miércoles, 1 de junio de 2011

De "bárbaros" y "civilizados"

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 19 - Junio 2011 - Pag. 16 

De “bárbaros” y “civilizados”

                                                                                     Por El Gaucho Federal


Domingo Faustino Sarmiento
En 1845, Domingo Faustino Sarmiento, autoexiliado en Chile, escribió “Civilización i barbarie – Vida de Juan Facundo Quiroga”, que el común de la gente conoce como “Facundo”.

Esta fue una obra escrita con el propósito de atacar al gobernador de Buenos Aires y como dirá David Peña en su obra “Juan Facundo Quiroga”: “Para atacar a Rosas, Sarmiento escribe Facundo”.

Según el Diccionario, “civilización” significa: “estadio cultural propio de las sociedades humanas mas avanzadas por el nivel de su ciencia, artes, ideas y costumbres”, mientras que define a la “barbarie” como “rusticidad, falta de cultura / Fiereza, crueldad”.

Fue Sarmiento el que instaló así la dualidad de “Civilización” y “Barbarie” en nuestra historia argentina.

Por supuesto… que Sarmiento se incluye en la primera categoría, junto con sus amigos del partido unitario y liberal, considerándose muy “civilizados” mientras que a los del partido contrario, los federales, los apostrofa con el término de “bárbaros”.

Pero como bien se pregunta Peña en su mencionada obra “¿De qué lado estaba la civilización? ¿De qué lado la barbarie?”

Vamos a mostrar una “perlita” de los “civilizados” y en especial del “civilizado” Sarmiento.

Corría marzo de 1857, el “bárbaro” Rosas ya había caído hacía cinco años y la “mazorca” ya no existía… Los unitarios y federales eran en ese momento los “Pandilleros” y los “Chupandinos” designándose así respectivamente unos a otros. A los primeros se los llamaba de esa forma por su modo violento y tumultuoso de proceder y a los segundos por correr el carlón en sus reuniones.

En esos momentos la provincia de Buenos Aires designada por los porteños como “Estado de Buenos Aires”, se encontraba secesionada de la Confederación Argentina y era prácticamente un país independiente del resto de la Argentina. Tenía su ejército, su cuerpo diplomático y  su propia constitución –sancionada en 1854–, con las garantías individuales por las cuales los “civilizados” tanto habían bregado…

Se realizaban elecciones el día 29 para elegir a los 25 reemplazantes  de los miembros salientes de la Cámara de Representantes y de 7 senadores, quienes intervendrían tiempo después en la elección del Gobernador. Sarmiento había dicho un mes y medio antes “mi situación y mi porvenir dependen del resultado de las elecciones”.

Si bien en la ciudad las fuerzas de ambos partidos eran más o menos equivalentes, en el resto de la provincia los federales eran mayoría, por lo que el gobierno comprendió que las elecciones se perderían si se realizaban en forma limpia, y si entonces los federales ganaban, la provincia volvería a incorporarse a la Confederación Argentina y los unitarios perderían su influencia.

Es por ello que el gobierno echa mano a todo procedimiento –léase atropellos– que le permitiera “ganar” las elecciones. Así el gobierno apoya a los pandilleros quienes resultan ganadores de la “elección”.

Un poco más de un mes después –3 de mayo–, Valentín Alsina acérrimo liberal, es elegido Gobernador por los pandilleros.

Sarmiento, falto de pudor, en la prensa se mofa de los adversarios y se regodea del triunfo oficialista.

En una carta que Sarmiento dirigió a Domingo de Oro el 17 de junio, –que cae en poder de Urquiza y que éste hace publicar–, cuenta con lujos de detalles como ganaron en tan democrática y civilizada elección. Dice:

“Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que empleados hábilmente, han dado este resultado admirable e inesperado… establecimos en varios puntos depósitos de armas y municiones, pusimos en cada parroquia cantones con gente armada, encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esa gente con éstos y otros medios que el 29 triunfamos sin oposición. Los gauchos que se resistieron a votar por los candidatos del gobierno fueron encarcelados, puestos en el cepo, enviados al ejército para que sirviesen en la frontera con los indios y muchos de ellos perdieron el rancho, sus escasos bienes y la mujer… El miedo es una enfermedad endémica en este pueblo; esta es la gran palanca con la que siempre se gobernará a los porteños; manejada hábilmente, producirá infaliblemente los mejores resultados”.

Atropellos, asesinatos, terror, fraude… ¿Es todo esto la civilización...? ¿Dónde...? ¿Será la civilización bárbara…?

Veintidós años antes y como condición para asumir como Gobernador de la Provincia, no obstante haber sido elegido por la Legislatura, el “bárbaro” Rosas, pidió un plebiscito para que el pueblo se expresara libremente, el que se llevó a cabo los días 26, 27 y 28 de marzo.

Todos los hombres aptos para votar concurrieron  a sufragar; de 9320 que lo hicieron –la cifra más alta hasta ese entonces–, solo 7 votaron negativamente.

Sarmiento en “Facundo” dirá sobre dicha elección o ratificación a la designación por parte de la legislatura: “…la votación fue unánime, excepto tres votos que se opusieron a la delegación del Poder Público…”, y luego se pregunta el sanjuanino: “…Sería acaso que los disidentes no votaron?” y contesta: “¡Nada de eso!. No se tiene aún noticia de ciudadano alguno que no fuese a votar”. En esa misma obra afirmará: “Y debo decirlo, en obsequio de la verdad histórica: nunca hubo gobierno más popular, mas deseado ni mas bien sostenido por la opinión”.

En sus “Obras Completas”, leemos esta otra afirmación: "Rosas era un republicano. Era la expresión de la voluntad del pueblo y en verdad que las actas de elección así lo muestran… Rosas era popular... Rosas era una manifestación social, una fórmula de una manera de ser de un pueblo. La suma del poder público le fue otorgada por aclamación y plebiscito, some-ti­endo al pueblo la cuestión".

Esteban Echeverría, también dirá sobre esta cuestión: “Su popularidad era indisputable: no solo el pueblo sino la juventud y la clase pudiente lo deseaban, lo esperaban cuando empuñó la suma del poder”.

Ese plebiscito fue un acto pleno de soberanía popular, donde se puso en práctica por primera vez en nuestro país el sufragio universal… propio de un país civilizado… que pusieron en práctica los “bárbaros”.

 

Fuentes:

“Vida de Sarmiento – El hombre de autoridad”, Manuel Gálvez.

“Crónica Histórica Argentina”, Edit. Codex.

“Sarmiento – Su gravitación en el desarrollo nacional”, Pedro De Paoli.

Atentados contra Julio A. Roca y Manuel Quintana

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 19 - Junio 2011 - Pag. 15 

Crónica de atentados (2° parte) por la Prof. Beatriz C. Doallo 


Piedra contra Roca.

José Manuel Blanes
Julio A. Roca (1)


El general Julio Argentino Roca asumió la primera magistratura el 12 de octubre de 1880, instaurando un Poder Ejecutivo fuerte, dirigido sólo por el Presidente por sobre los otros Poderes, período que Leandro N. Alem llamó despectivamente “Régimen presidencialista” y pasó a la historia como “El régimen”, a secas.

El 1º de mayo de 1886 a las 3 de la tarde, Roca se dirigía a pie, junto con ministros y funcionarios, por la Plaza de Mayo para inaugurar el período de sesiones del Congreso. El paso de la comitiva estaba bordeado por tropas que presentaban armas y contenían a la multitud, de entre la cual salió un hombre que se abalanzó hacia Roca. El individuo llevaba en la mano derecha una gran piedra con la que, ante el estupor de todos, golpeó al Presidente en la sien derecha, causándole una herida de 7 cms. que llegaba hasta el hueso. Intentó golpear otra vez pero entre el Dr. Carlos Pellegrini, Ministro de Guerra y Marina, y el senador David Argüello, lo inmovilizaron hasta que la policía se hizo cargo y lo condujo a la comisaría. Se trataba de Ignacio Machado, un albañil correntino, quien declaró que había intentado matar a Roca para salvar a la Patria con un cambio de gobierno. Enjuiciado por tentativa de homicidio, agravada por ser la víctima una autoridad pública, fue condenado a 10 años de prisión.


Un anarquista contra Quintana 

Atentado contra Manuel Quintana
Manuel Quintana


El 12 de octubre de 1904 el Dr. Manuel Quintana asumió la Presidencia, sucediendo al segundo período de mandato del general Roca.

El 11 de agosto de 1905, en un carruaje tirado por dos caballos y acompañado por el edecán de turno, un Capitán de Fragata, el Dr. Quintana se dirigía desde su casa en la calle Artes (actual Carlos Pellegrini), por la calle Santa Fe hacia la Casa de Gobierno. Al llegar a la Plaza San Martín, un sujeto que, pese a la llovizna que caía, estaba sobre la escalinata con las manos en los bolsillos del sobretodo, bajó corriendo y desde menos de dos metros apuntó a la ventanilla del coche con un revólver que sacó de un bolsillo y disparó, sin que saliera el proyectil. Mientras el carruaje seguía su marcha, el individuo, corriendo a la par del mismo, gatilló nuevamente, sin éxito, luego tiró el arma y huyó a la carrera. El edecán se arrojó a la calzada desde el vehículo en marcha para capturar al agresor, pero resbaló y cayó. Detrás del coche presidencial venía otro en el que viajaba un comisario, responsable de la custodia del Dr. Quintana. El policía hizo perseguir al atacante, y con ayuda de un vigilante que estaba de facción en la esquina de Santa Fe y Esmeralda, lo detuvo y lo condujo al Departamento de Policía.

El Dr. Quintana siguió viaje, pero, para añadir más confusión a lo ocurrido, en la calle Florida patinó uno de los caballos de su carruaje arrastrando en la caída al otro. Finalmente, con un coche de alquiler, pudo el Presidente llegar a destino. No había perdido la serenidad en ningún momento.

Caricatura del presidente Quintana en PBT
Manuel Quintana (2)

- He resuelto no tener miedo - declaró a la prensa. El suceso no asombró a la ciudadanía porque el país estaba infestado de anarquistas y poco antes había tenido lugar un atentado en París contra el rey de España, Alfonso XIII, y el presidente francés, Emile Loubet. El autor del atentado contra Quintana resultó ser Salvador Planas y Virella, tipógrafo catalán de 23 años, con 3 de residencia en nuestro país, quien confesó ser anarquista y haber actuado sin cómplices, motivado por el deseo de cambiar un Presidente por otro que mejorara las condiciones de la clase obrera. Había estudiado las idas y venidas del coche presidencial, que seguía rutinariamente un mismo camino desde el domicilio del Dr. Quintana a la Casa de Gobierno.

Como en el caso del atentado a Roca, la justicia impuso al joven catalán 10 años de prisión por tentativa de homicidio, agravada por ser la víctima persona que ejercía la autoridad pública.

La historia del primer anarquista que intentó matar a uno de nuestros Presidentes tuvo continuación el 6 de enero de 1911. Ese día huyó de la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras, junto con otros 13 presos, por un túnel cavado en el jardín que rodeaba los edificios. Súpose tiempo después que había regresado a España usando documentación falsa proporcionada por una célula anarquista que actuaba en Buenos Aires.

(1) "El presidente Julio Argentino Roca inaugura el período legislativo del año 1886" del pintor de Uruguay Juan Manuel Blanes. Óleo exhibido en el "Salón de los Pasos Perdidos del Palacio del Congreso Nacional".

(2) Caricatura del Presidente Quintana, aparecido en la revista PBT en 1905.

Recuerdos sobre la residencia de Rosas en Palermo

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 19 - Junio 2011 - Pag. 14  


 Recuerdos de una viajera

Residencia de Rosas en Palermo
Lina Beck-Bernard

Cinco años después de la caída de Rosas, la viajera Lina Beck-Bernard (1824-1888), visitó Buenos Aires, residiendo en nuestro país durante un lustro. En 1864, publicó en París su libro “Le Rio Paraná. Cinq anneés de séjour dans la Repúblique Argentine, (traducida al castellano por José Luis Busaniche quien tituló la obra como “El río Paraná – Cinco años en la Confederación Argentina 1857-1862”, reeditado en el año 2001 por Emecé Editores), donde relata sus experiencias, entre ellas su visita a la que fuera residencia de Rosas en Palermo. He aquí su relato:

 

Buenos Aires no tiene paseos y como quisiéramos hacer pasar a los niños unas horas de campo, nos han aconsejado llevarlos a Palermo, la antigua residencia de Rosas. Hacemos el viaje en un coche de alquiler. El campo es muy agradable; por un lado del camino se suceden las quintas o casas de verano de los porteños y extranjeros ricos, que las ocupan huyendo de los calores de la ciudad. Palermo es una villa a la manera italiana, rodeada de galerías y arcadas, de hermoso aspecto; se encuentra abandonada desde que Rosas cayó del poder y diríase que los odios políticos tratan de apresurar su completa destrucción. No hay nada más triste, a mi ver, que una ruina moderna, la poesía de la tradición y sin esa otra poesía, más sugestiva, de las yedras y lianas cubriendo las piedras hendidas por los siglos. En Palermo, todo denuncia una reciente devastación. A través de las puertas-ventana que dan a los corredores, podemos ver los vastos y lujosos interiores de los salones. Las ricas tapicerías cuelgan en jirones de las paredes manchadas por la humedad. Han destrozado las hermosas chimeneas de mármol blanco, lo mismo que las baldosas del solado. Los artesonados y las puertas de caoba muestran huellas de los hachazos dados con los sables. De los arriates del jardín, donde Rosas cultivaba las flores más raras, apenas si quedan algunos cajones vacíos y copiosos yuyales que todo lo invaden. El parque ofrece la misma apariencia de ruina y desolación. Una destrucción sistemática, calculada, fruto de la venganza, ha caído sobre esta residencia suntuosa y bien cuidada hasta no hace mucho tiempo. Rosas, excéntrico en sus gustos, había conquistado Palermo al Río de la Plata; con tierra transportada en carretas -varios miles de carradas-, hizo construir en la playa una especie de península, sobre la que se formó un parque. Era el único medio de lograr buenas plantaciones de árboles, porque la sequedad del suelo constituye un obstáculo para ello en los campos de Buenos Aires. Muy cerca del parque existía una población -cuyos vestigios quedan todavía- donde se alojaban tres mil soldados de guardia pretoriana que, según los caprichos del dictador, formaban como soldados o lictores y podían ser víctimas o verdugos, llegado el caso.

En un abra del parque, puede verse todavía el mástil de una embarcación que recuerda otra originalidad de Rosas. En un día de alta marea en que soplaba un temible pampero, rompiendo las cadenas de las anclas y arrojando los navíos sobre la costa, un bonito brick fue arrojado por las olas hasta el parque de Palermo, pasó por encima de algunos árboles casi cubiertos por el agua y quedó detenido entre un espeso bosquecillo. Rosas no quiso que retiraran de allí el barco, lo compró a su propietario, lo hizo arreglar y decorar con muy buen gusto, aprovechándolo para ofrecer bailes y comidas. En verano se bailaba sobre el puente, a la sombra de los árboles; en invierno, dentro del saloncito del brick. Hoy no queda otro vestigio de aquellas lujosas fiestas que el palo mayor de la embarcación, tendido entre los pastos húmedos de un terreno cenagoso.

El recuerdo de una mujer, la hija de Rosas, la buena y graciosa Manuelita, suaviza como una sombra bienhechora las leyendas siniestras de Palermo. Lo perdones obtenidos por ella fueron muchos; nadie llamó en vano a su buen corazón y si hubo veces en que sirvió para dar ostentación a la pretendida clemencia de su padre, lo hizo inocentemente, sin haber participado en esas intrigas. La dulzura y amabilidad de su carácter, la pureza de su vida, se recuerdan siempre con elogio en el país y aun aquellos que más razones tienen para detestar y maldecir a Rosas hablan con respeto y simpatía de su hija. Rosas sentía adoración por ella. Muchas de las bellezas del parque de Palermo le estaban consagradas. El baño de Manuela era una preciosa fuente, rodeada de gradería, cubierta por espeso follaje de sauces llorones y otros árboles, cuyas ramas caían sobre el agua formando como un muro impenetrable a ese grato retiro. Un gran canal atraviesa toda la propiedad. Cuando Manuelita era pequeña, un vaporcito con todos sus aparejos, su maquinista y su tripulación, la conducía de un extremo al otro del parque bajo la espléndida sombra de los árboles que orillan el canal.

Opiniones - Paul-Mathieu Laurent

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 19 - Junio 2011 - Pag. 13 

Opiniones

Opiniones sobre Rosas
Laurent de l'Ardeche

Paul-Mathieu Laurent nació en 1793 y falleció en 1877. Fue historiador, político, publicista y abogado. Fue seguidor del conde Henri de Saint-Simon –a quien muchos sindican como el primer socialista– y defensor de los principios democráticos. Fue diputado socialista en la Asamblea Constituyente y legislativa francesa de 1848 representando al departamento de Ardèche (situado en el Ródano-Alpes) y por ello también se lo conoce como Paul-Mathieu Laurent de l’Ardèche o simplemente como Laurent de l’Ardèche

Fue nombrado bibliotecario del Senado en 1853.

Escribió varias obras históricas, siendo la más renombrada “Historia del Emperador Napoleón” editada su primera edición en 1840 en el cual relata la historia completa sobre el Emperador, desde el principio de sus días hasta el ocaso de su muerte.

Esto dijo Laurent de l’ Ardèche en el Parlamento francés el 8 de enero de 1850, –publicado al día siguiente en La Republique de París y reproducido en la “Gaceta Mercantil” de Buenos Aires el 20 de abril del mismo año–, sobre el federalismo y Rosas:

“Lo que hay de cierto es que el poder de Rosas se apoya efectivamente en el elemento democrático, que Rosas mejora la condición social de las clases inferiores, y que hace marchar a las masas populares hacia la civilización dando al progreso las formas que permiten las necesidades locales. La guerra de los gauchos del Plata contra los unitarios de Montevideo representa en el fondo la lucha del trabajo indígena contra el capital y el monopolio extranjeros y encierra para los federales una doble cuestión: de nacionalidad y de socialismo”

“¿Somos nosotros republicanos demócratas, enrolados bajo el estandarte de las reformas sociales que deben mejorar pacíficamente la condición moral, intelectual y física de la clase más numerosa y somos nosotros los que nos asustamos de que la República democrática abrazando al Nuevo Mundo, hace arrojar de allí LAS TENDENCIAS MONARQUICAS y los medios aristocráticos del partido Europeo? No olvidemos que la guerra de los GAUCHOS del Plata contra los unitarios del Uruguay representa en el fondo la lucha del trabajo indígena contra el capital y el monopolio extranjeros, y que de este modo encierra para los Federales una doble cuestión de nacionalidad y de socialismo.

“Los unitarios y sus amigos lo saben bien. Así ved lo que dicen de Rosas. A sus ojos el jefe del federalismo es un vecino peligroso para el Brasil, a título de propagandista y libertador de los esclavos, a sus ojos, si hay algo en las orillas del Plata que ofrezca analogía con las doctrinas de los revolucionarios y factores de barricadas, son las doctrinas y los actos del general Rosas: A SUS OJOS, EL GENERAL ROSAS REALIZA EN EL PLATA LO QUE SE HABRÍA REALIZADO EN FRANCIA, DICEN ELLOS, SI POR DESGRACIA LA SOCIEDAD NO HUBIESE SALIDO VICTOSA DE LAS MALAS PASIONES QUE LA HAN ATACADO TANTAS VECES. Tomamos estas líneas de un escrito publicado por el honorable representante de los unitarios, por el Plenipotenciario mismo de Montevideo. Él ha creído útil a su causa y conforme a la verdad hacer de Rosas un revolucionario y un socialista. Lo que hay de cierto es que si el poder de Rosas se apoya en efecto sobre el elemento democrático, que si Rosas mejora la condición social de las clases inferiores y que si hace marchar las masas populares hacia la civilización, dando al progreso las formas que permiten las necesidades locales, lo que hay de cierto es que él hace todo esto sin necesidad de hacer revoluciones y barricadas, pues que la soberanía nacional es la única que le ha elevado al poder donde le mantienen invariablemente la confianza, la gratitud y el entusiasmo de sus conciudadanos.” 

Soldados de la Confederación Argentina

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 19 - Junio 2011 - Pag. 13 

SOLDADOS DE LA CONFEDERACION ARGENTINA


SOLDADOS DEL REGIMIENTO 1° DE MILICIAS DE CAMPAÑA - 1831

Soldados federales


La casi totalidad de la caballería federal estaba compuesta por los Regimientos de Ca­ballería de Milicias de Campaña, que llevaron los números del 1 al 8 y estaban formados por escuadrones, con una fuerza de línea de carabineros que formaba la primera compa­ñía de cada uno de ellos. Estos regimientos surgen de los creados en 1816, durante la Guerra de Independencia, cuya organización ha permanecido inalterable desde entonces, a través de las luchas civiles y la Guerra con el Brasil, en la que no participan por estar destacados en la frontera de la Provincia. Existirán a lo largo de toda la época de la Confederación Argentina, desapareciendo por de­creto en 1855 en el Estado de Buenos Aires.

(Fuente: Álbum de Uniformes Militares Históricos, reproducción de témperas de Guillermo Roux, Edit. Círculo Militar)

Noticias

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 19 - Junio 2011 - Pag. 12 

Noticias

Nos escriben

3/3 - SCRIPTA MANENT, como decían los romanos... y repetía el gran maestro Alberto Mondragón. El esfuerzo de "EL RESTAURADOR" es valiosísimo. A las órdenes en LRI 227 AM 1650 "ANTARES". Un fuerte abrazo argentino federal. Norberto Chindemi.

8/3 Siempre es bienvenida esta página, y te estoy muy agradecido por enviarme una bocanada de aire fresco ante tanta mediocridad. Atentos saludos. Leonardo Campana.

8/3 Como siempre Sr. Chiviló el diario excelente… Norma Gramano.

10/3 DESDE SALTA. Primeramente agradecerle por el envío del último ejemplar de “El Restaurador”, periódico que es un lujo para los amantes del revisionismo histórico… Jorge Camacho.

10/3 Te agradezco el envío. Siempre leo el periódico con mucha atención y hasta lo estoy coleccionando. Héctor José Tanzi, Historiador.

22/4 …siempre agradezco mucho el envío del periódico. Está muy bueno!  María Inés Sada.

25/4 Soy María Fernanda, mi padre se llamaba Daniel Peirano y hemos vivido en San Martín desde siempre, hasta el año 1986…Desde ya te felicito por el contenido de tus periódicos, de los cuales el Lic. Fuentes (a quien conozco hace un tiempo)  me ha enviado un par de archivos en PDF pues hemos dialogado varias veces acerca de la historia argentina. Yo soy abogada y secretaria de un Juzgado Civil en Morón, desde ya me parecieron muy interesantes los periódicos Nro. 3 y 4 que en este momento estoy terminando de leer. Realmente excelentes!!! María Fernanda Peirano.

Actos por el 2 de Abril

El día 2 de abril concurrimos a dos actos conmemorativos; el primero organizado por la “Asociación de Veteranos de Guerra por las Malvinas de Gral. San Martín” que se desarrolló en horas de la mañana junto a Monumento a los Caídos en la Gesta de Malvinas, en la Plaza “Combatientes de Malvinas” ubicado en las calles 88-Jujuy y 79-Benielli de San Andrés y el segundo en horas de la tarde organizado por la Sociedad de Fomento Malaver Oeste en la plaza de Los Pozos y Diagonal 84 del Barrio Gral. San Martín de Malaver. En ambos fue distribuído nuestro periódico entre autoridades y público presentes.

Distribución de “El Restaurador” en la Feria del Libro.

En el stand de Editorial Fabro en la 37º Feria Internacional del Libro que tuvo lugar en la Ciudad de Buenos Aires entre el 20 de abril y 9 de mayo, fueron distribuidos 1500 ejemplares de los distintos números del periódico.

De Obligado a Punta del Quebracho

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 19 - Junio 2011 - Pags. 10 a 12 

“Quebrachito de eterna memoria, / de los libres por siempre serás, / ojalá de la historia argentina / no se borre tu nombre jamás”.

De Obligado a Punta del Quebracho

                                                                       Por El Federal Apostólico

El HMS Alecto, remolcando tres goletas, es atacado en el Quebracho. Grabado de G. M. Gilbert


Después  del Combate de Vuelta de Obligado (20 de noviembre de 1845), desarrollado sobre las costas del Paraná y cerca del pueblo bonaerense de San Pedro, en el cual la escuadra anglofrancesa venció las defensas argentinas y pudo liberar el paso del río obstaculizado por una barrera formada por lanchones unidos entre sí por tres gruesas cadenas afirmadas en la costa, algunas de las naves siguieron su navegación río arriba, otras quedaron en el lugar cerca de 40 días para reparar las averías que les habían causado la obstinada defensa de la artillería argentina, –algunos de los navíos tenían 120 impactos en sus cascos– para después en enero de 1846, la mayoría de ellas seguir rumbo a Corrientes y Asunción, mientras que otras regresaron a Montevideo –si bien algunas de estas últimas volvieron posteriormente a internarse nuevamente en el Paraná–.

Si bien el fiel de la victoria en ese encuentro se había inclinado a favor de los invasores anglofranceses, estos no se la llevaron de arriba. Pero lo que no esperaban era que los argentinos siguieran oponiéndoseles en toda ocasión, como efectivamente sucedió.

Repuestas las fuerzas argentinas de la derrota sufrida, su misión fue hacer frente a las fuerzas invasoras, allí donde fuere posible y con los medios que se tuvieran a disposición, ya sea montando baterías sobre las costas o simplemente atacándolas con descargas de fusilería –cuando las condiciones geográficas lo permitieran–, a fin de hostilizarlas en todo momento y para hacer efectiva la arenga del Gral. Mansilla, previo al Combate de Obligado, cuando dijo que los intrusos no navegarían impunemente las aguas de nuestros ríos.

Lo más importante era hacerles ver a los invasores de que no podrían mancillar la soberanía nacional sin ninguna consecuencia para ellos y que los ríos interiores argentinos ya tenían dueño y que no iba a ser nada fácil su navegación.

Desde el 20 de noviembre de 1845, se sucedieron diversos hechos de armas, algunos menores, por decirlo de alguna forma, y otros más importantes por el empeño en la acción de mayores recursos de ambos contendientes. Las dos acciones de mayor envergadura tuvieron lugar en San Lorenzo y Punta o Angostura del Quebracho (actual Puerto San Martín), situadas ambas a muy poca distancia una de la otra.

Durante los meses de diciembre (1845) y enero (1846), los anglofranceses desembarcaron nuevamente en Obligado, donde fueron rechazados por tropas de Mansilla, del Coronel Juan Bautista Thorne y del teniente Facundo Quiroga –hijo del general del mismo nombre–.

El 9 de enero a la altura del puerto de Acevedo en la costa bonaerense, el convoy de los invasores fue hostigados por el cañoneo de cuatro piezas de artillería argentina de 4 libras, contestado por los buques enemigos, no recibiendo ninguna de las partes daños de consideración.

Coronel Santa Coloma 

La elección de San Lorenzo y Punta del Quebracho hecha por Lucio Norberto Mansilla, comandante de las fuerzas argentinas, para instalar las baterías y presentar batalla, lo fue por su geografía, ya que por ser lugares altos, los hacía aptos para un buen ataque a los navíos enemigos y a su vez ponía a las tropas argentinas prácticamente fuera del alcance de la poderosa y moderna artillería de la escuadra invasora.

Sin perjuicio de estas posiciones principales, la artillería volante argentina –de destacada actuación–, se adelantará y seguirá por la costa del Paraná a la flota invasora y formará batería en diversos puntos de la costa donde se les hará frente, para hostigarlos y no dejarlos navegar en paz.

Como se manifestó, uno de los puntos donde se hizo frente a los invasores fue en San Lorenzo, allí en el mismo lugar donde el 3 de febrero de 1813, el entonces Coronel José de San Martín, había dado su única batalla en el suelo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, derrotando en aquella oportunidad a los realistas españoles. Quienes hayan podido visitar el lugar habrán visto que desde la costa del río Paraná, para arribar al memorable Convento San Carlos Borromeo –llamado comúnmente como Convento de San Lorenzo– se deberá escalar una empinada barranca de varios metros de altura, para llegar a una planicie que frente al Convento se llama actualmente “Campo de la Gloria”. Esa empinada barranca la debieron subir los realistas después de desembarcar para llegar al campo donde fueron atacados por los Granaderos de San Martín, quienes en heroica carga de caballería los empujaron barranca abajo causándoles numerosas bajas. Hacemos este relato para que el lector, se haga una idea de cómo es ese lugar.

Después de treinta y tres años de aquel glorioso bautismo de fuego de los Granaderos a Caballo, en el mismo lugar, esta vez el 16 de enero de 1846, las fuerzas de la Confederación Argentina, al mando de  Lucio N. Mansilla se enfrentaban a otras fuerzas invasoras: los anglofrancesas.

Allí en San Lorenzo, se desplegó la artillería de 8 cañones de 4 y 8 libras, con 350 hombres, sobre barrancas de más o menos 20 metros de altura. Los cañones y los defensores se enmascararon entre los arbustos, para no ser vistos desde los navíos enemigos.

Al mediodía, se presentaron en el lugar cerca de 60 navíos, 6 de los cuales eran de guerra y los restantes mercantes. Antes de pasar, destacaron dos naves para que efectuaran fuego de bala y metralla sobre el lugar para descubrir a los defensores, quienes –de acuerdo a las ordenes recibidas– se mantuvieron ocultos en sus puestos, sin dar señales de su existencia. Cuando el grueso de la flota se encontraba en el lugar más angosto del río, Mansilla dio la orden de fuego y los enemigos fueron atacados por las baterías comandadas  por los tenientes coroneles José Cereso y Santiago Maurice y el Ayudante Mayor de Marina Alvaro José de Alzogaray. A los daños ocasionados a los mercantes por la artillería argentina, se sumaba la ocasionada por los choques producidos entre estos navíos, debido a las maniobras que se realizaban para evitarm el ataque. Con mucho trabajo pasaron por el lugar y fueron nuevamente atacados en el Quebracho a poca distancia de allí (aproximadamente 5 kilómetros). La acción duró 4 horas, sufriendo los invasores cerca de 50 bajas, siendo por el contrario muy pocas las ocasionadas entre los defensores. Sólo uno de los buques no “recibió un balazo” según informó el contraalmirante Samuel Hood Inglefield a sus superiores.

El comandante británico del HMS Philomel, Bartholomew J. Sulivan describió así el ataque: “Rosas había preparado todas sus fuerzas para atacar al convoy y sabiendo ahora que unas baterías fijas no servirían dado que las localizaríamos adoptó un plan mas astuto: utilizar artillería móvil. Tenía aproximadamente doce cañones de campo de grueso calibre y cerca de dos mil hombres en los acantilados de San Lorenzo los cuales tienen cerca de 4 millas de largo y setenta pies de alto. Los barcos debían pasar dentro de un cuarto de milla de los acantilados. El terreno era plano y no se podía ver nada desde el río salvo el acantilado de forma tal que sus hombres estaban a salvo del fuego de nuestras naves. Se aproximaron los sesenta navíos. El HMS Dolphin lideraba la primera división del convoy, Key en el HMS Fanny en la siguiente división y Hope cubriéndoles la retaguardia. Los cañones (argentinos) continuaban llegando al acantilado mostrando solo sus bocas, disparaban y retrocedían, cargaban nuevamente y reaparecían en un nuevo sitio. De esta forma cañonearon al convoy durante tres horas impactando a cada navío varias veces. Uno de los bergantines mercantes tuvo 34 impactos. El HMS Firebrand sufrió 22 impactos, cuatro a través de su chimenea. Gracias a la Providencia no murió ninguno de los tripulantes de los 60 barcos y en el HMS Firebrand solo hubieron dos heridos. El enemigo manejó tan bien su artillería que fue prácticamente imposible localizarlos con nuestro fuego. La boca de fuego de sus cañones se evidenciaba solo un momento e inmediatamente se desplazaba de forma tal que antes de que preparáramos nuestros cañones ellos ya habían disparado y desaparecido. Nuestros disparos o daban en el acantilado o pasaban por sobre las cabezas de las tropas. El HMS Dolphin y el HMS Fanny dispararon cincuenta tiros al igual que la corbeta francesa Coquette pero no le causaron al enemigo ningún daño…El enemigo disparó en forma admirable y manejaron sus cañones como la mejor artillería del mundo… Si Rosas adopta a ese tipo de guerra, puede ocasionarnos grandes problemas, y nosotros solo le podremos hace poco daño…”

El 2 de febrero, nuevamente los enemigos intentaron un nuevo desembarco de 300 hombres en Obligado, pero fueron rechazadas por las tropas a cargo de Thorne, obligándolos a reembarcarse. Algunas horas después, la artillería de Thorne hizo frente a un convoy de aproximadamente 50 buques que dirigiéndose hacia el norte, pasó por allí.

El día 10 de febrero dos buques de guerra ingleses bombardearon durante un par de horas el Tonelero –cerca de Ramallo–, matando a algunos milicianos y ocasionando algunos daños materiales. La acción fue contestada por milicianos y la artillería a cargo del Mayor Manuel Virto.

El día 2 de abril la batería de Thorne hizo frente en el Quebracho al HMS Philomel, que huyó aguas abajo y cuatro días después en el mismo lugar hizo frente al vapor HMS Alecto que remolcaba tres goletas, ocasionándole algunas bajas y daños importantes en el navío. El marino inglés Lauchlan Billingham Mackinnon, tripulante de este buque diría en sus recuerdos “Claro es que el pobre buque salió bastante averiado”.

Comandante del HMS Philomel, Bartholomew J. Sulivan

Merece destacarse que el día 19 de abril, Alvaro José de Alzogaray en un ataque al abordaje capturó el ex navío argentino Federal que había sido tomado por los anglofranceses poco después de Obligado –rebautizado por estos como Obligado–, remitiendo a Buenos Aires a su comandante Charles G. Fegen y la bandera inglesa conquistada.

El 21, Thorne tuvo otro combate de dos horas con el HMS Lizard, tirándole abajo el pabellón que flameaba en el palo mayor. El barco quedó en malas condiciones ya que recibió 35 balas de cañón y metralla. Hubo también numerosos muertos y heridos entre su tripulación. 

Ese mismo día 21 nuestros enemigos intentaron sin éxito efectuar un desembarco en la localidad bonaerense de Ensenada siendo rechazados por las baterías comandadas por Prudencio Ortiz de Rozas –hermano del Restaurador–, no sin antes penetrar en la bahía para apoderarse de barcos neutrales allí fondeados e incendiaron varios de ellos con sus cargamentos. Cuatro días mas tarde intentaron tomar el puerto de Atalaya, siendo rechazados por las fuerzas locales.

A fines de abril y principios de mayo, cerca de Santa Fe, se fueron juntando los navíos que de regreso hacia Montevideo, estaban llegado desde Corrientes y el Paraguay, para formar convoy y bajar por el Paraná escoltados por buques de guerra, para pasar por el Quebracho y San Lorenzo, ya que se sabía –por las observaciones que habían realizado– que los argentinos habían instalado allí sus baterías. El 9 de mayo fondearon a dos millas del Quebracho; el 28 Mansilla trasladó a cincha de caballo por la costa dos piezas de artillería, asestándoles algunas balas y obligándolos a subir río arriba.

La acción decisiva tuvo lugar el 4 de junio de 1846 en Angostura o Paso del Quebracho a pocos kilómetros al norte de San Lorenzo, lugar donde el río se angosta, donde los invasores fueron severamente derrotados.

Contrariamente a lo que había ocurrido con la acción de Obligado, donde era efectivo el cierre del paso del río, porque los navíos navegaban río arriba contra la corriente –con lo cual la navegación se hacía lenta y dificultosa–, y se quería impedir su libre navegación, en el Quebracho la situación era totalmente inversa, los navíos navegaban río abajo con la corriente a favor y se retiraban hacia el sur, por ello no fue cerrado el paso del río, si bien se les hizo frente en condición ventajosa para las armas argentinas.

En la noche anterior al combate, 6 baterías de cohetes a la Congreve, desembarcadas del HMS Alecto, fueron ocultamente emplazadas en un islote ubicado frente a las posiciones argentinas.

Ese día y con viento norte y a media mañana, 12 navíos de guerra –vapores, goletas, bergantines, corbetas– que montaban 85 cañones poderosos que iban desde el calibre 24 al 80 y 95 mercantes repletos de mercaderías que no habían podido vender ni en Asunción ni en Corrientes, trataron de pasar por el lugar. Las fuerzas de la Confederación, comandadas por Mansilla, tenían 17 cañones, una batería al mando de Virto y dos al mando de Thorne, con 750 soldados de infantería y carabineros, entre los que se encontraban un batallón de San Nicolás, Patricios de Buenos Aires, 200 soldados del regimiento santafesino Santa Coloma –al mando del teniente coronel Martín Isidoro de Santa Coloma y Lezica–, hubo además otros 200 infantes de reserva.

A la vista de la flota enemiga, al grito de Mansilla de “¡Viva la soberana independencia argentina!” se dio la orden de fuego. Las baterías argentinas, por la altura de las barrancas, se encontraban prácticamente fuera del alcance de la poderosa artillería enemiga. La confusión y el caos se apoderó de los barcos enemigos en el intento de huir precipitadamente y a la mayor velocidad, para evitar el fuego de la artillería argentina. Algunos se envistieron, otros quedaron varados y fueron castigados por el fuego de los defensores. Los enemigos tuvieron dos barcos mercantes hundidos y otros 4 que al quedar varados fueron incendiados por ellos mismos para no caer en manos argentinas, –no obstante lo cual una fue capturada por los hombres de Mansilla, al haberse podido apagarse el fuego–. En medio del combate y para aligerar los navíos, se echaron por la borda  bultos con mercaderías. Prácticamente todos los barcos recibieron impactos y algunos de guerra fueron severamente dañados. Los anglofranceses tuvieron  60 bajas, mientras que los defensores acusaron solamente un muerto y cuatro heridos, entre ellos el bravo Thorne, –mal herido en su hombro–. La batalla había durado aproximadamente tres horas. Da una idea del vivo y fiero combate, que de los 17 cañones argentinos, quedaron desmontados 10, pero no por el fuego enemigo, sino por la intensidad del fuego propio, que averió sus cureñas.

El capital del HMS Harpy, Charles Honthan, dirá en el parte a sus superiores: “Fuimos perseguidos por artillería volante y considerable número de tropas que nos hacían un vivo fuego de fusilería, el Harpy está bastante destruido, los buques han sufrido mucho”

En la carta dirigida desde Quebracho por Mansilla al Coronel Vicente González, el mismo día de la batalla, dice así:

“¡Viva la Confederación Argentina!

¡Mueran los salvajes unitarios!

Al coronel don Vicente González.

Quebracho, junio 4 de 1846.

Mi estimado amigo:

Me es altamente grato comunicará V. el suceso de hoy, pues él ha sido honroso a nuestras armas, y ha agregado un timbre más á las glorias de la Confederación.

Los bárbaros alevosos anglofranceses y el convoy de piratas que hace días esperaban un viento favorable para pasar por nuestro fren­te, se presentaron hoy en este punto y empezó un reñido combate cerca de las 11, el cual ha durado hasta más de las dos de la tarde.

La valiente división a mi mando ha sostenido con digno valor e inteligencia los fuegos desproporcionados del enemigo, haciéndole presentar el denuedo y bizarría de los verdaderos hijos de la patria. Los anglofranceses tan soberbios en los mares, se han cubierto hoy de ignominia. No han conseguido ni la más ligera ventaja. Algunos de sus buques de guerra fueron tan maltratados por nuestra artillería, que se pusieron luego fuera de combate, y han arrojado al agua más de 30 cadáveres.

El convoy de piratas llevó su merecido. Están aún ardiendo á nuestra vista una barca, dos goletas y un pailebot con todo su carga­mento. En medio de la confusión producida por nuestros pequeños cañones, estos buques vararon en la costa de enfrente, y los protecto­res del comercio del Paraná, los que ha poco aseguraban a los salvajes unitarios de Montevideo, y a los ministros Ouseley y Deffaudis que el Paraná estaba franco, no encontraron mejor medio que incendiar los buques de sus protegidos por no arrostrar un rato más el fuego de nuestras piezas. Esta vez se han mostrado muy cobardes los fanfarrones Hotham y Trehouart. No tendrán que hacer sin duda tantas recomendaciones al almirantazgo.

Preciso será que ellos y sus mandatarios se persuadan que el pecho de los argentinos es una muralla invencible, cuando se trata de defender su cara independencia y sus sagrados derechos.

Por tan honrosa jornada, en la que no tengo más pérdidas que la de un solo hombre y cuatro heridos, por la visible protección de la Divina Providencia y por los bienes que reportará á la Confederación Argentina tan dignamente presidida por nuestro tan querido Rozas, felicita á V. su amigo y confederal.

LUCIO MANSILLA”.

El historiador Francisco Hipólito Uzal dirá: “El encuentro del Quebracho, aparte de su enorme importancia militar y política, fue el sello definitivo del desastre económico-comercial de una empresa de injusta prepotencia, llevada a cabo por quienes, seguros de su enorme superioridad material, y atropellando sin consideraciones humanas ni jurídicas todos los derechos de la Confederación Argentina, se proponían un cuantioso dividendo”.

Después de las pérdidas sufridas y al fracaso de la expedición, los interventores no se animaron más a ingresar a nuestros ríos interiores.


Aclaraciones. 

Artillería volante: Era la artillería que acompañaba a la caballería, por lo cual también se la conoce como artillería a caballo o artillería montada o artillería rodada o artillería ligera.

Batería: Se llama así a un conjunto de piezas de artillería dispuestas a operar en forma conjunta.

Pailebot: Es un tipo de nave de guerra de la época de la navegación a vela.

 

Fuentes:

Capitán de Corbeta Médico (R) Eduardo C. Gerding, “¡Recuerden la Vuelta de Obligado!” publicado en “Revista del Mar” Nº 164, Diciembre de 2009.

Adolfo Saldías, “Historia de la Confederación Argentina”.

Francisco H. Uzal, “Obligado, la batalla de la Soberanía”.

Antonio Testa, “A 160 años de la lucha por la Soberanía: Cronología de la Guerra del Paraná”, en “Revista del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas” Nº 66

Miguel Angel de Marco ”El conflicto continúa” en “Juan Manuel de Rosas y los bloqueos al Río de la Plata de Francia e Inglaterra” 


La guerra del Paraná

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año V N° 19 - Junio 2011 - Pag. 9 

LA GUERRA DEL PARANA. LOS BLOQUEOS NAVALES COLONIALISTAS AL RIO DE LA PLATA. EL ROBO DE LA ESCUADRA ARGENTINA.

                                                                                              Por el Dr. Guillermo M. Masciotra

Ciudad de Corrientes 1846 - Pintura de Gore Ouseley

En el año 1838 nuestra patria estaba amenazada desde diversos frentes geográficos pero con un gestor común: el colonialismo francés, que soñaba con crear un Protectorado en la Banda Oriental. En el Norte nos declaraba la guerra la Confederación Peruano Boliviana bajo el mando del Mariscal Andrés de Santa Cruz y en la Banda Oriental el Gral. Fructuoso Rivera con apoyo francés y unitario derrocaba a Manuel Oribe presidente constitucional del Uruguay. Francia venía ya desde el 1836 creando incidentes y desconociendo las leyes argentinas, buscando la manera de imponer la política de las cañoneras, ahora además aliada con Rivera y la Comisión Argentina (formada por expatriados argentinos unitarios) encabezada por Andrés Lamas.

Declara el bloqueo al Río de la Plata bajo el pretexto que no se conciliaban las relaciones diplomáticas franco argentinas y atacan Martín García con cuatro buques franceses y tres de bandera oriental riverista. Heroica defensa es la que realizan Gerónimo Costa y Juan Bautista Thorne que con solo 125 hombres enfrentan la coalición de siete buques y mas de 500 hombres (ver ER Nº 6). Cebados por la ocupación de la isla, los franceses no vacilan en operar contra Zárate, Atalaya y El Sauce, su impulso hace que Fructuoso Rivera firme un Pacto con la Provincia de Corrientes gobernada por Genaro Berón de Astrada para promover su independencia y así disgregar de nuestro territorio a la Mesopotamia. La Confederación Argentina seguía firme en su postura y se fortalecía.

Todo fracasa para el intento colonialista. En Marzo de 1839 la caballería entrerriana de la Confederación Argentina al mando del Gral. Justo J. de Urquiza derrota completamente en la Batalla de Pago Largo a las fuerzas correntinas, donde muere Berón de Astrada junto a 800 de sus hombres.

La Expedición del Gral. Juan Galo de Lavalle transportada por buques franceses se retira al Norte casi sin combatir y el Gral. Prudencio Rosas rápidamente sofoca la intentona de los hacendados del Sur de la Provincia de Buenos Aires.

En 1840 para Francia cambia su escenario y ahora ve el peligro británico en Medio Oriente, firma el Tratado Arana–Mackau, levanta el bloqueo de cerca de 950 días de duración y se retira, pero así comienza la Campaña Naval de la Banda Oriental en 1841, ya que Rivera decide seguir su guerra e incluso llevarla a Corrientes. La primera flota riverista al mando de John Coe, es completamente derrotada en aguas del Plata por el Alte Guillermo Brown. Pero siguen los intentos y en 1842 Rivera contrata a José Garibaldi para que al mando de una segunda división naval concurra para apoyar a Corrientes. El destino del italiano Garibaldi sería idéntico al intento de la anterior flotilla de Coe, remonta el Paraná pero en las cercanías de la localidad de Esquina, Guillermo Brown lo derrota en el Combate de Costa Brava. Luego el bravo irlandés con sus cinco buques bloquea Montevideo, la que también estaba sitiada por tierra por las fuerzas de Manuel Oribe.

La misión de Brown, que no causa incidentes, despierta nuevamente el interés francés, inglés y brasileño. Velozmente se estacionan frente a Montevideo 11 buques de guerra franceses, 10 británicos, 2 norteamericanos y aproximadamente entre 6 y 8 naves brasileñas en forma amenazante y generan entredichos diplomáticos con los buques al mando del Alte. Guillermo Brown con la velada intención de intervenir.

Así se produce sin previa declaración de guerra, lo que en la historia se conoce como “El robo de la escuadra”, donde las naves francesas e inglesas abren fuego, rodean con el apoyo de mas de 25 naves los cinco buques de la Confederación Argentina y como trofeo se las apropian y reparten: el “25 de Mayo” y “San Martín” para Francia y el “Echagüe”, “9 de Julio” y “Maipú” para Inglaterra, así se inicia el bloqueo anglo-francés, que durará casi tres años entre 1845 y 1848.

A partir de ese escandaloso momento y sin fuerzas navales propias, reaparece José Garibaldi para atacar en Gualeguaychú y Paysandú, y buques anglo franceses capturan mercantes argentinos de cabotaje en el Paraná.

La Guerra del Paraná, que se iniciaba en 1838, tenía en 1845 un nuevo capítulo, la expedición a Corrientes y Paraguay donde el Combate de Vuelta de Obligado constituye el enfrentamiento mayor en el cual la flota de 22 buques de guerra y mas de 70 mercantes deciden incursionar en el Río Paraná. Luego de este combate las fuerzas patriotas se reagruparon en Ramallo y fortificaron por instrucciones del Gral. Mansilla el Paso del Tonelero, donde se emboscaron las piezas de la artillería volante en las altas barrancas y en enero de 1846 en el combate que allí tiene lugar, los agresores comienzan a comprender lo difícil que será llegar a Corrientes y mas aún navegar río abajo, de regreso. Luego en San Lorenzo también son atacados los buques intrusos. Mientras que los navíos franceses detienen su viaje en La Bajada cerca de Paraná y solo llegan hasta Corrientes, los ingleses siguen río arriba y llegan hasta Asunción, muy maltrechos y desalentados.

A su regreso los aguardaban nuevamente las tropas de Lucio Mansilla, en Paso del Quebracho y aguas mas abajo nuevamente en Barrancas de San Lorenzo y Paso de la Ramada donde la experimentada táctica de empleo de artillería volante continúa castigando a los invasores. El episodio final es el fracasado ataque al Puerto de Atalaya, cerca de Magdalena en la Provincia de Buenos Aires.

Las noticias del fracaso expedicionario anglo francés también llegan a Londres y Paris donde las bajas, las pérdidas de naves y la frustración de los comerciantes europeos que no pueden comerciar en el Río de la Plata son comentadas en los círculos del gobierno inglés y francés. Tomás Guido resalta que las ricas compañías comerciales de Liverpool y Manchester, también levantan su voz al ver que tienen la mejor plaza del Atlántico Sur cerrada para sus productos y la Casa Baring hace saber a sus inversores con preocupación que uno de sus préstamos  efectuado precisamente a la Argentina, era uno de los pocos que se pagaba en sus servicios puntualmente y que con el ataque a la Confederación Argentina seguramente peligraría en adelante su cumplimiento.

Además la acción diplomática Argentina de Carlos de Alvear, divulgador de la Doctrina Monroe en los propios Estados Unidos, Mariano Balcarce en Francia y Manuel Moreno en Inglaterra crean tal conmoción que los anglofranceses deciden negociar con la Confederación Argentina pero pasarán tres años para la firma de los Tratados Southern–Arana y Arana–Lepredur que pondrán fin al conflicto.

De esta forma transcurren diez años de luchas por la Soberanía Nacional en las aguas del Paraná, Uruguay y el Plata, contra las potencias coloniales y sus aliados.