sábado, 22 de mayo de 2021

Desembarco y batalla de San Carlos - Guerra de Malvinas

 Publicado en diario Clarín el 22 de mayo de 2021  

El sábado 22 de mayo de 2021, salió publicado en el diario Clarín, este interesante artículo, que transcribimos a continuación sobre el desembarco y la batalla de San Carlos en la guerra de Malvinas.


Guerra de Malvinas


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El principio del fin de la guerra Desembarco inglés, sangre y fuego en la batalla de San Carlos
por Guido Braslavsky 

El 21 de mayo de 1982 los británicos hicieron pie en Malvinas. Hubo una resistencia dura de 63 soldados. Luego, los pilotos argentinos atacaron con heroísmo a la flota de Gran Bretaña.

Guerra de Malvinas
Desembarco en San Carlos - Foto del Imperial War Museum


Apenas unos días antes, en Goose Green, durante un amable té que le ofreció a uno de los oficiales argentinos a cargo de las tropas que ahora controlaban esos caseríos rurales alborotados por el despliegue de armas y uniformados, el señor Brooke Hartcastle -importante granjero, autoridad administrativa local y gerente de la Falkland Island Company- se lo había dicho sin jactancia.

- Esteban, usted nunca vio una flota en operaciones, ¿no? Si la viera se daría cuenta, ustedes están locos.

El 21 de mayo de 1982, días después de ese comentario premonitorio, el teniente primero Daniel Esteban sería quien avistaría a la flota británica y el inicio del desembarco en la bahía de San Carlos -el estrecho divide las dos grandes islas del archipiélago, Soledad y Gran Malvina-, para establecer una cabecera de playa firme.

Fue hace 39 años, y marcó el inicio del fin de la guerra de Malvinas. En Playa Azul (San Carlos), noroeste de la isla Soledad y a unos 80 kilómetros de Puerto Argentino, se ubica desde el fin de la guerra el cementerio británico donde están enterrados 14 de los 255 ingleses fallecidos en la guerra.

En uno de los tantos episodios dramáticos, el 10 de mayo la fragata HMS Alacrity había hundido al ARA Isla de los Estados -un buque de transporte- cuando operaba cerca de la isla Cisne, en el estrecho de San Carlos, lo que demostraba la presencia de buques enemigos en el canal.

Eso decidió a los argentinos a formar el Equipo de Combate Güemes que Esteban integró con parte de su compañía C del Regimiento de Infantería 25, a la que se sumó una sección de apoyo del Regimiento 12, con los subtenientes José Alberto Vázquez y Roberto Oscar Reyes. Eran 63 hombres que partieron de Pradera del Ganso (Goose Green) y harían la única resistencia en tierra cuando llegara el desembarco, de 6.000 británicos.

De los argentinos, junto a los tres jóvenes oficiales -Esteban era el mayor y tenía sólo 26 años- 40 eran conscriptos del sur de Córdoba y 20, correntinos. Habían tenido apenas 45 días de instrucción militar.

El 15 de mayo ya estaban en Puerto San Carlos. Su misión era dar el alerta temprana del desembarco, si se producía; mantener bajo control a la población local e impedir el paso de buques enemigos por el estrecho.

Esteban quedó en San Carlos junto a 41 hombres y los otros 21 partieron con el subteniente Vázquez a unos ocho kilómetros, a la denominada Altura 234, o Fanning Head.

En la mañana del 21 de mayo, el teniente Esteban estaba en el puesto de comando con el sargento Rodríguez, radioperador, cuando del puesto de observación bajó agitado el soldado Gabriel Massei (un cordobés que entre fines de los 80 y los 90 sería múltiple campeón en el automovilismo nacional), para alertar que había visto un buque enemigo.

Esteban subió unos cientos de metros. Eran algo más de las 8.

“La bruma se iba levantando, y no era un buque solo, como había visto el observador. Estaba la flota completa. Un barco muy grande en medio del estrecho, que era el Canberra, de transporte de tropas, y había también fragatas, acorazados, lanchones de desembarco y helicópteros. Habían puesto toda la parrilla en San Carlos”, recuerda Esteban hoy, 39 años después, en diálogo con Clarín.


El combate de San Carlos

“Bajé corriendo a dar el alerta. De la cintura para arriba me sentía normal, pero no podía controlar mi pierna izquierda. Años después supe que a eso se le llama 'pata de conejo´, que se da en situaciones de estrés. Ese era mi estado. Hablé por la radio con el general (Omar Edgardo) Parada (del alto mando en Puerto Argentino) y le transmito la situación. Yo estaba dispuesto a defender el lugar. 'Necesito Pájaro´ le dije, que era el código de pedido de aviones, es lo único que me saca de aquí. Veríamos después desde las alturas la acción de la Fuerza Aérea, que fue muy eficaz. Para los británicos fuimos su principal problema, pero cuando llegó la Fuerza Aérea no existimos más. Les debo mi vida a ellos.

“Es indiscutible su decisión estratégica de desembarcar en San Carlos. Ellos temían el misil Exocet después del hundimiento del Sheffield (el 4 de mayo). Los buques dentro del estrecho tenían asegurado que el misil no tenía ángulo. Y hacer lo que hicieron: atacar Pradera del Ganso, la guarnición más débil, y una maniobra de pinzas después sobre Puerto Argentino.

“Después de dar el alerta al general Parada, destruimos el equipo de radio. Yo daba órdenes a mis soldados, que no habían visto lo que yo había visto... Ordené a Vázquez tomar posición. No pasaron tres minutos, creo, cuando se apareció el primer Sea King, que llevaba municiones.

No nos esperaban. Lo derribamos. Y a otros tres helicópteros Gazelle. Lo hicimos con una pésima disciplina de fuego, porque nuestros soldados eran novatos y gastaron mucha munición. De los buques nos tiraban con artillería pero no acertaban, los Gazelle eran los que debían dirigir el tiro. Y así estuvimos hasta que a los 30 o 40 minutos llega la Fuerza Aérea, y ahí los ingleses se olvidan de nosotros”.

Esteban escuchaba a sus soldados correntinos y sus sapucai, cuando volteaban cada helicóptero. Pero él tenía la convicción de que el desembarco era el principio del fin y que esos daños que habían infligido no cambiarían el curso de los acontecimientos.

Cuando vieron que ya nada más había para hacer, se replegaron. Ningún miembro del Equipo Güemes murió allí. En tres días de marcha llegaron a la estancia Douglas Paddock, donde los recogerían en helicópteros para regresar a Puerto Argentino.


Fanning Head

En la inhóspita Fanning Head, o Altura234, habían estado hasta entonces, aislados de San Carlos, el subteniente Reyes -había reemplazado en la rotación al subteniente Vázquez-, con otros 3 suboficiales y tropa. 21 hombres en total. Tenían una radio a pilas que no funcionó. Dos morteros y dos cañones 105 milímetros.

Sólo en el Canberra, el transatlántico convertido en transporte de tropas (el ministerio de defensa británico contrató o requisó 68 barcos civiles, que sumó a sus 33 naves de primera línea), iban unos 2.500 soldados ingleses y unidades de élite, de la Brigada Comando 3: el Tercer Batallón de Paracaidistas, más los Comandos 45 y 42 de la Marina Real.

Eran paracaidistas e infantes de Marina que se habían detestado durante años, recordó el cabo Vincent Bramley en Viaje al Infierno, su testimonio sobre la guerra de Malvinas.

“La actitud generalizada de las tropas era: 'apoyamos las acciones. Adoramos a Maggie (la primera ministra Margaret Thatcher) por darnos la oportunidad de matara esos sudacas”, relató Bramley, que embarcó en el Canberra, y llegó a San Carlos previo paso por la isla Ascensión, la isla-base que usaron los británicos a mitad de camino en el Atlántico, a 5.600 kilometros de Malvinas.

“El 17 de mayo oí el nombre de San Carlos por primera vez -relató el cabo Bramley-. Se trataba de una pequeña comunidad agrícola sobre la costa occidental de East Falkland. Se estaba a punto de hacer historia, y esa diminuta comunidad ni siquiera sospechaba que habría una invasión, lo mismo que las 45 tropas argentinas (sic) acantonadas en el lugar... Pasaríamos a la cubierta del Intrepid, un buque de asalto. Los lanchones nos llevarían hasta una playa llamada Sandy Bay... Cinco kilómetros tierra adentro nos esperaba el contraataque, si es que se llevaba a cabo. Seguramente nos recibirían con un ataque aéreo”. Lo primero no sucedió, más allá de la resistencia de Esteban y los suyos. Lo segundo, sí.

Bramley vio desde su lancha el fuego contra Fanning Head. Poco se podía hacer con los medios que contaban Reyes y sus tropas. La primera oleada del desembarco arrancó a las 4.40, y Reyes ordenó disparar, hasta que agotaron la munición de morteros. Ya identificada su posición, iniciaron el repliegue.

Fue una marcha penosa por días, siguiendo la línea de la costa. El frío y el hambre hicieron estragos. Hubo enfermos de gangrena. Dejaron atrás a los que estaban peor, para que se entregaran. En esa sección -“Gato”- hubo amputados (dos miembros inferiores, en un caso). Pero todos sobrevivieron. El 11 de junio serían tomados prisioneros.


El callejón de las bombas

Guerra de Malvinas
La HMS Antelope explota en la noche y se parte en el medio


Poco después de que Esteban avisara por radio del desembarco inglés, desde Puerto Argentino (donde sólo podían operar aviones de pequeño porte) el teniente de navío Owen Crippa salió solitario en misión de reconocimiento hacia San Carlos. No se conformó con confirmar la presencia al menos de 12 buques de la flota británica y el desembarco. Con su Aermacchi 339, un avión de ataque ligero, en una maniobra heroica, atacó a la HMS Argonaut causándole daños, desde 150 metros, pasándole apenas por encima para escapar entre buques enemigos y a ras del agua.

El solitario ataque de Crippa fue preludio de una oleada de misiones lanzadas desde el continente, la “Batalla de San Carlos”, por parte de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval. Desde Pradera del Ganso salieron los Pucará. Dos fueron derribados.

Las misiones fueron masivas, y del 21 al 27 de mayo, al menos 11 buques británicos hundidos o fuera de combate, a un alto precio de 20 aeronaves destruidas, 9 Dagger y 11 Skyhawk, y once pilotos fallecidos. Se llamó al estrecho de San Carlos, el callejón de las bombas.

“Los meteorólogos argentinos dijeron que se abrirían las nubes a la media mañana, lo que se cumplió y permitió el ataque de la aviación argentina”, recordó el comodoro Pablo Marcos Carballo en un escrito que envió a Clarín para este reportaje. Carballo es el autor del clásico “Halcones de Malvinas”, una obra de referencia que recoge los impactantes testimonios de los aviadores en ese conflicto.

Guerra de Malvinas
Aquella tarde del 21 de mayo, seis aviones A-4Q de la Aviación Naval, atacarona la fragata Ardent y le lanzaron 23 bombas de 500 libras, bajo intenso fuego antiaéreo de buques próximos. Los tres primeros luego del ataque, fueron perseguidos y dos derribados por los Sea Harrier. El almirante (R) Benito Rotolo recordó a Clarín: “Con la segunda sección, que yo integraba junto a los tenientes de navío Lecour y Sylvester, pasamos minutos después, y a pesar del fuego enemigo completamos el ataque..., por los impactos recibidos de ambas secciones, la Ardent tuvo un incendio descontrolado y se hundió al anochecer”.

Los expertos señalan que el mando británico eligió San Carlos para la Operación Sutton, como se llamó en nombre clave, porque el estrecho les daba cobertura del temido Exocet. Pero a la vez, dentro del estrecho los barcos eran más vulnerables.

“A nosotros, los aviones de caza, nos permitía protegernos del radar y de la artillería con las colinas alrededor de San Carlos y llegar a los buques, al centro de la acción”, señala a Clarín el comodoro Carlos Alfredo Rinke, compañero de Carballo jefe de escuadrilla de los A4-B, del Grupo 5 de Caza.

El 23 de mayo, Carballo, Rinke, el teniente Luciano Guadagnini y el alférez Hugo Gómez, atacaron la HSM Antelope. Guadagnini, alcanzado por el fuego, se estrelló contra el mástil de la fragata pero su bomba impactó en el casco, al igual que la lanzada por Gómez. En la noche, mientras trataban de desactivarla, explotó. LaAntelope se hundiría al día siguiente.

Rinke recuerda en especial el 25 de mayo, por la fecha patria, y por haber hundido el destructor HSM Coventry (mellizo del Sheffield) y averiado la HSM Broadsword. La previa había sido amarga: desde el Coventry esa mañana un misil largo alcance (65 km) Sea Dart había destruido el avión del capitán Hugo del Valle Palaver.

Ambos buques se habían retirado a mar abierto para tener mejor piquete de radar. “A la tarde salimos a atacar, Carballo y yo la Broadsword, en simultáneo (el primer teniente Mariano) Velasco y (el alférez Jorge) Barrionuevo al Coventry. Fuimos y volvimos los cuatro, y el resultado fue muy contundente. Fue una revancha por lo de Palaver, la Coventry se hundió en 20 minutos.

“¿Cómo era la situación de ataque?

Teníamos bombas convencionales. Nos habían informado que los buques eran inexpugnables. Lanzaban granadas de 4,5 pulgadas que explotaban delante del avión... Son tres minutos que nosotros salimos de tierra, y encaramos las dos fragatas que ya se veían en el horizonte. Son dos o tres minutos de ansiedad, sabíamos que iba a ser áspero de pasar, como una puerta que está cerrada.

“Los aviones van a máxima potencia, se tornan muy ariscos por la turbulencia, cerca del agua y la solas... La fragata se desplazaba lateralmente a treinta nudos (60 km por hora), a toda velocidad, nos obligó a corregir bastante para hacer la puntería, requiere concentración, pericia y buena suerte. Y nos tiraban con todo.

“El avión tiene una mira, no teníamos computadora, nada, era todo analógico. La puntería había que hacerla”, rememora Rinke, que se retiró como comodoro en 2005 y hoy vive en Córdoba.

El mismo 25 de mayo, Esteban y sus hombres llegaron a Douglas Paddock y formaron solemnemente para celebrar el aniversario de la Revolución de Mayo.

Serían evacuados en helicópteros a Puerto Argentino y devueltos a Pradera del Ganso ya en medio de la ofensiva británica, para su último combate en ese lugar, que terminaría en rendición. Allí sí, murieron 12 hombres de la compañía C.

“Ellos (la conducción) se habían obsesionado con que iba a haber un desembarco frontal en Puerto Argentino”, señala Esteban, que se retiró en 2007 como coronel y, una de las injusticias de esos años en las fuerzas, no ascendió a general. Esteban es doctor en Ciencia Política y director académico de la Escuela de Negocios de la UADE.


“Desembarcaron... ¿Son muchos?

El 21 de mayo fue una bisagra en el conflicto.

“Los argentinos sabían que estaban perdidos en el momento en que se consolidó la cabeza de playa... Ya para entonces la batalla aeronaval, que es lo esencial en una isla, estaba resuelta”, analizó años después el general Mario Benjamín Menéndez, gobernador militar de las islas hasta la rendición el 14 de junio.

Menéndez sostenía también que no contaba con movilidad y cobertura aérea para una defensa de las islas, y que en Malvinas el terreno no permitía mover vehículos,“y a pie se morían” los soldados.

-¿Desembarcaron, son muchos?-, le había preguntado el general Leopoldo Galtieri a Menéndez, aquel 21 de mayo.

-No se preocupe mi general, estaba dentro de las previsiones. Han bajado en un lugar no defendido. Y bueno,estamos haciendo lo que podemos”, replicó el gobernador.

Ese 21 al anochecer, los británicos ya habían desembarcado 3.000 soldados y mil toneladas de suministros. Cinco días después, estaban más que consolidados.

El 26 a la madrugada, a Menéndez lo llamó el general Osvaldo Jorge García desde Comodoro Rivadavia reclamándole un “ataque sorpresa” sobre San Carlos, relataron en el clásico “Malvinas, la trama secreta”, Oscar Cardoso, Ricardo Kirschbaum y Eduardo Van der Kooy. Menéndez, quien ya había dirigido mensajes al continente con la angustiante situación que se vivía en las islas, estaba atónito. Todo quedaría en la nada, igual que otros planes.

Las fuerzas argentinas se rindieron el 14 de junio.

                                                                                                               

Una batalla de 7 días

* 21 de mayo: En la noche se inicia la Operación Sutton, el desembarco anfibio británico en San Carlos. La única resistencia en tierra es de los 63 hombres que dirigía el teniente Esteban. Voltean 4 helicópteros antes de replegarse. La Fuerza Aérea lanza cuatro oleadas de aviones y otras dos la Aviación Naval, contra la flota en el estrecho, el "callejón de las bombas". Hunden la Ardent. y dejan fuera de combate a la Argonaut y el Brilliant.

* 23 de mayo: Ataque a la fragata Antelope. Una bomba la impacta y explota al intentar ser desactivada.La  fragata se hunde el día después.

* 24 de mayo: dañados los buques logísticos Sir Lancelot y Sir Galahad.

* 25 de mayo: los A4-B hunden el Coventry y dañan seriamente la fragata Broadsword. Un Exocet lanzado de un Super Etendard impacta en el portacontenedores Atlantico Conveyor, que se hunde después.

* 27 de mayo: hay ataques a tropas británicas en tierra, pero ya consolidaron el desembarco. La batalla tuvo alto precio para los argentinos también, 11 pilotos fallecidos, 20 aviones destruidos.