jueves, 30 de junio de 2022

Mayoría - Rosas - Instituto Juan Manuel de Rosas

REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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Juan Manuel de Rosas
En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.

Con el diario Mayoría  del miércoles 20 de noviembre de 1974, se publicó un suplemento de 80 págs. con motivo de la proclamación oficial del "Día de la Soberanía", de la sanción de la ley nacional 20768/74 disponiendo la repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas y de la ley sancionada por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, derogando la ley 139 del 28 de julio de 1857. 

En dicho suplemento se han publicado artículos de diversos escritores e historiadores, que incluímos en este Blog.


Los comienzos del Instituto Juan Manuel de Rosas

por Alberto Contreras  


El Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas, se constituyó formalmente el 5 de agosto de 1938, pero su constitución fue precedida por varias reuniones previas en las que se discutia sobre todo el carácter que debía asumir una asociación cuya finalidad era la reivindicación de Rosas, su gobierno y su política. A ese respecto decíamos en abril de 1938 “...La Historia Nacional que se está escribiendo en estos momentos, al llegar a la época que sigue a Rosas, hará un alto; no hay quien se atreva, en la flamante academia, a negar a los Urquiza y los Mitre, más a éste que a aquél. Y como nadie quiere ser el de la palinodia, entonces se detienen y suprimen el examen de las consecuencias de la caída de Rosas. Por supuesto que quienes razonan así están en libertad de acción para descargar todo su resentimiento sobre la figura del prócer. Escribirán, acaso, una historia panfletaria, que ha de comenzar con la justificación oligárquica de algunos, terminando con uno de esos capítulos ralos que solo sabe escribir D. Ricardo Levene. Para provecho de todos terciara D. Enrique de Gandía, con su brillante mentalidad de trópico. Y con eso se darán todos por satisfechos. La juventud que busca las bases de muestra formación política, sea en conformar con la tradición histórica oficialista. De ahí que la revisión de Rosas, que importa la revisión de los treinta años más trabajados de muestra formación política, sea en absoluta necesidad” Por eso se dejó de lado la idea de la formación de una editorial y se optó de común acuerdo por la creación de una institución que comprendiese también la editorial, pero al mismo tiempo que fuera dinámica y rápida para la réplica a los dichos de los enemigos de Rosas que con sentimiento de gratitud patriótica se recordasen todos los hechos heroicos que jalonan la historia patria y sobre todo aquellos que fueran disimulados por el historimitrismo; que integrara una biblioteca histórica para la formación de las juventudes estudiosas; que editara revistas, boletines y que, en fin, estuviera siempre en la elucidación de los hechos históricos, si bien con un propósito concreto de reivindicación de Rosas, sobre todo con el fin de obtener, mediante el método riguroso del análisis, la auténtica verdad histórica.

Ya en Razón de Ser y Fundación del Instituto se manifestaba: “El gobierno de Rosas fue radiado también de la Historia. Se lo consideró un «salto atrás», una involución; y se echó sal sobre la tierra donde Rosas había puesto los cimientos de un edificio que nos hubiera convertido en potencia mundial. Como consecuencia debido al despotismo de los liberales, ocurrió que también fue tenazmente perseguido cualquier conato que con sentido político, tendiese a vindicar la figura ilustre del Restaurador. Escritores como Adolfo Saldías y Ernesto Quesada conocieron el rigor de una oligarquía liberal más sectaria que la más tenebrosa de las inquisiciones doctrinarias, a pesar de que ambos —y otra cosa hubiera sido temeraria en aquel tiempo— se esforzaron por demostrar meros errores historiográficos y se limitaron a intercalar en la Historia constitucional argentina. el eslabón perdido, de modo que pudiera decirse un día que Rosas había sido también factor de la llamada organización nacional. Otros políticos como Bernardo de Irigoyen, que tuvieron la lealtad de no negarlo ni una sola vez a Rosas, conocieron reideras declaraciones de los “consulares” que no podían olvidar la cabeza de Castelli clavada en la plaza de Dolores, pero que tampoco olvidan las canonjias que les brindaban las empresas ferroviarias.” “Ahora bien, tiempos nuevos han venido cuya conciencia política e histórica es muy distinta y muchos argentinos han llegado a comprender que la rehabilitación de Rosas debe tener por fundamento precisamente su no participación, ni complicidad de ninguna especie en la Constitución del 53, instrumento extranjerizante que ha sido la herramienta de la enajenación nacional.” “No se trata de invitarlo a Rosas a participar del festín de 1853 y de incorporarlo al panteón haciéndole un lugar junto a Sarmiento, Mitre y Urquiza. Por el contrario, los blasones de Rosas son completamente distintos a los de aquéllos y el primero por no decir el único, es el de servir como ejemplo de todo lo que debe afirmarse y enfrentarse contra una experiencia constitucional de 85 años que ha sido desastrosa para la integridad y la soberanía argentinas”. Y posteriormente en la Declaración de Principios, el Instituto manifestaba: “.. Más el tiempo transcurrido y la circunstancia de que el derecho a la revisión se niega con más tenacidad que nunca, nos ha llevado a pensar si no hay en esa obcecación algo más grave que un mero recurso utilitario de oportunismo político o simple pasión atávica. Y efectivamente, hemos advertido que el motivo subordinante de la prohibición era la necesidad de evitar que la resistencia esforzada y sacrificada que mantuvo Rosas contra el extranjero, cuando éste pretendió avasallar nuestra soberanía, ofreciera contrastes demasiados enérgicos con algunos conceptos que la generación del 53 tenía acerca del patrimonio argentino e inscribió en el repertorio constitucional.”

“Como al organizarnos en esta Asociación no nos proponemos estudiar la época de Rosas para ilustrar convicciones doctrinarias sobre formas de gobierno, quedará fuera de nuestro alcance el cotejo entre el ideario político de aquella generación y el conjunto de operaciones y soluciones de orden práctica que hacen del gobierno de Rosas un modelo de realismo y de sagacidad política.”

“Pero en cambio, lo que de ningún modo puede callar el patriotismo, es que este cotejo pone de manifiesto una diferencia sensible entre Rosas y sus adversarios, en cuanto al modo de entender y defender los intereses nacionales. Todo el gobierno del primero que contó siempre con la voluntad nacional, es una sola y vigorosa respuesta a los más auténticos interrogantes nacionales, a las necesidades de la defensa armada del país y de su integridad territorial, al anhelo de la Nación en solicitud de un Estado soberano que la abarque y la interprete, sin menoscabo de su tradición y de su dignidad. Sus enemigos por el contrario, inspirados en otras tesis políticas, no lograron estructurar un Estado propio en la acepción estricta del término, dejando abiertas las brechas por donde se infiltraron fuerzas exóticas e intereses contrarios a la integridad de su suelo y al acrecentamiento y distribución de su riqueza.”

“Frente a la experiencia iniciada en el '53 cuyos frutos advierte nuestra época, Rosas se presenta nuevamente a la conciencia pública argentina como el hombre de un destino frustrado por una conspiración de intereses y de fuerzas antinacionales. El deber patriótico de retomar ese destino, implica el de estudiar a fondo la época en que fueran jalonadas sus primeras y más geniales directivas. Aquél es el móvil, éste es el objeto de nuestra asociación”,

Estas transcripciones de la que he hecho abuso dan testimonio de cuál fue el sentido y el espíritu que nos animó a fundar el Instituto que, como digo, quedó constituido el 5 de agosto del 38. A título de curiosidad consignamos la primera comisión directiva:

Presidente, general Juan B. Ithurbide; vicepresidente 1° Manuel Gálvez; vicepresidente 2°, teniente coronel Evaristo Ramírez Juárez; secretario general, Ramón Doll; secretario publicaciones, Ernesto  Palacio; de archivo y biblioteca, Julio Irazusta; de divulgación y conferencia, Roberto de Laferrere; de administración, Ricardo Font Ezcurra, vocales: Carlos Steffens Soler; Rodolfo Irazusta; Mario Lassaga; Isidoro García Santillán; Alberto Ezcurra Medrano; Alberto Contreras; Alfredo Villegas Oromí y Luis M. de Pablo Pardo.

Al iniciar sus actividades el Instituto se halló con los primeros aniversarios merecedores del homenaje de la ciudadanía: 11 de octubre el de la heroica defensa de Martín García por parte de un grupo de valientes al mando del teniente coronel Gerónimo Costa y mayor Juan B. Thorne. El Instituto hizo construir un pequeño monolito sobre el cual se asentaba una cruz con la inscripción: A los heroicos defensores de Martín García, el Instituto J. M. de Rosas de Investigaciones Históricas 1838-11 de Octubre 1938. El día 6 de noviembre se cumplía el 99% aniversario del alzamiento de los llamados “Libres del Sur”. El Instituto dio —con ese motivo— una declaración explicativa de la frustrada revolución. Por el 125° aniversario de la fundación del 1er. saladero argentino en Las Higueritas, que fue también la primera manifestación de la industria argentina, el 25 de noviembre el Instituto coloco una placa recordativa. También se realizó un acto el 13 de diciembre para conmemorar el 110° aniversario del fusilamiento de Dorrego, consistente en la colocación de una placa en el lugar de su inmolación en Navarro. Pero aparte de estos y otros actos, el homenaje que más importancia tenía para la C.D. por la trascendencia del hecho en sí y por la derivación diplomática del mismo era el correspondiente al 93° aniversario del Combate de la Vuelta de Obligado.

Instituto Juan Manuel de Rosas



Monumento erigido en Vuelta de obligado por el Poder Ejecutivo Nacional a solicitud del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas




A pesar del poco tiempo de que se disponía y de la precariedad de los medios económicos de que adolecía el Instituto, se puso todo el empeño y entusiasmo posible por lograr un acto de trascendencia y que se compadeciese con el sacrificio y heroísmo de los caídos en ese combate tan desigual y que permitió luego a Don Juan Manuel de Rosas proyectar a la Argentina a la condición de potencia mundial. A tal efecto se solicitó “el concurso del gobierno nacional y de la provincia de Buenos Aires; de las fuerzas armadas y de los alumnos de las escuelas de toda la costa del Paraná, para las que Vuelta de Obligado siempre fue la gloria lar. Se solicitó al gobierno de la Nación se construyera una obra de protección y embellecimiento del morro de tierra existente sobre la playa del rio Paraná. Esta obra recién pudo realizarse dos años después y se inauguró en ocasión del 95° aniversario. Transcribo el decreto del P.E. de la Nación que lleva fecha 12 de enero de 1940 y dice:

“Visto que la Dirección General de Navegación y Puertos eleva el adjunto proyecto y presupuesto importe de $ 6.300 m/n. que ha preparado con el fin de llevar a cabo el revestimiento del morro de tierra existente sobre la playa del río Paraná en la Vuelta de Obligado, partido de San Pedro, provincia de Buenos Aires, y teniendo en cuenta que las obras de referencia han sido solicitadas por el Instituto Juan Manuel de Rosas, de Investigaciones Históricas con el objeto de proteger el citado morro de las crecientes del río Paraná y conservarlo como reliquia histórica de la acción naval desarrollada en sus inmediaciones el 20 de noviembre de 1845, y atento lo informado por la Dirección General de Contralor de Trabajos Públicos: El presidente de la Nación Argentina, decreta:

1° — Apruébase el adjunto proyecto y presupuesto importe éste seis mil trescientos pesos m/n. relativos a las obras de que se trata y autorízase a la Dirección General Navegación y Puertos para que lleve a cabo las mismas por vía administrativa.

Art. 2° — La Dirección General de Contabilidad y Contralor de Trabajos Públicos extenderá orden de contabilización transfiriendo la expresada suma a la cuenta “D, G. de Nav. Puertos”...

Art. 3° — Comuníquese, publíquese...

Decreto N% 52.795. Fdo.: Ortiz M. R. Alvarado.

No obstante la imposibilidad material de inaugurar el monumento en esa ocasión el acto contó con la presencia de una multitud extraordinaria en la que prevalecían los delantales blancos de los escolares, descendientes de algunas figuras protagónicas de la batalla: Mansilla, Brown, Alzogaray, Palacios, Thorne; militares, funcionarios, estudiosos y afiliados del Instituto de la Capital, San Nicolás, Santa Fe, Pergamino, etcétera. Se colocó una placa recordatoria al pie de la cruz erigida en el mismo lugar y luego hizo uso de la palabra el general Ithurbide, quien explicó que con la firma del tratado Mackau-Arana de 1840 habían quedado aparentemente zanjadas todas las diferencias pendientes entre la Confederación Argentina y Francia. Poco tiempo después Francia e Inglaterra deciden intervenir de nuevo en el Rio de la Plata so pretexto de los perjuicios que les ocasionan a esas potencias la guerra de la Banda Oriental entre Rivera y Oribe, pero en realidad las movían las apetencias imperialistas que ya habían tomado principio en Argel, Indochina, México... y también oídas las solicitudes de Florencio Varela, dirigente de la Comisión Argentina (?) ante Lord Aberdeen y Guizot, quienes lo trataron con desprecio pero no desoyeron sus consejos de intervención. Después de Arroyo Grande, a fines de 1842, batalla en la que se cobró vieja cuenta Oribe contra Don Frutos Rivera, Oribe puso sitio a Montevideo. Ahí comienza la intervención inglesa con las medidas tomadas por el almirante Purvis contra la escuadra argentina comandada por Brown. Los ministros en el Rio de la Plata, el inglés Ouseley y el francés Deffaudis, de acuerdo con instrucciones recibidas se presentaron como mediadores ante la guerra que según ellos sostenía la Confederación Argentina con el Estado del Uruguay y a tal fin pedían al gobierno de Buenos Aires que retirara las tropas al mando de Oribe que habían invadido Uruguay, que levantara el bloqueo y de declarara amnistía amplia para los enemigos del gobierno de Rosas. Y la verdad era que no había ninguna guerra internacional. Se trataba de una guerra civil a uno de cuyos bandos apoyaba la Confederación Argentina y al otro lo apoyaba el Brasil. Y por lo demás en esos momentos Rivera había quedado como figurita decorativa después del terrible desastre de India Muerta. Las instrucciones recibidas por la misión Deffaudis-Ouseley en julio de 1845  pusieron en evidencia las verdaderas intenciones del imperialismo. Mani festaron lisa y llanamente que el comercio inglés y francés no podían florecer a consecuencia de que la guerra obstruía esas posibilidades. En realidad pretendían la libre navegación de los ríos interiores. Ro- sas se opuso y la misión ordenó que las escuadras forzaran los pasos del Paraná para llegar a Corrientes.

El conflicto no se agotó en Vuelta de Obligado y la flota siguió su derrotero hostigada permanentemente por los argentinos desde las costas: Acevedo; Tonelero; Ramallo; San Nicolás; San Lorenzo, y al final convoy de buques mercantes custodiado por la escuadra anglo-francesa tuvo que librar el más violento de los combates con las baterías que en ese lugar, barranca cercana a San Lorenzo (Santa Fe) había colocado Mansilla. No quedó ileso más que un buque extranjero. El fuego mortífero de la costa averió la flota invasora y en lo sucesivo ni los comerciantes interesados mi los militares, se animaron a avanzar ni una milla más adentro de las bocas del Paraná. Las pérdidas habían sido considerables: 1 pailebot cargado con mercaderías por valor de cien mil duros fue incendiado y los 12 buques de guerra de los aliados debieron bajar precipitadamente el rio. Quebracho fue la revancha de Vuelta de Obligado.

La cruz colocada en Martín Garcla y el monolito inaugurado en Vuelta de Obligado en 1940, con las placas correspondientes, fueron arrancadas y destruidos después de la revolución de 1955.





Homenaje a los heroicos defensores de Martín García. Cruz erigida por el Instituto