domingo, 27 de agosto de 2023

Enfoque no tradicional de la Revolución francesa

REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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  En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

El 6 de agosto de 1994, en el diario La Prensa fue publicado el siguiente artículo.

revolución francesa
Toma de la Bastilla


LA REVOLUCIÓN FRANCESA ANTE LA HISTORIA 

por JORGE BALLESTEROS


Cuando se celebró, hace pocos años, el bicentenario de la Revolución Francesa, se puso de manifiesto ante la opinión pública internacional, la neta prevalencia en la historiografía moderna y contemporánea, de las interpretaciones críticas de la “Grand Revolution” sobre la hermenéutica apologista dominante en el siglo pasado. ¿Cómo se explica este hecho? Entre las motivaciones que lo originan, destaco: la tendencia, de sesgo fenomenológico, en la historiografía de nuestra época, a describir los acontecimientos tal como se presentan, ateniéndose a la mostración rigurosa de éstos, sin mezclarla con las convicciones o ideas del observador; el análisis psicológico profundo de los protagonistas históricos; la extensión de la valoración valorativa que antes daba atención preferente a los discursos, actitudes exteriores y comportamiento público de los personajes evocados: ahora también se registra en ellos, detenidamente, las frases circunstanciales —trasmitidas por testigos confiables— las cartas y comunicaciones reservadas, los rasgos de personalidad que se revelan en la conducta privada. Así, el relato evocativo gana en aproximación auténtica el equivalente de lo que pierde en preciosismos estilísticos o en juicios apodícticos enturbiados por la ideología del historiador.

La prosa imaginativa de Jules Michelet, la amenidad anecdótica de Adolfo Thiers, el apasionamiento marxista de Jean Jaurés, referidos a la Revolución Francesa, son actualmente considerados como ajenos al meollo real del acontecimiento.

El revisionismo metodológico preponderante hoy en academias, universidades e institutos de investigaciones históricas de Francia, se caracteriza por su estilo conciso, sus ingentes aportes en documentación original, sus penetrantes análisis psicológicos, sociológicos y políticos. “Entre las obras representativas de ese perspicaz revisionismo se encuentra un libro de Louis Madelin: “Los hombres de la Revolución Francesa”. Louis Madelin, con gran acopio de documentos públicos y privados, examina las personalidades de notorios propulsores de la Revolución: el marqués Gilbert de Lafayette; Gabriel de Riquetti, conde de Mirabeau; los sacerdotes renegados Henri de Talleyrand y Emmanuel Sieyes; Georges Danton; madame (Marie Jean) Roland; Maximilien Robespierre; los feroces termidorianos Fouché, Fréron, Tallien, Barras. 

Madelin muestra como la escasa capacidad intelectual de Lafayette, la conducta licenciosa de Mirabeau, el desmesurado afán de riqueza y honores de Talleyrand y Sieyes, los llevaron a tener complicidad, directa o indirecta, con los crímenes políticos que dieron origen al Terror. Desencadenado éste, después del regicidio, Madelin establece una clara distinción entre el obnubilado idealismo de Danton y de los Girondinos con madame Roland a la cabeza, precursores del ideologismo revolucionario que asolaría el siglo veinte, y los psicóticos detentadores del nuevo despotismo burocrático: Robespierre, Saint-Just, enfrentados con los dirigentes de Termidor que los hicieron guillotinar, siendo ellos, sus circunstanciales adversarios, también terroristas profesionales. Madelin halla ciertas excusas para los extravíos políticos de Danton y de los Girondinos: no supieron detectar a tiempo las consecuencias légicas que se derivaban de sus premisas revolucionarias absolutistas. En cuanto a los oficiantes del terrorismo estatal como Robespierre y Saint-Just, Fouché y Fréron, y otros organizadores desde el gobierno revolucionario de numerosos crímenes políticos, Madelin los enjuicia con severidad: ellos, extremistas despiadados, son los verdaderos responsables del fracaso de una rebelión que pudo haber sido encauzada por los principios liberales de la famosa Declaración de Derechos de 1789.

Madelin cita frases significativas de los revolucionarios por él estudiados: “Me encuentro en la terrible situación de ver el mal sin poder remediarlo” (Lafayette). “Cuando se pone uno a dirigir una revolución, la dificultad no está en hacerla avanzar, sino en contenerla” (Mirabeau). “¡Ah Libertad! ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!” (Mme. Roland). “El terror, sin el cual la virtud es impotente” (Robespierre). “En un día como este, hace un año, hice instituir el Tribunal Revolucionario. Pido por ello perdón a Dios y a los hombres” (Anton). “Los cadáveres ensangrentados, arrojados al Ródano, producen en ambas riberas, una impresión de espanto y brindan la imagen de la omnipotencia del pueblo” (Fouché, después de ejecutar a 2.000 prisioneros políticos en Lyon). “La muerte, sin frases” (Sieyés, al votar por la decapitación de Luis XVI. “Las cosas van bien. Hemos movilizado a 1.200 operarios para demoler y arrasar la ciudad. Todos los días, desde que llegamos, hacemos caer doscientas cabezas” (Fréron, en carta a la Convención, dando cuenta de la represión militar en Toulón, dirigida por él). Cabe añadir a estas citas este párrafo, extraído de un informe a la Convención del general Francois Westermann, jefe de la represión revolucionaria en La Vendée: “Conforme a vuestro mandato, he arrojado a los niños a las patas de los caballos. He mandado acuchillar a las mujeres para asegurar que no pongan otros hijos en el mundo. No se me puede echar en cara ningún prisionero: los he eliminado a todos”.

Al final del informe, agrega Westermann: “No hacemos prisioneros, se les habría de dar el pan de la Libertad y la compasión no es negocio de la Revolución”. Basándose en datos sobre la población de La Vendée a la llegada de las tropas revolucionarias, y en el comprobado número de sobreviviente al término de la invasión militar, el afamado historiador francés contemporáneo Pierre Chaunú, imputa a la Convención y a Westermann el haber cometido el crimen de genocidio, comparable, en guarismos proporcionales, al Holocausto del que fueran víctima los judíos durante el nazismo.

Cual se deduce de estos testimonios, a partir de la Revolución Francesa, la democracia como régimen político hubo menester de un calificativo para ser debidamente caracterizada: democracia liberal. Pues la Revolución había instaurado la democracia totalitaria.

En el mundo de hoy, son fácilmente reconocibles y diferenciables las democracias liberales — democracias propiamente dichas— y las democracias totalitarias., Entre los principales atributos de las liberales, figuran un Estado limitado; la autonomía efectiva de los tres poderes gobernantes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; el pluripartidismo; la plena vigencia de los derechos individuales: derecho a expresarse en la prensa sin censura previa, derecho a disponer de la propiedad legítimamente adquirida, derecho a exteriorizar las convicciones religiosas —o no religiosas—, derecho a asociarse libremente, etcétera. Democracias totalitarias son aquellas en las que rige un Estado centralizado y prácticamente omnipotente; en ellas, cuando las hay, las elecciones son un formalismo vacío, pues se celebran sin que haya libertad para elegir; el gobierno es ejercido por una casta burocrática en nombre de ideales revolucionarios siempre postergados en su realización.

Múltiples son las fuentes históricas de las democracias liberales. Cito las más destacables: las tradiciones jurídicas griega y romana; la influencia espiritual del judaísmo y del cristianismo; la filosofía aristotélico-tomista; las concepciones políticas de la Ilustración europea; las monarquía constitucional británica; el individualismo y el federalismo norteamericanos.

Una sola es la fuente histórica de las democracias totalitarias: la praxis de la Revolución Francesa, magistralmente elucidada, por Louis Madelin en sus principales obras, entre las cuales sobresale su libro “Los hombres de la Revolución”, pródigo en enseñanzas ejemplares.


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