miércoles, 15 de junio de 2022

Monumento a Juan Bautista Bustos en Córdoba

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

93 


Patricios de Salta




En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.

En la revista El Tradicional  N° 96 de julio-agosto de 2010, encontramos un interesante artículo sobre el caudillo cordobés Bustos. 




CÓRDOBA Y UN GESTO DE REINVINDICACIÓN HISTÓRICA

El monumento al brigadier General Juan Bautista Bustos

por Ismael R. Pozzi Albornoz - Magister en Historia de la Guerra

Fotografía: Leonardo Magallanes

Monumento a Juan Bautista Bustos


No fue un acto más sino la ceremonia central con ocasión de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo y, por lo mismo, revistió toda la solemnidad prevista por el ceremonial para un acontecimiento de esa magnitud. Además, correspondía en justicia que de forma pública y oficial Córdoba le rindiera homenaje a quien fue sin duda una de sus figuras más representativas, sistemáticamente relegada por el liberalismo local en sintonía con el que se enseñoreó de nuestra Historia después de la vergüenza de Caseros. Ese olvido a sabiendas, pertinaz en más de siglo y medio, procuró erradicar de la memoria popular el recuerdo del ilustre patriota porque sobre él pesaban dos cargos inlevantables desde la perspectiva sectaria de quienes se erigieron en guardianes del pasado argentino: Juan Bautista Bustos fue un caudillo y, pecado mayor para esos corifeos, defendió como pocos el federalismo. Así y todo falta aún que sus venerables restos descansen en la provincia que lo vio nacer y a la que gobernó con prudencia de estadista, transformó en gestión de progreso y organizó dándole una Constitución, fuente de la legitimidad de su mandato. Confiamos entonces que pronto su mausoleo se alzará en el atrio de la Catedral mediterránea, en simetría con el que desde siempre guarda las cenizas de José María Paz, ese tan discutido “general táctico” y probado felón, porque entonces, sólo entonces, aquella deuda quedará totalmente saldada.

BUSTOS Y SU OBRA

Monumento a Bustos
No ha de faltar oportunidad para ocuparnos detenidamente de este notable cordobés a quien, por cierto, también Buenos Aires le debe su reconocimiento por la destacada intervención que tuvo con ocasión del ataque británico al Plata Indiano, pues consta que peleó bravamente contra el invasor, primero como voluntario en la Reconquista de 1806 y luego en la posterior defensa de la ciudad; protagonizando un episodio sin parangón como fue derrotar y tomar prisioneros a centenares de ingleses con solo un puñado de hombres del Cuerpo de “Arribeños” al que pertenecía, hazaña oficialmente registrada en los siguientes términos: “En la acción decisiva del 5 de Julio de 807 teniendo a su mando 22 soldados de este Cuerpo, 6 cabos y dos sargentos tuvo la distinguida gloria de batirse con una columna avanzada del enemigo compuesta de 240 hombres la cual posicionada a las espaldas del convento de La Merced, distante dos cuadras de esta Real Fortaleza, trataba de fortificarse en dicho punto; y enterado este oficial de las intenciones del enemigo con extraordinario valor, posición y pericia después de un vivo “fuego tuvo el distinguidísimo mérito de rendir dicha columna entregándose prisioneros doscientos catorce soldados y trece oficiales, entre ellos el Jefe que la manda que lo era el mayor del Regimiento 88,cuyo número de prisioneros, armas y fornituras entregó en la Real Fortaleza en mano propia del actual Excmo. Sor. Virrey; aún regresó y en el mismo día sostuvo dos cañones nuestros que apoderados el enemigo trataba de retirarlos a su posición, lo que no consiguieron”.

Ese era Bustos, valiente a carta cabal y que honró a la milicia, pero su perfil no se agotó en ello pues cuando los acontecimientos lo llevaron a asumir el gobierno de Córdoba exhibió también su condición de político prudente y brillante administrador. Veamos. Su gestión, que sería una de las más progresistas en la historia cordobesa, marcó un hito con el “Bando solemne” por el cual convocó a una Asamblea llamada a sancionar la primera Constitución de la provincia, que no otra cosa fue el Reglamento Provisional aprobado el 30 de enero de 1821. Ese texto, integrado por 8 secciones y 31 capítulos, admitió reformas posteriores y extendió su vigencia por 26 años, corriendo su redacción a cargo de notables juristas locales como el presbítero José Gregorio Baigorrí y el doctor José Norberto de Allende quienes, entre otras, consultaron fuentes tan significativas como la Constitución del Estado de Massachussets de 1789.

Incluso, Bustos tampoco escatimó esfuerzos para que todo el país contara cuanto antes con una ley suprema que le diera organización definitiva y a tal fin actuó como eficaz mediador en el conflicto entre Buenos Aires y Santa Fe concluido con el “Tratado solemne, definitivo y perpetuo de paz” que a modo de Pacto se acordó el 24 de noviembre de 1820 en la estancia de Tiburcio Benegas, una de cuyas cláusulas disponía justamente que ambas provincias promoverían la reunión de un Congreso “...dentro de dos meses, remitiendo sus Diputados a la ciudad de Córdoba por ahora, hasta que en unidad elijan el lugar de su residencia futura”. En consecuencia, poco después se encontraban allí representantes de esas tres provincias y los de Catamarca, Jujuy, La Rioja, Mendoza, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán. Pero el intento fracasó, pues Bernardino Rivadavia, el más enconado enemigo de Bustos, intuyendo el carácter federal que consagraría el proyecto consiguió desarticularlo en una de sus tantas intrigas, frustrando así el intento más serio de los que se habían realizado para conseguir la organización nacional.

También, en el campo educativo, fue significativa la intervención del gobernador que el 26 de septiembre de 1822 creó la Junta Protectora de Escuelas con el objeto de promover mejoras en el sistema de enseñanza, pues vigente todavía en el célebre colegio de Monserrat el Plan elaborado por el deán Gregorio Funes sus asignaturas exigían ser actualizadas, y a ese efecto el ya citado canónigo J. G. Baigorrí fue designado “Visitador” por Bustos, quien lo respetaba tanto por su sapiencia como por su intervención en la Asamblea del año XIII. Poco después comenzó a regir un nuevo programa que incluyó materias tales como gramática castellana, idiomas (griego, latín, francés e incluso hebreo), retórica y poesía, orientado a perfeccionar una mejor formación humanista. También, por decreto del 24 de junio de 1824, socorrió económicamente al establecimiento aportando fondos para becar alumnos y pagar al claustro docente, mereciendo su gesto un solemne reconocimiento académico y que se lo designara oficialmente como “Benefactor” no sólo del Colegio sino también de la Universidad anexa por cuyas aulas ya habían pasado, entre otros, Manuel Alberti, Juan José Castelli y Juan José Paso, miembros de la Primera Junta del Gobierno patrio; Tomás Godoy Cruz congresal de Tucumán en 1816, Facundo Zuviría, futuro presidente de la Convención redactora de la Constitución de 1853, y Dalmacio Vélez Sarsfield autor más tarde del Código Civil de la nación.

Siempre en ese plan de mejoras, en 1823 dotó a la Universidad de su segunda imprenta (la anterior había sido trasladada a Buenos Aires en tiempos del virrey Vértiz y Salcedo siendo luego conocida popularmente como “de los niños expósitos”); comprada en Inglaterra con fondos conseguidos por suscripción popular de sus prensas salieron además de textos de estudios y tesis diferentes periódicos como “El Investigador”, “El Filantrópico” y “El Montonero”. Pero también fue Bustos quien el año anterior había ordenado realizar un censo provincial certificando una población de 76.199 habitantes; el que creó la primera Escuela de Dibujo; el que despachó rumbo a Cuyo hombres en apoyo al General San Martín, y tanto más que un historiador ecuánime como Carlos Segreti opinó con acierto “Quién quiera sintetizar adecuadamente la vida de Juan Bautista Bustos no puede olvidar su ardua lucha para reorganizar el país según pautas que aún hoy constituyen la meta del pueblo argentino; tampoco podrá dejar de lado que Córdoba le debe a él la iniciación de la organización constitucional y sus primeras experiencias en el gobierno representativo y republicano, que entre otros hechos meritorios prestó preferente atención a la ilustración de la niñez y de la juventud. Estas cualidades le distinguen de otros gobernantes de la época”. Pero siendo su provincia el primer objetivo a conquistar por la Liga Unitaria que lideraba Paz, el 22 de abril de 1829 fue derrotado en el combate de San Roque y mal herido buscó refugio en Santa Fe donde murió el 18 de septiembre del año siguiente.

UNA PROHIBICIÓN ABSURDA

El anuncio que pronto Juan Bautista Bustos tendría su postergado y merecido monumento permitió comprobar, una vez más, que como un verdadero estigma perduran en ciertos sectores ideológicos viejos enconos que ni el paso del tiempo consigue atemperar y, otra vez, en el ámbito más inesperado la memoria del ilustre cordobés fue objeto de un nuevo vituperio. En efecto, cuando el 24 de mayo de 2009 una gacetilla de prensa hizo conocer que la Provincia, la municipalidad de Córdoba y la Fundación “Capilla Histórica de San José de Punilla” habían firmado el respectivo convenio para la erección de su monumento y se anunciaba que el mismo sería emplazado “...en la rotonda principal de acceso a la Ciudad Universitaria” la reacción del rectorado de la Casa de Trejo fue harto descomedida; y tomó carácter público por voz de su titular, Carolina Scotto, a través de un artículo aparecido el 14 de octubre en “La Voz del Interior” bajo el contradictorio título de “La necesidad de una convivencia respetuosa e independiente”.

En esa nota sostenía la rectora que dicha ubicación se había dispuesto de modo inconsulto vulnerando la tan cacareada “autonomía” que parece esgrimirse siempre como un pretendido fuero especial para excluir a la vida universitaria de los restantes ámbitos institucionales de la nación. Fue a partir de ese planteo que se comunicó con el secretario de Cultura José Jaime García Vieyra, haciéndoselo conocer y el funcionario, previo invocar la autorización y acuerdo de las autoridades municipales, accedió a formularle una presentación con fecha 3 de junio requiriéndole su expreso asentimiento con carácter de pronto despacho, pues así lo exigía el inicio de las obras.

Relata Scotto que entonces dio intervención a los canales institucionales por corresponder “... al Honorable Consejo Superior resolver en la materia, y a pesar de tratarse de urgencias que no eran nuestras, la solicitud fue girada de inmediato a ese cuerpo, proponiendo que se constituya una comisión interdisciplinaria, para que analice, a la mayor brevedad posible, los fundamentos y características del proyecto y aconseje la decisión a tomar”. Así se hizo, y el 12 de junio esa comisión, integrada por la ingeniera Cerato, el abogado Ferrer Vera y los arquitectos Ponce y Gutnisky, dictaminó que “Puesto que la intervención [monumento] se encontraría en la puerta principal de acceso a la Ciudad Universitaria, no tiene una alta representatividad para la Universidad por su falta de correlación con la historia de la misma, sin que esto implique negar ningún otro tipo de valor a los prohombres de nuestra historia que no estén ligados a la producción y difusión del conocimiento...”. Cuatro días después “... el Consejo Superior se expidió, en votación unánime, haciendo suyos los distintos fundamentos acordados por la comisión” y al día siguiente se puso en conocimiento de la Secretaría de Cultura la decisión adoptada, desestimando el pedido y negando el predio para que se emplazara el monumento.

Fútiles fueron las razones alegadas, desde recordar que en el proyecto se había evaluado inicialmente otros lugares, como la Isla de los Patos o la avenida del Dante, hasta un argumento de suyo inconsistente: “... que el terreno propuesto constituye uno de los puntos más representativos de ingreso a la Ciudad Universitaria, por lo que la intervención propuesta inhibiría, por su magnitud y ubicación, cualquier emprendimiento para señalar simbólicamente el acceso a la UNC, pero también que se trata de un nodo de tránsito de gran complejidad y que la obra podría inducir el tránsito de peatones desde y hacia la plaza, lo que aumentaría el índice de accidentes”.

Mueve a risa que un mero criterio estético -que por cierto hubiera ganado en realce con el monumento- o la alusión a una potencial estadística vial fueran las razones por las que la Universidad Nacional de Córdoba le negaba un justo homenaje a quién fuera su benefactor. Eso sí, pretendiendo cubrirse de las críticas que igual recibió, verbigracia la muy certera formulada por la Junta de Historia Provincial -uno de sus miembros, Jorge Maldonado, opinó que “Queda en evidencia el poco conocimiento de la gestión de Bustos y de su vida; es similar a desconocer las obras de Deán Funes y Vélez Sarsfield”-la rectora finalizaba reiterando “....que la UNC no ha opinado negativamente acerca de la figura y obra del general Bustos, más aun, que no ignora su enorme significación histórico-política para Córdoba e incluso para nuestra Universidad. La decisión adoptada por el Consejo Superior se asienta más bien en la voluntad de preservar para la Universidad, con la autonomía que le es propia, la decisión sobre cómo definir su ingreso principal, sobre la base de los criterios históricos, estéticos, paisajísticos y urbanísticos que considere más adecuados, de un modo compatible, por supuesto, con su inserción plena en la vida de la ciudad. Que sea necesario insistir sobre nuestra autonomía en relación con cuestiones de esta naturaleza, que sea necesario responder a la intolerancia de expresiones públicas condenatorias o exabruptos autoritarios en vez de debatir proyectos e iniciativas en forma conjunta, deja pocas esperanzas para la enorme tarea de construir una convivencia institucional respetuosa e independiente”.

Cupo entonces al licenciado Alfredo Terzaga Moreyra, responsable del Laboratorio Cultural Latinoamericano dependiente de la Subdirección de Letras en la referida Secretaría de Cultura provincial, darle la condigna respuesta en el mismo periódico, pues refutó los endebles argumentos del Rectorado con un artículo de título por demás sugerente: “Ingreso a la Universidad: Restricto para Juan B. Bustos”. Comenzaba por recordarle a la Scotto que “Si en vísperas de la celebración por el Bicentenario se espera un acercamiento de todas las instituciones para homenajear la gesta de Mayo, como fiesta colectiva, mal se puede calificar de ‘avasallamiento a la autonomía' cuando este acontecimiento supone, precisamente, una dependencia creativa y un vínculo institucional renovado, que no tiene por qué arriesgar ninguna autonomía particular”; y proseguía “En el texto publicado por el Rectorado se detecta cierta hipersensibilidad hacia ataques supuestos, y es notorio que se exagera la pretensión autonómica justamente en instantes de conmemorarse los inicios de una autonomía nacional mucho más abarcadora, al punto de rechazar que esa obra de arte dignifique un espacio que ha permanecido vacío durante años. Las objeciones universitarias a los procedimientos de la Secretaría de Cultura de la Provincia, para dicho emplazamiento, han sido tan taxativas que no dieron lugar a continuar el diálogo y han transformado el tema de la supuesta inconsulta en una cuestión de contenidos, lo que ha privado a esa Casa de Estudios de enriquecer las celebraciones de Mayo con un matiz local… El mensaje transmitido es de una ambigüedad tal que pareciera decir que se lo valora pero no tanto, ya que los íconos universitarios son autónomos de la simbología nacional. Lo explicita el dictamen: ‘El citado monumento constituye una manifestación en la que la Universidad (…) no ha participado, ni debe necesariamente compartir’. Esto ya es una expresión algo lesiva para la ‘convivencia respetuosa’ aludida y que ofende la identidad histórica cordobesa”. Luego, sin ambages, revela la razón última de tan extemporánea actitud: “La negativa a autorizar el emplazamiento de la estatua de Bustos es también una negación a su valor simbólico y, aunque no se osa explicitarlo, disimula su distanciamiento con el prócer, por más argumentos procedimentales a los que se apele, y que bien podían haber sido mejorados en posteriores encuentros. Ricardo Rojas decía que ‘las estatuas no pueden levantarse sino en los solares de la sociedad a la cual sirvieron’. …Por otra parte, la Secretaría de Cultura de la Provincia dio por supuesto, en este acercamiento, que la Universidad acogería gustosa un símbolo nacional propio de sus mejores días de compromiso con la emancipación. Pero ese 'no' obtenido apela a conservar la identidad de un espacio, que permanece vacío desde años, y que se pretende exclusivo, sólo por razones catastrales, en espera eterna de una mejor e hipotética iconografía”. Y el autor de la réplica concluye preguntándose “¡Será que Sarmiento puede merecer un busto y sitio privilegiado en esos predios, y en cambio Bustos, compañero de Facundo en la resistencia federalista, ha de quedar excluido? Parece que continúa aquello de ‘civilización y barbarie’...”. Visto el tenor de la polémica, respondemos al interrogante de Terzaga afirmativamente; pues aunque heridas de muerte por la verdad históricas esas categorías sarmientinas, tendenciosas y falsas, se resisten a desaparecer y algo de eso conocemos por aquí recordando los obstáculos que hubo que vencer para conseguir que los restos de don Juan Manuel de Rosas retornaran a su patria y el ilustre Restaurador de la Leyes tuviera el público desagravio oficial que se le debía.

INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO 

Pero finalmente, el pasado jueves 20 de mayo, tuvo lugar la lucida ceremonia inaugural de la estatua ecuestre de Juan Bautista Bustos emplazada en la céntrica esquina de avenida Concepción Arenal y Arquitecto Carlos Thays, allí donde se inicia el denominado Parque Sarmiento. La obra es imponente y tiene por autor al escultor Marcelo Hepp. A un costo de 1,6 millón de pesos el monumento se integra en un conjunto de elementos que se nutren de un alto valor simbólico y destacan la figura en bronce del prócer colocada sobre un majestuoso basamento de granito negro, que contrasta con el mármol travertino de la plazoleta sobre la que todo el grupo descansa. Aquel material se repite en la fuente de agua, con cascadas, y se complementa con una soberbia llama votiva. Rodeado por una importante reja de hierro, su artístico forjado no altera la presencia natural de macizos de flores y árboles centenarios. El monumento tiene una altura máxima de 11 metros y se extiende a lo largo de otros 50, con pasarelas peatonales y bancos dispuestos para que el transeúnte pueda apreciar la obra desde cualquier perspectiva. El día señalado una multitud se apiñó para participar de un momento de suyo histórico, y tuvimos el privilegio de ser uno más entre esos centenares de argentinos que quisieron decir ¡presente! Fue una tocante ceremonia que presidió el gobernador y contó con la presencia del intendente de la ciudad capital y funcionarios de ambas gestiones y de los otros dos Poderes, el comandante del III Cuerpo de Ejército y altos oficiales de las restantes Fuerzas Armadas y de Seguridad, además de los descendientes del prócer y representantes diplomáticos. En una tarde fresca pero con sol brillante se oyeron los discursos, rescatando del ejecutivo provincial el que así cumplimentaba un acto de estricta justicia, pues era “Reparar su ausencia en la historia oficial de Córdoba y de la Patria... rescatar a un cordobés que siempre tuvo una conducta heroica [que] nos debe llenar de orgullo por la actitud que tuvo como héroe nacional, como gobernante, como estadista, de defender una Argentina federal junto a otros caudillos como Estanislao López, Pancho Ramírez, Facundo Quiroga y tantos hombres del interior que lucharon contra el centralismo”. También, y con razón, en otro párrafo recordó que “Fue quien dictó la Constitución de la Provincia y cuando gobernó se ciñó absolutamente a ella. Se ocupó de expandir la educación porque sabía que ése era el camino de la libertad de los pueblos y rescató a la Universidad Nacional de Córdoba, dándole recursos para que nuestra Córdoba siga siendo el faro que ilumina la sabiduría y la modernidad de nuestra Patria”.

Dos momentos particularmente emotivos se vivieron cuando Horacio Antonio Grigioni Bustos, uno de los descendiente del Brigadier General, manifestó que para ellos era un sueño cumplido, porque integraban una Comisión permanente “... que hacía muchos años venía luchando para que se erigiera un monumento que recordara la memoria de este gran hombre de todos los cordobeses”, y luego cuando, con guardia de honor, se depositaron en la hornacina del monumento dos urnas, conteniendo tierra santafesina del sitio donde descansan los restos del caudillo y la extraída en inmediaciones del Fuerte de Barragán enviada por la Junta de Estudios Históricos de Ensenada para recordar el valor demostrado por Bustos cuando combatió en suelo bonaerense. Finalmente, el encendido de la llama votiva y colocación de ofrendas florales precedió al desfile cívico-militar con que se cerró tan significativo acto. Siempre dentro del programa oficial de festejos se integró la conferencia que ese mismo día pronunciamos en el Club Militar de las Fuerzas Armadas y la próxima aparición de un volumen titulado “Juan Bautista Bustos héroe y estadista federal” compilando trabajos de Ignacio Tejerina Carreras, Roberto Ferrero, Esteban Domina, Luis Moyano, Rafael Garzón, el ya mencionado Alfredo Terzaga y mi propio aporte.

Antes de regresar nos permitimos realizar un último paseo para disfrutar la vista de la imponente obra. Atardecía y el sol buscando su poniente recortaba en una imagen única la figura del prócer enmarcada por la postal urbana de los edificios. Realmente disfrutamos el momento y retornamos contentos pensando en la alegoría de ese instante: ahora sí Córdoba puede descansar tranquila, su caudillo vela por ella.

COLOFÓN

Reconforta ver como sin prisa pero sin pausa nuestra verdadera Historia va librándose de la hojarasca ideológica que por tanto tiempo la ocultó y juzgados con criterios de verdad hechos y protagonistas son ubicados en su auténtico contexto, pues ese imperativo de verdad una vez manifiesto provoca la emulación y así, al cierre de esta nota, nos informan que la ciudad de Río IV pronto emplazará en la cabecera de su flamante puente otro monumento a Juan Bautista Bustos “... idéntico al erigido en el parque Sarmiento de Córdoba pero la base, de granito negro cordobés, será más alta”. Y es por respeto a esa misma verdad histórica que remarcamos el compromiso público asumido por el gobernador asegurando que “...seguirá trabajando para repatriar los restos de Bustos a Córdoba esperando que antes de fin de año, o máximo a principios del año que viene ya puedan descansar en la Catedral”, lo cual, insistimos, es de total justicia.