REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años.
Publicamos a continuación un artículo del historiador Omar López Mato, aparecido en el diario La Prensa del día 21 de marzo de 2010, en la columna Umbrales del pasado.
Las derrotas de Cisneros
por Omar López Mato
El virrey Hidalgo Baltasar Cisneros era una personalidad prestigiosa en España, especialmente en Cartagena, ciudad en la que nació en 1755. Pertenecía a una familia de marinos y desde temprana edad se hizo a la mar. Con escasos 25 años ya era capitán de navío, célebre por haber apresado varios buques corsarios ingleses.
El años 1805 lo encuentra en la batalla de Trafalgar al mando del buque insignia Santísima Trinidad. Justamente a la Santísima Trinidad se debe haber encomendado el almirante, ya que la nave, a pesar de su porte majestuoso, su nombre piadoso y sus muchos cañones, estaba hecha un desastre. Y más desastrosa aún era su tripulación, conformada por mendigos, ladrones y viejos sacados a las apuradas de los hospicios, además de algunos soldados de infantería convertidos en improvisados marineros. Estos habían sobrevivido a la fiebre amarilla que había azotado a Andalucía ese año, y ahora serían víctimas de las balas inglesas.
Sin embargo, el temple de Don Cisneros estaba a prueba de estos avatares y con lo que tenía se batió fieramente contra las naves de Nelson, que se ensañaron contra la nave insignia. Esta peleó hasta el último aliento disparando a buen ritmo sus 136 cañones. Pero el coraje no fue suficiente contra la pericia británica y la nave, después de haber sido averiado el timón y sin mástiles en pie, fue capturada, con 205 muertos y 108 heridos a bordo. Entre estos últimos se encontraba el futuro virrey.
Camino a Gibraltar, hacía donde los ingleses dirigían las naves apresadas, se desató una feroz tormenta que echó a pique a la Santísima Trinidad. Don Baltasar, como buen capitán, iba a hundirse con su nave pero los ingleses se lo llevaron. No valía la pena que un valiente muriese por algo que ya poco tenía de barco.
Como secuela de la batalla, Cisneros quedó sordo de un oído. Satisfecho debería darse por tan poco daño sufrido, ya que muchos de sus camaradas habían muerto en la jornada, como ser Cosme de Churruca, alcanzado por una bala de cañón que le arrancó las piernas; Pérez del Camino Llareno, Alcalá Galiano y Alcedo y Bustamante, todos marinos de alta graduación. Pérez Reverte nos ha pintado una batalla épica donde los marinos españoles, pésimamente conducidos por los franceses, se baten como fieras ante la habilidad inglesa. Cisneros formó parte de estos valientes que pelearon por una España escindida.
A pesar de la derrota, Baltasar Hidalgo Cisneros fue ascendido a teniente general de la Armada Española, y como si esto fuera poco, la Junta de Sevilla lo nombró virrey del Río de la Plata en reemplazo de Liniers, que andaba en conflictos con Francisco Javier de Elio, el gobernador de Montevideo. Resulta que este último, siguiendo el ejemplo de las comarcas españolas ante la prisión de Fernando VII, creó una junta en la ciudad de Montevideo desconociendo la autoridad del virrey Liniers. La trifulca entre los dos había llegado a extremos indecorosos. Un enviado de Liniers, el capitán Michelena, se trenzó en escenas de pugilato que poco bien le hacían al equilibrio político de esta zona tan explosiva. Las autoridades de Sevilla decidieron intervenir para evitar males mayores.
Con esta misión vino Cisneros a estas tierras, creyendo que después de haber sobrevivido a Trafalgar pocas cosas podían ser peores, pero el hombre se equivocaba, todo siempre puede ser peor.