A mediados de la década del '60 Alberto Mondragón redactó unas breves biografías bajo el título "Figuras rosistas", que fueron publicadas en distintos periódicos y revistas (Revista o períódico El Puente, Revista Doctrina, entre otras).
FIGURAS ROSISTAS
(Revista El Puente)
Vigésima sexta Figura
CLAUDIO MAMERTO CUENCA
El médico y poeta, doctor CLAUDIO MAMERTO CUENCA vivió hasta su trágico fin todo el periodo de Don Juan Manuel de Rosas y, médico preferido por el Restaurador, entre los muchos y buenos que contaba la Confederación Argentina: Francisco Xavier Muñiz, Teodoro Álvarez, Buenaventura Bosch, Guillermo Rawson, Juan José de Montes de Oca, Ezequiel Colombres y tantos más; testigo y actor destacado de un gran período histórico, ha querido ser desmerecida su figura federal, pues como médico leal y poeta inspirado, su estampa es sobresaliente y no se le ha podido quitar esas condiciones, pero se debe a la justicia histórica anotar su fe a su Patria y a su Jefe.
Recibido de médico a los 26 años de edad, el dia 30 de octubre de 1838, con la brillante tesis “Opúsculo sobre las simpatías en general considerada en sus relaciones con la Anatomía, Fisiología, Patología y Terapéutica” que le apadrinara el doctor Saturnino Pineda, comienza su actividad en ejercicio profesional en el Hospital de Hombres y pasa luego como médico militar asistiendo a los heridos de ambos bandos en el Combate de la Vuelta de Obligado (20 de noviembre de 1845), destacándose en la orden del día de los comunicados de los invasores anglo-franceses; de regreso a Buenos Aires ocupa la cátedra de Anatomía como Director, pasando por las aulas y recibiéndose en sucesivas colaciones los doctores en Medicina: Ramón del Arca, Luis Tamini, M. González Catán, Fermín Yrigoyen, Salustiano y José María Cuenca (hermanos de Claudio), Justiniano Posse, Claudio Mejía, etc., etc.
CLAUDIO MAMERTO CUENCA es nombrado médico de Don Juan Manuel de Rosas y aunque dada la siempre buena salud del Restaurador, las prescripciones de CUENCA son cumplidas, su rostro franco y sincero, su porte sencillo y modesto, su hablar pausado y balo reflejaba una personalidad grave y austera, del único retrato que se conoce vestido con saco amplio y chaleco federal, su expresión es dulce y sus rasgos regulares, en fin, impresiona gratamente pero impone carácter, sin duda Rosas lo prefirió por estas nobles condiciones.
Absorbido por la medicina, sin embargo su vena poética era un don natural, su poesía era de su época, la romántica a lo Byron y Espronceda, pero sus múltiples versos tienen aportes de fina gracia e ironía:
“Que recite un orador
Un sermón bien estudiado
Con mil textos empedrado
Traídos con gusto y humor,
No lo extraño.
Más que falte algún oyente
Que lleno de admiración
No le llame Cicerón
Porque en realidad lo siente,
Si lo extraño.
………………..
Que anochezca diariamente
Muy sentada en la ventana
Pretextando doña Juana
Que gusta mirar la gente,
No me extraña.
Mas que ignore su vecino
La causa que allí la tiene
Cuándo ve que va y que viene
Un tapado de contino,
Si lo extraño.
………………..
En su corta existencia, CLAUDIO MAMERTO CUENCA moría trágicamente a los 40 años, dejó la estela de una cultura y de un saber que honra a la Patria.
ALBERTO A. MONDRAGÓN