lunes, 14 de agosto de 2023

Invasiones inglesas - Mario "Pacho" O'Donnell

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

224

  En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

El 18 de junio de 2006, el diario La Prensa editó  el suplemento  Memoria del país, dedicado a las INVASIONES INGLESAS, que reproducimos en su totalidad.

El primer desmebarco en las invasiones inglesas


A 200 años del primer desembarco

por Juan Carlos Antón


En la Buenos Aires de hace doscientos años había un tesoro escondido y unos “piratas” se lo quisieron llevar. Hicieron miles de kilómetros, invadieron la ciudad y lograron cumplir su objetivo. Pero si bien pudieron llevarse el dinero, ocurrió algo que no estaba en sus planes: después de 47 días de ocupación, los habitantes de la pequeña ciudad los terminaron por echar. Y con eso, sucedió otro hecho muy importante: los “porteños” se dieron cuenta de que estaban para algo más que ser una simple colonia de una potencia de segunda categoría. Habían logrado echar nada menos que a los ingleses, quienes quedaron con el orgullo tan herido, que al año siguiente volverían por más.

Suena a un cuento de aventuras, pero, en realidad se trata de uno de los acontecimientos fundacionales de la futura República Argentina, un episodio que sería clave para entender la Revolución de Mayo de cuatro años después. Pero esa es otra historia. La de la primera invasión inglesa al Río de la Plata -que comenzó el 25 de junio de 1806- empieza bastante antes que esa fecha. Surgió con los graves problemas de España y la guerra entre Francia e Inglaterra, España -aliada de Francia- no podía trasladar sus tesoros con facilidad porque Inglaterra era dueña de los mares. Y en Buenos Aires había mucho dinero, demasiado, quizá.

ALERTA

Todos en la Ciudad sabían del famoso tesoro escondido en el fuerte, Eran más de 1 millón de pesos fuertes, una cifra difícil de calcular para los parámetros actuales, pero definitivamente monstruosa. Fue un norteamericano -William White- el que alertó a los ingleses de la existencia del tesoro. White tenía sus buenos motivos para hacerlo. El historiador Juan José Cresto recuerda: “Ese hombre había hecho las mil y una. Vivió en Malasia, en Oriente, había sido negrero, contrabandista, la moral no era su fuerte y se había puesto en sociedad de hecho con sir Home Popham (jefe de las fuerzas británicas en el Cabo de la Buena Esperanza), quien tenía una deuda con él. Vino a Buenos Aires para reclamar un barco suyo que le adeudaban. Una vez aquí, una ciudad lejana, fuera de todas las rutas del mundo, le escribió a Popham y le dijo que en el fuerte de esta ciudad había grandes tesoros provenientes de Potosí -la mina de plata más importante del mundo-”.

No es difícil de imaginar la cara de Popham al recibir las cartas de White exigiendo el pago de la deuda y advirtiendo sobre el tesoro porteño. Esto último fue determinante a la hora de que el almirante decidiera embarcarse en la aventura hacia el sur -en verdad, desde hacía tiempo tenía planes de poner pie en las colonias españolas-.

MANOS A LA OBRA

El 9 de abril, Popham le mandó una carta al almirantazgo en la que comunicó que no permanecería inactivo en Ciudad del Cabo, porque allí ya había desaparecido todo peligro, y que partiría con sus naves a operar sobre las costas del Río de la Plata. “Decide proponerle al general David Baird una ex pedición pirata sin la aprobación de Londres y Baird designa a William Carr Beresford como jefe de las tropas que desembarcarían. Popham era el almirante, Beresford el general de las tropas de tierra. Van un poco más de 1.000 hombres y capturan un botín millonario”, señala el escritor e historiador Mario “Pacho” O'Donnell.

El 14 de abril de 1806 -sin que llegara la autorización superior- Popham zarpó de Ciudad del Cabo con destino al Virreinato del Río de la Plata.

EL VIAJE

La expedición estuvo a punto de sucumbir. El 20 de abril se desencadenó un violento vendaval y los barcos se dispersaron y se perdió contacto con uno de los transportes de tropas, Popham se dirigió a la isla Santa Elena, donde obtuvo del gobernador británico un refuerzo de casi 300 hombres.

Una fragata, la Leda”, se adelantó al grueso de la flota con la misión de reconocer el terreno. La aparición de esa nave en la Banda Oriental, el 20 de mayo de 1806, dio la primera señal de alarma a las autoridades del Virreinato.

El 13 de junio de 1806 ya en aguas del Río de la Plata Popham y Beresford se reunieron a bordo de la fragata ‘Narcissus’. Beresford quería ocupar primero Montevideo, porque esta plaza contaba con fortificaciones que serían muy útiles para la fuerza invasora si se producía una violenta reacción de la población del Virreinato. En cambio, Popham estaba resuelto a atacar directamente a Buenos Aires e ir por la plata de Potosí. El famoso tesoro, claro, fue decisivo para que, sin más, se decidiera atacar la capital del Virreinato.

* * * * * * * * *

El precio que debió pagar España

España estaba en decadencia desde hacía siglos. El historiador Juan José Cresto explica: “Los Borbones desde 1701 habían convertido a España en el furgón de cola de Francia. Eran parientes -se decían “mi querido primo, mi querido hermano. Había siempre un abuelo común”. Esta “unidad” con Francia resultaría sencillamente fatal para España, tanto como para prácticamente hacerla desaparecer del mapa.

“Tuvo reyes lamentables. En América, cometió el error de sacar a los jesuitas que eran el sostén económico de sus colonias. Este fue el único error de Carlos III. En tanto, Carlos IV, su hijo, era muy buena persona; sin embargo, Fernando VII además de ser mala persona no entendía nada. El padre era incompetente pero bueno; pero Fernando era incompetente y encima un mal bicho. Mal hijo, mal rey, mala persona. Napoleón jugó con todos ellos”.

Lo cierto es que al estallar el conflicto entre Francia e Inglaterra, España quedó “pegada” a su prima hermana, y le fue muy mal por eso.

* * * * * * * * *

Los 47 días en que Buenos Aires fue inglesa

El 25 de junio de 1806 las tropas británicas al mando de William Carr Beresford desembarcaron en Quilmes e iniciaron la primera de las dos intervenciones inglesas en el Virreinato del Río de la Plata. El virrey Sobremonte escapó con el tesoro y los invasores tomaron la Ciudad.

 

Buenos Aires era una pequeña ciudad de 45.000 habitantes a merced del enemigo. Constituía una diminuta fila de casas con vista al enorme río o a la Plaza Mayor. Al mando, estaba el virrey Marqués de Sobremonte y el comercio era su principal actividad. Sobremonte, quien no se destacaba precisamente por su capacidad de gobernar, simplemente dejaba hacer. El historiador Juan José Cresto explica: “El virrey, ex gobernador de Córdoba, era muy buen administrador, pero de pocas luces. Le avisan: ‘Mire que viene una expedición´- Los ingleses vienen y están en Bahía, Brasil”. Sin embargo, el gobernante pareció no darse por enterado.

Recién el 22 de junio de 1806, meses después del primer alerta, Sobremonte se sacudió del sueño serrano. Ese día, al recibir el informe de que barcos ingleses se dirigían hacia Ensenada, ordenó el envío de refuerzos y designó al oficial de marina Santiago de Liniers para que se hiciera cargo de la defensa.

El 24 y ante nuevos informes, Sobremonte convocó a todos los hombres aptos para empuñar las armas a incorporarse a las milicias. A pesar de la extrema gravedad de la situación, esa misma noche no se lo ocurrió mejor idea que asistir, junto con su mujer, su hija y su futuro yerno, al estreno en el teatro de Comedias de El sí de las niñas, la obra de Moratín. En el teatro y durante la función, un ayudante le confirmó al oído la grave noticia que el propio virrey había casi desestimado: una fuerza inglesa estaba en la costa del río y a punto de desembarcar. Sobremonte salió corriendo del teatro al fuerte, aunque ya era demasiado tarde.

EL DESEMBARCO

Cresto señala que las tropas británicas -al mando de Beresford- tenían toda la información necesaria gracias a White, el contrabandista que reclamaba su dinero. Sin embargo, hubo imponderables. “Desembarcan muy mal, Quilmes es el lugar menos adecuado: con el agua hasta la cintura, tratando de que no se les moje la pólvora”. La fuerza británica -pequeña, pero a fin de cuentas efectiva- estaba conformada por 70 oficiales, 72 sargentos, 77 tambo- res y 1.466 soldados de tropa. Tardaron sólo dos días en hacerse con una ciudad de 45.000 habitantes, que a todo esto ya se había quedado sin su principal gobernante. Ya en la tarde del 26 de junio, Sobremonte se entrevistó con el coronel Arce, y le manifestó que había resuelto emprender la retirada hacia el interior. Sobremonte dijo: “Me voy para organizar la resistencia”. En realidad, de lo que se trató era de salvar el famoso tesoro. Y se lo llevó en carreta a tres kilómetros por hora.

Mientras los británicos estaban en Buenos Aires, Sobremonte cabalgaba con destino a Luján, previo paso por la hacienda de Monte Caseros, cerca de Morón.

BUENOS AIRES, INGLESA

“Pasado el primer momento de estupor, los vecinos empezaron a preguntarse: ‘¿cómo es posible? ¿qué ha pasado acá?, ¿qué ocurrió que no hubo resistencia alguna?’ ”, señala Cresto. Sin embargo y más allá de estas preguntas, muchos se dejaron seducir por los recién llegados. Beresford comenzó su política de compenetración de los intereses locales y trató de granjearse el apoyo de la élite. De hecho, todos los funcionarios estatales quedarían en su lugar y juraron fidelidad a Su Majestad británica.

A la cabeza de la sociedad de Buenos Aires se encontraba la élite comercial española. Para gobernar la ciudad -y también para ser considerado vecino- había que ser español blanco, afincado, con casa propia. Cresto señala: “Ser vecino era muy importante ya que permitía intervenir en los asuntos comunales. En segundo lugar, estaban los criollos, que poseían esos mismos atributos pero habían nacido acá; no tenían relaciones comerciales con España y muchos de ellos eran profesionales que habían recibido su educación en Córdoba”.

Gran parte de esa elite apoyó la llegada de los invasores. Pacho O'Donnell explica: “La relación con los ingleses en algún sector fue vivida como algo bienvenido. Tal es así que Ignacio Núñez, un cronista de la época, cuenta de qué manera los oficiales ingleses se paseaban por las calles de Buenos Aires del brazo con las damas de la sociedad porteña. Hay una carta muy interesante de Mariquita Sánchez de Thompson, en la que habla de las tropas británicas de alguna manera rebelando el sentimiento de la elite, de la clase decente como se autoproclamaba -dando por sentado que los pobres eran indecentes- que era su admiración por las tropas que habían desfilado. Las describió como muy bellas, maravillosamente bien vestidas, elegantes, con alguna descripción algo sensual como con la pierna descubierta, eran “blancos como la nieve’, con “caras de nieve”, dice, en contraste con la descripción de las tropas criollas que las describe como negros, feos, sucios. Tal es así que hay un chiste que hace que es algo así como “si los ingleses no huyen del susto al verlos, estamos perdidos”.

Como Beresford notó que la población se daba cuenta de lo pocos que eran los británicos, aceptó convites en casas importantes y se mostró condescendiente con todos. En su novela “Sobremonte”, Miguel Wiñazki señala: “Los curas se prosternaban ante el invasor, los aristócratas besaban las manos de los rubios, les ofrecían sus casas y sus fiestas y hasta Juan José Castelli se inclinó ante el nuevo comandante en jefe (Beresford), considerando que era mejor el inglés por conocer que el español conocido”.

Al segundo día, Beresford preguntó dónde estaba el tesoro. No sabía que el virrey ya había escapado con él. Le dijeron que estaba en la villa de Luján. Como consecuencia, treinta ingleses del 71er regimiento, bajo el mando del capitán Arbuthnot, partieron hacia allí. Tal como era de esperarse, recuperaron el tesoro y pusieron preso al fugitivo Sobremonte.

DEMAGOGIA

Con la plata en Buenos Aires, Beresford quiso cosechar simpatías entre los habitantes y les devolvió 106.800 pesos fuertes del botín recuperado. El reintegro era un pequeño porcentaje de todo el tesoro. Arregló su deuda con White y el resto se repartió. “Los ingleses estaban felices: van un poco más de 1.000 hombres y capturan un botín de más de cerca de 1.200.000 pesos fuertes. Una parte se la reparten los jefes -Baird, Popham, Beresford- y los soldados también reciben lo suyo. Luego, el resto -que de todas maneras es mayor que un millón de pesos fuertes- desfila por las calles de Londres y ahí ante la vista de un tesoro tan importante se perdona a los militares británicos esta acción inconsulta”, explica O'Donnell.

RESISTENCIA

Más allá de los ‘buenos’ propósitos de Beresford, los españoles que vivían en Buenos Aires eran y se sentían españoles y católicos; y para ellos significaba una afrenta la insistencia del nuevo gobernante en imponer la libertad religiosa. De hecho, en la ciudad tampoco existía una facción política ni ánimos opuestos a la monarquía española.

Finalmente, la élite -al principio amiga de los ingleses- terminaría apoyando la defensa que iniciaría Liniers. “No pudo resistirse al ejemplo de la resistencia popular -explica O'Donnell-. No le era fácil imponerse. Por otra parte, está la anécdota de cuando Beresford intenta obligar a los criollos -estoy hablando de los hombres de Mayo, básicamente- que tratan de negociar con él. Ellos estaban empeñados en lograr la libertad de comercio, romper la sujeción con España, un proyecto que también tenía que ver con su ubicación social, ya que estaban imposibilitados de acceder a los cargos más importantes porque les correspondía por ley a los españoles. Entonces, van a hablar con Beresford, quien equivocadamente Popham luego le reprochará esto- exige porque esa fue instrucción de Londres, que juren sumisión al rey Jorge de Inglaterra. Ahí es donde Belgrano dice: ‘Prefiero amo viejo a amo nuevo’ ”.

Muy pronto, el deseo de expulsar a los británicos comenzó a aparecer en las mentes de la población. Para su pesar, los ingleses no tardarían en darse cuenta de que la pasividad de los habitantes de la Ciudad era una simple apariencia.

* * * * * * * * *

Primera invasión inglesa
Quién era Beresford

Para nosotros es un invasor; para ellos un destacado héroe militar. Sir William Carr Beresford es considerado, un militar valiente y experimentado de la historia británica. No era inglés: había nacido el 2 de octubre de 1768 en el condado de Strafford, Irlanda. Hacia 1785, ingresó al ejército y un año más tarde, perdió la visión de un ojo durante una cacería. Antes de la invasión a Buenos Aires, se había destacado en la batalla de Tolón y en la campaña de Egipto y luego en la conquista del Cabo de Buena Esperanza, en la actual Sudáfrica. Pasó a retiro en 1830 y vivió sus últimos años en Bedgebury, condado de Kent. Allí murió el 8 de enero de 1854.

* * * * * * * * *

Las razones para que se organizara otra invasión

Paradójicamente, cuando el tesoro del Virreinato se paseaba por las calles de Londres, en Buenos Aires ya había triunfado la Reconquista. “Y eso -explica O’Donnell- es lo que justifica la segunda invasión que ya es una expedición punitiva porque Inglaterra lo vivió como la rebelión de una colonia contra la metrópoli. Se había decidido incluir al Virreinato como una colonia británica más. Por eso, la segunda expedición tenía 15.000 hombres contra una colonia insurrecta’’.

La preparación de la defensa de Buenos Aires para este nuevo ataque fue más organizada. “Acá viene la magia - señala Cresto-. Es que esperando a los ingleses, este pueblo, esta ciudad miserable organiza la resistencia. ‘Van a venir ellos’, dicen las noticias. Liniers los organiza: los cántabros con los cántabros; los andaluces con los andaluces; los catalanes con los catalanes; los negros y pardos con los negros y pardos. Cada grupo elige a su jefe, Los criollos son los patricios -los de la patria- y son el grupo más numeroso. Ellos eligen a Saavedra. La gran expedición cae frente a las tropas de Liniers. Los muertos fueron más de diez veces que la primera invasión, fueron 4.000”.

Cresto señala que de todos los antecedentes de la Revolución de Mayo, las invasiones son el más importante. “Se habla de los filósofos españoles, los franceses, pero lo más importante fueron los muertos que hubo. Los habitantes del virreinato decían: ‘Hemos vencido a la potencia más importante de la Tierra, qué diablos tenemos que hacer con España´, que ya no existía”.

* * * * * * * * *

El gran telón de fondo fue la guerra anglo-francesa

Hacia fines del siglo XVII, Inglaterra se disputaba con Francia ser la primera potencia mundial. Años después surgió Napoleón Bonaparte y los ánimos expansionistas franceses no se hicieron esperar. El choque era cuestión de tiempo.

El 7 de mayo de 1804, William Pitt (hijo), asumió nuevamente la jefatura del gobierno inglés, Once días más tarde, Napoleón fue proclamado Emperador de los franceses, Ambos hombres representaban la voluntad de predominio de sus respectivas naciones. Pitt le dijo al embajador español en Londres: “La naturaleza de esta guerra no nos permite distinguir entre enemigos y neutrales (...) la distancia que separa a ambos es tan corta que cualquier acontecimiento inesperado, cualquier recelo o sospecha, nos obligará a considerarlos iguales”.

“Napoleón era un genio militar -explicó Cresto-. Esto no implica que yo esté de acuerdo con su política; estoy admirando su personalidad, lo que es diferente. Es un ser dotado excepcionalmente, sin duda. Inglaterra encuentra el freno en él”.

Lo cierto es que los ingleses se opusieron a Francia cuando Napoleón quiso tomar todas las costas del Mar del Norte. “No podía aceptar que una sola nación fuera dueña de todas las costas de Europa que dan frente a ella. Napoleón se expandió por todo el continente europeo, Inglaterra hizo valer su flota y le ganó a la flota combinada franco-española”, señaló el historiador.

La oportunidad de invadir las colonias españolas había estado en estudio desde hacía décadas. “Ahí aparece el general Miranda, un venezolano que está en Londres mendigando ayuda para libertar a su pueblo. No está en contra de España, y entiende que una América liberada será mejor para todos, inclusive para la propia España. Esto es 1792 en adelante. Miranda llega a Rusia, habla con Catalina la Grande, va a Francia y habla largamente con Napoleón. Inglaterra le promete ayuda, pero tarda porque tiene otras cosas más urgentes (India). Las colonias españolas eran vistas con apetito por la clase política inglesa, particularmente por los ‘tories’. Sin embargo, nunca habían querido dar el paso decisivo”, explicó Cresto.

Lo cierto es que tras la derrota francesa de Trafalgar, Gran Bretaña se hizo dueña de los mares. Pero Francia poseía la tierra. Los ingleses, por tanto, salieron a buscar en el mar los mercados que Napoleón les había cerrado en tierra. El escritor Pacho O'Donnell lo define así: “La invasión inglesa es una expedición piratesca”.

* * * * * * * * *

La Reconquista de Buenos Aires

Reconquista


A las tres de la tarde del 12 de agosto de 1806, los ingleses desfilaron derrotados por la Plaza Mayor. La fuerza expedicionaria de Liniers había desembarcado el 4 de agosto en el Tigre, proveniente de Colonia y en pocos días sus tropas lograron vencer a los ocupantes ingleses hasta obligarlos a rendirse -según la versión de los españoles- o capitular -según la inglesa-.

Beresford terminó encerrado en el fuerte de la ciudad y logró seguir con vida gracias a un salvoconducto de Liniers. La gloriosa rebelión había surgido de varios sectores: “Por empezar -explica Pacho O'Donnell-, fue llevada adelante por los que tenían que ver con la descendencia francesa -como Liniers, que era francés, o Pueyrredón, que tenía una prosapia francesa-; también estaban los patriotas, entre los cuales se encuentra una figura tan interesante como fue Álzaga. Después estaba la plebe, la chusma, que como siempre puso el cuerpo”.

-¿Por qué Liniers pudo reclutar gente?

-Es que una vez que se puso en marcha la resistencia popular, ya no hubo forma de oponerse.

-¿Qué disparó esta resistencia? ¿El tema de que se hubieran llevado el tesoro?

-Yo creo que un sentimiento de hombría ante la agresión. Años más tarde, cuando Alvear le escribe esa ominosa carta al rey de Inglaterra diciéndole que viniera a hacerse cargo del gobierno en Buenos Aires, le dice que hay que tener mucha precaución porque la plebe está muy imbuida de un sentimiento levantisco; lo pone en guardia de que lo que hay que temer es a la reacción de la chusma, de la plebe.

MATICES

-¿La Reconquista es una toma de conciencia de los criollos de que ellos se tienen que defender solos?

-La cosa es matizada. La historia oficial nos cuenta las cosas muy simplificadas, seguramente en un deseo de que se entiendan. Ya estaban definidos algunos sectores que se harán más claros el 25 de mayo, que anhelaban la ruptura de la exclusividad del comercio con España. La aspiración de los criollos y de un sector importante de los comerciantes españoles en Buenos Aires era decretar el libre comercio, la posibilidad de comerciar con la reina de los mares y dueña de la Revolución Industrial que era Inglaterra.

-Algún héroe o personaje que le parezca importante recordar. Digamos que siempre está Liniers.

-Esa es una reconstrucción de la historia porque verdaderamente el gran héroe de las invasiones inglesas fue Álzaga. Él fue el estratega, tal es así que en la segunda invasión, Liniers propone equivocadamente salir a enfrentar a los británicos en campo abierto y Álzaga insiste en que es un error, que hay que esperarlos dentro de la ciudad, lo cual es una táctica conocida y sigue vigente hoy; es decir, que a los ejércitos les resulta muy difícil luchar dentro de las ciudades. Liniers es rápidamente derrotado por las fuerzas británicas y se repliega en la ciudad y ahí es donde se produce la resistencia exitosa.

LA VUELTA DE OBLIGADO

O'Donnell recuerda otro episodio de la historia argentina -la Vuelta de Obligado- en el que se desalojó a un agresor extranjero. “La historia oficial debería responder por qué celebra la gesta de las invasiones inglesas y no la de la Vuelta de Obligado, con una característica muy semejante, hasta diría peor, porque la Vuelta de Obligado fue el ataque de Inglaterra y de Francia, unidas”.

-¿A qué lo atribuye usted?

-La vuelta de Obligado se dio durante el gobierno de Rosas y esto es lo que hace que sea un hecho oculto. Inglaterra y Francia eran las dos potencias bélicas más importantes del mundo y atacaron el puerto de Buenos Aires, lo cercaron, y penetraron en los ríos. Ya había sido inventado el barco a vapor; es decir, que ya no dependían de los vientos y por lo tanto se podían meter en los ríos interiores y ocupar las ciudades que estaban sobre el mar y también invadir las interiores. El proyecto era vigoroso y entre otras cosas querían llegar al algodón paraguayo porque las hilanderías eran la industria básica británica. Se trató de una invasión, desembarcaron. Murieron muchísimos argentinos, fue una defensa muy heroica.

-Estos episodios deberían ser recordados también.

-Absolutamente. La figura de Rosas marca una división entre la historia oficial y una historia que pretende ser más abarcativa. No se trata de celebrar a Rosas sino de conmemorar una epopeya extraordinaria, del mismo nivel que las invasiones inglesas.

* * * * * * * * *

El origen de la rebelión

“Acá hay una sola palabra: Liniers. Este apuesto capitán de navío, jefe de la Ensenada de Barragán, no quiso jurar lealtad al rey de Inglaterra y organiza la Reconquista”, señala Cresto. De hecho, Liniers se va al Tigre y convence a Ruiz Huidobro para armarse contra los ingleses. “En esos días se le une Juan Martín de Pueyrredón en la chacra de Perdriel y reúne a unos cuantos gauchos. El jefe inglés minimiza esto. Sin embargo, Liniers avanza hacia Buenos Aires en la plaza Miserere. Beresford entonces sí organiza la defensa. Él había ordenado que toda la gente entregase sus armas, pero no lo logró ”.

-Y la defensa se hizo insostenible.

- Exacto. Liniers ordena el asalto a la fortaleza y Beresford termina arrinconándose dentro del fuerte y se le dio un salvoconducto para que se rindiera.

- A qué atribuye que años más tarde se fusile al héroe que fue Liniers.

-El quiso demostrar su lealtad a las autoridades hasta último momento. A Liniers lo llevaron a la oposición a la junta de Mayo. Moreno fue el responsable.

-¿La excusa cuál fue?

-Haberse levantado en contra de las autoridades revolucionarias.