viernes, 1 de junio de 2012

Perito Francisco P. Moreno

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 23 - Junio 2012 - Pags. 1 a 3 

Argentinos ilustres

¡Cuánto quisiera hacer, cuánto hay que hacer todavía por la patria…!”

El Perito Moreno

                                                               Por Norberto Jorge Chiviló

Perito Moreno
Perito Francisco P. Moreno

En el mes de octubre de 2000 visité en Italia la Ciudad de Trieste donde vivieron mis abuelos paternos (Pedro Chiviló y Josefina De Jure), mi padre (Bruno) y mi tío (Líbero), hasta que todos emigraron a la Argentina y se establecieron en este Pueblo de General San Martín en el año 1923.

Hasta el término de la Primera Guerra Mundial, Trieste formaba parte del Imperio Austro Húngaro siendo la tercera Ciudad en importancia después de Viena y Budapest y el más importante puerto del Imperio; fue y sigue siendo una Ciudad esplendorosa.

A la finalización de esa guerra, Trieste pasó a ser italiana. Mis abuelos y mi padre, -nacido a fines de 1913- habían sido súbditos austríacos, para pasar a ser luego italianos, en cambio mi tío nació cuando ya la ciudad formaba parte de Italia y fue italiano desde su nacimiento.

En las afueras de la Ciudad está ubicado el castillo “Miramare”, o en castellano “Miramar”, y ese nombre se debe a que su frente está orientado hacia el mar Adriático y la parte trasera hacia el continente. El Castillo fue residencia del Archiduque de Austria Fernando Maximiliano, hermano del Emperador de Austria Francisco José.

Fernando Maximiliano, a mediados del Siglo XIX fue designado Emperador de Méjico con el nombre de “Maximiliano I de Méjico”, que fue fusilado junto a su esposa en las tierras americanas en el año 1867 después del fracaso de la aventura imperialista. Cuando yo era niño, mis abuelos me contaron que también el castillo era utilizado por el Emperador Francisco José, como centro de veraneo a fines del Siglo XIX y principios del XX.

Con gran interés visité ese Castillo, que mis antepasados solo conocieron por fuera, ya que por ser personas comunes, nunca pudieron ingresar al mismo. Ahora es un museo y por lo tanto abierto al público.

En una de las inmensas salas que existen -Sala del Trono- y que era utilizada por Fernando Maximiliano y su hermano, el Emperador, para realizar grandes reuniones y recibir a los embajadores, noté que en una gran pared había un inmenso Mapamundi, que databa de mediados del siglo XIX.

Traté de ubicar a nuestro país, pero sorprendido noté que el nombre de “Argentina” no figuraba, ya que solo existían en América del Sur los nombres de Chile, Brasil, Perú y Paraguay. Me sorprendí más cuando ví que figuraba como un país distinto “Patagonia”, que abarcaba la Patagonia argentina y chilena. Lo que correspondía al resto de nuestro país no llevaba nombre alguno.

Francisco P. Moreno
Castillo Miramare

Allí comprendí, la importancia que para nuestro país tuvo la intervención en nuestra historia de personajes como Roca, quien con su Campaña al Desierto reafirmó la soberanía nacional en el Sur y del Perito Moreno quien con sus importantes conocimientos adquiridos después de sus varias expediciones, puestos al servicio de la Patria, logró el reconocimiento internacional a nuestros derechos soberanos sobre lo que hoy es la Patagonia Argentina.

Hace pocos días se cumplió el 160° Aniversario del Nacimiento del Perito Moreno, al que no muchos argentinos conocen y saben de su invalorable aporte a la causa patria, y es por ello que, como un sentido homenaje a su memoria, paso a reseñar algunos aspectos de su vida.

Francisco Pascacio Moreno –a quién los argentinos conocemos como Perito Moreno– nació el 31 de mayo de 1852, en una casa de Paseo Colón y Venezuela de la Ciudad de Buenos Aires, hijo de familia adinerada. Fue bautizado como Francisco en honor de su padre y Pascacio por el santo del día de su nacimiento, como se estilaba en la época. Era nieto por vía materna de un oficial inglés ex prisionero en las invasiones inglesas y radicado a partir de allí en nuestro país.

Siempre fue un amante de la naturaleza y desde niño se dedicó a coleccionar huesos y restos petrificados. Su padre lo hizo entrar muy joven junto a sus dos hermanos en la compañía de seguros “La Estrella”, pero al poco tiempo un numerario de la empresa le dirigió una carta en la que decía: “Señor Moreno: Pancho se la pasa estudiando huesos en vez de trabajar”.

Viendo la inclinación del joven, su padre le regaló un edificio que era de su propiedad en Parque Patricios para que éste instalara su museo.

En el año 1871 como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla que azotaba a la población porteña, el joven Moreno perdió a su madre que enfermó de ese mal.

Un año después, en colaboración con un grupo de ingenieros fundó la “Sociedad Científica Argentina”, quienes lo ayudaron para realizar su primera expedición al sur de nuestro país. Moreno no pasó más allá del Río Negro, pero en esa expedición logró reunir una importante colección antropológica. Al mismo tiempo pudo advertir como consecuencia del estado abandono de esos territorios la necesidad de una defensa y así señaló: “Nunca pude entender cómo una Nación civil, dueña de extensísimas zonas, desde el trópico hasta el polo antártico, no se empeña en su estudio, para utilizarlas con lo que afirmaría el dominio de lo que la naturaleza misma le señalaba como suyo”.

En el año 1874 realizó una expedición por mar a bordo del bergantín Rosales llegando a la desembocadura del río Santa Cruz. Allí visitó las tolderías indias, donde se interesó por su idioma y consiguió varias piezas antropológicas.

Un año más tarde se propuso cruzar el continente de océano a océano y llegar hasta Chile, pero los indios le negaron el paso en la Cordillera, quedándose algunos días viviendo en las tolderías indígenas, donde un cacique le ofreció en casamiento a una sobrina suya como prueba de amistad. Moreno no pudo pasar a Chile y lograr su objetivo, así reinició su camino hacia el sur, llegando el 22 de enero de 1876 al lago Nahuel Huapi, donde quedó vivamente impresionado por el paisaje de esas latitudes, siendo el primer hombre blanco en alcanzar dicho lago desde el Atlántico. Navegó en el lago y obtuvo nuevos materiales de estudio, logrando gran reconocimiento internacional.

Moreno donó todas sus colecciones para crear el museo Antropológico y Arqueológico de Buenos Aires –Museo de La Plata– siendo designado su primer Director, funcionando el Museo en el edificio propiedad del donante.

En 1877 descubrió el Lago Argentino y el Glaciar que actualmente lleva su nombre y escribió "Mar interno, hijo del manto patrio, que cubre la Cordillera en la inmensa soledad, la naturaleza que te hizo no te dió nombre. La voluntad humana desde hoy te llamará "Lago Argentino". Que mi bautismo te sea propicio; que no olvides quien te lo dió y que el día en que el hombre reemplace al puma y al guanaco, nuestros actuales vecinos; cuando en tus orillas se conviertan en cimientos de ciudades los trozos erráticos que tus antiguos hielos abandonarían en ellas; cuando las velas de los buques se reflejen en tus aguas, como hoy lo hacen los gigantes témpanos y dentro de un rato la vela de mi bote; cuando el silbido del vapor reemplace el grito del cóndor que hoy nos cree presa fácil; le recuerden los humildes soldados que le precedieron, para revelarse a él, que en este momento pronuncian el nombre de la patria bautizándote con tus propias aguas!", cuando llegó a las nacientes del Santa Cruz, también escribió “He elevado la bandera del sol!”; navegó el Lago y escribió “Una enorme masa blanca que se hunde momentos después con estruendo y produce una gran ola que viene rodando hasta estrellarse contra nuestra embarcación”. Sigue explorando, descubre y bautiza el lago San Martín, el cerro Fitz Roy, el río Leona, el monte Frías, el cerro Mayo, el monte Avellaneda.

En 1879 lo nombran jefe de una nueva expedición al Sur, llegando en enero de 1880 nuevamente al Nahuel Huapi. Descubre y bautiza el cerro López y el lago Gutiérrez.

Cuando está en camino hacia Chile es tomado prisionero junto a dos amigos por una partida mapuche. Un hechicero pide la muerte de Moreno y sus acompañantes. Moreno prepara un brevaje que llevaba para el viaje, calentándolo con agua y semillas. Los indios atraídos por el aroma no dudaron en tomar la bebida y a los pocos minutos se quedaron dormidos, aprovechando los prisioneros para escaparse, primero a caballo y en balsa después.

La huida duró varios días por la Patagonia; sin carne, exhaustos y con el temor de ser descubiertos llegaron al fuerte en Neuquén, regresando a Buenos Aires en mayo de 1880, donde fueron recibidos como héroes.

En 1896 surgió la cuestión de límites con Chile. Sobre ello escribió Moreno “La cuestión de límites con Chile se agiganta cada día y las pretensiones de este país se extendían a toda la Patagonia. La ignorancia de los argentinos sobre estos territorios era completa; en cambio, los chilenos exploraban la región occidental andina oeste y adelantaban sus poblaciones en el sur”. El tratado de límites de 1881 establecía como frontera entre ambos países las cumbres que fueran divisorias de aguas, pero la demarcación de la frontera estaba sometida al laudo de la Corona inglesa. Así el gobierno argentino convoca a Moreno para actuar como perito en razón del conocimiento que este tenía del terreno como consecuencia de las expediciones realizadas. En 1897 viajó con toda su familia al país trasandino para defender la posición argentina pero en Santiago vivió uno de los momentos mas duros de su vida porque allí murió su esposa María “Menena” Varela con quien había contraído matrimonio doce años antes y con la que tuyo siete hijos. Al poco tiempo Moreno debió trasladarse a Londres para defender ante la Corona británica los derechos de nuestra Nación. Por sus conocimientos y trayectoria es distinguido en Europa por la Sociedad de Geografía de Francia y la Royal Geographic Society. El 20 de noviembre de 1902 el Rey Eduardo VlI da sanción al laudo arbitral, reconociendo a la Argentina, gracias a la intervención de Moreno, 1800 leguas cuadradas de territorio patagónico que Chile reclamaba, por lo que al año siguiente Moreno es recompensado por el Gobierno Argentino con la cesión de 20 leguas de tierra en Neuquén. El 6 de noviembre de 1913 Moreno dona tres leguas de su propiedad para ser destinado a un parque nacional –el hoy Parque Nacional Nahuel Huapi–. Entre 1910 y 1913 fue diputado nacional y en 1913 es nombrado presidente del Consejo Nacional de Educación. Modificó el plan de estudios de las escuelas nocturnas y dio importancia a los colegios profesionales para obreros y obreras. Fundó también comedores para niños carenciados. Así su fortuna se extinguía. Dos años antes de su muerte escribió “Tengo sesenta y seis años y ni un centavo!... que he dado mil ochocientas leguas a mi patria, y el Parque Nacional, donde los hombres de mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas! Yo que he obtenido mil ochocientas leguas que se nos disputaban y que nadie en aquel tiempo pudo defender sino yo, y colocarlas bajo la soberanía argentina, no tengo donde se puedan guardar mis cenizas: una cajita de veinte centímetros por lado. Cenizas que, si ocupan tan poco espacio, esparcidas, acaso cubrirían todo lo que obtuve para mi patria, en una capa tenuísima, sí, pero visible para los ojos agradecidos...” Meses antes de morir, escribió: “Qué duro es saber que la vida se acorta tan ligero pero, ¿no es mas duro vivir sin servir? ¡Cuánto quisiera hacer, cuánto hay que hacer todavía por la patria…!”

A los 67 años de edad, el 22 de noviembre de 1919, murió en Buenos Aires, sin que el gobierno argentino enviara representación alguna a su sepelio. Después de una misa en la iglesia del Pilar, sus restos fueron enterrados en el cementerio de la Recoleta. 

Francisco P. Moreno
Los restos de Moreno y su esposa reposan en la isla Centinela.

Actualmente sus restos y los de su esposa descansan en la isla Centinela, en el lago Nahuel Huapi, a donde fueron trasladados recién en el año 1944. Cuando un barco pasa por allí, hace sonar la sirena dos veces como homenaje a este insigne argentino.

 En razón de que en nuestro Partido de General San Martín, no existe una calle que lleve el nombre de este patriota, sería loable que el Municipio impusiera a una arteria el nombre de “Perito Francisco P. Moreno”, lo que constituiría un acto de verdadera justicia para este argentino, modelo de abnegación, patriotismo, desinterés por los bienes materiales, de virtud y decencia; siendo un verdadero ejemplo para las actuales y futuras generaciones. Ejemplo tan necesario en los días que nos tocan vivir.