viernes, 21 de abril de 2023

Juan Bautista Bustos - Armando Alonso Piñeiro

REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

El 30 de agosto de 2009, se públicó en el diario La Prensa, en la columna Los fantasmas del pasado, un artículo de autoría del historiador Alonso Piñeiro

 Un prócer cordobés 

por Armando Alonso Piñeiro


Brigadier general Juan Butista Bustos

Ayer se han cumplido 230 años del nacimiento de Juan Bautista Bustos, uno de los próceres cordobeses más preciados de la rica historia mediterránea. Había nacido, en efecto, el 29 de agosto de 1779 en Punilla. Muerto tempranamente a la edad de cincuenta años, desplegó una intensa y multiforme actividad como militar, astuto político y gobernante destacado.
Las Invasiones Inglesas lo llevaron a participar de la defensa de Buenos Aires como comandante del cuerpo de Arribeños en 1806. Su intrépida actuación en estas heroicas jornadas al capturar una columna enemiga le permitió ascender a capitán de línea.
La Revolución de Mayo, a la que se plegó de inmediato con fervor, lo encontró con el grado de teniente coronel y segundo jefe del Regimiento III de Infantería. Poco después, y ya coronel, actuó en el Ejército del Norte trasladando refuerzos militares desde Buenos Aires para auxiliar a Rondeau, que acababa de ser derrotado en Sipe-Sipe. Al año siguiente, 1816, Manuel Belgrano confió en él para reprimir la sublevación de Borges en Santiago del Estero, que además ponía en peligro la estabilidad de su provincia natal.
Jefe de Estado Mayor en el Ejército del Norte, este cuerpo se sublevó el 8 de enero de 1820, pero Bustos actuó con energía, logrando la gobernación de Córdoba de inmediato, con lo que comenzó a distanciarse del unitarismo a la sazón alimentado desde Buenos Aires.
Durante ocho años ejerció el mando de la provincia, lo que no le impidió actuar simultáneamente en otros frentes con sagacidad. Intervino en el Tratado de Benegas, se hizo amigo del general San Martín y desarrolló tan intensa actividad que se justifica la opinión de uno de sus biógrafos: “Su labor al frente del gobierno de Córdoba fue fecunda. Preocupáronle la instrucción pública y la organización judicial y política. El 26 de septiembre de 1822 creó la Junta Protectora de Escuelas. La educación era gratuita y debía comprender, además de las primeras letras, conocimientos de agricultura; también dotó a los colegios de rentas propias. Procuró renovar los estudios universitarios y dispuso que el doctor José Gregorio Baigorri proyectase la reforma del plan de estudios y constituciones. Este trabajó en las ideas de su paisano, el doctor Gregorio Funes, que había insistido en la necesidad de imprimir un carácter moderno a los estudios. Se deben a este magistrado las gestiones para llevar la segunda imprenta a Córdoba y asegurar los beneficios de la libertad de prensa, conforme había propuesto Funes en el decreto promulgado el 20 de abril de 1811 por la Junta. El 18 de mayo de 1823 puso en vigencia un reglamento de administración de justicia. Bustos luchó en el orden económico a favor de la libertad de comercio interior, pero insistió en que era necesario proteger las industrias nacionales.
Como es fácil advertir, el prócer cordobés tenía, casi un siglo atrás, las ideas de progreso y civilización que luego fueron conformando la institucionalidad argentina.
Pero como era natural en aquellos tiempos, la Nación se caracterizaba por agudos problemas internos, actuación de caudillos regionales, dificultades con el gobierno central porteño, hasta el punto de que Córdoba desconoció la autoridad del presidente Bernardino Rivadavia. Bustos mantuvo una áspera relación con su comprovinciano y ex amigo José María Paz, quien intentaba desalojarlo del gobierno provincial, lo que finalmente logró, venciéndolo en el encuentro de San Roque.
El derrocado magistrado huyó y se plegó a Facundo Quiroga, pero en La Tablada experimentó otra derrota crucial. Amargado, se retiró a Santa Fe, y con la salud severamente deteriorada, finalmente murió el 18 de septiembre de 1830.
Pese a estos avatares, Juan Bautista Bustos ha quedado tanto en la historia de su terruño como en la historia nacional como figura destacada de valiosos relieves.