REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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Descubrimiento de América |
"No pasó nada el 12 de octubre"
por Arturo Uslar Pietri
Caracas, octubre de 1986
La escueta información
periodística dice simplemente, que el pasado 23 de septiembre: “una prolongada
fuente de debate ha sido finalmente retirada de la agenda de la Asamblea
General, el punto de cómo debían conmemorar el quinto centenario del
Descubrimiento de América en 1492”
La misma información
recuerda cómo surgieron posiciones y reparos a esa moción. Los de Islandia
habían alegado que se ignoraba la visita de Leif Erieson a la costa americana
en el siglo XI, los países africanos objetaron que la resolución significaba la
glorificación del hecho colonial y hasta los irlandeses alegaron que algunos
santos misioneros suyos habían llegado antes que Colón a las nuevas tierras.
El seco golpe de
martillo del presidente de la Asamblea, el delegado de Bangladesh, Humayun Raschid
Choudhury, aprobando la eliminación del citado punto no significa otra cosa sino
que para las Naciones Unidas, es decir, para la representación oficial de la
comunidad mundial de los estados no ocurrió nada digno de ser conmemorado por tan
alto cuerpo el 12 de octubre de 1492.
Lo menos que puede
decirse es que se trata de una resolución insólita que si algo revela es la
inmensa confusión en que se debate el mundo actual. Muchas cosas habría que
decir que, lamentablemente, no fueron dichas en esa torpe ocasión. En primer
lugar, que lo que ocurrió el 12 de octubre no fue el hecho de la llegada por
primera vez de un europeo a una costa desconocida, que bien pudo serlo Ericson
o un monje irlandés, mucho antes que Colón, sino simplemente y llanamente, la incorporación
de un nuevo continente a la historia universal y eso no ocurrió en ninguna
fecha distinta al 12 de octubre de 1492.
La otra oposición vino
de antiguas colonias europeas de África. Tampoco tenían razón. Lo que se
conmemora en esa fecha es algo mucho más complejo e importante que un hallazgo
geográfico o una conquista colonial.
Para los recién
descolonizados países de África hay una tipificación muy caracterizada de lo
que pueden llamar el hecho colonial. Una potencia europea se apodera por la
fuerza de un país africano, lo somete política y militarmente y establece una
situación de dicotomía en la que coexisten, con dificultad y sin fundirse dos sociedades,
dos mentalidades, dos culturas, hasta que, finalmente, la vieja cultura
sometida, con las trasformaciones que le ha ocasionado inevitablemente el hecho
colonial, recupera su libertad y se esfuerza en revivir un pasado más o menos
mítico con formas políticas modernas.
Eso no fue lo que pasó
en el continente Americano. En la parte Norte no pudo haber coexistencia porque
los ocupantes anglosajones eliminaron y redujeron al mínimo la presencia
indígena para establecer un orden europeo trasplantado así sin alteraciones. En
la parte que hoy llamamos con bastante impropiedad, la América latina el caso
fue todavía más marcadamente diferente de lo que ocurrió en África y en Asia.
esde el primer momento
no se estableció la coexistencia separada de dos culturas, dos lenguas, dos
religiones, dos mentalidades, sino que ocurrió un completo y rápido proceso de
fusión de tres culturas, la hispánica, de España y Portugal, las indígenas, que
representaban distintos grados de desarrollo y la que aportaron los esclavos
africanos, a todo lo largo del litoral atlántico desde Virginia hasta el Río de
la Plata, para crear un nuevo hecho cultural y humano que es la verdadera
creación de un Nuevo Mundo.
Lo que ocurrió en ese
Nuevo Mundo no fue la simple superposición mecánica de una cultura y una
sociedad europea sobre una cultura y sociedad indígenas, sino una mezcla en el
más completo y rápido proceso de mestizaje que la historia haya conocido, para
formar un nuevo hecho social, histórico y cultural que ya no correspondía a la
identidad de ninguna de las culturas fundadoras. En medio siglo, después del
Descubrimiento, el Nuevo Continente se había formado de una nueva realidad
cultural propia.
Si eso no hubiera ocurrido en esa forma,
México y el Perú serían semejantes a la India, donde una cultura propia no fue
eliminada ni sustituida por otra igualmente propia, en una historia cinco veces
centenaria, Ni tampoco la costa atlántica vio reproducirse el hecho de
segregación y trasplante mecánico de culturas europeas, que se dio en la
América del Norte.
Todo eso es mucho más
y definitivamente distinto, que un mero acontecimiento de exploración
geográfica o de establecimiento limitado y temporal de un régimen colonial,
para convertirse en la creación de un Nuevo Mundo, que es, precisamente, lo que
el foro mundial de las Naciones Unidas parece desconocer totalmente. ¿De quién
es la culpa?
(Derechos de publicación exclusivos en la Argentina adquiridos por “La Prensa”)