sábado, 1 de septiembre de 2012

Operaciones de fuerzas riveristas contra la Confederación Argentina

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VI N° 24 - Setiembre 2012 - Pag. 4 

Las operaciones corsarias riveristas contra la Confederación Argentina. Las intervenciones de fuerzas navales anglo-galas y estadounidenses

La victoria completa sobre la flota invasora de Garibaldi en Costa Brava, a similitud de las situaciones que se produjeron luego de los triunfos de los Generales Justo J. de Urquiza, Manuel Oribe y Angel Pacheco en los combates terrestres de Arroyo Grande e India Muerta, colocaron a Rivera en la posición de tener la guerra prácticamente perdida en varias oportunidades. Pero siempre sucedía la intervención de la Comisión Argentina en Montevideo (formada por los unitarios expatriados residentes en Montevideo) apoyando al Partido Colorado y reclamando la intervención extranjera contra la Confederación Argentina.

No vaciló Rivera en contratar nuevamente a Garibaldi y al marino griego Jorge Cardasi para que mediante patentes corsarias, operaran contra los argentinos. Incluso algunas patentes de corso fueron otorgadas insólitamente por la Comisión Argentina en Montevideo, para que operaran en naves con bandera unitaria contra navíos argentinos. Merece mencionarse que el aventurero italiano en nada valoró que lo dejaran libre y con vida, ya que volvió con sus andanzas, y el griego Cardasi, también con artero procedimiento -el que resultaba cercano a la piratería-, vistió a sus tripulaciones con uniforme y cintillo federal para engañar a las fuerzas argentinas.

Los corsarios orientales operaron en el Plata y el Paraná, llegando Cardasi hasta Corrientes muy maltrecho, donde permaneció hasta 1847, finalizando su intervención contra nuestra Patria, luego del combate de Potrero de Vences donde el Gral. Urquiza al derrotar a Madariaga, impidió definitivamente la segregación de la Provincia de Corrientes.

La presencia continua de naves francesas, inglesas, norteamericanas y brasileñas en aguas del Rio de la Plata durante los años 1842 a 1847, en situación amenazante, con una participación retaceada, corta pero eficaz a favor de los emigrados unitarios y sus aliados orientales colorados y brasileños, es el fiel retrato de la DIPLOMACIA DE LAS CAÑONERAS contra la Confederación Argentina.

El  13 de enero de 1843, la goleta argentina 9 de Julio que perseguía naves corsarias riveristas debe enfrentar a la corbeta francesa Arethuse, que facilita una bandera gala a una embarcación riverista para que la enarbole y así impida su captura por los argentinos, pero no obstante el Capitán Eduardo Brown -hijo del Almirante- captura la nave enemiga, donde incluso encuentra una bandera negra y blanca con símbolos piratas. El Capitán francés Penhanrose pretende que el diferendo se solucione a bordo de otra corbeta francesa la Eclair, y exige insólitamente la devolución de la nave capturada. En apoyo del hijo del Alte. Brown concurre Alvaro José de Alsogaray, en medio de una gran tensión y con el auxilio velado británico de dos naves en actitud de guerra en apoyo de los franceses, se puede superar a bordo del Belgrano al día siguiente el incidente sin devolver la nave capturada que es remitida a Buenos Aires.

Solo habían pasado tres meses cuando las naves inglesas Alfred y Philomel, atacan el 13 de Abril de 1843 nuevamente a la goleta 9 de Julio, y producen durante tres días el “arresto” de la nave argentina, entredicho que soluciona también el Alte. Brown.

En 1844 se producen dos arteros ataques, de la fragata norteamericana Congress, uno a la Fragata 25 de Mayo que fracasa en su intentona pero, luego se dirige la acción contra el bergantín Americano al cual captura. Finalmente se supera también el episodio con el desagravio al pabellón argentino y la libertad de la nave.

En junio de 1844, se produce otro conflicto entre la nave francesa Balguerie, apoyada por la estadounidense Racer y el bergantín nacional Echagüe; meses más tarde el bergantín Republicano debe soportar un entredicho con la nave norteamericana Bainbridge. Para finales del año 1844 se encuentran estacionados en aguas del Río de la Plata diez naves francesas con 282 cañones, y once embarcaciones inglesas con 134 cañones, sumado a tres norteamericanas y ocho brasileñas en actitud expectante. Estos incidentes en aumento preanuncian el Robo de la Escuadra (ver ER N° 19). Sobreviene la intervención extranjera -sin declarar la guerra- contra la Confederación Argentina, la Misión Varela en Londres, Paris y Río de Janeiro con el propósito de lograr la separación de la Mesopotamia y que las grandes potencias volcaran a favor de  la Comisión Argentina en Montevideo y sus aliados orientales e imperiales, todos sus recursos, para compensar las sucesivas derrotas que las fuerzas terrestres y navales nacionales le habían infringido en todos los frentes.