REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.
El artículo que publicamos a continuación, fue el editorial del diario La Prensa del 7 de abril de 1984
ISLAS MALVINAS
Más allá de las vicisitudes, de las desilusiones y de los fracasos, el sentimiento patriótico se exhibe más vigoroso y más auténtico que nunca en el caso de las Islas Malvinas. En pocas oportunidades ha estado nuestro pueblo más preocupado y más inquieto que en la actualidad, y más susceptible al temor y la duda por los problemas que en todos los órdenes lo agobian y, sin embargo, la unión nacional se sigue manifestando con el carácter de indisoluble y absoluta.
El plebiscito renovado todos los días, que define la existencia y perdurabilidad de una Nación, se manifiesta en la misma forma respecto de la decisión compartida por los ciudadanos de todos los sectores y de todas las parcialidades, cualquiera sea su ubicación en la compleja sociedad de nuestro tiempo, exteriorizada en la voluntad de no ceder jamás un ápice en los derechos soberanos sobre el territorio invadido. Lo cual no excluye, sino al contrario, la vocación pacífica de la Argentina exhibida en la conducta que ha seguido en el mundo desde su independencia, confirmada por el ejemplo de sus estadistas y por la actitud de sus representantes en las relaciones internacionales.
No es esta la ocasión de examinar el acierto o el error del gobierno militar que ordenó el desembarco del 2 de abril de 1982, en la conducción del conflicto provocado por la posición asumida por la Gran Bretaña. La política y la doblez británicas fueron las que causaron un enfrentamiento que se tornó inevitable y estalló entonces en virtud de circunstancias incontrolables, como tenía que ocurrir necesariamente algún día. No se puede ofender impunemente a un pueblo consciente de su personalidad histórica y de sus derechos soberanos durante casi un siglo y medio, sin engendrar, como finalmente ocurrió, condiciones proclives a la beligerancia.
La nación Argentina ansía la paz y hará cuanto esté a su alcance para que nunca sea alterada y cree, como ha señalado ahora nuestro gobierno, que por procedimientos diplomáticos y gestiones en los foros internacionales, podrá finalmente obtener el reconocimiento pleno y efectivo de la soberanía agraviada. En tal sentido merecen adhesión las palabras del presidente de la Nación en el discurso pronunciado en el homenaje a los caídos, celebrado en la ciudad de Luján.
En cambio no puede concordarse con él en cuanto a lo manifestado en los considerandos del decreto del Poder Ejecutivo, que dejó sin efecto el feriado del día 2 de abril instituido por la ley N° 22.769, respecto de que hay “una necesidad de orden público que obliga a rechazar la idea de una celebración del 2 de abril”, porque la ocupación de las Islas Malvinas por tropas argentinas condujo a “la primera guerra en que las armas de la Nación fueron derrotadas”. Y no puede compartirse este juicio apresurado porque no es el triunfo el que imparte la justicia de la Historia, y porque nunca podrá borrarse del corazón de los argentinos la emoción que en la Plaza de Mayo los unió el 2 de abril de 1982, en una comunión espiritual que se perpetuará a través de las generaciones sucesivas. El juicio de la historia necesariamente nos favorecerá, porque en ella constará que la Nación afrontó la mayor combinación de poder concebible en nuestro tiempo confirmando una voluntad nacional solidaria y perpetua. El sacrificio no ha sido vano porque ha llamado la atención del mundo entero y ha descalificado a quienes solamente han podido interrumpir, pero no variar, el curso inexorable del destino, que nos devolverá las Islas Malvinas y con ellas a los muertos que reverenciamos y no olvidaremos nunca, porque ofrendaron su vida por la Patria.
Por último, no puede dejar de mencionarse que, con prescindencia de la validez del cuestionable título invocado por el Poder Ejecutivo para trasladar el feriado nacional y la conmemoración del Día de las Islas Malvinas, ha quedado manifestada en las calles y en las plazas de las ciudades de la República, la aspiración popular de que el gobierno acepte la fecha del 2 de abril y no la del 10 de junio, como la más adecuada para la expresión de los sentimientos patrióticos que el asunto Provoca.