miércoles, 9 de agosto de 2023

Martín Balza discrepa con Jeremy Moore

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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  En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

El artículo que publicamos a continuación, salió en el diario La Prensa del 5 de abril del año 1992.

Discrepancias de Balza con expresiones de Jeremy Moore


Guerra de Malvinas
Jeremy Moore y Martín Balza (foto tomada en Londres en 1996)



El jefe del Estado Mayor General del Ejército, teniente general Martín Antonio Balza, respondió conceptos del comandante de las tropas británicas que combatieron en 1982 en el conflicto del Atlántico Sur, brigadier general Jeremy Moore, formulados a un semanario de actualidad.
A continuación, damos el texto completo de la carta que dirigió al militar británico:
“Tomando como veraces los conceptos por Usted vertidos en el reportaje que para una publicación argentina le efectuara la periodista Laura Ayerza (revista SOMOS, número 805 del 2 de marzo último), me siento obligado a expresarle mi total discrepancia con algunos puntos del mismo que arrojan injustas manchas sobre la conducta del Ejército Argentino —al que siempre me honró pertenecer y que hoy me toca comandar— referidos a la Guerra de las Malvinas.
“Debería empezar —y lo haré— diciendo que hay en cambio otros puntos de sus declaraciones con los que es imposible no estar de acuerdo: como cuando alude a la impresión que le produjo, tras el cese del fuego, comprobar la diferencia de actitud existente entre los soldados argentinos y los suyos. Que mientras unos estaban luchando por las islas que sentían como parte de la Argentina, admite Usted que por el contrario, esa tierra no revestía interés particular para el Ejército inglés ni para Inglaterra y que la mitad de su gente no tenía ni la menor idea de dónde quedaban las Malvinas.

Responsabilidad y coraje
No seré yo quien lo desmienta cuando Usted afirma que “los oficiales argentinos eran muy buenos, muy corajudos y valientes”. Estuve allí, como jefe del Grupo de Artillería 3, y guardo en mi memoria de argentino el haber compartido cada una de las alternativas de la campaña con todos mis hombres; sin más distinción de jerarquías o rangos que los apropiados para el funcionamiento de la disciplina militar, pero participando todos por igual del mismo sentimiento de estar defendiendo un pedazo del territorio nacional. Hubo profesionalidad, coraje y actos de valor, al margen de la suerte de la guerra, tanto en un bando como en el otro.
“Todos sufrimos las inclemencias del tiempo y las carencias propias de la guerra, agravadas por el bloqueo naval y aéreo por ustedes impuesto y que a la postre les daría la victoria, ya que vuestro ejército no entró en un desfile triunfal a Puerto Argentino, sino que tuvo que combatir por cada metro de terreno que pisaba. Y eso, que da más mérito al vencedor, no disminuye para nada al derrotado.

“Francamente inadmisible”
“Por eso, su explicación de que tras el cese del fuego, el temor a nuestros propios soldados nos llevó a los oficiales argentinos a pedir se nos dejara conservar el armamento, entra en el terreno de la fantasía y me resulta francamente inadmisible pensar que Usted lo haya dicho.
“Debe recordar Usted que el 14 de junio de 1982, al acordarse el fin de las hostilidades, se convino que las unidades argentinas mantendrían sus banderas y los oficiales el armamento individual. Como debe saber, alguna razón de nivel político, que excedía las atribuciones suyas y las del jefe de las tropas argentinas, hizo que se modificara el acuerdo y tuviéramos que entregar el arma como por otra parte establece el Art. 18 de la 3a. Convención sobre Prisioneros de Guerra (1949).
“Nuestros veteranos, los conscriptos argentinos que lo soportaron todo, incluido el destino de regresar sin los laureles del triunfo, sino más bien con las penas de la derrota, no merecieron jamás la sospecha ni la desconfianza, sino la admiración de sus jefes.

Los isleños
“A los isleños que tan mal le hablaron de nuestras tropas, cuando durante nuestra permanencia en las islas fue una principal preocupación cuidarles sus vidas y propiedades, al punto de que no hay constancia de que se registraron abusos ni excesos de ningún tipo, les comprendo su resentimiento: no quieren ser argentinos de la noche a la mañana. Yo tampoco quiero ser inglés.

“Graves contradicciones”
“El punto de esta carta es otro. Se propone llamar su atención, general Moore, sobre el hecho de que así como valoro el reconocimiento que hace Usted a nuestras motivaciones y nuestro desempeño en combate, me veo obligado a señalar graves contradicciones en los conceptos vertidos en el reportaje de referencia. Rechazo sus afirmaciones acerca del mal trato que, dice, dimos a nuestros hombres y su sugerencia de que temíamos su eventual venganza.
“Señor general, como tengo elementos de juicio que abundan sobre su calidad humana y alto nivel profesional, sólo puedo atribuir esas erróneas afirmaciones a una falacia intencionada que le hicieron llegar o simplemente al de asesoramiento de quienes en su momento tenían la obligación de informale. Que esos servicios se equivocaron alguna vez, ha sido Usted mismo testigo, según otras declaraciones del reportaje que nos ocupa. Me refiero al informe que usted pidió a los servicios propios, sobre la personalidad del comandante de las tropas argentinas en Malvinas que reconoce que se lo dieron cambiado y que, como descubriría al final de la campaña, aludía a otro general Menéndez y no al jefe que le había tocado enfrentar.

No subestimar
“Errores cometemos todos. Si nosotros no hubiéramos cometido ninguno, seguramente el resultado de la guerra hubiera sido distinto. Pero hay algo que no podemos permitirnos nunca y menos cuando una década está poniendo mayor perspectiva a las acciones de las que fuimos partícipes: juzgar, subestimando al que fue nuestro adversario. La historia nos enseña que antiguos aliados pueden ser adversarios y viceversa.
“Quiero, con este mensaje, reiterarle el respeto de quienes le hemos combatido. Que estar de acuerdo o discrepar, son formas de ejercer el diálogo y éste es más fructífero que el silencio. Si algún día pudiéramos conversar, mano a mano, expresaríamos seguramente todos nuestros puntos de vista. Usted podría volver a defender —de modo incruento ya— intereses de 2.500 isleños y yo, los derechos de 33 millones de argentinos. Recordaremos aquellos días en que sus aviones y sus barcos nos bombardeaban, mientras mis viejos obuses le hacían sentir el rigor de nuestras convicciones.

El Ejército inglés
“No querría, sin embargo, concluir estas líneas sin hacerle saber de mi respeto por las cualidades militares que distinguen al Ejército inglés y de mi consideración al valor y profesionalidad de vuestros soldados.
“En el marco que impone la nueva relación entre nuestros países y como jefe de un Ejército natural y definitivamente incorporado al sistema democrático, he querido expresarle el sentimiento que en mi ánimo de soldado provocaran sus palabras.
“Acepte Usted la expresión de mi mayor consideración.

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Opinión popular poco optimista sobre soberanía
El 67 por ciento de los argentinos tiene una sensación “más bien frustrante” porque “se mantiene un ‘statu quo’ poco satisfactorio” en el tema relacionado con el reconocimiento de la soberanía sobre las islas Malvinas.
Así lo señaló un sondeo realizado por el Instituto para la Investigación de Mercado y Estudios Políticos Demoskopia, que aseguró que en la población “hay poco optimismo en que algún día la Argentina tendrá la soberanía sobre el archipiélago”.
El estudio evaluó el comportamiento de las mediciones de encuestas realizadas en marzo de 1990 y marzo y diciembre de 1991 y puso de manifiesto que “si se toman en cuenta los juicios de la población como parámetro político, la actuación del gobierno en esta cuestión no fue muy exitosa”.
Impresiones
El último balance de la entidad mostró que un 11 por ciento de los encuestados cree que el gobierno “logró algo”, un 13 por ciento que “el problema se agudizó” y un 67 por ciento “se siente frustrado porque la situación no se modificó nada y se mantiene el ‘statu quo’ poco satisfactorio”.
El primer sondeo realizado en el 90, evidenció que el 48 por ciento “creyó que para la Argentina las islas Malvinas están perdidas tanto ahora como en el futuro”, mientras que un 31 por ciento confiaba en su recuperación.
Un año después, el sondeo demostró que el tema Malvinas ocupaba el último lugar en el rango de los problemas que preocupaban a los argentinos, después de varios otros como los de la desocupación y los bajos salarios.