sábado, 1 de septiembre de 2018

El estrafalario rey de la Araucania y la Patagonia

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año XII N° 48 - Setiembre 2018 - Pags. 6 a 12 

El estrafalario rey de la Araucania y la Patagonia 

Por Norberto Jorge Chiviló

En el artículo de tapa del N° 46 de este periódico, nos referimos a las relaciones franco argentinas y en éste vamos a contar un extraño y desconocido hecho de nuestra historia que comenzó en el año 1858, hace ya 160 años, y que tiene relación también con la política exterior francesa de Napoleón III.



La cuestión indígena al sur del continente americano

Previo a entrar de lleno a la cuestión a tratar en este artículo y para entenderlo, es necesario conocer, aunque sea someramente, la situación de los aborígenes de la Patagonia.

La Patagonia es un territorio de forma triangular al sur del continente americano, dividida por los Andes en dos zonas: la occidental y la oriental, actualmente chilena y argentina respectivamente. Las tres cuartas partes del territorio patagónico pertenece a la República Argentina y un cuarto a la República de Chile, llamada también esta última como Arauco o región de la Araucanía.

El límite norte de dicho territorio en la parte chilena lo es el río Biobío y el río Colorado en la argentina. 

Con anterioridad a la llegada de los españoles, al occidente de la cordillera y en la zona central y norte del actual Chile, el territorio estaba habitado por los pueblos araucanos (1), muy aguerridos, quienes fueron empujados hacia el sur por los quechuas, quienes no los pudieron dominar. Si bien las tribus araucanas no constituían una unidad, ya que no había una autoridad central, sí se unían ante un peligro común.

Debido a ese empuje quechua, muchas tribus araucanas traspasaron los Andes hacia la zona patagónica oriental –actualmente argentina–, donde sometieron y exterminaron a pueblos pámpidos como los pehuenches, puelches, huilliches, ranqueles, entre otros. Los que se salvaron de tales matanzas y sometimiento fueron corridos hacia las costas del océano Atlántico. Así comenzó un proceso de araucanización al este de la cordillera.

La expedición de Hernando de Magallanes en 1520, después de descubrir las costas de la Patagonia (2) y Tierra del Fuego y navegar el estrecho –que él denominó “de Todos los Santos”, pero que con posterioridad fue llamado con su nombre– que separa ambas tierras –la parte continental de la Patagonia y la isla grande de Tierra del Fuego– y que conecta ambos océanos, se internó en un mar calmo y tranquilo, con tempestades no frecuentes por lo cual lo bautizó como “Pacífico” y ellos fueron los primeros europeos en avistar y llegar a lo que actualmente es Chile. Con la expedición de Diego de Almagro en 1536 y Pedro de Valdivia cinco años más tarde, se inició allí el período de la conquista.

Los españoles, encontraron en estas tribus araucanas una oposición y hostilidad por lo cual guerrearon durante siglos, no obstante con posterioridad establecieron la paz.

Tal es así que durante las luchas por la independencia de Chile y Argentina, en la segunda década del siglo XIX, la mayoría de las tribus araucanas se opusieron a los ejércitos independentistas argentinos-chilenos, prestando ayuda a las fuerzas realistas españolas (ver ER N° 42 y 46). Todo ello se incrementó después de la independencia de Chile y por lo tanto fueron contrarios a las dos repúblicas americanas, a las que consideraron enemigas.

Como consecuencia de la victoria patriota de Maipú, restos del ejército realista español se refugiaron en el archipiélago de Chiloé (al sur de Chile), donde la población araucana, nuevamente les prestó apoyo y ayuda, alineándose con ellos y la guerra prosiguió en lo que se llamó Guerra a Muerte y recién en 1826 esas fuerzas –que fueron el último bastión realista en América– fueron derrotadas por los chilenos, produciéndose una nueva emigración de los indígenas vencidos a través de los Andes hacia la Patagonia oriental pampeana; primero lo hizo el cacique Ignacio Coliqueo y en la década siguiente, fue el cacique Juan Calfucurá o Callvucurá (que significa Piedra azul), exterminando y sometiendo a otras etnias indígenas menos belicosas como ranqueles, pehuenches, pampas, que se encontraban establecidas en el lugar que desde antaño ocupaban, o bien corriéndolas y desplazándolas hacia el este o hacia el norte. Así continuó y se incrementó una araucanización de muchas tribus sometidas, que como dije precedentemente había comenzado tiempo antes. Entre estos pueblos indígenas de la zona patagónica pampeana había un estado permanente de paz armada, que se quebraba ante la menor amenaza, guerreando entre sí las diversas tribus, provocándose verdaderas masacres.

En 1835 Calfucurá había traspasado los Andes llamado por varios caciques araucanos establecidos de este lado de los Andes, para que les prestara ayuda para enfrentar al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, pero cuando llegó aquí ya aquellos caciques habían pactado con el gobernador y Calfucurá se consideró desairado. Se estableció en Salinas Grandes (actual provincia de La Pampa), donde formó una confederación de tribus, que llegó a tener con el tiempo una especie de administración, incluso habiendo nombrado ministro de relaciones exteriores. Si bien en un principio entre este cacique y el gobernador Rosas se consideraron enemigos, con el tiempo se amigaron, tal es así que Rosas le confirió a Calfucurá un grado militar.

La política del gobernante porteño fue el de seducción hacia los pueblos indígenas, tratando de atraerlos a la civilización, evitar los enfrentamientos muy frecuentes entre ellos, integrar sus poblaciones con los blancos, asignándoles territorios para que pudieran desarrollarse y practicar la agricultura y así dejaran de ser nómades, incluso fomentando que se dejaran de lado algunas costumbres bárbaras que practicaban. Fue lo que se conoce como trato pacífico por el cual a cambio de ganados y otros bienes, hubo paz entre blancos e indígenas y estos incluso dejaron de malonear. Así durante el gobierno de Rosas hubo bastante calma en la zona fronteriza, salvo por la actividad belicosa de algunas tribus ranqueles influenciadas por personajes unitarios que se refugiaron al amparo de aquellas tolderías, como por ejemplo el caso del unitario devenido en cacique Manuel Baigorria, promoviendo invasiones en el norte de la provincia de Buenos Aires y sur de Santa Fe.

En algún momento en un futuro número de este periódico nos referiremos a Rosas y el trato que tuvo con los indios.

Pero ante la derrota del gobernador porteño en la batalla de Caseros, la pacificación que se había logrado hasta ese momento con el trato pacífico se perdió y volvieron los malones sobre distintas poblaciones de la provincia, convirtiéndose Calfucurá en un verdadero azote en la frontera, derrotando incluso a ejércitos que se mandaron para someterlo, inclusive alguno comandado por Bartolomé Mitre.

Calfucurá logró tener bajo su dominio un vasto territorio, llegando a contar con una fuerza de más de 10.000 lanceros, con los cuales atacó además muchas poblaciones, como la de Tres Arroyos a la que arrasó y lo mismo pasó con Bahía Blanca, matando a numerosos pobladores, llevándose gran cantidad de cautivas y robando cientos de miles de cabezas de ganado.

Calfucurá falleció a mediados de 1873, siendo sucedido por su hijo Manuel. La campaña al mando de Julio Argentino Roca en 1877/1879, fue el fin del predominio araucano en territorio argentino.

Reino de la Araucanía y Patagonia
Inalonco (Capitanejo) obra de Gustavo Solari

Importancia de la Patagonia

La zona patagónica, en aquellos años, figuraba en los mapas europeos y estadounidenses como terra nullius, término empleado en ese momento por el llamado derecho de gentes –ahora derecho internacional– para designar a los territorios carentes de dueño y por lo tanto susceptible de ser ocupados; eran mostrados –en el caso de la Patagonia– como una entidad distinta tanto de Chile como de Argentina, considerando que estas repúblicas no tenían el control de este territorio, habitado además por pueblos salvajes.

La posición estratégica de la Patagonia era incuestionable en aquella época y lo fue hasta la construcción del Canal de Panamá, pues todo el tráfico interoceánico debía realizarse por allí y quien controlara ese territorio, tenía también el control de esa ruta marítima.

Esas tierras que la Argentina consideraba propias, por el principio del uti possidetis iure y como heredera del Virreinato del Río de la Plata, al cual pertenecieron hasta el momento de la formación de las nuevas Repúblicas, estaban escasamente pobladas, sobre todo por las extremas condiciones climáticas y también físicas, y tampoco eran muy aptas para el cultivo. Debemos tener en cuenta que durante los gobiernos de Rosas por ejemplo, las guerras internas e internacionales en las cuales se vio envuelta la Confederación Argentina, impidieron que el gobierno pudiera ocuparse adecuadamente de esos territorios, lo que posibilitó la ocupación del estrecho de Magallanes por parte de Chile en 1843 (Ver ER N° 24), a lo cual nuestro gobierno solo pudo efectuar reclamos diplomáticos confiando en las tratativas que deberían llevarse a cabo en el futuro.

Asimismo en aquella época comerciantes nacionales de algunas potencias  intentaron establecerse en las costas patagónicas para la extracción de guano, lo que motivó el reclamo del gobierno argentino.

Algo que conté ya con anterioridad que me pasó personalmente unos años atrás cuando visité la ciudad de Trieste en Italia y en la cual habían vivido mis abuelos y mi padre hasta el año 1923 cuando emigraron hacia la Argentina, es ilustrativo de lo que estoy narrando. Hasta el fin de la primera guerra mundial, dicha ciudad perteneció al imperio austrohúngaro, y ya finalizada esa contienda, pasó a ser una ciudad italiana. A mediados del siglo XIX a pocos kilómetros de la ciudad se había construido un palacio sobre la costa del Adriático que se llamó y llama Miramare, justamente porque se encuentra mirando al mar y era residencia del Archiduque Ferdinan Maximiliam von Hausburg, más conocido como Maximiliano de Austria, hermano del Emperador. Actualmente ese palacio es un museo que visité en aquella oportunidad. Grande fue mi sorpresa cuando entré a un gran salón llamado “Sala del trono”, donde otrora Maximiliano y el emperador recibían a los embajadores y se realizaban bailes para la Corte y vi que en una gran pared, estaba pintado un planisferio y observé que el territorio de nuestro país al norte del río Colorado carecía de nombre, sí en efecto, no figuraba el nombre “Argentina” y sí figuraban los nombres de los otros países como Chile, Perú, Brasil y también Paraguay y el que correspondía a la zona sur del continente, figuraba debidamente delimitado como “Patagonia” y como un país más.

Maximiliano, también fue un personaje vinculado a la historia americana, como relataré más adelante.


Creación del reino de Araucanía y Patagonia

Yendo ahora al tema central del artículo y con las aclaraciones que realicé precedentemente para una correcta comprensión del lector de cómo se fueron produciendo los hechos, debo decir que la historia que involucró a nuestro país y a Chile principalmente, comenzó con la llegada al sur de América de un delirante y estrafalario personaje en aquel año de 1858.

Me estoy refiriendo al francés Orélie Antoine (en español: Aurelio Antonio) de Tounens, nacido en 1825 en La Chaise de la comuna francesa de Chourgnac, situado en el sudoeste de Francia, hijo de padres campesinos, descendientes de propietarios afincados en el lugar durante siglos. Graduado de abogado en 1851, se desempeñó en diversos cargos judiciales.

Por aquella época circulaban en Europa, diversas noticias sobre América, muchas de ellas fantasiosas, que mezclaban lo real con ciertas leyendas, que hacían aparecer a estas tierras como propicias para lograr riquezas en forma fácil y rápida, como así también para la creación de reinos. Esas noticias que se transmitían de boca en boca o en novelas o narraciones fabulosas alimentaban la imaginación de muchos europeos que creían que aquí podrían encontrar El Dorado. Esto es lo que le pasó a nuestro personaje, ya que aficionado a la lectura de libros de memorias de viajeros que recalaron en sudamérica, se le ocurrió la idea de formar con las repúblicas americanas una confederación monárquica constitucional, dividida en diecisiete estados.

Cuando contaba con 33 años de edad se embarcó con destino al puerto de Coquimbo –que se encuentra en la zona central norte de Chile– con pocos recursos, donde llegó el 22 de agosto de 1858, para dirigirse seguidamente a Valparaíso (región central de aquel país), donde aprendió el idioma español e ingresó a la logia masónica L’Etoile du Pacifique, que había sido fundada por franceses y que dependía del Gran Oriente de Francia (3).

En 1860 pasó a la zona sur del país trasandino, más exactamente a Valdivia, donde se relacionó con dos comerciantes de su misma nacionalidad, a quienes les transmitió su idea de crear un reino en el sur del país y por lo tanto en la necesidad de entrar en contacto con indios araucanos, a los que pretendía ayudar.

Los tres se dirigieron a la zona de la Araucanía, poblada mayormente por indios de esa etnia, donde Orélie se reunió y entabló contacto con el cacique Quilapán quien le permitió el paso por el territorio, tras lo cual se reunió con caciques o lonkos, enemigos como ya manifesté precedentemente de las dos repúblicas sudamericanas, a quienes les prometió que con la creación de un nuevo estado monárquico, la lucha contra el estado chileno que mantenían en esos años en la llamada Guerra de Arauco podría llevarse a cabo con más éxito y se podría además obtener el reconocimiento de otros países. Además se comprometió a lograr la unión de todas las tribus para defender al nuevo reino.

Reino de la Araucanía
Por aquella época este personaje usaba pelo largo, barba, un gran poncho finamente tejido de color oscuro con detalles blancos y una especie de vincha en la cabeza, calzando relucientes botas con espuelas y usando una brillante hebilla de cinturón hecha de plata. Siendo una persona de gran porte, con esa vestimenta y portando una importante espada con incrustaciones de oro, que le daba un aspecto de mesías, logró impresionar notablemente a sus futuros interlocutores indígenas. Además existía entre esos pueblos araucanos una leyenda que daba cuenta que un hombre blanco vendría a liberarlos y así muchos de ellos creyeron que ese hombre era Orélie. De esa forma los interesó y convenció para fundar ese estado monárquico, del cual él sería nombrado rey.

También se entrevistó con los caciques Catriel en Río Negro y con Juan Calfucurá, asentados con sus tribus en la Patagonia argentina.

En una asamblea celebrada el 17 de noviembre de 1860, en la que participaron diversos grupos araucanos, representados por los tokis, lonkos y machis (autoridades militares, civiles y espirituales respectivamente), Orélie fue proclamado, o más bien se autoproclamó Rey del creado Reino de Araucanía. En el primer decreto que redactó y firmó, estableció "Considerando que la Araucanía no depende de ningún otro estado, que se halla dividido por tribus y que un gobierno central es reclamado tanto en interés particular como en el orden general; decretamos lo que sigue: Artículo 1: Una monarquía constitucional y hereditaria se funda en Araucanía: el Príncipe Orllie-Antoine de Tounens es designado Rey". (4)

También dio al nuevo reino una organización al estilo europeo, sancionando una constitución, que era una copia de la constitución francesa del II Imperio de 1852, además de un himno, una bandera –formada por tres franjas horizontales con los colores azul, blanco y verde– y un escudo. Evidentemente el francés tenía todo pensado y preparado para su emprendimiento real.

Tres días después anexó al creado reino, el territorio de la Patagonia argentina, quedando las fronteras de ese ampliado reino delimitadas así: por el norte por los ríos Biobío en Chile y el Negro en Argentina, al oeste el océano Pacífico, al este el océano Atlántico y por el sur el estrecho de Magallanes, comprendiendo todo ello un inmenso territorio.

En los documentos oficiales de su reino Orélie se titulaba y empleaba la siguiente fórmula Orélie-Antonie 1.er, par la grâce de Dieu et la volonté des Indiens de l'Extrême Sud du Continent Americain, Roi d'Araucanie et de Patagonie ('Orélie-Antoine I, por la gracia de Dios y la voluntad de los indios del extremo sur del continente americano, rey de Araucanía y Patagonia').


También en 1860 se acuñaron monedas de plata de un peso, en las cuales en el anverso llevan el escudo de armas del reino y la leyenda Orellie-Antoine Ir Roi D’Araucanie et de Patagonie y en el reverso, el valor: un peso y la leyenda Nouvelle France que significa Nueva Francia, siendo esta denominación como se designaba al reino. Estas monedas nunca llegaron a circular en el territorio de la araucanía.

Con el fin de dar a conocer al gobierno chileno del presidente Manuel Montt, la creación de la monarquía y su designación como rey, solicitándole también su reconocimiento, Orélie envió a su ministro de relaciones exteriores a Valparaíso, donde no fue reconocido, ni tomado en serio por nadie, ni por sus amigos franceses ni por ninguna autoridad. No obstante mandó comunicados a distintos medios de prensa como el diario El Mercurio de Valparaíso, y el Ferrocarril y Revista Católica de Santiago. En el diario El Mercurio del 29 de diciembre de 1860, fue publicado el texto del decreto real y una síntesis de la constitución del reino de la Nueva Francia.

También Orélie viajó a Valparaíso para divulgar las noticias del nuevo reino y lograr adhesiones, tanto en Chile como en su país de origen. En Francia se hicieron eco de sus pretensiones el diario Le galois de París y la importante revista Revue des Deux Mondes.

Si bien obtuvo el reconocimiento de algunos caciques araucanos, en realidad el pretendido rey no tuvo control de ninguna porción de territorio, ni llegó a establecer estado alguno, ni los araucanos le dieron un apoyo concreto.

Otros araucanos nunca lo reconocieron como monarca y por el contrario lo denunciaron a las autoridades chilenas.

El sucesor de Montt, el presidente José Joaquín Pérez, ordenó la detención del pretendido rey lo que ocurrió a principios de enero de 1862, siendo procesado en un juicio bajo la justicia militar, luego pasado a la jurisdicción ordinaria, con el cargo de alterar el orden público. En esos juicios Tounens, se defendió con seguridad, poniendo en aprieto a los jueces y médicos que lo consideraban loco. El juez, primero lo condenó a diez años de prisión, pero después de seis meses considerándolo demente, mandó se lo recluyera en un manicomio. A instancias del cónsul francés se ordenó su expulsión del país, por lo cual fue dejado en libertad y remitido a Francia a bordo de un navío de guerra de ese país.


Regreso de Orélie a Francia

Al regresar a Francia, la prensa lo recibió con el mote de “rey disponible”. Ya en su país, se mudó a un pequeño departamento ubicado en París, donde estableció la corte y la sede de su gobierno en el exilio, otorgando títulos nobiliarios a quienes lo apoyaran económicamente. Sus amigos le consiguieron un modesto empleo municipal para que pudiera subsistir.

Publicó sus memorias en 1863 bajo el título Orllie-Antoine Ier Roi D’Araucanie et de Patagonie. Son avénement au trone et sa captivité au Chili. Relations écrite par lui-méme. (Orllie-Antoine Ier Rey de Araucanía y la Patagonia. Su ascensión al trono y su cautiverio en Chile. Memorias escritas por él mismo).

Le solicitó al senado francés una pensión vitalicia que debía hacerse efectiva desde el momento en que fue detenido por las autoridades de Chile.

Se dedicó a promocionar su reino entre las otras coronas europeas para ser reconocido como par, cosa que nunca sucedió. También escribió a personas influyentes para recaudar fondos con el fin de recuperar su reino. Apoyado económicamente por algunos personajes, incluso por algún banquero, años después regresó a América.

El 6 de diciembre de 1863, difundió un Manifiesto o Protesta, en el cual dijo que parte de la prensa que se habían ocupado de la cuestión sobre sus derechos al trono, afirmaba que solo podía volver a entrar como rey “con la intervención del gobierno francés”, a lo cual el declaró que “amo demasiado a mi país como para soñar con aumentar sus problemas, y que no le pido otro favor que el de aceptar de mi mano una colonia que tenga un clima tan uniformemente templado como Francia, donde uno nunca oye hablar de epidemias o fiebres, ricas en pastos, bosques y minas; finalmente, tienen 1275 millas de costa en el océano Atlántico y casi tanto en el Pacífico, siendo 600 millas en el medio. ¿Dónde se puede encontrar una tierra que ofrezca tanto espacio y tantos recursos para la emigración? Este vasto país contiene solo alrededor de dos millones de habitantes, y se podrían establecer mercados considerables para lana, pieles, metales, etc. En cuanto a las 2400 millas de costa, es imposible sobreestimar su importancia…”

Creó órdenes caballerescas con el otorgamiento de medallas y condecoraciones, En los años posteriores las acuñaciones de monedas siguieron, como así también se vendieron títulos nobiliarios, estampillas, sellos y blasones –como se sigue haciendo hasta el presente–.

Si bien no hay constancias fehacientes de que el gobierno francés estuviere atrás de este personaje, algunos opinan que si su reino hubiera resultado más afortunado, seguramente hubiere contado con el apoyo de la Francia. De todas formas hay indicios que permiten suponer o pensar que en cierta forma el gobierno de Napoleón III, tenía alguna influencia en este personaje y había algún contacto.

La idea de Orélie era el de brindar a Francia una colonia en estas tierras americanas. Envió cartas a sus hermanos masones de Burdeos, en la cual promocionaba el libro de sus memorias y les requería ayuda y en otra carta muy esclarecedora sobre las ideas de este personaje fechada el 24 de noviembre de 1863, donde pone de manifiesto sus ocultas intenciones y les dice: "Vengo a invocar su apoyo a mi causa, que es la de Francia, porque, como digo en mi libro, …tomar posesión de Araucanía y Patagonia fue, en mi opinión, solo el punto de partida de una colonia francesa".

El 28 de noviembre de 1863, la importante revista francesa L'Illustration, Journal Universel, en su edición N° 1083, Volumen XLII, publicó un retrato de cuerpo entero de Orélie, como rey de la Patagonia y la Araucanía, lo que demuestra la importancia que en ciertos círculos se le daba a este personaje.

Reino de la Araucanía y Patagonia
Le Monde Illustré

Posteriores viajes a América

En Francia encontró un financista y los dos se embarcan los primeros días de febrero de 1869 en un buque de una compañía inglesa, con destino a Montevideo. Tounens tenía el plan de llegar a la desembocadura del río Negro, seguir su curso por tierra, internarse en la Patagonia, cruzar la cordillera y de esa forma arribar a su reino, burlando la vigilancia de las autoridades chilenas.

Embarcado en el navío de guerra francés D’Entrecasteaux, que tenía base en el Atlántico Sur, zarpó en febrero, desembarcando en la ensenada de San Antonio, al sur del Río Negro, y desde allí, siguiendo el curso del río, fue a Choele-Choel, donde unas tribus indias lo tomaron prisionero, pero fue reconocido y rescatado por un cacique que lo había conocido años atrás y que lo llevó a Chile pasando la cordillera por el paso del Llaima en la zona de Lonquimay y de esa forma llegaron a las tierras del cacique Quilapán en la Araucanía.

En esa época el gobierno chileno ya había tomado posesión militar de aquellas tierras del pretendido reino de Oriéle y enteradas las autoridades de su presencia por allí, iniciaron su búsqueda y persecución, ofreciendo una recompensa por su cabeza, por lo cual Oriéle consideró prudente regresar y así volvió a cruzar de nuevo los Andes hacia el lado argentino patagónico, por el mismo lugar del boquete del Llaima llegando a Los Toldos a 250 km. de Santa Rosa (actual capital de la provincia de La Pampa), donde un cacique amigo lo acompañó hasta las Salinas Grandes, donde estaba Calfucurá quien lo hizo llevar a Bahía Blanca, embarcándose en el navío Patagones, con destino a Buenos Aires, arribando el 2 de julio de 1871 con algunos pertrechos militares y armas. En esta ciudad, en la que estuvo un breve tiempo, se dedicó a visitar las redacciones de algunos diarios, entre ellos La Prensa y La Nación, para lograr el apoyo a su causa. Pasó a Montevideo y de allí se embarcó nuevamente para el viejo mundo.

Debemos decir que en la Patagonia argentina, Tounens solo tuvo contacto con Juan Calfucurá, y esto por la amistad que este cacique tenía con Quilapán y no con otros grupos indígenas como por ejemplo los tehuelches quienes habitaban mayormente esa zona. 


De nuevo en Francia y sus restantes viajes a América

Reino de Araucanía y Patagonia
Revista satírica republicana ilustrada “Le Grelot” 

De regreso a su país publicó una ampliación de sus memorias.

En marzo de 1872, fundó el periódico hebdomadario no político, que fue el oficial del reino, llamado La Couronne d’Acier –La Corona de Acero–, de efímera existencia, que trataba sobre temas diversos, como viajes, filosofía, religión, literatura, teatro, comercio, agricultura…

Se debe reconocer que esta persona no era de dejarse vencer por dificultades y contratiempos, sino todo lo contrario era tenaz y por lo tanto no se dio por vencido y así organizó un tercer viaje hacia Buenos Aires con el patrocinio de una casa bancaria, adoptando el nombre de Jean Prat y presentándose como un simple empleado de la Compañía, para no despertar sospechas de los gobiernos de Argentina y Chile. Con algo de dinero que había obtenido compró armas y municiones y acompañado por cuatro personas se embarcó en abril de 1874. Previo paso por Montevideo, llegó a Buenos Aires, donde se alojó en una corta estadía en el Hotel de la Paix, para embarcarse en el pailebote Pampita, que lo dejaría en Patagones, haciéndose pasar por representantes de una casa comercial europea que tenía intenciones de establecer una colonia en ese lugar, pero de paso por Bahía Blanca, desembarcó y tomó contacto con gente amiga, recorriendo también a caballo la zona y provocando una importante reunión de nativos.

Pero las actividades de este hombre no pasaron desapercibidas para las autoridades y despertaron las sospechas de un coronel del ejército argentino, don Julián Murga, quien creyó reconocer en Prat a quien había conocido años antes en las tolderías de Calfucurá en Salinas Grandes y Patagones, como Orélie Antoine Tounens y por ello impartió la orden de arresto.

Arrestado Tounens e iniciado el sumario, sus acompañantes declararon ignorar la verdadera personalidad del sospechoso, pero un soldado que había acompañado a Murga en aquella oportunidad, manifestó creer reconocer a Orélie.

Prat –en realidad Orélie– protestó por su detención que consideró injusta y ofreció trasladarse a Patagones, bajo custodia, lo que así se hizo, acompañado también por los otros amigos. De allí fue remitido como un delincuente a Buenos Aires, donde se encuentra a mediados de julio de 1874 hasta el mes de octubre en que por intervención del Cónsul francés, se le levanta la interdicción, embarcándose nuevamente para Francia.

Dos años después Tounens, acomete por cuarta vez el regreso a lo que considera sus tierras y con nueva ayuda económica se embarcó nuevamente para Montevideo, pero esta vez con un solo acompañante. En la capital uruguaya le robaron su equipaje y cuando llegó a Buenos Aires, fue acusado de contrabandista, siendo arrestado con su acompañante por breve tiempo, tras lo cual recuperaron la libertad. Pidió a las autoridades, poder radicarse en Choele-Choel, pero antes de recibir respuesta, enfermó gravemente, debiendo ser intervenido quirúrgicamente. No obstante realizó un viaje a Azul donde intentó una vez más tomar contacto con algunos parciales. Pero viendo que las condiciones en la Patagonia, ya habían cambiado, tanto en Argentina como en Chile, no solo por el asentamiento de poblaciones criollas y de inmigrantes llegados de Europa, sino también por una mayor presencia militar, que hacían imposible el restablecimiento de su reino, lo decidieron una vez más a volver a Europa, embarcándose el 26 de setiembre de 1877 en el vapor Paraná y ya definitivamente, dejando atrás estas tierras.


El fallecimiento de Orélie

Vuelto a su país, al año siguiente y antes de fallecer publicó en Burdeos el libro Araucanie.

Veinte años después de iniciar su aventura por el sur del continente Americano, con la idea de crear un reino en estas tierras, murió en un hospital público, en Bordeaux, en 1878.

Poco antes de fallecer habría dicho "Sí, he sido un completo chiflado. Pero ¿quién iba a pensar que Francia podía negarse a anexar tan espléndidas colonias?".

La Comuna colocó una lápida sobre su tumba donde se puede apreciar una corona tallada, igual a la que aparece en la figura del Rey de Corazones de las barajas francesas, y la siguiente inscripción Ici repose De Tounens Antoine Orllie 1er Roi d'Araucanie et de Patagonie Dc à Tourtoirac le 17 7bre 1878 ('Aquí reposa De Tounens Antoine Orllie 1er Rey de Araucanía y de Patagonia Muerto en Tourtoirac el 17 de septiembre de 1878')

En un momento de su vida había buscado una mujer que le diera un hijo y un heredero al trono por lo cual había hecho publicar un anuncio en busca de una doncella que esté dispuesta a compartir el destino. La “doncella” no apareció y muchos se mofaron de él porque no pudo siquiera encontrar una esposa, así a su fallecimiento no dejó descendientes, pero uno de sus amigos Gustave Achille La Viarde, aprovechó y se coronó sucesor, solicitando auxilios del gobierno norteamericano para establecerse en el territorio del sur de Chile, pero no fue escuchado, instalando en París un gobierno en el exilio.


La Casa de la Corona de Acero

Los “monarcas” posteriores autodenominados La Corona de Acero vienen reclamando desde aquella época y hasta el presente, sus derechos al territorio del reino, mientras siguen imprimiendo estampillas, acuñando monedas y medallas, que solo sirven para los coleccionistas y también otorgando mediante la venta, títulos de nobleza, para que algunos avivados e inescrupulosos se pavoneen en fiestas sociales, luciendo atuendos de diplomáticos y medallas y vivan de una fantasía y un delirio de una inexistente monarquía, diciéndose miembros de una nobleza irreal, con lo cual solo pueden sorprender a personas incautas y sin conocimiento de quienes son estos rara avis.


¿Fue Orélie un agente francés?

No existen pruebas fehacientes de si Orélie fue en verdad un agente del gobierno francés, en todo esto referente a la instalación de un reino del cual hemos tratado precedentemente.

Algunos historiadores, opinan que algún grado de oficialidad tenían sus actividades y que si su intentona de establecer un nuevo reino hubiera tenido éxito, seguramente hubiera contado con el apoyo explícito del gobierno de Francia.

Llama la atención que este personaje, hubiera designado a su reino como Nouvelle France, lo que denota un interés evidente de vincular su reino con Francia,

Es llamativo también que si Orélie no hubiere contado con algún apoyo de su gobierno, un barco de guerra galo, el D’Entrecasteaux, lo haya trasladado en su segundo viaje desde Montevideo a San Antonio, cuando él no era militar, marino, ni funcionario francés.

¿De dónde sacó los recursos para trasladarse cuatro veces a Sudamérica y regresar otras tantas a Europa?

¿Quién le proveyó de dinero para que pudiera vivir mientras se encontraba en América?

Son preguntas sin respuesta.


La Francia de Napoleón III

Carlos Luis Napoleón Bonaparte, fue pariente –sobrino– de Napoleón Bonaparte. En el mes de diciembre de 1848 fue elegido como presidente de la 2da. República, y ungido como emperador en el 2do. Imperio desde 1852 hasta 1870, con el nombre de Napoleón III. Fue el último monarca de Francia.

Impulsó el imperialismo francés, buscando nuevos mercados para su producción industrial y buscando materias primas, continuando la penetración en África, en Argel y Senegal, que había iniciado Luis Felipe del Orleans, años atrás.

Pero también impulsó la penetración francesa en Asia. En 1860 por un tratado impuesto a China, ésta se obligó a abrir sus puertos al comercio francés. Por aquellos años también ocupó la Cochinchina (parte de Vietnam y Laos), anexándola entre 1862 y 1867; también ocupó Camboya en 1863.

Tampoco América quedó al margen de las pretensiones imperialistas de Napoleón III, quien a principios de 1862 y con ayuda de españoles e ingleses, inició la invasión a México, que se encontraba inmersa en una guerra civil, creando el Imperio de Méjico, imponiendo a Maximiliano de Austria, –aquel príncipe austríaco que tenía su palacio en Trieste y al cual ya me referí– como emperador con el nombre de Maximiliano I De esa forma Napoleón III pretendía tener influencia en Méjico, sin temer la intervención de los Estados Unidos, país que también por aquellos años, estaba inmerso en una sangrienta guerra civil entre el sur esclavista y secesionista y el norte unionista. 

Las fuerzas francesas sufrieron graves derrotas a lo largo de cinco años de luchas, lo que determinó la retirada francesa del país y Maximiliano I, hecho prisionero por las fuerzas mejicanas a cargo de Benito Juárez, fue fusilado en Querétaro en 1867. Todo ello dio por tierra con las pretensiones de Napoleón III en el Nuevo Mundo. 

También desde julio de 1870 hasta mayo de 1871 tuvo lugar la guerra franco-prusiana, entre el 2do. Imperio de Napoleón III y los estados alemanes, que se saldó con una derrota aplastante para los franceses que determinó la caída de Napoleón III.

¿Qué hubiera pasado, si Napoleón III hubiere tenido éxito con su creación del Imperio de Méjico?, ¿hubiera desaprovechado la ocasión de establecer una colonia en la Patagonia, que le ofrecía el pretendido Rey de la Araucanía y Patagonia?, ¿hubiera ayudado a Orélie de haber ganado la guerra contra los estados alemanes?... No podemos saberlo… pero tampoco es descabellado pensar que de no haber sufrido tales derrotas, posiblemente hubiera intentado la conquista del sur del continente americano.


Notas

(1) Llamamos en este artículo como araucanos a las diversas tribus indígenas que habitaron la parte de lo que hoy es Chile.

(2) Cuando la expedición de Magallanes estaba en camino para llegar a la India, en el invierno de 1520 descubrieron las costas de lo que posteriormente llamaron Patagonia y tomaron contacto con tribus tehuelches que habitaban la zona. Estos eran personas de elevada estatura y considerados por los españoles como gigantes y se vestían con pieles de guanaco y también sus pies estaban protegidos con la misma piel, por lo cual al desplazarse dejaban unas enormes huellas, por esa razón fueron llamados patagones y esa región fue denominada Patagonia.

(3) La masonería tiene dos corrientes principales, la llamada anglosajona que emana de la Gran Logia Unida de Inglaterra y la otra denominada continental o liberal o Francmasonería, cuyo principal exponente es el Gran Oriente de Francia.

(4) Después de proclamarse rey se cambió el nombre Orélie por Orllie.


Fuentes

GALATOIRE, Adolfo R. “Reyes franceses para la Patagonia”, publicado en Todo es Historia N° 8, Buenos Aires, diciembre de 1967.

SARRAMONE Alberto. “Orllie-Antoine I Un rey francés de Araucanía y Patagonia”, Editorial Biblos, Buenos Aires 2005.

http://viajes.elpais.com.uy/2017/09/05/el-rey-de-los-mapuches-1860/

https://www.mapuche-nation.org/espanol/html/reino/noticias/art-19.htm

https://pierremollier.wordpress.com/2015/06/12/deux-nouvelles-lettres-maconniques-du-roi-daraucanie/comment-page-1/