REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.
En el diario La Prensa del día 16 de octubre de 1983, se publicó el siguiente artículo.
Una vieja receta
¿Quién provocó la guerra en el Atlántico sur
por Enrique Llerena
Dijo alguna vez Jouvenelle que la historia es una larga secuencia de alteración de poderes. En efecto. una mirada retrospectiva nos permite apreciar cómo los imperios se fueron sucediendo unos a otros, cómo un poder, una nueva potencia suplantaba a la anterior.
Para el actual sistema internacional —que ya no es comunidad internacional— el poder es necesario para sobrevivir y en esa lucha por la supervivencia debe enfrentarse no solo a enemigos externos, sino también a rivales internos.
Volviendo nuevamente la mirada hacia atrás, la historia nos enseña cómo los grandes imperios, como el de Alejandro Magno, el romano o el español, se lograron después de largas guerras de conquista y también muchas veces, emperadores, presidentes y gobernantes en general, al tener un problema interno que amenazaba su permanencia en el poder, creaban un problema o conflicto externo o utilizaban uno ya existente a fin de hacer olvidar el primero y lograr la unidad nacional tras el segundo.
Todas estas consideraciones pueden ser aplicadas al conflicto bélico que hace ya un año enfrentó a nuestro país con Inglaterra.
Posición de los contendientes
Intentemos ahora ver cuál era la situación —interna y externa— de cada uno de los dos contendientes, al 2 de abril de 1982.
En la Argentina el general Galtieri había asumido el gobierno cuatro meses antes y nombrado ministro de relaciones exteriores al doctor Nicanor Costa Méndez. En la mente de ambos hombres, la reconquista de las Malvinas estaba presente. pero tal vez no para abril sino para más adelante, Una vez que, terminado el crudo invierno austral, Inglaterra hubiese desmantelado su flota de superficie.
Nuestro país había soportado que durante 17 largos años, Inglaterra “jugase” a las negociaciones, bloqueando todos los intentos para hacerlas avanzar. La actitud inglesa, en todo este periodo, fue —como lo admite el Informe Franks— de mala fe: su intención era cumplir 150 años en posesión de nuestras islas, y para ello sólo faltaba un año.
Internamente la situación política económica y social del país era difícil y la presión de los sindicatos y los partidos políticos se hacía cada vez más fuerte.
Externamente. el país había dado claras muestras de afianzar su pertenencia al bloque occidental. y apoyaba a los Estados Unidos en su política en América Central contra la infiltración comunista. El conflicto con Chile estaba en manos de Juan Pablo II y podía encaminarse muy lentamente hacia una solución.
En Inglaterra la primera ministra Margaret Thatcher era atacada duramente por la oposición laborista, debido a que su política económico-social no daba los resultados prometidos y libraba, al mismo tiempo, una batalla en lo referente al futuro de la flota de superficie, problema al cual la OTAN y los Estados Unidos no podían permanecer indiferentes. Si la flota era desmantelada y sus principales unidades vendidas, al ser convertida en una flota de características nucleares, la OTAN contaría solamente con los barcos norteamericanos para que naveguen y custodien todos los mares del globo; sería una sensible pérdida y para el ex comandante general de la OTAN, el general Haig, el problema no pasaba inadvertido.
Externamente, el Reino Unido se encontraba apoyado por los Estados Unidos que había encontrado en su aliada natural uno de los pocos soportes para su política de armas nucleares en Europa frente al despliegue de los misiles rusos “SS20".
¿Quién quiso la guerra?
A esta altura, podemos preguntarnos “si el conflicto de las Malvinas fue querido y causado por la Argentina. o si los acontecimientos nos obligaron a iniciar las acciones militares necesarias para la reconquista independientemente del presupuesto de que la recuperación de esa parte de nuestro territorio era un enorme anhelo de todos los argentinos.
¿Es totalmente descabellado pensar que el conflicto austral fue planeado. buscado y querido por los Estados Unidos e Inglaterra?
Creemos que no. Se ha sostenido que Argentina buscó un pretexto y lo encontró en el incidente creado por los trabajadores que desmantelaban viejas instalaciones en las islas Georgias: que el general Galtierí necesitaba un hecho importante para desviar la atención de los problemas internos y que lo logró con la invasión del 2 de abril.
Pero. ¿y si ponemos la guerra al revés? ¿Y sí fueron los ingleses, secundados por los norteamericanos, quienes buscaban un pretexto? Bien pudieron autorizar los trabajos en puerto Leigh —como lo prueba la documentación en regla que exhibieron los trabajadores argentinos— para luego negarlo y crear así un incidente internacional. ¿No es pensable que, buscando acrecentar su popularidad o por una cuestión de supervivencia política, Margaret Thatcher haya creado un conflicto externo —con el aval norteamericano— a fin de hacer olvidar los debates internos (desocupación, recesión, etcétera)? Y si el Almirantazgo necesitaba probar que la flota de superficie era todavía útil ¿no era la mejor forma, acaso, mediante una guerra naval? ¿Podemos pensar que, cínicamente, los Estados Unidos, Inglaterra y la OTAN en general, crearon una “mini-guerra interoccidental” pues la necesitaban a fin de probar los últimos equipos y armas construidas?
Si así fue, ante el envio del “Endurance” —que es un buque de guerra armado con misiles y helicópteros— hacia las islas, la Argentina, provocada, no tuvo otro camino que la respuesta militar. Aceptar el desalojo de las Georgias hubiera significado aceptar la soberanía inglesa sobre ellas y sobre las Malvinas, perdiendo así y para siempre la posibilidad de recuperar nuestras islas. Ante tamaña perspectiva, ante esa posibilidad, el gobierno de! general Galtieri y cualquier otro, de cualquier tendencia y color, hubiese respondido de la misma manera y eso los ingleses lo conocían.
Sin otra posibilidad
Actuar militarmente desencadenaría una guerra, el gobierno lo sabía. pero no tenía otra posibilidad: solo quedaba atacar y luego, diplomáticamente. tratar de evitar que el conflicto se internacionalizase
Del 2 de abril al 14 de junio de 1982 fueron muchas las gestiones realizadas a fin de lograr una paz justa. A las del general Haig y del secretario general de las Naciones Unidas, deben sumarse la iniciativa del presidente del Perú y los viajes de Juan Pablo II a ambos países.
Lamentablemente nunca pudo llegarse a un acuerdo. ¿Por qué? ¿Debido a la intransigencia argentina o porque a Inglaterra no le interesaba ningún tipo de negociación?
No podemos olvidar tampoco que la persona que actuó como mediador en el conflicto, en nombre de los Estados Unidos, fue el general Haig, quien antes de ocupar el cargo de secretario de Estado estuvo al frente de la (OTAN).
¿Acaso no pudieron los Estados Unidos, por su intermedio, hacer los “guiños” necesarios para que la Argentina confiara en que guardarían —al menos— una posición neutral en el conflicto y que llevarían honradamente su misión mediadora? Lamentablemente. los hechos probaron lo contrario ya que en lugar de darle primacía a la justicia, se la dieron a la utilidad: era más útil, para ellos y para sus objetivos, apoyar al gobierno inglés.
Jamás Margareth Thatcher ni Haig tuvieron una posición negociadora, no porque consideraran que su posición era la correcta y que no se podía negociar con quienes habían realizado un injustificado ataque, sino porque. por los motivos de política interna y externa expuestos. necesitaban la guerra: esto quedó perfectamente demostrado con el voto inglés en el Consejo de Seguridad el día 4 de junio de 1982, mediante el cual vetó un cese del fuego, el retiro mutuo de las fuerzas y el inicio de negociaciones diplomáticas.
Por ello, es perfectamente comprensible el ataque al crucero “General Belgrano”, el día 2 de mayo, cuando navegaba fuera de la zona de exclusión y rumbo a su base.
Pero dejemos que sea el parlamentario escocés Tam Dalyell quien hable: “ella hundió al ‘General Belgrano’ no porque fuera una amenaza para la fuerza de tareas: la verdadera amenaza para la Thatcher era la paz, porque amenazaba su propia carrera política”.
Los beneficios por el conflicto
Hoy, a más de un año de la finalización de las acciones bélicas puede intentarse un balance en lo que se refiere a las ventajas o desventajas que obtuvieron los beligerantes.
En lo que respecta a Inglaterra. Margareth Thatcher sorteó todas las tormentas y críticas laboristas y su imagen se fortaleció frente a la opinión pública. Ello le permitió aprovechar el momento y llamar anticipadamente a elecciones, logrando una rotunda victoria como lo demostró el resultado de los comicios del 9 de junio.
El Almirantazgo —y por qué no la OTAN— salvo la flota de mar, ya que esta no será desmantelada. A su vez. Inglaterra logró que —a gusto o a disgusto— sus socios en la Comunidad Económica Europea la apoyaran en todo momento y sancionaran a nuestro país en forma unánime.
De acuerdo a lo informado por el “Daily Telegraph”, lord Carrington, quien renunció al cargo de secretario de relaciones exteriores, tres días después que nuestro país ocupó las islas Malvinas, está siendo considerado como el futuro secretario general de la OTAN. ¿¿“Castigo” por no haber previsto la invasión o “premio” por haberla inducido?
Los Estados Unidos lograron sostener en el poder al gobierno más adicto a su política de instalación de armas nucleares en Europa. Asimismo, pusieron a prueba, en un conflicto limitado, las ultimas armas occidentales convencionales y las tácticas de ataque y defensa utilizadas por la OTAN.
Las consecuencias internas
Por ultimo, nuestro país. La derrota significo la caída del gobierno, al mismo tiempo que un manto de amargura y desesperanza cubría nuestro espíritu.
El nuevo elenco gobernante ha prometido elecciones generales para el 30 de octubre y la situación interna económico-social vive bajo las tensiones propias de un clima preelectoral.
Respecto de la política internacional, el país ha realizado un giro muy importante, declarándose no alineado y perteneciente al Tercer Mundo. Los apoyos recibidos durante el conflicto austral, especialmente de aquellos países con regímenes comunistas o socialistas, deberán ahora pagarse caro. El precio será superior al abrazo brindado en Nueva Delhi.
En lo que se refiere a América latina, también nuestra posición varió a partir del 2 de abril de 1982.
Dijimos antes que la derrota del 14 de junio significó que la amargura y la desesperanza se implantasen sobre nuestro territorio. Sin embargo, muchas enseñanzas, muchas cosas positivas pueden extraerse de este conflicto bélico no querido.
En primer lugar, los argentinos descubrimos valores y virtudes —así como también defectos— que teníamos escondidos en el fondo de nuestras almas.
Comprendimos también que, pese a todos los problemas que nos separan, si los gobernantes nos proponen grandes metas, grandes objetivos nacionales, los gobernados —cualquiera que sea nuestra tendencia política— nos unimos detrás de ellos y los apoyamos en la obtención de esos fines.
Por último, hemos aprendido que todo requiere esfuerzo, que si queremos ser el gran país que alguna vez se soñó en los albores de nuestra independencia, y que lamentablemente hemos dejado de entrever, tendremos que anteponer a nuestros intereses particulares el bien general de la Nación.
No dejemos que el enemigo, que nos derrotó en el campo militar nos venza una vez más dividiendo nuestros espíritus: sepamos soñar humildemente con la grandeza y actuemos en consecuencia.