viernes, 1 de junio de 2007

El Restaurador y la Comunidad

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag.16 



Juan Manuel de Rosas

“El Restaurador”
y la
Comunidad 

En nombre de nuestro periódico, de sus avisadores y colaboradores se han efectuado los siguientes actos:

Se ha instituido una media beca para el corriente año denominada “El Restaurador de las Leyes“, que se le otorgó al estudiante Ezequiel Matías Azcurra, quien cursa el segundo año de la Carrera de Comercialización en la Universidad Católica de La Plata, Subsede San Martín.

Se han donado a la “Biblioteca Popular Historiográfica Prof. Jorge Perrone”, con sede en el Museo Histórico Regional de Gral. San Martín, Brig. Gral. Juan Manuel de Rosas”, sito en Diego Pombo 3324 de San Andrés, los dos últimos libros del escritor Fermín Chávez titulados: “Reseña de Acontecimientos Históricos 1553-2003” y “Diccionario Histórico Argentino” de Ediciones Fabro.

Se han donado a la “Biblioteca Popular Adolfo Saldías”, del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, sito en Montevideo Nº 641 de la Ciudad de Buenos Aires, el Tomo Nº 4 de la Revista “Todo es Historia”, que contiene los Nº 19 a 24 de la misma –período noviembre/1968 a abril/1969- y el libro “La Argentina en el Siglo XX”, editado por La Nación.

Participación del niño Juan Manuel de Rosas


 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pags.14 y 15 


PARTICIPACION DEL NIÑO JUAN MANUEL
EN LAS HEROICAS JORNADAS
DE LA RECONQUISTA Y DEFENSA
DE BUENOS AIRES



Por el Dr. Norberto Jorge Chiviló



Rosas niño – Museo Saavedra

Es común que aquellos historiadores y escritores adscriptos a la historia “oficial”, de mediados del Siglo XX, para acá, cuando se refieren a la vida de don Juan Manuel de Rosas, afirmen que no había tomado parte en las invasiones inglesas y que no se había presentado a tomar armas contra el invasor por cobardía. Si tomamos al pié de la letra tal expresión, Juan Manuel ciertamente no “intervino” en las invasiones inglesas, ya que no fue un soldado inglés que invadió nuestra tierra, sino que combatió contra ellas. En cuanto a lo de cobardía –no obstante no ser verdad– no advierten la corta edad que tenía en esos momentos Juan Manuel.

Ahora bien: ¿intervino Juan Manuel de Rosas en las heroicas jornadas de la Reconquista (1806) y de la Defensa (1807) de la Ciudad de Buenos Aires contra el invasor británico?.

Cuando se desarrollaron aquellas memorables jornadas (1806 y 1807), Juan Manuel contaba con 13 y 14 años de edad respectivamente, ya que había nacido el 30 de marzo de 1793. Ello nos permite hablar del niño o joven Juan Manuel.

Podemos afirmar que Juan Manuel, pese a su corta edad, no sólo participó en aquellos gloriosos hechos de armas, combatiendo al invasor, sino que lo hizo de manera destacada, mereciendo la distinción honorífica de sus superiores.

Estandarte del Regimiento de Migueletes
En las jornadas de 1806 (Reconquista de Buenos Aires), Juan Manuel se presentó voluntario con otros jóvenes de su edad ante Santiago de Liniers, siendo destinado al servicio de un cañón. Por su participación destacada durante las jornadas del 10 y 12 de agosto de 1806, Don Santiago de Liniers, le remitió una carta a la madre del joven Rosas, encomiando el arrojo y valentía demostrados en la acción por su hijo.

Juan Manuel incorporado después por orden de Liniers en el regimiento de milicias de caballería de Migueletes, prestó servicios el 5 de julio de1807 en la Defensa de Buenos Aires y donde también después de los hechos, sus padres recibieron notas de felicitación de los jefes el Alcalde Martín de Alzaga (para su madre) y de Juan Miguens (para su padre).

Pintura de época de un soldado del Regimiento de Migueletes
En este regimiento revistó Rosas adolescente, en la Defensa de Buenos Aires
La casaca del soldado era rojo punzó y de allí la predilección del restaurador por ese color

En el año 1830 se publicó y tuvo amplia difusión el “Ensayo Histórico sobre la Vida del Excmo. Sr. D. Juan Manuel de Rosas, Gobernador y Capital General”, que no firmó pero que sí escribió Pedro de Angelis y que fue impreso en la Imprenta del Estado. En el mismo textualmente se lee: “…Frecuentaba (Rosas) la escuela de D. Francisco X. Argerich, cuando se verificó la primera invasión de los ingleses en este país, que puso en armas a todos sus habitantes. El joven Rosas, de edad de sólo trece años, se arrojó intrépidamente entre los combatientes, y peleó al lado del mismo general Liniers. Fue este su primer paso en una carrera que debía recorrer con tanto brillo. Cuando se pensó en organizar otros regimientos para precaverse contra la segunda expedición al mando del general Whitelocke, se enroló voluntariamente en el cuerpo de Miqueletes de caballería, uno de los más distinguidos por su bizarría”.

Ese mismo año en el N° 1 del periódico “El Gaucho”, que editaba el tucumano Luis Pérez, salió publicada una biografía de Rosas en verso. En la parte referente a los hechos de los cuales estamos hablando, dice:

“Estuvo en la Reconquista/ A Liniers incorporado/ Y en un inglés ya puso/ Su faconsito el Pelado.


Este era el nombre que entonces/ Le daban allá en el pago/ Después se llamaba el Rubio/ Y hoy el patrón mas amado.

Soldado era miquelete/ Cuando Guiteló atacó/ Y con su corto afilado/ En la aición se distinguió”.

El Diario de la Tarde del día 11 de octubre de 1851, publicó un testimonio de Carlos G. de Ezcurra, allí se decía: “Después de la invasión de esta ciudad por las armas británicas al mando del general Juan Whitelocke, el joven Rosas, ardiendo desde su infancia con amor Patrio, solicitó y obtuvo de sus padres la anuencia para enrolarse en el Cuerpo de Caballería Migueletes Voluntarios Distinguidos”.

Durante toda su vida Juan Manuel de Rosas se jactó de su participación en aquellos hechos de armas y en la prensa de Buenos Aires (La oficial Gazeta Mercantil y otros diarios y periódicos), se hacía referencia constante a aquella participación.

En su vejez y residiendo como exiliado en Southampton en carta que escribió el 2 de mayo de 1869 a su amiga Josefa (Pepita) Gómez, Rosas le dice: “De 13 años en 1806, me presenté voluntario al Ilustre y noble amigo de mis padres, el Excmo. Señor General Dn. Santiago Liniers. Me destinó a un cañón para conducir cartuchos. Tengo la carta honrosa que me dio para mi Madre, al siguiente día de terminada la victoria” y también en la misma carta confirma también su presencia en los hechos de 1807 como soldado de caballería de Migueletes y dice también tener entre sus papeles dos cartas que acreditan su comportamiento en los combates que dirigiera don Martín de Alzaga a su madre y de Juan Miguens a su padre.

Cuando se hicieron las publicaciones mencionadas mas arriba, se encontraban en Buenos Aires muchísimos de los que habían combatido a las tropas invasoras. Sabían quien había combatido y quienes no lo habían hecho. Si en aquellas publicaciones se hubiera mentido, hubiera sido una mentira con las patas bien cortas, como vulgarmente se dice.

Por el contrario, ninguna voz se levantó para desmentir lo que se afirmaba. También no debe olvidarse que la “Comisión Argentina”, conformada por residentes argentinos tanto en Santiago de Chile como en la plaza de Montevideo, integrantes del partido unitario y enemigos acérrimos de Rosas, que manejaban periódicos como El Progreso de Santiago de Chile en el cual escribía Sarmiento y El Comercio del Plata, El Nacional, Muera Rosas, El Constitucional, El Conservador, etc. de Montevideo, donde escribían los grandes personajes del partido unitario: Valentín Alsina, Varela, Rivera Indarte, Frías y otros, no hubieran dejado pasar la oportunidad para desmentir lo que se había afirmado en Buenos Aires acerca de la participación del Restaurador de las Leyes, cuando de joven combatió a los invasores.

El senador nacional, profesor universitario, periodista y escritor Dr. Ricardo Caballero, en “Rosas, sobre todo, argentino”, dijo: “Don Justo Domínguez, sargento de Arribeños durante las invasiones inglesas, guerrero presente, después, en todos los campos de batalla de América, fallecido en Ballesteros, viejo, en 1883, inflamaba a sus oyentes refiriéndoles las proezas del héroe de los gloriosos combates de las calles de Buenos Aires, que no era otro que el Restaurador de la leyes, don Juan Manuel de Rosas”.




Este artículo fue publicado en el periódico “Informaciones Semanales” el día 5 de Agosto de 2006.

Testimonios de los Ingleses sobre el ataque a Buenos Aires

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pags.12 y 13 


TESTIMONIOS DE LOS INGLESES 

SOBRE EL ATAQUE A BUENOS AIRES, 

LOS COMBATES Y SU DEFENSA


“Las calles de Buenos Aires corren todas paralelas o en ángulos rectos entre si... Trece columnas debían penetrar en la ciudad y ocupar las posiciones fuertes hasta llegar al río (marchaban desde los Corrales de Miserere, actual Plaza Once). A las seis de la mañana las columnas empezaron a moverse. La brigada del general Craufurd, a la que yo pertenecía, fue dividida en dos; él dirigió la fracción derecha, consistente en cuatro compañías de infantería ligera y cuatro del Regimiento 95, con un cañón para balas de tres libras. El coronel Pack dirigió la izquierda con fuerzas iguales y fue duramente atacado en las calles, dejando gran número de oficiales y soldados en el trayecto. Nosotros avanzamos hasta llegar al río con pocas pérdidas. Entramos en la iglesia de Santo Domingo donde recobramos las banderas del Regimiento 71, perdidas en 1806. Después de varias horas de intensa lucha, a las cuatro de la tarde el general Craufurd izó bandera de parlamento ante la imposibilidad de seguir resistiendo. En la puerta de Santo Domingo se presentó el general Illio (Francisco Javier de Elío), un hombre sucio y mal vestido rodeado por una vociferante gentuza armada, que ululaba y chillaba. Se arregló la rendición y se ordenó que saliéramos del templo sin armas. Nuestros soldados lloraban. Se nos hizo marchar hasta el Fuerte a través de las calles llenas de gentuza de tez muy oscura, bajas y mal hechas, cubiertas con mantas rotosas, sin orden ni uniformidad entre ellos. Al llegar al Fuerte, fuimos introducidos en una sala llena de oficiales británicos prisioneros. El general Barbiani (por César Balbiani), un hombrecillo enojadizo, pero cortés, nos hizo firmar un compromiso de no servir contra España hasta ser canjeados. Por la mañana, nos ofreció chocolate como desayuno. Los oficiales españoles parecen vivir de una manera sucia e incómoda. Barbiani es el segundo jefe de la plaza, sin embargo, él mismo se hace la cama, se limpia la mesa, etc. El y todos sus oficiales duermen todos en una misma pieza, sobre colchones, sin sacarse la ropa. No se lavan ni se afeitan. Son grandes fumadores de cigarros. En general son gente cortés, pero analfabetos y mal educados, salvo algunas excepciones. Liniers invitó a todos los oficiales a comer; la comida fue muy buena. Por la mañana, pedí una navaja para afeitarme, y me llevaron a la habitación de Liniers que acababa de dejar el lecho y se estaba vistiendo. Liniers buscó personalmente una navaja, una camisa, y durante media hora, un nuevo cepillo de dientes, para mí”.

Teniente coronel Lancelot Holland


“Avancé con los rifleros hasta el costado oeste del edificio del Colegio de los Jesuitas (actual Colegio Nacional de Buenos Aires), sin sufrir pérdidas considerables, cuando, al adelantar el cañón liviano para abrir una brecha en la entrada principal del edificio, el enemigo apareció de repente en gran número en algunas ventanas, en la azotea de aquel edificio y desde las barracas del lado opuesto de la calle y desde el extremo de la misma. En un momento, la totalidad de la compañía de vanguardia de mi columna, y algunos artilleros y caballos fueron muertos o heridos”.

Teniente coronel Henry Cadogan


“Antes de que me hubiese escasamente aproximado a la iglesia de San Francisco, ya había perdido bajo el fuego de un enemigo invisible, y ciertamente inatacable para nosotros, los oficiales y la casi totalidad de los hombres que componían la fracción de vanguardia, formada por voluntarios de distintas compañías, los oficiales y casi la mitad de la compañía siguiente, y así en proporción en las otras compañías que componían mi columna…”

Teniente coronel Denis Pack


“No bien alcanzamos la entrada de la iglesia de San Miguel, el enemigo comenzó un terrible fuego desde las casas opuestas. Habiendo perdido unos treinta hombres en esta entrada, y comprendiendo que era imposible forzar las puertas de la Iglesia con las herramientas que me habían entregado, juzgué prudente desistir y penetrar más en la ciudad, esperando encontrar una posición más ventajosa. Al abandonar la entrada de la iglesia fuimos castigados con un fuego continuado. Después penetré en la ciudad hasta que juzgué que me hallaba cerca de la fortaleza. Viendo que había perdido tanta gente en la calle, que los cuatro oficiales de granaderos estaban heridos, que el mayor, el ayudante y el cirujano auxiliar habían sido muertos, y que había perdido, entre muertos y heridos, de ochenta a cien soldados de mi débil columna, doblé a la izquierda y busqué refugio ocupando tres casas...” “…con menos de cien hombres estaba en medio de una ciudad, donde todos eran enemigos, todos armados, desde el hijo de la vieja España hasta el negro esclavo…”

Teniente coronel Alexander Duff


“La clase de fuego al cual estuvieron expuestas nuestras tropas fue en extremo violento. Metralla en las esquinas de todas las calles, fuego de fusil, granadas de mano, ladrillos y piedras desde los techos de todas las casas, cada dueño de casa defendiendo con sus esclavos su morada, cada una de estas era una fortaleza, y tal vez no sería mucho decir que toda la población masculina de Buenos Aires estaba empleada en su defensa”.


General John Whitelocke


Testimonio de los ingleses sobre la disposición de los habitantes de la colonia.


Inauguración de un Monumento

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag.16 


INAUGURACIÓN DE UN MONUMENTO



El día 29 de marzo de 2007, en la Plaza central de nuestra Ciudad se inauguró un monumento que recuerda el legado del sable libertador que realizó el General José de San Martín en su testamento, a favor de su amigo el Brigadier General Juan Manuel de Rosas. La iniciativa fue de la "Asociación cooperadora del Museo Histórico Regional de Gral. San Martín, Brigadier General Juan Manuel de Rosas" y para su concreción, colaboraron la Municipalidad local y el Honorable Concejo Deliberante.

Caricaturas inglesas sobre la actuación de Whithelocke

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag.12 

Caricaturas inglesas

sobre la actuación de

Whitelocke


“The GOST of BYNG” (“El Espectro de Byng”). Grabado en colores de S. W. Fores, en 1808. El espectro del Almirante Byng, quien por su negligencia en el cumplimiento del deber, con motivo de su derrota por la escuadra francesa frente a la isla de Menorca, fue fusilado en 1757, frente a Whitelocke, le dice “Si todavía conservas una chispa de coraje, usa esta arma“, echándole así en cara haber escapado a un castigo similar.


“WINGING a SHY COCK” (“Cortando las alas del gallo tímido”). Grabado en colores de S. W. Fores. Presenta a Whitelocke en el momento de su degradación. El diablo tendiéndole una pistola, le dice: “Si todavía conservas una chispa de coraje, usa esta arma…”, a lo que Whitelocke pregunta “Le han sacado el percutor”

The Times Evacuacion de Sudamérica

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag.16 





"THE TIMES"
"EVACUACION DE SUDAMERICA"

Dos meses después de la derrota de los británicos en Buenos Aires, llegaron a Londres los partes oficiales de la capitulación de Whitelocke, dando cuenta del fracaso de la empresa. Dos días después -14 de setiembre de 1807- el diario londinense “The Times”, comentó esta nueva derrota británica en el Virreinato del Río de la Plata, en un artículo titulado “Evacuación de Sudamérica”. Los siguientes son sus párrafos principales:

“El ataque sobre Buenos Aires ha fracasado y hace ya tiempo que no queda un solo soldado británico en la parte española de Sudamérica. Los detalles de este desastre, quizás el más grande que ha sufrido este país desde el comienzo de la guerra revolucionaría, fueron publicados ayer en un número extraordinario. El ataque, de acuerdo al plan preestablecido, se llevó a cabo el 5 de julio, y los resultados fueron los previsibles. Las columnas se encontraron con una resistencia decidida. En cada calle, desde cada casa, la oposición fue tan resuelta y gallarda como se han dado pocos casos en la historia. La consecuencia fue que el plan de operaciones se frustró...”

“Los despachos son los únicos documentos por los que podemos juzgar el sistema de operaciones militares que ha sido puesto en práctica en Sudamérica, y no podemos dejar de repetir que nos parece el más extraño que ha sido nunca llevado a cabo. El comandante en jefe parece haber estado en la más perfecta ignorancia tanto acerca de la naturaleza del país que debía atravesar, como sobre el monto y el carácter de la resistencia que debía esperar. Con el propósito, suponemos, de evitar un encuentro molesto desembarca a treinta millas del lugar donde debía operar, prosigue su marcha a través de un territorio lleno de pantanos, cortado por riachuelos y, finalmente, con un ejército jadeante y exhausto se asienta frente a una plaza fortificada enteramente, en la cual, según el tenor de su despacho, «llovían sobre él metrallas desde todas las esquinas y, desde los techos de todas las casas, mosquetazos, granadas de mano, ladrillos y piedras». Bajo estas circunstancias, lo notable no es que no haya tenido éxito, sino que haya podido escapar de la dificultad en la que se hallaba envuelto, y obtener las condiciones (de rendición) favorables que le fueron concedidas. El general Whitelocke ha demostrado más talento como negociador que como comandante de una fuerza de operaciones. Si el enemigo se hubiese comportado más encarnizadamente, la totalidad de las tropas hubieran debido rendirse a discreción. Su comunicación con la flota era de lo más precaria, y en el mismo momento en que comenzaban las negociaciones eran atacados en una de sus más fuertes posiciones, la Residencia, por un cuerpo enemigo.

“Los despachos abundan en excusas por haber abandonado esta importante conquista. No podemos de ningún modo suscribir algunas de ellas. Si la hostilidad de los habitantes puede ser aceptada como una razón para no invadir o evacuar un país, entonces no hay país que no esté libre de ataque u ocupación. ¿Acaso Bonaparte, que se ha abierto camino a través de la belicosa población del continente, razonó nunca de esta manera? ¿Acaso esperó el general Whitelocke que los habitantes de Buenos Aires se pondrían espontáneamente de su lado, o que permanecerían como mansos espectadores de su duelo con Liniers? ¿Acaso la resistencia que encontró cayó sobre él como algo inesperado? ¿No debió ser prevista? ¿Ignoraba que durante varios meses se habían empleado todos los medios para excitar y organizar toda la furia y el odio del país contra él?

“Este ha sido un asunto desgraciado del principio al fin. Los intereses de la nación, así como su prestigio militar, han sido seriamente afectados. El plan original era malo y mala fue su ejecución. No hubo nada de honorable o digno en él; nada a la altura de los recursos o el prestigio de la nación. Fue una empresa sucia y sórdida...

“¿Cómo podía esperarse que estuvieran con nosotros las manos o los corazones del pueblo, si los primeros que ocuparon la ciudad se mostraron menos ansiosos de conciliarse con los habitantes que colocar fuera de peligro el botín obtenido? Había un vicio radical en el plan original que ninguna empresa posterior pudo remediar. Si los desautorizados promotores del primer desembarco hubieran dispuesto de una fuerza igual a la que ha sido ahora expulsada de Buenos Aires, el país podría estar en este momento en nuestras manos…”

Recuerdos de un viajero

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pags. 10,11 y 12 



Ataque al Convento de Santo Domingo
5 de julio de 1807
RECUERDOS DE UN VIAJERO 



Emeric Essex Vidal (1791-1861), integrante de la Royal Navy (Marina británica), fue un artista amateur que durante los años 1816 a 1818, estuvo en el Río de la Plata, donde pintó cerca de cincuenta escenas en acuarela, sobre lugares (Iglesia de Santo Domingo, el Fuerte, Plaza de la Victoria y Recova, vista de Buenos Aires y Montevideo, etc.), costumbres (viaje en diligencias, voleo de avestruces, carrera de caballos, desembarco en Buenos Aires, etc.) y personajes típicos (gauchos, mendigos, pescadores, panaderos, indios de la Pampa, lecheritos, etc.) de Buenos Aires y Monte Video. En 1820 y habiendo regresado a Londres, publicó un libro titulado Picturesque Illustrations of Buenos Aires and Monte Video (Pintorescas Ilustraciones de Buenos Aires y Monte Video), de gran formato, con láminas en color de sus obras artísticas, acompañadas por ilustrativos textos que reflejaban la vida y costumbres en esta parte del mundo.


A continuación trascribimos la parte pertinente de “Iglesia de Santo Domingo y modas femeninas”, que como el lector apreciará, tiene relación con las gloriosas jornadas de la Defensa de Buenos Aires.


IGLESIA DE SANTO DOMINGO Y MODAS FEMENINAS

La iglesia de Santo Domingo, con su monasterio adjunto, ocupa una cuadra entera, o sea un área de ciento yardas cuadradas, y es objeto de curiosidad, como lugar donde el general británico Craufurd fue acorralado, obligándoselo a rendirse, cuando se llevó a cabo la infortunada tentativa de reconquistar la ciudad el 5 de julio de 1807; aunque, si él lo hubiera sabido, podría haber escapado por una salida falsa que da a la calle Agua, y tal vez hubiera podido ganar la Residencia, a cubierto de los fuegos del fuerte. Las aventuras de la división Craufurd durante aquel día fatal aparecen relatadas como sigue en la reciente publicación del Diario de un soldado del Regimiento 71, que formaba parte de ella:

“La ciudad y suburbios están construidos en cuadras de unas ciento cuarenta yardas por lado, y todas las casas son planas de techo, para comodidad de los habitantes, que suben a gozar del fresco del anochecer. Estas azoteas, según se nos dijo, iban a ser ocupadas por los esclavos, los cuales harían fuego a nuestro paso por las calles. La mañana del 5 de julio estábamos sobre las armas, esperando la orden de avanzar. ¡Júzguese nuestra sorpresa cuando se nos ordenó que saliéramos sin municiones, solamente con las bayonetas caladas! ¡Nos han traicionado! —se rumoreaba por las filas—. “Cumplid con vuestro deber, hijos míos: ¡Adelante!... ¡Adelante!... ¡Viva Inglaterra!...” fueron las últimas palabras que oí pronunciar a nuestro noble capitán Brookman. Cayó al penetrar en la ciudad. Nosotros avanzarnos, arrollándolo todo a nuestro paso, gateando por las zanjas y otros obstáculos que los habitantes ponían a nuestro paso. En todas las esquinas, flanqueando las zanjas, se hallaban los cañones que con sus descargas deshacían nuestras filas a cada paso que avanzábamos. Pero seguimos hacia adelante, por una calle y otra, hasta que llegamos a la iglesia San Domingo, donde la bandera del regimiento 71 había sido colocada como trofeo sobre el altar de la Virgen María. Entramos por asalto y la sacamos de aquel sitio deshonroso, donde había estado desde la rendición del general Beresford a Liniers. Íbamos a salir en triunfo, pero los españoles no habían permanecido ociosos. Las entradas de la iglesia aparecieron cubiertas por sendas barricadas, tras las que se veían los cañones. Y no tuvimos más remedio que rendirnos, siendo conducidos prisioneros. Fue allí que supe, por vez primera, cuán completo había sido el fracaso de nuestra empresa.” 

“Durante el tiempo que cargábamos por las calles, muchos de nuestros hombres hicieron alto en algunas casas en busca de botín, y muchos de ellos, al rendirnos, iban abrumados con el peso de lo saqueado. Un sargento del 38 había hecho una hendidura en su cantimplora de madera, como las que se hacen en el mostrador de las tiendas para poner las monedas, y por ella echó todo el dinero que pudo encontrar. Al salir de la casa que había saqueado, un balazo le atravesó la cabeza. Al caer, la cantimplora se rompió, y una gran cantidad de doblones rodaron en todas direcciones por la calle. Al verlos, se produjo un tumulto entre los soldados, que se arrojaron al suelo a disputarlos, y unos dieciocho de ellos fueron muertos mientras agarraban aquel oro que nunca habían de disfrutar. Muchos llegaron hasta a arrebatárselo a sus compañeros muertos aunque ellos también habían de estarlo unos instantes después. Se nos registró, secuestrándonos todo objeto español que llevábamos encima, pero nos dejaron que guardáramos el resto. Durante este registro, uno de los soldados que tenía un buen número de doblones, les puso en su olla de campaña, cubiertos con trozos de carne y agua, y metió la olla en una fogata, salvándolos en esa forma.” 

“Un centenar de los que habíamos sido hechos prisioneros, fuimos conducidos fuera de la prisión para ser fusilados, si no se devolvía un valioso crucifijo de oro de gran valor, cuya falta se notó. Se nos puso dentro de un gran círculo de españoles e indios. Sus armas dirigidas a nosotros y las miradas salvajes que nos lanzaban, nos quitaron toda esperanza de vivir, a no ser que apareciera el crucifijo. Este fue encontrado en el suelo, en el mismo sitio donde nosotros estábamos, pero no se supo quién lo había llevado. Las tropas se retiraron, y se nos permitió regresar a la prisión sin ulteriores molestias.” (1) 


Funes, en su Historia del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán, publicada en Buenos Aires en 1816, se queja amargamente de los ultrajes cometidos por las tropas británicas, tanto en la propiedad como en las personas de los frailes del convento de Santo Domingo; pero si, como él dice, uno fue muerto y dos más heridos de gravedad, esto ocurrió debido a su desesperada defensa de los valiosos emblemas de su fe, tales como el crucifijo arriba mencionado, de las manos rapaces de nuestros soldados. Se habían olvidado, que en tales ocasiones, la iglesia militant establece generalmente el derecho a su carácter de iglesia triumphant también.Conmemorando la rendición del general Craufur la bandera se iza en esta iglesia, y el aniversario de nuestra derrota se celebra en Buenos Aires con una gran función, procesiones, misa cantada y otras solemnidades.La iglesia de Santo Domingo se encuentra en un estado de ruina, y no tiene nada que valga la pena mencionar, salvo la bandera y un buen órgano. Los dominicos conservan cuidadosamente, en la única torre que les queda, un número de marcas que aseguran fueron hechas por las balas de cañón y fusil de las tropas británicas. Sin duda deducen que su santo patrón la sostuvo apoyando sus hombros, porque únicamente semejante milagro la hubiera mantenido en pie, si solamente seis de los cañonazos, en lugar de los seiscientos que se ven, hubieran dado en ellos..."


(1) Journal of Soldier of the 71st, of Glasgow Regiment Highland Light Infantry, from 1806 to 1815, 2nd Edition, p. 40-44.

La Defensa

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag. 9 

MARTÍN DE ÁLZAGA (1756-1812)
HÉROE DE LA DEFENSA

LA SEGUNDA INVASION
LA DEFENSA


Por El Gaucho Federal





El 22 de noviembre de 1806, Napoleón decretó el bloqueo continental a las Islas británicas y así aceleró los planes de los ingleses para apoderarse de las colonias españolas.


ATAQUE DE LAS NAVES INGLESAS CON COHETES CONGREVE A LAS DEFENSAS DEL FUERTE SAN JOSÉ, 
MONTEVIDEO EL 3 DE FEBRERO DE 1807, A LAS DOS DE LA MAÑANA.
DIBUJO COLOREADO DEL TENIENTE GEORGE ROBINSON DE LA MARINA REAL.IMPERIAL WAR MUSEUM DE LONDRES
A fines de diciembre los barcos que conducían a la nueva fuerza invasora recalan en Río de Janeiro, enterándose allí los ingleses de la Reconquista de Buenos Aires. Deciden así desembarcar en Maldonado, que había sido recientemente conquistada por ellos y después de una breve campaña en la que derrotan a las fuerzas españolas toman Montevideo (3 de febrero de 1807). Liniers quien se encontraba en territorio oriental al frente de unas tropas mandadas desde Buenos Aires, viendo la caída de Montevideo decide regresar a la ciudad Capital del Virreinato.

En Montevideo, los ingleses con la ayuda de algunos criollos fundan el periódico bilingüe “La Estrella del Sur”-“The Southern Star“, (se editaron siete números) encargada de exaltar las ventajas de la dominación inglesa.


En la Banda Oriental, los ingleses solo son dueños de Montevideo, -lugar al cual ingresan mercaderías, que luego son desparramadas por todo el Virreinato- y de lo que pisan, ya que son combatidos en la campaña.
Decididos nuevamente a tomar Buenos Aires, desembarcaron a fines de junio (día 28) en la ensenada de Barragán, con 8.000 hombres y solo 200 caballos. Inmediatamente pierden parte de los víveres y varios cañones en la marcha a través de los bañados que deben atravesar.
Ante esa nueva invasión la consigna de Liniers es la de “Vencer o Morir” y Buenos Aires, con mucho fervor se apresta a su defensa y a rechazar a los británicos.
Cuando los ingleses avanzan sobre Buenos Aires, ha arribado un navío español, el “Remedios”, que ha evitado ser apresado por los navíos británicos, que se encuentran frente a Buenos Aires. Trae pliegos de la Corte, rubricados por el monarca Carlos IV, en los cuales se disponía que en caso de ausencia o muerte del virrey, asumiría el gobierno político y militar el oficial de mayor graduación, siendo Liniers quien se encontraba en esa situación y quedó investido así del mando supremo del Virreinato en vísperas de la lucha que se desarrollará en los días próximos.


Para no causar daños a la población civil, Liniers se apresta a batir al enemigo en campo abierto, sin advertir que sus bisoñas tropas voluntarias no tenían el entrenamiento militar y la experiencia de sus adversarios.

El día 2 de julio, los británicos flanquearon a las tropas españolas y criollas y avanzaron sobre los Corrales de Miserere, donde se encontraba Liniers con alguna tropa y allí ocurrió lo que tenía que ocurrir, una carga a la bayoneta dispersó a las tropas de Liniers, las que también perdieron la artillería. La llegada de la noche impidió que la derrota fuera completa y que los británicos continuaran su marcha contra la Ciudad.

Durante la noche, los dispersos llegaron al centro de la Ciudad con la mala noticia, y el día 3 ingresó Liniers con 1.000 hombres, pero allí el alcalde de primer voto, Martín de Alzaga, se convierte en verdadero caudillo, quien con enérgica decisión y coraje, ordena y prepara la defensa de la Ciudad, los días 3 y 4, estableciendo el centro de la defensa a una cuadra de la Plaza Mayor. Soldados y civiles cavan trincheras en la esquinas, se preparan defensas en cada calle, en cada casa y en cada azotea. Cada uno de esos lugares se convierte en un inexpugnable baluarte y donde todos, sin distinción de edad, raza, sexo o clase social se aprestan para la inminente lucha. El día 5 a las 6 de la mañana, comenzó el ataque de los invasores. Whitelocke avanzó desde los Corrales de Miserere con su ejército dividido en 13 columnas que debían avanzar sobre diversos puntos de la ciudad, con el principal objetivo de tomar el Fuerte y la Plaza Mayor. Los defensores eludieron el combate franco. Primero, la fuerte resistencia de los defensores que se produjo en las estrechas calles de la ciudad que facilitaban su defensa, con un mortífero fuego sobre las columnas ingleses que provenían de las azoteas, las casas y trincheras (con todo tipo de armamento, además de las de fuego: “granadas de mano, frascos de fuego y hasta armas plebeyas de piedras y ladrillos”) y luego pasando ya a la ofensiva con el decidido ataque sobre algunos reductos que los ingleses habían logrado conquistar y donde habían izado su enseña (Iglesias de Santo Domingo y de las Catalinas, La Plaza de Toros, la Residencia) dio por tierra con las aspiraciones inglesas de establecerse en estas tierras. Los ingleses tampoco pudieron llegar a la Plaza Mayor, por la tenaz resistencia que el Regimiento Patricios, les ofreció en el Colegio San Carlos (actual esq. de Bolivar y Moreno). En el combate los ingleses perdieron 2.800 hombres entre muertos y heridos.

ATAQUE INGLÉS A BUENOS AIRES EN 1807

Dos días después de esa memorable jornada de la Defensa de Buenos Aires, y después de largas conversaciones, Whitelocke aceptó capitular, conviniéndose que los ingleses abandonarían el Río de la Plata, dentro de los sesenta días, comprendiendo ello Montevideo y Colonia. Buenos Aires no quiso ser inglesa. En los primeros días de setiembre la flota inglesa se hizo a la vela en Montevideo.


La derrota sufrida por las aguerridas y experimentadas tropas británicas durante las jornadas de la Reconquista y Defensa, no tuvieron parangón con ninguna otra en el mundo y después de esos hechos llegaron desde todas partes del Virreinato los mensajes de salutación para la valiente Buenos Aires.

Martín de Álzaga, fue el verdadero héroe de la Defensa, como Liniers lo había sido de la Reconquista.

Al abordaje

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag. 8 



¡AL ABORDAJE!



El que fuera después héroe salteño y argentino, Martín Miguel de Güemes, protagonizó en aquellos días de la Reconquista de Buenos Aires, uno de los hechos más curiosos de nuestra historia.


Siendo alférez del Regimiento Fixo de Buenos Aires, se presentó el día 12 de agosto a Santiago de Liniers a quien le traía un despacho del virrey Sobremonte. Desde el día anterior varios navíos ingleses habían estado bombardeando desde el río a las fuerzas españolas y criollas que atacaban a los ingleses en el Retiro. Desconociendo los británicos, como debía navegarse en el río, y producida una pronunciada bajante, uno de los navíos, el “Justine” -un mercante, armado con 26 cañones y con una tripulación de mas de cien hombres- quedó varado e imposibilitado de todo movimiento. Avisado Liniers de la situación, mandó a Güemes a encontrar a Pueyrredón para comunicarle la orden de aproximarse al navío. Al recibir Pueyrredón la orden, puso bajo el mando del salteño una pequeña fuerza de 30 paisanos montados y armados con lanzas, sables, boleadoras, etc., los que no sólo se aproximaron a la nave sino que además la tomaron al abordaje, rindiendo a toda su tripulación.

El lugar donde quedó varado el navío está ubicado en donde hoy día se encuentra la Plaza Fuerza Aérea Argentina, frente a la estación Retiro del ex Ferrocarril Mitre y que en aquellos días era río y estaba situado a 400 mts. aproximadamente de las barrancas, actual Plaza General San Martín.

Actuación de Artigas

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag. 8 


José Artigas - Periódico El Restaurador
José Artigas


Actuación de Artigas



Cuenta Juan Zorrilla de San Martín en “La Epopeya de Artigas”



“También en estas invasiones inglesas al Río de la Plata nos encontramos con un capitán o ayudante mayor, José Artigas, quién, hallándose enfermo, al ver que su regimiento se queda de guarnición en Montevideo cuando sus camaradas han partido a la reconquista de Buenos Aires, ruega al gobernador Huidobro que le permita incorporarse a la gloriosa cruzada, Huidobro accede; le dá un pliego para Liniers. Artigas cruza solo el río; alcanza la expedición, cuando ésta va a expugnar a Buenos Aires; pelea en los Corrales de Miserere, en el Retiro, la Plaza Victoria. Rendido el inglés, es él quien se presenta a Huidobro en Montevideo con el parte de la victoria; ha repasado el río en una barca; ésta ha naufragado, y el animoso tripulante, desnudo como el heraldo de Maratón, ha ganado la orilla a nado, con la feliz noticia”.

Buenos Aires forma parte del Imperio Britanico

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag. 8 


LONDRES, ULTIMO MOMENTO, 

“BUENOS AIRES FORMA PARTE DEL IMPERIO BRITANICO”



“The Times”, de Londres, publicó en su edición del sábado 13 de setiembre de 1806, la noticia recién llegada sobre la toma de Buenos Aires por los británicos:


“Sábado, 3 de la mañana. Debemos congratular al público con motivo de un comunicado urgente que acabamos de recibir de Portsmouth, sobre uno de lo más importantes acontecimientos de la presente guerra. EN ESTE MOMENTO BUENOS AIRES FORMA PARTE DEL IMPERIO BRITÁNICO, y cuando consideramos las consecuencias resultantes de su situación y sus posibilidades comerciales, así como también de su influencia política, no sabemos cómo expresarnos en términos adecuados a nuestra idea de las ventajas que se derivarán para la nación a partir de esta conquista.

“La siguiente es la carta de nuestro corresponsal:

Portsmouth, Viernes, 7 de la tarde: No pierdo un instante en informarle que la fragata “Narcissus” ha llegado, trayendo el importante informe de la toma de Buenos Aires por parte de la expedición del Cabo de Buena Esperanza, a fines de junio, creo que el 27 o el 28. No han trascendido otros detalles, pero lo que he escrito podrá satisfacerle por el momento. Acaba de salir para ésa un oficial, cuyo nombre no he podido averiguar, con despachos para el Gobierno”.

Informe sobre Buenos Aires publicado por “The Times” el 25 de setiembre de 1806.

El territorio que ahora constituye la provincia de Buenos Aires se hallaba en un principio sometido al control del virrey del Perú, pero en 1778 fue constituido como gobierno independiente. Esta disposición y el permiso de libre comercio que le fue otorgado el mismo año lo han beneficiado grandemente. En 1791 los comerciantes españoles y también los extranjeros obtuvieron licencia de importación de esclavos negros y herramientas, y pudieron exportar los productos del país. Este aliciente ha contribuido en gran medida al progreso de la agricultura y al crecimiento de la población, y tal es la fertilidad del suelo que, si se mantienen esas sabias medidas, Buenos Aires se transformará en corto tiempo en el granero de Sudamérica. En esas regiones, bendecidas por un clima excepcionalmente favorable, la sola Naturaleza, si no se ponen impedimentos en su camino, producirá de todo casi espontáneamente. La provincia en la que se encuentra Buenos Aires es muy extensa, y abunda en fertilísimas tierras cultivadas, cruzadas en todas direcciones por ríos y arroyos, que van a morir al gran río de la Plata. Las praderas mantienen a millones de vacas, caballos, ovejas y cerdos. Abunda la sal, y no faltan lugares donde los buques y embarcaciones pueden ingresar un cargamento de carne salada para exportación. La pesca en las costas, especialmente la de la ballena y del lobo marino, es muy productiva, lo mismo que la caza en el interior Algodón, lino y cáñamo son cultivados en muchos distritos, y no faltan algunas minas de oro.

En el año 1796 el monto total de las importaciones fue de 2.853.944 pesos. Las exportaciones en el mismo año fueron: oro acuñado y sin acuñar: 1.425.701 pesos; plata: 2.556.304; los demás productos del país: 1.076.877, o que hace un total de alrededor de 5 millones de pesos. Los principales artículos producidos fueron: cueros, sebo y lana.

Durante la guerra se produjo una seria paralización del comercio, y se notó falta de toda clase de manufacturas europeas, especialmente telas de lino, en cuyo lugar debieron utilizar algodones fabricados en la provincia. También existió una gran demanda de licores espirituosos, la que no pudo ser satisfecha Montevideo es el mejor puerto del país. Las cosas fundamentales necesarias para la vida son aquí tan extraordinariamente baratas, que ello favorece el ocio. Hay aquí numerosas bandas de vagabundos, llamados “gauderios”, parecidos a los gitanos en muchas cosas, si bien no son aficionados al robo. Recorren el país en pequeños grupos, y entretienen a los campesinos cantando baladas de amor, acompañándose con la guitarra. Los paisanos, por su parte, les suministran todo lo que pueden necesitar y el país es tan generoso que sus necesidades son pocas Para saciar el hambre, sólo precisan capturar alguna res de las muchas que vagan por este territorio. Hace apenas cuarenta años Buenos Aires era sólo la cuarta ciudad en el Virrenato del Perú, y los ciudadanos no tenían casas de campo: pero ahora no hay en Sudamérica, con la excepción de Lima, ciudad más importante que Buenos Aires, y hay pocas personas en buena posición que no tengan quintas, y que no cultiven en sus jardines toda clase de frutos y flores. Las damas de Buenos Aires son consideradas las mas agradables y hermosas de toda Sudamérica, y, aunque no igualan a las de Lima en magnificencia, su manera de vestirse y adornarse es no menos agradable y revela un gusto superior.

Hay tal abundancia de provisiones y particularmente de carne fresca en Buenos Aires que frecuentemente se las distribuye gratis entre los pobres. El agua del río es más bien barrosa, pero pronto se clarifica y se hace potable al ser conservada en grandes cubos o vasijas de barro. También hay gran abundancia de pescado…

El comercio de esta región, bajo el ordenamiento británico, promete ser sumamente ventajoso para ella, y podría abrir mercados de incalculables posibilidades para el consumo de manufacturas británicas. En la medida en que las cargas impuestas a los habitantes sean disminuidas por el Gobierno británico, sus medios de comprar nuestros productos se verán incrementados, y el pueblo, en lugar de permanecer andrajoso e indolente se hará industrioso, y llegará a la mutua competencia por poseer no solo las comodidades, sino aun los lujos de la vida.

Cabildo Abierto del 14 de Agosto la formacion de Fuerzas Militares

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag. 8 

Cabildo Abierto del 14 de Agosto

LA FORMACION DE FUERZA MILITARES



Dos días después de reconquistada Buenos Aires, el 14 de Agosto se reunió un Cabildo Abierto, en el cual se decidió quitar el mando político y militar al Virrey Sobremonte. Avisado este de lo decidido delegó el mando de las tropas en Santiago de Liniers, reservándose el gobierno del resto del virreinato. La Audiencia asumió el poder político de Buenos Aires.

En setiembre de 1806, el comodoro inglés Pophan bloquea con sus navíos la ciudad de Montevideo. Buenos Aires, teme ser atacada otra vez y se prepara para la defensa.

España, debido a que el poder naval inglés domina los mares, se ve en la imposibilidad de mandar fuerzas a sus colonias. El Virreinato queda librado a su propia suerte. Cuenta la historia que después del 14 de agosto, el Cabildo mandó a Pueyrredón como representante a España para pedir auxilios materiales, milicias y armamentos, habiendo éste recibido de las autoridades peninsulares la siguiente respuesta:

Que las colonias se defiendan como puedan”.

Liniers convoca a todos los hombres aptos para tomar las armas y se organizan nuevos batallones. Estos cuerpos militares se identifican con el lugar de nacimiento, y sus propios jefes y oficiales son elegidos por sus integrantes. Se forma el Regimiento de Patricios, integrado por criollos, entre otros, por “jornaleros, artesanos y menestrales pobres”, a cuyo frente fue elegido el Coronel Cornelio Saavedra. Ese Cuerpo y ese Jefe tendrán años más tarde (Asonada del 1º de enero de 1809 y sucesos de Mayo de 1810) un desempeño destacado y decisivo en la historia patria.

También se formaron los batallones de Montañeses, Catalanes, Andaluces, Gallegos, Asturianos, Arribeños (del Norte del Virreinato), Migueletes, Húsares, de Indios, Pardos y Morenos y otros.

Estos batallones se ejercitan diariamente en el uso de las armas, marchas y maniobras y artes de la guerra.

“A toda hora, continuos ejercicios de las tres armas. Las formaciones y acampamientos generales eran continuos y del más bello espectáculo, hasta allí no conocido en Buenos Aires. El 15 de enero de 1807 se realizó una revista general de las tropas de la ciudad en el campo de Barracas. A las dos y media de la mañana salieron de la Fortaleza cien tambores, seguidos de brillantes bandas de música, y rompiendo la generala marcharon las tropas en larga columna por la calle de Santo Domingo (hoy Defensa) hacia el lugar del acampamiento, a donde llegaron a las cuatro de la mañana. El pueblo, y principalmente el bello sexo, alborozado, alegre, jubiloso, se puso en movimiento, precipitándose en pos de las tropas que marchaban ya a pie, ya a caballo o en carruajes de toda especie... A las ocho de la mañana hubo misa y a las diez se pasó revista general por las autoridades. Después vivaqueó la tropa, para lo cual el Cabildo había costeado el pan y el vino, dando un barril por compañía. La gente que acompañó al lugar a los soldados, también comió en el lugar y en casas vecinas. Las músicas de los distintos cuerpos atronaban el aire con sus sonidos. A las siete de la tarde regresó el ejército a la ciudad…” (Francisco Seguí, en sus memorias)

Combate de Pedriel

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año I N° 3 - Junio 2007 - Pag. 7 

JUAN MARTÍN DE PUEYRREDÓN (1777-1850) 
MUSEO DEL CABILDO.
ÓLEO DE RAFAEL D. DEL VILLAR
Combate de Perdriel




El Bicentenario de las Invasiones Inglesas tiene íntima relación con la historia de nuestra Ciudad. El primer acto de resistencia al invasor inglés y que se conoce como Combate de Perdriel, tuvolugar en el caserío de Perdriel el 1o de agosto de 1806. El caserío y la chacra -o chácara como se decía en aquel tiempo- de Perdriel, se llamaron así por el apellido de su primitivo propietario. En el año 1806 la chacra pertenecía a Domingo Belgrano, -padre del creador de la bandera Manuel Belgrano- y quedaba ubicada a 20 km. al noroeste de la Ciudad de Buenos Aires. Ocupada por los ingleses la Ciudad de Buenos Aires, y mientras en Montevideo se estaban organizando las fuer- zas que habrían de marchar sobre Buenos Aires, de este lado del Plata, las fuerzas españolas (españoles propiamente dicho y criollos) se fueron concentrando en Perdriel por ser un punto equidistante de Buenos Aires, Olivos y Las Conchas (actual Ptdo. de Tigre) y por ser estos dos, los lugares probables donde desembarcarían aquellas fuerzas que venían de Montevideo a las órdenes de Liniers, en ayuda de la capital del Virreinato. Allí, en Perdriel se fue juntando una pequeña fuerza proveniente de la Ciudad de Buenos Aires a las órdenes de los caudillos Trigo y Feijoó que fueron llegando en grupos, como así también gente de las localidades aledañas de San Isidro, Morón, Luján, Pilar, reclutados y acaudillados por Juan Martín de Pueyrredón y el cuerpo de Blandengues -fuerza ésta destinada originariamente al cuidado de la frontera-.

CRUCE DEL RIACHUELO EN 1806. GRABADO INGLÉS 

Se juntó así una fuerza de aproximadamente 1000 hombres y cuatro pequeños cañones. Anoticiado Beresford de todo ello, formó una columna con 500 soldados del regimiento 71 de Cazadores escoceses y 50 hombres del batallón de Santa Elena y seis piezas de artillería y en las primeras horas del 1o de agosto salió de Buenos Aires, llegando a Perdriel a las 8 de la mañana, donde batió a las bisoñas fuerzas de Pueyrredón, pero la falta de caballería le impidió perseguir a los vencidos y lograr una mayor victoria.


En la escaramuza, Pueyrredón con un puñado de hombres, trató de apoderarse de la artillería inglesa, atacándola por la retaguardia, pero una descarga de fusilería dio muerte a su caballo, y Pueyrredón cayó muy cerca de los oficiales ingleses. Beresford al querer desenvainar la espada para matarlo no lo pudo hacer por encontrarse enmohecida por falta de uso. En esos dramáticos instantes Pueyrredón pudo salvarse, ya que en forma imprevista el paisano Lorenzo López se aproximó al galope y levantó a su jefe en las ancas de su propio caballo.


Los paisanos dispersos de Perdriel, se sumarán días después a las fuerzas de Liniers desembarcadas en Las Conchas.