REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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Nos invita a hacer propia la famosa consigna de don Justo José de Urquiza "ni vencedores ni vencidos”, pronunciada después de derrotar a don Juan Manuel de Rosas en Monte Caseros. Según este antiguo catedrático de Derecho Político de la Universidad de Buenos Aires, fue gracias a dicho lema que "tanto los rosistas como los antirrosistas encontraron un lugar en el gran proyecto que nos legaron las generaciones de 1853 y de 1880".
Quien lea ese párrafo y no sepa
nada más sobre lo ocurrido a mediados del siglo XIX en la Argentina (como puede
ocurrir con muchos extranjeros que lean su artículo por Internet) pueden
colegir que a partir de la histórica batalla mencionada (3 de febrero de 1852)
la Argentina era una Arcadia.
Nada más lejos de la verdad. En
efecto, luego de la caída de Rosas, el 11 de septiembre del mismo año, al poco
tiempo de la partida de Urquiza hacia Santa Fe desde Buenos Aires, en ésta hubo
un golpe de Estado liderado por Valentín Alsina, Bartolomé Mitre, Pastor
Obligado y Dalmacio Vélez Sarsfield, entro otros, que decidió la separación de
la Provincia de Buenos Aires de la Confederación Argentina, erigiéndose en
Estado soberano en lo exterior y lo interior, como lo declararán en abril de
1854 en la primera Constitución bonaerense.
Desde entonces y hasta 1859
Buenos Aires tendrá su vida independiente y cíclicos choques bélicos con sus
antiguas hermanas, hasta su derrota en los campos de Cepeda (23 de octubre de
1859), hecho que dio pie al Pacto de Unión Nacional o de San José de Flores (11
de noviembre) mediante el cual se reunificó el país.
Sin embargo, los enfrentamientos
entre Buenos Aires y sus hermanas no cesarían: el asesinato del gobernador de
San Juan y el rechazo de los diplomas de los diputados nacionales por Buenos
Aires provocaron un nuevo choque de armas, que tuvo lugar en Pavón el 17 de
septiembre de 1861, ocasión en que Urquiza, comandante en jefe del Ejército de
la Confederación, decidió inexplicablemente dejar el campo de batalla, en que
se imponía sobre Mitre, gobernador de Buenos Aires, dejándole la victoria.
Á Pavón le siguió la campaña de
los ejércitos de Arredondo y Paunero contra las provincias que no se sometían a
la nueva situación política. En 1863, 1867 y 1873 hubo más guerras civiles a
causa de los alzamientos de Ángel Vicente Peñaloza, Felipe Varela y Ricardo
López Jordán, respectivamente, contra el poder central. Esto sin contar las
sublevaciones armadas de los mitristas de 1874 y 1880 al verse burlados en
sendas elecciones presidenciales.
Además parece olvidar que Rosas sufrió dos veces (la segunda y definitiva fue en 1857, por la ley N° 139) la confiscación de sus bienes y una condena como "reo de lesa patria", por la Legislatura bonaerense, "por la tiranía sangrienta que ejerció sobre el pueblo durante el periodo de su dictadura, violando hasta las leyes de la naturaleza y por haber hecho traición, en muchos casos a la independencia de su patria y sacrificado a su ambición, su libertad y su gloria". De esta forma la Legislatura se arrogó atribuciones judiciales (algo nada liberal ni republicano ni conciliador) y que cuando en marzo de 1877 el Restaurador de las Leyes murió en el exilio, en Buenos Aires el Gobierno llegó a prohibir la celebración de una misa en sufragio de su alma. Como se sabe, sus restos mortales, a causa del odio que muchos conservaban en su contra, sólo pudieron ser repatriados el 30 de septiembre de 1989 (112 años después), a comienzos de la presidencia de Carlos Saúl Menem, y la condena de la Legislatura bonaerense fue levantada en noviembre de 1973, a iniciativa del gobernador Oscar Raúl Bidegain.