sábado, 1 de septiembre de 2012

Comentamos estos libros recibidos

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 24 - Setiembre 2012 - Pags. 14 a 16 

Comentamos estos libros recibidos


Beatriz Doallo

Hace catorce años, en la colección Estrella Federal -cuyo director era el recordado historiador y escritor Fermín Chávez-  se publicó  “El exilio del Libertador”, ensayo de la autoría de la profesora Beatriz Celina Doallo.

Ahora ve la luz “El exilio del Restaurador”, publicada por Ediciones Fabro, otra obra de la misma escritora, redactada en 2004, y que hasta este momento se encontraba inédita.

Mucho se ha escrito sobre la vida de Juan Manuel de Rosas, tanto por panegiristas cuanto por detractores, ya sea en nuestro país, como en el extranjero, muestra del interés que despertó y despierta este personaje de nuestra historia. Se habla de la época de Rosas, como no se habla de una época de Sarmiento, de una época de Mitre, o de otra figura histórica del siglo XIX. Recién un siglo después se hablará de la  época de Perón. Como dijera el escritor Guillermo E. Hudson,  Rosas era “el más interesante de los caudillos de América”.

La derrota de Rosas en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852 originó un cambio en el devenir histórico de nuestro país, que ya no será el mismo a partir de ese día. Y esa mutación en la historia patria también ocurre en la vida del Restaurador. Rosas era hasta entonces el hombre fuerte de la Confederación Argentina y uno de los más ricos estancieros de su tierra, admirado y apoyado por su pueblo y por otros países de América. Lo comparaban con las más destacadas personalidades de ese momento en el mundo, y lo respetaban por su férrea defensa de los intereses nacionales frente a las grandes potencias de aquella época. Y desde esa altura, de un día para otro, pasa a ser un desterrado, un simple granjero en Inglaterra, olvidado por parte de su familia y por los numerosos “amigos” que lo rodeaban cuando estaba en el poder. No ocurrió así con el pueblo, sus gauchos e indios, quienes siempre lo recordaron. En Inglaterra, se vio inmerso en problemas para sobrevivir dignamente de su trabajo, ya que sus bienes y los de sus dos hijos, que le acompañan en el exilio, fueron confiscados en la Argentina por sus enemigos políticos.

Si mucho se ha escrito sobre el Restaurador de las Leyes, no lo ha sido tanto con respecto a su forzado ostracismo en particular, por lo que este ensayo es un valioso aporte para conocer ese tercio de su vida en que se vio obligado a vivir lejos de su querida Pampa.

Como escribía el siempre recordado y leído autor Manuel Gálvez: “La vida de Rosas nos deja algunas enseñanzas”, y son muchas las enseñanzas que nos proporciona su vida en el destierro.

En el año 1914, Hipólito Yrigoyen encontrándose en Rosario, les dijo al político radical Ricardo Caballero  y al coronel Ricardo Pereyra Rosas: “Cuando ustedes estudien la personalidad del general Rosas, dirijan las investigaciones a destacar la nobleza y la altivez de la vida solitaria que llevó en el extranjero. Es para mí ese período de existencia azarosa, el que ilumina con mejor luz el fondo de su recia personalidad…”

Rosas, en lugar de llevarse su dinero, que había sido bien habido, sólo se preocupó por hacer transportar a Inglaterra cajones con la documentación relativa a su gobierno, lo que permitió, luego de su fallecimiento, salvar su honor ante la posteridad. De no haber actuado así, sus enemigos hubieran destruído todo ese material documental. Para ello hay que tomar en cuenta lo referido por el escritor Ernesto Quesada acerca de que esa destrucción o escamoteo, que previó y evitó Rosas, habría impedido a las sucesivas generaciones de argentinos y a los historiadores revisionistas como Adolfo Saldías y el propio Quesada, conocer y reconstruir la verdadera historia de aquellos tiempos.

No se tienen noticias de otro caso igual a nivel mundial, de que un gobernante forzado a exiliarse, se marche de su país llevándose papeles y documentos de su gestión sin valor económico alguno, en lugar de riquezas que le aseguren una vida confortable en el extranjero. Esa actitud, que lo honra, conmueve y es similar, a mi criterio, a la gloria que le cabe por la obstinada defensa de la  soberanía nacional.

Los lectores de este periódico ya conocen a la Profesora Doallo quien ha colaborado desde sus primeras ediciones con interesantes artículos.

Este ensayo describe, con prosa clara y amena, los difíciles años del exilio de Rosas, y, en forma paralela, nos hace conocer los hechos contemporáneos a nuestro personaje, ocurridos en nuestro país y Europa.

Esta obra no es un libro más sobre Rosas, es una contribución de gran interés para aquellos que quieran conocer un poco más su vida.

Dr. Norberto Jorge Chiviló

 

Miguel A. Lentino

Vivimos un proceso, largo por cierto, de una sistemática degradación en lo que tiene que ver con el estudio e investigación de nuestra historia y sus protagonistas.

A la ya conocida y sesgada historia oficial se agregó en las últimas décadas la publicación de libros pseudo históricos escritos por historiadores que hicieron prevalecer sus personales posiciones ideológicas sobre el profesionalismo académico que debe servir de marco cuando se quiere presentar a los lectores acontecimientos de nuestro pasado.

Dentro de este panorama nada alentador por cierto, los que sentimos la necesidad de saber cada vez más de nuestra historia, de sus hombres, de sus aciertos y errores, de todo aquello que nos ayude a saber de dónde venimos y del porqué de nuestras virtudes y miserias como sociedad recibimos la buena nueva que nos acercó el historiador Miguel Ángel Lentino al poner a nuestra disposición su última obra titulada “Sarmiento, mentirosa es su historia”.

Domingo Faustino Sarmiento, tal como lo expresa el autor, es uno de los personajes que más ha sido endiosado por la historia oficial. Es por ello que se hace imprescindible separar la paja del trigo, como decimos en el campo, para saber a qué debemos ceñirnos cuando nos plantamos ante su figura.

Esta tarea se puede lograr respetando el concepto de imparcialidad y honrando a la verdad.

Estos dos atributos, no frecuentes en quienes escriben sobre historia y otras disciplinas, adornan a la persona del escritor e historiador Lentino.

A partir de ellas, el autor con maestría e inteligencia hace un atinado uso de los escritos, discursos y correspondencias que lo tuvieron a Sarmiento como protagonista.

Las citas documentales, que por cierto abundan y no cansan en la obra, se encuentran enlazadas entre sí con pinceladas breves pero de gran contenido que el autor nos presenta para hacernos pensar sobre los temas a que hacen referencia.

Al final de su obra pide “disculpas” por creer que “…mis relaciones parecen perder seriedad”… Creo que una de las virtudes de esta obra pasa precisamente por esa supuesta y no cierta pérdida de seriedad.

Finalmente me cabe decir que Miguel Ángel Lentino supo, con esta obra, honrar a su padre, Don Sabino, quien le “enseñó a vivir con los puños llenos de verdades”.

Ing. Alberto José Bondesío

 

Leonardo Castagnino

Valioso libro de investigación histórica escrito por el Ing. Leonardo Castagnino, quien es además el autor de "Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades" y "La guerra de la Triple Alianza".

La obra comprende el desarrollo y actuación de la vida política de Juan Manuel de Rosas hasta su muerte. La bibliografía citada por el Ing. Castagnino como antecedente, revela un profundo estudio de las fuentes documentales y los archivos originales y, en ese punto es con exactitud donde se pueden constatar cartas y escritos que resultan de imperdible lectura.

La proclama de la Ley y el Orden efectuada en ocasión de asumir ante la Legislatura el segundo mandato, es reproducida en forma textual y es una clara definición de su pensamiento, en respuesta a la carta que le dirigieran Manuel G. Pinto y Eduardo Lahite, autoridades de la Honorable Sala de Representantes, solicitándole que asumiera con premura el cargo de Gobernador.

La correspondencia citada y reproducida de las cartas cursadas a Juan Facundo Quiroga desde la Hacienda de Figueroa en 1834, es otro documento que describe con claridad la situación de grave conflicto que existía en un clima de guerra civil en crecimiento.

Debe ser también estudiada la extensa carta dirigida en abril de 1835 al Brigadier Estanislao López, que contiene entre otras consideraciones las sospechas de Juan Manuel de Rosas sobre los Hermanos Reinafé.

El ataque de 1838 a 1840 contra la Confederación Argentina, junto con la Misión Cullen son receptadas en la correspondencia cursada a Estanislao López desde la Posta de Vergara,y las cartas enviadas a Felipe Ibarra solicitando la extradición de Domingo Cullen y a Pascual Echagüe describiendo la actuación de Francia en el conflicto en la Banda Oriental y la alianza que Cullen y Astrada tramaron sin éxito y que fueran totalmente derrotados por el caudillo entrerriano a quien felicita por su victoria contra los unitarios.

Significativo tratamiento tiene el tema del indulto autorizado a Justo José de Urquiza en relación a Pedro Ferré, una clara muestra de cómo pensaba Rosas a pesar de la alianza establecida por el Gobernador correntino con Paz y Lavalle, y de la hostilidad que ejercitó y declamaba contra la Confederación Argentina.

Un párrafo aparte que merece analizarse es el tratamiento que se dio en 1842 y 1843 al pedido de independencia del Paraguay y la posición negativa de Rosas a reconocer la independencia a un territorio que había integrado el Virreinato del Río de la Plata -que siempre pensó en reconstruir- ,se suma en este capítulo el VATICINIO sobre el padecimiento que sufrirá el Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza.

Se pueden consultar también los textos extraídos del Archivo General de la Nación de las cartas dirigidas al General Ángel Pacheco en 1841, sobre la Guerra contra la Confederación Peruano Boliviana. Asimismo se describen, las actuaciones del Coronel Ramón Rodríguez y Juan B. Thorne relatadas por el Almirante Sullivan con motivo del Combate de Vuelta de Obligado y la posterior recuperación de las banderas efectuada en Londres en 1883. Finalmente sorprende el texto de la carta de Carlos María de Alvear en 1845 desde Nueva York a Tomás Guido, en su carácter de representante argentino, que menciona la desaprobación norteamericana respecto al “episodio de la Fragata norteamericana Lexington”, calificando de "atentado" la actitud del capitán de la nave en Malvinas.

Resumiendo, es un gran texto de estudio para los interesados en incorporar conocimientos sobre episodios desconocidos y héroes olvidados que acompañaron la vida de Juan Manuel de Rosas.

                                                Guillermo M. Masciotra