REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA
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La bandera argentina en unión y libertad
por Armando Alonso Piñeiro
Creación de la bandera argentina por Manuel Belgrano
En mi entrega anterior
prometí ocuparme de los colores de la bandera argentina, producto de agudas
discusiones durante muchos años aun desde el siglo XIX.
Cuando en 1812 Manuel
Belgrano crea la enseña nacional, no era como la que conocemos ahora, sino que
estaba formada por dos franjas horizontales, una blanca y la inferior azul.
Desautorizado por Bernardino Rivadavia, el vencedor de Suipacha no la destruyó,
sino que la ocultó.
Hubo luego otros
símbolos, como la bandera de los Andes, bendecida y jurada en 1817 por orden de
José de San Martín, que ostentaba el escudo nacional rodeado por una corona de
laureles. A Juan Manuel de Rosas le correspondió el símbolo federal: dos
franjas azules -más bien azul turquí- y una blanca en el centro, las tres
horizontales.
En realidad, aquí
comenzó la polémica. ¿Azul o celeste? Como bien lo dijera el profesor Aníbal
Luzuriaga, presidente del Instituto Nacional Belgraniano, “es un problema
puramente ideológico: durante el gobierno rosista se utilizó el azul turquí o
azul intenso, y el celeste era el color que distinguía a los unitarios”.
Hay muchos tonos de
azul, aparte del turquí: el azul-celeste, el azul oscuro, el azul claro, el
azul marino, el azul de Prusia. La documentación histórica, ciertamente,
introduce confusiones en el tono del lábaro argentino, porque se habla de
manera indistinta de azul, azul-celeste y celeste.
Otro miembro del
Instituto Nacional Belgraniano, el distinguido especialista Guillermo Palombo,
escribió dos libros sobre el tema: “La expresión técnica usada desde 1812 en
adelante -señaló en su oportunidad- es azul-celeste, y el color es el azul, del
que el celeste es un matiz”.
Sin duda, la entidad
que evoca eternamente las glorias de Manuel Belgrano es la más autorizada para
definir el problema. De manera que abocándose a un estudio profundo, elaboró un
dictamen, cuyos fundamentos -señala- son concordantes con los emanados de la
Academia Nacional de la Historia y de la Academia Nacional de Bellas Artes.
Para el estudio se solicitó el aporte del Instituto Argentino de Normalización
(IRAM), del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, de laboratorios
militares y entidades independientes.
El documento es
extenso, pero la conclusión impecable: “Desde 1816 hasta la época de Rosas, la
bandera nacional fue, ininterrumpidamente, blanca y celeste, como la creada por
Belgrano en 1812, que tomó su color de la escarapela nacional azul celeste,
conforme lo preceptuara el Triunvirato al crearla oficialmente”.
¿Los colores del
cielo? No. Más precisamente, los tonos del manto de la Virgen, que coinciden
con las ideas de unión y libertad.
Por otra parte, y como
elemento de curiosidad, cabe recordar que la bandera siempre debe ser
enarbolada a la derecha de cualquier portal o de cualquier otra enseña que la
acompañe. También es bueno señalar que debe izarse aproximadamente a las ocho
de cada mañana, pero arriarse al caer la noche, aun en días de lluvia. Existe
también un rito para su doblez, como lo tienen casi todas las liturgias
ceremoniales del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, tiene precisas reglas
para su plegado. En la Argentina, en realidad no puede doblarse, sino que,
convertida en una especie de bollo, el sol siempre debe quedar hacia arriba.
Son fantasmas del pasado que afortunadamente inspiran las costumbres del presente.
En este Blog -Revolviendo la biblioteca 122- podrá leerse un artículo sobre este tema titulado "Celeste y blanca", del mismo autor, en el siguiente link:
https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2023/07/los-colores-de-la-bandera-armando.html