Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IX N° 35 - Junio 2015 - Pags. 14 y 15
Rosas y la guerra del Paraguay
Cándido López. Pasaje del Ayuí por el Paso de Ayala. 15 de agosto de 1865 |
Como ya lo hemos señalado en un número anterior de este periódico (ER 34/10), Juan Manuel de Rosas se había negado a reconocer la independencia del Paraguay, declarada en el año 1842, porque consideraba que ese territorio era en realidad una provincia argentina y por lo tanto era hermana de las que conformaban la Confederación Argentina.
Así y siendo coherente con ese pensamiento, su gobierno, nunca adoptó medidas que pudieran considerarse de agresión contra el Paraguay, sino todo lo contrario.
Cuando el gobierno de aquél país envió a Buenos Aires a sus representantes para traer la noticia de aquella declaración y para iniciar gestiones a fin de que la misma fuera reconocida por nuestras autoridades, llegados a la ciudad, fueron recibidos con toda cordialidad y afecto por el gobierno nacional, si bien no lograron dicho cometido de obtener tal reconocimiento.
Rosas como en los otros casos de territorios que se habían separado de lo que había sido el tronco común del antiguo virreinato del Río de la Plata (como por ejemplo Tarija y el Uruguay), nunca intentó recuperarlos por la fuerza, sino por el contrario consideró que el camino adecuado era tratar de lograr esa reincorporación al cuerpo común por el consenso y la aprobación de la población.
Esa actitud de Rosas lamentablemente muchas veces no fue correspondida de igual forma por el gobierno paraguayo, ya que estos consideraban al Imperio del Brasil como un aliado en sus reclamos independentistas, cuando el Imperio más que defender los intereses de su "aliado", defendía los suyos propios, como quedó demostrado años después.
Rosas sabía bien quién era el enemigo de la Argentina y ese país no era precisamente el Paraguay.
Desde su exilio en Southampton y conocida la guerra que se había desatado entre los cuatro países de la cuenca del Plata, Rosas se solidarizó con el Paraguay.
El diario La Nación Argentina, que dirigía Mitre, el 12 de abril de 1865, publicaba una nota titulada Un aliado formidable, en la que mostraba su asombro de que Rosas se hubiera declarado simpatizante del Paraguay y hacía una comparación del exiliado con el presidente de la nación guaraní.
Juan Bautista Alberdi en carta a Máximo Terrero, manifestaba con respecto a lo que había aparecido en el diario La Nación Argentina: "Que el general Rosas se felicite de los ataques que le dirige la Nación Argentina… por sus nobles simpatías al Paraguay".
Una carta remitida desde Southampton que fue remitida al diario y que se atribuye a Rosas, decía: "no falsee la historia del gobierno de Rosas respecto del Paraguay, …haciendo el cotejo de Rosas y el presidente del Paraguay" y en ella negaba que Rosas hubiera sido enemigo del doctor Francia y de Carlos Antonio López -padre de Francisco Solano López". Con respecto al dictador Francia dice que "si no se hubiera muerto…, yo hubiera conseguido hablar con él; algo habíamos de haber acordado de la mayor importancia", y con respecto a la personalidad del presidente paraguayo, dice "De S. E. el actual Sr. Presidente jamás he sido desafecto. Lo he mirado y lo miro, y considero con bien distinguida estimación. Quizás llegue o acaso no esté lejos, el día en que el Gobierno Paraguayo y los Paraguayos todos, se hagan cargo de mi defensa, y el tiempo en que yo les sea útil en aquella, en esas o en estas Naciones".
La simpatía de Rosas, con respecto al presidente paraguayo se pusieron de manifiesto con la cláusula adicional agregada en su testamento, según así se lo manifestó a su amigo José María Roxas y Patrón mediante carta del 17 de febrero de 1869, en momentos en que el ejército paraguayo ya se encontraba en retirada: "Por mi parte he registrado en mi testamento la siguiente cláusula, entre otras adicionales".
"Su Excelencia el Generalísimo, Capitán General Dn. José de San Martín, me honró con la siguiente Manda. «La espada que me acompañó en toda la guerra de la Independencia, será entregada al Gral. Rosas, por la firmeza y sabiduría, con que ha sostenido los derechos de mi patria»"
"Y yo Juan M. Ortiz de Rosas, a su ejemplo, dispongo que mi albacea entregue a Su Excelencia, el Señor Gran Mariscal, Presidente de la República Paraguaya y Generalísimo de sus Ejércitos, la espada diplomática y militar, que me acompañó durante me fue posible sostener esos derechos; por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido, y sigue sosteniendo los derechos de su Patria, el equilibrio, entre las Repúblicas del Plata, el Paraguay y el Brasil".
Con la muerte del presidente López y la derrota en la guerra de la nación guaraní, ese país quedó en pésimas condiciones, prácticamente fue tierra arrasada.
El nuevo gobierno, debió enfrentar innumerables deudas como cargas de guerra, como eran las indemnización que el país debía pagar a los que la vencieron en la guerra, como así también debía tratar de levantar nuevamente al país.
Conocida por Rosas la necesidad de obtener créditos por parte del Paraguay y conociendo a personas con llegada a los banqueros, interpuso su influencia para que los préstamos fueren otorgados, lográndolo (tal como lo había dicho en aquella carta dirigida al diario La Nación Argentina) y mereciendo una carta de agradecimiento del presidente paraguayo Cirilo A. Rivarola, que está fechada en Asunción del Paraguay el 17 de mayo de 1871 y dice así:
"Excelentísimo Señor: por el Señor Don C. H. Ohlsen comisionado de su yerno Don Máximo Terrero de Londres para el Empréstito Paraguayo, he sabido las buenas recomendaciones que Su Excelencia se sirvió dar a varios Banqueros de esa, de la República del Paraguay, agradeciendo a Su Excelencia infinito como Presidente que soy de esta República, el interés que ha mostrado a favor de este pobre país que quedó aniquilado por una guerra sin ejemplo. Sé por el referido amigo el Señor Ohlsen la situación de Su Excelencia y por lo tanto después de manifestarle mi gratitud, deseo vivamente se sirva contarme entre el número de sus amigos, los mas predilectos, como será siempre para Su Excelencia este su muy Afectísimo y sincero amigo Su Servidor".
El nuevo presidente Salvador Jovellanos -quien sucedió a Rivarola, después de su renuncia- también en agradecimiento a los buenos oficios de Rosas le ofreció hospitalidad para que se estableciera en el Paraguay y pudiera morir en el suelo americano. Dicha carta del 9 de marzo de 1872, dice:
"Excelentísimo Señor de todo mi aprecio: por la presente tengo el gusto de manifestarle la simpatías que hacia Vuestra Excelencia tiene el Gobierno Paraguayo por su benevolencia con que se ha dignado recomendar nuestro país al Extranjero. En nombre de todos mis conciudadanos ofrezco a Vuestra Excelencia hospitalidad entre nosotros a donde después de honrarnos con su aceptación, hallaría corazones que sabrían mitigar los sinsabores de esta triste vida".
"El Señor Rivarola renunció, cuyos acaecimientos el Señor Ohlsen, dador de la presente, mejor que nadie podrá relatar. Soy Excelentísimo Señor de Vuestra Excelencia afectísimo Su Servidor Que Besa Su Mano".
El historiador Mario César Gras comenta sobre estos hechos: "A muchos quizá sorprenda esta actitud de los paraguayos hacia un hombre que, obstinadamente, se resistió a reconocerles su independencia política, pero, la dura prueba sufrida, después, por el noble pueblo hermano, les habrá hecho pensar que era infinitamente mejor aquello, que someterlos a una guerra de devastación y de exterminio, como la que acababa de aplastarlos".
Sigue diciendo Gras: "Por singular coincidencia, el Paraguay que sirvió de asilo a José Gervasio Artigas, el Protector de los Pueblos Libres y fundador de la nacionalidad Oriental, se ofrecía ahora, a recibir en su seno a Juan Manuel de Rosas, el Gran Americano y esforzado defensor de la soberanía continental, como si estuviera en su destino de pueblo altruista y criollo por antonomasia, recibir el último suspiro de los dos grandes calumniados de nuestra historia".
Bibliografía
"Crónica Histórica Argentina", Tomo 4, Editorial Codex S.A., Buenos Aires, 1968.
Gras, Mario César. "Rosas y Urquiza, sus relaciones después de Caseros", Buenos Aires, 1948.