sábado, 1 de septiembre de 2018

Litografías de Bacle - La lavandera

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XII N° 48 - Setiembre 2018 - Pag. 16 

Litografías de Bacle – La Lavandera

Por Norberto Jorge Chiviló

Litografías de Bacle


Hoy nos vamos a referir a la litografía “La Lavandera” que es la N° 1 del Cuaderno 1, de “Trages y costumbres de la Provincia de Buenos Aires”, de César H. Bacle.

En esta litografía podemos apreciar que el personaje era de raza negra o mulata, de contextura importante y aparentaba ser una persona fuerte. Está retratada de perfil mientras camina, fumando en pipa. Sobre su cabeza lleva una batea de madera -que sostiene con su mano derecha- con un atado con ropa. Tiene un vestido largo, que le llega casi hasta los tobillos y un manto le cubre la cabeza, los hombros y parte de la espalda. Calza zuecos. Su mano izquierda lleva una pava con asa redonda y pico curvo.

Podemos decir que prácticamente desde la fundación de la ciudad y puerto de Buenos Aires, el ya antiguo oficio tradicional de las mujeres, el de las lavanderas, estuvo presente en la vida diaria de la ciudad, sirviendo a las familias pudientes. La mayoría de estas trabajadoras eran pardas o morenas –muchas de ellas esclavas–, siendo la excepción las lavanderas blancas. Por lo general también se agrupaban según las “naciones“ de procedencia, como Mozambique, Congo, Guinea…

Durante la primera mitad del siglo XIX, quienes arribaban por agua para visitar la ciudad, trasladados desde los barcos hacia la costa en aquellas grandes carretas a los cuales nos referimos en el número anterior, cuando estaban por llegar a la orilla, se les presentaba a la vista a estas trabajadoras en plena labor, quedando grabadas las escenas en los lienzos de los pintores o en las páginas de las memorias de dichos viajeros, siendo todo ello de gran valor documental.

Muchas de esas obras se publicaron en Europa, para que allí se conocieran las costumbres de la distante Buenos Aires. En varias de esas obras pictóricas, además de las lavanderas, también se pueden apreciar construcciones importantes de la ciudad, como el fuerte –con la bandera nacional–, cúpulas de las iglesias y también de la catedral anglicana o el paseo de la Alameda. (Ver por ejemplo la reproducción de un antiguo dibujo en ER N° 38, pág. 2).

Estas lavanderas retiraban su carga de ropa sucia de las casas de familias acomodadas, y con las cuales y previo recuento de las prendas, armaban un bulto o atado de ropa utilizando sábanas y las subían sobre sus cabezas, previa tarea de enroscar un trapo sobre su testa, con el objeto de equilibrar la carga y poder trasladarse haciendo equilibrio con un gracioso andar para que no se les cayese la carga. Crónicas de aquella época registran este cantar “Voy caminando al río / para lavar su ropita, / verá linda señora / cómo queda blanquita”, “A la ropa, ropa lavo / del señor y de la amita / la mojo en agua del río / y la saco bien limpita”. Así se dirigían hasta la ribera del Río de la Plata cerca de la empalizada del fuerte, extendiéndose luego desde la Recoleta hasta el Riachuelo, que eran los lugares de trabajo diario y donde cada una, generalmente ocupaba ya un lugar acostumbrado.

El jabón que utilizaban era hecho de grasa, potasa, ceniza y hierbas y el lavado lo realizaban arrodilladas o hincadas en los charcos que se formaban en la playa con la bajante del río o con el empleo de bateas de madera como la que usaba la lavandera de nuestra litografía. Algunas, para no restregar la ropa, le pegaban o apaleaban con unas paletas de maderas o especie de garrotes. Otras ponían sobre la ropa ceniza de carbón al cual le echaban agua caliente, con lo cual lograban el blanqueo de las prendas; por eso, posiblemente al personaje de la litografía se la ve llevando una pava en su mano.

Para el secado, las prendas eran colgadas de largas sogas que extendían en la orilla, o bien las tendían sobre las rocas o simplemente sobre el suelo.

Mientras trabajaban, estas lavanderas, según crónicas de la época eran bullangueras, cantaban y reían. También eran muy afectas a los chismes, no solo relativas a sus amos o empleadores, sino de todo personaje de la ciudad, sabían de “todo” y de “todos”, “de Dios y María Santísima”. Por ello mucha gente se acercaba a la ribera en las horas que se realizaba la tarea del lavado y se mantenían a la escucha para enterarse también ellos de algún chisme o “sabrosa noticia” que hacía a la sociedad porteña, mientras gozaban del sol y del aire fresco. Con referencia a esto, una copla decía: “Quien quiera saber de vidas ajenas / que vaya a las toscas con las lavanderas, / que allí se murmura de la enamorada, / de la que es soltera y de la que es casada".

La salud de estas mujeres se encontraba en permanente riesgo y sufrían frecuentes enfermedades, ya por estar sus pies en contacto permanente con el agua del río o bien por manipular prendas sucias o de personas enfermas. Debían enfrentar un clima muy destemplado en invierno y un intenso calor en verano.

Terminada la tarea, se recontaban las prendas y se entregaban, cobrando por pieza y según la calidad de la misma. El valor del trabajo era pautado por acuerdo de las partes o fijado por el dueño de las prendas y en general la retribución era escasa, ya que fue uno de los trabajos peor retribuido en aquella época.

Guerra de Malvinas - Héctor R. Flores

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XII N° 48 - Setiembre 2018 - Pags. 13 a 15 

REPORTAJE A VETERANO DE MALVINAS


El día 4 de agosto ppdo. me reuní con el Coronel (VGM) Héctor Rodolfo Flores, quien gentilmente me recibió en su domicilio, donde conversamos sobre el tema Malvinas, a quien le hice el reportaje que se transcribe a continuación. El currículum del Coronel es extenso e importante y ello nos impide poder transcribirlo debido al poco espacio de que disponemos en este medio. Solo diremos que por su participación en el conflicto del Atlántico Sur, recibió la medalla del Congreso de la Nación y el Distintivo del Ejército Argentino.

Norberto Jorge Chiviló - Director

Subteniente Flores (1ro. izq.) y soldados de la sección Comunicaciones

El Restaurador: Coronel, ¿qué nos puede contar acerca de su participación en el conflicto de Malvinas?.

Flores: En diciembre de 1979 egresé del Colegio Militar de la Nación, con el grado de Subteniente del arma de infantería y me destinaron al Regimiento de Infantería 25 –RI 25–, con asiento en Colonia Sarmiento en la provincia de Chubut, distante 150 km. de Comodoro Rivadavia. Contando con 23 años y habiéndome casado a principios de enero de 1982, me encontraba en ese destino cuando el 26 de marzo, el Jefe de Regimiento impartió la Orden de Operaciones para la recuperación de las Islas Malvinas. En ese momento el operativo no tenía aún el nombre con el que la operación anfibia es conocida: Operación Rosario. 

ER: ¿Cómo fue su traslado a las islas?

Flores: Debo decirle que la mayor cantidad de integrantes del Regimiento, aproximadamente 500 hombres, fuimos trasladados a las Malvinas, quedando en el Regimiento, solamente el personal necesario para su custodia y mantenimiento de las instalaciones, como los miembros de la banda militar y el personal responsable de dichas tareas (por ejemplo la fracción dependiente del Intendente del Cuartel). El traslado a la isla Soledad fue hecho de tres formas diferentes: los que formaron parte de la Operación Anfibia “ROSARIO” lo hicieron embarcados; la mayor parte del personal del Regimiento formó parte de la Operación Aeromóvil “ARIES 82” vía aérea, mediante la utilización de cuatro aviones Lockheed C-130, Hércules y dos Fokker F-28 de la Fuerza Aérea; y el escalón logístico, marchó a Puerto Deseado donde embarcó el personal y medios en el buque Isla de los Estados. En mi caso fui trasladado el día 1° de abril vía terrestre al Regimiento de Infantería 8 en Comodoro Rivadavia, donde ocupamos una zona de reunión próxima al aeropuerto de dicha ciudad; alrededor de las 3 de la madrugada del histórico día 2 recibí la orden de ir al mismo y embarcar en el Hércules identificado con la matrícula TC-68, con destino al único aeropuerto de las islas cercano más o menos 5 km. de lo que era la ciudad capital, Puerto Stanley posteriormente bautizado Puerto Argentino en la isla Soledad. Ese avión fue el primero que aterrizó en ese aeropuerto, a las 8.45 hs. del día 2 de abril.

ER. ¿Cómo fue su llegada a Malvinas?

Flores: En el avión iba un grupo numeroso del GOE que significa “Grupo Operaciones Especiales” de la Fuerza Aérea, que son tropas con aptitudes especiales y de comandos, cuya misión era asegurar el control del aeropuerto además de brindar la seguridad al mismo, que tenían el equipo de comunicaciones necesario para dar seguridad a los siguientes vuelos junto al personal necesario para hacer operable el aeropuerto. En el avión embarqué el jeep Mercedes Benz 230G, caja larga, que estaba a mi cargo y que era el puesto de comando del Jefe de mi Regimiento, con todo el equipo de comunicaciones, acompañado por el Sargento Ayudante Auné que era mecánico y conductor, para solucionar cualquier inconveniente mecánico que pudiera afectar al jeep. Imagínese como estaba cargado el avión al límite con el personal del GOE y el equipamiento para asegurar el funcionamiento del aeropuerto para posteriores aerodesembarcos que tanto Auné, como yo, fuimos sentados en el mismo vehículo. Durante el vuelo fuimos informados por el comandante de la aeronave que los británicos habían colocado obstáculos en la pista del aeropuerto, tales como vehículos, tambores de gasolina y otros elementos, para evitar que pudiera utilizarse, pero que los mismos estaban siendo removidos por los soldados, que a las órdenes del Jefe de Regimiento ya habían desembarcado. 

ER. Sí, según tengo entendido, los primeros que arribaron a las islas fueron trasladados vía marítima, en lo que se llamó “Operación Rosario”.

Flores: Sí, los que primero desembarcaron fueron buzos tácticos y comandos anfibios, durante las primeras horas del día 2 de abril, un grupo de Infantería de Marina que se enfrentó con marines británicos en la casa del gobernador, tuvo la primera víctima mortal del conflicto que fue el Capital de Corbeta de Infantería de Marina Pedro Edgardo Giachino. Cuando el avión en el cual yo iba todavía estaba en vuelo, había enfrentamientos en la isla y el temor era que al momento del vuelo de aproximación y aterrizaje este pudiera ser atacado, lo cual no era difícil ya que por las características del tamaño del Hércules, podía ser alcanzado por el fuego de las armas del enemigo, por lo cual al momento del aterrizaje el avión venía con la rampa trasera abierta para permitir una rápida evacuación en caso necesario. Afortunadamente, en ese momento crítico de la operación de aerodesembarco la pista ya estaba totalmente despejada de aquellos obstáculos que habían sido removidos y el avión pudo aterrizar sin ningún inconveniente, pues fuerzas propias ya habían tomado el control de la zona. Le aclaro con respecto al nombre que se le dio al operativo como “Operación Rosario”, fue sugerido por el Jefe de nuestro Regimiento el entonces Teniente Coronel Mohamed Alí Seineldín al Comandante del operativo, el Contraalmirante Carlos Büsser –Jefe de la fuerza de desembarco–, en homenaje a la Virgen del Rosario, cuando estaban navegando con destino a nuestras islas.

ER. Me parece que Seineldín le propuso al contraalmirante Büsser ese homenaje a la Virgen como lo había hecho Santiago de Liniers durante las jornadas de la primera invasión inglesa en 1806. Pero volviendo al tema, ¿Qué pasó después de desembarcar del Hércules?.

Flores: Lo primero que hice fue contactarme con Seineldín para poner el jeep puesto comando a su disposición, con todos los equipos de comunicaciones. Llegado el resto del Regimiento en los sucesivos vuelos y embarcados el gobernador británico Rex Hunt y los Royal Marines que después de ofrecer resistencia en la casa del gobernador, habían capitulado, fueron remitidos vía aérea a Montevideo y desde allí al Reino Unido. Encontrándose ya las islas en poder argentino, se hizo una formación de todo nuestro Regimiento, en el lado Sur de la pista, siendo arengados por nuestro jefe el Teniente Coronel Seineldín, quien en esa ceremonia enterró un Rosario en señal de agradecimiento por no haber tenido ninguna baja el personal de nuestro Regimiento y también enterró una bandera británica como símbolo de la recuperación de las islas. Durante todo el conflicto me desempeñé como Jefe de la Sección Comunicaciones y del Puesto Comando del RI 25, al que dimos su seguridad física durante toda la guerra. 

El mismo 2 de abril, aproximadamente a las 15:30 horas arribó el buque Isla de los Estados con el escalón logístico del regimiento En esa oportunidad notamos que en el puerto se encontraba amarrado un pequeño navío costero, el HMS Monsunen, que tenía enarbolado en el mástil de popa la bandera británica, la que arrié y posteriormente envié al continente; actualmente la guardo como recuerdo de la gloriosa gesta del 2 de abril.

ER: Los mandos militares tenían pensado que quedara en las islas una fuerza simbólica, ¿no fue así?.

Flores: Después de lo que acabo de relatar sintéticamente, el mismo 2 de abril, se reembarcó con rumbo al continente toda la infantería de marina que participó de la Operación Rosario, quedando en las islas nuestro Regimiento tal y como estaba previsto en la orden de operaciones que se nos había impartido el 26 de marzo. A Darwin se envió una Compañía compuesta por tres Secciones del RI 25 al mando del Teniente 1ro. Daniel Esteban que habían llegado a las islas por vía marítima. La mayor parte del RI 25 ocupamos instalaciones en Puerto Argentino, donde permanecimos más o menos una semana, realizando tareas de defensa y patrullajes. Con posterioridad, con el cambio de la situación general del conflicto y el arribo de otros regimientos, se nos ordenó ocupar todo el istmo donde estaba el aeropuerto para su defensa ya que en ese teatro de operaciones aeronaval era el único punto de ingreso de medios y una vez iniciados los ataques británicos, de egreso de heridos hacia el continente; además, ese sector tiene las mejores playas para el desembarco de una fuerza anfibia, principal amenaza en ese tipo de teatro de guerra.

ER. ¿Qué pasó cuando en el Reino Unido de Gran Bretaña se alistó a la flota para retomar las islas?

Flores. En un principio se tenía el convencimiento que la solución vendría por la vía diplomática, ya que tal como mencioné las previsiones eran que solamente quedarían en las islas los aproximadamente 500 hombres que formábamos parte del RI 25; pero no obstante y al verse la reacción británica, se mandaron por nuestra parte más tropas a las islas, adoptándose previsiones para su defensa. Así por ejemplo, construimos y ocupamos posiciones en el sector asignado, se integraron en el plan de defensa a todos los medios que estaban en el sector, entre ellos los de artillería antiaérea y de la Fuerza Aérea, nosotros sembramos de minas las playas próximas al aeropuerto que se consideraba que eran lugares aptos para un eventual desembarco británico, se estructuró un sistema logístico que permitiera sostener el esfuerzo de guerra con los medios disponibles desde Puerto Argentino, los que no se incrementaron como consecuencia del bloqueo aeronaval al que nos vimos sometidos hasta el final de la guerra.

ER: ¿Qué hicieron durante todo ese tiempo?

Flores: La prioridad siempre fue mejorar las posiciones defensivas y mantener la aptitud para el combate del personal que estuvimos más de 70 días ocupándolas. El día 1° de mayo los británicos nos atacaron por primera vez tanto desde el aire como desde el mar y a partir de ese momento hasta la finalización del conflicto, fuimos permanentemente bombardeados como un regimiento sitiado, siendo el sector defensivo que soportó la mayor cantidad de bombas. Desde el aire nos bombardearon los aviones Avro Vulcan, los que volaban a mayor altura y arrojaban bombas de mayor poder, algunas de 1000 libras y muchas más de 500 libras, así como bombas de racimo tipo beluga que desprende pequeñas bombas antipersonal al explotar; también a partir de ese día nos bombardearon diariamente los Harrier y Sea Harrier, aviones muy modernos en aquella época que volaban más bajo, incluso hacían pasadas rasantes y disparaban con ametralladoras y misiles. Ese día nuestra artillería derribó un avión atacante. 

Por su parte, los barcos británicos se acercaban dos o tres veces por día para bombardearnos con la artillería naval, de día podíamos visualizar la silueta de los navíos en el horizonte y de noche veíamos el resplandor que producían los disparos que nos hacían. Especialistas de la Fuerza Aérea graficaron y estimaron que 130 toneladas de bombas cayeron en el sector que mi Regimiento ocupaba en las adyacencias del aeropuerto; si bien no tuvimos ningún muerto, el Informe Oficial elaborado post conflicto por el Ejército Argentino señala que hubieron 53 heridos del RI 25 de los 559 hombres que defendimos dicho sector. Mi misión era mantener y reestablecer las comunicaciones cuando las mismas se vieron afectadas con motivo de las explosiones de esas bombas, tanto con las Compañías del Regimiento así como con el Puesto Comando de la Brigada que estaba en Puerto Argentino, a través del cual se nos informaba, entre otras cosas de las Alertas Rojas (aproximaciones de aeronaves para efectuar ataques aéreos que se identificaban mediante radares). Tenga en cuenta que la única forma de nexo que se mantuvo operable desde que se inició el bloqueo impuesto por los británicos entre las islas y el continente fue por medio de la aviación y mantener operable físicamente la pista de aterrizaje era primordial, por lo cual también los británicos se empeñaron en hacerla inutilizable, cosa que nunca consiguieron ya que hasta el último día de la guerra nuestros Hércules pudieron aterrizar y despegar sin mayores inconvenientes. Los pequeños daños que los británicos produjeron en la pista, fueron rápidamente solucionados por nosotros, incluso para engañar al enemigo, con tierra y arena simulábamos cráteres en la pista para que creyeran que sus ataques habían tenido éxito; esa tierra y arena la removíamos ante el inminente aterrizaje de nuestros aviones y ni bien partían volvíamos a armarlos, así durante toda la guerra. También colaborábamos con la descarga de los materiales y mercaderías que venían en los vuelos desde el continente, en la carga de heridos y elementos que se enviaban a la parte continental, lo que debíamos hacer con la mayor rapidez, ya que los aviones debían estar en pista la menor cantidad de tiempo, para evitar los posibles ataques que podrían recibir del enemigo.

ER: ¿Cómo se protegían de esos ataques?

Flores: Habíamos construido posiciones defensivas como trincheras y pozos de zorro, muchas de ellas sobre la superficie ya que si se cavaba afloraba agua, las que cubríamos con unas planchas de aluminio que iban a ser empleadas para extender el largo de la pista, pero que no fue factible, las que junto a tachos de 200 litros y otros artilugios nos protegieron muy bien, de allí que no tuvimos muertos, como sí lamentablemente lo tuvieron fuerzas de Artillería y la Fuerza Aérea emplazadas en el sector. También contábamos con una sección de ametralladoras de la Infantería de Marina con capacidad de tiro antiaéreo, cañones de artillería antiaérea y sistemas de defensa de artillería de defensa aérea del Ejército con misiles Tigercat y Roland. Le voy a contar un hecho que es poco conocido: en el mes de mayo, se recibió la orden de enviar un oficial del Regimiento a la casa del gobernador sin especificarse el motivo, solo que debía hacerlo con un vehículo; la hora de la cita era al anochecer; el Jefe de Regimiento me designó, cuando llegué me encontré con un oficial por cada Regimiento de Infantería de los que defendíamos Puerto Argentino; nos reunieron en el patio trasero de la casa, que era el lugar donde había muerto heroicamente el Capitán IM Giachino; al iniciarse la reunión ya era de noche, estábamos reunidos en semicírculo con los otros camaradas y en un momento presentaron a una persona que vestía un uniforme mimetizado que no era el nuestro, era un militar de la Fuerza Aérea del Perú, no nos dijeron su nombre solo que era Capitán, quien comenzó a explicarnos acerca del sistema de puntería y disparo del misil tierra-aire soviético SA 7. Ese misil es portátil, con capacidad fire and forget (tira y olvida) para ser disparado desde el hombro y tiene un peso de 14 kilos; una cantidad considerable de esos misiles, cuya cantidad exacta nunca fue dada a conocer nos fueron cedidos por el país hermano para que los empleáramos contra los británicos y ese Oficial vino personalmente con la misión de entregarlos e instruirnos ya que era un sistema de armas no disponible en nuestras Fuerzas Armadas, sin importarle los riesgos que su vida pudo haber corrido a romper el bloqueo en un Hércules de nuestra Fuerza Aérea. Terminada la reunión se entregaron los misiles con sus cajas originales, lo cargué en el jeep y volví al Puesto Comando de mi unidad. Desde ese momento me desempeñé como Apuntador del SA 7, además de las otras tareas que ya tenía asignadas. 

Le menciono ya que normalmente al señalar el apoyo del Perú, solo se afirma que nos cedieron aviones Mirage que llegaron a nuestro país, piloteados por ellos hasta el norte argentino y desde allí traído por nuestros aviadores, pero que no llegaron a emplearse en combate; le digo más, incluso pilotos peruanos se ofrecieron a pelear contra los británicos. Ese gesto de sincera amistad que honra al Perú, no debemos nunca olvidarlo. Tuve la dicha, muchos años después de reencontrarme personalmente con aquel militar peruano en una recepción que tuvo lugar en el Perú y poder estrecharnos en un fraternal abrazo que nos emocionó a ambos y entregarle como muestra de afecto y reconocimiento el distintivo que en mi uniforme me identificaba como Veterano de la Guerra de Malvinas; desde entonces seguimos conectados por redes sociales.

ER: ¿Se emplearon los misiles Tigercat y Roland que ya se disponían y los SA 7 soviéticos, que nos cedieron los peruanos?

Flores: Debido al derribo de un avión inglés en la jornada del 1° de mayo, por las defensas antiaéreas emplazadas en el aeropuerto, los pilotos británicos ya no se animaron a volar a baja altura, por lo que los vuelos a mayor altura que realizaron a partir de ese momento, impidió que se pudieran utilizarse los misiles tierra-aire SA 7, por estar fuera de alcance ya que ellos pueden ser utilizados contra aeronaves que vuelan a mediana y baja altura; los misiles ROLAND siguieron siendo el más eficaz sistemas antiaéreos por su alcance (6.500 metros), derribando cuatro aeronaves enemigas durante la guerra.

ER: Según leí, días antes de la finalización del conflicto fue disparado desde tierra un misil Exocet, que averió considerablemente un navío británico, el HMS Glamorgan, ¿qué me puede decir sobre esto?

Flores: En efecto. Los misiles Exocet, a excepción del que me pregunta fueron disparados durante esta guerra por los aviones Super Etendard, de nuestra Armada; estos aviones, como el misil eran de fabricación francesa y se mostraron como un medio de guerra muy eficiente hundiendo al destructor HMS Sheffield y al buque portacontenedores Atlantic Conveyor y averiando posiblemente a otros, no reconocidos estos por los británicos. Alertados los miembros de nuestra Armada que navíos británicos se acercaban bastante a nuestro sector para bombardearnos, decidieron crear un lanzador terrestre, para utilizar un Exocet que se desmontó de un barco de nuestra marina y que fue trasladado a las islas por un Hércules. El lanzador se instaló en el sector del RI 25, al que le proporcionamos la seguridad inmediata a su personal y medios, y el 12 de junio fue disparado y funcionó a la perfección; el Exocet impactó en el Glamorgan ocasionando grandes bajas, dejándolo fuera de combate durante el resto de la guerra. Ello hizo que nunca más los británicos se acercaran tanto para bombardearnos. Fue la primera vez que un Exocet fue disparado desde tierra y ello es demostrativo del ingenio y capacidad de nuestros hombres de armas para vencer adversidades y suplir carencias.

ER: ¿Llegó a combatir directamente, digamos hombre a hombre?

Flores: El sector defensivo en la cual yo estuve destinado no fue una zona de combate directo, ya que los británicos no atacaron nuestras posiciones por el modo terrestre, solamente lo hicieron con bombardeos aeronavales y a distancia, como ya le comenté. Sí combatieron hombre a hombre otros camaradas del Regimiento destinados en Bahía San Carlos, quienes dieron el alerta acerca del desembarco británico y en Darwin – Pradera del Ganso donde se batieron con gran valentía provocando y sufriendo gran cantidad de bajas.

ER: ¿Cómo fueron los últimos días de la guerra del RI 25 en el sector del aeropuerto?

Flores: En los últimos días se incrementó el fuego enemigo en todos los sectores defensivos, incluyendo el nuestro, por lo que no se infería que podría haber una acción de desembarco en el mismo; en la noche del 13 y amanecer del 14 de junio, visto que no materializaba esa acción se recibió la orden que algunas fracciones, que no llegaban a ser una Compañía, marcharan a Puerto Argentino. Las previsiones de empleo eran para apoyar el repliegue de nuestras fuerzas que venían combatiendo y eventualmente detener a los británicos que venían avanzando en dirección a Puerto Argentino. Con las primeras luces del 14 de junio se produjo el cese del fuego por parte de ambos ejércitos y horas después se produjo la capitulación de nuestras fuerzas sin que las del RI 25 hayan llegado a ser empeñadas en combate y la guerra terminó.

ER: ¿Qué pasó después de la rendición?

Flores: Los prisioneros de todas las Unidades fueron desplazados a la zona del aeropuerto como paso previo a un breve interrogatorio por personal de la Inteligencia Militar Británica que determinaba quienes permanecerían como prisioneros de guerra (PG) A partir del día 15 comenzaron a ser embarcados prácticamente la totalidad de los soldados conscriptos para llevarlos al territorio continental; aproximadamente 700 hombres, oficiales, suboficiales y algunos soldados, fuimos retenidos como PG; nos llevaron a la zona de San Carlos, donde nos alojaron en una planta frigorífica abandonada con un gran galpón, en cuyo techo había una bomba que fue arrojada por nuestra aviación tiempo antes y que no había estallado; años después pudimos saber que otras bombas disparadas contra buques corrieron la misma suerte. Había un sector aledaño que estaba alambrado a donde nos llevaban algunos días y donde podíamos ver la inmensidad del mar y los campos de turba. A ese lugar lo llamábamos “la pingüinera”.

"La pingüinera"
"La Pingüinera", en la planta frigorífica abandonada en bahía Ajax

Recuerdo que alrededor del 20 de junio fuimos llevados algunos PG a participar del entierro, en una fosa común próxima al campo de prisioneros, de argentinos muertos en combate, de la misma participaron también tropas británicas; hubo un responso en inglés, un minuto de silencio frente a las bolsas negras con los cuerpos inertes, donde argentinos y británicos que hasta pocos días antes nos habíamos enfrentado en combate nos confundimos rindiendo honores con el saludo militar de quienes dieron lo más preciado: su propia vida. Debo reconocer que como PG recibimos un buen trato por parte de los británicos, comíamos la misma ración que ellos y nos brindaron la asistencia sanitaria necesaria, también recibimos una paga como prisioneros de guerra, en billetes de las islas, para comprar alguna cosa, como por ejemplo cigarrillos. Desde el campo de prisioneros San Carlos nos llevaron al ferry Saint Edmund que habían traído los británicos con su flota de invasión y que antes había prestado servicio entre Inglaterra y los Países Bajos, en él navegamos y ancló frente a las costas de Puerto Argentino, donde habíamos tenido nuestras posiciones; ya había despedido a nuestros muertos en San Carlos y ahora despedíamos nuestra zona de defensa…; en la noche del 13 al 14 de julio puso proa hacia el continente, sin avisarnos, y en la mañana del 14 desembarcamos en Puerto Madryn.

En el mencionado campo de prisioneros de guerra y en el ferry también recibimos la visita y permanencia de un ciudadano suizo, representante de la Cruz Roja, para constatar si el trato que recibíamos era acorde a la Convención de Ginebra.

Quiero destacar que esta fue la última guerra que podemos llamar tradicional, entre ejércitos de dos Estados, en la que se preservó la integridad de la población civil y no participaron fuerzas irregulares. Guerra en la que hubo pleno respeto por ambas partes a las leyes de la guerra, tan es así que periódicamente la Cruz Roja realiza convenciones sobre la guerra, donde fue invitado como expositor mi camarada del RI 25 el Teniente Primero Esteban, como representante de nuestro país.

ER: Coronel Flores, muchas gracias por habernos concedido este reportaje.


Nota del Director: El Coronel Flores, me mostró todos las objetos que trajo de las Malvinas: la bandera del navío británico, los billetes de las islas que le dieron como paga por ser prisionero de guerra, unas condecoraciones que encontró en el Cuartel de los Royal Marines, una gorra de marinero británico, un calendario en el que tachaba día por día transcurrido, un álbum con fotos sacadas durante el conflicto y otros pequeños objetos.

El estrafalario rey de la Araucania y la Patagonia

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XII N° 48 - Setiembre 2018 - Pags. 6 a 12 

El estrafalario rey de la Araucania y la Patagonia 

Por Norberto Jorge Chiviló

En el artículo de tapa del N° 46 de este periódico, nos referimos a las relaciones franco argentinas y en éste vamos a contar un extraño y desconocido hecho de nuestra historia que comenzó en el año 1858, hace ya 160 años, y que tiene relación también con la política exterior francesa de Napoleón III.



La cuestión indígena al sur del continente americano

Previo a entrar de lleno a la cuestión a tratar en este artículo y para entenderlo, es necesario conocer, aunque sea someramente, la situación de los aborígenes de la Patagonia.

La Patagonia es un territorio de forma triangular al sur del continente americano, dividida por los Andes en dos zonas: la occidental y la oriental, actualmente chilena y argentina respectivamente. Las tres cuartas partes del territorio patagónico pertenece a la República Argentina y un cuarto a la República de Chile, llamada también esta última como Arauco o región de la Araucanía.

El límite norte de dicho territorio en la parte chilena lo es el río Biobío y el río Colorado en la argentina. 

Con anterioridad a la llegada de los españoles, al occidente de la cordillera y en la zona central y norte del actual Chile, el territorio estaba habitado por los pueblos araucanos (1), muy aguerridos, quienes fueron empujados hacia el sur por los quechuas, quienes no los pudieron dominar. Si bien las tribus araucanas no constituían una unidad, ya que no había una autoridad central, sí se unían ante un peligro común.

Debido a ese empuje quechua, muchas tribus araucanas traspasaron los Andes hacia la zona patagónica oriental –actualmente argentina–, donde sometieron y exterminaron a pueblos pámpidos como los pehuenches, puelches, huilliches, ranqueles, entre otros. Los que se salvaron de tales matanzas y sometimiento fueron corridos hacia las costas del océano Atlántico. Así comenzó un proceso de araucanización al este de la cordillera.

La expedición de Hernando de Magallanes en 1520, después de descubrir las costas de la Patagonia (2) y Tierra del Fuego y navegar el estrecho –que él denominó “de Todos los Santos”, pero que con posterioridad fue llamado con su nombre– que separa ambas tierras –la parte continental de la Patagonia y la isla grande de Tierra del Fuego– y que conecta ambos océanos, se internó en un mar calmo y tranquilo, con tempestades no frecuentes por lo cual lo bautizó como “Pacífico” y ellos fueron los primeros europeos en avistar y llegar a lo que actualmente es Chile. Con la expedición de Diego de Almagro en 1536 y Pedro de Valdivia cinco años más tarde, se inició allí el período de la conquista.

Los españoles, encontraron en estas tribus araucanas una oposición y hostilidad por lo cual guerrearon durante siglos, no obstante con posterioridad establecieron la paz.

Tal es así que durante las luchas por la independencia de Chile y Argentina, en la segunda década del siglo XIX, la mayoría de las tribus araucanas se opusieron a los ejércitos independentistas argentinos-chilenos, prestando ayuda a las fuerzas realistas españolas (ver ER N° 42 y 46). Todo ello se incrementó después de la independencia de Chile y por lo tanto fueron contrarios a las dos repúblicas americanas, a las que consideraron enemigas.

Como consecuencia de la victoria patriota de Maipú, restos del ejército realista español se refugiaron en el archipiélago de Chiloé (al sur de Chile), donde la población araucana, nuevamente les prestó apoyo y ayuda, alineándose con ellos y la guerra prosiguió en lo que se llamó Guerra a Muerte y recién en 1826 esas fuerzas –que fueron el último bastión realista en América– fueron derrotadas por los chilenos, produciéndose una nueva emigración de los indígenas vencidos a través de los Andes hacia la Patagonia oriental pampeana; primero lo hizo el cacique Ignacio Coliqueo y en la década siguiente, fue el cacique Juan Calfucurá o Callvucurá (que significa Piedra azul), exterminando y sometiendo a otras etnias indígenas menos belicosas como ranqueles, pehuenches, pampas, que se encontraban establecidas en el lugar que desde antaño ocupaban, o bien corriéndolas y desplazándolas hacia el este o hacia el norte. Así continuó y se incrementó una araucanización de muchas tribus sometidas, que como dije precedentemente había comenzado tiempo antes. Entre estos pueblos indígenas de la zona patagónica pampeana había un estado permanente de paz armada, que se quebraba ante la menor amenaza, guerreando entre sí las diversas tribus, provocándose verdaderas masacres.

En 1835 Calfucurá había traspasado los Andes llamado por varios caciques araucanos establecidos de este lado de los Andes, para que les prestara ayuda para enfrentar al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, pero cuando llegó aquí ya aquellos caciques habían pactado con el gobernador y Calfucurá se consideró desairado. Se estableció en Salinas Grandes (actual provincia de La Pampa), donde formó una confederación de tribus, que llegó a tener con el tiempo una especie de administración, incluso habiendo nombrado ministro de relaciones exteriores. Si bien en un principio entre este cacique y el gobernador Rosas se consideraron enemigos, con el tiempo se amigaron, tal es así que Rosas le confirió a Calfucurá un grado militar.

La política del gobernante porteño fue el de seducción hacia los pueblos indígenas, tratando de atraerlos a la civilización, evitar los enfrentamientos muy frecuentes entre ellos, integrar sus poblaciones con los blancos, asignándoles territorios para que pudieran desarrollarse y practicar la agricultura y así dejaran de ser nómades, incluso fomentando que se dejaran de lado algunas costumbres bárbaras que practicaban. Fue lo que se conoce como trato pacífico por el cual a cambio de ganados y otros bienes, hubo paz entre blancos e indígenas y estos incluso dejaron de malonear. Así durante el gobierno de Rosas hubo bastante calma en la zona fronteriza, salvo por la actividad belicosa de algunas tribus ranqueles influenciadas por personajes unitarios que se refugiaron al amparo de aquellas tolderías, como por ejemplo el caso del unitario devenido en cacique Manuel Baigorria, promoviendo invasiones en el norte de la provincia de Buenos Aires y sur de Santa Fe.

En algún momento en un futuro número de este periódico nos referiremos a Rosas y el trato que tuvo con los indios.

Pero ante la derrota del gobernador porteño en la batalla de Caseros, la pacificación que se había logrado hasta ese momento con el trato pacífico se perdió y volvieron los malones sobre distintas poblaciones de la provincia, convirtiéndose Calfucurá en un verdadero azote en la frontera, derrotando incluso a ejércitos que se mandaron para someterlo, inclusive alguno comandado por Bartolomé Mitre.

Calfucurá logró tener bajo su dominio un vasto territorio, llegando a contar con una fuerza de más de 10.000 lanceros, con los cuales atacó además muchas poblaciones, como la de Tres Arroyos a la que arrasó y lo mismo pasó con Bahía Blanca, matando a numerosos pobladores, llevándose gran cantidad de cautivas y robando cientos de miles de cabezas de ganado.

Calfucurá falleció a mediados de 1873, siendo sucedido por su hijo Manuel. La campaña al mando de Julio Argentino Roca en 1877/1879, fue el fin del predominio araucano en territorio argentino.

Reino de la Araucanía y Patagonia
Inalonco (Capitanejo) obra de Gustavo Solari

Importancia de la Patagonia

La zona patagónica, en aquellos años, figuraba en los mapas europeos y estadounidenses como terra nullius, término empleado en ese momento por el llamado derecho de gentes –ahora derecho internacional– para designar a los territorios carentes de dueño y por lo tanto susceptible de ser ocupados; eran mostrados –en el caso de la Patagonia– como una entidad distinta tanto de Chile como de Argentina, considerando que estas repúblicas no tenían el control de este territorio, habitado además por pueblos salvajes.

La posición estratégica de la Patagonia era incuestionable en aquella época y lo fue hasta la construcción del Canal de Panamá, pues todo el tráfico interoceánico debía realizarse por allí y quien controlara ese territorio, tenía también el control de esa ruta marítima.

Esas tierras que la Argentina consideraba propias, por el principio del uti possidetis iure y como heredera del Virreinato del Río de la Plata, al cual pertenecieron hasta el momento de la formación de las nuevas Repúblicas, estaban escasamente pobladas, sobre todo por las extremas condiciones climáticas y también físicas, y tampoco eran muy aptas para el cultivo. Debemos tener en cuenta que durante los gobiernos de Rosas por ejemplo, las guerras internas e internacionales en las cuales se vio envuelta la Confederación Argentina, impidieron que el gobierno pudiera ocuparse adecuadamente de esos territorios, lo que posibilitó la ocupación del estrecho de Magallanes por parte de Chile en 1843 (Ver ER N° 24), a lo cual nuestro gobierno solo pudo efectuar reclamos diplomáticos confiando en las tratativas que deberían llevarse a cabo en el futuro.

Asimismo en aquella época comerciantes nacionales de algunas potencias  intentaron establecerse en las costas patagónicas para la extracción de guano, lo que motivó el reclamo del gobierno argentino.

Algo que conté ya con anterioridad que me pasó personalmente unos años atrás cuando visité la ciudad de Trieste en Italia y en la cual habían vivido mis abuelos y mi padre hasta el año 1923 cuando emigraron hacia la Argentina, es ilustrativo de lo que estoy narrando. Hasta el fin de la primera guerra mundial, dicha ciudad perteneció al imperio austrohúngaro, y ya finalizada esa contienda, pasó a ser una ciudad italiana. A mediados del siglo XIX a pocos kilómetros de la ciudad se había construido un palacio sobre la costa del Adriático que se llamó y llama Miramare, justamente porque se encuentra mirando al mar y era residencia del Archiduque Ferdinan Maximiliam von Hausburg, más conocido como Maximiliano de Austria, hermano del Emperador. Actualmente ese palacio es un museo que visité en aquella oportunidad. Grande fue mi sorpresa cuando entré a un gran salón llamado “Sala del trono”, donde otrora Maximiliano y el emperador recibían a los embajadores y se realizaban bailes para la Corte y vi que en una gran pared, estaba pintado un planisferio y observé que el territorio de nuestro país al norte del río Colorado carecía de nombre, sí en efecto, no figuraba el nombre “Argentina” y sí figuraban los nombres de los otros países como Chile, Perú, Brasil y también Paraguay y el que correspondía a la zona sur del continente, figuraba debidamente delimitado como “Patagonia” y como un país más.

Maximiliano, también fue un personaje vinculado a la historia americana, como relataré más adelante.


Creación del reino de Araucanía y Patagonia

Yendo ahora al tema central del artículo y con las aclaraciones que realicé precedentemente para una correcta comprensión del lector de cómo se fueron produciendo los hechos, debo decir que la historia que involucró a nuestro país y a Chile principalmente, comenzó con la llegada al sur de América de un delirante y estrafalario personaje en aquel año de 1858.

Me estoy refiriendo al francés Orélie Antoine (en español: Aurelio Antonio) de Tounens, nacido en 1825 en La Chaise de la comuna francesa de Chourgnac, situado en el sudoeste de Francia, hijo de padres campesinos, descendientes de propietarios afincados en el lugar durante siglos. Graduado de abogado en 1851, se desempeñó en diversos cargos judiciales.

Por aquella época circulaban en Europa, diversas noticias sobre América, muchas de ellas fantasiosas, que mezclaban lo real con ciertas leyendas, que hacían aparecer a estas tierras como propicias para lograr riquezas en forma fácil y rápida, como así también para la creación de reinos. Esas noticias que se transmitían de boca en boca o en novelas o narraciones fabulosas alimentaban la imaginación de muchos europeos que creían que aquí podrían encontrar El Dorado. Esto es lo que le pasó a nuestro personaje, ya que aficionado a la lectura de libros de memorias de viajeros que recalaron en sudamérica, se le ocurrió la idea de formar con las repúblicas americanas una confederación monárquica constitucional, dividida en diecisiete estados.

Cuando contaba con 33 años de edad se embarcó con destino al puerto de Coquimbo –que se encuentra en la zona central norte de Chile– con pocos recursos, donde llegó el 22 de agosto de 1858, para dirigirse seguidamente a Valparaíso (región central de aquel país), donde aprendió el idioma español e ingresó a la logia masónica L’Etoile du Pacifique, que había sido fundada por franceses y que dependía del Gran Oriente de Francia (3).

En 1860 pasó a la zona sur del país trasandino, más exactamente a Valdivia, donde se relacionó con dos comerciantes de su misma nacionalidad, a quienes les transmitió su idea de crear un reino en el sur del país y por lo tanto en la necesidad de entrar en contacto con indios araucanos, a los que pretendía ayudar.

Los tres se dirigieron a la zona de la Araucanía, poblada mayormente por indios de esa etnia, donde Orélie se reunió y entabló contacto con el cacique Quilapán quien le permitió el paso por el territorio, tras lo cual se reunió con caciques o lonkos, enemigos como ya manifesté precedentemente de las dos repúblicas sudamericanas, a quienes les prometió que con la creación de un nuevo estado monárquico, la lucha contra el estado chileno que mantenían en esos años en la llamada Guerra de Arauco podría llevarse a cabo con más éxito y se podría además obtener el reconocimiento de otros países. Además se comprometió a lograr la unión de todas las tribus para defender al nuevo reino.

Reino de la Araucanía
Por aquella época este personaje usaba pelo largo, barba, un gran poncho finamente tejido de color oscuro con detalles blancos y una especie de vincha en la cabeza, calzando relucientes botas con espuelas y usando una brillante hebilla de cinturón hecha de plata. Siendo una persona de gran porte, con esa vestimenta y portando una importante espada con incrustaciones de oro, que le daba un aspecto de mesías, logró impresionar notablemente a sus futuros interlocutores indígenas. Además existía entre esos pueblos araucanos una leyenda que daba cuenta que un hombre blanco vendría a liberarlos y así muchos de ellos creyeron que ese hombre era Orélie. De esa forma los interesó y convenció para fundar ese estado monárquico, del cual él sería nombrado rey.

También se entrevistó con los caciques Catriel en Río Negro y con Juan Calfucurá, asentados con sus tribus en la Patagonia argentina.

En una asamblea celebrada el 17 de noviembre de 1860, en la que participaron diversos grupos araucanos, representados por los tokis, lonkos y machis (autoridades militares, civiles y espirituales respectivamente), Orélie fue proclamado, o más bien se autoproclamó Rey del creado Reino de Araucanía. En el primer decreto que redactó y firmó, estableció "Considerando que la Araucanía no depende de ningún otro estado, que se halla dividido por tribus y que un gobierno central es reclamado tanto en interés particular como en el orden general; decretamos lo que sigue: Artículo 1: Una monarquía constitucional y hereditaria se funda en Araucanía: el Príncipe Orllie-Antoine de Tounens es designado Rey". (4)

También dio al nuevo reino una organización al estilo europeo, sancionando una constitución, que era una copia de la constitución francesa del II Imperio de 1852, además de un himno, una bandera –formada por tres franjas horizontales con los colores azul, blanco y verde– y un escudo. Evidentemente el francés tenía todo pensado y preparado para su emprendimiento real.

Tres días después anexó al creado reino, el territorio de la Patagonia argentina, quedando las fronteras de ese ampliado reino delimitadas así: por el norte por los ríos Biobío en Chile y el Negro en Argentina, al oeste el océano Pacífico, al este el océano Atlántico y por el sur el estrecho de Magallanes, comprendiendo todo ello un inmenso territorio.

En los documentos oficiales de su reino Orélie se titulaba y empleaba la siguiente fórmula Orélie-Antonie 1.er, par la grâce de Dieu et la volonté des Indiens de l'Extrême Sud du Continent Americain, Roi d'Araucanie et de Patagonie ('Orélie-Antoine I, por la gracia de Dios y la voluntad de los indios del extremo sur del continente americano, rey de Araucanía y Patagonia').


También en 1860 se acuñaron monedas de plata de un peso, en las cuales en el anverso llevan el escudo de armas del reino y la leyenda Orellie-Antoine Ir Roi D’Araucanie et de Patagonie y en el reverso, el valor: un peso y la leyenda Nouvelle France que significa Nueva Francia, siendo esta denominación como se designaba al reino. Estas monedas nunca llegaron a circular en el territorio de la araucanía.

Con el fin de dar a conocer al gobierno chileno del presidente Manuel Montt, la creación de la monarquía y su designación como rey, solicitándole también su reconocimiento, Orélie envió a su ministro de relaciones exteriores a Valparaíso, donde no fue reconocido, ni tomado en serio por nadie, ni por sus amigos franceses ni por ninguna autoridad. No obstante mandó comunicados a distintos medios de prensa como el diario El Mercurio de Valparaíso, y el Ferrocarril y Revista Católica de Santiago. En el diario El Mercurio del 29 de diciembre de 1860, fue publicado el texto del decreto real y una síntesis de la constitución del reino de la Nueva Francia.

También Orélie viajó a Valparaíso para divulgar las noticias del nuevo reino y lograr adhesiones, tanto en Chile como en su país de origen. En Francia se hicieron eco de sus pretensiones el diario Le galois de París y la importante revista Revue des Deux Mondes.

Si bien obtuvo el reconocimiento de algunos caciques araucanos, en realidad el pretendido rey no tuvo control de ninguna porción de territorio, ni llegó a establecer estado alguno, ni los araucanos le dieron un apoyo concreto.

Otros araucanos nunca lo reconocieron como monarca y por el contrario lo denunciaron a las autoridades chilenas.

El sucesor de Montt, el presidente José Joaquín Pérez, ordenó la detención del pretendido rey lo que ocurrió a principios de enero de 1862, siendo procesado en un juicio bajo la justicia militar, luego pasado a la jurisdicción ordinaria, con el cargo de alterar el orden público. En esos juicios Tounens, se defendió con seguridad, poniendo en aprieto a los jueces y médicos que lo consideraban loco. El juez, primero lo condenó a diez años de prisión, pero después de seis meses considerándolo demente, mandó se lo recluyera en un manicomio. A instancias del cónsul francés se ordenó su expulsión del país, por lo cual fue dejado en libertad y remitido a Francia a bordo de un navío de guerra de ese país.


Regreso de Orélie a Francia

Al regresar a Francia, la prensa lo recibió con el mote de “rey disponible”. Ya en su país, se mudó a un pequeño departamento ubicado en París, donde estableció la corte y la sede de su gobierno en el exilio, otorgando títulos nobiliarios a quienes lo apoyaran económicamente. Sus amigos le consiguieron un modesto empleo municipal para que pudiera subsistir.

Publicó sus memorias en 1863 bajo el título Orllie-Antoine Ier Roi D’Araucanie et de Patagonie. Son avénement au trone et sa captivité au Chili. Relations écrite par lui-méme. (Orllie-Antoine Ier Rey de Araucanía y la Patagonia. Su ascensión al trono y su cautiverio en Chile. Memorias escritas por él mismo).

Le solicitó al senado francés una pensión vitalicia que debía hacerse efectiva desde el momento en que fue detenido por las autoridades de Chile.

Se dedicó a promocionar su reino entre las otras coronas europeas para ser reconocido como par, cosa que nunca sucedió. También escribió a personas influyentes para recaudar fondos con el fin de recuperar su reino. Apoyado económicamente por algunos personajes, incluso por algún banquero, años después regresó a América.

El 6 de diciembre de 1863, difundió un Manifiesto o Protesta, en el cual dijo que parte de la prensa que se habían ocupado de la cuestión sobre sus derechos al trono, afirmaba que solo podía volver a entrar como rey “con la intervención del gobierno francés”, a lo cual el declaró que “amo demasiado a mi país como para soñar con aumentar sus problemas, y que no le pido otro favor que el de aceptar de mi mano una colonia que tenga un clima tan uniformemente templado como Francia, donde uno nunca oye hablar de epidemias o fiebres, ricas en pastos, bosques y minas; finalmente, tienen 1275 millas de costa en el océano Atlántico y casi tanto en el Pacífico, siendo 600 millas en el medio. ¿Dónde se puede encontrar una tierra que ofrezca tanto espacio y tantos recursos para la emigración? Este vasto país contiene solo alrededor de dos millones de habitantes, y se podrían establecer mercados considerables para lana, pieles, metales, etc. En cuanto a las 2400 millas de costa, es imposible sobreestimar su importancia…”

Creó órdenes caballerescas con el otorgamiento de medallas y condecoraciones, En los años posteriores las acuñaciones de monedas siguieron, como así también se vendieron títulos nobiliarios, estampillas, sellos y blasones –como se sigue haciendo hasta el presente–.

Si bien no hay constancias fehacientes de que el gobierno francés estuviere atrás de este personaje, algunos opinan que si su reino hubiera resultado más afortunado, seguramente hubiere contado con el apoyo de la Francia. De todas formas hay indicios que permiten suponer o pensar que en cierta forma el gobierno de Napoleón III, tenía alguna influencia en este personaje y había algún contacto.

La idea de Orélie era el de brindar a Francia una colonia en estas tierras americanas. Envió cartas a sus hermanos masones de Burdeos, en la cual promocionaba el libro de sus memorias y les requería ayuda y en otra carta muy esclarecedora sobre las ideas de este personaje fechada el 24 de noviembre de 1863, donde pone de manifiesto sus ocultas intenciones y les dice: "Vengo a invocar su apoyo a mi causa, que es la de Francia, porque, como digo en mi libro, …tomar posesión de Araucanía y Patagonia fue, en mi opinión, solo el punto de partida de una colonia francesa".

El 28 de noviembre de 1863, la importante revista francesa L'Illustration, Journal Universel, en su edición N° 1083, Volumen XLII, publicó un retrato de cuerpo entero de Orélie, como rey de la Patagonia y la Araucanía, lo que demuestra la importancia que en ciertos círculos se le daba a este personaje.

Reino de la Araucanía y Patagonia
Le Monde Illustré

Posteriores viajes a América

En Francia encontró un financista y los dos se embarcan los primeros días de febrero de 1869 en un buque de una compañía inglesa, con destino a Montevideo. Tounens tenía el plan de llegar a la desembocadura del río Negro, seguir su curso por tierra, internarse en la Patagonia, cruzar la cordillera y de esa forma arribar a su reino, burlando la vigilancia de las autoridades chilenas.

Embarcado en el navío de guerra francés D’Entrecasteaux, que tenía base en el Atlántico Sur, zarpó en febrero, desembarcando en la ensenada de San Antonio, al sur del Río Negro, y desde allí, siguiendo el curso del río, fue a Choele-Choel, donde unas tribus indias lo tomaron prisionero, pero fue reconocido y rescatado por un cacique que lo había conocido años atrás y que lo llevó a Chile pasando la cordillera por el paso del Llaima en la zona de Lonquimay y de esa forma llegaron a las tierras del cacique Quilapán en la Araucanía.

En esa época el gobierno chileno ya había tomado posesión militar de aquellas tierras del pretendido reino de Oriéle y enteradas las autoridades de su presencia por allí, iniciaron su búsqueda y persecución, ofreciendo una recompensa por su cabeza, por lo cual Oriéle consideró prudente regresar y así volvió a cruzar de nuevo los Andes hacia el lado argentino patagónico, por el mismo lugar del boquete del Llaima llegando a Los Toldos a 250 km. de Santa Rosa (actual capital de la provincia de La Pampa), donde un cacique amigo lo acompañó hasta las Salinas Grandes, donde estaba Calfucurá quien lo hizo llevar a Bahía Blanca, embarcándose en el navío Patagones, con destino a Buenos Aires, arribando el 2 de julio de 1871 con algunos pertrechos militares y armas. En esta ciudad, en la que estuvo un breve tiempo, se dedicó a visitar las redacciones de algunos diarios, entre ellos La Prensa y La Nación, para lograr el apoyo a su causa. Pasó a Montevideo y de allí se embarcó nuevamente para el viejo mundo.

Debemos decir que en la Patagonia argentina, Tounens solo tuvo contacto con Juan Calfucurá, y esto por la amistad que este cacique tenía con Quilapán y no con otros grupos indígenas como por ejemplo los tehuelches quienes habitaban mayormente esa zona. 


De nuevo en Francia y sus restantes viajes a América

Reino de Araucanía y Patagonia
Revista satírica republicana ilustrada “Le Grelot” 

De regreso a su país publicó una ampliación de sus memorias.

En marzo de 1872, fundó el periódico hebdomadario no político, que fue el oficial del reino, llamado La Couronne d’Acier –La Corona de Acero–, de efímera existencia, que trataba sobre temas diversos, como viajes, filosofía, religión, literatura, teatro, comercio, agricultura…

Se debe reconocer que esta persona no era de dejarse vencer por dificultades y contratiempos, sino todo lo contrario era tenaz y por lo tanto no se dio por vencido y así organizó un tercer viaje hacia Buenos Aires con el patrocinio de una casa bancaria, adoptando el nombre de Jean Prat y presentándose como un simple empleado de la Compañía, para no despertar sospechas de los gobiernos de Argentina y Chile. Con algo de dinero que había obtenido compró armas y municiones y acompañado por cuatro personas se embarcó en abril de 1874. Previo paso por Montevideo, llegó a Buenos Aires, donde se alojó en una corta estadía en el Hotel de la Paix, para embarcarse en el pailebote Pampita, que lo dejaría en Patagones, haciéndose pasar por representantes de una casa comercial europea que tenía intenciones de establecer una colonia en ese lugar, pero de paso por Bahía Blanca, desembarcó y tomó contacto con gente amiga, recorriendo también a caballo la zona y provocando una importante reunión de nativos.

Pero las actividades de este hombre no pasaron desapercibidas para las autoridades y despertaron las sospechas de un coronel del ejército argentino, don Julián Murga, quien creyó reconocer en Prat a quien había conocido años antes en las tolderías de Calfucurá en Salinas Grandes y Patagones, como Orélie Antoine Tounens y por ello impartió la orden de arresto.

Arrestado Tounens e iniciado el sumario, sus acompañantes declararon ignorar la verdadera personalidad del sospechoso, pero un soldado que había acompañado a Murga en aquella oportunidad, manifestó creer reconocer a Orélie.

Prat –en realidad Orélie– protestó por su detención que consideró injusta y ofreció trasladarse a Patagones, bajo custodia, lo que así se hizo, acompañado también por los otros amigos. De allí fue remitido como un delincuente a Buenos Aires, donde se encuentra a mediados de julio de 1874 hasta el mes de octubre en que por intervención del Cónsul francés, se le levanta la interdicción, embarcándose nuevamente para Francia.

Dos años después Tounens, acomete por cuarta vez el regreso a lo que considera sus tierras y con nueva ayuda económica se embarcó nuevamente para Montevideo, pero esta vez con un solo acompañante. En la capital uruguaya le robaron su equipaje y cuando llegó a Buenos Aires, fue acusado de contrabandista, siendo arrestado con su acompañante por breve tiempo, tras lo cual recuperaron la libertad. Pidió a las autoridades, poder radicarse en Choele-Choel, pero antes de recibir respuesta, enfermó gravemente, debiendo ser intervenido quirúrgicamente. No obstante realizó un viaje a Azul donde intentó una vez más tomar contacto con algunos parciales. Pero viendo que las condiciones en la Patagonia, ya habían cambiado, tanto en Argentina como en Chile, no solo por el asentamiento de poblaciones criollas y de inmigrantes llegados de Europa, sino también por una mayor presencia militar, que hacían imposible el restablecimiento de su reino, lo decidieron una vez más a volver a Europa, embarcándose el 26 de setiembre de 1877 en el vapor Paraná y ya definitivamente, dejando atrás estas tierras.


El fallecimiento de Orélie

Vuelto a su país, al año siguiente y antes de fallecer publicó en Burdeos el libro Araucanie.

Veinte años después de iniciar su aventura por el sur del continente Americano, con la idea de crear un reino en estas tierras, murió en un hospital público, en Bordeaux, en 1878.

Poco antes de fallecer habría dicho "Sí, he sido un completo chiflado. Pero ¿quién iba a pensar que Francia podía negarse a anexar tan espléndidas colonias?".

La Comuna colocó una lápida sobre su tumba donde se puede apreciar una corona tallada, igual a la que aparece en la figura del Rey de Corazones de las barajas francesas, y la siguiente inscripción Ici repose De Tounens Antoine Orllie 1er Roi d'Araucanie et de Patagonie Dc à Tourtoirac le 17 7bre 1878 ('Aquí reposa De Tounens Antoine Orllie 1er Rey de Araucanía y de Patagonia Muerto en Tourtoirac el 17 de septiembre de 1878')

En un momento de su vida había buscado una mujer que le diera un hijo y un heredero al trono por lo cual había hecho publicar un anuncio en busca de una doncella que esté dispuesta a compartir el destino. La “doncella” no apareció y muchos se mofaron de él porque no pudo siquiera encontrar una esposa, así a su fallecimiento no dejó descendientes, pero uno de sus amigos Gustave Achille La Viarde, aprovechó y se coronó sucesor, solicitando auxilios del gobierno norteamericano para establecerse en el territorio del sur de Chile, pero no fue escuchado, instalando en París un gobierno en el exilio.


La Casa de la Corona de Acero

Los “monarcas” posteriores autodenominados La Corona de Acero vienen reclamando desde aquella época y hasta el presente, sus derechos al territorio del reino, mientras siguen imprimiendo estampillas, acuñando monedas y medallas, que solo sirven para los coleccionistas y también otorgando mediante la venta, títulos de nobleza, para que algunos avivados e inescrupulosos se pavoneen en fiestas sociales, luciendo atuendos de diplomáticos y medallas y vivan de una fantasía y un delirio de una inexistente monarquía, diciéndose miembros de una nobleza irreal, con lo cual solo pueden sorprender a personas incautas y sin conocimiento de quienes son estos rara avis.


¿Fue Orélie un agente francés?

No existen pruebas fehacientes de si Orélie fue en verdad un agente del gobierno francés, en todo esto referente a la instalación de un reino del cual hemos tratado precedentemente.

Algunos historiadores, opinan que algún grado de oficialidad tenían sus actividades y que si su intentona de establecer un nuevo reino hubiera tenido éxito, seguramente hubiera contado con el apoyo explícito del gobierno de Francia.

Llama la atención que este personaje, hubiera designado a su reino como Nouvelle France, lo que denota un interés evidente de vincular su reino con Francia,

Es llamativo también que si Orélie no hubiere contado con algún apoyo de su gobierno, un barco de guerra galo, el D’Entrecasteaux, lo haya trasladado en su segundo viaje desde Montevideo a San Antonio, cuando él no era militar, marino, ni funcionario francés.

¿De dónde sacó los recursos para trasladarse cuatro veces a Sudamérica y regresar otras tantas a Europa?

¿Quién le proveyó de dinero para que pudiera vivir mientras se encontraba en América?

Son preguntas sin respuesta.


La Francia de Napoleón III

Carlos Luis Napoleón Bonaparte, fue pariente –sobrino– de Napoleón Bonaparte. En el mes de diciembre de 1848 fue elegido como presidente de la 2da. República, y ungido como emperador en el 2do. Imperio desde 1852 hasta 1870, con el nombre de Napoleón III. Fue el último monarca de Francia.

Impulsó el imperialismo francés, buscando nuevos mercados para su producción industrial y buscando materias primas, continuando la penetración en África, en Argel y Senegal, que había iniciado Luis Felipe del Orleans, años atrás.

Pero también impulsó la penetración francesa en Asia. En 1860 por un tratado impuesto a China, ésta se obligó a abrir sus puertos al comercio francés. Por aquellos años también ocupó la Cochinchina (parte de Vietnam y Laos), anexándola entre 1862 y 1867; también ocupó Camboya en 1863.

Tampoco América quedó al margen de las pretensiones imperialistas de Napoleón III, quien a principios de 1862 y con ayuda de españoles e ingleses, inició la invasión a México, que se encontraba inmersa en una guerra civil, creando el Imperio de Méjico, imponiendo a Maximiliano de Austria, –aquel príncipe austríaco que tenía su palacio en Trieste y al cual ya me referí– como emperador con el nombre de Maximiliano I De esa forma Napoleón III pretendía tener influencia en Méjico, sin temer la intervención de los Estados Unidos, país que también por aquellos años, estaba inmerso en una sangrienta guerra civil entre el sur esclavista y secesionista y el norte unionista. 

Las fuerzas francesas sufrieron graves derrotas a lo largo de cinco años de luchas, lo que determinó la retirada francesa del país y Maximiliano I, hecho prisionero por las fuerzas mejicanas a cargo de Benito Juárez, fue fusilado en Querétaro en 1867. Todo ello dio por tierra con las pretensiones de Napoleón III en el Nuevo Mundo. 

También desde julio de 1870 hasta mayo de 1871 tuvo lugar la guerra franco-prusiana, entre el 2do. Imperio de Napoleón III y los estados alemanes, que se saldó con una derrota aplastante para los franceses que determinó la caída de Napoleón III.

¿Qué hubiera pasado, si Napoleón III hubiere tenido éxito con su creación del Imperio de Méjico?, ¿hubiera desaprovechado la ocasión de establecer una colonia en la Patagonia, que le ofrecía el pretendido Rey de la Araucanía y Patagonia?, ¿hubiera ayudado a Orélie de haber ganado la guerra contra los estados alemanes?... No podemos saberlo… pero tampoco es descabellado pensar que de no haber sufrido tales derrotas, posiblemente hubiera intentado la conquista del sur del continente americano.


Notas

(1) Llamamos en este artículo como araucanos a las diversas tribus indígenas que habitaron la parte de lo que hoy es Chile.

(2) Cuando la expedición de Magallanes estaba en camino para llegar a la India, en el invierno de 1520 descubrieron las costas de lo que posteriormente llamaron Patagonia y tomaron contacto con tribus tehuelches que habitaban la zona. Estos eran personas de elevada estatura y considerados por los españoles como gigantes y se vestían con pieles de guanaco y también sus pies estaban protegidos con la misma piel, por lo cual al desplazarse dejaban unas enormes huellas, por esa razón fueron llamados patagones y esa región fue denominada Patagonia.

(3) La masonería tiene dos corrientes principales, la llamada anglosajona que emana de la Gran Logia Unida de Inglaterra y la otra denominada continental o liberal o Francmasonería, cuyo principal exponente es el Gran Oriente de Francia.

(4) Después de proclamarse rey se cambió el nombre Orélie por Orllie.


Fuentes

GALATOIRE, Adolfo R. “Reyes franceses para la Patagonia”, publicado en Todo es Historia N° 8, Buenos Aires, diciembre de 1967.

SARRAMONE Alberto. “Orllie-Antoine I Un rey francés de Araucanía y Patagonia”, Editorial Biblos, Buenos Aires 2005.

http://viajes.elpais.com.uy/2017/09/05/el-rey-de-los-mapuches-1860/

https://www.mapuche-nation.org/espanol/html/reino/noticias/art-19.htm

https://pierremollier.wordpress.com/2015/06/12/deux-nouvelles-lettres-maconniques-du-roi-daraucanie/comment-page-1/

La línea de frontera y los indios

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XII N° 48 - Setiembre 2018 - Pag. 4 y 5 

La línea de frontera y los indios 

Por el Dr. Jorge Oscar Sulé


Jorge O. Sulé
Indios Pampas, litografía de Carlos Morel

Durante muchos años la frontera sur del Virreinato del Río de la Plata y posteriormente de las Provincias Unidas con respecto a distintas parcialidades indígenas, estaba determinada por el Río Salado que corre en la Provincia de Buenos Aires de noroeste a sudeste naciendo de la laguna El Chañar (sur de Santa Fe) y desembocando en la bahía de Samborombón (Buenos Aires). 

Más allá, en forma trashumante y con períodos de asentamiento más o menos permanentes pero diseminados, se encontraban distintos grupos indígenas que por diferentes razones históricas, étnicas, económicas, políticas, etc., carecieron de unidad de acción (malones o guerras) salvo raras excepciones, incluso estuvieron separadas por fuertes antagonismos.

Los fuertes -poblaciones fortificadas- que jalonaban la frontera por dentro de la línea del Salado, fueron de sur en dirección noroeste: San Juan Bautista de Chascomús, Nuestra Señora del Pilar de los Ranchos, San Miguel del Monte, San José de Luján (Mercedes), San Antonio del Salto, San Francisco de Rojas. En calidad de fortines, un poco más pequeños que los fuertes: San Pedro de los Lobos, San Lorenzo de Navarro, San Claudio de Areco, Nuestra Señora de Mercedes (Colón) y nuestra Señora del Rosario de Melincué.

Los fuertes estaban defendidos por una compañía de blandengues y los fortines por milicianos y a veces por ambos.

Al abrigo de cada reducto se fueron formando centros poblados de blandengues y milicianos con sus familias, paisanos solteros, vagabundos, pulperos, algún idóneo enfermero, algún cura castrense y peones de temporada de estancias y chacras.

La vigilancia quedaba en manos de patrullas exploradoras formadas por ocho blandengues o milicianos que salían semanalmente alejándose diez o más leguas al sur durante ocho días a la intemperie, alimentándose de lo que le podía proporcionar el campo.

El fuerte Carmen de Patagones, en la desembocadura del Río Negro, era una comandancia militar aislada que solo se comunicaba por mar con Buenos Aires. 

FRONTERA DE CÓRDOBA

Para contener las invasiones, especialmente de ranqueles, se levantaron los fuertes del Sauce y a una distancia de veinte leguas los fuertes de Santa Catalina, Las Tunas, Saladillo y Concepción de Río Cuarto. La defensa estaba a cargo exclusivamente de las milicias de caballería formada obligatoriamente por campesinos del lugar que se turnaban periódicamente en la vigilancia.

FRONTERA DE SAN LUIS

Al sudoeste de la ciudad de San Luis encontramos el fortín de San Carlos, diez leguas al sur, el fortín del Chañar y al sur de la laguna El Bebedero, el fortín del mismo nombre.

La misión de estos fortines no tenían como única finalidad defender las haciendas, sino fundamentalmente proteger el camino Real que unía Buenos Aires con Mendoza y Chile.

FRONTERA DE MENDOZA

Para parar las invasiones pehuenches y ranqueles en el sur de Mendoza, se hizo necesario un acantonamiento fortificado con el nombre de Real de San Carlos, a la entrada del Valle de Uco, y a orillas del Río Diamante, se construyó el fortín San Rafael.

Estos sufridos y riesgosos atalayas del desierto contribuyeron decididamente en la formación de la patria.

UBICACIÓN Y DINÁMICA DE LAS DISTINTAS PARCIALIDADES INDIAS 

Los que encontró Mendoza que fueron llamados por Ulrico Schmidl “querandíes” y posteriormente ”pampas”, estuvieron ubicados en las cercanías de la actual Buenos Aires, replegándose posteriormente al sur del Río Salado y en las llanuras de Tapalqué, Azul, Olavarría, Sierra de la Ventana.

Recibieron la visita por infiltración pacífica o invasión violenta de grupos del oeste, precedentes del otro lado de la cordillera, algunos llamados “mapuches”, -nosotros diremos “araucanos”- dejando su influencia importante, por ejemplo su propio lenguaje.

Otra mestización verificable, fue la producida por la penetración del tehuelche septentrional-norte de la Patagonia (regiones del Chubut y de los ríos Negro y Colorado) que los filólogos y etimologistas llaman gününa küne o guenaken que penetraron en la actual provincia de Buenos Aires y en otras provincias en un proceso que los estudiosos llamaron la “tehuelchización de la Pampa”.

Entre los caciques pampas más nombrados pero ya, circa 1817 en adelante, se mencionan a Catriel, Cachul, Pichilonkoy, Ancafilú, Chañil, Nicasio.

Los indios ancianos de este grupo, conservaban y hablaban entre ellos un lenguaje ya en desuso, que no era el pampa y que nos habla de distintas presencias pretéritas que se conjugaron en el devenir indígena.

Estos desplazamientos étnicos, pacíficos o violentos lo demuestran también ciertas hostilidades perdurables entre ciertos grupos indígenas, por ejemplo los pampas bonaerenses nombrados y sus prevenciones contra borogas (también llamados vorogas), de estirpe mapuche o araucanos, recién instalados circa 1819 en el oeste y sur de la provincia de Buenos Aires, límite con la provincia de La Pampa (Guaminí, Carhué, Puan)

Los caciques más importantes de este grupo (borogano) fueron Ignacio Cañuquir, Francisco y Mariano Cañulan, Mariano Rondeau, Álvarez Alón, Alonso Guaiquimil.

Carlos Montefusco
Capitanejo Pampa. Pintura de Carlos Montefusco

Otra prueba de esas interacciones étnicas que supone la presencia de dominaciones alternativas, lo constituye el estudio etimológico y toponimia de los nombres de algunas ciudades de la provincia de Buenos Aires, nombre de raíz indudablemente indígena:

● Chapadmalal: su etimología indica que es araucano.

● Chascomús: tehuelche septentrional, o sea günuna küne (a partir de acá preferimos utilizar la designación de tehuelches septentrionales por ser la más popularizada) 

● Tandil: araucano 

● Tapalqué: tehuelche septentrional 

● Salliqueló: araucano 

● Sierra de la Ventana, llamada Casuati por los indios: tehuelche septentrional 

● y muchas más. 

Otro tanto se advierte en la etiología de los nombres de los accidentes geográficos. 

Los ranqueles, se ubicaron al sur de Córdoba, San Luis, centro y norte de la actual La Pampa y zona cercanas al Río Chadileuvú o Desaguadero. Inmigración tardía (circa 1770) proceden de la región pehuenche del norte de Neuquén en el río Agrio Superior, entre las actuales localidades de El Cholar y Ñorquin. 

El nombre de ranquel, o rankulches deviene del territorio que ocupaban llamado Ranquil Lon, en la que crecían ciertos vegetales de cañaveral de carrizo que crece en ciertas partes de la cordillera. 

Por lo tanto los ranqueles, originariamente, fueron pehuenches de origen andino, no patagónico, ni mapuche o araucano, que después de interminables luchas intertribales con huiliches y otros decidieron abandonar su territorio y se trasladaron hacia nuestra pampa central en donde el caldén, el piquillín y el algarrobo, son dueños de la escena vegetal, sin abandonar su nombre ranquel, que procede del cañaveral de carrizo. 

Los principales caciques que se nombran en la época que tratamos fueron Yanquetrur o Yanquetruz, Painé, Pichuín, Guichan y otros. 

DESESTABILIZACIÓN DE LA FRONTERA 

Hasta 1817 aproximadamente la situación de la campaña fue de relativa tranquilidad aunque siempre hubo incursiones de pillaje o maloqueos de cuatrerismo sin registrarse malones sangrientos.

A este equilibrio contribuyeron, los buenos oficios del Coronel Pedro Andrés García, baqueano en sus viajes a Las Salinas, con buen trato con los indios pampas; un buen Comandante de Campaña como lo fue don Francisco Pico y un grupo de estancieros con buenas relaciones con los indios como Don Francisco Ramos Mejía, Antonio Villanueva y un joven estanciero llamado Juan Manuel de Rosas que entre sus peones se encontraban muchos indios de las inmediaciones.

Pero en otras latitudes se suceden hechos trascendentes. San Martín después de sus proezas de los Andes y sus triunfos especialmente el de Maipú libera a Chile de los realistas. Esto origina enormes guerras intertribales: tribus que seguían defendiendo el orden realista contra tribus que apoyaron a los ejércitos patriotas, desencadenaron en el mundo indígena chileno un enfrentamiento de tal magnitud, que un capítulo de la historia del país hermano, se describe con el nombre de “Guerra a Muerte”.

Derrotados en esta beligerancia sangrienta, grupos voroganos “realistas” decidieron cruzar la Cordillera de los Andes asentándose en Las Salinas Grandes de La Pampa límite con la Provincia de Buenos Aires y zonas aledañas que ya hemos puntualizado con los caciques que citamos también anteriormente. Para colmo el chileno José Miguel Carrera, como consecuencia de la perdidosa batalla de Rancagua, también se había pasado a la Argentina, enredándose en la política y para poder regresar a Chile, estimulaba permanentemente en borogas y ranqueles alzamientos y malones contra poblaciones de Buenos Aires y Córdoba. Tal fue el malón a Lobos que produjo más de cien víctimas y cautivos y el 2 de diciembre de 1820, otro gran malón al poblado de Salto donde se hacen muchas víctimas: 250 mujeres cautivas, gran número de criaturas, además del consiguiente saqueo a todo el rancherío de la población.

La frontera toda se estremeció y pidió mayor seguridad y represión.

Martín Rodríguez, gobernador entonces, pero que no sabía nada de indios y que para él todos eran iguales, ordenó vengar en los pampas del sur los desmanes y matanzas efectuados por ranqueles y borogas.

Juan Manuel de Rosas le advirtió del grave error que se iba a cometer y sus consecuencias. Pero el Gobernador no lo escuchó, por lo que el joven estanciero se distanció de él.

Pero aquí comienza otra historia...


Bibliografía

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Sulé, Jorge Oscar. “Rosas y sus relaciones con los indios”, Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Gral. San Martín, Edit. Corregidor, 2007.