martes, 1 de diciembre de 2015

El HMS Orama

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año X N° 37 - Diciembre 2015 - Pag. 16 

El HMS Orama

Vapor Mitre
HMS Orama


           El Orama botado a mediados de 1911 fue una de las últimas naves que se incorporó a la Orient Line, para cubrir la ruta Londres-Australia.

            Con motivo del estallido de la Gran Guerra tres años después, el navío fue requisado por el Almirantazgo para ser transformado en mercante armado o crucero auxiliar de la marina británica el 3 de septiembre de 1914 como HMS Orama y empleado en la búsqueda de naves enemigas en el Atlántico Sur .

            El 14 de marzo de 1915 participó junto al HMS Kent y al HMS Glasgow en el hundimiento del crucero liviano alemán SMS Dresden que se encontraba fondeado frente al archipiélago chileno de Juan Fernández.

            El HMS Orama fue la nave que intervino en el apresamiento del vapor argentino Presidente Mitre.

            A mediados de octubre de 1917 fue torpedeada y hundida por el submarino alemán U-62, mientras navegaba al sur de Irlanda en el Atlántico Norte.

Discurso de Estanislao S. Zeballos

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año X N° 37 - Diciembre 2015 - Pags. 10 a 16 

Revista Caras y Caretas
Revista Caras y Caretas del 8 de setiembre de 1923


Discurso de Estanislao S. Zeballos en la Cámara de Diputados

En la Reunión N° 50 de la Cámara de Diputados de la Nación del día 6 de diciembre de 1915 (Diario de Sesiones pág. 38 y sgtes.) el diputado Zeballos (ver su biografía en ER 21 pág. 4) con  motivo del apresamiento del vapor "Presidente Mitre", en un largo y profundo discurso hizo una encendida defensa de la soberanía nacional sobre las aguas del Río de la Plata y la ilegitimidad de ese apresamiento, todo ello ante la pasividad demostrada por el gobierno argentino. Lo que sigue es una parte de esa importante disertación.

 

Señor Presidente, trataré otro punto capitalísimo de la cuestión, y lo haré con un propósito diplomático muy alto y previsor. El tema es el siguiente: ¿Cuál es la condición del Río de la Plata ante el criterio y el derecho convencional de la Gran Bretaña? 

Sucede a menudo, señor presidente, en estas sociedades nuevas, que todavía no tienen tradición mental, que los hombres, aún los llamados "intelectuales", repiten con ligereza pasmosa todo lo que escuchan! Bueno sería que lo repitieran tal como lo oyeron; pero cada uno le agrega algo y la versión suele resultar, al fin, desatinada. He aquí un ejemplo:

Corren vagos rumores sobre el Río de la Plata y la Gran Bretaña. Los unos los atribuyen a conversaciones que dicen que tuvo el ministro argentino en Londres; los otros a palabras del desventurado almirante Craddock, que no puede rectificarlas desde el fondo del Pacífico; los demás a declaraciones de un ministro inglés en Montevideo todo para afirmar que la Gran Bretaña considera el Río de la Plata mar libre y que solamente, reconoce tres millas de jurisdicción a contar desde cada costa.

Estudiaré este asunto, señor presidente, que, como se colige, es muy. grave! 

Parecería. que aquello fuera cierto y que lo hubiera  aceptado el gobierno argentino, pues así se explicaría su inacción ante el Orama y su presa; que están en nuestras aguas todavía -esta mañana se hallaban a la vista del pontón-faro de Recalada, que alumbra la entrada a Buenos Aires- parecería que el gobierno argentino hubiera deseado declarar tácitamente urbi et orbe, por el silencio estudiado de su mensaje y por sus actos, negativos, que en efecto el Río de la Plata ha dejado de pertenecer a la República Argentina, sin que todavía la hayan vencido y sin arriesgarnos siquiera a presentar una protesta altiva, que cubra el honor nacional en el presente y la soberanía en el futuro!

Felizmente voy a probar que todo ello es una conseja, inventada por los enemigos de la República Argentina, por los sacerdotes del templo de la Confraternidad, que hace diez años trabajan al gobierno de los Estados Unidos -según documentos que tengo aquí- y al gobierno británico para que pongan su espada en el Río de la Plata, pues, si no ha de ser de ellos, es preferible que sea de las potencias que lo pretendieron sin éxito durante la época de Rosas.

Como lo demostraré, si esto sucediera en la generación actual, sería un retroceso incalificable respecto del pasado, porque Rosas, tirano y condenado por la historia, era, sin embargo, un gran carácter y un gran talento, que impuso a las potencias europeas -a Francia y a Inglaterra aliadas- el reconocimiento absoluto de nuestra soberanía sobre el Río de la Plata y sobre los ríos interiores, qué ellas codiciaban con sus cañones y que respetaron en los tratados, saludando a nuestra bandera. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos en las galerías).

No creo que sea menos digna la República Argentina fuerte y rica de 1915, que lo era aquella republiqueta gauchi-política de 1845, con 800.000 habitantes, sin escuadras y sin ejércitos, para medirse con los formidables aliados, y que sin embargo pudo realizar lo que la honorable cámara va a admirar -no lo dudo- a la simple lectura de documentos que, si bien tienen las manchas de sangre de la dictadura, son aisladas, glorias nacionales de que me honraría en ser solidario. (¡Muy bien).

Sin detenerme, señor presidente, sobre las numerosas declaraciones de la Gran Bretaña en sus relaciones de guerra y de paz con la corona de España, sobre el Río de la Plata, debo mencionar al pasar algunos antecedentes, porque es necesario que el pueblo argentino y que los señores diputados, que no tienen oportunidad de hacer estudios detenidos, difíciles, por otra parte, por la falta de documentación, los conozcan; y he de ofrecerles todos los medios de convicción, porque es mi ferviente aspiración contribuir a formar una opinión pública argentina consciente, fundada en el estudio crítico de los documentos, y de los hechos, en su análisis por todo hombre razonable, animado por su propio y sincero sentir patriótico.

Esta tradición del reconocimiento por la Gran Bretaña de la soberanía argentina exclusiva -es el término que emplean las negociaciones sobre el Río de la Plata que leeré luego-, arranca a principios del siglo XVIII, y no se ha interrumpido sino en el año 1915, con el apresamiento del vapor Presidente Mitre! 

El 26 de marzo de 1713, España e Inglaterra subscriben el tratado que se llamó de Asiento, que consistía en el derecho de introducir negros en el Río de la Plata, donde los súbditos ingleses debían tener algunas porciones de tierra que su majestad el rey de España se dignó concederles, y al mismo tiempo, como soberano del Río de la Plata, les permitió que lo navegaran.

El tratado preliminar de 27 de marzo de 1713 hace una concesión análoga a los ingleses. El tratado del 26 de marzo de 1716, entre España e Inglaterra, repite aquella concesión. La transacción celebrada entre España e Inglaterra el 26 de mayo de 1771, hace cesar las diferencias en el Río de la Plata y en las islas Malvinas y se concede la navegación de estas aguas. La convención entre España e Inglaterra, de 14 de julio de 1786, reconoce todas las posesiones coloniales de España en el Río de la Plata. El tratado de paz entre España y la Gran Bretaña, firmado en Madrid el 5 de julio de 1814, concede a Inglaterra el tratamiento de la nación más favorecida, en el Río de la Plata.

Después de 1814, no hay sino aquel raro y curiosísimo tratado celebrado por Artigas en 1817, con el teniente de navío británico, que no tenía plenipotencia, míster Edward Franklin, y que ha sido revelado por los mismos uruguayos, pues lo ha publicado el ilustre historiador montevideano Bauzá en su obra "Historia del Uruguay" (tomo III, pág. 826). Es un documento en el cual Artigas y el comandante inglés reconocen la jurisdicción absoluta del Río de la Plata a la República Argentina, no atribuyendo al Uruguay sino el uso de los puertos.

Después de esos hechos, las cuestiones del Río de la Plata entre la Gran Bretaña y la República Argentina vuelven a surgir con motivo de la celebración del tratado de paz de 1828, con el Brasil, [ Nota del Director: entre Brasil y Argentina ] que llamó a la República Oriental del Uruguay a la vida independiente. La negociación de este tratado es interesantísima por las declaraciones que hizo la Gran Bretaña, mediadora en el conflicto para obtener la paz entre el Brasil y nuestra República.

…En 1826 los gobiernos del Brasil y de Buenos Aires aceptaron la mediación de la Gran Bretaña, deseosos de llegar a bases que dieran por resultado la paz, fundada en la exigencia del gobierno de Buenos Aires, de que se independizara del Estado Oriental, que pertenecía entonces al Brasil.

Se celebró bajo la mediación inglesa, el tratado de 1828; pero durante las negociaciones, el Brasil promovió la cuestión de la libre navegación del Río de la Plata y de los ríos interiores. El Imperio deseaba sacar en esta oportunidad la ventaja de que el gobierno argentino le asegurara la navegación en las mismas condiciones en que la tenían sus nacionales.

Era razonable la exigencia del Brasil, porque ocho de sus provincias, ricas y algunas de ellas viriles, no tenían entonces otra comunicación con el mar, con su capital y con el mundo, que los canales de Martín García. Deseaba, pues, razonablemente, que la República Argentina le asegurara en el tratado de paz la libre navegación de los ríos, para no ahogar a sus provincias interiores. En consecuencia, propusieron un artículo secreto, que debía agregarse al tratado. de paz. Hélo aquí: 

"Ambas altas partes contratantes se comprometen a emplear los medios que estén a su alcance, a fin de que la navegación del Río de la Plata y de todos los otros, que desagüen en él, se conserve libre para el uso de los súbditas de las dos naciones, por el tiempo de quince años".

Pero los argentinos desconfiaban del Brasil y el Brasil desconfiaba de los argentinos. Temían los plenipotenciarios de Buenos Aires que el Brasil lo convirtiera a los quince años en un privilegio permanente, porque era más fuerte que la República Argentina, y, a su vez, los plenipotenciarios brasileños temían que la República Argentina, no obstante comprometerse a darle la libre navegación por quince años, la cerrara cualquier día, porque tenía la llave en el pasaje de Martín García, invulnerable. Entonces, medió la Gran Bretaña, autorizando a lord Ponsomby para que interviniera. Los dos gobiernos le hablaron de la garantía de que este tratado de libre navegación del Río de la Plata y de sus afluentes sería mantenido durante los quince años con fidelidad por la República Argentina respecto del Brasil, y que, cumplidos los quince años, el Brasil volviera al estado anterior, si no se celebraba un nuevo convenio.

La mediación fue aceptada, y ella significaba una confirmación evidente de los derechos que la República Argentina tenía sobre el Río de la Plata, porque la Gran Bretaña habría garantizado el cumplimiento de una concesión que, a dominio hacía nuestro país al Brasil.

Lord Ponsomby, en su nota de 27 de septiembre de 1826, decía: "Respecto de la otra garantía, que también fue objeto de discusión entre vuestra excelencia y yo, a saber, le garantía por su Majestad Británica de la libre navegación del Río de la Plata para las partes interesadas, no me creo obligado a hablar en los mismos términos estrictos, y no ocultaré a vuestra excelencia mi particular opinión de que, si los beligerantes juzgasen que tal medida era necesaria y esencial para conseguir una pacificación, mi gobierno no se rehusaría a escuchar la propuesta, con una fuerte disposición a hacer todo lo que le pareciera necesario y que esté dentro de los límites de su política, para alcanzar aquel objeto". Es decir: la paz.

¿Cuál era la política británica en el Río de la Plata a que se refiere Lord Ponsomby?

El mismo la explica en estos términos, en su nota de 9 de octubre de 1826: "Es un error de primera magnitud suponer que Inglaterra tiene un interés permanente en el arreglo de los negocios de estos países, que pueda inducir al gobierno británico a apartarse de su política conocida". (La política de la prescindencia). "No desea motivar que se suponga que consentiría en garantizar cualquier arreglo duradero en Sud América con un propósito que no sea sincero, y la idea de la garantía particular, pedida por su excelencia el presidente de la República Argentina, haría nacer tal suposición. Inglaterra es amiga de la República de las Provincias Unidas y lo es del imperio del Brasil y desea la restauración de la paz entre dichos países. Inglaterra pone, pues, su interés en la común prosperidad de ambos países. Sin embargo, si para asegurar la paz es necesario que el gobierno británico dé su garantía, el abajo firmado declara, privadamente, que cree que su majestad podrá ser inducida a dar su garantía por: la libre navegación del Río de la Plata, siempre que ambas partes se lo pidan".

No llegó el caso, señor presidente, de que se pidiera esta garantía; porque la República Argentina, procediendo con cordura acordó al Brasil lo que no podía negarle como nación civilizada: la navegación de los ríos que nacen en su propio territorio y que la Constitución del 53 declaró libres para todas las banderas, bajo nuestra soberanía y legislación.

Así quedó establecido en 1826 por el Brasil y la Gran Bretaña. que la única potencia que podía hacer concesiones en el Río de la Plata era la República Argentina! 

En 1845, señor presidente, aparece en Europa el vizconde de Abrantes, eminente diplomático brasileño; con una misión peligrosa ante las cortes europeas. La misión tenía por objeto, concertar una intervención armada en el Río de la Plata, a fin de libertar al Estado Oriental.

La misión de Abrantes tuvo éxito: los gobiernos de Francia y de Inglaterra le ofrecieron su concurso; los otros países, con ser potencias, no quisieron mezclarse en la aventura! 

Pero la iniciativa del Brasil no respondía a libertar al Estado Oriental, sino a obtener del gobierno de Rosas la libre navegación de todos los ríos que había cerrado para todo el mundo, política perfectamente explicable en el Brasil, por las razones que antes he dado, y que debió obtener cultivando la amistad con nosotros y no desarrollando intrigas en Europa.

Las potencias europeas firmaron su convención de alianza y de intervención; y el Brasil reclamó parte en ella ofreciendo su ejército y su escuadra como tercer interventor; pero las potencias le agradecieron cortésmente, y rehusaron su concurso, recordándole que era rival de la República Argentina. Las potencias no iban, dijeron, a aplastar a la Confederación Argentina, sino a obtener de ella la libre navegación de los ríos interiores y del Plata. El Brasil quedó desairado. Nos hizo el mal de traemos una intervención europea y no sacó ventaja alguna de ella! 

En 1845 llegó al Plata la abrumadora intervención anglo-francesa. Se libró el combate de Obligado, que no es un episodio insignificante de la historia argentina, sino glorioso, porque en él se defendían principios, se jugaba la suerte y el porvenir de nuestro país en estos términos: o el Río de la Plata es un mar libre, o es un río exclusivamente argentino; o los ríos interiores pertenecen a la República Argentina o quedan abandonados al tratamiento del derecho internacional, como ríos libres, entregados a la influencia de todas las banderas, cosa muy distinta de la libre navegación reglamentada por las leyes y decretos argentinos! 

La intervención anglo-francesa empezó a ser batida por el Río de la Plata, es decir, por la naturaleza. Montevideo estaba sitiado por el general Oribe; Maldonado y toda la costa, en poder de las divisiones del ejército de Rosas, y por consiguiente, los buques pasaban meses y años -y era una escuadra formidable- balanceándose. en el río, sin poder refrescar los víveres, sin bajar a tierra; sin reposo, atacados por el escorbuto y muriéndose ...

Rosas conocía esta situación y alejaba el momento de la paz, para sacar todas las ventajas.

En el Parlamento inglés y en las cámaras francesas se sucedían las interpelaciones con motivo de la intervención. Entre tanto Rosas hacía esta política: estimular el comercio inglés y francés en la República Argentina, que era muy importante, para inducir a Inglaterra y Francia a celebrar la paz, satisfaciendo el honor de la Confederación Argentina agredida! 

Carezco de tiempo para exponer a la honorable cámara esa negociación, que consta en los dos volúmenes que tengo a la mano, no obstante su importancia para este asunto; pero recomiendo a la juventud argentina que lea esas páginas admirables, por el estilo literario de las notas, por la exquisita cultura, por la galantería caballerosa con que se trataban aquellos enemigos que se batieron, sin embargo, heroicamente en Obligado, por los actos gentiles que unos y otros se prodigaban y por la firmeza, por el talento y por la sagacidad con que Rosas preveía que Inglaterra y Francia capitularían al fin!

En 1846 y 1847 la flota se sostenía penosísimamente. Inglaterra, que siempre ha demostrado en su política y en sus guerras un buen sentido admirable, envió un representante, el caballero Thomas Samuel Hood, con el objeto de buscar algún medio de contraer amistad con Rosas y de iniciar negociaciones de paz.

El Río de la Plata estaba bloqueado; había corrido sangre en Obligado; las chalupas se cañoneaban en el puerto. Pero Rosas dejó desembarcar a Hood, lo recibió como ministro y le colmó de atenciones. Corre la leyenda de que para ser obsecuente y caballeresco, como que Rosas era de tradición aristocrática, alquiló una casa en la calle San Martín, la amuebló con lujo y dijo: Ofrézcansela al mister. (Risas)

Mr. Hood se alojó en la casa. Detrás del aparador del comedor había una puerta secreta, según aquella tradición; y durante una fiesta oficial del ministro de relaciones exteriores, alguien penetró a la legación británica y leyó las instrucciones de Mr Hood, que le ordenaban hacer la paz con Rosas. Con ese dato, el dictador aumentó sus obsequiosidades y en una tenida personal, con el consejo de su ilustre ministro, a quien la República Argentina no ha acordado aún la reputación intelectual y diplomática que merece, y tal vez ni lo recuerde, con el doctor don Felipe Arana, redactaron un proyecto de tratado cuyo artículo 4° establecía como condición indispensable para hacer la paz, que la Francia y la Inglaterra saludaran al pabellón argentino con 21 tiros de cañón, porque la intervención era una ofensa nacional. Los ríos de la Plata e interiores pertenecen a la soberanía argentina, que los legislará según le convenga. Tal era la otra base esencial.

Mr. Hood discutió, resistió; pero al fin dijo, que convencido de la sinceridad de su país y del cariño que tenían los ingleses al pueblo argentino (léase a su comercio), estaba resuelto a subscribir el proyecto, y lo subscribió.

Empezaba la navegación a vapor en esos tiempos y el Cassini embarcó a Mr. Hood con el tratado. Pero hubo cambio de política en Inglaterra y el tratado fue desaprobado. Dijeron que era una debilidad de Mr. Hood, que, no obstante ser un notable caballero inglés, no había tenido la perspicacia diplomática necesaria y agregaron que era necesario enviar dos grandes hombres de Europa, cuya personalidad y reputación se impusiera al dictador, y al mismo tiempo le hicieran comprender que los ríos de esa naturaleza pertenecen a la humanidad; bajo la influencia de los estados que dominan en el mundo.

Vinieron así, en representación de Inglaterra Lord Howden y como agente diplomático de Francia el príncipe Colonna Walewski, emparentado con Napoleón.

Cuando llegaron al puerto mandaron decir a Rosas que estaban enfermos, balanceándose en el río, comiendo carnes saladas, afectados por la larga travesía. Rosas les hizo saber que si bien la República Argentina estaba en guerra con los países que representaban, era una nación culta; que podían desembarcar, pues en la ciudad de Buenos Aires no se desconocían las virtudes de la antigua hospitalidad!

Desembarcaron los plenipotenciarios, se mezclaron a la primorosa sociedad porteña y manifestaron a Rosas, según consta en el mensaje que éste mandaba a la legislatura anualmente y en mensajes especiales, que estaban dispuestos a aceptar la paz sobre la base del tratado celebrado con Mr. Hood, pero con pequeñas modificaciones.

Rosas solicitó el envío de las modificaciones, que consistían en la supresión del saludo a la bandera, la devolución de los trofeos tomados en las invasiones inglesas de 1806-7 y la declaración de que los ríos quedaban sometidos al derecho internacional y no a la legislación argentina!

Rosas les rechazó el proyecto declarando que la República Argentina continuaría la guerra. En seguida hizo publicar en el diario oficial un artículo, recurso que los gobiernos europeos usan a menudo para producir cierta intimidación en los diplomáticos, artículo que la honorable cámara me permitirá que lea porque es muy breve y al mismo tiempo por el objeto estratégico y de cancillería que tenía, lo que puede ser una lección saludable para todos los tiempos!

-Después de una pausa dice el orador: 

No encuentro en este momento la cita, pero luego aparecerá ...

Llegaban por entonces noticias desfavorables a Inglaterra y el gobierno fue interpelado en la cámara de los comunes por el duque de Richmond, eminentísimo personaje histórico inglés, quien presentó una petición de los comerciantes de Liverpool en la cual anuncian que el comercio inglés en el Río de la Plata perece y que es necesario que el gobierno británico se preocupe de la situación. En la página 1306 del "Parlimentary Debates", de la Gran Bretaña, edición de Londres, 1845,sesión de 27 de junio del mismo año, se lee lo siguiente:

"El duque de Richmond presenta una petición de los banqueros, mercaderes y tratantes de Liverpool, solicitando la adopción de medidas para conseguir la libre navegación en el Río de la Plata. También presenta una petición del mismo tenor de los banqueros, mercaderes y tratantes de Manchester. El conde de Aberdeen (jefe del gobierno), dijo que se sentiría muy feliz contribuyendo por cualquier medio a su alcance a la libertad de la navegación del Río de la Plata, o de cualquier otro río del mundo, a fin de facilitar y extender el comercio británico. Pero no era asunto tan fácil, como lo sostenían los peticionantes, abrir lo que allí habían cerrado las autoridades legales".

"Este país [ se refiere a la República Argentina ] se encuentra en la actualidad preocupado en el esfuerzo de restaurar la paz en el Río de la Plata, y abrigo la esperanza de que con este resultado se obtendrá un mejoramiento del presente estado de cosas y una gran extensión de nuestro comercio en esas regiones; pero podríamos perder más de lo que posiblemente podríamos ganar; si al tratar con ese estado, nos apartáramos de los principios de la justicia. Pueden estar equivocados en su política comercial y pueden obstinarse siguiendo un sistema que nosotros podríamos creer impertinente e injurioso para sus intereses tanto como para los nuestros; pero estamos obligados a respetar los derechos de las naciones independientes, sean débiles, sean fuertes".

¡He aquí lo que empezaba a imponer Rosas al Parlamento inglés con aquella su política de resistencia, diestra, grande y viril! 

Entonces sucedió, señor presidente, lo que no he tenido la fortuna de producir ahora en la República Argentina. La legislatura de Buenos Aires, compuesta de los hombres más respetables de la ciudad, fundadores de las familias patricias que viven ahora mismo y cuyos nombres voy a leer, para hacerles honor, interpeló al Poder Ejecutivo, como lo he hecho en este caso, no para perturbarlo en el manejo tan poco feliz de las relaciones exteriores, sino para ofrecerle el concurso del país, ante el agresor extranjero! 

Estaban en la sesión a que me refiero: [ Nota del Director: nombra a todos legisladores Después de discutida la situación de los negocios exteriores, le dirigieron a Rosas esta minuta de comunicación: "La habilidad y el acierto con que vuestra excelencia ha manejado esta negociación, ha obligado a los ministros a confesar las miras verdaderas de sus gobiernos. Toda la negociación ha venido a escollar en un punto del todo extraño a los mismos pretextos con que se estableció la intervención. La independencia del Estado Oriental, la humanidad, la civilización, los intereses del comercio, todo, todo ha venido a hundirse y a ahogarse bajo el peso de la pretensión ambiciosa y atentatoria de señorearse en nuestros ríos. Los representantes ven en esto justificada su opinión de que esta maldecida intervención ha tenido y tiene el verdadero carácter de una guerra de conquista. La pretensión sobre los ríos y hasta el modo de establecerla vienen a probarlo acabadamente. Los gobiernos de Inglaterra y Francia han mandado dos personajes de alto rango para intimarnos que nos conformemos con el artículo 5° que ellos proponen: porque este artículo ha sido redactado por los jurisconsultos de aquellas dos naciones, después de estudiado el punto, y los dos plenipotenciarios no tienen ni capacidad para discutido, ni poder para reformarlo. Si la pretensión es ofensiva y atentatoria a nuestra soberanía, no lo es menos el modo singular de querer establecer que los derechos y las leyes de un estado independiente deben entenderse según la opinión de los abogados de las coronas de Inglaterra y Francia, principio con el que la diplomacia inglesa y francesa podría intentar esclavizar al mundo entero". 

Ante esta uniformidad y decisión de los poderes públicos, Lord Howden y el príncipe Colonna Walewski partieron para Europa! 

Y aquí me cae a la mano por casualidad el artículo del diario que no pude leer hace un instante y que deseo que quede en el diario de sesiones. Dice: "Pero preguntaremos, ¿con qué título la Inglaterra y la Francia vienen a imponer restricciones al derecho eminente de la Confederación Argentina de reglamentar la navegación de sus ríos interiores? Y ¿cuál es la ley general de las naciones ante la cual deben callar los derechos del poder soberano del Estado, cuyos territorios cruzan las aguas de estos ríos? ¡Y qué! ¿la opinión de los abogados de Inglaterra, aunque sean los de la corona, se sobrepondrá a la voluntad y a las prerrogativas de una nación que ha jurado no depender de ningún poder extraño? Pero los argentinos no han de pasar por estas demasías: tienen la conciencia de sus derechos y no cederán a ninguna pretensión indiscreta. El general Rosas les ha enseñado prácticamente que puede desbaratar las tramas de sus enemigos por más poderosos que sean. Nuestro código internacional es muy corto. Paz y amistad con los que nos respetan, y la guerra a muerte a los que se atrevan a insultarnos".

Revista Caras y Caretas
Revista Caras y Caretas N° 897 del 11 de diciembre de 1915 (A)

Entretanto, el parlamento inglés, sorprendido por el fracaso de la intervención de los aliados, tomó una participación más importante en la cuestión y se alzó la voz del entonces diputado D'Israeli, más tarde Lord Beaconsfield, que ha influido extraordinariamente en la grandeza actual de la Gran Bretaña. D'Israeli dijo a la cámara de los comunes: que había quebrado una casa, de Liverpool, por los negocios de Buenos Aires, y quebrarán otras casas. Y qué hacen las escuadras británicas? ¿Qué hace la que ha sido retirada de Sud África para reforzar el bloqueo del Río de la Plata? ¿Para qué se gasta tanto dinero? Y agregó un canto de honor para la diplomacia de Buenos Aires. Dijo: "Séame permitido recordar a la Cámara esta circunstancia sin precedentes en la diplomacia en ningún país, que hemos empleado seis enviados extraordinarios en aquella parte del mundo sobre misiones que probablemente nadie entiende, para propósitos que todos sentimos, porque los intereses británicos padecen en gran manera, y creo que en este momento no hay la más leve apariencia de que este país obtenga ninguna clase de satisfacción; por lo que sabemos, estamos más distantes que nunca de la terminación del negocio. Estoy obligado a formar opinión, en ausencia de toda información de parte del gobierno, por lo que he leído de diarios extranjeros del país en cuestión; pero, ¿no es especialmente el deber de la Cámara, al votar estas inmensas sumas, averiguar cómo es que el experto Mr. Mandeville, nuestro ministro en Buenos Aires, recibió instrucciones que no tuvieron el deseado resultado y fue llamado a Inglaterra, que Mr. Ouseley fue enviado en una misión especial y retirado; que el esforzado Mr. Hood fue despachado y el caballeresco Lord Howden y nuestro amigo Mr. Gore, y ahora un nuevo ministro está en este momento en camino, no para Montevideo, sino para Buenos Aires, y no hay la más leve información dada a la nación británica por el ministro, mientras que casas mercantiles de gran importancia están quebrando a consecuencia de no arreglarse aquellos asuntos? Los gastos de seis millones han sido votados por esta cámara, seguramente es éste el tiempo de preguntar ¿qué perspectiva hay de una terminación satisfactoria de estas negociaciones, de que nuestros derechos sean vindicados y nuestros intereses protegidos en aquella región? ¿qué número de fuerzas tenemos allí? ¿Si es a causa de ese número extraordinario que los buques que cruzaban la costa de África han sido enviados para continuar allí operaciones de guerra?".

A este anuncio de que Inglaterra había tenido seis diplomáticos derrotados, desde 1845 a 1848, se conmovió Lord Palmerston; y aquella gran figura de la historia inglesa, que me merecerá siempre el mayor respeto por el homenaje que tributó a los derechos argentinos en la cuestión de los ríos, explicó la situación llegando a esta solemne declaración, que abría nuevos horizontes:

"Con respecto al derecho de navegación (es decir a lo que hizo fracasar las seis misiones) estamos dispuestos a convenir en que los principios del derecho de gentes que mantenemos en Europa establece que los países por donde pasan los ríos -si fueran realmente ríos y no brazos de mar- tienen el derecho de gobernar su navegación".

Empezaba, pues, a triunfar Rosas en el parlamento inglés; y el diputado Urquhar terminó su discurso con estas palabras: "Conforme al derecho público, no debe entrar en las miras del gobierno de Inglaterra y de Francia abrir comunicación con la provincia Argentina del Paraguay, porque es justo que se respeten los derechos, de la Confederación sobre esa parte integrante de su territorio; y en cuanto a la navegación de los ríos, el gobierno argentino no sólo es dueño de reglamentarla, sino también de cerrarla a los pabellones extranjeros, porque se debe considerar que la embocadura del Río de la Plata es una pertenencia de la Confederación Argentina y no un brazo de mar".

El parlamento inglés había decidido el conflicto del Río de la Plata, y de acuerdo con esta actitud, Lord Palmerston acreditó un cónsul en Buenos Aires, por vía de ensayo. Llegó el cónsul a las balizas exteriores, mandó una nota amable al dictador Rosas y éste contestó que no podía recibir delegados consulares o diplomáticos de la Gran Bretaña mientras no fuera saludado el pabellón argentino con veintiún tiros, porque la intervención había sido una ofensa a la Confederación Argentina! 

Después de esta actitud rechazando al cónsul, como estaba el río una poderosísima escuadra inglesa, temió que bombardearan si no Buenos Aires, por lo menos la Ensenada, y suavizó la herida con una nota al comandante de la escuadra bloqueadora, avisándole que el gobierno argentino, para dar una prueba de sus buenos sentimientos hacia Inglaterra, se complacía en devolverle un cañón y una bandera británica que la corbeta Federal había apresado. Inmediatamente el comandante inglés, conmovido ante este acto de hidalguía, y no obstante la guerra, devolvió todos los cañones que nos habían tomado los aliados en Obligado.

El cambio de la bandera y de los cañones halagó a Lord Palmerston y mandó al plenipotenciario, histórico en nuestro país, lord Southern, aquel caballero que el dictador hizo caricaturar en la forma de un toro que se va y a quien él tiraba enlazado de la cola, preciosa caricatura que puede verse en el libro de Pradére sobre Rosas. ¡Lord Southern a quien hacía pisar maíz al lado de Manuelita Rosas y al mismo tiempo lo trataba con exquisita galantería! 

Cuando lord Southern llegó al puerto; tampoco fue recibido! ..., La República Argentina no puede recibir agentes británicos, no obstante sus grandes deseos de paz y de todo lo que ha hecho para demostrar su buena voluntad a la Gran Bretaña, hasta que la Gran Bretaña y Francia no saluden al pabellón argentino con veintiún cañonazos, porque la han ofendido. Tal era la actitud irreductible del dictador! 

Lord Southern quedó en el puerto, balanceándose en su buque. Todo el mundo sabe lo que es el Río de la Plata en mal tiempo, y de ello algo recuerdan los radicales que lo habitaron en alguna oportunidad (risas). El eminente caballero escribió al dictador diciéndole que trataría, que no estaba muy distante de aceptar las bases de míster Hood las del año 1846. Estábamos en el año 49, el bloqueo había empezado el 45. En Buenos Aires nadie se había amedrentado, aquí nadie había creído que Francia y la Gran Bretaña se comerían los niños crudos; todo el mundo tenía fe en el gobierno y el país pobre resistía muy bien! El comercio inglés, que entonces era poca cosa al lado de lo que es actualmente en la República Argentina, influía también, porque deseaba que se arreglara esta cuestión perdida para las potencias! Entonces, Rosas hizo bajar a tierra a míster Southern que resistía al artículo tercero, relativo al saludo del pabellón, y resistía al artículo quinto, sobre el derecho de los ríos. Al fin capituló, aceptando los dos artículos, es decir, la fórmula Hood, largamente resistida por los aliados y sus diez plenipotenciarios sucesivamente derrotados por el carácter de Rosas, que era toda la fuerza del país!.

Rosas adoptó un temperamento galante para que este ministro, que estaba identificado con la alta sociedad argentina, no sufriera mortificación por aquello del saludo al pabellón. Era costumbre entonces que todos los años el 24 del mes de América, como se llamaba al de Mayo, se realizara algún acto oficial en honor del natalicio de la reina Victoria; pero desde 1845 nada se había hecho, y, con gran sorpresa de míster Southern después de escribir éste que aceptaba las bases del tratado que había sostenido Rosas desde 1846, recibió aviso del Dictador, de que se haría una salva en honor de su ilustre y graciosa majestad la reina Victoria, como acto de deferencia y de respeto del gobierno argentino.

¡Al día siguiente, señor presidente, sin que nadie le requiriera a la Gran Bretaña el cumplimiento del tratado, entraba a Los Pozos la corbeta Harpy (1) y, enarbolando el pabellón argentino al tope de proa, hizo el saludo de veintiún cañonazos, quedando cumplida la paz! (El orador queda profundamente conmovido durante algunos instantes).

…Triunfaba, pues, y con los honores de la guerra, el principio de la soberanía absoluta de la República Argentina sobre el Río de la Plata y sobre los ríos interiores.

(1) En realidad fue la fragata Southampton la que ingresó enarbolando el pabellón argentino.

(A) La revista Caras y Caretas N° 897 del 11 de diciembre de 1915 da cuenta del apresamiento del "Presidente Mitre". La caricatura lleva por título el lema en francés antiguo que ostenta el escudo británico: "Honi soit qui mal y pense", que traducido significa: "Maldito sea quien piense mal" o también "Que el mal caiga sobre aquel que piense mal".

Cuaderno de Bitácora de HMS Orama

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año X N° 37 - Diciembre 2015 - Pag. 9 

Cuaderno de Bitácora de HMS Orama

Hoja correspondiente al día 28 de noviembre de 1915 al cuaderno de bitácora (Libro en que se apunta el rumbo, velocidad, maniobras y demás accidentes de la navegación -Dicc. Real Academia) del HMS Orama.

Allí figuran anotados los datos correspondientes a la captura del Presidente Mitre:

"1.14pm: Came up and stopped Hamburg S.A. SS Presidente Mitre, Lat 36-52 S, Long 56 27 W // 1.20pm: Boarding officers and armed guard left  // 3.30pm: Boat returned with 21 German Prisoners…"

Vapor Mitre

  

El apresamiento del vapor Mitre

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año X N° 37 - Diciembre 2015 - Pag. 1 a 8 

 

El apresamiento del vapor "Presidente Mitre"

por Norberto Jorge Chiviló  

Vapor Presidente Mitre
Estanislao Severo Zeballos 
N. el 27 de julio de 1854 en Rosario - F. en Liverpool el 4 de octubre de 1923

En este artículo nos referiremos a un hecho ocurrido hace cien años que es desconocido por la actual población de nuestro país, pero que por el contrario, en su momento concitó la atención de toda la opinión pública. Es el caso del apresamiento por parte de la marina inglesa del vapor de bandera nacional Presidente Mitre, en el marco del desarrollo de la Gran Guerra.


La Gran Guerra

A mediados de 1914 se produjo el atentado de Sarajevo, que fue el detonante que desató la guerra en Europa. Ese atentado motivó la declaración de guerra del imperio austrohúngaro a Servia, conflicto que se extendió después a la mayoría de los países de aquel continente. Esa contienda que en principio fue llamada "Gran Guerra", con la incorporación posterior de otras potencias extraeuropeas, se transformó en mundial.

Durante esa guerra que enfrentó por un lado las llamadas Potencias Centrales -originariamente los imperios alemán y austrohúngaro, al que posteriormente se les unieron el reino de Bulgaria y el imperio otomano-, y por el otro a los Aliados -los imperios británico, francés y ruso, a los cuales se les unirían posteriormente principalmente el Japón, el reino de Italia y los Estados Unidos además de otros países menores-, las acciones bélicas no se limitaron al teatro del continente europeo, sino que se desarrollaron en todos los mares y océanos y en los otros continentes, ya que las potencias beligerantes tenían en esos momentos colonias diseminadas en África, Asia, Oceanía y América.

La guerra se inició con la ofensiva alemana en el oeste ocupando Bélgica y parte de Francia, pero debido a la contraofensiva de los aliados, a mediados de 1915 se pasó a una inmovilización de ambos ejércitos en lo que dio en llamarse "guerra de trincheras", extendidas estas a lo largo de cientos de kilómetros desde el mar del Norte hasta la frontera de la neutral Suiza. 

Nuestro país, poblado por millones de inmigrantes y sus descendiente de todas las naciones -especialmente del viejo continente-, considerándose ajena al conflicto, se mantuvo neutral. 


La guerra se trasladó al Plata

A fines del año 1915 -hace ya cien años- durante la presidencia de Victorino de la Plaza, se produjo en el Río de la Plata un incidente entre buques de la Royal Navy y uno de cabotaje nacional, el Presidente Mitre, al que apresaron, hecho ocurrido el 28 de noviembre de ese año (1).

Estanislao S. Zeballos
Vapor Presidente Mitre


El vapor "Presidente Mitre".

El vapor Presidente Mitre había sido construido en astilleros alemanes en 1894, llevando el nombre originario de Argentina. Tenía un largo (eslora) de 104,62 m., un ancho (manga) de 12,80 m. y una altura (puntal) de 5,53 m. y desplazaba 2.527 toneladas.

Pertenecía a una de las compañías navieras más importantes del mundo, la Hamburg Südamerikanische Dampfschifffahrts-Gesellschaft (en español: Compañía Naviera Sudamericana de Hamburgo), más conocida como la Hamburg Süd, de capitales alemanes y con sede legal en Hamburgo.

Su agente marítimo en Buenos Aires desde el año 1894, era la empresa armadora (2) Antonio M. Delfino y Hno. que había sido creada en 1874 como Antonio M. Delfino y que posteriormente pasó a denominarse Antonio M. Delfino y Hno. -si bien sus orígenes se remontaban al año 1838 con la llegada al país del inmigrante genovés Bernardo Delfino, armador de pequeñas goletas para burlar el bloqueo francés, transportando cargas y pasajeros en ambas orillas del Plata-, y que se fue convirtiendo en una de las más prestigiosa e importante agencia marítima y representante de grandes firmas navieras alemanas e italianas.


La Línea Nacional del Sud

En 1899 a instancias del gobierno argentino y con la valiosa intermediación de  Antonio M. Delfino y Hno., la Hamburg Süd había resuelto establecer un servicio de vapores, a los puertos patagónicos entre Buenos Aires y Río Gallegos, haciendo escalas en Madryn, Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado, San Julián, Santa Cruz y otros, llamada Línea Nacional del Sud, bajo registro y al amparo de la bandera nacional. El servicio se inició en octubre de 1901, el que años después se extendió también entre Buenos Aires y Montevideo.

Si bien los vapores eran propiedad de la Hamburg Süd, eran operados por aquella empresa argentina.

Los navíos realizaban principalmente el servicio regular de cabotaje solamente en los puertos argentinos de la costa atlántica, ya sea en el transporte de pasajeros como de ganado, mercaderías y sacas de correspondencia. Todo ese tráfico era de suma importancia para el desarrollo de la Patagonia, si tenemos en cuenta la creciente producción lanar y de carne ovina, y posteriormente con el descubrimiento en Comodoro Rivadavia de los yacimientos petrolíferos en 1907, por lo que fue necesario el envío de los materiales y maquinarias para la producción de los mismos, como así también los destinados a la construcción de los ferrocarriles patagónicos. El movimiento de personas transportadas se incrementó también por todas esas circunstancias por lo que la Línea Nacional del Sud, fue adquiriendo día a día mayor importancia y desarrollo.

Los viajes se hacían con regularidad y los servicios encargados eran realizados con eficacia, sirviendo así al desarrollo del comercio nacional y también al comercio internacional, pues las exportaciones argentinas -entre ellas las provenientes de la Patagonia- se realizaban a través del puerto de Buenos Aires y era necesario así traer las mercaderías desde aquella región a este puerto y a la inversa con las mercaderías importadas destinadas al sur. Aclaremos que en aquella época no había -salvo excepciones- tráfico directo entre los puertos patagónicos con el de otras naciones y todo pasaba por el de Buenos Aires.

En 1907 el Presidente Mitre había sido inscripto en el registro de buques de nuestro país como buque de cabotaje nacional, con lo cual enarbolaba legítimamente el pabellón argentino.

Al inicio de la guerra europea la Línea Nacional del Sud contaba con una importante flota de cinco vapores: el Presidente Mitre, el Camarones, el Presidente Quintana, el Cabo Santa María y el Cabo Corrientes -estos dos eran vapores a rueda de gran lujo que estaban afectados al tráfico entre Montevideo y Buenos Aires-, además de embarcaciones menores como remolcadores y chatas que operaban en distintos puertos.

Declaración Naval de Londres de 1909

Pocos años antes de la guerra, en la Conferencia de Londres convocada por el gobierno británico y en la cual participaron trece potencias navales, dieron la llamada Declaración Naval de Londres de 1909 sobre bloqueo marítimo y apresamiento de buques. En su artículo 57 establecía que "…la índole neutral o enemiga del barco se determina por el pabellón que tiene derecho a llevar…".

Si bien esa declaración -que fue firmada por seis de las trece países intervinientes- no fue ratificada por ninguna potencia, sus disposiciones eran respetadas por los países aliados al iniciarse la guerra.

El 20 de octubre de 1915, el Reino Unido, unilateralmente por el Order in Council dejó de lado este criterio y estableció que se consideraría como determinante de la nacionalidad de un buque la de sus propietarios y no la de su bandera.


Primera visita al vapor "Presidente Mitre"

A mediados de 1915 el Mitre, había sido detenido por el crucero inglés HMS Glasgow, -buque integrante de la división naval del Atlántico, dependiente de la base inglesa en Malvinas-, de conformidad a las leyes de guerra que permitía a los beligerantes el contralor de navíos para constatar la nacionalidad de la embarcación, como así también que su carga no estuviera destinada a una potencia enemiga o fuera considerado como contrabando de guerra. 

Luego de revisar y examinar toda su documentación, como también la de los pasajeros y tripulantes, fue constatado la legalidad en la que el buque prestaba sus servicios al cabotaje nacional, y por ello se le permitió continuar con la navegación. Del examen de la documentación del navío surgió que el mismo era propiedad de una empresa alemana, lo cual no mereció objeción alguna por las autoridades inglesas que realizaron la visita, atento también a que el Mitre, llevaba pabellón argentino, por lo cual fue respetado.


El apresamiento del vapor "Presidente Mitre"

No obstante que la condición del Presidente Mitre, no había variado, sí había cambiado el criterio inglés a partir de fines de octubre al que me referí más arriba, y así el día 28 de noviembre, a la 1 de la tarde, después de zarpar desde el puerto de Buenos Aires con destino a Río Gallegos y mientras cumplía su viaje número 52 a los puertos patagónicos, el vapor de bandera argentina, comandado por el capitán Bernardo Janssen  -sueco naturalizado argentino- (3), fue capturado al sur del Cabo San Antonio, a 12 millas frente al faro Punta Médanos, a la salida del estuario del Río de la Plata, por el crucero auxiliar británico HMS Orama, que integraba también la escuadra inglesa en el Atlántico.

  Un hecho semejante no había ocurrido con nuestro país, con posterioridad a los bloqueos francés primero y luego anglofrancés de los años 1838-1840 y 1845-1847, durante la llamada época de Rosas, que finalizaron con una gran victoria de la diplomacia argentina de aquel entonces.

Como veremos, el apresamiento del Presidente Mitre fue un acto deliberado cometido por una fuerza beligerante de una nación, por entonces amiga de nuestro país, con la cual mantenía estrechos lazos económicos, como lo era Inglaterra, a la que, además, se le exportaba todo tipo de alimentos, especialmente carne y trigo, tan necesaria para su población en aquella época de la guerra europea.

El barco llevaba 67 pasajeros en primera clase y 140 en la tercera  -entre el pasaje había 14 alemanes, ingleses y de otras nacionalidades- y estaba tripulado por 81 personas entre oficiales -todos argentinos- y marinería -argentinos y de otras nacionalidades-, siendo 11 simples marineros de origen alemán y austríaco y de los cuales 4 poseían carta de ciudadanía argentina. También formaban parte de la tripulación 3 cadetes de la Escuela Naval Militar que se desempeñaban en las máquinas y que habían sido destinados allí para hacer el viaje de instrucción, con la finalidad de completar su curso de ingenieros maquinistas. Asimismo viajaba un teniente coronel médico cuyo destino era Chubut, para realizar el reconocimiento médico de los reclutas que se incorporaban al servicio militar.

La carga transportada, se componía de 2.000 toneladas de mercaderías generales, algo menos de 10 toros y casi 250 carneros, además de maquinaria y materiales con destino al ferrocarril patagónico y 5 máquinas perforadoras para la extracción de petróleo en Comodoro Rivadavia. Completaban la carga más de 250 sacas de correspondencia y muchos bultos con distintos instrumentos para la oficina Metereológica Argentina del Sur y otros bultos que pertenecían al Ministerio de Marina, como así también medicamentos con destino a Puerto Deseado.

El Presidente Mitre no era un navío que había sido incorporado recientemente al pabellón nacional, tratando de esa forma de lograr su amparo ante la situación de guerra, sino que su registro había sido hecho siete años antes a la iniciación de la guerra.


El desplazamiento del "HMS Orama"

Según se pudo saber por información periodística del diario La Nación, originada en su corresponsal en la capital uruguaya, publicada el 30 de noviembre, el HMS Orama, había salido en forma precipitada del puerto de Montevideo -en el cual estaba apostado- al mediodía del 26, con rumbo a Punta Médanos, con lo cual se infiere que el crucero estuvo esperando en ese lugar, al acecho de su presa. 

Evidentemente la información de la salida del mercante argentino había sido transmitida por la embajada inglesa en Buenos Aires, que estaba muy atenta al movimiento de barcos de la Línea Nacional del Sud, en un hecho que tornaba el apresamiento del Presidente Mitre como algo totalmente premeditado y no como consecuencia de un ocasional registro o contralor de rutina de un navío de guerra a un mercante.

Otro crucero auxiliar inglés, el HMS Macedonia, salió en la misma fecha del mismo puerto para interceptar el vapor Camarones, también propiedad de la misma empresa alemana, que regresaba a Buenos Aires proveniente de Río Gallegos con pasajeros y carga, pero que su comandante al conocer el incidente del Presidente Mitre, decidió no salir del puerto de Comodoro Rivadavia a donde había llegado, para no correr con la misma suerte y a la espera de como se desarrollarían los futuros acontecimientos.

Al aplicar las autoridades navales inglesas la declaración unilateral de octubre de 1915, evidentemente su intención era la de crear un precedente para poder incautar todos los navíos de la empresa alemana cuyos barcos que como el apresado se encontraban amparadas por el pabellón argentino.  

El resto de los vapores de la empresa se mantuvieron en puerto, temiendo ser apresado como el Presidente Mitre.


La llegada de la noticia a Buenos Aires

Al día siguiente al apresamiento, llegó a Buenos Aires, la importante noticia, transmitida por telégrafo desde Montevideo. El telegrama estaba firmado por el representante diplomático argentino destacado en la capital uruguaya Enrique B. Moreno y dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores Dr. José Luis Murature, mediante el cual le comunicaba: "El consulado británico comunica que un crucero inglés ha apresado al buque argentino 'Presidente Mitre' procedente de Buenos Aires cuyos pasajeros y correspondencia serán desembarcados hoy en este puerto".

En el caso se encontraban afectados el interés público, pues la soberanía había sido agraviada y también había un interés privado en juego que era el de la empresa armadora argentina.

Apresamiento del vapor Presidente Mitre
En la revista Caras y Caretas N° 897 del 11 de diciembre de 1915 se ilustra
con muchas fotografías el apresamiento del "Presidente Mitre"


Como se produjo el apresamiento y los hechos posteriores

En la declaración prestada por el capitán Janssen, ante las autoridades portuarias uruguayas, hizo un relato de los hechos ocurridos, por la cual podemos saber cómo se produjo el apresamiento y como se desarrollaron cronológicamente los acontecimientos posteriores.

Al siguiente día de partir del puerto de Buenos Aires, con destino a los puertos patagónicos, -según declaró Janssen- el vapor fue interceptado por el HMS Orama  y desde el cual por señales que se le hicieron con banderas, le instaron a detener la marcha y al acatar la intimación, inmediatamente se acercó una lancha con dos oficiales y nueve marineros armados, quienes abordaron su barco y de inmediato tomaron la cabina telegráfica y le exigieron la entrega de la documentación del navío, lista de pasajeros y tripulantes y cargas. Seguidamente un oficial inglés procedió al arrío de la bandera argentina. Se apresaba así como enemigo a un barco neutral como lo era el argentino.

Los tripulantes y pasajeros alemanes y austríacos y alemanes nacionalizados argentinos fueron separados del resto del pasaje y declarados prisioneros de guerra bajo la vigilancia de guardia armada y de inmediato trasbordados al HMS Orama. Al apresarse a marineros de origen alemán pero nacionalizados argentinos, se desconocía la ley de naturalización de nuestro país. El trato diferido a los tripulantes alemanes y ciudadanos naturalizados, fue discriminatorio, pues también entre el pasaje había personas con la nacionalidad británica y si el barco era enemigo, estos ingleses, debieron ser apresados entonces por traidores.

Luego ordenaron al capitán del mercante argentino a seguir al crucero auxiliar hasta anclar a la altura del Banco Inglés (4). Cerca de la una de la tarde fondearon a 15 millas del pontón Faro Recalada (5) y desde allí se le ordenó a Janssen continuar a la rada de Montevideo. Cuatro horas después, el crucero HMS Orama se puso al costado del barco apresado y se trasbordaron los pasajeros con sus equipajes para desembarcarlos en el puerto de la capital uruguaya cerca de las 13 horas del día 29, custodiados por un oficial y cerca de veinte marineros, los que también entregaron las sacas con correspondencia a las autoridades portuarias; posteriormente marinos ingleses (tres oficiales, junto a foguistas, marineros y personal de servicio) subieron a la nave y le exigieron al capitán bajo presión del empleo de la fuerza armada, la entrega del buque, a lo que este tuvo que ceder. Al siguiente día 30, le fueron secuestrados el libro de navegación, de radiotelegrafía y un paquete postal que contenía dinero propiedad de un vecino de Puerto Camarones. Luego los ingleses resolvieron levar anclas y fondear el buque a 23 millas de la isla de Flores.

En Montevideo, los pasajeros de primera se alojaron en diversos hoteles y los de tercera fueron llevados a lugares provistos por la organización humanitaria Ejército de Salvación. El total de pasajeros en esas condiciones era de 195 personas. Previendo una larga estadía en esa ciudad que se presentaba como onerosa y muchos de ellos sin dinero para afrontar gastos, solicitaron a las autoridades consulares argentinas se les expidiesen pasaje de regreso a Buenos Aires, quienes después de idas y venidas otorgaron esos pasajes de la misma clase que las que tenían en el Presidente Mitre.

El día 1° de diciembre el Cónsul británico en Montevideo comunicó a su par argentino en esa ciudad, que los tripulantes retenidos serían desembarcados ese mismo día, pero en realidad, fue el 2 de diciembre cuando se trasbordaron los tripulantes y su equipaje al HMS Orama y conducidos cerca del puerto, para ser trasbordados al remolcador Ondina quien los llevó a puerto, arribando a las 13 hs. Los tres alumnos de la Escuela Naval Militar, no fueron desembarcados con el pasaje, sino que se los mantuvo detenidos a bordo del barco apresado.

Posteriormente el 5 de diciembre se condujo al Presidente Mitre -comandado por un oficial inglés-  al puerto de la capital uruguaya, ingresando como crucero auxiliar inglés y enarbolando pabellón británico -según otras fuentes lo habría hecho sin enarbolar bandera alguna-.

El día 7 cerca de las tres y media de la tarde el Presidente Mitre zarpó de puerto llevado a agregado naval de la legación inglesa para fondear horas más tarde cerca del pontón Faro Recalada. Hasta el final de episodio se retuvo la carga, con excepción de las sacas de correo que habían sido entregadas a las autoridades uruguayas, como ya lo manifesté.


Las tratativas para la devolución del navío y su carga

El mismo día 29 de noviembre, la firma armadora Antonio Delfino y Hno. hizo su reclamo ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestro país para que tomara cartas en el asunto y luego que se supo que el día 5 de diciembre el barco había entrado en el puerto de Montevideo, se solicitó a las autoridades argentinas para que estas pidiera al gobierno uruguayo la devolución de la nave, como así también de su carga o se impidiese su salida de ese puerto neutral.


Las consecuencias sobre la navegación

En razón del apresamiento del Presidente Mitre, la navegación se vió afectada por falta de garantías y ante la amenaza de nuevas capturas, especialmente con respecto a los vapores de la armadora Antonio Delfino y Hno., por lo que para paliar esa situación el Ministerio de Marina, dispuso afectar dos transportes, el Guardia Nacional y el 1° de Mayo, para atender la ruta del sur.

Asimismo otras compañías navieras debieron reforzar el tráfico marítimo hacia los puertos de la Patagonia y para cubrir la ruta Buenos Aires-Montevideo.                                                           


La prensa

En Buenos Aires, recién se tuvieron noticias de la captura del buque argentino, transmitidas por telégrafo desde Montevideo, el día 29 de noviembre, y por ende, recién al día siguiente, la prensa se ocupó del tema, tomando la población conocimiento de tan importante noticia en las primeras horas de la mañana con la lectura de los diarios, causando la conmoción imaginable en la opinión pública.

La mayoría de los medios de prensa, tanto los diarios como los periódicos, acompañaron -como veremos- la actitud pasiva del gobierno, como una demostración de prudencia ante los hechos ocurridos, considerando "díscolos" a quienes se manifestaban en contra y en defensa del honor nacional. Se llegó a decir, para justificar el desempeño de la débil diplomacia nacional en la emergencia, que el pabellón nacional no había sido agraviado, pues el que portaba el buque mercante agredido no era de "guerra" y por ello esa bandera no podía ser considerado como un pabellón nacional.

En una actitud patriótica contraria a la adoptada por la prensa mayoritaria y de tendencia  aliadófila, en el diario La Patria del 29 de noviembre se publicó: "Tan argentina es la (enseña) que flota en el más humilde de los almacenes como la que flamea en la Casa de Gobierno. Para que la ofensa exista ¿tendremos que esperar a que lo ocurrido se renueve con alguno de nuestros acorazados"; al día siguiente publicó: "A menos que este país sea un protectorado y no un país independiente, Inglaterra no tiene derecho a intervenir militarmente en aguas argentinas y a interrumpir el tráfico de barcos argentinos entre puertos argentinos". El día 2 de diciembre y en primera página como título se hacía esta pregunta "¿Está bloqueado el Río de la Plata por los ingleses?" y el día 3 exponía ese medio gráfico su posición: "Se trata de establecer solamente que la Argentina es un país que sabe hacerse respetar venga de donde viniere la agresión. Por eso mantiene firme este diario para fomentar en un ambiente cosmopolita y disolvente, el sano instinto de la nacionalidad".

El diario La Prensa, también calificó el hecho como un lamentable atropello al orgullo nacional.


La opinión pública.

Como ocurrió con la prensa, la opinión pública también se encontraba dividida, ya que algunos apoyaban la "cautela" del gobierno en el tratamiento del caso, mientras que otros se movilizaron protestando en defensa del honor argentino agredido y exigían una justa reparación. Muchas instituciones, como el Museo Social Argentino, la Federación Social Argentina, el Centro Nacional de la Juventud, la Junta Patriótica de Almagro, la Asociación Estudiantil Sarmiento, la Federación de Asociaciones Patrióticas, varios centros de estudiantes, delegaciones de Colegios nacionales, entre otras, dieron a conocer comunicados deplorando lo ocurrido con el buque argentino, criticando por su pasividad a las autoridades de ambas márgenes del Plata y llamando y organizando reuniones públicas; así se realizaron concentraciones estudiantiles, además de manifestaciones y marchas públicas por el centro de la ciudad de Buenos Aires; muchas de ellas fueron prohibidas por las autoridades. En alguna manifestación como el mitin del día 12 de diciembre sus participantes fueron reprimidos a sablazos por fuerzas de caballería de la policía. 

Diego Luis Molinari, presidente del "Comité Universitario Radical", intervino como promotor de un acto a realizarse en la plaza del Congreso, mientras que el diario socialista La Vanguardia se había manifestado a favor de la prohibición para la realización del mitin, contrariamente a otras posturas del Partido Socialista.

Parte de la prensa aliadófila se manifestó en contra de estas marchas y concentraciones públicas y tildaron a los participantes de "exaltados".


El caso en el Congreso

Estanislao Severo Zeballos, quien había sido por tres veces Ministro de Relaciones Exteriores -durante los gobiernos de Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini y José Figueroa Alcorta- encarando principalmente en aquellas oportunidades el problema de límites con la República de Chile y al momento de los hechos analizados en este artículo era Diputado de la Nación, también por tercera vez, habiendo sido elegido para el período 1912-1916, solicitó en la sesión del 1° de diciembre la concurrencia del Ministro Murature, "…a fin de dar explicaciones que considere compatibles con los intereses públicos sobre el apresamiento del vapor correo nacional Presidente Mitre" como decía la minuta-invitación enviada por la Cámara a través de sus autoridades.

Vapor "Presidente Mitre"
Canciller José L. Murature
El Poder Ejecutivo no aceptó la invitación y por ello el Canciller Murature no concurrió a la Cámara de Diputados para ser interpelado, limitándose al envío de una nota muy anodina y cautelosa en la cual prácticamente reiteraba lo expresado por el capitán del Presidente Mitre sobre cómo habían ocurrido los sucesos. Con relación a las gestiones diplomáticas realizadas por el embajador en Londres, no se dijo ni una palabra, ni tampoco hacía mención al punto de vista del gobierno para defender la soberanía avasallada y por el contrario se sometía a lo que decidiera el gobierno británico, ya que al terminar la nota, decía: "Abriga el Poder Ejecutivo la esperanza de que el gobierno de S.M. Británica ha de corresponder a la cordialidad tradicional de sus relaciones con la Argentina, aplicando a este asunto el espíritu de elevada justicia que ha proclamado como norma de conducta frente a los países neutrales".

En la sesión N° 50, celebrada el día 6 de diciembre, Zeballos, dio un extensísimo discurso en el cual, después de argumentar jurídicamente sobre la improcedencia de la negativa del Ministro para concurrir a la Cámara a dar explicaciones y de criticar también fundadamente los términos de la nota enviada por el ejecutivo, procedió a realizar  una enérgica y patriótica defensa de la soberanía y los derechos argentinos, con argumentos irrebatibles y abundante doctrina. También hizo notar la condescendencia que el gobierno del Uruguay había tenido con respecto al agresor, permitiendo el uso de sus puertos por naves armadas inglesas como puerto de recalada, entre otras cuestiones.

A raíz de eso último, varios diarios de la vecina orilla reaccionaron contra el diputado y La Razón de Montevideo llegó a tildarlo como "Kaisercito porteño".

La intervención del Congreso fue ineficaz ya que tampoco adoptó una actitud decidida sobre esta delicada cuestión, pese a la decidida posición de Zeballos.

Pero ese importante discurso -que fragmentariamente también publicamos- fue incorporado al Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, por el acopio de doctrina jurídica sobre Derecho Internacional Público, pues en aquél país del norte también se habían presentados casos similares al del Presidente Mitre, lo cual era demostrativo que las justas palabras de Zeballos habían tenido positiva recepción en la opinión pública y clase dirigente estadounidenses, contrariamente a lo ocurrido en nuestro país.


El tratamiento diplomático

En razón de un comunicado emitido por la legación británica en Montevideo que daba cuenta del apresamiento del mercante argentino, nuestro representante en aquella ciudad al tomar conocimiento del caso, comunicó telegráficamente esa novedad a la Cancillería argentina el 29 de noviembre. 

La inesperada noticia conmocionó al gobierno argentino, realizándose reuniones del presidente con los ministros de relaciones exteriores y de marina, acerca de la conducta a seguir.

Murature recibió de inmediato a los embajadores inglés -Reginal Tower- y alemán -conde de Luxbourg- quienes le dieron informes sobre el asunto.

En un telegrama enviado el día 30 de noviembres por la Cancillería con el tenor de la nota que éste debía presentar a las autoridades británicas, estaba encabezada con estas insólitas palabras: "Tengo el honor de comunicara V.E. que el 29 del corriente ha sido apresado por la escuadra inglesa del Atlántico el vapor 'Presidente Mitre' que iba en viaje a los puertos de la Patagonia".

Se solicitaba al gobierno británico "que se dejen sin efecto las medidas de fuerza adoptadas contra el vapor 'Presidente Mitre' y se impartan órdenes a la escuadra británica del Atlántico para que no impida el servicio regular de los demás buques en la navegación entre los puertos argentinos de la costa".

En la nota se decía que se esperaba ver reparado el incidente "…por el espíritu ecuánime de V.E. y de su gobierno". 

El día después -1° de diciembre- se ordenó agregar a la mencionada  nota el pedido para obtener la libertad de los tres alumnos de la Escuela Naval Militar, que se encontraban detenidos.

El 8 de diciembre, el representante de nuestro país en Londres, informaba a nuestro gobierno, que en su entrevista con funcionarios de Foreign Office, se le había manifestado "que el gobierno de S.M.B. no podía hacer al gobierno argentino mayores concesiones que a otros gobiernos, con respecto a los buques de propiedad alemana", dándose así el caso por juzgado y definido,  pero como una concesión y hasta que el tribunal de presas se expidiera, se habían dado órdenes de no capturar otros barcos de la compañía alemana para no interrumpir el servicio que ésta prestaba.

Debido al reclamo de los dueños de la mercadería retenida, por los perjuicios que les ocasionaba esa situación y de la efervescencia que día a día incrementaba la impaciencia de los argentinos, que ya comenzaba a exteriorizarse mediante las crecientes protestas de la juventud y gran parte de la población, el día 16 se dieron instrucciones al embajador en Londres, para que transmitiera al gobierno británico que las buenas relaciones existentes entre los dos países, podrían verse afectadas por este conflicto, "lo que este gobierno desea evitar", por lo que se pedía una rápida solución.

El 21 de ese mes la Cancillería británica hizo entrega a nuestro representante de una nota que contenía el punto de vista oficial, que consideraba legítima la captura, por ser un barco de propiedad enemiga, por lo cual el tribunal de presas lo había considerado como presa legítima, no obstante lo cual el gobierno de S.M.B. desea "dar la más simpática consideración al pedido del gobierno argentino", a su vez propuso que "…el gobierno de S.M. está dispuesto a ordenar la libertad y restitución del vapor 'Presidente Mitre' si el gobierno argentino la acepta sin prejuzgar la cuestión general y abandona todo reclamo por daños morales o materiales por su parte o por la de los propietarios del buque o de la carga a causa de su captura. Se entenderá también que si se pone en libertad a este vapor no alterará su carrera habitual en la costa so pena de captura en caso contrario". Era el "aquí no ha pasado nada".

Dos días después nuestro gobierno aceptaba tales condiciones y así se lo comunicó a nuestro embajador en Londres, quien al día siguiente informó sobre el cumplimiento de lo ordenado e hizo llegar al Presidente de la República y al Canciller Murature las felicitaciones por el "feliz término de este asunto tan grave".

El Presidente Victorino de la Plaza, en la sesión inaugural del período legislativo de 1916, procedió a informar al Congreso, sobre la aceptación de los términos ofrecidos por los ingleses, dando por terminado el incidente y destacando los vínculos de mutua amistad que unían a la Argentina e Inglaterra

Quedaba pendiente la devolución del barco.


La devolución del mercante

Cevolución del vapor Presidente Mitre
En la revista Caras y Caretas N° 904 del 29 de enero de 1916,
se informa sobre la devolución del "Presidente Mitre"


En la edición del 19 de enero, el diario La Nación, informaba sobre la entrevista realizada el día anterior entre el ministro inglés Tower y el Canciller Murature, para convenir la entrega del buque de acuerdo a las órdenes recibidas desde Gran Bretaña, por lo cual se había dispuesto que el oficial de la marina inglesa que comandaba el barco se dirigiera a la rada del puerto de Buenos Aires.

La entrega debía realizarse ese mismo día 19, designándose al Jefe de Puertos y un contador de la Prefectura para la recepción del barco y para labrar el acta correspondiente. Con la firma de ese instrumento, la tripulación británica abandonaría de la nave y posteriormente se acercaría el vapor Camarones con la tripulación argentina que se haría cargo del navío, procediéndose a hacer entrega del barco a la firma armadora.

Recién entonces, decía el diario La Nación, "…el 'Presidente Mitre' entrará a la Dársena Norte enarbolando de nuevo la bandera argentina".

Pero el día acordado amaneció con mal tiempo, con lluvias y ráfagas de viento. El acto estaba fijado para las 9 de la mañana. En el remolcador en el cual viajaban las autoridades argentinas -Jefe de Puertos y el contador- estaba abarrotado de periodistas y fotógrafos, quienes no querían perderse detalles de la ceremonia. Estaban también presentes el crucero acorazado 25 de Mayo y una cañonera. 

Después de esperar más de siete horas y como el Presidente Mitre no aparecía, el remolcador volvió a puerto. Hubo por esa insólita situación toda clase de versiones, pero en puerto las autoridades se enteraron oficialmente que la ceremonia a último momento había sido suspendida para el día siguiente, pero no se informó el motivo de tal cambio.

Al siguiente día -20 de enero- a las 9 horas, por fin se efectivizó la entrega del  buque y su antigua tripulación con su capitán a la cabeza, se hizo cargo del mismo, previo desembarco de la tripulación de la marina inglesa. Se enarboló nuevamente el pabellón argentino y el Presidente Mitre se dirigió al puerto de Buenos Aires.


El comportamiento del gobierno uruguayo

El gobierno uruguayo no tuvo un comportamiento claro, sino todo lo contrario. Permitió -no obstante su neutralidad en el conflicto- que la armada británica utilizara el puerto de Montevideo como base de operaciones y que permitiera el amarre impune del HMS Orama y su presa en el puerto de Montevideo los días 5 y 7 de diciembre, demostrando así una pasmosa inercia, como la que también tuvo el gobierno argentino agraviado. Según fue publicado en el diario La Nación de acuerdo a la información brindada por su corresponsal en el país hermano, el barco apresado, atracó en puerto sin bandera -según otras fuentes lo habría hecho con bandera británica- y su comandante ocasional inglés lo había declarado como crucero auxiliar británico. ¿Cómo las autoridades uruguayas permitieron la entrada a puerto y el amarre en tales condiciones, sin constatar la nacionalidad del navío, ni exigir enarbolara bandera?


El comportamiento del gobierno argentino

Con el episodio del Presidente Mitre, se agravió gratuitamente a la Argentina, ya porque se ordenó arriar el pabellón a una de sus naves y se desconocieron en forma abierta sus leyes, especialmente sobre cabotaje y nacionalización. Como lo señalaron diversas publicaciones de la época y varios personajes políticos, el comportamiento del gobierno argentino en la emergencia, dejó mucho que desear. Faltó una actitud firme y decidida y se mostró muy débil ante la agresión al buque que navegaba al amparo del pabellón argentino. Faltó la defensa orgullosa de la soberanía nacional mancillada. 

El apresamiento de los tres cadetes, que eran personal militar, y que por ello exigía reclamaciones firmes y enérgicas, no mereció siquiera un pedido de explicaciones y de disculpas al gobierno británico por la afrenta inferida y la agraviante detención, sino que solamente se gestionó su libertad inmediata, mediante telegramas y una vez recobrada la libertad de los tres alumnos militares -día 2 de diciembre- nadie más los mencionó. 

También se lo criticó por su pasividad e inercia, por no haber hecho siquiera una demostración de fuerza aun pasiva, por no haber puesto en el río un barco de guerra que se interpusiera entre el crucero auxiliar británico y el vapor nacional. Hay que tener en cuenta que en aquella época la armada nacional tenía varios acorazados y cruceros entre otras naves y era considerada como una de las diez primeras potencias navales.

Con todas esas omisiones, y el tenor suave de las notas diplomáticas y en algún caso de carácter servil, enviadas al representante diplomático o autoridades británicas, daba la impresión que el gobierno de de la Plaza, no quería incomodar a los ingleses.

No solicitó  tampoco explicaciones al gobierno uruguayo no solo por haber permitido que el HMS Orama, tuviera su base de operaciones en Montevideo sino tampoco acerca de las condiciones por las cuales se permitió el ingreso a puerto del barco agresor y del apresado, este último como crucero auxiliar inglés y porqué no se embargo la nave y su carga. 

Tampoco el gobierno esgrimió los tratados de libre navegación firmados entre nuestro país e Inglaterra el 10 de julio de 1853, que estaban en total vigencia y que debía haber dado sustento y fundamento legal a la pretensión argentina.

Mientras tanto el HMS Orama, durante todo el tiempo que duró esta situación narrada, utilizaba el estuario del Plata, moviéndose libremente como buque de guerra de un lado a otro, como si el río no tuviera dueño.

En las notas y reclamaciones diplomáticas no se puso énfasis sobre el desconocimiento de los derechos argentinos sobre la navegación de cabotaje que se había producido y al derecho de nuestro país de amparar bajo su pabellón a naves propiedad de compañías extranjeras, como así tampoco sobre el desconocimiento de la ley de nacionalización.

Sobre la violación de la soberanía no se dijo nada; sobre el desagravio al pabellón nacional, tampoco; sobre la exigencia del pedido de disculpas ni fue mencionado.

Tampoco se cuestionó la Order in Council del 20 de octubre de 1915, que varió el criterio inglés sobre el tema de la nacionalidad del buque.

Nótese también el tenor de las notas enviadas por el gobierno argentino, por ejemplo la del día 30 de noviembre cuando dice "Tengo el honor de comunicar el apresamiento". Tengo el honor…?, de comunicar el apresamiento…? imposible más impericia en el manejo de las relaciones exteriores!. Parecíamos súbditos del gobierno inglés!

El vapor Presidente Mitre en puerto Madryn
El "Presidente Mitre" en el Puerto de Madryn


Conclusión.

El desempeño de la diplomacia argentina durante toda esta cuestión que duró 54 días, fue muy pobre.

Los tiempos gloriosos de la diplomacia del gobierno de Rosas, marcando rumbos viriles de la defensa de la soberanía, sin importar quien fuera el agresor y su poderío, aparecían muy lejanos… y olvidados.


Referencias

(1) Existe cierta discrepancia en cuanto a la fecha del apresamiento del Presidente Mitre, no solo entre distintas fuentes, sino también en las notas diplomáticas de la época, ya que algunas lo dan como ocurrido el día 29. En realidad y de acuerdo al cuaderno de bitácora del HMS Orama, el hecho se produjo el 28 de noviembre.

(2) El armador (o naviero) es quien utiliza un buque propio (o ajeno) haciéndolo navegar al servicio de cualquier actividad organizada constitutiva de empresa, también se lo ha definido como aquél que se encarga de equipar, avituallar, aprovisionar, dotar de tripulación y mantener en estado de navegabilidad una embarcación de su propiedad o bajo su posesión, con objeto de asumir su gestión náutica y operación.

(3) De acuerdo a las fuentes consultadas, hay variaciones en cuanto al apellido del capitán: "Jensen" para la Revista Caras y Caretas, "Jassen" para la Revista Todo es Historia N° 135, "Janssen" para el diario La Nación, etc.

(4) "Banco Inglés" y al que los primeros navegantes españoles denominaron "Bajo de los Castellanos", se llama al accidente geográfico ubicado en el estuario del Río de la Plata, cercano a la isla de Flores y del puerto de Montevideo. Se trata de un afloramiento rocoso sumergido o en realidad de una isla sumergida, cuyo perímetro es de aproximadamente 75 kilómetros, que encierra una superficie de 17.000 hectáreas, en que el promedio de su sonda es de 5 metros -siendo en algunos lugares de 1 metro y en otros de 10-. Su perímetro está compuesto por una base de roca, que es la causa del depósito y la concentración de arenas arrastradas por las corrientes. Esas características hacía peligrosa la navegación del Río de la Plata, por lo que se producían naufragios y encallamientos, muy temidos por los antiguos navegantes.

(5) El Pontón Faro Recalada es un buque faro estacionario mantenido por la Argentina, ubicado en las cercanías de Punta Indio, que atiende el control de tráfico en el Río de la Plata. Sirve con su faro como referencia a los buques que navegan por el lugar y da también asistencia a los prácticos o baqueanos que conducen o dirigen el rumbo de las embarcaciones a través del río para ingresar hacia el puerto de Buenos Aires y a los demás de la cuenca del Plata o para egresar de los mismos.


Fuentes.

Colección de los diarios "La Nación" y "La Prensa" del período noviembre 1915 / enero 1916.

Vedoya, Juan Carlos, "La captura del 'Presidente Mitre' ". Revista Todo es Historia N° 135, Buenos Aires, agosto de 1978. 

http://www.histarmar.com.ar/InfHistorica-4/Delfino-1.htm

http://www.histarmar.com.ar/BuquesMercantes/CapturaPteMitre.htm