sábado, 1 de septiembre de 2012

Opiniones - Alfredo Lorenzo Palacios

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 24 - Setiembre 2012 - Pag. 16 

OPINIONES

Opiniones sobre Rosas
Alfredo Lorenzo Palacios, nació en Buenos Aires el 10 de agosto de 1880 y falleció en la misma ciudad el 20 de abril de 1965.

Siendo adolescente se afilió al Partido Socialista y muy joven también se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires.

En marzo de 1904 fue elegido Diputado Nacional por la Circunscripción 4º de la Capital, Barrio de La Boca, habiendo sido el primer legislador socialista de América.

Palacios fue un gran esgrimista. En 1915, por haberse batido a duelo fue expulsado de su Partido –que en sus Estatutos prohibía los lances caballerescos–,reingresando años después.

En 1918 adhirió a la Reforma Universitaria, movimiento originado en la Ciudad de Córdoba.

Fue varias veces diputado nacional y también senador, siempre por Buenos Aires; en 1956 y 1957 fue Convencional Constituyente y gran promotor del art. 14 bis  y también en 1951 y 1958 fue candidato a Presidente de la Nación. Tuvo así una larga carrera política.

Fue el impulsor de muchas leyes obreras y sociales –sobre accidentes de trabajo, trabajo femenino, descanso dominical, jornada de 8 horas, pago de sueldos en moneda nacional, trata de mujeres, entre otras.–

Fue por su prédica, que en las manifestaciones del Partido Socialista, se marchara no solo con las banderas rojas, sino también con la bandera nacional.

Fue crítico del gobierno peronista, al que enfrentó y por lo cual debió exiliarse en el Uruguay. A raíz de la Revolución de 1955, que derrocó al Gral. Perón, fue designado Embajador en la República Oriental del Uruguay.

Fue profesor universitario en la Universidad de Buenos Aires y fue Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de la Plata.

En los últimos años de su vida se convirtió en defensor de la llamada “Revolución Cubana”.

Fue una persona sencilla y de vida austera y un solterón empedernido. Era gran orador. Fue característica su forma de vestir, siempre de negro, –que no cambió nunca–, con chambergo, poncho y moño. Desde siempre lució un característico bigote a lo D’Artagnan y una peluca que ocultaba su calvicie.

Escribió varios libros: El nuevo derecho, La universidad nueva, La fatiga y sus proyecciones sociales, Esteban Echeverría, Las islas Malvinas; etc.

Así opinó sobre Rosas: “Cuando estudiemos el pasado, no juzguemos a los hombres desvinculados de la época…Y veremos también cómo Rosas, maldecido como tirano, realizó consciente o inconscientemente, una obra de unificación que permitió la organización nacional”.

En el mismo sentido se expresó el día 21 de noviembre de 1914, en una sesión en la Cámara de Diputados de la Nación (Diario de Sesiones, Reunión Nº 67, pág. 284, columna 1º).

Comentamos estos libros recibidos

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 24 - Setiembre 2012 - Pags. 14 a 16 

Comentamos estos libros recibidos


Beatriz Doallo

Hace catorce años, en la colección Estrella Federal -cuyo director era el recordado historiador y escritor Fermín Chávez-  se publicó  “El exilio del Libertador”, ensayo de la autoría de la profesora Beatriz Celina Doallo.

Ahora ve la luz “El exilio del Restaurador”, publicada por Ediciones Fabro, otra obra de la misma escritora, redactada en 2004, y que hasta este momento se encontraba inédita.

Mucho se ha escrito sobre la vida de Juan Manuel de Rosas, tanto por panegiristas cuanto por detractores, ya sea en nuestro país, como en el extranjero, muestra del interés que despertó y despierta este personaje de nuestra historia. Se habla de la época de Rosas, como no se habla de una época de Sarmiento, de una época de Mitre, o de otra figura histórica del siglo XIX. Recién un siglo después se hablará de la  época de Perón. Como dijera el escritor Guillermo E. Hudson,  Rosas era “el más interesante de los caudillos de América”.

La derrota de Rosas en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852 originó un cambio en el devenir histórico de nuestro país, que ya no será el mismo a partir de ese día. Y esa mutación en la historia patria también ocurre en la vida del Restaurador. Rosas era hasta entonces el hombre fuerte de la Confederación Argentina y uno de los más ricos estancieros de su tierra, admirado y apoyado por su pueblo y por otros países de América. Lo comparaban con las más destacadas personalidades de ese momento en el mundo, y lo respetaban por su férrea defensa de los intereses nacionales frente a las grandes potencias de aquella época. Y desde esa altura, de un día para otro, pasa a ser un desterrado, un simple granjero en Inglaterra, olvidado por parte de su familia y por los numerosos “amigos” que lo rodeaban cuando estaba en el poder. No ocurrió así con el pueblo, sus gauchos e indios, quienes siempre lo recordaron. En Inglaterra, se vio inmerso en problemas para sobrevivir dignamente de su trabajo, ya que sus bienes y los de sus dos hijos, que le acompañan en el exilio, fueron confiscados en la Argentina por sus enemigos políticos.

Si mucho se ha escrito sobre el Restaurador de las Leyes, no lo ha sido tanto con respecto a su forzado ostracismo en particular, por lo que este ensayo es un valioso aporte para conocer ese tercio de su vida en que se vio obligado a vivir lejos de su querida Pampa.

Como escribía el siempre recordado y leído autor Manuel Gálvez: “La vida de Rosas nos deja algunas enseñanzas”, y son muchas las enseñanzas que nos proporciona su vida en el destierro.

En el año 1914, Hipólito Yrigoyen encontrándose en Rosario, les dijo al político radical Ricardo Caballero  y al coronel Ricardo Pereyra Rosas: “Cuando ustedes estudien la personalidad del general Rosas, dirijan las investigaciones a destacar la nobleza y la altivez de la vida solitaria que llevó en el extranjero. Es para mí ese período de existencia azarosa, el que ilumina con mejor luz el fondo de su recia personalidad…”

Rosas, en lugar de llevarse su dinero, que había sido bien habido, sólo se preocupó por hacer transportar a Inglaterra cajones con la documentación relativa a su gobierno, lo que permitió, luego de su fallecimiento, salvar su honor ante la posteridad. De no haber actuado así, sus enemigos hubieran destruído todo ese material documental. Para ello hay que tomar en cuenta lo referido por el escritor Ernesto Quesada acerca de que esa destrucción o escamoteo, que previó y evitó Rosas, habría impedido a las sucesivas generaciones de argentinos y a los historiadores revisionistas como Adolfo Saldías y el propio Quesada, conocer y reconstruir la verdadera historia de aquellos tiempos.

No se tienen noticias de otro caso igual a nivel mundial, de que un gobernante forzado a exiliarse, se marche de su país llevándose papeles y documentos de su gestión sin valor económico alguno, en lugar de riquezas que le aseguren una vida confortable en el extranjero. Esa actitud, que lo honra, conmueve y es similar, a mi criterio, a la gloria que le cabe por la obstinada defensa de la  soberanía nacional.

Los lectores de este periódico ya conocen a la Profesora Doallo quien ha colaborado desde sus primeras ediciones con interesantes artículos.

Este ensayo describe, con prosa clara y amena, los difíciles años del exilio de Rosas, y, en forma paralela, nos hace conocer los hechos contemporáneos a nuestro personaje, ocurridos en nuestro país y Europa.

Esta obra no es un libro más sobre Rosas, es una contribución de gran interés para aquellos que quieran conocer un poco más su vida.

Dr. Norberto Jorge Chiviló

 

Miguel A. Lentino

Vivimos un proceso, largo por cierto, de una sistemática degradación en lo que tiene que ver con el estudio e investigación de nuestra historia y sus protagonistas.

A la ya conocida y sesgada historia oficial se agregó en las últimas décadas la publicación de libros pseudo históricos escritos por historiadores que hicieron prevalecer sus personales posiciones ideológicas sobre el profesionalismo académico que debe servir de marco cuando se quiere presentar a los lectores acontecimientos de nuestro pasado.

Dentro de este panorama nada alentador por cierto, los que sentimos la necesidad de saber cada vez más de nuestra historia, de sus hombres, de sus aciertos y errores, de todo aquello que nos ayude a saber de dónde venimos y del porqué de nuestras virtudes y miserias como sociedad recibimos la buena nueva que nos acercó el historiador Miguel Ángel Lentino al poner a nuestra disposición su última obra titulada “Sarmiento, mentirosa es su historia”.

Domingo Faustino Sarmiento, tal como lo expresa el autor, es uno de los personajes que más ha sido endiosado por la historia oficial. Es por ello que se hace imprescindible separar la paja del trigo, como decimos en el campo, para saber a qué debemos ceñirnos cuando nos plantamos ante su figura.

Esta tarea se puede lograr respetando el concepto de imparcialidad y honrando a la verdad.

Estos dos atributos, no frecuentes en quienes escriben sobre historia y otras disciplinas, adornan a la persona del escritor e historiador Lentino.

A partir de ellas, el autor con maestría e inteligencia hace un atinado uso de los escritos, discursos y correspondencias que lo tuvieron a Sarmiento como protagonista.

Las citas documentales, que por cierto abundan y no cansan en la obra, se encuentran enlazadas entre sí con pinceladas breves pero de gran contenido que el autor nos presenta para hacernos pensar sobre los temas a que hacen referencia.

Al final de su obra pide “disculpas” por creer que “…mis relaciones parecen perder seriedad”… Creo que una de las virtudes de esta obra pasa precisamente por esa supuesta y no cierta pérdida de seriedad.

Finalmente me cabe decir que Miguel Ángel Lentino supo, con esta obra, honrar a su padre, Don Sabino, quien le “enseñó a vivir con los puños llenos de verdades”.

Ing. Alberto José Bondesío

 

Leonardo Castagnino

Valioso libro de investigación histórica escrito por el Ing. Leonardo Castagnino, quien es además el autor de "Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades" y "La guerra de la Triple Alianza".

La obra comprende el desarrollo y actuación de la vida política de Juan Manuel de Rosas hasta su muerte. La bibliografía citada por el Ing. Castagnino como antecedente, revela un profundo estudio de las fuentes documentales y los archivos originales y, en ese punto es con exactitud donde se pueden constatar cartas y escritos que resultan de imperdible lectura.

La proclama de la Ley y el Orden efectuada en ocasión de asumir ante la Legislatura el segundo mandato, es reproducida en forma textual y es una clara definición de su pensamiento, en respuesta a la carta que le dirigieran Manuel G. Pinto y Eduardo Lahite, autoridades de la Honorable Sala de Representantes, solicitándole que asumiera con premura el cargo de Gobernador.

La correspondencia citada y reproducida de las cartas cursadas a Juan Facundo Quiroga desde la Hacienda de Figueroa en 1834, es otro documento que describe con claridad la situación de grave conflicto que existía en un clima de guerra civil en crecimiento.

Debe ser también estudiada la extensa carta dirigida en abril de 1835 al Brigadier Estanislao López, que contiene entre otras consideraciones las sospechas de Juan Manuel de Rosas sobre los Hermanos Reinafé.

El ataque de 1838 a 1840 contra la Confederación Argentina, junto con la Misión Cullen son receptadas en la correspondencia cursada a Estanislao López desde la Posta de Vergara,y las cartas enviadas a Felipe Ibarra solicitando la extradición de Domingo Cullen y a Pascual Echagüe describiendo la actuación de Francia en el conflicto en la Banda Oriental y la alianza que Cullen y Astrada tramaron sin éxito y que fueran totalmente derrotados por el caudillo entrerriano a quien felicita por su victoria contra los unitarios.

Significativo tratamiento tiene el tema del indulto autorizado a Justo José de Urquiza en relación a Pedro Ferré, una clara muestra de cómo pensaba Rosas a pesar de la alianza establecida por el Gobernador correntino con Paz y Lavalle, y de la hostilidad que ejercitó y declamaba contra la Confederación Argentina.

Un párrafo aparte que merece analizarse es el tratamiento que se dio en 1842 y 1843 al pedido de independencia del Paraguay y la posición negativa de Rosas a reconocer la independencia a un territorio que había integrado el Virreinato del Río de la Plata -que siempre pensó en reconstruir- ,se suma en este capítulo el VATICINIO sobre el padecimiento que sufrirá el Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza.

Se pueden consultar también los textos extraídos del Archivo General de la Nación de las cartas dirigidas al General Ángel Pacheco en 1841, sobre la Guerra contra la Confederación Peruano Boliviana. Asimismo se describen, las actuaciones del Coronel Ramón Rodríguez y Juan B. Thorne relatadas por el Almirante Sullivan con motivo del Combate de Vuelta de Obligado y la posterior recuperación de las banderas efectuada en Londres en 1883. Finalmente sorprende el texto de la carta de Carlos María de Alvear en 1845 desde Nueva York a Tomás Guido, en su carácter de representante argentino, que menciona la desaprobación norteamericana respecto al “episodio de la Fragata norteamericana Lexington”, calificando de "atentado" la actitud del capitán de la nave en Malvinas.

Resumiendo, es un gran texto de estudio para los interesados en incorporar conocimientos sobre episodios desconocidos y héroes olvidados que acompañaron la vida de Juan Manuel de Rosas.

                                                Guillermo M. Masciotra


Frases célebres de Sarmiento

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 24 - Setiembre 2012 - Pag. 13 

Frases célebres de Sarmiento

"La Inglaterra se estaciona en las Malvinas  para ventilar después el derecho que para ello tenga... seamos francos, no obstante que esta invasión universal de la Europa nos sea perjudicial y ruinosa, es útil a la humanidad, a la civilización y al comercio..." El Progreso, 28/11/1842.

"Los argentinos residentes en Chile proscriptos de su patria pierden desde hoy la nacionalidad ... Chile puede ser en adelante nuestra patria querida... siempre que con lealtad trabajen por el interés de Chile, por la libertad de Chile y por el progreso de Chile. que no suene mas el nombre de los argentinos en la prensa chilena; que los que en nombre de aquella nacionalidad perdida ya habían levantado la voz, guarden silencio respetuoso; que se acerquen a los que por ligereza u otros motivos los habían provocado; y les pidan amigablemente un rincón en el hogar doméstico, de lo que en lo sucesivo no serán huéspedes, sino miembros permanentes... Ahora no hay más patria que Chile. Para Chile debemos vivir solamente, y en esta nueva afección deben ahogarse todas las antiguas afecciones nacionales ... El Progreso, 11/1/1843.

"Yo tengo el mérito de haberme identificado con Chile. Fui chileno señores, os consta a todos" "Magallanes pertenece a Chile y quizás, toda la Patagonia. Para Buenos Aires es una posesión inútil. No vale la pena gastar un barril de pólvora en su defensa".. 5/4/1884.

"Nunca me mostré muy celoso de nuestras posesiones australes, porque nos las creía dignas de quemar un barril de pólvora en su defensa". El Progreso, 28/11/1842.

El Progreso, La Crónica y La Ilustración Argentina

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 24 - Setiembre 2012 - Pag. 13 

El Progreso y La Crónica

Ambos medios se publicaban en Santiago de Chile, el primero era un diario y el segundo una revista o periódico.

El primer número de El Progreso, salió el 11 de noviembre de 1842. Era financiado por el gobierno chileno y en el cual comenzó Sarmiento su campaña alentando la ocupación del Estrecho de Magallanes por el país vecino. Por el contrario, no se le permitió al sanjuanino en esas páginas, su prédica contra el gobierno de Rosas, ya que por el contrario el diario se declaró partidario y admirador del dictador argentino.

Según el mismo Sarmiento el Gobierno chileno "impuso a los diarios subvencionados la condición de no atacarle (a Rosas) y en las cuestiones con las potencias extranjeras, la de estar con los estados americanos" 

Es por esa razón que se funda La Crónica, periódico que se imprimía en la imprenta propiedad del yerno de Sarmiento y en el cual sí, se ataca al gobierno de nuestro país. La Crónica dejó de publicarse el 20 de enero de 1850. 


La Ilustración Argentina

Se trataba de una revista que se editaba en Mendoza, siendo sus redactores Juan Llerena y Bernardo de Irigoyen, constaba de cuarenta páginas, era financiada por el gobierno argentino y desde sus páginas se hacía una defensa de los derechos argentinos sobre Magallanes y se contrarrestaba la propaganda que los unitarios residentes en chile y en especial Sarmiento llevaban adelante contra Rosas y su administración.

Sarmiento y el Estrecho de Magallanes

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 24 - Setiembre 2012 - Pags. 8 a 13 

Sarmiento y el Estrecho de Magallanes

Por Norberto Jorge Chiviló

Siguiendo con el tratamiento de distintos temas mencionados por el Dr. Omar López Mato, en su carta que se publicó en la edición N° 21 de este periódico (pág. 6), con el título "Otra Vuelta de Obligado", y como lo prometimos en el número anterior, vamos a referirnos ahora al tema de los canales fueguinos y la forma en que nuestro vecino, Chile, se adueñó de los mismos y a instancias de quién lo hizo. 

Estrecho de Magallanes
Tabula Magellianica (A)


Estrecho de Magallanes

¿Qué es un estrecho, geográficamente hablando?. El diccionario de la Real Academia Española, lo define como "Paso angosto comprendido entre dos tierras y por el cual se comunica un mar con otro". Ejemplos: El estrecho de Gibraltar, el de Magallanes.

Primero ubiquémonos geográficamente. El estrecho  de Magallanes es un paso marítimo que separa la parte sur del continente americano (Patagonia), con la Isla Grande de Tierra del Fuego. Es un paso natural entre los Océanos Atlántico y Pacífico. Esta vía interoceánica era y es de gran importancia estratégica por ser la ruta más corta y más segura que el traslado por el Cabo de Hornos. 


Breves reseñas históricas

El estrecho fue descubierto por el navegante portugués Fernando o Hernando de Magallanes al servicio de la Corona española, en su expedición alrededor del mundo. El día 21 de octubre de 1520 descubrió un cabo al cual bautizó de las "Once mil vírgenes" detrás del cual se divisaba una gran entrada de mar. Días después, el 1° de noviembre, día que la Iglesia Católica festeja el día de "Todos los Santos", Magallanes ingresó en el estrecho al que bautizó con ese nombre. También dio nombre al territorio situado al sur al que llamó "Tierra de los fuegos", por las grandes fogatas que originaba el gas natural que emanaba en esa zona.

Estrecho de Magallanes
Hernando o Fernando de Magallanes (B)


Tanto desde España, como desde la Gobernación de Chile y del Virreinato del Perú se enviaron varias expediciones al estrecho, intentando alguna de ellas el poblamiento de la zona pero las condiciones adversas del lugar -en especial climáticos-, impidieron que eso fuera posible y los intentos que se hicieron, fracasaron.

A fines del siglo XVI el estrecho también fue navegado por corsarios ingleses y también por navegantes holandeses y en los siglos siguientes lo atravesaron holandeses, franceses, ingleses, además de los españoles.

Ya durante el siglo XIX, llegaban allí en busca de refugio y provenientes de la Antártida naves foqueras, balleneras y loberas, tripuladas mayormente por ingleses y norteamericanos.

Las primeras autoridades patrias surgida en 1810 y las siguientes, durante más de una década, adoptaron diversas disposiciones jurisdiccionales, tales como ordenarle al comandante del fuerte del Carmen de Patagones la vigilancia de las costas situadas al sur del establecimiento.

Durante las décadas de 1820/1830 -y siendo ya Inglaterra la gran potencia marítima-, el Almirantazgo británico organizó varias expediciones -una de ellas al mando del capitán Robert Fitz Roy- a los fines de hacer relevamientos hidrográficos en el estrecho y canales adyacentes y la confección de una cartografía -que fue editada en 1837- que facilitara la navegación para sus naves.


Breves antecedentes jurídicos

Al establecerse en 1776 el Virreinato del Río de la Plata, el límite sur de la Capitanía General de Chile quedó limitado por el río Bío-Bío, con lo cual toda la Patagonia (a ambos lados de los Andes) y la Tierra del Fuego estaban bajo la jurisdicción de Buenos Aires.


La ocupación del Estrecho por los chilenos

Los chilenos no demostraron interés por la zona, sino recién en abril de 1842, como veremos más adelante, pero la idea de tomar posesión del Estrecho, la tuvo Bernardo O'Higgins, años antes (1836) cuando consideró la posibilidad de la utilización de barcos a vapor para remolcar los veleros que pasaban hacia el Océano Pacífico.

Por esos años el paso de los barcos a vela por el Cabo de Hornos duraba entre 40 y 60 días dependiendo ello de las condiciones del tiempo, mientras que un vapor que los remolcara por el estrecho de Magallanes, realizaba el cruce en 30 o 40 horas solamente.

Fue así que en abril de 1842, el presidente chileno Gral. Manuel Bulnes, dispuso que una fuerza expedicionaria tomara posesión del Estrecho y territorios adyacentes, lo que se concretó el 21 de setiembre de 1843. Un mes después se estableció un fortín que se llamó "Fuerte Bulnes".

La toma de posesión se realizó por los chilenos con el cumplimiento de las formalidades de la época: izamiento de bandera, saludos por disparos de tiros de cañón, labrado de acta, enterramiento de monedas, discurso, etc.

Es verdad que la zona se encontraba hasta ese momento despoblada, como se encontraban despobladas también inmensas zonas de nuestro país y de otros de América, incluso de Chile, pero esa situación no autorizaba, a ningún país vecino a tomarlas como si no fueran de nadie considerándolas res nullius, porque eso contrariaba el principio establecido a partir de 1810 entre las repúblicas hispanoamericanas del uti possidetis iure -como lo mencionamos en la pág. 13 del N° 22 de este periódico-, para determinar los límites territoriales de cada una de ellas.

Cinco años más tarde, los colonos del asentamiento, se trasladaron a un lugar más adecuado, más al norte, llamado Punta de Arena, dando así origen a lo que actualmente es la ciudad de Punta Arenas.


La campaña periodística de Sarmiento en Chile

Estrecho de Magallanes
Domingo F. Sarmiento

A fines de 1840, Domingo Faustino Sarmiento pasó a Chile como expatriado. Dos años después dirige el diario El Progreso, en la ciudad capital del país trasandino, que es subvencionado por el gobierno chileno. Desde ese diario, -y volvemos a repetirlo: financiado y sostenido por el gobierno chileno- comenzará Sarmiento una campaña incitando y promoviendo la ocupación de las tierras sobre el Estrecho de Magallanes. Según Sarmiento, lo hizo a instancia de un marino norteamericano, Jorge Mebon, quien lo interesó en la idea. Mebon había sido cazador de lobos y a fines de 1841 había solicitado una concesión al gobierno chileno para la explotación de un servicio de remolcadores en el estrecho. Ante ese pedido, el gobierno designó una comisión la que se expidió aconsejando la posesión efectiva del estrecho.

Pero podemos afirmar, que se inició esa campaña periodística, con el evidente concurso del gobierno de Santiago, quien de tal forma quería movilizar y obtener el apoyo de la opinión pública de aquél país para la realización de la empresa.

La participación de Sarmiento, fue decisiva, creando opinión como resulta de la carta que Pedro Díaz de Valdéz, le remitió a Jorge Mebon el 21 de noviembre de 1842: "Su estimable del 19 que acabo de recibir me ha llenado de satisfacción al ver que su asunto progresa rápidamente, gracias a los incomparables esfuerzos de su digno amigo Sarmiento. Tengo en mi poder todos los números de «El Progreso» que se han publicado hasta la fecha y debo confesar que la materia está tratada con mucha maestría..., la relación de Sarmiento es perfectamente satisfactoria..., y no deja nada bajo la posibilidad de ser cuestionable por nadie, en presencia de los inalterables documentos que presenta. Si Ud. lo ve no deje de saludarlo en mi nombre y expresarle mi gratitud por la parte activa que ha tomado en el negocio."

Nada mejor que seguir a Manuel Gálvez, en su obra biográfica "Vida de Sarmiento - El hombre de autoridad", quien con claridad desarrolla el tema.

Dice Gálvez:

"Va a salir El Progreso cuando se le presenta (a Sarmiento) el marinero norteamericano Jorge Mebon. Le habla de la ventaja para Chile de ocupar el estrecho de Magallanes y fundar allí una población, y le pide incitar al Gobierno a dar ese paso. Sarmiento se interesa. Promete estudiar el asunto y, pronto convencido, inicia "una serie de estudios -digámoslo con sus propias palabras, escritas posteriormente- que hoy, después de ocho años, no son del todo estériles". Sí, no han sido estériles para Chile...

Comienza esta campaña en el primer número de El Progreso, el 11 de noviembre de 1842, y termina el 28. Ocho artículos, dos de los cuales se publican en dos números cada uno. Sarmiento estudia la cuestión, sin hablar de la Argentina ni de sus derechos. Habla de que Chile puede, con la posesión de Magallanes, "asegurarse un porvenir colosal"; de las "inmensas ventajas que esta habilitación del Estrecho ha de acarrearnos"; de que sus artículos habrán mostrado "la necesidad absoluta" de adoptar providencias oportunas. Y termina con varias preguntas, entre las cuales ésta: "¿Quedan dudas, después de todo lo que hemos dicho, sobre la posibilidad de hacer segura la navegación del Estrecho y establecer allí poblaciones chilenas? Pero, ¿qué se hará para aclararlas o desvanecerlas? ¿Permanecer en la inacción meses y meses? ¿Abandonarse a discusiones estériles?" Como se ve, exige la mayor urgencia.

¿Es Sarmiento el primero que se interesa por que Chile ocupe el Estrecho? El escritor chileno Armando Braun Menéndez demuestra, en Fuerte Bulnes, que el general O'Higgins pensaba en eso por lo menos desde 1841. En febrero del 42 le había escrito al Presidente Bulnes, y en agosto del mismo año al ministro Irarrázaval, sobre sus deseos de que se colonizara el Estrecho. Bulnes aceptó la idea, tanto que el 6 de abril del 42 nombró una persona para que, desde Chiloé, estudiara el asunto e informara. Pero hasta la campaña de Sarmiento no se había salido de este período previo. Por otra parte, Mebon, tan enterado de cuanto se refiere a la marina mercante y al asunto de Magallanes, creía que nada se había hecho, por cuanto se dirigió a Sarmiento. Es evidente que Mebon nada espera del Gobierno chileno, a lo menos para esos días. Más aún: existe una comisión especial para estudiar un proyecto de Mebon de organizar un servicio de remolcadores en el Estrecho -lo que, naturalmente, está relacionado con la ocupación de sus márgenes- y esta comisión, que ha dejado pasar un año, se expide al mes siguiente de terminada la campaña de Sarmiento. Y en fin, aunque el Gobierno de Chile se hubiera preocupado de ocupar Magallanes, eso no cambia en lo más mínimo la situación de Sarmiento como argentino.

El Gobierno de Chile resuélvese a proceder con rapidez, según los consejos de Sarmiento, y organiza la expedición, que parte el 21 de mayo de 1843. Y el 21 de setiembre de ese año, los expedicionarios, entre los cuales va Mebon, ocuparán en nombre de Chile, esas tierras que la Argentina considera suyas...

Estas páginas de Sarmiento no figuran en sus obras completas. El compilador dice, en una nota del tomo XXXV, no poseer la colección de El Progreso correspondiente a ese año... Pero esto es falso, pues en el tomo II figuran nueve artículos publicados por los mismos días.

Y si el compilador argentino no hizo sino reproducir una edición anterior publicada en Chile, quiere decir que el compilador chileno escondió los artículos. Sarmiento, años más tarde, en su periódico La Crónica, defenderá, en otra campaña, los "derechos" de Chile. Y en Recuerdos de Provincia se alabará así: "La ocupación de Magallanes ha salido de los trabajos de El Progreso, como la reivindicación de los títulos de posesión de Chile salió después de las investigaciones de La Crónica".

¿Cómo explicar esta actitud antiargentina? ¿Deseaba agradecer a sus favorecedores? ¿Hacer algo por Chile, para que no se le maltratara? ¿Siéntese chileno? 


Estrecho de Magallanes
Manuel Bulnes (C)


En el último artículo, editorial, que se publicó en El Progreso, el 28 de noviembre de 1842, el "argentino" Sarmiento dirá: "Concluiremos con algunas  reflexiones generales la ya harto difusa investigación sobre la posibilidad y ventajas de la colonización del Estrecho ¿Qué falta mientras tanto para que todos esos bienes puedan contarse en el número de las cosas positivas, para que en lugar de ser meras conjeturas o ilusiones risueñas pasen a ser hechos? Nada. Pues que nada sería dar el primer paso que es mandar al Estrecho algunas compañías de soldados y los víveres necesarios para su mantenimiento..."

Años después y cuando el gobierno argentino en 1847, reclama por la ocupación del estrecho por parte de Chile, Sarmiento, esta vez, desde las páginas de La Crónica, periódico que él dirige y que se edita desde principios de enero de 1849 en la imprenta que su yerno Julio Belín, ha instalado en Santiago, se dedica a defender la ocupación chilena, contra la integridad territorial argentina.

Pero sigamos el interesante relato de Gálvez.

Su más importante trabajo en La Crónica aparece el 11 de marzo (de 1849). En él ataca al gobierno de Buenos Aires, que ha reclamado a Chile, poco antes, por la ocupación del estrecho de Magallanes.

Empieza condenando estas querellas internacionales por "intereses frívolos". Cuestiones como la que "tan a deshora" suscita Rosas son indignas, mezquinas y ociosas e "invierten fondos, tiempo, atención, que debieran ser consagrados a otros intereses"; y promoverlas es propio sólo de "gobiernos engañados por una falsa gloria". Esta cuestión "ociosa improductiva para el Gobierno que la provoca", es indigna de aumentar un escándalo más en América, una desavenencia, acaso una guerra, Así estima Sarmiento la pérdida, para su patria, de territorios de formidable valor estratégico, de una de las grandes rutas del mundo...

El primer argumento que da en favor de Chile es que "un territorio limítrofe pertenecerá a aquel de dos estados a quien aproveche su ocupación, sin dañar ni menoscabar los intereses del otro". El Estrecho y sus márgenes son necesarios a Chile, en su camino hacia Europa; y para la Argentina, una posesión inútil. Si Chile abandonara el estrecho -se pregunta- "¿lo ocuparía Buenos Aires? ¿Para qué?". Y agrega: "Magallanes, pues, pertenece a Chile, por el principio de conveniencia propia, sin daño de tercero".

A este argumento se le puede objetar: que no debe considerarse sólo el interés momentáneo sino también el futuro; que la posesión del Estrecho por Chile, nación que siendo vecina de nuestra patria, pudiera llegar a ser su rival, perjudica a nuestros intereses para el porvenir; que no existe tal "principio", pues lo que Sarmiento llama así es una invención suya; y, finalmente, que, aun cuando fuese cierto lo que dice, no le corresponde decirlo a un argentino. 

El segundo argumento es el del derecho del primer ocupante. Sarmiento pregunta: "¿Quién no se siente humillado -en Chile, hay que interrumpirle- a la idea sola de mandar Chile, a consecuencia de las reclamaciones de Buenos Aires, a recoger sus colores, destruir sus poblaciones y abandonar su posesión, por condescender con un gobierno extraño?" El derecho de Chile es para Sarmiento un derecho de decoro, de dignidad, que el gobierno de Buenos Aires, "hermano del de Chile, debe cuidar de no atropellar".

El tercer argumento es que Buenos Aires ha dado su aquiescencia tácita. Sostiene él que ese gobierno ha consentido con su silencio de seis años. Este argumento, como el anterior, es bueno para Chile, pero, por eso mismo, muy malo para la Argentina.

Sarmiento considera la "pretensión" de Rosas como extemporánea, infundada, atentatoria y "provocativa de un conflicto sin motivo, y manifestación pura de un capricho y de un pretexto para encubrir malquerencia e intenciones hostiles a Chile".

Y no sólo cree Sarmiento, que el Estrecho pertenece a Chile, sino también que puede pertenecerle toda la Patagonia. Después de citar la ley de Indias de 1609, agrega: "Quedaría por saber aún si el título de erección del Virreinato de Buenos Aires expresa que las tierras al sur de Mendoza, y poseídas aún hoy por chilenos, entraron en la demarcación del Virreinato, que, a no hacerlo, Chile pudiera reclamar todo el territorio que media entre Magallanes y las provincias de Cuyo". Hoy se defiende a Sarmiento afirmando que en esos años nadie cree en el valor de la Patagonia. Pero es falso. Alberdi, en Montevideo, en El Edén del 6 de abril de 1843, había dicho: "la Patagonia, tan rica en minerales, campos, bosques, bahías, ríos navegables"...

Termina diciendo que sus consejos a Buenos Aires de dejar a Chile el Estrecho, no significan ni entrometimiento ni reproche. Y asegura que los verdaderos intereses de los pueblos "y el blanco de una política sabia, justa y provechosa" son: comercio, industria, población, inmigración, educación pública. De modo que para Sarmiento la defensa de territorios que el país creía suyos no figura entre sus verdaderos intereses...

El 29 de abril nuevo artículo, titulado Cuestiones de límites. De la Argentina le han escrito que sus páginas del 11 de marzo han desagradado, aun a personas que le son muy adictas. El autor de la carta exprésale que Magallanes, por su posición topográfica, nos pertenece y que, al crearse el Virreinato, después de creada la Audiencia de Chile, se reconocía que de él formaban parte "las provincias de Cuyo y de Magallanes".

Sarmiento contesta: sus principios son absolutos, y no datan de hoy ni se refieren solamente a Magallanes. Son aplicables a todas las cuestiones americanas, "deplorables en sus resultados, inútiles en sus consecuencias, vergonzosas en el principio que las mueve". Como se ve, a Sarmiento le parece vergonzoso el reclamar territorios que consideramos nuestros...

Aconseja a los argentinos ocuparse en reconquistar "sus propias casas, amenazadas por los salvajes", en vez de inquietarse por lugares lejanos, "sin provecho próximo ni futuro". Dice que millones de pesos y millares de víctimas se han sacrificado en los últimos diez años "a lo que se llama la integridad del pueblo argentino, aunque en cambio hayan desaparecido del mapa ciudades del interior". ¿Qué ciudades han desaparecido?

Va a repetir sus argumentos. Pero antes, declara que la cuestión de Magallanes le interesa también por un motivo personal. Recuerda, cómo en 1842, llevando adelante una idea, fecunda en bienes para Chile, "insistimos porque se colonizase aquel punto". Ahora, como entonces, tiene la convicción de que ese territorio era útil a Chile e inútil a la Argentina. Luego habla de la Patagonia, que figura en los mapas europeos cómo tierra no ocupada, y, olvidándose de que los pueblos del interior y los campos se han despoblado por causa, de las guerras que unitarios y, extranjeros promovieron a Rosas, agrega: "y no sabemos si sería obra de caridad arrebatar el terreno, para poblarlo, a un gobierno como el argentino, que no es capaz de conservar poblado el que le dejó sometido y pacífico la España".

Estrecho de Magallanes
Bernardo de Irigoyen (D)



En Mendoza, la revista La Ilustración Argentina, cuyo primer número apareció el 1° de mayo de 1849, que dirigían Bernardo de Irigoyen y Juan Llerena, tenía entre sus finalidades apoyar los intereses argentinos en la cuestión Magallanes y también contrabalancear la campaña que Sarmiento hacía en Chile contra la política de la Confederación Argentina.

Sarmiento en un nuevo artículo del 14 de julio intenta refutar los argumentos de La lustración Argentina, e insiste en la importancia de la Cédula real de creación de la Audiencia de Chile. La Ilustración Argentina lo ha tildado de "traidor".

El 29 de julio, Sarmiento en un nuevo artículo, trata de refutar los argumentos de La Ilustración Argentina.

El 5 de agosto se publica un nuevo artículo de Sarmiento, en el que recuerda todos los antecedentes, la visita de Mebon quien le pidió su concurso para incitar al gobierno chileno a la ocupación del estrecho, etc.

Sigue contando Gálvez:

Va ahora a comparar los títulos de ambas naciones a la propiedad de Magallanes, según su entender; pero, antes, expresa que sus móviles, al ventilar esta cuestión, han sido: "Defender la colonia a cuya fundación había contribuido con mis escritos; ahorrar a los argentinos un nuevo enredo, del cual no saldrían en diez años sino por una guerra ruinosa; y romperle en las manos al tirano el instrumento con que esclaviza a mi patria". Y lo hace él, un argentino, en vez del Gobierno de Chile, para que el amor propio nacional no quede interesado. Transcribe los títulos a dos columnas, frente a frente: los de Buenos Aires -no dice "Rosas"- y los de Chile, y termina con estas palabras, que un verdadero argentino sólo las cree después de haberlas visto en La Crónica y firmadas por Sarmiento: "No me ocurre como se atreve el Gobierno de Buenos Aires, en vistas de estas demostraciones, a sostener ni mentar siquiera sus derechos al estrecho de Magallanes, si bien sé que una vez que toma el freno, no suele largarlo si no le rompen las quijadas a golpes. Pero para Chile, para los argentinos, para mí, bástenos la seguridad de que ni sombra ni pretexto de controversia le queda, con los documentos y razones que dejo colacionados".

Aún no concluye aquí el asunto. La Gaceta (de Buenos Aires) le cita documentos en favor de los derechos argentinos a Magallanes, cuyo valor probatorio reconocerá él mismo cerca de treinta años más tarde.

Poco menos de tres años más tarde, el 3 de febrero de 1852, Rosas es desalojado del poder. La cuestión de Magallanes deja de tener importancia para los gobiernos que lo suceden.

En 1868 Sarmiento, el que otrora y casi un cuarto de siglo atrás, había renegado de su nacionalidad argentina, es elegido nuevo presidente de la República Argentina. Pocos días antes del 12 de octubre de dicho año, fecha ésta en la cual debía ceñirse la banda presidencial, el diario La Nación Argentina, dirigido por Bartolomé Mitre, trae nuevamente a colación el tema Magallanes y la posición sostenida antes por Sarmiento.

Sigamos con el relato de Gálvez.

En el editorial El primer disparo, establece posición frente al nuevo gobierno, y, recogiendo una "tremenda acusación" que acaba de hacer al Presidente electo El Pueblo Argentino, asegura que Sarmiento "ha sostenido en Chile, contra su patria, los pretendidos derechos de un país extranjero para despojarla de su territorio". Como el sarmientista El Nacional, no pudiendo desmentir, dijera que el futuro Presidente, "cualesquiera que hayan sido sus opiniones no puede hoy tener otras que las que sostengan el decoro y la integridad de nuestro territorio", La Nación Argentina, arguye: "como si un argentino, por no ser Presidente, estuviera exonerado de los más sagrados deberes del patriotismo". Y termina con las siguientes palabras: "Si esto resultase plenamente probado; no creemos que haya ningún hombre, cualquiera que sea su nacionalidad, que intente justificar al señor Sarmiento; pues hasta hoy; todos los pueblos del mundo han condenado del modo más terrible al que atenta contra la integridad del territorio de su país, en beneficio de un gobierno extranjero".

La denuncia causa estupor. Muchos no la creen, la suponen una calumnia. Nadie sabía palabra del asunto de Magallanes, y sorprende que los enemigos de Sarmiento no hayan utilizado semejante arma terrible durante los días de la lucha presidencial. Pero el 6 de octubre la ciudad sale de dudas. Con el título El cuerpo del delito y sin mayores comentarios, La Nación Argentina reproduce el artículo publicado por Sarmiento en La Crónica, en Chile, el 4 de mayo de 1849. Son cuatro columnas y media, precedidas por estas frases: "Vamos a entrar a la prueba que hemos ofrecido". Dice también el diario que Sarmiento "ha sido el abogado de un gobierno extranjero contra su propio país y que él "ha sugerido, ha propagado y ha hecho triunfar la idea de hacer despojar a la República Argentina de sus territorios". Y terminada la transcripción del artículo, agrega que Sarmiento, después de eso, "inició en la prensa la tarea de probar que no pertenecían, a la República Argentina, sino a Chile los territorios de la Patagonia que hoy Chile señala en sus mapas bajo el nombre de Chile oriental".

El 8 de octubre, La Nación Argentina vuelve a hablar del asunto. Transcribe el Resumen de la Cuestión Magallanes, publicado por Sarmiento en La Crónica. Sucede también que, El Nacional, el diario de Vélez Sársfield, no encontrando modo de defender a Sarmiento, dice que esa cuestión de Magallanes la hizo por atacar a Rosas; recuerda que Florencio Varela y Valentín Alsina llamaron a las armas francesas contra Buenos Aires, e invita al diario mitrista a considerar como traidores a "esos venerables argentinos"; y vuelve a asegurar que Sarmiento no entregará a Chile las tierras magallánicas. A esto último contesta La Nación Argentina, sarcásticamente, que habrá que pedir "un voto de gracia para Sarmiento, por tanta generosidad". En cuanto a lo primero, pregunta si es atacar a Rosas o a la República Argentina "el aconsejar a los gobiernos extranjeros que le arrebaten sus territorios", y exclama: "¿Son acaso de Rosas o de la República Argentina, las tierras de Magallanes?" Y en cuanto a Varela y a Alsina, no niega el órgano mitrista, vale decir, liberal y unitario, que llamaran a las armas francesas, pero dice que ellas no entraron nunca en territorio argentino y que esos "venerables ciudadanos" no ofrecieron a Francia tierras argentinas. La Nación olvida que los franceses ocuparon Martín García, y que Varela, como está probado por el testimonio del general Paz, unitario como ellos, pretendía agregar al Uruguay; las provincias de Entre Ríos y de Corrientes. ¡Como habrá gozado en Southampton don Juan Manuel, al saber que sus antiguos enemigos se llaman traidores unos a otros!

Por esos días, el marino y patriota Luis Piedrabuena, quien tanto hizo por el sur argentino, tiene intenciones de ocupar la costa del Estrecho. Viene a Buenos Aires para obtener los recursos para la empresa. A pocos días de dejar la presidencia, Mitre le promete los recursos, pero Piedrabuena espera la asunción de Sarmiento para hablar con él. Sarmiento, según Piedrabuena, le dirá: "que no teníamos marina, que costaba mucho mantener un buque de guerra; que estábamos muy pobres y que ese territorio, más bien les convenía a los chilenos por ser el paso para el Pacífico..."

Hemos visto así, quien instigó la ocupación chilena del estrecho de Magallanes. Por falta de espacio en esta edición no podemos desarrollar el tema de la actitud que ante ese hecho asumió el gobierno de Rosas, pero lo abordaremos en el próximo número de este periódico.


Fuentes

Font Ezcurra, Ricardo. "La unidad nacional", Edición Theoría, Buenos Aires, 1961.

Gálvez, Manuel. "Vida de Sarmiento - El hombre de autoridad", 3° edición, Editorial Tor SRL, Buenos Aires, 1957.

Sierra, Vicente. "Historia de la Argentina, Tomo IX, Gobierno de Rosas - Su caída - Hacia un nuevo régimen,1840-1852". Editorial Científica Argentina, 1972.


(A) "Tabula Magellanica" realizada en 1635 por el cartógrafo holandés Willem Janszoon Blaeu.

(B) Fernando o Hernando de Magallanes (1480-1521), marino portugués al servicio de la Corona española.

(C) Gral. Manuel Bulnes, Presidente de Chile en el período 1841-1851. Pintura realizada en 1841 por Raymond Monvoisin.

(D) El joven Bernardo de Irigoyen, en "La Ilustración Argentina" defendió los derechos argentinos, sobre las tierras magallánicas.

* * * * * * * * * * * * * * * 

El escritor chileno José Miguel Irarrazábal Larrain llama a Sarmiento "el antiguo campeón de los derechos de Chile a la región de Magallanes".

"La ocupación de Magallanes había sido pedida muchas veces por la prensa"(Diego Barros Arana, historiador chileno, en Un Decenio en la Historia de Chile)

Francisco J. Rosales, encargado de negocios chileno en París, publica un folleto que titula "Apuntes sobre Chile", en el cual aconseja el abandono de la colonia instalada en el Estrecho, por considerar que el mismo se encontraba en territorio argentino.

¿Para qué sirve la gloria?

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 24 - Setiembre 2012 - Pags. 6 y 7 

Durante su residencia en Francia, el Gral. San Martín acostumbraba recibir la visita de distintos personajes americanos que querían conocerlo, uno de ellos fue Domingo F. Sarmiento, quien se encontraba en Europa por encargo del gobierno Chileno. Una de estas entrevistas es la relatada por Pastor S. Obligado, publicada por el diario La Nacn de Buenos Aires el 9 de julio de 1894. La transcribimos como un homenaje al Libertador en un nuevo aniversario de su fallecimiento.

 

José de San Martín
Daguerrotipo del Gral. San Martín (A)

¿PARA QUÉ SIRVE LA GLORIA?

                                                                       Por Pastor S. Obligado

Tradición de 1849

I

Cierta lluviosa tarde de otoño, encontrábase el general D. José de San Martín en su modesta quinta de Brunnois, poco distante de París, rodeado de sus nietas e hija, en sabrosa plática sobre la patria ausente, que endulzaba las amargas horas de ostracismo.

En aquella triste soledad alegraban su vejez los juegos infantiles de dos amables criaturas que conversaban con sus muñecas, enredando y desenredando la madeja de lana con que la joven madre entretenía sus ocios en labores de aguja.

Cerca de la estufa, y entre su antiguo amigo D. Manuel Guerrico y el Sr. Sarmiento, que saboreaban el mate amargo de la emigración, cuando el interesante diálogo en que los últimamente llegados de la patria lejana trasmitían las nuevas de ella, fue interrumpido por gritos de una chiquilla que, llorosa y enfadada, vea en ademán quejumbroso a refugiarse entre los pliegues de la gran capa del abuelo, poniendo esta queja con acento dolorido:

Gran papá: la Merceditas me ha quitado el ovillo de lana.

A tiempo que la aludida, sentada sobre la alfombra, en un rincón, y envolviendo apresuradamente de la lana su muñeca, replicaba:

Sí, papá, porque hace mucho frío y la poupeé (muñeca) está desnuda.

Pero el ovillo es mío, y aquélla se lo agarra todo, porque dice que es mayor...

E irguiéndose el viejo general, a la vez que acariciaba a su desconsolada nietecita, se dirigió hacia el gran armario vecino, y abriendo la cerradura hecha por la propia mano de Luis XVI, como alguna otra de esa misma antigua mansión en que el infortunado rey se hospedara un día, sacó una cinta amarilla y punzó, pendiendo de ella una medalla de plata, y al entregársela a la quejosa demandante, le dijo:

Toma, hijita, abriga tu muñeca y decórala.

II

La hija de San Martín intervino en la infantil querella y, apaciguado el pequeño catarro, se oía siguiendo en crescendo el diálogo anterior, en que contestaba aproximándose a la estufa:

Pero, al fin, ese tirano Rosas, que los unitarios odian tanto, no debe de ser tan malo como lo pintan, cuando en un pueblo tan viril se puede sostener veinte años.

, general; pero veinte años de viva protesta armada, diseminada por toda el haz de la tierra la mejor parte de los argentinos. Fácil le fue asaltar el poder por nuestras divisiones, como sostenerse en el mismo por la falta de unidad. Paz y Lavalle, y Lamadrid, peleando por su cuenta hacia los extremos de la república, quejándose de que el comité revolucionario pretende mandar batallas desde Montevideo; y éste, a su vez, de que cada uno de los generales unitarios campea por sus respetos, contestó alzando la voz y exaltado el señor Sarmiento.

A tan larga distancia y por tantos años alejado de la escena, no me es fácil saber la verdad; pero por los ecos que hasta aquí llegan, si bien no he conocido al general Rosas, me inclino a creer: que Vv. exageran un poco, y que sus enemigos lo pintan más arbitrario de lo que sea. Sí, conocí en sus mocedades a los generales que V. recuerda. Paz; Lavalle, el más turbulento; Lamadrid, si no más valiente que éste, sin duda con menos cabeza, y si todos ellos, y lo mejor del país, como ustedes dicen, auxiliados por extranjeros, no logran desmoronar a tal mal gobierno, sin duda es porque la mayoría convencida está de la necesidad de un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20, ni que el comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al gobernador del estado.

  Sobre todo, tiene para mí el general Rosas QUE HA SABIDO DEFENDER CON ENERGÍA y en toda ocasión el pabellón nacional.

 Por esto, después del combate en Obligado, tentado estuve de mandarle la espada con que contribuí a fundar la independencia americana, POR AQUEL ACTO DE ENTEREZA, en que con cuatro cañones hizo conocer a la escuadra anglo francesa que, pocos o muchos, sin contar sus elementos, los argentinos saben siempre defender su independencia.

 Y a estas palabras, el Sr. Sarmiento, que escuchaba en silencio, comprimiendo su indignación, reclinado sobre el mármol de la estufa, como saliendo de entre las sombras:

Dígame, general, le interrumpcon vehemencia, ¿de qué sirve esa cacareada independencia a los argentinos, si cada uno de ellos lleva marcadas sus carnes con las vergas del tirano, y hasta las trenzas de las señoras son arrancadas por sus sayones, para pegarles el moño rojo de su librea? ¿Qué libertad ha dejado en pie el tirano? ¿La de asociación, la de la prensa, la de comercio, la de enseñanza siquiera? Dicen que nosotros los emigrados unitarios le calumniamos. Creo más bien que no llega vivo hasta aquí el eco lejano de las atrocidades de aquel monstruo, que empezando por asesinar al presidente de la cámara, ha concluido por fusilar a una joven embarazada...

José de San Martín
Medalla por la batalla de Bailén (B)

III

Y en esto, fijándose los anteojos, y tomando del suelo la hija del general, la medalla con que la nietecita condecorara su muñeca, leyó en ella: "Bailén, 8 de junio de 1808". E interrumpiendo el diálogo dijo:

¡Padre! ¿V. no se ha fijado en lo que le ha dado a la chica?

¿Qué? dijo San Martín con frialdad.

Es la medalla que le acordó el gobierno de España como vencedor en la batalla de Bailén y que V. ha sacado por equivocación, sin duda.

SÍ, hija, en Bailén aprendí a defender la independencia, y el valor que imprime la disciplina sobre todo ejército. Mientras que los soldados del ercito francés se entretean en robar capones y vinajeras, hasta las piedras se levantaron en España para arrojar al invasor extranjero. Allí, con menos, vencimos a los más. Tuve la gloria de ser recomendado en el parte, y después condecorado.

Pero, ¡mo deja V. este precioso recuerdo en manos de una chiquilla que no sabe lo que vale? agregó el señor Guerrico.

¡Ay, mi amigo! La gloria humana ngola comparada así como al disparo del cañón: un poco de ruido y humo. Ya en las vecindades de la tumba, se aprecian de muy distinto modo que en la primera juventud, todas esas vanidades.

Sí, pero estas cintas, cordones y medallas, señalan otros tantos capítulos de la historia de su gloria.

¿Me hará V. el favor de decirme, mi amigo, para qué sirve la gloria si un cintajo de éstos no consigue siquiera detener la lágrima de un niño?

Y San Martín, más grande que Bolívar, pues que a sus triunfos de iguales resultados agregó el mayor de todos, consiguiendo vencerse a sí mismo superior a aquel otro ambicioso con corona, pues que la cadena de sus victorias no sirvió para uncir al carro de la conquista los pueblos que libertaba con su espada, héroe al nivel de Washington, el argentino que más gloria alcanzó, juzgaba que toda la gloria humana apenas es satisfacción en cuanto llegar pueda a detener una lágrima!...

(A) Daguerrotipo del Gral. San Martín tomado en París en 1848. Placa de cobre de 12 por 10 cm. Es la única toma fotográfica que existe del prócer y se encuentra en el Museo Histórico Nacional. 

(B) Medalla por la batalla de Bailén librada entre las fuerzas españolas y francesas el 19 de julio de 1808. Por su destacada actuación, San Martín fue ascendido a teniente coronel.

* * * * * * * * * 

Pastor Servando Obligado (1841-1924)

José de San Martín

Fue hijo de Pastor Obligado, primer Gobernador de la secesionada Provincia de Buenos Aires.

Escribió historias nacionales y de sus viajes a través del mundo que se editaron en los 10 volúmenes de "Tradiciones Argentinas" de gran repercusión en su época. Fue jurisconsulto e historiador. Combatió en Pavón y en 1863, alcanzó notoriedad con un discurso pronunciado llamando a la solidaridad americana con motivo del bombardeo al puerto del Callao por la escuadra española.

Colaboró con revistas, periódicos y diarios.

Fue miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua, de la Real Academia de la Historia de Madrid, de la Junta de Historia y Numismática (actual Academia Nacional de la Historia), entre otras instituciones.