domingo, 8 de enero de 2023

Ricardo Ramírez Calvo - Norberto Jorge Chiviló - Rosas "tirano"

  Publicado en el diario La Nación el 26 de diciembre de 2022   


En la edición de la fecha se publicó un artículo cuyo autor es el profesor universitario Ricardo Ramírez-Calvo, en el cual se afirmaba que Rosas era un tirano y efectuaba otras consideraciones sobre su accionar impidiendo que las provincias pudieren comerciar con el extranjero.

El 29 de diciembre le remití a dicha persona un correo electrónico, poniendo de resalto mi discrepancia con respecto a tales conceptos y también remití al diario una carta para su publicación, todo lo cual se transcribe a continuación. 

Norberto J. Chiviló



El Dr. Ricardo Ramírez-Calvo es profesor de Derecho Constitucional, en varias Universidades, entre ellas la de San Andrés, es autor de varios libros y colaborador de distintos medios periodísticos como La Nación, Clarín y Revista Jurídica La Ley, entre otras.



El federalismo: una incómoda barrera para el autoritarismo


Desde el nacimiento mismo del constitucionalismo liberal con la Constitución de los Estados Unidos de América, la principal preocupación ha sido cómo diseñar un gobierno efectivo, pero a la vez limitado. La técnica para lograr ese equilibrio fue inventada por los constituyentes estadounidenses: separación de poderes con frenos y contrapesos y federalismo.
James Madison, uno de los principales inspiradores de la Constitución estadounidense, explicó en El Federalista que no basta con dividir el poder y atribuírselo a distintos órganos completamente desconectados entre sí. Por el contrario, es imprescindible que los distintos poderes del gobierno “estén tan conectados y mezclados como para dar a cada uno un control constitucional sobre el otro”. Eso es lo que diferencia la separación de poderes estadounidense de la del constitucionalismo francés, que luego se extendió a Europa continental: los frenos y contrapesos o checks and balances.
Así, el Poder Ejecutivo puede vetar un proyecto de ley sancionado por el Congreso, el Congreso debe aprobar el presupuesto para que el presidente pueda gastar, el Poder Judicial ejerce el control de constitucionalidad sobre los actos de los otros poderes y los jueces son designados por el presidente con acuerdo del Senado. Esos son algunos ejemplos de los frenos y contrapesos.
No conformes con eso, los estadounidenses crearon otra forma de distribuir el poder, ya no entre distintos órganos de un mismo gobierno, sino territorialmente. Eso es precisamente el federalismo: una forma de distribución geográfica del poder. Nuestro país adoptó los principios fundamentales del constitucionalismo estadounidense y, con ello, el federalismo. El principio es exactamente el mismo que el de la separación de poderes con frenos y contrapesos: distribuir el poder entre distintos centros interdependientes entre sí, de manera que cada uno de ellos tenga incentivos para controlar a los otros.
El federalismo se erige así en una formidable barrera contra el despotismo, ya que desconcentra el poder entre unidades que, constitucionalmente, son autónomas. Es por eso que todos los gobiernos autoritarios aborrecen el federalismo. En última instancia, lo que aborrecen es la libertad. Ningún gobierno arbitrario puede tolerar que existan centros de poder que no pueda controlar.
Una de las primeras medidas que adoptó Adolf Hitler, luego de que el Parlamento aprobara ilegalmente la ley de habilitación, fue la llamada eufemísticamente “igualación de los Länder (provincias) con el Reich”. A través de esa “igualación”, se disolvieron los parlamentos provinciales, se removieron las autoridades de los Länder y se las reemplazó por delegados (Reichsstatthalter) del gobierno central. Fue el fin del federalismo y la consolidación definitiva de la tiranía nazi.
En nuestro país, todos los golpes de Estado removieron a las autoridades provinciales y las reemplazaron por delegados designados por el gobierno nacional. Incluso gobiernos electos abusaron de las intervenciones federales, para desplazar todo atisbo de oposición. Un caso emblemático fue la intervención federal de la provincia de Corrientes en 1947, la única de las 14 provincias de ese entonces con un gobierno en manos de la oposición.
Otras formas más embozadas, pero no menos inconstitucionales, se han utilizado en nuestro país para disciplinar a las provincias. La principal herramienta ha sido la asfixia económica a través del uso discrecional y abusivo de aportes del Tesoro nacional. Para poder ahogar todo atisbo de independencia es fundamental hacer depender económicamente a las provincias y a la ciudad de Buenos Aires de la billetera del Ejecutivo nacional. Un gobernador mendicante es un gobernador dócil. El círculo vicioso es alimentado también por muchos de esos gobernadores. Es infinitamente más sencillo vivir de la dádiva que tener que ser eficiente y vivir con recursos propios.
La reforma constitucional de 1994 intentó poner coto a esa situación. Lamentablemente, y como tantas otras veces, la Constitución ha sido grosera y sistemáticamente violada. En nuestro país el federalismo es un mero decorado. No es casual que se festeje como Día de la Soberanía Nacional el aniversario de una batalla en la que el tirano que gobernaba la provincia de Buenos Aires intentó impedir que las provincias pudieran comerciar directamente con el extranjero. Los nombres cambian, pero las maniobras son las mismas.
El actual embate contra la ciudad de Buenos Aires es idéntico al que sufrió, por ejemplo, la provincia de Córdoba hace no muchos años. Los gobernadores que defienden la quita unilateral de fondos a la ciudad de Buenos Aires y que instan al Poder Ejecutivo a alzarse contra una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación no solamente justifican una grosera violación de la Constitución nacional, sino que, además, fomentan la eliminación del federalismo que falsamente dicen defender.
La disputa excede largamente la cuestión de la asignación de los fondos coparticipables. El objetivo final es reemplazar nuestro actual sistema constitucional y la democracia liberal que aquel consagra por un régimen populista abiertamente autoritario. La separación de poderes y el federalismo son las barreras que lo impiden. Defenderlos es defender la libertad.

Ricardo Ramírez-Calvo es profesor de Derecho Constitucional, Universidad de San Andrés

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Carta que dirigí a los dos correos electrónicos del Dr. Ramírez-Calvo registrados en el Colegio de Abogados del Departamento Judicial de San Isidro.
 
Villa Ballester,  29 de diciembre de 2023
Sr. Dr. Ricardo Ramírez-Calvo
De mi consideración.
Estoy suscripto al diario La Nación, hace ya varios años y el día 26 ppdo., leí el artículo de su autoría “El federalismo: una incómoda barrera para el autoritarismo”. Me llamó la atención un párrafo en el que afirma: “No es casual que se festeje como Día de la Soberanía Nacional el aniversario de una batalla en la que el tirano que gobernaba la provincia de Buenos Aires intentó impedir que las provincias pudieran comerciar directamente con el extranjero. Los nombres cambian pero las maniobras son las mismas”.
Me extraña que siendo Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de San Andrés, como figura al pie de ese artículo, y de acuerdo también a su nutrido e importante curriculum vitae serlo también en otras Universidades, además de escribir artículos no solo en La Nación, sino en Clarín, La Ley y otros medios, ser autor de varios de libros, etc. haya hecho las dos afirmaciones que me llamaron la atención, que paso a contestar brevemente.

“Tirano que gobernaba la provincia de Buenos Aires”
Me causa extrañeza que una persona culta como Ud. se haya quedado en el tiempo, en cuanto a sus apreciaciones históricas, con aquello que nos enseñaban en la escuela primaria sobre el “tirano Rosas” y que siga creyendo en la “Gran historieta”, como lo es la llamada Historia Oficial, relato creado por los enemigos de Rosas en el siglo XIX, ya hoy totalmente superado. 
Dr.,  avívese. Por suerte yo me “avivé” cuando a los 12 o 13 años de edad, allá por el ’59 o el ‘60 tuve la suerte de leer la cláusula 3ra. del testamento del general San Martín, por el cual éste legó su sable libertador, al Restaurador. En esos momentos, mi mente infantil razonó que si San Martín, a quien en el Colegio ponderaban tanto, le había legado su sable al “tirano”, este no debería serlo tanto… Así como me avivé de chico y seguí leyendo e investigando sobre nuestra historia, hay personas ya mayores, incluso algunos llamados “historiadores” que siguen con el mismo cuentito y no salen de lo del “tirano” y "la tiranía de Rosas".
También me avivé que había “próceres”, que no eran tales, y que sí fueron tiranos –y aquí sí no coloco comillas-, pero que para la historia oficial fueron “luchadores por la libertad contra la tiranía de Rosas”.
Según el Diccionario Enciclopédico Salvat Alfa, (Edic. 1987) define al “tirano” como el “Que obtiene contra derecho el Gobierno de un Estado”.
Le pregunto Dr., ¿Obtuvo Rosas contra derecho en algún momento el Gobierno de la provincia de Buenos Aires?
Rosas siempre llegó al poder por medios legítimos, no como sus adversarios que asaltaron el poder en toda ocasión que pudieron. Incluso hasta 1916 –año en que se instauró el sufragio universal, obligatorio y secreto- los que llegaron al poder –léase gobiernos “constitucionales”– lo hicieron en manera no democrática, mediante el fraude, componendas en tenidas masónicas, etc… pero dejemos que los mismos enemigos de Rosas digan que opinaban del “tirano”:
"Rosas era un republicano. Era la expresión de la voluntad del pueblo y en verdad que las actas de elección así lo muestran. El gobernante se in­clina ante la soberanía popular representada por la legislatura. Grandes y poderosos ejércitos lo sirvieron, grandes y notables capitalistas lo apo­yaron y sostuvieron. Abogados de nota tuvo en los profesores patentados de derecho. Verdadero entusiasmo era el de millares que lo proclama­ban el Héroe del Desierto y el Gran America­no. Rosas era popular... Rosas era una manifestación social, una fórmula de una manera de ser de un pueblo. La suma del poder público le fue otorgada por aclamación y plebiscito, someti­endo al pueblo la cuestión" (Sarmiento, Obras Completas, Tomo XXVII, pág. 323).
(Rosas) “Representaba el sentimiento del país, porque tuvo la adhesión de Buenos Aires, de las provincias, de los caudillos y de los pueblos, de la burguesía y de la plebe, de los indios y de los gauchos, de los negros libertos y de muchos blancos europeos…el sistema de Rosas es un fruto de los dos sentimientos más fecundos creados por la revolución de Mayo: el americanismo y la democracia” (Ricardo Rojas, “La Literatura Argentina”).
Podría seguir con las citas, pero creo que con lo transcripto es más que suficiente.
Ahora le pregunto: Lavalle, que asaltó el poder el 1° de diciembre de 1828, fusiló sin causa ni juicio alguno al legítimo gobernador, coronel Manuel Dorrego, el 13 de ese mes y la represión que desató a continuación en la provincia durante su “gobierno” (Ver: Memorias Curiosas de Juan Manuel Beruti, Memorias del general Iriarte, entre otros), ¿fue tirano?. Lo mismo le pregunto con respecto a José M. Paz, Gregorio Aráoz de Lamadrid, entre otros, por nombrar a personajes de aquella época.

La batalla de Vuelta de Obligado “en la que el tirano que gobernaba la provincia de Buenos Aires intentó impedir que las provincias pudieran comerciar directamente con el extranjero…”
Con esa afirmación, Dr., ha desconocido los motivos y razones que tuvo el “tirano”, para oponerse a la libre navegación de nuestros ríos interiores. Ud. no es una persona común que sin ton ni son hace afirmaciones que no se condicen con la verdad histórica, Ud. es un profesor, justamente de Derecho Constitucional y por ello no puede desconocer la existencia de tratados interprovinciales a los cuales Rosas ajustó su conducta como encargado de la relaciones exteriores de la Confederación Argentina, para impedir el paso de naves extranjeras por nuestros ríos interiores.
Me parece, no sé… que cuando se escribe un artículo como el suyo, se debe actuar con seriedad. Debió analizar debidamente el caso, la normativa vigente, la circunstancia histórica, antes que decir algo sin asidero de ningún tipo. ¿Cómo le enseña a sus alumnos universitarios? Su antirrosismo lo condiciona a afirmar cosas que no son ciertas.
No quiero ser grosero ni irrespetuoso. De haber hecho tal afirmación una persona común, a lo mejor ni le hubiera contestado, pero no puedo dejar pasar una inexactitud de tal calibre proferida por un Profesor universitario y sobre hechos que tienen que ver con la materia de la cual tendría que ser especialista, ya que se refiere a los pactos y tratados interprovinciales prexistentes a la Constitución del 53.
El día 9 del mes pasado, se publicó en La Nación una carta del historiador Roberto Azaretto, en la que se hizo referencia también a la mencionada batalla; le contesté con la que se publicó en el diario el día 13 siguiente.
Le envío el link, -correspondiente al blog “Periódico El Restaurador”- por el cual podrá acceder al texto de las mismas: https://periodico-el-restaurador.blogspot.com/2022/11/vuelta-de-obligado-diario-la-nacion.html
Podría argumentar mucho más, pero creo que con lo expresado es suficiente.
Sin más lo saludo atentamente.
Norberto Jorge Chiviló 
                           Abogado (CASM T° I F° 255)

No recibí respuesta alguna a esta carta

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Texto de la carta enviada al diario La Nación el 29/12/2022 para ser publicada en la sección "De los lectores"

El tirano Rosas

En el artículo del profesor universitario Ricardo Ramírez-Calvo, publicado el día 26 ppdo., se menciona al “tirano que gobernaba la provincia de Buenos Aires”, cuando ocurrió el combate de Vuelta de Obligado, en indirecta alusión a Juan Manuel de Rosas, quien era el gobernante porteño en aquél momento.

Según el Diccionario Enciclopédico Salvat Alfa, (Edic. 1987) define al “tirano” como el “Que obtiene contra derecho el Gobierno de un Estado”.

Rosas siempre llegó al poder, tanto el 1829 como en 1835, de acuerdo a la ley, esto es, elegido por la Legislatura de la provincia. Inclusive en el último caso previo plebiscito –realizado a su expreso pedido-, en el que casi el cien por ciento de los bonaerenses manifestaron su conformidad en su designación. Fue esta la primera vez de una elección democrática de un gobernante argentino.

Su enconado enemigo, Domingo F. Sarmiento, (en Obras Completas, Tomo XXVII, pág. 323), afirmó: "Rosas era un republicano. Era la expresión de la voluntad del pueblo y en verdad que las actas de elección así lo muestran. El gobernante se in­clina ante la soberanía popular representada por la legislatura. Grandes y poderosos ejércitos lo sirvieron, grandes y notables capitalistas lo apo­yaron y sostuvieron. Abogados de nota tuvo en los profesores patentados de derecho. Verdadero entusiasmo era el de millares que lo proclama­ban el Héroe del Desierto y el Gran America­no. Rosas era popular... Rosas era una manifestación social, una fórmula de una manera de ser de un pueblo. La suma del poder público le fue otorgada por aclamación y plebiscito, someti­endo al pueblo la cuestión". También (en el Facundo), afirmó: “Y debo decirlo en obsequio de la verdad histórica: nunca hubo gobierno más popular, más deseado, ni más bien sostenido por la opinión”.

Ricardo Rojas (en La Literatura Argentina), refiriéndose a Rosas, dijo: “Representaba el sentimiento del país, porque tuvo la adhesión de Buenos Aires, de las provincias, de los caudillos y de los pueblos, de la burguesía y de la plebe, de los indios y de los gauchos, de los negros libertos y de muchos blancos europeos…el sistema de Rosas es un fruto de los dos sentimientos más fecundos creados por la revolución de Mayo: el americanismo y la democracia”.

Podría seguir con más citas, pero estimo que con las transcriptas es más que suficiente.

Con respecto al segundo tema mencionado por Ramírez-Calvo acerca de que Rosas impidió a las provincias comerciar libremente con el extranjero me remito a lo ya expresado en mi carta publicada en este diario el día 13 de noviembre.

Esta carta no fue publicada.