lunes, 1 de junio de 2015

Cándido López, el pintor de la Guerra del Paraguay

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pag. 16  

Guerra de la Triple Alianza







Cándido López, el pintor de la Guerra del Paraguay









Cándido López, nacido en Buenos Aires el 29 de agosto de 1840 y fallecido en Baradero el 31 de diciembre de 1902, a quien algunos llaman "el manco de Curupaytí", es considerado con justicia como el pintor de la Guerra del Paraguay.

Estudió pintura con varios artistas de su época. En 1862 pintó un gran retrato de Bartolomé Mitre y también realizó pinturas con temática religiosa. Tres años después se fue a vivir a San Nicolás de los Arroyos, donde se dedicó a la fotografía y daguerrotipo, recorriendo varios pueblos de la provincia realizando retratos empleando esa técnica.

Al declararse la Guerra del Paraguay se enroló en el Batallón de Guardias Nacionales con el grado de teniente primero, pasando luego a estar a las órdenes del general Wenceslao Paunero.

El 2 de junio se embarcó con su batallón hacia el Paraguay, donde participó en varias batallas. En la de Curupaytí -22 de setiembre de 1866- una granada le despedazó la mano derecha. Evacuado a Corrientes, y para parar una gangrena, se le realizó una amputación hasta el antebrazo. Ingresó al Cuerpo de Inválidos y en febrero del año siguiente fue enviado a Buenos Aires, donde se sometió a una nueva amputación por arriba del codo, teniendo el grado de Teniente primero del Cuerpo de Inválidos.

Guerra de la Triple Alianza
No se desanimó por su desgracia y se obligó a educar su mano izquierda para seguir pintando y la primera obra que realizó con ella "Rancho en que vivía el Dr. Lucio del Castillo en el campamento del Tuyutí", se la regala a su médico.

Posteriormente se desempeñó como puestero en varios establecimientos agropecuarios de la provincia.

Durante todos esos años, López no había dejado de pintar y con los croquis, bocetos y notas que había tomado, pintó sus obras, quedando reflejada en las mismas lo que había visto y vivido en aquella guerra, que lo marcó durante toda su vida. Esas pinturas recrean los momentos vividos con total intensidad.

Por consejo del Dr. Norberto Quirno Costa, quien había visto veintinueve de sus obras, lo instó a realizar una exposición, y con ese fin se trasladó al pueblo de Morón -cercano a Buenos Aires- y desde allí realizó las gestiones para lograrlo.

Así, el 18 de marzo de 1865 en los salones del Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, se inauguró la exposición de aquellas veintinueve obras. La Comisión encargada de evaluarlas, dictaminó que si bien las pinturas no eran una sobresaliente obra de arte, tenían buenas condiciones artísticas y poseían un incuestionable valor histórico. Si bien la exposición es elogiada por la prensa, no tuvo mayor repercusión pública.

Años después, inició gestiones para que el gobierno del general Roca adquiriera sus obras y para certificar el rigorismo histórico que las mismas trasuntaban, le pidió opinión al general Mitre, quien le contestó que "sus cuadros son verdaderos documentos históricos por su fidelidad gráfica y contribuirán a conservar el glorioso recuerdo de los hechos que representan".

En el año 1887 el Congreso Nacional autorizó al gobierno para la compra de los veintinueve cuadros que se habían expuesto en aquella exposición y once años después se adquirieron otros dos más.

En 1892 se instaló en Buenos Aires y en dependencias del Cuerpo de Inválidos del Ejército -siendo integrante de su Plana Mayor-, puso  su taller.

En total pintó 58 cuadros sobre la guerra del Paraguay, que son muy precisos y por lo general reflejan lo que pasó en días determinados.

Sus obras, pintadas minuciosamente son apaisadas, de amplias visiones panorámicas -como vistos desde arriba-, abarcando enormes escenarios donde se desarrollaron los hechos históricos y que por lo general contienen muchas escenas de  batallas, desembarcos, campamentos, movimiento de tropas -de todos los países involucrados en el conflicto-, paisajes autóctonos, etc., siendo una pintura muy particular, en la que muchas veces las proporciones no son guardadas. Él creó un tipo de pintura muy original que no tuvo antecesores ni sucesores, y que cuando las contempla no existen dudas de que fueron pintadas por él. 

Sus obras forman parte de las colecciones de los museos Histórico Nacional,  Nacional de Bellas Artes y Colonial e Histórico de Luján.

Alberdi y la Guerra del Paraguay

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pag. 16 

 Alberdi y la guerra


Guerra de la Triple Alianza
Soldado de Infantería de Línea (A)

Alberdi, quien estando en Europa y considerándose un desterrado, fue uno de los más importantes personajes que se opuso y condenó la intervención de nuestro país en la guerra contra el Paraguay, poniendo también en evidencia la política expansionista del Brasil: "La triple alianza actual es la liga de tres enemigos. El Brasil instaló dentro del territorio argentino, por tiempo indefinido, cuarenta mil soldados y cuarenta vapores de guerra, destinados a destruir una república que es el contrafuerte histórico y geográfico de las demás contra los avances territoriales del Brasil".

Destacó que la finalidad de la guerra era la destrucción del Paraguay como estado independiente: "Se le toma la mitad de su escaso territorio, se le desarma totalmente, se le impone un gobierno, y se le agobia bajo el peso de una deuda de cien millones"

Ello le valió que tanto el gobierno de Mitre -iniciador de la guerra-, como el de Sarmiento -quien lo sucedió en la presidencia de la Nación en 1868-, a quienes él acusó de "hacer guerras de despoblamiento y empobrecimiento" y que "Han hecho desaparecer cincuenta mil argentinos" y "han devastado el Paraguay", lo llamaran traidor. La prensa de Buenos Aires, lo acusa de estar pagado por el gobierno paraguayo y de conspirar para derrocar al gobierno de Mitre.

A la imputación de traidor, el contesta: "Se necesita haber mamado del despotismo para calificar de traición el acto de disentir o pensar a la inversa del Gobierno. En Francia puede un orador decir a su Gobierno que no tiene razón en su política de Méjico; en Inglaterra puede el de la Reina ser atacado en el Parlamento o por la prensa, en favor del extranjero, sin que a los republicanos de la escuela del general Mitre les pase por la mente que esto puede constituir la libertad, el honor, la dignidad de esos grandes países civilizados. Si al menos hubiera tomado yo una escarapela, una espada, una bandera de otro país, para hacer oposición al Gobierno mío, como en Monte Caseros lo hizo otro argentino (Mitre) contra Buenos Aires, con la escarapela oriental, como oficial oriental, bajo la bandera oriental y alineado con los soldados del Brasil. Dirá él naturalmente que eso fue contra Rosas, no contra Buenos Aires. De este punto puede ser juez su propio colega en el poder (el vicepresidente Marcos Paz), que formó en el campo contrario, en la batalla de Caseros. El podrá decirlo si defendió a Rosas o a Buenos Aires en esa jornada. No intento afear lo que hizo el general Mitre en ese día. Le recuerdo solamente que él que ha peleado con escarapela extranjera contra el Gobierno de su país, no es llamado a condenar al que no usó jamás otros colores que los de su patria, para atacar a su Gobierno por un medio y en un terreno que autorizan las leyes fundamentales y los usos de todos los países libres."

(A) Soldado argentino de Infantería de Línea, años 1865 / 1870. Dibujo de Eleodoro Marenco

Rosas y la guerra del Paraguay

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pags. 14 y 15 

 Rosas y la guerra del Paraguay

 

Guerra de la Triple Alianza
Cándido López. Pasaje del Ayuí por el Paso de Ayala. 15 de agosto de 1865

 

Como ya lo hemos señalado en un número anterior de este periódico (ER 34/10), Juan Manuel de Rosas se había negado a reconocer la independencia del Paraguay, declarada en el año 1842, porque consideraba que ese territorio era en realidad una provincia argentina y por lo tanto era hermana de las que conformaban la Confederación Argentina.

Así y siendo coherente con ese pensamiento, su gobierno, nunca adoptó medidas que pudieran considerarse de agresión contra el Paraguay, sino todo lo contrario. 

Cuando el gobierno de aquél país envió a Buenos Aires a sus representantes para traer la noticia de aquella declaración y para iniciar gestiones a fin de que la misma fuera reconocida por nuestras autoridades, llegados a la ciudad, fueron recibidos con toda cordialidad y afecto por el gobierno nacional, si bien no lograron dicho cometido de obtener tal reconocimiento. 

Rosas como en los otros casos de territorios que se habían separado de lo que había sido el tronco común del antiguo virreinato del Río de la Plata (como por ejemplo Tarija y el Uruguay), nunca intentó recuperarlos por la fuerza, sino por el contrario consideró que el camino adecuado era tratar de lograr esa reincorporación al cuerpo común por el consenso y la aprobación de la población.

Esa actitud de Rosas lamentablemente muchas veces no fue correspondida de igual forma por el gobierno paraguayo, ya que estos consideraban al Imperio del Brasil como un aliado en sus reclamos independentistas, cuando el Imperio más que defender los intereses de su "aliado", defendía los suyos propios, como quedó demostrado años después.

Rosas sabía bien quién era el enemigo de la Argentina y ese país no era precisamente el Paraguay.

Desde su exilio en Southampton y conocida la guerra que se había desatado entre los cuatro países de la cuenca del Plata, Rosas se solidarizó con el Paraguay.

El diario La Nación Argentina, que dirigía Mitre, el 12 de abril de 1865, publicaba una nota titulada Un aliado formidable, en la que mostraba su asombro de que Rosas se hubiera declarado simpatizante del Paraguay y hacía una comparación del exiliado con el presidente de la nación guaraní.

Juan Bautista Alberdi en carta a Máximo Terrero, manifestaba con respecto a lo que había aparecido en el diario La Nación Argentina: "Que el general Rosas se felicite de los ataques que le dirige la Nación Argentina… por sus nobles simpatías al Paraguay". 

Una carta remitida desde Southampton  que fue remitida al diario y que se atribuye a Rosas, decía: "no falsee la historia del gobierno de Rosas respecto del Paraguay, …haciendo el cotejo de Rosas y el presidente del Paraguay" y en ella negaba que Rosas hubiera sido enemigo del doctor Francia y de Carlos Antonio López -padre de Francisco Solano López". Con respecto al dictador Francia dice que "si no se hubiera muerto…, yo hubiera conseguido hablar con él; algo habíamos de haber acordado de la mayor importancia", y con respecto a la personalidad del presidente paraguayo, dice  "De S. E. el actual Sr. Presidente jamás he sido desafecto. Lo he mirado y lo miro, y considero con bien distinguida estimación. Quizás llegue o acaso no esté lejos, el día en que el Gobierno Paraguayo y los Paraguayos todos, se hagan cargo de mi defensa, y el tiempo en que yo les sea útil en aquella, en esas o en estas Naciones". 

La simpatía de Rosas, con respecto al presidente paraguayo se pusieron de manifiesto con la cláusula adicional agregada en su testamento, según así se lo manifestó a su amigo José María Roxas y Patrón mediante carta del 17 de febrero de 1869, en momentos en que el ejército paraguayo ya se encontraba en retirada: "Por mi parte he registrado en mi testamento la siguiente cláusula, entre otras adicionales". 

"Su Excelencia el Generalísimo, Capitán General Dn. José de San Martín, me honró con la siguiente Manda. «La espada que me acompañó en toda la guerra de la Independencia, será entregada al Gral. Rosas, por la firmeza y sabiduría, con que ha sostenido los derechos de mi patria»"

"Y yo Juan M. Ortiz de Rosas, a su ejemplo, dispongo que mi albacea entregue a Su Excelencia, el Señor Gran Mariscal, Presidente de la República Paraguaya y Generalísimo de sus Ejércitos, la espada diplomática y militar, que me acompañó durante me fue posible sostener esos derechos; por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido, y sigue sosteniendo los derechos de su Patria, el equilibrio, entre las Repúblicas del Plata, el Paraguay y el Brasil". 

Con la muerte del presidente López y la derrota en la guerra de la nación guaraní, ese país quedó en pésimas condiciones, prácticamente fue tierra arrasada.

El nuevo gobierno, debió enfrentar innumerables deudas como cargas de guerra, como eran las indemnización que el país debía pagar a los que la vencieron en la guerra, como así también debía tratar de levantar nuevamente al país.

Conocida por Rosas la necesidad de obtener créditos por parte del Paraguay y conociendo a personas con llegada a los banqueros, interpuso su influencia para que los préstamos fueren otorgados, lográndolo (tal como lo había dicho en aquella carta dirigida al diario La Nación Argentina) y mereciendo una carta de agradecimiento del presidente paraguayo Cirilo A. Rivarola, que está fechada en Asunción del Paraguay el 17 de mayo de 1871 y dice así: 

"Excelentísimo Señor: por el Señor Don C. H. Ohlsen comisionado de su yerno Don Máximo Terrero de Londres para el Empréstito Paraguayo, he sabido las buenas recomendaciones que Su Excelencia se sirvió dar a varios Banqueros de esa, de la República del Paraguay, agradeciendo a Su Excelencia infinito como Presidente que soy de esta República, el interés que ha mostrado a favor de este pobre país que quedó aniquilado por una guerra sin ejemplo. Sé por el referido amigo el Señor Ohlsen la situación de Su Excelencia y por lo tanto después de manifestarle mi gratitud, deseo vivamente se sirva contarme entre el número de sus amigos, los mas predilectos, como será siempre para Su Excelencia este su muy Afectísimo y sincero amigo Su Servidor".

El nuevo presidente Salvador Jovellanos -quien sucedió a Rivarola, después de su renuncia- también en agradecimiento a los buenos oficios de Rosas le ofreció hospitalidad para que se estableciera en el Paraguay y pudiera morir en el suelo americano. Dicha carta del 9 de marzo de 1872, dice:

"Excelentísimo Señor de todo mi aprecio: por la presente tengo el gusto de manifestarle la simpatías que hacia Vuestra Excelencia tiene el Gobierno Paraguayo por su benevolencia con que se ha dignado recomendar nuestro país al Extranjero. En nombre de todos mis conciudadanos ofrezco a Vuestra Excelencia hospitalidad entre nosotros a donde después de honrarnos con su aceptación, hallaría corazones que sabrían mitigar los sinsabores de esta triste vida".

"El Señor Rivarola renunció, cuyos acaecimientos el Señor Ohlsen, dador de la presente, mejor que nadie podrá relatar. Soy Excelentísimo Señor de Vuestra Excelencia afectísimo Su Servidor Que Besa Su Mano".

El historiador Mario César Gras comenta sobre estos hechos: "A muchos quizá sorprenda esta actitud de los paraguayos hacia un hombre que, obstinadamente, se resistió a reconocerles su independencia política, pero, la dura prueba sufrida, después, por el noble pueblo hermano, les habrá hecho pensar que era infinitamente mejor aquello, que someterlos a una guerra de devastación y de exterminio, como la que acababa de aplastarlos".

Sigue diciendo Gras: "Por singular coincidencia, el Paraguay que sirvió de asilo a José Gervasio Artigas, el Protector de los Pueblos Libres y fundador de la nacionalidad Oriental, se ofrecía ahora, a recibir en su seno a Juan Manuel de Rosas, el Gran Americano y esforzado defensor de la soberanía continental, como si estuviera en su destino de pueblo altruista y criollo por antonomasia, recibir el último suspiro de los dos grandes calumniados de nuestra historia".


Bibliografía

"Crónica Histórica Argentina", Tomo 4, Editorial Codex S.A., Buenos Aires, 1968.

Gras, Mario César. "Rosas y Urquiza, sus relaciones después de Caseros", Buenos Aires, 1948.

El Mosquito

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pag. 13 

Guerra de la Triple Alianza

               El Mosquito, -por lo molesto y zumbón y de picadura ácida (como el del insecto que le dio el nombre)-, se definía como "Periódico semanal, satírico y burlesco de caricaturas", su primer número salió el 24 de mayo de 1863 y el último, el 16 de julio de 1893, habiéndose publicado en total 1580 números, casi en forma ininterrumpida, ya que durante la epidemia de fiebre amarilla, no apareció por dos meses.

            En abril de 1868, y por unos pocos meses se convirtió en diario, aunque los domingos se publicaban las caricaturas. Tenía cuatro páginas, siendo las dos centrales destinadas a la parte gráfica, donde se destacaban las caricaturas de personajes principalmente políticos de ese momento y referidos a los hechos políticos y culturales de la época. En la tapa y contratapa estaban los textos satíricos y una sección "Los picotones" con comentarios ácidos y bien informados sobre la política nacional y los hechos contemporáneos. Posteriormente en su tapa aparecieron retratos de personajes destacados de la época o bien caricaturas que ocupaban toda la página.

            Tuvo grandes caricaturistas como Meyer, Adam, Julio Monniot, Ulises Advinent, Enrique Stein, Faria, Demócrito (Eduardo Sojo), Carlos Clérici.

           El público lo compraba para ver los dibujos caricaturescos y satíricos que se convertían en atractivo principal de esa publicación.

            El periódico que fue el principal de los del tipo satíricos de su época, tenía una tendencia liberal y republicana.

Guerra de la triple Alianza
Caricatura dibujada por Meyer, aparecida en el "Mosquito". Los personajes,  son el propio Mosquito, al centro; Francisco Solano López, solo a la derecha; Bartolomé Mitre, Pedro II y Venancio Flores, a la izquierda. El texto dice: "¿No están prontos todavía? Hace bastante tiempo que peleo solo contra el gigante. Si no vienen pronto a ayudarme, los atravieso a los tres con la otra punta de mi lápiz. Por ser un niño que entra hoy recién en su tercer año no crean que tengo miedo".

El destino de los prisioneros paraguiayos

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pag. 12  

El destino de los prisioneros paraguayos

 

Guerra de la triple Alianza
Dibujos de Ángelo Agostini. Uniformes de la caballería y la infantería del ejército paraguayo, año 1868

Los soldados paraguayos que caían prisioneros en manos de los argentinos y uruguayos, eran incorporados a la fuerza en sus ejércitos y obligados a luchar contra sus compatriotas, bajo una bandera que les es ajena, mientras que los brasileros se los repartían como esclavos para servir en las plantaciones.

También los correntinos y orientales que luchaban en el ejército paraguayo, al ser tomados prisioneros eran fusilados por "traidores", el mismo fin corrieron los paraguayos que se escapaban y eran vueltos a ser tomados prisioneros.

Según el coronel uruguayo León de Palleja, en su "Diario de Campaña de las fuerzas aliadas contra el Paraguay" el general oriental Flores informó: "Los batallones orientales han sufrido una gran baja, y estoy resuelto a reemplazarla con los prisioneros paraguayos, dándole una parte al general Paunero para aumentar sus batallones que están pequeños algunos, mientras que los brasileros se los reparten como esclavos".

Muchos jefes aliados no estaban de acuerdo en la incorporación de los prisioneros a sus fuerzas, así el mismo Palleja, escribió en su Diario: "…hasta repugna dar armas a estos pobres hombres para que peleen  contra su pabellón nacional y claven la bayoneta en el pecho de sus propios hermanos".

Lo mismo opinaba el general argentino Garmendia, en "Recuerdos de la guerra del Paraguay": "Hay algo de bárbara y deprimente en este acto inaudito de obligar a uno a que haga fuego contra su bandera; es un hecho sin ejemplo".

En una carta que Mitre le escribió al vicepresidente Marcos Paz el 4 de octubre de 1865, le comentaba, con cierto dejo de asombro: "Nuestro lote de prisioneros en Uruguayana fue de poco más de 1.400 -escribe Mitre a Marcos Paz-. Extrañará usted el número, que debiera ser más; pero por parte de la caballería brasileña hubo tal robo de prisioneros que por lo menos arrebataron 800 o 1.000 de ellos; los robaron para esclavos, hasta hoy mismo andan robando y comprando prisioneros. El comandante Guimaraes, jefe de una brigada brasileña, me decía el otro día que en las calles de Uruguayana tenía que andar diciendo que no era paraguayo para que no lo robaran" (4 de octubre de 1865 en "El mariscal Solano López" de J. E. O'Leary).  

López desde Humaitá remitió una carta a Mitre el 20 de noviembre en el cual cuestionó el trato que se daba a los prisioneros paraguayos:

"Es de uso general y práctica entre las naciones civilizadas atenuar los males de la guerra por leyes propias, despojándola de los actos de crueldad y barbarie que, deshonrando la humanidad, estigmatizan con una mancha indeleble a los jefes que los ordenan, protejan o toleren, y yo lo había esperado de V. E. y sus aliados..."

"La estricta disciplina de los ejércitos paraguayos en territorio argentino y en las poblaciones brasileras así lo comprueban... V. E., entre tanto, iniciaba la guerra con excesos y atrocidades... La bárbara crueldad con que han sido pasados a cuchillo los heridos del combate de Yatay... y acciones todavía más ilegales y atroces que se cometen con los paraguayos que han tenido la fatal suerte de caer prisioneros del ejército aliado en Yatay y Uruguayana. V. E. los ha obligado a empuñar las armas contra la patria aumentando con sus personas el efectivo de su ejército, haciéndolos traidores, y aquellos que han querido resistir a destruir su patria con sus brazos han sido inmediata y cruelmente inmolados. Los que no han participado de tan inicua suerte, han servido para fines no menos inhumanos y repugnantes, pues que en su mayor parte han sido llevados y reducidos a la esclavitud en Brasil. Y los que se prestaban menos, por el color blanco de su cutis, para ser vendidos, han sido enviados de regalo, como entes curiosos sujetos a la servidumbre. Este desprecio, no ya de las leyes de la guerra sino de la humanidad, esta coacción tan bárbara como infame que coloca a los prisioneros de guerra entre la muerte y la traición, o entre la muerte y la esclavitud, es el primer ejemplo que conozco en la historia de las guerras, y es a V. E., al emperador del Brasil y al actual mandatario de la República Oriental a quienes cabe el baldón de producir y ejecutar tanto horror".

El mundo en la década del 60 del siglo XIX

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pag. 2 

El mundo en la década del 60 del siglo XIX

 

            Los distintos estados en los que se encontraba dividida la península itálica, lograron su unificación en 1861, con la coronación como rey de Italia de Víctor Manuel II, artífice de la unificación.

            Desde el 12 de abril del año 1861 hasta el 9 de abril  1865, tuvo lugar en los Estados Unidos de América, una guerra civil, llamada Guerra de Secesión, entre los estados del norte, llamados de la Unión o unionistas contra los recién formados Estados Confederados de América integrado por once estados del sur que se separaron y proclamaron su independencia; la contienda acabó con la victoria de los primeros, conformándose así nuevamente una sola nación. Esa unificación y el potencial económico y militar de este país lo proyectó como una nueva potencia.

            En 1862 Otto von Bismarck fue designado por Guillermo, rey de Prusia, como primer ministro y como tal desarrolló una política que fue llevando a los estados alemanes hacia la unificación que se concretó en 1871 con la instauración del Segundo Imperio Alemán, siendo proclamado Emperador el Rey de Prusia como  Guillermo I y Bismarck fue designado Canciller.

            Entre 1863 y 1867 se estableció en Méjico con la intervención de fuerzas francesas el Segundo Imperio. Al frente del mismo se designó -a propuesta de Napoleón III- al hermano de Emperador de Austria-Hungría, el Archiduque Maximiliano de Austria y Habsburgo, quien tomó el nombre de Maximiliano I. Si bien en las primeras acciones de guerra se impusieron los franceses, posteriormente la situación en Europa y ante la posibilidad de una guerra entre Prusia y Francia, produjo la retirada del ejército francés y el apresamiento posterior del emperador, quien fue fusilado en Santiago de Querétaro.

En oriente, en el Japón,  a partir de 1868 y durante el período Meiji, comenzó un período de transformación que llevará algunas décadas después a convertir al Japón en un país moderno y en una potencia de primer orden.

            En 1869 tuvo lugar la inauguración del canal de Suez, una de las más ambiciosas obras de ingeniería en la segunda mitad del siglo XIX, promovido por el francés Ferdinand de Lesseps y cuyas obras se habían iniciado diez años antes. 

           En general fue una época en la que primó el libre cambio; de prosperidad y desarrollo de la economía y de progreso en la ciencia, la tecnología utilizada en la industria y el agro, la comunicaciones, el transporte, etc.

Guerra de la Triple Alianza

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pags. 1 a 11 

 

150 ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA
por Norberto Jorge Chiviló



Guerra de la Triple Alianza
Juan Manuel de Rosas. Dibujo de Ch. Decaux

    En el Editorial del día 13 de abril ppdo. del diario "La Nación" -fundado por Bartolomé Mitre el 4 de enero de 1870-, titulado "La guerra con Paraguay", en sus tres primeros párrafos se refería así, al inicio de la guerra con este país hermano:

"Hace ciento cincuenta años, el 13 de abril de 1865, la ciudad de Corrientes era atacada por buques de guerra y fuerzas terrestres del Paraguay. Luego de tomar dos naves argentinas, el Gualeguay y el 25 de Mayo, 20.000 hombres penetraban hacia el Sur. Como los varones salieron a campaña comandados por el gobernador Manuel Lagraña en un desesperado intento de contener al invasor, algunas de sus esposas fueron llevadas en cautiverio a territorio paraguayo y arrojadas a los pies del dictador Francisco Solano López. Soportaron con entereza todo tipo de vejaciones. También las sufrieron los ancianos y niños, hasta que meses más tarde las tropas se vieron obligadas a replegarse sobre su territorio".

"La Argentina, presidida por Bartolomé Mitre, se hallaba casi inerme para soportar el peso de un ataque que se basaba en la negativa del gobierno de permitir al presidente paraguayo que sus ejércitos pasaran por el territorio nacional para llevar la guerra a Brasil y Uruguay. Fue muy difícil revertir la situación, a pesar de que el país se alió con los Estados involucrados en la lucha".

"No es del caso rastrear, pues ya lo han hecho respetables historiadores de los cuatro países, los remotos orígenes de este enfrentamiento, que algunos remontan a la etapa colonial, pero sí decir que López, que desde hacía tiempo se preparaba para ser 'el árbitro del equilibrio en el Plata', desencadenó una tragedia que duró cinco años y cuyo resultado fue la destrucción del Paraguay y el agotamiento humano y material de los demás contendientes". 

Los conceptos que dimanan de ese Editorial, son coincidentes con lo que siempre dijeron los historiadores enrolados en la "historia oficial": Que quien desencadenó la guerra fue el presidente paraguayo Francisco Solano López, quien pretendía ser "el árbitro del equilibrio en el Plata", que la guerra se desencadenó por el artero ataque paraguayo a la ciudad de Corrientes por la negativa de Mitre de permitir el paso de tropas paraguayas por el territorio nacional y que la guerra la desencadenó el Paraguay sin haber sido declarada formalmente. Estas son, en síntesis, las causas para esta corriente histórica, de la tragedia que envolvió a los cuatro países involucrados en la contienda.

Todo este planteo tan simplista y que no se ajusta a la realidad histórica, fue rechazado desde aquella época por ilustres argentinos como Juan Bautista Alberdi, Carlos Guido y Spano, José Hernández, entre otros y estudiada en el siglo pasado por varios y prestigiosos historiadores.

Trataremos a través de este artículo de clarificar un poco las cosas para nuestros lectores.

Guerra de la triple Alianza
Cándido López. Campamento argentino frente a Uruguayana.
Setiembre 4 de 1865, Imperio del Brasil, Provincia de Río Grande.

El inicio de la guerra

Hace 150 años se iniciaba en sud América la llamada Guerra del Paraguay o Guerra de la Triple Alianza o Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay que involucró a cuatro países de la cuenca del Plata. Por un lado el Paraguay y por el otro los países aliados de Argentina, Brasil y Uruguay. 

Esa guerra que algunos vaticinaron con gran optimismo y con total desconocimiento de la realidad, que sería breve, tal como lo afirmó el presidente Mitre desde el balcón de su casa de la calle San Martín: "En veinticuatro horas en los cuarteles, en quince días en Corrientes y en tres meses en Asunción", por el contrario, duró cinco sangrientos años, fue cruenta y feroz, con grandes pérdidas de vidas humanas, principalmente por parte del Paraguay, ya que murió el setenta y cinco por ciento de su población masculina y también de la Argentina, con la muerte de miles de jóvenes soldados. Las batallas fueron muy sangrientas y algunas fueron verdaderas masacres, como la de Curupayty, donde los aliados tuvieron cerca de 10.000 bajas, contra solamente menos de 100 de los paraguayos.


Los países involucrado en la contienda en 1865.

En la República Argentina, era su presidente el general Bartolomé Mitre, quien había asumido la primera magistratura el 12 de octubre de 1862.

Fue el primer presidente de la Argentina unificada, como consecuencia de su "victoria" en la batalla de Pavón ocurrida el 17 de setiembre de 1861, al frente de las tropas porteñas del Estado de Buenos Aires, en su enfrentamiento con las tropas nacionales de la Confederación Argentina al mando de Justo José de Urquiza.

Como consecuencia de ese hecho de armas y con el "abandono" del frente de batalla del general Urquiza -quien en los hechos había resultado vencedor en la misma- se produjo el desmoronamiento del gobierno de la Confederación Argentina a cargo del presidente Santiago Derqui, quien se vio obligado a presentar su renuncia el 5 de noviembre y se alejó del país.

El vicepresidente Juan Esteban Pedernera, declaró caduco al gobierno nacional, lo cual significó el fin de la Confederación Argentina y le encargó su reorganización a Mitre, a su vez las legislaturas provinciales le otorgaron las facultades del poder ejecutivo nacional. Se consolidaba así el acceso de Mitre a la presidencia nacional.

En la República Oriental del Uruguay, después del asedio y la destrucción del baluarte blanco de Paysandú -diciembre de 1864 / 2 de enero de 1865- el general rebelde colorado Venancio Flores accedió a la magistratura de su país, con la ayuda del Imperio del Brasil y la complicidad del gobierno de Mitre. Flores fue un títere del Imperio, permeable y servil a los intereses del Brasil.

El Brasil era un imperio a cuyo frente se encontraba Pedro II desde el año 1831 -cuando contaba con cinco años de edad, ante la abdicación de su padre Pedro I, para regresar éste a Portugal a los fines de recuperar el trono.

Guerra de la Triple Alianza
Pedro II. Emperador de Brasil (c.1865)


En Paraguay, a la muerte del dictador paraguayo Carlos Antonio López, ocurrida el 10 de setiembre de 1862, el Congreso Nacional designó a su hijo, el general Francisco Solano López como nuevo presidente constitucional.

Pocos años antes, en 1859 Francisco Solano López había sido el nexo entre Urquiza y el general porteño Bartolomé Mitre a la hora de firmar el Pacto de San José de Flores, después de la batalla de Cepeda, logrando la reincorporación de Buenos Aires a la Confederación (1). El Paraguay contaba con un poderoso ejército.


Los antecedentes 

El inicio de esta guerra tuvo diversos antecedentes, muy anteriores a la invasión paraguaya a Corrientes, que llevaron a la confrontación armada.

Uno de los más importantes, tuvo que ver con la invasión al Uruguay del general oriental Venancio Flores -del partido colorado y que se encontraba asilado en ese momento en nuestro país-, para deponer al legítimo gobierno del presidente Bernardo P. Berro -del partido blanco-, con la abierta y desembozada ayuda del Imperio del Brasil y la complicidad del gobierno de Mitre. En el número anterior de este periódico, en el artículo de tapa escrito por el Dr. Masciotra, ya se encuentra tratado el tema, por lo cual no volveremos a repetir lo allí dicho.

Hubo una actitud solapada del gobierno de Mitre, en ayuda del general rebelde Flores, no obstante las declaraciones de neutralidad hechas por el gobierno argentino y que no se correspondían con la realidad de los hechos. Esta actitud del gobierno de Mitre, que nada tenía que ver con una neutralidad bien entendida, fue importantísima en el desarrollo de los hechos posteriores que llevaron a la confrontación con la nación guaraní.

Podemos señalar algunos de los hechos y actitudes por parte de las autoridades argentinas, reñidas con la declamada neutralidad hacia la guerra que se desarrollaba en el Uruguay:

1) La conferencia que Flores había tenido con Mitre el 15 de abril de 1863, un día antes de partir hacia el Uruguay, viaje que realizó en el buque de la armada de nuestro país el Caaguazú, siendo despedido además en el puerto de Buenos Aires por el Ministro de Guerra y Marina Juan Andrés Gelly y Obes.

2) La confección por parte de un comercio ubicado a pocos metros de la plaza del Retiro, de los uniformes para el ejército colorado de Flores.

3) El embarque de armas provenientes del Arsenal de Buenos Aires, destinadas a los sublevados.

4) El descubrimiento por parte de las autoridades uruguayas en el puerto de Fray Bentos, de un contrabando de guerra a bordo del buque Salto del gobierno de Buenos Aires.

5) El paso del río Uruguay a la altura de Monte Caseros de pertrechos y hombres con destino al ejército florista, sin ser molestados por las autoridades argentinas.

6) La pasividad de nuestro gobierno, frente a la campaña realizada por los colorados en nuestro país para el enganche de hombres destinados al ejército rebelde -incluso en Buenos Aires había un comité de amigos de Flores- y por el contrario impidiendo con la mayor severidad el enganche de fuerzas blancas en la provincia de San Luis.

7) La colaboración prestada por el comandante de la escuadra nacional, coronel de la marina, José Félix Murature, quien a bordo de distintos buques de la armada surtos en puertos sobre el río Uruguay, prestaba ayuda a las fuerzas floristas, suministrándoles elementos bélicos, a la par que daba indicaciones al almirante Tamandaré, sobre la mejor forma de emplazar la cañonera Paranahiba para hacer más efectivo el bombardeo a la ciudad de Paysandú, y sobre cuyos resultados le informará detalladamente a Mitre.

8) La utilización de la isla Martín García, para mandar armamento al general Flores, además de servir de base de operaciones en el río de la Plata.

9) El traslado por el vapor de guerra argentino Pampero a la localidad de Fray Bentos, de revolucionarios partidarios de Flores y de armas despachadas desde Buenos Aires, en especial fusiles del batallón 2 de línea destinados al ejército rebelde.

10) En noviembre de 1864, el gobierno uruguayo descubrió que una expedición de tres lanchones llevaban uniformes, armas y equipos de caballería para las fuerzas floristas, custodiados por 41 hombres armados.

11) Los liberales argentinos, incluidos el gobierno de Mitre, consideraban al gobierno blanco oriental del Presidente Berro como "enemigo fatal".

12) La pasividad -o complicidad- del gobierno argentino, frente a la navegación del río Uruguay por la flota imperial brasilera bajo el mando del almirante de Tamandaré, para atacar a las fuerzas blancas y especialmente la ciudad de Paysandú. 

13) La comunicación constante y la cordial relación que los jefes navales estacionados en los puertos argentinos en el río Uruguay, debían tenían tener con los comandantes de las naves brasileras, según así lo ordenó en Ministro Gelly y Obes.

14) La provisión de munición a las naves brasileras que atacaban Paysandú efectuada en el puerto de Buenos Aires trasladadas por la cañonera Ivahy.

15) La recepción en buques argentinos de heridos de las fuerzas coloradas.

16) La utilización de buques de la escuadra brasilera para el envío por parte de Murature de su correspondencia al gobierno de Buenos Aires.

17) Las entrevistas regulares que Murature tuvo con Flores y Tamandaré y la visita que hizo con este último al campo brasileño.

18) Después de la toma de Paysandú, las cañoneras Paranahyba y Recife, llevaron a 160 heridos brasileros para ser curados en un hospital de sangre en Buenos Aires.

Muchos historiadores quisieron exculpar a Mitre, diciendo que esos hechos fueron ignorados por él y realizados a sus espaldas, pero la correspondencia existente intercambiada entre el presidente y Murature, demuestra acabadamente que Mitre sí sabía de esa colaboración y por ende que todo se realizaba con su consentimiento.

Esa falta de neutralidad por parte de Mitre en el conflicto oriental, fue advertida por los gobiernos de toda América y tanto es así que en una carta que le envió el ministro chileno José Victorino Lastarria, le decía: "Sea neutral, pero séalo de veras y no como lo fue en la cuestión oriental…" (2)

Cabe señalar asimismo que esa abierta ruptura de la neutralidad argentina, significaba también actos inamistosos hacia el Paraguay.

Guerra de la Triple Alianza
Cándido López. Vista del interior de Curuzú, mirado de aguas arriba (de N a S) 
20 de febrero de 1866

La solicitud de ayuda del gobierno uruguayo al presidente López

Inmediatamente después de la invasión al territorio oriental -en abril de 1863- por parte del general rebelde Venancio Flores, con la ayuda del gobierno argentino de Mitre y un año después, ante la inminencia de la intervención brasilera, el gobierno uruguayo reclamó al nuestro por su injerencia en esa invasión y a su vez se dirigió al presidente paraguayo como posible aliado en el conflicto. Como tales hostilidades contra el gobierno legítimo del Uruguay atentaban contra el equilibrio existente entre los países del Plata, el gobierno paraguayo tomó intervención y solicitó explicaciones al de nuestro país por la ayuda prestada a ese general rebelde. Las explicaciones que se dieron, no satisfizo a los paraguayos en atención a los actos concretos que éstos señalaron, que iban a contramano de lo que es una neutralidad bien entendida.

El intercambio de notas diplomáticas entre los dos países se dio por terminada por el paraguayo, declarando que en lo sucesivo obrará como mejor "le aconsejen sus intereses".

El 10 de julio de 1864 llega a Buenos Aires José Antonio Saraiva, representante del gobierno brasilero para concertar una alianza con Argentina; en la reunión que mantiene con Mitre, sus ministros y en la cual también interviene el embajador británico Edward Thorton, pregunta “Si Brasil podrá contar con Argentina para salvaguardar su honor y presentar sus reclamaciones a Montevideo". Mitre, se levanta de su silla, y pronuncia sus célebres palabras: “La Argentina, garante con Brasil de la Independencia uruguaya, cumpliría con su deber aceptando y aún ayudando a una intervención brasileña que pusiera orden en la República Oriental”. Era el fin de las actuaciones en pos de la paz.

Viendo los brasileros que la Argentina daba luz verde a sus pretensiones y no reaccionaría ante un conflicto con el Uruguay, por un ultimátum que hizo el 4 de agosto de 1864 al gobierno uruguayo, lo intimaba a efectuar reparaciones pecuniarias por las "agresiones" que habrían recibido sus nacionales -que en realidad eran cuatreros, que incursionaban por el norte del Uruguay- por parte de tropas orientales -que protegían su territorio de aquellas incursiones-, bajo la amenaza de represalias por parte de fuerzas de mar y tierra.

Conocido ese ultimátum por el gobierno paraguayo, hace saber al representante brasilero en Asunción que "juzgará cualquier ocupación del territorio oriental como atentatoria al equilibrio de los Estados del Plata, descargándose, desde luego, de toda su responsabilidad de las ulterioridades".

Avanzando un poco más, los brasileros lograron que el 22 de agosto de 1864 se firmara un protocolo entre el ministro de relaciones exteriores argentino Rufino de Elizalde y el consejero brasilero Saraiva, por el cual ambos países se comprometían a "mantener" la independencia del Uruguay -tal como se había pactado en el Tratado de 1828 que puso fin a la primera guerra argentina-brasilera y se creaba el Estado Oriental- y la Argentina, como garante de esa independencia dejaba al Imperio en plena libertad de acción para invadir y ocupar el Uruguay. ¡Buena forma de garantizar la independencia uruguaya por parte del gobierno de Mitre, permitiendo a los brasileros para actuar a piacere en el país hermano! 

Con esa seguridad, cuatro días después, un vapor de la flota del Almirante Tamadaré, atacó al Villa del Salto, un pequeño vapor de guerra uruguayo, que no obstante la desproporción de fuerzas ofreció brava resistencia. Así, el 30 de agosto el gobierno del Uruguay se consideró en guerra contra el Imperio. 

Ese mismo día el gobierno paraguayo alertó seriamente que una intervención armada en el Uruguay sería considerado como casus belli, no responsabilizándose de las consecuencias que se derivarían de una invasión brasileña al Estado Oriental, sentando el hecho de que no sería indiferente si ello se producía, declarando ante los gobiernos de la Argentina, el Brasil y el de las potencias europeas, que "la independencia del Estado Oriental es condición de existencia propia, como que es condición necesaria del equilibrio político del continente en que está situado".

El 7 de setiembre las tropas brasileras al mando del general João Propício Mena Barreto cruzaban la frontera e invadían al Uruguay. En la Argentina, las críticas arreciaban contra el gobierno de Mitre, por su pasividad ante la actitud prepotente de los brasileros en la vecina orilla.

El 12 de noviembre el buque de guerra paraguayo Tacuarí detuvo y apresó a 50 leguas arriba de Asunción al vapor brasilero Marqués de Olinda, que se dirigía hacia el Mato Grosso. Al día siguiente la cancillería paraguaya notificó al embajador brasilero, que la invasión del Uruguay por fuerzas militares brasileras, era considerado como un hecho de guerra y que el Paraguay cumpliría con su palabra y declaró rotas las relaciones diplomáticas con el Imperio y procedió a la clausura de la navegación del río Paraguay a todo navío brasilero. El Paraguay se preparó para invadir el Mato Grosso, lo que hizo posteriormente logrando la ocupación de ese territorio en quince días (diciembre de 1864). Esas acciones bélicas despertaron entusiasmo en el pueblo uruguayo y en el interior de nuestro país. 

El 18 de diciembre en un acto simbólico presidido por las autoridades, se queman por "manos del verdugo", en la plaza Independencia de Montevideo, los tratados firmados con los brasileros en 1851, que establecían la dependencia del pequeño país con respecto a su poderoso vecino (3). El acto está lleno de fervor popular y se suceden los "vivas" para el presidente uruguayo Aguirre, para el mariscal López, el general Urquiza y a los defensores de Paysandú.

Mientras esto ocurría, los brasileros apuran la guerra en tierras uruguayas que se incrementaron a su favor y la de Flores.

El gobierno del Imperio, si bien contaba con la pasividad o mejor dicho, con la complicidad y la ayuda encubierta del gobierno mitrista se encontraba sumamente preocupado con la reacción del Paraguay, si bien no creyó que este país acudiría en ayuda del Uruguayo, ya que supuso que las declaraciones del presidente paraguayo, eran solamente eso, simples declaraciones. 

El Paraguay, con una sólida economía, contaba con un ejército fuerte, bien organizado y numeroso; no ocurría lo mismo con el Imperio que se encontraba en crisis económica, y su ejército no era comparable al de su adversario, además ese ejército al mando de Mena Barreto estaba en el Uruguay. La Argentina estaba en efervescencia por la actitud pasiva que Mitre mostraba ante la agresión brasilera al Uruguay y ello alarmaba también al gobierno imperial, pues ¿qué podía pasar si las provincias litoraleñas a cuyo frente podía ponerse Urquiza quien tenía la mejor caballería de América -que contaba además con la adhesión de las provincias interiores-, se alzaban en armas contra Mitre y se aliaban al Paraguay?. La caballería entrerriana, junto con el poderoso ejército paraguayo y con el litoral argentino como base de operaciones, podía dar cuenta fácil del ejército de Mena Barreto y las fuerzas floristas y también con el gobierno de Mitre. Además debemos tener en cuenta que los gaúchos riograndenses veían también con malos ojos la guerra contra el Paraguay, con lo cual esa provincia podría secesionarse del Imperio.

Pero la hábil diplomacia brasilera, comenzó a mover sus fichas y envió al Plata a uno de sus más importantes diplomáticos: José María da Silva Paranhos, quien más que dedicarse al conflicto con el Paraguay, trató primero de lograr el fin de la guerra contra el Uruguay, para después ocuparse del Paraguay. Así la flota brasilera machacó sobre las posiciones de los defensores de Paysandú, hasta que la ciudad cayó vencida el 2 de enero de 1865 y el camino hacia Montevideo quedó libre, entrando las tropas imperiales en esa capital el 20 de febrero (aniversario de la batalla de Ituzaingo).

Paralelamente y con una jugada magistral y muchos patacones -la llamada diplomacia del patacón o del oro- sacó del medio al gobernador entrerriano Justo José de Urquiza. El general brasilero Manuel Osorio, fue a la residencia de Urquiza, quien, cómodamente asentado en el Palacio San José, primero había amagado en ayudar a los blancos del Uruguay y a establecer una alianza con el Presidente López, -ambas cosas tal como lo pedían sus seguidores- con el objeto de parar al Imperio del Brasil en su política expansionista, pero comerciante de carácter ambicioso, inescrupuloso y corrupto, este personaje prefirió ganar unos buenos patacones (ER 34 pág. 15), vendiendo 30.000 caballos al Brasil, embolsando la importante cantidad de 390.000 patacones y mantenerse inactivo, no obstante lo cual después apoyó la guerra contra el Paraguay. Así la caballería entrerriana se quedó sin la caballada.

El 14 de enero de 1865, el gobierno paraguayo había solicitado al argentino, la autorización para el paso de su ejército por el territorio nacional de las desiertas Misiones por vía terrestre, para socorrer a las fuerzas uruguayas leales al presidente constitucional e impedir la toma de Montevideo por las fuerzas floristas y brasileras, lo que le fue negado. Por el contrario, Mitre, se comunicó con Urquiza para manifestarle "sea que se efectúe o no la alianza (con el Brasil), la República Argentina se obliga a consentir el paso por su territorio a los ejércitos del Brasil contra el Paraguay". Esto demuestra la dualidad de criterios empleados por Mitre según fuere uno u otro país el que quisiera cruzar el territorio del nuestro.

López reunió un Congreso Extraordinario a mediados del mes de febrero para tratar estas cuestiones y en especial la negativa del gobierno argentino a permitir el tránsito de tropas paraguayas por su territorio. El Congreso autorizó a López a "declarar la guerra al actual gobierno de la República Argentina" y asimismo le confirió el grado de "Mariscal de los ejércitos patrios", como así también dispuso de otras medidas para llevar adelante la guerra.

El ejército paraguayo con el que López podía llegar a disponer de aproximadamente 100.000 hombres, podría ser el más importante de América, con gran adiestramiento y una elevada moral. Contaba también el Paraguay con varias fortalezas y fuertes para la defensa de su territorio. Además el pueblo guaraní apoyaba mayormente a su presidente.

En el Uruguay, después de la toma de Montevideo se designó presidente al general Venancio Flores, que lo primero que hizo fue establecer el estado de guerra contra el Paraguay. Flores títere del Brasil y gracias al cual pudo acceder al poder y permeable a los intereses del Imperio, no tuvo más alternativa que declarar la guerra al Paraguay.

El 11 de marzo arribó a Buenos Aires un nuevo enviado brasilero, Francisco Otaviano de Almeida Rosa, con la misión de lograr una alianza a fin de enfrentar al Paraguay.

La declaración de guerra por parte del Congreso paraguayo el 19 de marzo, fue hecha en sesión pública y además fue publicada la noticia cuatro días después en el periódico oficial El semanario de Asunción.

El 8 de abril arribó a Buenos Aires en un pequeño vapor, el Pavón, en el cual venía el representante del vecino país con la nota de declaración de guerra del ministro de relaciones exteriores paraguayo dirigida a su par de nuestro país, Rufino de Elizalde, de fecha 29 de marzo, que fue conocida solo por un reducido grupo de personas, si bien tampoco existen constancias que la misma hubiera sido entregada.

El gobierno de Mitre no se dio por enterado oficialmente de ese estado de guerra, pero el día 11 Salvador María del Carril envió una nota a Benjamín Victorica, colaborador del general Urquiza, en el cual le decía: "Aquí nos tiene bien agitados con la noticia de que el Paraguay, ha declarado la guerra a la República Argentina", lo cual significa que era vox populi que ese hecho había acontecido.

El 13 de abril los paraguayos invadieron Corrientes, ocupándola al día siguiente y tomaron dos vapores de guerra argentinos, el Gualeguay que era un transporte para caballos y el 25 de Mayo, que en realidad era un mercante armado, que habían sido llevados allí días antes, y que se encontraban en malas condiciones y prácticamente eran inservibles y que posiblemente fueron enviados como señuelos para que los paraguayos se adueñaran de ellos. 

Dos días después la noticia se conoció en Buenos Aires, lo que produjo la reacción de la opinión pública de Buenos Aires -que desconocía la declaración de guerra paraguaya al gobierno argentino- especialmente por los círculos liberales, los que aprovecharon la ocasión para insuflar en la población aires patrióticos.

Guerra de la Triple Alianza
Cándido López. Batalla de Tutyutí (Episodio de la 2° División Buenos Aires
en la batalla de Tutyutí. Mayo 24 de 1866. República del Paraguay

Mitre presentó el ataque paraguayo, como artero y traicionero, por no haber mediado declaración de guerra. Se ha acusado al gobierno de Mitre de haber ocultado adrede la declaración de hostilidades, esperando el ataque paraguayo para convertirse en víctima de una injusta agresión y despertar así un sentimiento nacional de indignación -como ocurrió solo en Buenos Aires- que revirtiera las simpatías que existía en nuestro país por los paraguayos y justificara la guerra contra el país hermano.

El historiador José María Rosa, dice: "Que en Buenos Aires no se supo la declaración de guerra hasta después del primer acto de hostilidad paraguayo (ocurrido veinticinco días después, el 13 de abril) no puede sostenerse seriamente. Convocar y reunir un congreso no era habitual en Asunción, y no pudo pasar inadvertido a los representantes diplomáticos ni a los numerosos informantes argentinos y brasileños de la capital paraguaya. Si ese congreso votaba nada menos que una declaración de guerra en sesiones públicas, suponer que el gobierno afectado, vecino y en constantes comunicaciones, pudo ignorarla a los veinticinco días, sería aceptar que era el gobierno peor informado de la tierra. Si la declaración se publica en el periódico oficial, y único, y ni el presidente contra quien se dirige ni su ministro de relaciones exteriores, ni siquiera el gobernador de una provincia inmediata, como Corrientes, en constante comunicación, pudieron enterarse, es aceptar lo inadmisible".

En un informe, el embajador británico Thorton, dice: "Desde mediodía del 8 (de abril) ha circulado el rumor en esta ciudad de que el gobierno paraguayo había declarado la guerra a la República Argentina. Esta noticia derivó de que ese día llegó de Asunción un mensajero para el agente paraguayo en ésta, señor Egusquiza". Thornton también entrevistó ese día Mitre y a su ministro Elizalde y quiso enterarse de la nota paraguaya, pero Elizalde no la tenía o no la quiso mostrar, pero le aseguró su existencia porque "un amigo suyo había visto una copia de la nota del gobierno paraguayo que contiene la declaración de guerra".


El Tratado de la Triple Alianza

El 1° de mayo Urquiza asistió en Buenos Aires, a la apertura de las sesiones del Congreso Nacional y el mismo día en la casa de Mitre se firmó el Tratado de la Triple Alianza, que suscribieron el Ministro de Relaciones Exteriores Rufino de Elizalde, por Brasil el representante Francisco Otaviano de Almeida Rosa (quien había llegado a Buenos Aires a principios de marzo con facultades para firmar un tratado de alianza) y el canciller uruguayo Carlos de Castro, por el cual estos tres países contrajeron una "alianza ofensiva y defensiva en la guerra provocada por el gobierno del Paraguay", según rezaba el primer artículo.

El Tratado fue aprobado a libro cerrado y en sesión secreta por el Congreso nacional el 24 de mayo, es decir desconociendo los legisladores lo que se aprobaba.

Ese Tratado que contenía 19 artículos y 4 correspondientes al Protocolo, debía ser mantenido en "secreto hasta que se consiga el fin principal de la alianza" según lo establecía su artículo 18. Entre otras cosas, se convenía:

1) El general Mitre ejercería el comando de las fuerzas terrestres, mientras que el almirante Tamandaré lo sería de las fuerzas navales.

2) Obligación por parte de los tres firmantes a "no deponer las armas sino de común acuerdo, y mientras no hayan derrocado al actual gobierno del Paraguay, así como a no tratar separadamente, ni firmar ningún tratado de paz, tregua, armisticio, cualquiera que ponga fin o suspenda la guerra, sino por perfecta conformidad de todos".

3) La guerra no era "contra el pueblo paraguayo, sino contra su gobierno".

4) Se respetaría "la independencia, soberanía e integridad territorial de la República del Paraguay".

5) Derrocado el gobierno del Paraguay se aseguraría la absoluta libertad de navegación de los ríos Paraná y Paraguay.

6) Se responsabilizaba al Paraguay el pago de los gastos de la guerra, como así de todos los daños y perjuicios causados.

7) "A fin de evitar discusiones y guerras que las cuestiones de límites envuelven "… se exigirá del gobierno del Paraguay que celebre tratados definitivos de límites…bajo las siguientes bases" y a continuación se determinaban motu propio los territorios pretendidos por Brasil y Argentina.

8) Los aliados se comprometían mutuamente a respaldar "el fiel cumplimiento de los acuerdos, arreglos y tratados que hayan de celebrarse con el gobierno que se establecerá en el Paraguay". 

Y por si eso fuera poco, por el Protocolo se establecía:

1) La demolición de las fortificaciones de Humaitá -que cerraba el paso por el río Paraguay- y la prohibición de "erigir otras de igual naturaleza, que puedan impedir la fiel ejecución de dicho Tratado".

10) El desarme del Paraguay con la confiscación de las "armas o elementos de guerra", que debían ser repartidos entre los aliados por partes iguales, como así también de "los trofeos y botín" de guerra, "serán divididos entre los aliados que hagan la captura".

Se debe aclarar que a principios del mes de abril, el Brasil ya había obtenido la autorización argentina para que sus navíos pudieran remontar el Paraná para bombardear el Paraguay, lo que le fue concedido por el gobierno argentino dejando a salvo "la neutralidad".

Guerra de la Triple Alianza
Tropas argentinas descansando en la localidad de Luque, Paraguay


La declaración de guerra por parte de nuestro país.

El 4 de mayo Mitre solicitó al Congreso la autorización para la declaración de guerra al Paraguay, argumentando que había recibido el día anterior la declaración de guerra a nuestro país.

Este argumento de Mitre -el haber recibido el día 3 la comunicación de la declaración de guerra - no resiste ningún análisis serio, pues entonces, como se justifica que el día 1° de mayo se hubiera firmado el Tratado de la Triple Alianza.


El Tratado se hace público

El Tratado que fue secreto, tomó estado público a raíz de su publicación en Inglaterra a comienzos del año 1866 por el diario The Times y ello causó indignación en toda América, pues la finalidad de la guerra no era solo para derrocar al gobierno del mariscal López, como se decía públicamente y también así lo decía el Tratado, sino que el objetivo principal era la destrucción total del Paraguay, quitándole todo medio de defensa, estableciendo la libre navegación de sus ríos y disponiéndose de su territorio, quitándole en los hechos toda posibilidad de una negociación de igual a igual.

Los gobiernos peruano y boliviano protestaron a los gobiernos aliados y lo mismo hicieron el Congreso de Venezuela y Colombia.

En Buenos Aires, en el diario La América, cuyos propietarios eran Carlos Guido Spano y Miguel Navarro Viola, se dijo "El Tratado es secreto, la sesión es secreta, solo la vergüenza es pública".

Guerra de la Triple Alianza
Mitre en su Cuartel de Campaña, 1866.

La impopularidad de la guerra

El Congreso Nacional, dispuso la creación de un ejército de 25.000 soldados, debiendo ser provistos por las provincias en proporción a su población, además de contar con las bien entrenadas milicias entrerrianas.

Con excepción del círculo liberal de Buenos Aires, que se entusiasmó con la guerra, el resto del país se mostró disconforme, y el conflicto fue totalmente impopular.

En Entre Ríos, el 19 de abril, Urquiza ante el pedido de Mitre que le solicitó la colaboración "para vindicar el honor y la dignidad de la república", dispuso la movilización de las milicias provinciales. Ricardo López Jordán le escribió: "Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca, General, ese pueblo es nuestro amigo. Llámenos para pelear contra porteños y brasileros. Estamos pronto. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía, los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento del pueblo entrerriano". Incluso en Entre Ríos y no obstante el ascendiente que el gobernador Urquiza tenía sobre sus habitantes, las tropas que juntó también se desbandaron.

En Entre Ríos, en Arroyo Basualdo, el 3 de julio se desbandó la caballería de la provincia al saberse que la lucha no era contra el Brasil -como se les había dicho- sino contra el Paraguay. El día 7 Urquiza procedió a licenciar a las milicias, en razón de estado de efervescencia que reinaba en los cuerpos.

El 8 de noviembre, Urquiza quien había convocado a la caballería en el campamento de Arroyo Toledo, por segunda vez presencia su desbandada, para volver a sus casas.

Ello ocurrió no solo en el litoral, sino también en Córdoba, La Rioja, San Luis, San Juan, etc.

En todo el país, las levas se hacen por la fuerza, los enganchados para el ejército son engañados de que van a combatir contra el Brasil, pero descubierto el engaño, los reclutados se desbandan. Ello provocó que en muchas provincias los "voluntarios", que lo son por la fuerza, sean remitidos a Buenos Aires engrillados.

Emilio Mitre, hermano del presidente, encargado de la recluta en Córdoba, informó el 12 de julio que mandaba "los voluntarios atados codo con codo".

El gobernador de Catamarca encarga 200 pares de grillos para el envío del contingente.

En todo el país se suceden rebeliones y sublevaciones, originadas en el descontento que reinaba por todos lados por la guerra tan impopular contra el Paraguay.

Como decía Alberdi, "Las deserciones…son verdaderas protestas contra la absurda y ridícula cruzada que se les quiere hacer emprender".

Cuando fuerzas del general oriental Wenceslao Paunero trasladados por la escuadra brasilera retoman Corrientes el 24 de mayo -pero que a los dos días se ve obligado a evacuarla y reembarcarse-, el coronel Juan B. Charlone, que interviene en la acción, le escribe al ministro de guerra Gelly y Obes: "La ciudad de Corrientes, y aun todo el país, no tiene el entusiasmo que se cree en Buenos Aires, y por el contrario no hay espontaneidad ni amistad seria hacia nosotros". Ello es otra prueba más de lo impopular que era la guerra.

En Brasil, la guerra tampoco es bien vista por la población y es dificultosa la recluta de voluntarios. "El reclutamiento da poco todavía y la guardia nacional se esquiva", es el informe que Joaquín Nabuco le remite desde Río de Janeiro al ministro de guerra Silva Ferraz en Porto Alegre. (Joaquin Nabuco en "La guerra del Paraguay")

El ejército brasilero se forma con los esclavos, habiendo una proporción de 1 blanco por cada 45 esclavos.

El historiador A. J. Pérez Amuchástegui dijo: "Tal vez los anales del mundo no registren una guerra más impopular que la llevada por la Argentina contra el Paraguay. Sólo un grupo minúsculo apoyaba con ahínco la injerencia argentina en el país hermano. Fue una guerra cruenta, feroz. No exageraba Venancio Flores al decir que los paraguayos "peleaban como bárbaros". Para ellos, la guerra era cuestión de vida o muerte, pues no valía la pena vivir en un Paraguay arrasado. Los brasileños, en su inmensa mayoría esclavos forzados a empuñar las armas, peleaban sin entusiasmo, con la resignación propia de la raza subyugada; los uruguayos y los argentinos, voluntarios engrillados y mercenarios europeos a sueldo, trataban de salvar la vida como Dios les ayudara; toda la tropa era proclive a la deserción y la fuga. Sólo la fuerza del número pudo doblegar a los paraguayos que, además, sabían que si caían prisioneros de los cambá tendrían por destino la esclavitud, según aseguraba entristecido Mitre…"

También Bartolomé Mitre, reconoció la impopularidad de la guerra, cuando en carta dirigida a su vicepresidente el Dr. Marcos Paz, le decía: "¿Quién no sabe que los traidores alentaron al Paraguay a declararnos la guerra?. Si la mitad de Corrientes no hubiera traicionado la causa nacional armándose en favor del enemigo; si Entre Ríos no se hubiera sublevado dos veces; si casi todos los contingentes incompletos de las provincias no se hubieran sublevado, al venir a cumplir con su deber; si una opinión simpática al enemigo no hubiese alentado la traición ¿quién duda que la guerra estaría terminada ya?"

Guerra de la Triple Alianza
Batalla de Campo Grande (también llamada de Acosta Ñú o de Nú Guazú) 
Óleo de Pedro Américo de Figueiredo e Melo (1871) Museo Imperial de Brasil

 

Las batallas

No vamos a referirnos al desarrollo de la acciones militares que se desarrollaron en los cinco años de guerra, desde el inicio de la misma, hasta la muerte heroica del mariscal Francisco Solano López y de su hijo, lanceado por los brasileros, en Cerro Corá el 1° de marzo de 1870, mientras encabezaba la última resistencia al frente los últimos doscientos soldados, que era a lo que había quedado reducido lo que había sido otrora el imponente ejército paraguayo. Ese ejército se fue desangrando después de tantos combates, contra un enemigo, superior en número de hombres y armamento.

El escenario en el que se desarrollaron las acciones bélicas, -sobre todo en suelo paraguayo- favorecían más las acciones defensivas que ofensivas. Grandes masas de soldados se enfrentaban, muchas veces en una lucha cuerpo a cuerpo. 

Las condiciones sanitarias no fueron de las mejores ya que el clima tropical junto a las condiciones de un terreno lleno de bosques selvas y esteros, originaron muchos inconvenientes y enfermedades propias de la zona que afectaban más a los ejércitos aliados, quienes no estaban acostumbrados a ese medio hostil.

Guerra de la Triple Alianza
Cándido López. Trinchera de Curupaytí (detalle trinchera paraguaya)

Consecuencias de la guerra 

El Paraguay sufrió grandes pérdidas humanas y materiales. Murió gran parte de su población masculina. El país que era uno de los más adelantados de América, después de la guerra, quedó en ruinas con sus plantaciones de algodón, tabaco, yerba mate, caña de azúcar, etc, totalmente devastados. Los altos hornos de Ibicuy y Asunción y su incipiente pero importante industria, de avanzada en aquellos momentos, fue completamente destruida. Si bien al inicio de la guerra no tenía deuda externa, a raíz del pago de grandes indemnizaciones a los vencedores, tuvo que endeudarse por muchos millones de libras para lo cual se pidieron préstamos que pudieron ser cancelados después de muchísimos años. Así en 1908 la deuda externa paraguaya ascendía a siete millones y medio de libras. Perdió gran parte de su territorio, especialmente a favor del Brasil que se anexionó el Mato Grosso. También perdió su independencia económica y le fue impuesto un modelo económico dependiente y durante mucho tiempo pasó a ser un protectorado del Brasil. 

Pero también y desde otra óptica, podemos decir que el pueblo paraguayo que respondió a su gobierno, sosteniéndolo con ardor y constancia y que luchó con una obstinación y heroicidad, digna de la mejor causa, en defensa de su suelo patrio y contra fuerzas superiores, recibió la consideración y reconocimiento de toda América y lo mismo puede decirse de la figura del mariscal Francisco Solano López.

El Uruguay, que prácticamente fue obligado a declarar la guerra, no obtuvo beneficios y en realidad fue considerado como un auxiliar por el Imperio.

La Argentina, también debió endeudarse por los gastos de una guerra que en realidad no solo no le era propia, sino que fue impopular en la mayor parte del país. Gran parte de su juventud -que también se batió valientemente- dejó la vida en los campos de batalla (4). En cuanto a lo que se había establecido en el Tratado de la Triple Alianza en lo que respecta a las anexiones territoriales a favor de la Argentina y la forma en que debían llevarse a cabo las negociaciones, fue incumplido por el Brasil, pues arregló unilateralmente con los paraguayos -prohibido en el Tratado-, atendiendo sus intereses directos, logrando sus fines anexionistas y anexándose el Mato Grosso y luego apoyando al gobierno paraguayo, se opuso a las pretensiones argentinas sobre la región del Chaco, que también se habían acordado en el Tratado. Cabía preguntarse para qué la Argentina fue a esa guerra que no era nuestra. El enemigo no era el Paraguay sino el Brasil. En realidad nuestro país fue servil a las pretensiones brasileras.

Refiriéndose al presidente Mitre como comandante de las fuerzas aliadas, Alberdi decía, que hacía "campañas en suelo extranjero a las órdenes de un monarca extranjero contra una república hermana".

También debemos señalar que una consecuencia sanitaria de la guerra, fue que muchas de las enfermedades que afectaron a los soldados argentinos -no habituados a un medio hostil como el que encontraron en el Paraguay-, acompañaron a los mismos cuando regresaban a Buenos Aires o bien fueron transmitidas por soldados brasileños de tránsito en esta, ocasionando también problemas sanitarios a los habitantes porteños.

En el año 1867 se desató principalmente en Buenos Aires una epidemia de cólera, que costó la vida a miles de personas, entre ellas la del vicepresidente de la Nación en ejercicio de la presidencia -ya que el presidente Mitre se encontraba en el Paraguay- , el Dr. Marcos Paz, quien contrajo la enfermedad a fines de diciembre de 1867 y falleció pocos días después, el 2 de enero.

Es de mencionar también que la impopularidad de la guerra, produjo levantamientos armados en el interior de nuestro país, que se convirtió en una verdadera guerra civil. Esos levantamientos fueron ahogados a sangre y fuego por las tropas que el gobierno mandó para sofocarlos y que dejó secuelas que fueron difíciles de curar y que avivó el enfrentamiento entre los provincianos y porteños. 

El Imperio del Brasil sí realizó una jugada magistral, pues logró el concurso de la Argentina para obtener sus fines expansionistas, primero contra el Uruguay y luego contra el Paraguay, ya que a ambos les arrebató parte de sus territorios, además de lograr otros beneficios. Sin ese concurso de la Argentina, ello no lo hubiera podido ser. Podemos afirmar, sin equivocarnos, que el gran vencedor de la guerra fue el Imperio, pues logró la destrucción de un país vecino que le estaba haciendo sombra, ya desde lo económico como del militar. Obtuvo una gran extensión de territorio a costa del vencido y la guerra se desarrolló fuera de su territorio.

Carlos Guido Spano, señaló que la guerra al Paraguay "no es una intervención civilizadora, sino un asalto de ladrones… El mono brasilero nos ha agarrado de la mano para sacar la brasa. Vergüenza para nosotros, para nuestros hijos, para los hijos de nuestros hijos". 

Otro de los beneficiados fue el Imperio británico, pues al haberse dispuesto la libre navegación del río Paraguay y el libre cambio y la destrucción de la industria paraguaya, se abrían otros mercados a su comercio, siempre en expansión.

También, uno de los sacó tajada por el conflicto, fue -¡otra vez!- Justo José de Urquiza, ya que su fortuna se vio notablemente incrementada, en razón de que sus establecimientos y saladeros proveyeron de carne y tasajo a las fuerzas aliadas, durante todos los años de guerra.

Guerra de la Triple Alianza
Última fotografía tomada al Mariscal Francisco Solano López antes de ser muerto

Porqué la Argentina fue a la guerra.

En un discurso pronunciado por Mitre el 21 de febrero de 1869, frente a los comerciantes de Buenos Aires, que lo homenajearon con motivo de la terminación de su mandato, y después de proclamarse "Hijo de un pueblo que todo le debe al comercio", pronunció la siguiente arenga, que es toda una definición de las causales por el cual nuestro país, bajo el gobierno mitrista, entró en guerra con el país vecino:

"En la guerra del Paraguay que ha terminado ya, o puede darse por terminada, ha triunfado no sólo la República Argentina en su capacidad política de Nación, no sólo la triple alianza en reivindicación de sus derechos, sino también los grandes principios del libre cambio, que son los que vivifican el comercio. Para el comercio se han derribado las fortalezas que amenazaban las costas; para él también se han roto las cadenas que obstruían el Rio Paraguay; para él y por él también se ha conquistado franca navegación de los ríos superiores; la libertad de comercio y la derrota del monopolio y la explotación de los pueblos por sus tiranos; como para él también se ha conquistado la paz presente y futura de estas regiones entre sí, dando mayores garantías al desarrollo del trabajo, que puede contar con el tiempo y el espacio para, ejercitar su acción."

"Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y gloriosa campaña a recibir la merecida ovación que el pueblo les consagre, podrá el comercio ver inscriptos en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado para mayor gloria y mayor felicidad de los hombres, porque también esos principios han triunfado".

Huelga todo otro comentario.

Referencias

(1) Con motivo de esa intervención positiva del mediador paraguayo, Urquiza en la proclama del 10 de noviembre de 1859,dijo: "Ya no hay unitarios ni federales: hermanos todos, gracias a los esfuerzos por la paz del Ilustre mediador del Paraguay. A él se le debe en gran parte tan fausto resultado. Ninguna demostración de gratitud será demasiada para honrar su amistad. La República Argentina le debe una muestra de aprecio; la Ciudad de Buenos Aires le debe una palma". 

(2) Esas palabras del Ministro chileno fueron expresadas con motivo de la agresión de España -simultánea en el tiempo con los hechos ocurridos en el Uruguay- contra el Perú materializada en el envío de una flota y la ocupación de las islas de Chincha, que motivó la indignación de toda América y la declaración de guerra por Chile a España y en la que la Argentina se declaró neutral.

(3) Los Tratados de 1851 fueron firmados el 12 de octubre en Río de Janeiro, por el diplomático Andrés Lamas, enviado por el gobierno colorado de la defensa de Montevideo. Los tratados eran cinco, se establecía una alianza de ambos países para luchar contra la Confederación Argentina de Rosas, habiendo pagado el Uruguay una pesada carga por ello. Se cedía más de un tercio de territorio uruguayo al Brasil; se establecía una ayuda económica del Imperio de 138.000 patacones y el Uruguay reconocía una deuda importante de guerra de 300.000 patacones y en garantía quedaban hipotecadas las rentas de la Aduana; se declaraba libre la navegación del río Uruguay; la exportación de tasajo y ganado al Brasil no abonaría impuestos; el Uruguay se obligaba a extraditar los esclavos que hubieren escapado del Imperio e ingresado a tierra oriental, incluso los hacendados brasileros en tierra uruguaya, podían "importar", esclavos para sus haciendas; se permitía la intervención brasilera en los asuntos internos del Uruguay; estas entre otras humillantes concesiones.

(4) La cruz de madera que fue puesta en el campo de batalla de Curupayty, decía "Aquí yace la flor y nata de la juventud argentina". 


Bibliografía

Castagnino, Leonardo, "Guerra del Paraguay - La Triple Alianza contra los países del Plata", Ediciones Fabro, Buenos Aires, 2011

"Crónica Histórica Argentina", Tomo 4, Editorial Codex S.A., Buenos Aires, 1968.

Olmos Gaona, Alejandro, "Hacia la Guerra del Paraguay - ¿Fue Mitre neutral, ante la destrucción de Paysandú?", Revista Todo es Historia N° 470, Bs. As., setiembre de 2006. 

Pérez Amuchástegui, "El fratricidio" y "El Paraguay" en "Crónica Histórica Argentina", Tomo 4, Editorial Codex S.A., Buenos Aires, 1968.

Rosa, José María, "Historia Argentina", T° 7, Editorial Oriente S.A., Buenos Aires, 1973.

Zapata Icart, Ernesto Andrés, "La guerra al Paraguay - Mitre y López", Suplemento N° 39 de Revista Todo es Historia N° 50, Bs. As., junio de 1971.