jueves, 12 de enero de 2023

Batalla de Trafalgar

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

En el periódico R&R realidad y reflexión, Año 1 N° 9 del mes de noviembre de 2005, encontramos un interesante artículo sobre la batalla de Trafalgar 

El nombre árabe de Trafalgar

La batalla de Trafalgar, de la que ahora se acaban de conmemorar 200 años y que tuvo lugar en aguas del cabo del mismo nombre, vecinas a la ciudad de Cádiz, el 21 de octubre de 1805, enfrentó a la escuadra inglesa, mandada por el almirante Nelson, y a la flota combinada francoespañola, dirigida por el vicealmirante Villeneuve. Sin embargo, poco se sabe sobre el significado de Trafalgar que es de origen árabe como tantos otros topónimos de la geografía de España: Tarifa, Algeciras, Guadalquivir, Calatayud, Badajoz, Alcalá, Guadalajara, Madrid, etc.


Batalla de Trafalgar
El Redoutable intentó lanzarse al abordaje del Victory, el buque insignia inglés.
Puede observarse sobre las gavías del buque francés, un numeroso grupo de fusileros
de donde partiría el disparo fatal, que dio muerte al almirante Nelson 

El Cabo Trafalgar es un punto en la costa suroeste de la Península Ibérica, al sureste de Cádiz y al noroeste de Gibraltar. Generalmente, este arabismo se lo intenta explicar a través de tres formas:

Taraf al-Aghar. una interpretación contemporánea del original árabe de Gibraltar que no tiene ningún fundamento.

Taraf al-Ghar: 'Ghar' es un término árabe que tiene un doble significado: de modo que podemos traducir igualmente 'Cabo de la Cueva', o 'Cabo de los Laureles”.

Taraf al-Gharb: Esto significa ‘Cabo del Oeste’. El erudito y diplomático británico sir Richard Francis Burton (1821-1890), en su traducción de las Mil y Una Noches, observa en una de sus notas que la correcta etimología es esta última (Cabo del Oeste).


La batalla que cambió la historia del mundo

La derrota de la flota francoespañola en Trafalgar, que costó numerosas bajas en uno y otro bando, se considera el fin de la hegemonía naval que España había ejercido durante más de tres siglos, y la frustración definitiva de Napoleón Bonaparte (1769-1821) de invadir las Islas Británicas.

El combate, intenso y muy cruento, enfrentó durante unas cinco horas (entre las doce del mediodía y la cinco de la tarde) a 27 navíos de línea de la Armada Real inglesa con 18 barcos de línea franceses, bajo el mando de Pierre Charles Jean Baptiste Silvestre de Villeneuve (1763- 1806), y 15 de línea españoles, dirigidos por Federico Gravina (1756-1805) que perecería a causa de sus graves heridas.

Este último era partidario de hacerse fuerte en Cádiz y evitar el enfrentamiento en mar abierto con los ingleses. Sin embargo, Villeneuve hizo caso omiso y propició el choque. Colocó a sus navíos en una línea de combate paralela a la costa de Cádiz.

Una audaz maniobra contra unas líneas enemigas mal organizadas propició que la flota inglesa se lanzara como una doble cuña que despedazó a sus adversarios. Éstos perdieron 17 naves y sufrieron unas 4.400 víctimas mortales (3.400 francesas, 1.000 españolas) y alrededor de 2.500 heridos.

Los ingleses, por su parte, no perdieron ninguna embarcación y sólo registraron 450 muertos y 1.200 heridos, entre ellos el almirante Horatio Nelson (1758-1805), el gran héroe de la historia naval británica. Una bala de un francotirador apostado en la cofia del Redoutable le atravesó un pulmón, provocándole la muerte luego de una breve agonía.

Antes de lanzar el asalto, había aleccionado a sus hombres con una frase que ha pasado a la historia: England expects that every man will do his duty (“Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber”), frase muy versátil que puede aprovecharse en cualquier latitud, por ejemplo, “Argentina espera que cada hombre cumpla con su deber”. ¿Cumpliremos?

En la terrible y sangrienta lucha que siguió el ataque inicial, los marineros y oficiales ingleses se mostraron muy superiores en las maniobras y los artilleros mucho más precisos. Por ejemplo, la cadencia de tiro promedio de los ingleses era de una andanada cada 90 segundos mientras que los españoles y franceses, a duras penas, disparaban cada tres o cuatro minutos. Además, los navíos ingleses eran muy marineros y el oficio de sus capacitadas tripulaciones los hacían sumamente maniobrables.

A esta profesionalidad, las dotaciones españolas y francesas opusieron una defensa heroica, como la del capitán Lucas, del Redoutable (‘Formidable’) con 74 cañones, que no pudo tomar el Victory (‘Victoria’), el barco insignia inglés con 104 cañones, o el comodoro Infernet al mando de L'Intrépide (El Intrépido), el último en rendirse. El Santísima Trinidad, con 140 cañones, que enarbolaba pabellón español, el barco más gigante de su época, sufrió fuertes bajas (205 muertos y 108 heridos) y su cubierta fue convertida en un pontón. Fue apresado, pero al ser remolcado hacia Gibraltar se fue a pique en las proximidades de punta Caramiñal.

Pese a la superioridad militar de los ingleses y la insuficiente preparación de los aliados, los historiadores atribuyen mayoritariamente la derrota francoespañola a la pésima estrategia del vicealmirante Villeneuve, debido a la arriesgada salida del puerto de Cádiz y a sus malas elecciones tácticas. Se suicidó seis meses después de la batalla.

Trafalgar confirmó la supremacía naval británica (que se extendió hasta mediados del siglo XX), haciendo inexpugnable a Inglaterra ante una posible invasión napoleónica.