REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
48
En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.
En el periódico El Puente, de agosto de 1968, se publicó el siguiente artículo del Dr. Alberto A. Mondragón.
La otra cara de la historia
UN PUEBLO EN ARMAS
por Alberto A. Mondragón
Nuestra Historia carece de relatos heroicos populares, pues
los que se conocen —el Negro Falucho, el Tambor de Tacuarí, Pringles y la
bandera, el Negro Ventura, las cintas azul y blanca de French y Berutti, etc.—,
no llenan, amén de no ser auténticas, la epopeya popular; notable es la diferencia
con relatos de otras historias extranjeras que se exaltan en las escuelas
norteamericanas, españolas, alemanas, etc, y que hasta los argentinos conocemos, a falta
de nuestros propios relatos nacionales.
Esta observación, que siempre nos ha preocupado, la ponemos como
inicio para afirmar que en ésto, como en otros asuntos históricos nacionales, se
han ocultado, en el “complot del silencio”, muy particularmente las epopeyas populares
a fin de no despertar al pueblo con acciones notables —no sea cosa que e repitan—
ya que el pueblo es el actor relevante, ayer y hoy, de todo acontecer
histórico, vale decir: “sin pueblo no hay Historia”.
Al caso del 12 de agosto de 1806, fecha muy ingrata para
ingleses y cipayos, la superchería es de los profesores y maestros de historia,
muy comprometidos en su mentalidad liberal; las invasiones inglesas han servido
para declamar que: introdujeron ideas independentistas iluminando a nuestros próceres
de Mayo, que liberó al comercio monopolista de España, que propagó la libertad
religiosa, que nos hicieron conocer nuevas leyes liberales y un poco más, que
fue una lástima que fueran vencidos; lo que se debe decir bien fuerte es que
todo un pueblo se levantó en armas, que esos invasores eran herejes, que su comercio
fue una extorsión, que los piratas ingleses se robaron el tesoro y, aunque
doloroso, que las “clases” sociales elevadas los aceptaron y agasajaron, que
las niñas de la “sociedad” se les unieron en lazos matrimoniales, etc.
Pero todo llega a saberse: la verdad y la mentira no se
pondrán nunca de acuerdo.
La rendición incondicional de los ingleses el 12 de Agosto
de 1806 se tergiversa intencionalmente. Ver
A. P. Pérez Amuchástegui “Crónica Argentina” fascículo 3 - 1968—, y una popular
figurita pintada por un dibujante de Historia a lo Grosso, simple copión de los
relatos adulterados que nos presenta una lámina en la que Beresford rodeado de
oficiales vendados, soldados muertos y heridos, cañones caídos, etc. sobre un
fondo de fuego y destrucción, no es en definitiva más que una bella ficción
pictórica.
Y a la prueba vamos.
Para poner las cosas en su lugar es importante conocer lo
expresado por tres testigos y actores de la gesta popular de 1806:
1°— Hilarión de la Quintana (“Memorias”, pág. 15), al
relatar cómo el pueble invadió el Fuerte donde se hallaba arrinconado con sus
tropas el ejército inglés al mando del general Beresford, dice: “El general Beresford
se confesó rendido, y a la media hora vimos se aproximaba al pie de la muralla
una inmensidad de pueblo, exigiendo que el general enemigo tirara el sable: lo
echó efectivamente abajo y lo tomó el capitán Mordeille”.
2° — Alejandro Gillespie ("Buenos Aires y el interior” pág. 80), este oficial inglés estaba en el Fuerte y dice: “Una retirada inmediata dentro del Fuerte se hizo pronto, después se cerró el portón y se emplazaron dos cañones adentro para defenderlo. Previamente a esto izamos bandera de parlamento que fue admitido por el enemigo, y en el intervalo, siempre consagrado a la paz, su ejército se precipitó como torrente a ¡a gran plaza, prorrumpiendo en el alarido más horrendo ...”.
3° -— Antonio Villalba (declaración del Teniente del
Regimiento de Caballería de la Colonia del Sacramento).”...viendo el declarante
a don Hipólito Mordeille, que al pie de la muralla hacía al general cierta demostración
con la espada y le hablaba en francés, le preguntó en aquel acto al primero a
que se reducía su conversación y demostraciones, y este le contestó, que a
decirle al general inglés se rindiese a discreción porque la acción era
nuestra; si estaba segura su vida y la de los suyos, y le había contestado que
sí porque los españoles éramos humanos, y que en este momento fue cuando se
arboló la bandera española, empezando los nuestros a dar vivas al rey”.
Estas expresiones provienen de un delegado de Liniers, un
oficial inglés y un español respectivamente, y son coincidentes en la acción
popular y la presencia de la bandera de parlamento. Y dos de ellos subrayan la
espada de Beresford.
Ahora bien, a fin de completar el cuadro es necesario lo que
nos dicen tres historiadores sobre esos sucesos: Bartolomé Mitre, “Historia de
Belgrano”, tomo I, pág.: 138): ”.. .Berresford quiso entregar su espada al
oficial parlamentario, quien la rehusó por dos ocasiones, visto lo cual por un
oficial inglés lo tomó en sus manos y lo arrojó desde lo alto del muro,
siendole devuelta en el acto por medio
de pañuelos atados con que fue suspendida...”
Juan Beyerina, “Las invasiones inglesas al Río de la Plata (1806-1807),
tomo l, pág. 388, recopilando a Quintana, Anzóategui, Villalba, etc. dice: “...le
hicieren presente al general inglés que los nuestros se aproximaban a la
muralla, y el declarante, por comp!acerio y quitarle el recelo que indicaba, se
vino con él a la muralla sobre la puerta de la Fortaleza, desde donde hizo
entender al ejército y le previno se retirase por cuanto el enemigo estaba rendido a
discreción y que debía esperar la llegada de nuestro general, a quien dio orden
se le avisase; que a instancias de la gente nuestra, sacó el general su espada
y se la quiso entregar por dos a tres ocasiones al declarante, que no la
admitió, respetando su persona y carácter; que otro oficial que estaba muy
inmediata al general, para satisfacer sin duda a nuestras tropas y darles una
idea cabal de estar rendidos, arrojó la espada, la misma, que por disposición del
declarante le hizo alcanzar don Hipólito Mordeille”. Diego Luis Molinari,
Conf.: “El 12 de agosto de 1806, a través de documentación inédita”, nos
expresa que: “...Whitte, intermediario entre Liniers y Beresford iba y venía desde
la quinta de Capdevila al Fuerte; mas entretanto el pueblo invadió el Fuerte
obligando a Beresford a capitular tirando la espada desde lo alto de la
fortaleza, así pues la segunda capitulación se cumplió el 14 de Agosto...”.
Lo sabroso del tema obligaba documentar los heroicos hechos
producidos para poder concluir tres afirmaciones históricas de valor
indiscutible:
1° — El pueblo de Buenos Aires y soldados del interior,
fueron actores decisivos en la acción de derrotar a los invasores; era pues el
“pueblo en armas”,
2° — La espada de Beresford fue entregada o arrojada al
pueblo y recogida por don Hipólito Mordeille.
3° — El ejército inglés se rindió al pueblo, y con posterioridad —14 de agosto— lo hizo ante Liniers Es pues el 12 de Agosto de 1806 la fecha popular de la Reconquista de Buenos Aires.