REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.
Fusilamiento de Liniers y sus compañeros |
Si bien podemos llamar a
Agosto Mes del Libertador, debido a que la figura del General José de San
Martín, cuya muerte se conmemora el 17, es absolutamente preponderante, se
recuerdan en este mes otras fechas que son de gran importancia en la historia
patria y específicamente voy a referirme a dos hechos que involucran a otro
gran protagonista de nuestro acontecer histórico. Me refiero a Don Santiago de
Liniers. Héroe de la Reconquista de Buenos Aires que culminara con la rendición
del general invasor inglés Guillermo C. Beresford el 12 de Agosto de 1806, y
caudillo de la gloriosa Defensa de Buenos Aires frente a la segunda invasión
inglesa del año siguiente.
Fue el caudillo del primer
acto de defensa territorial en estos pagos. Encarnó la voluntad criolla de no
dejarse avasallar y menos por los herejes ingleses, pues tuvo vital importancia
en estos acontecimientos la férrea voluntad de afirmar la Tradición Hispano
Católica, aunque para ello el pueblo de una pequeña ciudad perdida en los
confines del mundo tuviera que enfrentar a regimientos de los ejércitos más
poderosos del momento y veteranos de cien batallas a lo largo del mundo. Y esto
lo reconoce el mismo Whitelocke, quien en su consejo de guerra afirma: “...haber
decidido rendirse para no quedar a merced de la violencia de una vengativa
chusma inflamada con un odio de superstición y un fanatismo religioso”. Don
Santiago de Liniers emergió de las invasiones inglesas, con el prestigio de un HÉROE,
su sencillez, su bonhomía y su fisonomía abierta y simpática lo convirtieron en
el auténtico caudillo del pueblo de Buenos Aires.
De todo esto resulta
incomprensible que este hombre, protagonista de los hechos que fueron germen
del espíritu de independencia criolla fuera inútilmente ejecutado tres años
después, el 26 de Agosto de 1810 por orden de la Primera Junta de Gobierno Patrio.
Más exactamente por orden de la facción liberal de la Junta encabezada por
Moreno y Castelli. Repasemos brevemente los hechos.
La Expedición Auxiliadora
enviada a Córdoba, bajo el mando de Ortiz de Ocampo, para sofocar la rebelión
de quienes no acataban la autoridad de la Junta y enviar detenidos a los
cabecillas a Buenos Aires, recibió imprevistamente la orden de:
“...arcabucearlos en el momento que todos o cada uno sean pillados, sean cuales
fueran las circunstancias se ejecutará esta resolución sin dar lugar a minutos
que proporcionasen ruegos y relaciones capaces de comprometer el cumplimiento
de esta orden”.
Creo que es un digno antecedente
de aquellas cartas con que los miembros de la logia unitaria aconsejaron a
Lavalle fusilar al Coronel Dorrego. En ambos casos quienes ordenan o “aconsejan”
las ejecuciones no son hombres de armas sino intelectuales imbuidos de
doctrinas que nada tenían que ver con las realidades que estaban viviendo.
Pero en el caso que estamos analizando
la actitud del general a cargo de la expedición fue distinta, puesto que Ortiz
de Ocampo, de acuerdo con Vieytes (que iba como comisionado de la Junta en el
ejército) desobedece la orden y escribe a la Junta comunicándole que: “la mayor
parte del pueblo se cubriría de luto si los prisioneros eran ejecutados y,
dominando en todas las ciudades la consternación y el terror, no hallaría entrada
en los corazones de sus habitantes la alegría que se debería esperar, los
dominaría la fuerza y no el amor que es por tantos títulos la base más regular
para cimentar el nuevo sistema de gobierno”.
Ante esto la Junta envió a Castelli
de inmediato a hacer cumplir la ejecución, y así en la madrugada del domingo 26
de Agosto de 1810 Castelli leyó a los prisioneros la sentencia de la Junta
(librando sólo al Obispo Orellana, por su investidura) y a las 7:30 es fusilado
en la posta de Cabeza de Tigre el héroe de la Reconquista, junto con sus compañeros
Rodríguez, Allende, Moreno, y Gutiérrez de la Concha.
Ejecución absurda, ya estaba
desbaratada la insurrección y todos sus cabecillas prisioneros, ya no eran
peligrosos para la causa de la revolución.
Evidentemente no comprendieron
quienes así actuaron que la revolución no se lograría por el terror sino por el
respaldo del pueblo criollo, a quien parecían querer mantener al margen y sólo
utilizarlo para entregar su sangre en las patriadas.
En una carta que Mariano Moreno le envía a Chiclana, le escribe sobre la actitud de Ortiz de Ocampo y Vieytes: “...Qué seguridad tendrá la Junta en esos hombres que llaman a examen sus órdenes y suspenden las que no les acomodan? Preferiría una derrota a la desobediencia de los jefes”.
Juan Manuel Beruti, en sus Memorias, brinda una explicación que interpreta la posición de la Junta al decir “La Junta determinó quitarle la vida porque de traerlo a esta ciudad hubiera todo el pueblo y tropas pedido por Liniers, y habría sido ocasión de una sublevación general, y por obviarla se ejecutó”.
Este es el primero de los crímenes (disfrazados de ejecuciones o no) que jalonan la historia patria, cometidos por aquellos que al descubrir que sus teorías no encajaban en la realidad histórica, no hallaban mejor solución que intentar afirmar sus ideologías y destruir la realidad que no podían comprender.
Pero este crimen tiene, a mi
ver, un aditamento que lo hace más atroz que otros (por ejemplo el fusilamiento
de Dorrego o el asesinato de Peñaloza) y es la terrible muestra de ingratitud hacia
un hombre que tan sólo cuatro años antes había interpretado el sentimiento del
pueblo de Buenos Aires y lo condujo a la victoria.
Creo que podemos encontrar
la explicación de estos hechos en las siguientes palabras escritas por Don José
María Rosa: “Son muchos los documentos de la fría crueldad que Moreno impuso a
una revolución, cuya naturaleza popular no entendió. Era un revolucionario de
biblioteca: había creado un mundo que no existía e imaginado una revolución que
nada tenía que ver con la que estaba ocurriendo...pero si la revolución era
diferente a la que vivía, en cambio él, Mariano Moreno, era una realidad; su
energía se había impuesto a la Junta y sus decretos de muerte tenían fuerza
ejecutiva”.
Que la conmemoración del 12 de Agosto nos muestre el camino de la RECONQUISTA definitiva de la PATRIA y el recuerdo del 26 de Agosto de 1810 no nos permita caer en uno de los peores defectos que puede tener un ser humano: la ingratitud.