domingo, 24 de abril de 2022

José Hernández - Martín Fierro

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchos años.


El artículo publicado a continuación apareció en la revista El Tradicional  N° 93 de enero del año 2010.





- MARTÍN FIERRO -

EL HIJO QUE DIO NOMBRE A SU PADRE 

Por el Dr. José Citrino


Martín Fierro
Así como José Hernández escribió una carta para presentarle sus versos del “Martin Fierro” a su amigo y editor José Zoilo Miguenz, el Dr. José Citrino, como fino detalle, le ha enviado a nuestro director, “en homenaje a nuestra amistad”, sobre la base de la célebre misiva, sus consideraciones acerca de la nota solicitada para El Tradicional, donde el autor desgrana los pensamientos de Hernández en favor de la patria.

Al fin me he decidido a que mi pobre “Ensayo de Hernández, José” me ha ayudado algunos momentos a alejar el fastidio de la vida del Ministerio salga a conocer el mundo, y allá va acogido al amparo de su nombre.

No le niegue su protección, Ud. Que conoce bien todos los abusos y todas las desgracias de que es víctima esta clase desheredada de ensayistas.

Es un pobre ensayo, con todas las imperfecciones de forma que el arte tiene todavía entre ellos; y con toda la falta de enlace en sus expresiones, en la que no existe siempre una sucesión lógica.

Me he esforzado, sin presumir haberlo conseguido, en presentar un hombre que personificara el carácter de nuestra identidad, concentrando el modo de ser, de sentir, de pensar y de expresarse que le era peculiar.

Mi objeto ha sido dibujar a grandes rasgos, aunque fielmente, sus ideas, valores y principios; ese conjunto que constituye el cuadro de su fisonomía moral, en retratar en fin, lo más fielmente que me fuera posible, ese pensamiento, tan poco conocido por lo mismo que es difícil estudiarlo, que expresa la recia contextura intelectual, política y moral de José Hernández; en dibujar al poeta y Martín Fierro, en procura de una interpretación y valoración adecuadas del autor y su criatura.

Sin duda que todo esto ha sido demasiado desear para tan pocas páginas, pero no se me puede hacer un cargo por el deseo, sino por no haberlo conseguido”.

Su verdadero amigo

José Citrino

PD. Estimado Raúl, la libertad que me he tomado, ajustando el texto a la carta que Hernández le enviara a José Zoilo Miguens, no es una falta de respeto para el autor, sino, un homenaje a nuestra amistad.

Un fuerte abrazo.


El mes de noviembre, para los criollistas, es sinónimo de tradición, ése eco que, reflejando, resucita el pasado al exhibir sucesos y protagonistas, y que para los tradicionalistas es sinónimo de pertenencia e identidad, promocionando el pensamiento nacional, la identidad cultural y constituyendo un compromiso con las ideas, los valores y los sentimientos que inspiraron la lucha de nuestros mayores por una nación para todos, sin exclusiones de ninguna naturaleza, con autonomía y justicia, animados por la confianza de saberse hacedores de su propio destino. Y es en él en que se honra el nacimiento de José Hernández, que al decir de Carlos Paz (ex presidente de la SADE) “pocos argentinos deben estar presentes en la memoria de las generaciones que los sucedieron como José Hernández”, popularmente conocido por Martín Fierro, pues como decía él mismo, era ese un hijo que había dado nombre a su padre. Hernández, pertenecía a una generación que soñaba con una Argentina abundante, quería participar en el desarrollo histórico de la nación y ser uno de sus constructores. Eran tiempos de crecimiento, de crisis, en los que un pueblo cuestiona su modo de ser, es decir, su identidad.

Por ello, y porque es en la política donde se da, más que en cualquier otro campo de la realidad, la sensibilidad para producir el cambio y actuar en consecuencia, es que creemos conveniente realizar un homenaje a esa generación de políticos, a través de una interpretación y valoración no lineal (múltiples vertientes) de la vida y obra de Hernández; por cuanto a medida que avanzamos en el análisis, la vida se va mostrando en la obra y, correlativamente, la obra va señalando los objetivos de una vida, que contribuyeron a la construcción de una Argentina diferente.

Para ello debemos renovar la importancia que se le concedió a la generación del 80, difundiendo aquellas personalidades que son paradigmáticas a partir de su cultura, su pensamiento democrático, la conducta cívica, la conciencia nacional y su acción, constituyéndose por sí solas en modelos cívicos.

En este orden, Hernández guiaba su mente por distintos rumbos, sin distracción ni confusiones y así fue sucesiva y a veces juntamente:

* Contador, taquígrafo, guerrero, revolucionario y legislador.

* Miembro del Consejo Nacional de Educación, consejero del Monte de Piedad y del Banco Hipotecario.

* Protector de las industrias, estanciero, periodista, orador y poeta.

Hombre de espada y de pluma, del bosque y del salón, de tribuna y de espuela.

* En el campamento como en el gabinete sirvió a su país en el orden Nacional y Provincial.

De su poema “Martín Fierro” dijo el doctor Navarro Viola: “es una lección de lo que debe ser la poesía, es decir: Una moral y un arte”.

SU INFATIGABLE ACTIVIDAD LA PODEMOS SINTETIZAR EN LOS ASPECTOS SIGUIENTES:

I - Referidos a la comunicación: En el campo del periodismo redactó muchos periódicos, “El argentino” en Entre Ríos, como corresponsal político de la “Reforma Pacifica”, y en varios del Rosario. Redactó con Soto “La Patria” en Montevideo y fundó en Buenos Aires, “El Río de la Plata”, donde fue co-redactor el ilustrado Agustín de Vedia y colaboraron los señores: Navarro Viola, José Tomás Guido, Vicente G. Quesada, C. Guido y Spano, J. Siena Carranza, M. A. Pelliza, Tomás Moncada Avellan, Simón Bolívar Camacho y otros escritores de nota e iniciaron sus primeras armas literarias Estanislao Zeballos, Aurelio Herrera (Teseo), Cosme Mariño, Oscar Liliedad, Ocampo (Salvador Mario), Mariano Espina, Gerónimo Montero, Samuel Albert, Nicasio Dibur, Rómulo Gazcón, Enrique Serantes, Vicente Hernández, Horacio Mendizábal, Sixto Rodríguez y otros.

Como director/periodista, llevó a cabo actividades, con persistente labor, que permitieron volver a la vida pública a los señores Vicente López, Bernardo de Irigoyen, Luis Sáenz Peña, Alvear, Lahitte, Gutiérrez, Vicente G. Quesada, Navarro Viola y Tomás Guido.

II.- Referidos a sus ideas políticas:

Autonomía de las localidades.

Municipalidades electivas.

  La abolición del contingente de frontera, generando una revolución en las ideas sociales y en la política.

Elegibilidad popular de jueces de Paz.

Elegibilidad popular de comandantes militares y consejeros escolares.

El culto “de la libertad” como bien supremo.

Defensor de la justicia social.

La mayor garantía que puede darse a los intereses de todos, es que los poderes públicos tomen la menor intervención posible en los negocios de los particulares.

Una política sin justicia, nos aleja de la democracia.

La oposición es siempre útil a los pueblos y a los gobiernos, por más que muchas veces sea apasionada e injusta. Ella es un testimonio de la liberalidad de las instituciones y del respeto de la autoridad hacia los derechos que consagran. Negarle su razón de ser, sería suicidarse. Los derechos son solidarios.

“El concurso a que deben aspirar los gobernantes republicanos, es el de la opinión, libremente manifestada; y éste se adquiere marchando siempre por la vía recta y teniendo por únicos aliados la libertad y la justicia. Más sirve a los gobiernos la prensa opositora que la prensa oficial, porque aquella señala siempre los errores y los escollos, mientras que ésta se empeña en facilitar el camino y en oscurecer la verdad que hiere y deslumbra”.

“Una política alta y generosa, conciliadora sin debilidad, protectora sin privilegios, es lo que se necesita para vencer la crisis, es lo que reclama el país por medio de sus órganos caracterizados. Abordar la solución de todos los difíciles problemas sociales y económicos, dar seguridad a la vida, al derecho, ala propiedad, estimulando el respeto a la ley, reprimir con mano fuerte el abuso de funcionarios despóticos, fomentar la industria, el comercio, eso es lo que necesitamos, ese antídoto contra las reacciones del mal.”

“La historia, eco de los acontecimientos pasados, debe servirnos de ejemplo para el porvenir: Ocupémonos del porvenir; entreguemos a la generación que viene una Patria grande, libre, fuerte, organizada y respetada. Y habremos cumplido la misión de nuestros padres”.

III.- Referidos a los aspectos sociales:

La emancipación del criollo, cuidar con empeño la condición, la suerte de los paisanos, por cuanto, las sociedades que olvidan la suerte de sus pobres están condenadas a ser siempre pobres.

La defensa de los usos, costumbres y el lenguaje popular (españolismo, sabiduría profunda y moral exquisita).

La defensa exacerbada de los derechos individuales.

La lucha contra todo tipo de discriminación (social, política, económica etc).

Defensa de la sociabilidad en que se desarrollaba la gauchesca: la familia y la popular “milpa” (ayuda entre vecinos).

La educación no es una cosa mecánica. Ha llegado la época feliz, de poner término a la educación vegetativa, que ha habido tanto en las provincias que componen la República. Edificios estrechos, inadecuados para su objeto; falta de útiles, falta de personal docente, la educación pública se resiente de todas estas deficiencias. Una de las causas que más influye en el espíritu y en la inteligencia del niño es el local en el que se educa. Los niños se adhieren generalmente a las primeras impresiones. Y no es lo mismo formar ciudadanos de elevadas ideas en casas oscuras, pequeñas, malsanas, que formarlos en buenos edificios. 

Así como la generosidad es el más noble castigo de la ingratitud, la práctica de la virtud es la derrota del vicio y de la iniquidad”.

IV.- Referidos a los aspectos económicos:

Sostener el desarrollo tecnológico y la investigación científica.

La inserción en el movimiento científico, comercial y económico del mundo.

La colonización de las tierras públicas.

La concepción del trabajo como elemento dignificante del hombre libre.

Defensa, desarrollo y afianzamiento del sentido de la propiedad privada.

Defensa de la libertad de comercio.

Un país que tiene por única base de su riqueza pública la ganadería y la agricultura, debe preocuparse por estudiar con acierto y con prudencia los medios que otros países tan adelantados como nosotros, o más adelantados quizá, ponen en ejercicio para obtener buenos resultados de estos elementos primordiales de riqueza.

Ateniéndonos al orden general, como buena doctrina económica, es bueno todo comercio que lleva la mercadería adonde está la necesidad: aproximar la mercadería a donde está la necesidad, y no llevar la necesidad adonde está la mercadería. Así se multiplica el consumo. Es decir, se llega al consumismo como ideología del consumo.

“Demos franquicias, ofrezcamos alicientes a los capitales y todo vendrá pronto. Alentemos a las empresas, no trabemos la iniciativa individual, no llevemos la acción oficial más allá de su misión y de su órbita, y veremos cómo las fuerzas vigorosas de la Provincia se desenvuelven con increíble rapidez.”

“Las riquezas naturales aguardan la época en que deben ser explotadas bajo la influencia fecunda de la paz, del capital y del trabajo”.

“No es un principio admisible, pero es una verdad práctica y reconocida, que donde hay hambre no hay honradez”.

“Al colono extranjero le ofrece la ley Nacional, tierra, semilla, implantes, herramientas, animales de labranza y mantención por un año para él y su familia. Bienvenidos sean esos obreros del progreso. Pero, si el país necesita la introducción del elemento europeo, necesita también como único, como mejor y más eficaz remedio a todos los males, fundar colonias agrícolas con hijos del país”.

“El problema económico que actualmente llama la atención de mayor número de sabios y pensadores europeos, es el que se refiere a la alimentación del género humano. A pesar de los grandes progresos de la agricultura, la producción anual es insuficiente en las primeras naciones del viejo mundo. Nuestro país puede producir en abundancia los elementos de subsistencia que Europa reclama, abriendo así un vasto campo al trabajo, un empleo provechoso a los capitales, y una útil aplicación a la inteligencia y a la actividad industrial.”

“No nos descuidemos, no nos quedemos atrás del movimiento científico, comercial e industrial del mundo, si aspiramos a ser, lo que nos corresponde por legítimo derecho, es decir, la Nación más grande, más fuerte, y más próspera del Continente Sud Americano”. Con el enunciado acerca del peso de las ideas para la transformación de la sociedad, Hernández muestra y demuestra el calado de su percepción política. Esta alcanza ámbitos que el habitual lector de su poema está lejos de sospechar.

Por ello, la difusión de la vida y obra de Hernández como político y legislador, se orienta a fortalecer la conciencia nacional, refirmar nuestra fe en la democracia e informar, enseñar y persuadir en libertad.

En este marco, el valor de las ideas, claramente expuesto por Hernández en toda su obra (política/literaria), sobrepasa la percepción habitual de los hombres públicos, generalmente más preocupados por la solución de los problemas parroquiales, que la conjugación de la acción política con el entendimiento de los fenómenos que, desde diversos planos, asedian al hombre y a la sociedad. La evolución de sus ideas lo convierte en un auténtico hombre de la Organización Nacional.

En esta línea de análisis, el Martín Fierro nos muestra dos épocas. La primera de la paz social, cuando los estancieros y sus peones realizaban “grandes trabajos de los que hoy no se tiene idea”, fue sustituida por la protesta política. Por eso en la segunda parte del poema, no se canta a la vida en las estancias sino la expoliación de los gauchos libres o de los ocupantes de tierras que carecen de título formal sobre ellas. La respuesta al contraste de las épocas, la encontramos colocando el poema en el terreno histórico. La primera época, en donde se abordó el problema social de las relaciones de trabajo, se corresponde con los recuerdos juveniles de Hernández sobre la estancia federal en la cual vivió. En la segunda sucede a la inversa; el fondo, en cuanto culpa a las autoridades (siempre en abstracto) es esencialmente político.

Está claro que la crítica política contra las autoridades unitarias que sobrevinieron a Caseros está presente en la segunda parte. Y así, históricamente quedan en descubierto las raíces federales del pensamiento hernandiano, que sostienen todo el poema en su espíritu y construcción.

No debemos olvidar que en vida de Hernández y ya editado el Martín Fierro todavía persistía “la papeleta” de trabajo, la utilización de los cepos y las estaqueadas, se aplicaba indiscriminadamente el Código Rural (al solo criterio del juez de Paz), se utilizaban los apaleamientos y cundían el hambre y la miseria.

La lucha de Hernández contra todo ello fue incansable hasta obtener el decreto del 8 de noviembre de 1881, que abolió el uso de los cepos y los otros castigos corporales. Pareciera un decreto un poco tardío, en una República que se preciaba de su Constitución, de sus ferrocarriles, de su crédito exterior y de su universidad; pero así aconteció, para desgracia de la formación de una raza democrática, libre, culta y de trabajo.

Podemos asegurar, luego de ubicar el poema en su época y teatro de acción, que fue contra este tipo de justicia “persistente”, aplicada en detrimento de los derechos humanos y las libertades constitucionales que dirigió Hernández su poema; más valioso como requisitoria contra la expoliación de libertades esenciales para la vida humana, que reinaba en las campañas, que como simple obra literaria.

Es importante destacar la coherencia entre el poeta y el legislador, puesto que Hernández funda sus intervenciones en sus conocimientos y en su experiencia.

Ello, se observa en la sesión del 19 de noviembre de 1880, donde se generó uno de los debates parlamentarios de mayor importancia que tuvieron lugar en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, y es el referido al proyecto del Senado, cediendo el municipio de la ciudad de Buenos Aires para Capital de la República.

La intervención de Hernández constituyó una pieza memorable dentro de la historia parlamentaria argentina, de la cual extractamos: “Una vez resuelta la cuestión de la capital en el sentido que debe ser resuelta, no habremos hecho una evolución; habremos completado nuestro camino; y entonces, los grandes hechos de nuestra historia política podrán completarse en estas fechas notables:

- 1810, la emancipación;

- 1816, la declaración de la Independencia;

- 1853, la Constitución Federal;

- 1862, la integridad nacional, incorporándose Buenos Aires;

- 1880, la organización de la República, definitivamente constituida, con Buenos Aires por Capital.

Tenía Hernández en su origen sangre sin mezcla, y una obstinada identificación con la patria, perpetuada sin desfallecer a lo largo de las generaciones. La vocación de servir que incluía el tributo de la propia vida. Todo ello unido a la dignidad en la conducta, a la falta de empaque, al corazón en su quicio y a la modesta sencillez de las costumbres, signo y cifra de un genuino y ejemplar patriciado criollo. Hoy más que nunca, frente a la magnitud de la crisis social, económica y política que atraviesa la Nación, cobra relevancia el pensamiento y la actitud de estos hombres de la denominada “generación del 80”, cuya lucidez y coraje transformó profundamente la sociedad de su tiempo. Por ello, al decir de Leopoldo Lugones: “... Puede que José Hernández, ya crecido, se mirara en el espejo de sus mayores, de aquellos hombres que en la bella y difícil conciencia del deber, Para honra de la Patria dicen como hay que ser”.

Fuentes

“Tiempo y Vida de José Hernández”, Horacio Zorraquín Becú. 

“Instrucción del estanciero”, José Hernández.

“José Hernández, el senador Martín Fierro”, José Isaacson, Círculo de Legisladores de la Nación Argentina.

“Fierro y la Expoliación del Gaucho”, Juan Carlos Vedoya.