domingo, 27 de agosto de 2023

La Reconquista de Buenos Aires

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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  En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

El 12 de agosto de 2006, el diario La Prensa publicó a doble página central el siguiente artículo correspondiente al Día de la Reconquista.

El 12 de agosto de 1806, las tropas comandadas por Santiago de Liniers lograron vencer a los invasores ingleses

A 200 años de la Reconquista de Buenos Aires 

por Juan Carlos Antón

Invasiones inglesas


Liniers avanzó sobre la ciudad desatando una batalla campal en distintas calles de Buenos Aires, hasta acorralar a los británicos en el fuerte de la ciudad. Las tropas inglesas desfilaron derrotadas por la Plaza Mayor.


La forma tan rápida con la que las tropas inglesas se apoderaron de Buenos Aires -a fines de junio de 1806- engañó a los invasores. Ellos supusieron que los habitantes de Buenos Aires eran un grupo de sujetos pasivos que terminarían por congraciarse con los británicos. En realidad, no sospechaban que en las sombras comenzaba a prepararse un plan que terminaría con su rendición pocas semanas después. Como aperitivo de la reconquista, el 1° de agosto, una guerrilla amparada por Martín de Álzaga en una quinta en las afueras de la ciudad -y dirigida por el criollo de ascendencia francesa Juan Martín de Pueyrredón- logró hacer frente a las tropas del general irlandés William Carr Beresford, el jefe de la ocupación británica. La intentona fue derrotada por una fuerza inglesa de 550 hombres. Sin embargo, abrió el camino a la victoria.

 “Acá hay una sola palabra: Liniers. Este apuesto capitán de navío, jefe de la Ensenada de Barra- gán, no quiso jurar lealtad al rey de Inglaterra y organizó la Reconquista”, señaló a La Prensa el historiador Juan José Cresto.

Liniers se trasladó a Montevideo donde el gobernador Ruiz Huidobro estaba preparando el intento de liberación de la capital del Virreinato. Ruiz Huidobro le dio un contingente de mil hombres y ocho cañones.

El capitán francés pagó 800 pesos con su patrimonio personal para el costo del viaje a Montevideo. El total del valor de la expedición sería de 1.794 pesos y un real. La mitad de esa cifra se cubrió con sesenta onzas de oro que le fueron entregadas a Liniers en la capital de la Banda Oriental.

EL DESEMBARCO

A las 9 de la mañana del 4 de agosto de 1806, en un fondeadero del río Las Conchas, en el Tigre actual, desembarcó la fuerza expedicionaria, procedente del puerto de Colonia.

La noticia no tardó en llegar a Beresford, quien se encontraba en el fuerte de la Plaza Mayor -actual Casa Rosada-. El jefe británico decidió enfrentar a las columnas de Liniers a campo abierto; sin embargo, el mal clima hizo que desistiera de su intención: no contaba con las tropas de caballería y por lo tanto, le resultaría imposible marchar a pie por los caminos barrosos. La fuerte tormenta que se desató esa noche tendría, por lo tanto, una influencia crucial en las operaciones militares.

La tormenta no amilanó a las tropas de criollos y españoles. Según cuentan las crónicas, Liniers y sus hombres atravesaron las zonas embarradas y empujaron a mano los cañones. Siguieron camino y el descanso recién fue en San Isidro. En la mañana del 9 de agosto reanudaron la marcha hasta los Corrales de Miserere (actual Plaza Once), adonde llegaron al día siguiente.

RESISTENCIA

Para alarma de Beresford, los porteños ya no ocultaban su resistencia ante los invasores. Temiendo un ataque nocturno, el jefe británico distribuyó la mayor parte de sus fuerzas alrededor de la Plaza Mayor. El imparable avance de las tropas de Liniers ya era vox populi en toda la ciudad -de apenas 45.000 habitantes- y negocios y pulperías cerraron sus puertas. Muchos corrieron a ponerse al servicio de las tropas leales.

El primer enfrentamiento fue en Retiro, con la victoria de Liniers quien venció a una sección británica Este triunfo puso en pie de rebelión a toda la ciudad y la irrupción se hizo incontenible.

En la mañana del 12 de agosto Liniers instaló su puesto de comando en la Iglesia de la Merced, en  tanto la gente ya había irrumpido en la Plaza Mayor al mando de unas tropas que ahora alcanzaban los 4.000 hombres. Desde lo alto la Recova que partía a la plaza en dos, Beresford ordenó la retirada hacia el fuerte.

Ante el peligro de que se produjera una verdadera masacre -el pueblo estaba prácticamente descontrolado y quería penetrar en el fuerte- Beresford reemplazó la bandera ingles por la española. Inmediatamente después, salió del fuerte junto con el coronel Hilarión de la Quintana, quien lo llevó a hablar con Liniers. Según las crónicas históricas, ambos jefes se abrazaron e intercambiaron unas pocas palabras y Liniers le comunicó a Beresford que las tropas inglesas deberían dejar su armamento en la galería del Cabildo. El general irlandés ofreció su espada a Liniers.

A las tres de la tarde de ese 12 de agosto -hace hoy doscientos años- las tropas inglesas desfilaron derrotadas por la Plaza Mayor. También entregaron varias banderas de sus regimientos. Las tropas leales, en formación marcial, presentaron armas en señal de reconocimiento a los vencidos.

Beresford firmó la capitulación el 20 de agosto. En ella, se acordaba el intercambio de prisioneros entre ambos bandos.

Una vez retomada la ciudad, la Real Audiencia de Buenos Aires asumió el gobierno civil y decidió entregarle la capitanía general a Liniers. Asimismo, la corona española le agregó a Montevideo el título ‘La muy fiel y reconquistadora’ y en el escudo de esa ciudad se agregaron banderas inglesas caídas para señalar la ayuda decisiva de la capital oriental en la derrota de los británicos.

Cresto señaló que de todos los antecedentes de la Revolución de Mayo, las invasiones son, sin duda, el más decisivo: “Se habla de los filósofos españoles, los franceses, pero lo más importante fueron los muertos que hubo. Los habitantes del virreinato decían: ‘Hemos vencido a la potencia más grande de la Tierra, qué diablos tenemos que hacer con España’, que ya no existía”.

A pesar de la derrota, o quizá a causa de ella, los ingleses decidieron volver al año siguiente. Cuando el tesoro del Virreinato se paseaba por las calles de Londres, en Buenos Aires ya había triunfado la Reconquista. Y eso justificó la segunda invasión que ya fue una expedición punitiva porque Inglaterra lo vivió como la rebelión de una colonia contra la metrópolis. Para esta segunda invasión, Buenos Aires no sería una presa tan fácil para los ingleses.