martes, 26 de abril de 2022

El gaucho federal - Ventura R. Lynch

REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

73 

Diario La Prensa




En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.

En la "Sección ilustrada de los domingos" del diario La Prensa del 30 de noviembre de 1975, en la columna "Páginas para releer" se publicó este artículo. 



El gaucho federal 

por Ventura R. Lynch

A la muerte de Dorrego, un caudillejo prestigioso reúne en su torno los elementos del partido que acaba de ser vencido en los campos de Navarro. Con ellos y los suyos, sube al poder en 1832. Más tarde, entronada la dictadura, aborrecido por los hombres más encumbrados de la época, busca el sostén de su gobierno en su prestigio de la campaña. El gaucho penetra hasta la plaza de la Victoria y se da la mano con el dictador y concluye por hacerse su más formidable pedestal. En estas circunstancias surge la Revolución del Sur. Con ella adviene el verdadero gaucho de la Federación y es en esa época que se comienza a ostentar aquel famoso cintillo: “¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los salvajes unitarios!”El gaucho adopta este distintivo.

Favorecido por la impunidad recorre la capital, los pueblos, la llanura, luciendo en su sombrero aquella insignia de color de sangre y blandiendo su puñal con saña feroz.

Sin embargo, el gaucho de la campaña está muy distante de comparar con el gaucho de la mashorca.

Cuando la Revolución de 1839 no fueron los de afuera los que legaron a la historia el asesinato de Castelli, cuya noble cabeza fue colocada al extremo de una lanza en la plaza de Dolores. Ellos, como los de la mashorca, se distinguieron en las barrancas de Obligado, allí, en aquella acción en que las dos escuadras de las naciones más poderosas del mundo estuvieron a punto de sucumbir bajo el vivísimo fuego de las carabinas que sostenían al tirano. En el “Quebracho Errao” el gaucho federal sancionó con su presencia la horrible carnicería que allí hizo la mashorca. Pocos unitarios escaparon a su saña sanguinaria.

Aun cuando el gaucho federal no fue el autor de las decapitaciones y asesinatos que han hecho célebre a Palermo, él autorizó todos estos hechos en silencio.

Vestía con muy poca diferencia del gaucho primitivo, con el sombrero de embudo de aquella época que había sustituido al anterior y en el que lucía su ancha divisa punzó,

El pantalón ya había sido reemplazado por el chiripá, siendo los más usados de paño, lana, lino o algodón.

Al cuello usaba un pañuelo punzó. Su facón había crecido un medio palmo, pasando a colocarse sobre los riñones en vez del costado izquierdo o adelante como lo usaban sus antecesores. El tirador sustituía ya al ceñidor.

Su música había sido aumentada con huellas, gatos, pericones, triunfos, medias cañas, tristes, estilos, cuecas, imperando en sus letras los gritos de muerte que lanzaban los seides del tirano contra sus enemigos y los elogios al Ilustre Restaurador de las Leyes, como él mismo, pomposamente, se hacía llamar.

La trenza de los primitivos gauchos había desaparecido, usándose el pelo cortado a la altura de la oreja. La barba ya había entrado en moda, acostumbrándose a rasurarla a la altura de la boca, dejándose también crecer el bigote. El color del rostro era acentuado, semiachinado, mezcla todavía de la raza blanca y la cobriza, con el labio inferior un poco grueso, como los gauchos anteriores.


VENTURA R. LYNCH (1851-1883). Lynch fue uno de los más destacados cultivadores de las tradiciones populares argentinas, autor de la obra, publicada el mismo año de su fallecimiento, “La provincia de Buenos Aires hasta la definición de la cuestión Capital”, de donde tomamos el fragmento trascripto.