viernes, 1 de junio de 2012

Segregación del Alto Perú y Tarija

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 22 - Marzo 2012 - Pag. 16 

Algo mas con respecto al artículo publicado en el número anterior (pág. 10 y sgtes. ) "Historia de la segregación del Alto Perú, Tarija y Juan M. de Rosas"


Hay un detalle -no menor- que no se mencionó en el dicho artículo y que me lo hizo notar el Dr. Omar López Mato en un correo que me remitió, cuya parte pertinente dice: "En su extenso y detallado artículo sobre la pérdida de Tarija, excelente en más de un sentido, pero que omite decir que varios de los congresales que declaran la independencia (de nuestro país en 1816) lo hacían en representación de partes de lo que hoy es tierra boliviana (Chichas, Mizque, Charcas), de hecho el Acta de la Independencia se tradujo al aymará y al quechua para que ese pueblo pudiera leerlo. No hubo participación del Paraguay (no se tradujo al guaraní) y no participaron correntinos, ni entrerrianos, ni santafesinos porque ellos junto a Artigas habían declarado la independencia un año antes..." 

"La bandera española no ondeó sobre el fuerte hasta el 17 de abril, sino hasta mediados de enero de 1815 porque Alvear así lo había dispuesto, que la arriaran a la hora de la siesta para que muchos no se percatasen de su ausencia. De hecho hasta el 15 de abril no flameó bandera alguna".

Anécdotas - Mercedes Rosas de Rivero

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 23 - Junio 2012 - Pag. 16  

ANECDOTAS.

Manuel Bilbao (h) en "Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires" (1934), cuenta la siguiente anécdota que tuvo por protagonista a la hermana de Juan Manuel de Rosas, la Sra. Mercedes Rosas de Rivero.

Manuel Bilbao (h)
Abanico de la época de la Confederación

         
Después de Caseros, el general Urquiza estableció su cuartel general en Palermo, adonde le llegaban las noticias del saqueo a que, con todo desenfreno, se había entregado el populacho.

Esto le hizo pensar en la situación en que se encontrarían las familias y ciudadanos federales que podían ser víctimas de esos sucesos, lo que le decidió a enviar guardias especiales para la custodia de sus personas y propiedades. Entre las personas a quienes resolvió resguardar, especialmente, se encontraba doña Mercedes Rosas de Rivera.

De acuerdo a esos propósitos, ordenó se enviasen a la ciudad varias patrullas con este fin.

En esas circunstancias se presentó a las puertas de esta casa un piquete de soldados con un oficial a su frente, el que anunció su presencia, siendo atendido por una persona del servicio, la que transmitió la novedad a su patrona.

Esta dispuso se hiciera entrar al oficial a la sala, en donde le recibió doña Mercedes de pie, quien después de saludarla con todo respeto y con su kepis en la mano, le manifestó “que tenía orden del excelentísimo señor capitán general don Justo José de Urquiza de presentarse a ella y quedar en su casa para resguardo y cuidado, dadas las anormales circunstancias por que atraviesa la ciudad”.

Después de agradecer al oficial la parte que personalmente le correspondía en el desempeño de su comisión, le contestó: “Diga usted al excelentísimo señor general Urquiza que agradezco su atención; pero que no la acepto, porque tengo más confianza en mis fieles criados que me acompañan que en todo lo que pueda venir de él, después de lo que ha hecho traicionando a mi hermano Juan Manuel.”

Acto continuo el oficial se retiró con la misma cortesía con que había entrado, para dar cuenta del resultado de su misión.

Hipólito Bouchard

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 23 - Junio 2012 - Pags. 14 a 16 

Corsarios de la Independencia sudamericana

Primera Parte: Hipólito Bouchard

                                                                       Por la Prof. Beatriz C. Doallo


Corsarios americanos
Hipólito Bouchard

La palabra corso es italiana y significa carrera veloz. Se la relaciona a la rapidez de las naves de los corsarios, tanto para aparecer por sorpresa y atacar otro navío o una ciudad marítima como para escapar de ser apresados. Eran piratas con un barniz de legalidad otorgado por alguna nación que consideraba rentable participar de las ganancias del saqueo. A cambio, reyes o gobernadores permitían que la nave exhibiera su bandera y la patente de corso, protegiéndolos de la horca a la que se condenaba a los piratas.

En la Constitución argentina de 1853, el artículo 86, inciso 18 del Capítulo III incluyó entre las facultades otorgadas al Presidente de la Nación la de conceder la patente de corso, pero ya desde la Revolución de Mayo nuestro país tenía corsarios.

André Paul Bouchard nació en Bermes, cerca de Saint-Tropez, el 15 de enero de 1782. Muy joven se incorporó a la marina mercante de Francia y fue después segundo comandante de un buque corsario francés. Participó en batallas contra los ingleses durante las guerras napoleónicas y en 1809 llegó a Buenos Aires en uno de sus viajes de corso, le gustó el país, hizo amistades y se quedó aquí. Lo llamaban Paulito o Polito, de donde surgió el Hipólito con el que entró por la puerta grande de nuestra historia.

Los patriotas necesitaban marinos y el 1º de febrero de 1811 entregaron a Bouchard la capitanía del bergantín “25 de Mayo” con 108 hombres y 18 cañones. Formó parte de la primera escuadrilla naval al mando de Juan Bautista Azopardo, derrotada el 2 de marzo en el combate de San Nicolás.

Se constituyó una segunda escuadrilla, Bouchard recibió el mando de otro navío, el “Santo Domingo”, pero nunca entró en acción ya que poco después se firmó un armisticio y se desmanteló la escuadra.

En 1812  Bouchard casó con una joven porteña, Norberta Melo, al tiempo que José de San Martín preparaba en el Retiro el Regimiento de Granaderos a Caballo. Frustrado como marino, Bouchard decidió ser soldado: se enroló, fue aceptado y se lo nombró teniente. El 3 de febrero de 1813, durante el combate de San Lorenzo, se destacó por su valentía, se apoderó de la bandera realista, y la Asamblea Constituyente lo premió otorgándole la ciudadanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata y el grado de capitán de Granaderos.

Con el Regimiento de Granaderos Bouchard cruza los Andes y combate en el Ejército del Alto Perú. En 1814  el Director Supremo, Carlos María de Alvear, lo da de baja -díjose que contra su voluntad- y lo hace regresar a Buenos Aires. Alvear había decidido utilizar la ley sobre patentes de corso heredada de España y armar una flotilla corsaria con la fragata “Hércules”, capitaneada por el marino irlandés Guillermo Brown (1777-1857), y las corbetas “Halcón” y “Constitución”. Brown había sido nombrado teniente coronel de la incipiente armada nacional por el Director Gervasio Antonio de Posadas, tío de Alvear. Con la “Hércules” como nave insignia, y bajo las órdenes de Brown, Bouchard, puesto al mando de la “Halcón”, participa en la recuperación de la isla de Martín García y en la trascendental batalla de Montevideo. Siguiendo el plan de Alvear, Brown y su flotilla se trasladan al Pacífico en 1815 para realizar una expedición corsaria en apoyo del Ejército Libertador. Al atravesar el Cabo de Hornos se hunde la corbeta “Constitución”; las dos naves restantes atacan el 21 de enero de 1815 el puerto de El Callao, en el Perú, la mayor fortificación portuaria hispana en América del Sud. Brown y Bouchard hunden la fragata “Fuente Hermosa” y capturan otra, la “Consecuencia”. Ya con tres navíos, Brown decide atacar Guayaquil, pero cae prisionero y es Bouchard quien lo rescata actuando como hábil negociador. Suben hacia el norte hasta las islas Galápagos, donde Bouchard decide abandonar la expedición. Regresa a Buenos Aires el 8 de septiembre, entrega al gobierno la corbeta “Halcón” y la fragata “Consecuencia” y en noviembre es ascendido a Sargento Mayor de Marina.

Emilio Biggeri
La Argentina, Emilio Biggeri

En marzo de 1817 el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón otorga a Bouchard patente de corso y el mando de la fragata “Consecuencia”, rebautizada “La Argentina”, con la que, en junio de ese año, Bouchard atraviesa el Atlántico. Luego de doblar el Cabo de Buena Esperanza, encuentra frente a las costas de Madagascar naves de traficantes con las bodegas repletas de negros prisioneros condenados a la esclavitud. Bouchard pone en práctica la doctrina de la libertad sancionada por la Asamblea del año 1813, libera a los cautivos y, luego de combates contra piratas chinos y malayos, sigue viaje hacia las Islas Filipinas, dominio español. Desde el 13 de enero de 1818 y durante dos meses, bloquea Manila y hunde 16 buques españoles.

Desde Manila, Bouchard se dirige hacia Hawai, llega a Honolulú el 17 de agosto de 1818 y en ese puerto encuentra otra nave de pabellón argentino, la corbeta “Santa Rosa de Chacabuco”. Este barco también tenía patente de corso, pero su tripulación se había amotinado y luego de saquear aldeas chilenas y peruanas había vendido la nave al rey Kameha Meha 1º, monarca de las islas Sandwich. Bouchard devolvió lo pagado, cubrió los gastos en que habían incurrido los desertores, a cuyos cabecillas hizo fusilar, y fue más allá de sus atribuciones firmando, en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata, un convenio de amistad y colaboración con el rey, por lo que Hawai se convirtió en el primer país fuera de América en reconocer la soberanía argentina.

La intención de Bouchard era dirigirse hacia las posesiones españolas de California. Cometió el error de decirlo en voz alta en Honolulú; lo oyó un norteamericano, capitán de un ballenero, quien zarpó de inmediato y dio aviso al gobernador de la Alta California. De manera tal que el fuerte más artillado de Norteamérica lo estaba esperando en noviembre de 1818, cuando “La Argentina” y la “Santa Rosa de Chacabuco”  atacaron San Carlos de Monterrey, la capital. Los  españoles lograron capturar la “Santa Rosa” y, entusiasmados, festejaban el triunfo, en momentos en que Bouchard volvía a atacar, esta vez por tierra: se apoderó del fuerte y de la ciudad y los mantuvo en su poder durante una semana.

Después de este rotundo éxito Bouchard realiza, en enero de 1819, una seguidilla de ataques contra fortificaciones españolas en puertos que entonces eran de menor cuantía: Santa Bárbara, Acapulco, San Blas, Sonsonate y Realejo, que en la actualidad pertenece a Nicaragua. En el curso de esas incursiones captura otros dos barcos. Mientras repara daños en sus naves en una isla, Cedros, recibe noticias de Chile; en el país recientemente liberado, San Martín prepara la expedición emancipadora al Perú y necesita barcos para atacar, entre otras plazas fuertes, la principal, El Callao.

Bouchard decide colaborar con San Martín, pone proa hacia el sur con sus cuatro naves y llega el 9 de julio de 1819 a Valparaíso. Pero allí le aguarda una ingrata sorpresa: el general Bernardo O`Higgins, Director Supremo de Chile, ha decretado el embargo de todos los buques corsarios que llegaran a Valparaíso, a fin de enganchar  marineros para tripular la flota chilena en formación. Este decreto sirve de excusa al marino inglés Thomas Cochrane, a cargo del transporte naval del Ejército Libertador, para apresar a Bouchard y apoderarse de sus buques y del cuantioso botín que traen.

Bouchard permanece cinco meses encerrado en una prisión. Su antiguo camarada del Regimiento de Granaderos a Caballo -más tarde general- Mariano Necochea, se entera del hecho por tripulantes de “La Argentina” -entre los que se halla un joven de 19 años de nombre Tomás Espora- y  lo pone en libertad en una audaz operación tipo comando. Bouchard recobra el mando de “La Argentina”, que ha sido desmantelada y le han quitado el armamento para convertirla en carguero, y marcha al Perú sirviendo a la expedición como transporte de tropas.

Corsarios americanos

En febrero de 1822, bajo el Protectorado de San Martín tras la toma de Lima y del Callao, tres naves de guerra españolas -las fragatas “Prueba” y “Venganza” y la corbeta “Alejandro”- siguen siendo una amenaza cerca de las costas peruanas. Cochrane, comandante de la armada chilena, se lanza en su persecución pero los capitanes de las fragatas deciden entregarse en Guayaquil al gobierno del Perú. San Martín ordena que ambos navíos se unan a la recién creada flota peruana y que la fragata “Prueba” quede al mando de Bouchard.

En una carta a O'Higgins fechada el 26 de junio de 1822 San Martín le explica uno de sus proyectos: ...estoy resuelto, como he dicho a V. anteriormente, a que las fragatas Prueba y Venganza y la goleta Macedonia salgan de ésta a principios de agosto con destino a Europa a arruinar del todo el comercio español.”

Cuando nuestro prócer escribía estas líneas, América del Sud estaba libre de la dominación hispana desde México hasta el Cabo de Hornos. Solamente quedaban fuerzas realistas aisladas en Colombia y en la sierra peruana. Para acordar la convergencia de las tropas de Simón Bolívar y las de San Martín a efectos de barrer esos focos hostiles tiene lugar, en julio de 1822, la entrevista de Guayaquil entre los dos Libertadores, luego de la cual San Martín -usando la terminología política actual- se hace a un lado. La expedición corsaria a Europa no se realiza y Bouchard, bajo las órdenes del almirante inglés Martin George Guise, nombrado comandante de la armada peruana, continúa la campaña hasta que la batalla de Ayacucho, en 1824, pone fin a la guerra contra España. Guise se retira y Bouchard queda a cargo de la armada del Perú, donde se radica de manera definitiva. En 1831 anuncia su retiro y el gobierno del presidente Agustín Gamarra lo premia con la propiedad de una gran hacienda, “San Javier de Nazca”, cerca de la localidad de Palpa.

Bouchard rebautiza a la hacienda con el nombre de “La buena suerte”, la convierte en un establecimiento azucarero y dedica a su manejo el resto de su vida. Esta llega a su fin de forma trágica y paradójica: en enero de 1843 el corsario que liberó a centenares de africanos de una futura esclavitud, muere asesinado en el transcurso de una revuelta por un esclavo mulato.

Islas Malvinas - Mensajes durante el gobierno de Rosas

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 23 - Junio 2012 - Pag. 12 y 13 

Las referencias a la cuestión de las Islas Malvinas en cada uno de los Mensajes a la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires durante el período 1835-1849

 

Islas malvinas
Manuel Moreno

"Autorizado por las Provincias Confederadas de la República Argentina para entretener las relaciones exteriores con las naciones amigas, continúa desempeñando este honroso cargo, y le es muy grato decir que las conserva sin alteración... Graves dificultades, emanadas de nuestras desgracias domésticas, habían demorado la Legación Diplomática cerca de los Estados Unidos de Norte América: pero estando superadas, el Gobierno ha resuelto que su Ministro en Londres pase a llenar dicha misión y es de esperar que sus' reclamaciones sean atendidas, y que la justicia del gobierno de Washington repare los agravios y perjuicios que infirió a la República el Comandante de la corbeta "Lexington", que en medio de la :más profunda paz, invadió de un modo atroz nuestra colonia de las Islas .Malvinas. Sobre esta misma colonia, el Gobierno debe añadir, que después de haber replicado nuestro Ministro en Londres satisfactoriamente el año de 1834 a la contestación que dio el Ministerio de S.M.B. con respecto a la. protesta que le fue dirigida.contra la ocupacn violenta de las Islas Malvinas por fuerzas inglesas, no ha continuado aquella negociación, y el Gobierno jamás desistirá de su empeño en reclamar también.de la justicia del Gabinete Británico el reconocimiento de los claros' e incuestionables derechos de la república a aquellas islas, y la competente reparación..." Mensaje del 31 de Diciembre 1835.

 

"Debe agregar respecto aquella misma colonia (se refiere a las islas Malvinas), que aunque el vizconde Palmerston, primer Secretario de Estado de S.M.B. para los negocios extranjeros, en el mes de junio último ofreció en una conferencia al Ministro Plenipotenciario de la República, llamar a su vista la réplica de 29 de diciembre de 1834, con el fin de expedirse sobre ella, por habérsele así pedido, no lo ha hecho hasta el presente. Se halla pendiente por lo tanto aquella negociación, que no abandonará el Gobierno en cumplimiento de su deber, animado siempre de su honroso empeño, en reclamar de la justicia de la Gran Bretaña los incuestionables derechos de la República a aquellas islas, y la competente reparación". Mensaje del 1 de Enero de 1837.

 

"La cuestión con la Gran Bretaña, sobre la inesperada ocupación de las Islas Malvinas, permanece en el mismo estado que se os anunció el o anterior. La justicia de los reclamos de la Confederación le impone el estricto deber de no abandonarlos. La negociación seguirá su curso con oportunidad, pues el Gobierno felizmente no tiene hasta ahora motivos para recelar que en el término de este negocio el poder usurpe a la razón el lugar que le asigna la civilización del mundo". Mensaje del 27 de Diciembre de 1837.

       

"No ha ocurrido circunstancia digna de vuestro conocimiento acerca de la cuestión con la Gran Bretaña sobre la ocupación de las Islas Malvinas. El Gobierno insistirá en sostener el derecho de la República a este territorio, con los justos títulos en que se apoya su demanda". Mensaje 27 de Diciembre de 1838.

 

"El Gobierno, ni abandonará sus justos derechos al territorio de las islas Malvinas, ni desistirá de reclamarlos ante la lealtad, y justicia del gabinete británico". Mensaje del 27 de Diciembre de 1839.

 

"El Gobierno persevera en sus reclamaciones, y en el sostén de los derechos de la República a las Islas Malvinas. Conservará siempre esperanza en su propia justicia, y en la elevada rectitud del gobierno de S.M.B." Mensaje del 27 de Diciembre de 1840.

 

"Persevera como es de su deber en sostener los justos derechos de la República al territorio de las Islas Malvinas, y confía con toda esperanza que el gobierno británico consignará un acto de su elevada ilustración y. rectitud". Mensaje del 27 de Diciembre1841.  

       

"Nuestro Ministro en la Corte de Londres, perseverante en reclamar nuestros derechos a las Islas Malvinas, ha sostenido dignamente la justicia de la Confederación. El Gobierno espera que una resolución equitativa y honorable terminará amistosamente esta cuestión tan luminosamente esclarecida". Mensaje del 27 de Diciembre de 1842.

 

"El Gobierno confía que el de S.M.B., por un acto honorable de justicia, acerque el momento de atender los derechos de la República al territorio de las Islas Malvinas". Mensaje del 27 de Diciembre de 1843.

 

"El Gobierno persevera en sostener el perfecto derecho de la República al territorio de las Islas Malvinas". Mensaje del 27 de Diciembre de 1844.

 

"Perseverantemente atiende el Gobierno los incontestables derechos perfectos de la República al territorio de las Islas Malvinas". Mensaje del 27 de Diciembre de 1845.

 

"Persevera el Gobierno en sostener los perfectos derechos de soberanía de la Confederación al territorio de las Islas Malvinas". Mensaje del 27 de Diciembre de 1846.

 

"La Justicia de los reclamos de la república sobre la injusta detención por el Gobierno de S.M., de las Islas Malvinas, impone al de la Confederación el estricto deber de sostenerlos, como los sostendrá siempre". Mensaje del 27 de Diciembre de 1847.

 

"... sino que hasta hoy persiste aquel Gobierno (el británico) en la detentación de las Islas Malvinas y de otra porción de territorio pertenecientes a la Confederación Argentina, habiendo sido en todos estos graves respectos quebrantadas por el Gobierno de S.M. las reglas de la justicia internacional y las estipulaciones del tratado del 2 de febrero de 1825 entre la Confederación y la Gran Bretaña, sin que en tal estado de cosas pudiese la República tomar en consideración el asunto del empréstito de súbditos de un Gobierno que así ataca y entorpece su sistema de hacienda... Invariablemente sostiene el de la Confederación los incuestionables derechos de la República al territorio de las Islas Malvinas". Mensaje del 27 de Diciembre de 1848.

 

"Seria atención presta el gobierno a las reclamaciones pendientes de la República a la Gran Bretaña, por la injustificable detentación de las islas Malvinas".

"El Ministro Argentino dio cuenta de una extraordinaria respuesta del de negocios extranjeros de S.M. en la Casa de Comunes sobre la cuestión de Malvinas dirigida a manifestar que se había hecho reclamación hacía muchos años, de parte de Buenos Aires a las islas Malvinas, que había sido resistida por el gobierno británico. Que la Gran Bretaña siempre había disputado y negado el derecho de España a las Malvinas; que no estaba dispuesta a ceder a Buenos Aires lo que había negado a España, que diez o doce años há, habiendo estado desocupadas por algún tiempo dichas islas, la Gran Bretaña tomó posesión de ellas y había mantenido allí desde entonces un establecimiento: y que creí muy desacertado querer revivir una correspondencia que había cesado por la adquiescencia de una de las partes y la perseverancia de la otra".

"Agregó el Ministro Argentino haber protestado inmediatamente contra esa inesperada declaración; y muy distinta y señaladamente contra el concepto o aserción ambigua o errónea de retiro de la reclamación de la República y consentimiento de la usurpación de las islas Malvinas por el gobierno británico, reservándose el Ministro Argentino señalar después otras inexactitudes bien graves que se observaban en dicha respuesta, sobre la historia y estado de la discusión".

"El Gobierno aprobó plenamente la fundada reclamación y protesta del Ministro Argentino contra los inexactos asertos del de negocios extranjeros de S.M. Y le expresó que por aquella oportuna protesta había sostenido, como correspondía que lo hiciese y como debía verificarlo en todos los casos, los justos derechos de la Confederación Argentina a las islas Malvinas, contra el nuevo desconocimiento que de ellos mismos hizo el Ministro de Relaciones Exteriores de S.M. con tan infundada suposición de que la correspondencia hubiera cesado por la adquiescencia de parte de la Confederación, o de ambas partes, según las dos distintas versiones, que aparecían en los periódicos, de ese concepto del Ministro de S.M."

"Reconoció el Gobierno el acierto con que el Ministro Argentino le expresaba reservarse señalar después otras inexactitudes bien graves que se observaba en la respuesta del Ministro de Negocios Extranjeros de S.M.; manifestación que versaba sobre las siguientes expresiones: «Hace muchos años que de parte de Buenos Aires se hizo un reclamo acerca de las islas Malvinas. La Gran Bretaña siempre disputó y negó el título de la España a las islas Malvinas y por lo tanto no estaba dispuesta a conceder a Buenos Aires lo que le había rehusado a la España. Hace diez o doce años que estando las islas Malvinas inocupadas por algún tiempo, la Inglaterra tomó posesión de ellas y desde entonces ha mantenido allí un establecimiento». Ordenó el Gobierno a su Ministro que al tratar de esto, sostuviera siempre los mismos principios y se apoyase en los propios hechos que resultaban de la correspondencia seguida sobre este punto, y le transmitió otras órdenes para el sostenimiento de los incuestionables derechos de la Confederación a las islas Malvinas".

"Recientemente el Ministro Argentino ha transmitido la respuesta que recibió del de Negocios Extranjeros de S.M. En ella el Honorable Vizconde Palmerston avisó recibo de la nota del Ministro Argentino en que éste le había expresado que la respuesta que habían referido algunos papeles de Londres haber dado el Lord a una pregunta que le había hecho Mr. Baillie en la casa de los Comunes, el 27 de julio, no describía correctamente el estado de la cuestión entre el gobierno británico y el de Buenos Aires respecto de las Islas Malvinas; y declaró que tenía el honor de informar al Ministro Argentino que, sea lo que fuese lo que le hubieran atribuido los papeles públicos haber dicho en cuestión se hallaba exactamente en el estado que el Ministro Argentino había descripto en su comunicación".

 "El gobierno ha contestado a éste haber sido agradable instruirse así del satisfactorio resultado que había tenido su reclamo, en lo respectivo al verdadero estado de la cuestión, como de la sinceridad con que el Honorable Lord Palmerston, Ministro de Negocios Extranjeros de S.M., había reconocido que el asunto se hallaba en estado descripto por el Plenipotenciario de la Confederación..." Mensaje del 27 de Diciembre de 1849.

 

Aclaración. Los Mensajes fueron dirigidos por el Gobernador Juan Manuel de Rosas, con excepción de los que corresponden a los años 1840 y 1841 que fueron dirigidos por sus Ministros, Encargados del Poder Ejecutivo Felipe Arana y Manuel Insiarte.   

Fuente: M. Mabragaña. "Los Mensajes - Historia del desenvolvimiento de la Nación Argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes - 1810-1910", Tomo I 1810-1839, Tomo II 1840-1849. Publicación autorizada por la Comisión Nacional del Centenario.