 20 minutos.

“¿Cómo era la situación de ataque?

Teníamos bombas convencionales. Nos habían informado que los buques eran inexpugnables. Lanzaban granadas de 4,5 pulgadas que explotaban delante del avión... Son tres minutos que nosotros salimos de tierra, y encaramos las dos fragatas que ya se veían en el horizonte. Son dos o tres minutos de ansiedad, sabíamos que iba a ser áspero de pasar, como una puerta que está cerrada.

“Los aviones van a máxima potencia, se tornan muy ariscos por la turbulencia, cerca del agua y la solas... La fragata se desplazaba lateralmente a treinta nudos (60 km por hora), a toda velocidad, nos obligó a corregir bastante para hacer la puntería, requiere concentración, pericia y buena suerte. Y nos tiraban con todo.

“El avión tiene una mira, no teníamos computadora, nada, era todo analógico. La puntería había que hacerla”, rememora Rinke, que se retiró como comodoro en 2005 y hoy vive en Córdoba.

El mismo 25 de mayo, Esteban y sus hombres llegaron a Douglas Paddock y formaron solemnemente para celebrar el aniversario de la Revolución de Mayo.

Serían evacuados en helicópteros a Puerto Argentino y devueltos a Pradera del Ganso ya en medio de la ofensiva británica, para su último combate en ese lugar, que terminaría en rendición. Allí sí, murieron 12 hombres de la compañía C.

“Ellos (la conducción) se habían obsesionado con que iba a haber un desembarco frontal en Puerto Argentino”, señala Esteban, que se retiró en 2007 como coronel y, una de las injusticias de esos años en las fuerzas, no ascendió a general. Esteban es doctor en Ciencia Política y director académico de la Escuela de Negocios de la UADE.


“Desembarcaron... ¿Son muchos?

El 21 de mayo fue una bisagra en el conflicto.

“Los argentinos sabían que estaban perdidos en el momento en que se consolidó la cabeza de playa... Ya para entonces la batalla aeronaval, que es lo esencial en una isla, estaba resuelta”, analizó años después el general Mario Benjamín Menéndez, gobernador militar de las islas hasta la rendición el 14 de junio.

Menéndez sostenía también que no contaba con movilidad y cobertura aérea para una defensa de las islas, y que en Malvinas el terreno no permitía mover vehículos,“y a pie se morían” los soldados.

-¿Desembarcaron, son muchos?-, le había preguntado el general Leopoldo Galtieri a Menéndez, aquel 21 de mayo.

-No se preocupe mi general, estaba dentro de las previsiones. Han bajado en un lugar no defendido. Y bueno,estamos haciendo lo que podemos”, replicó el gobernador.

Ese 21 al anochecer, los británicos ya habían desembarcado 3.000 soldados y mil toneladas de suministros. Cinco días después, estaban más que consolidados.

El 26 a la madrugada, a Menéndez lo llamó el general Osvaldo Jorge García desde Comodoro Rivadavia reclamándole un “ataque sorpresa” sobre San Carlos, relataron en el clásico “Malvinas, la trama secreta”, Oscar Cardoso, Ricardo Kirschbaum y Eduardo Van der Kooy. Menéndez, quien ya había dirigido mensajes al continente con la angustiante situación que se vivía en las islas, estaba atónito. Todo quedaría en la nada, igual que otros planes.

Las fuerzas argentinas se rindieron el 14 de junio.

                                                                                                               

Una batalla de 7 días

* 21 de mayo: En la noche se inicia la Operación Sutton, el desembarco anfibio británico en San Carlos. La única resistencia en tierra es de los 63 hombres que dirigía el teniente Esteban. Voltean 4 helicópteros antes de replegarse. La Fuerza Aérea lanza cuatro oleadas de aviones y otras dos la Aviación Naval, contra la flota en el estrecho, el "callejón de las bombas". Hunden la Ardent. y dejan fuera de combate a la Argonaut y el Brilliant.

* 23 de mayo: Ataque a la fragata Antelope. Una bomba la impacta y explota al intentar ser desactivada.La  fragata se hunde el día después.

* 24 de mayo: dañados los buques logísticos Sir Lancelot y Sir Galahad.

* 25 de mayo: los A4-B hunden el Coventry y dañan seriamente la fragata Broadsword. Un Exocet lanzado de un Super Etendard impacta en el portacontenedores Atlantico Conveyor, que se hunde después.

* 27 de mayo: hay ataques a tropas británicas en tierra, pero ya consolidaron el desembarco. La batalla tuvo alto precio para los argentinos también, 11 pilotos fallecidos, 20 aviones destruidos.

lunes, 17 de mayo de 2021

Fusilamiento de Liniers

REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

Encontramos este artículo de Marcos Luis Castrogiovanni, publicado en la revista "El Resero" N° 32 de agosto del año 2005, sobre el  fusilamiento de Santiago de Liniers. 
Don Santiago de Liniers  héroe de la Reconquista
por Marcos Luis Castrogiovanni

Santiago de Liniers
Fusilamiento de Liniers y sus compañeros

Si bien podemos llamar a Agosto Mes del Libertador, debido a que la figura del General José de San Martín, cuya muerte se conmemora el 17, es absolutamente preponderante, se recuerdan en este mes otras fechas que son de gran importancia en la historia patria y específicamente voy a referirme a dos hechos que involucran a otro gran protagonista de nuestro acontecer histórico. Me refiero a Don Santiago de Liniers. Héroe de la Reconquista de Buenos Aires que culminara con la rendición del general invasor inglés Guillermo C. Beresford el 12 de Agosto de 1806, y caudillo de la gloriosa Defensa de Buenos Aires frente a la segunda invasión inglesa del año siguiente.

Fue el caudillo del primer acto de defensa territorial en estos pagos. Encarnó la voluntad criolla de no dejarse avasallar y menos por los herejes ingleses, pues tuvo vital importancia en estos acontecimientos la férrea voluntad de afirmar la Tradición Hispano Católica, aunque para ello el pueblo de una pequeña ciudad perdida en los confines del mundo tuviera que enfrentar a regimientos de los ejércitos más poderosos del momento y veteranos de cien batallas a lo largo del mundo. Y esto lo reconoce el mismo Whitelocke, quien en su consejo de guerra afirma: “...haber decidido rendirse para no quedar a merced de la violencia de una vengativa chusma inflamada con un odio de superstición y un fanatismo religioso”. Don Santiago de Liniers emergió de las invasiones inglesas, con el prestigio de un HÉROE, su sencillez, su bonhomía y su fisonomía abierta y simpática lo convirtieron en el auténtico caudillo del pueblo de Buenos Aires.

De todo esto resulta incomprensible que este hombre, protagonista de los hechos que fueron germen del espíritu de independencia criolla fuera inútilmente ejecutado tres años después, el 26 de Agosto de 1810 por orden de la Primera Junta de Gobierno Patrio. Más exactamente por orden de la facción liberal de la Junta encabezada por Moreno y Castelli. Repasemos brevemente los hechos.

La Expedición Auxiliadora enviada a Córdoba, bajo el mando de Ortiz de Ocampo, para sofocar la rebelión de quienes no acataban la autoridad de la Junta y enviar detenidos a los cabecillas a Buenos Aires, recibió imprevistamente la orden de: “...arcabucearlos en el momento que todos o cada uno sean pillados, sean cuales fueran las circunstancias se ejecutará esta resolución sin dar lugar a minutos que proporcionasen ruegos y relaciones capaces de comprometer el cumplimiento de esta orden”.

Creo que es un digno antecedente de aquellas cartas con que los miembros de la logia unitaria aconsejaron a Lavalle fusilar al Coronel Dorrego. En ambos casos quienes ordenan o “aconsejan” las ejecuciones no son hombres de armas sino intelectuales imbuidos de doctrinas que nada tenían que ver con las realidades que estaban viviendo.

Pero en el caso que estamos analizando la actitud del general a cargo de la expedición fue distinta, puesto que Ortiz de Ocampo, de acuerdo con Vieytes (que iba como comisionado de la Junta en el ejército) desobedece la orden y escribe a la Junta comunicándole que: “la mayor parte del pueblo se cubriría de luto si los prisioneros eran ejecutados y, dominando en todas las ciudades la consternación y el terror, no hallaría entrada en los corazones de sus habitantes la alegría que se debería esperar, los dominaría la fuerza y no el amor que es por tantos títulos la base más regular para cimentar el nuevo sistema de gobierno”.

Ante esto la Junta envió a Castelli de inmediato a hacer cumplir la ejecución, y así en la madrugada del domingo 26 de Agosto de 1810 Castelli leyó a los prisioneros la sentencia de la Junta (librando sólo al Obispo Orellana, por su investidura) y a las 7:30 es fusilado en la posta de Cabeza de Tigre el héroe de la Reconquista, junto con sus compañeros Rodríguez, Allende, Moreno, y Gutiérrez de la Concha.

Ejecución absurda, ya estaba desbaratada la insurrección y todos sus cabecillas prisioneros, ya no eran peligrosos para la causa de la revolución.

Evidentemente no comprendieron quienes así actuaron que la revolución no se lograría por el terror sino por el respaldo del pueblo criollo, a quien parecían querer mantener al margen y sólo utilizarlo para entregar su sangre en las patriadas.

En una carta que Mariano Moreno le envía a Chiclana, le escribe sobre la actitud de Ortiz de Ocampo y Vieytes: “...Qué seguridad tendrá la Junta en esos hombres que llaman a examen sus órdenes y suspenden las que no les acomodan? Preferiría una derrota a la desobediencia de los jefes”. 

Juan Manuel Beruti, en sus Memorias, brinda una explicación que interpreta la posición de la Junta al decir “La Junta determinó quitarle la vida porque de traerlo a esta ciudad hubiera todo el pueblo y tropas pedido por Liniers, y habría sido ocasión de una sublevación general, y por obviarla se ejecutó”.

Este es el primero de los crímenes (disfrazados de ejecuciones o no) que jalonan la historia patria, cometidos por aquellos que al descubrir que sus teorías no encajaban en la realidad histórica, no hallaban mejor solución que intentar afirmar sus ideologías y destruir la realidad que no podían comprender.

Pero este crimen tiene, a mi ver, un aditamento que lo hace más atroz que otros (por ejemplo el fusilamiento de Dorrego o el asesinato de Peñaloza) y es la terrible muestra de ingratitud hacia un hombre que tan sólo cuatro años antes había interpretado el sentimiento del pueblo de Buenos Aires y lo condujo a la victoria.

Creo que podemos encontrar la explicación de estos hechos en las siguientes palabras escritas por Don José María Rosa: “Son muchos los documentos de la fría crueldad que Moreno impuso a una revolución, cuya naturaleza popular no entendió. Era un revolucionario de biblioteca: había creado un mundo que no existía e imaginado una revolución que nada tenía que ver con la que estaba ocurriendo...pero si la revolución era diferente a la que vivía, en cambio él, Mariano Moreno, era una realidad; su energía se había impuesto a la Junta y sus decretos de muerte tenían fuerza ejecutiva”.

Que la conmemoración del 12 de Agosto nos muestre el camino de la RECONQUISTA definitiva de la PATRIA y el recuerdo del 26 de Agosto de 1810 no nos permita caer en uno de los peores defectos que puede tener un ser humano: la ingratitud.

Mariano Moreno - Decreto de supresión de honores

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

23 

En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

Encontramos este artículo que fue publicado en el diario La Prensa el 6 de diciembre de 2009, en la columna "Los fantasmas del pasado" de Armando Alonso Piñeiro, sobre el Decreto de supresión de honores. 

Grotesco estilo de un decreto
por Armando Alonso Piñeiro 

Decreto de supresión de honores
Óleo sobre tela pintado por Pedro Subercaseaux



Ayer se cumplieron prácticamente dos siglos -en realidad, 199 años- del famoso decreto de supresión de honores dictado por Mariano Moreno para oponerse al presidente de la Junta de Gobierno, Cornelio Saavedra. Ello ocurrió al día siguiente de un episodio sin importancia, pero exagerado por sus contemporáneos y agigantado por la posteridad, ocurrido en el Cuartel de Patricios.

¿Qué había sucedido, exactamente? La noche anterior se celebró un banquete para conmemorar el triunfo memorable de Suipacha, victoria conseguida semanas antes, en noviembre. Ignacio Núñez, un joven de militancia morenista y conocido por su antipatía hacia Saavedra, cuenta en sus Noticias Históricas que el secretario de la Junta no pudo ingresar en el banquete, negándose a pedir el permiso correspondiente al centinela. Al rato se enteró del brindis de un tal Atanasio Duarte, quien algo excedido de copas, tomó una corona de dulce y la colocó en la cabeza de la esposa de Saavedra (de la esposa, no del presidente), farfullando: “¡Viva el Emperador de América!”.

Moreno tomó su pluma y redactó el injustamente famoso decreto: “Se prohíbe todo brindis, viva o aclamación pública en favor de individuos particulares de la Junta. Si estos jóvenes son justos, vivirán en el corazón de sus conciudadanos: ellos no aprecian bocas que han sido profanadas con elogios de los tiranos.

No se podrá brindar sino por la patria, por sus derechos, por la gloria de nuestras armas y por objetos generales concernientes a la pública felicidad.

Toda persona que brindase por algún individuo particular de la Junta será desterrado por seis años.

“Habiendo echado un brindis don Atanasio Duarte, con que ofendió la probidad del presidente y atacó los derechos de la patria, debía perecer en un cadalso; por el estado de embriaguez en que se hallaba, se le perdona la vida; pero se le destierra perpetuamente de esta ciudad, porque un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener impresiones contra la libertad de su país.”

Este decreto es la expresión de un seudo sentido democrático irrisorio, que incluso rozaba el ridículo. No hay que olvidar que Mariano Moreno se caracterizaba -a pesar de su ausencia en las Invasiones Inglesas y de sus dudas el mismo 25 de Mayo de 1810- por un jacobinismo que más tarde, desaparecido él mismo, recogieran Juan José Castelli y Bernardo de Monteagudo, con actos de verdadero terrorismo, como se los denominaría en el siglo en que vivimos.

El estilo grotesco del decreto de marras -tan absurdamente elogiado prácticamente por todos los historiadores- se aprecia en toda su amplitud en la citada frase: “No se podrá brindar sino por la patria, por sus derechos, por la gloria de nuestras armas y por objeto generales concernientes a la pública felicidad”. Y se extendía la expresión chocarrera: “Desde este día queda concluido todo ceremonial de iglesia con las autoridades civiles; éstas no concurren al templo a recibir incienso, sino a tributarlos al Ser Supremo”.

El jacobismo terrorista de Mariano Moreno se multiplicó en numerosos documentos, como las instrucciones de la Junta de Gobierno, cuyo estilo es inequívocamente moreniano. Más allá de quién haya sido el responsable de su muerte, es indudable que su vocación revolucionaria antidemocrática tuvo que haber exasperado a sus compañeros de gobierno.

Así, cuando la conjura cordobesa inmediatamente posterior a la revolución de Mayo fue debelada, el secretario de la Junta justificó sus métodos de 1789: “*... como los revolucionarios franceses (...) cuando lo exige la salvación de la patria, debe sacrificarse sin reparo hasta el ser más querido”. Parece explicable, entonces, que extinguida su estrella, Cornelio Saavedra haya dejado por escrito su opinión terminante: “El sistema robesperriano que se quería adoptar en ésta, la imitación de la Revolución Francesa que intentaba tener por modelo, gracias a Dios que ha desaparecido”.

Claro que no desaparecería para siempre, porque algunos fantasmas del pasado suelen tener el capricho de regresar.

domingo, 16 de mayo de 2021

Revolución de Mayo - Bando del Cabildo de Buenos Aires del 23 de mayo de 1810

 

- Documentos 6 -

En esta Sección del blog damos a conocer interesantes e importantes documentos.
* * * * *

BANDO DEL CABILDO DE BUENOS AIRES INFORMANDO QUE EL VIRREY CISNEROS ENTREGA PROVISIONALMENTE EL GOBIERNO AL CABILDO EL 23 DE MAYO DE 1810

Revolución de Mayo

Archivo General de la Nación, Documentos escritos, Sala X 2-10-5

Transcripción literal:

En la mui Noble y mui Leal Ciudad de la Santisima Trinidad Puerto de Santa Mária de Buenos Aires

 

á veinte y tres de Mayo de mil ochocientos diez. Los Señores del Excelentísimo Cavildo, asaber, Don

 

Juan José de Lezica y Don Martín Gregorio Yañiz, Alcaldes de primero y segundo Voto, y Regidores

                                                                                  ^ Alferez Rl. de turno

Don Manuel Mansilla Alguacil maior, Don Manuel José de Ocampo,  Don Juan de Llano, Don Jaime

                                                                                                              ^

Nadal y Guarda, Don Andres Domingues, tres Diputados de Policía, Don Tomás Manuel de

 

Anchorena, Defensor general de Pobres y Fiel Egecutor, y Don Santiago Gutierrez, Defensor general

 

de Menores, y el Caballero Sindico Procurador general Doctor Don Julian de Leiva.

 

Por cuanto del Congreso general celebrado ayer veinte y dos del corriente Mayo ha resultado a

 

pluralidad de votos debe derogarse el Mando Superior de estas Provincias que exercia el

 

Excelentissimo Señor Don Baltasar Hidalgo de Cisneros, y refundirse en este Exmo Cavildo

 

provisionalmente y hasta tanto se erija una Superior Junta que haia de egercerlo dependiente

                                                      gobierne

siempre dela que legitimamente se instituia á nombre del Sor. Don Fernando 7° hace saber así al

 

Publico por medio del presente Bando para Su gobierno e inteligencia, y que deseche

 

qualesquiera (…) que haian podido infundirle las ultimas infaustas noticias recividas dela Peninsula;

 

bien entendido que este Exmo Cavildo procederá inmediatamente a la erección dela Junta que haia

 

de encargarse del mando Superior hasta que se congreguen los Diputados que se comunicarán

 

delas Provincias interiores para establecer la forma de Gobierno más conveniente.

 

Testado = se instituia = no vale = Entre renglones =  gobierne =  vale = Entre renglones =  Alferez Rl.

 

de turno =  vale

 

Juan José de Lezica   Martín Gregorio Yañiz   Manuel Mansilla   Manuel José de Ocampo   Jaime Nadal y Guarda  Juan Manuel de Llano  Andres Domingues   Tomas Manuel de Anchorena   Julian de Leiva