jueves, 5 de mayo de 2022

¿Qué hubiera sido de nosotros si vencían los ingleses?

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 
Un interesante artículo de autoría del Dr. Omar López Mato, fué publicado en la columna "Umbrales del tiempo" en la edición del 16 de diciembre de 2007 del diario La Prensa

¿Qué hubiese sido de nosotros si vencían los ingleses"

por Omar López Mato

“Los problemas en la Argentina comienzan en el instante en que le echamos aceite hirviendo a los ingleses, sino hoy seríamos como Australia”. Esta afirmación, que he escuchado muchas veces a lo largo de mi vida, encierra varios puntos discutibles cuando no mendaces. Cumplidos 200 años de las invasiones es bueno aclarar algunos puntos.

En primer lugar, la imagen consagrada por nuestros escuálidos manuales de historia, pletóricos de héroes lindantes con la inocencia y malos hermanados con lo satánico, incurre una vez más en errores. En el Buenos Aires colonial el aceite era muy caro, lo traían de España a cuentagotas, por lo que su uso en cantidades como para freír herejes invasores no era recomendable.

En segundo lugar, ¿seríamos hoy como Australia o Nueva Zelanda o, en todo caso, como Sudáfrica, Pakistán, Nigeria o Uganda? El modelo sajón se implantó exitosamente en países escasamente poblados, con pueblos primitivos que los británicos se encargaron de eliminar civilizadamente, siguiendo ese aforismo de que “el único indio bueno es el indio muerto” (la frase pertenece al general Sheridan y la dijo cuándo se hizo cargo de la conquista del Oeste, después de la guerra civil americana). Con tanta población hispana, mestiza, esclavos negros e indios habitando nuestras pampas ¿creen ustedes que la asimilación de la cultura británica hubiese sido atraumática en estas tierras?

En un momento de mi vida estuve interesado en escribir un libro de historia-ficción sobre lo que hubiese sido de nuestros protagonistas de haber fracasado Liniers y Pueyrredón (los 2 curiosamente de origen francés) durante la Reconquista ¿hubiese sido Belgrano el creador de la insignia patria o un burócrata al servicio de la corona británica? Rivadavia seguramente hubiese sido el más fiel de los funcionarios ingleses en lugar de nuestro primer presidente y San Martín, muy probablemente, hubiera prestado servicios en el ejército británico tratando de imponer la civilización europea junto a su amigo Alvear ¿Qué hubiese hecho Don Juan Manuel de Rosas, el mismo que en su forzado retiro se enorgullecía de tener nietos ingleses? ¿Quién hubiese sido el líder de la oposición o la resistencia? ¿Estanislao López, Artigas, Dorrego? Nadie puede afirmarlo. Lo cierto es que la Argentina, al igual que Afganistán años más tarde, fue uno de los pocos países que rechazó a los invasores británicos.

De haber triunfado el Imperio ¿qué nos hace estar tan seguros de que hoy seríamos como Australia? Pues veamos un detalle, Australia y la Argentina desde mediados del siglo XIX crecieron a la par o con cierta ventaja por parte de los argentinos hasta mediados del siglo XX. Fíjense ustedes que mientras los índices de Desarrollo Humano en la década del 60 para Australia rondaban los 6 puntos, para la Argentina eran de 18. Hoy día para la Argentina es de 3 y para Australia de 34. Fuimos, al decir de los ingleses, la joya más brillante de la corona, una parte importante del Imperio que no pertenecía al Commonwealth. Hoy nos caímos del mapa.

La crisis Argentina no debe buscar sus causas en la leyenda negra española, ni en el rechazo de los ingleses con artilugios culinarios. Nuestra propia decadencia comienza con el quiebre de las tradiciones democráticas en las que ni Estados Unidos, ni Australia ni Nueva Zelanda incurrieron y que nosotros repetimos con un fanatismo casi obsesivo. En ningún momento estos países abandonaron la cultura del trabajo en haras de un facilismo populista, repartidor de prebendas con miras electorales. El secreto del éxito es trabajar considerando el porvenir de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, sin pensamientos mágicos, sin cortoplacismos y sin añorar esos tiempos en que el ‘Union Jack’ ondeó sobre el fuerte de Buenos Aires mientras Mariquita Sánchez de Thompson agasajaba a estos apuestos oficiales de uniforme tan rojo como la sangre que habían derramado en las calles de nuestra ciudad.