A mediados de la década del '60 Alberto Mondragón redactó unas breves biografías bajo el título "Figuras rosistas", que fueron publicadas en distintos periódicos y revistas (Revista o períódico El Puente, Revista Doctrina, entre otras).
FIGURAS ROSISTAS
(El Puente)
Octava figura
ESTANISLAO LÓPEZ
Rosas y López, López y Rosas eran la síntesis, que con
Quiroga, formaron la trilogía federal que sostendría el edificio nacional en
conformidad popular hasta Caseros; Quiroga en el Interior, López en la Mesopotamia y Rosas en Buenos Aires daban clara
cuenta de lo que ambicionaban los pueblos: la autonomía provincial en
Federalismo, frente al centralismo unitario y extranjerizante.
Tanto a Rosas, como a Quiroga y López lo consolidado con sus
esfuerzos marcan los rumbos a seguir en la Argentina de hoy y mañana.
A Estanislao López se le ha reivindicado en su Santa Fe, cosa
curiosa que una figura rosista tenga pedestal, calles y escuelas con su ilustre
nombre!, más si eso lo es, sólo de Santa Fe se trata, pues López como figura
nacional y rosista es desconocida; una vez más la historia falsificada al
parcializar lo opaca: el “Patriarca de la Federación” es “sólo” de Santa Fe.
En 1818 el Cabildo de Santa Fe, en un hecho revolucionario, asume la soberanía provincial haciendo de Santa Fa una provincia y designando Gobernador —primer Gobernador— al Comandante en Armas Don Estanislao López.
Los directoriales de Buenos Aires no aceptan esta primera
descentralización de su poder y oleadas de invasores —Balcarce, Viamonte— penetran en Santa Fe; son siempre vencidos. Los pueblos se arman y Buenos Aires
debe aceptar, tratado tras tratado, —Pilar, Cuadrilátero— dan a López singular
primacía en los levantamientos del interior que se suceden en continuidad; el
“Patriarca de la Federación” tiene ya su característica y su nombre es bandera
federalista.
El Tratado de Benegas —24 de Noviembre de 1820— lo relaciona
con un joven estanciero bonaerense que con lealtad y honestidad da cumplimiento
—sobrado cumplimiento— del envío de 25.000 cabezas de ganado como garantía de
la paz entre Buenos Aires y Santa Fe; de ahí nació la vinculación con Don Juan
Manuel de Rosas, un porteño muy diferente a los que hasta ese entonces conocía,
todo un gaucho, y ¡sin levita!, que era tal su poder de comprensión que para
López un hombre íntegro, encontró un intérprete de su claro pensamiento
nacional; de ahí la firmeza con que sostuvo, a través de varias vicisitudes,
hasta su muerte en 1838 la política coherente de su amigo Rosas. Las ciento y
pico de cartas intercambiadas dan la pauta cierta de la identidad de ambos
caudillos.
Sus esfuerzos no fueron vanos, su fe en Rosas se cumplió en
un aspirado deseo de su pensamiento federal, el “Pacto Federal” del 4 de Enero
de 1831 en unión con Buenos Aires, Entre Ríos y Corrientes y luego todas las
provincias, dieron cima al levantado deseo del “Patriarca de la Federación” de
crear una liga interprovincial por la que bregaba desde 1818, tratado éste del
4 de Enero verdadera constitución que rigió la Confederación de Rosas y que
imprimió un soplo argentinista a la Constitución de 1853.
Su obra marcó rumbo a otras provincias y fue el precursor —en
su Constitución de Santa Fe en 1819— del sufragio universal, creador de pueblos
y ciudades, extendió la frontera en lucha con el indomable indio, etc., que hace
de este caudillo una figura progresista y realista, una figura rosista en el
desarrollo de los tratados federales y un gran argentino conformado con conciencia
nacional.
Alberto A. Mondragón