martes, 3 de enero de 2023

Malvinas - La aviación argentina en las Malvinas

 REVOLVIENDO LA BIBLIOTECA

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En esta sección que llamamos "Revolviendo la biblioteca", incluimos distintos artículos de gran interés histórico, poco conocidos por el público en general, publicados hace ya muchísimos años. 

Encontramos esta serie de artículos que fueron publicados en el diario La Prensa desde el 21 al 27 de mayo de 1985, referentes al desempeño de la Fuerza Aérea Argentina en el conflicto de Malvinas.

 Diario La Prensa, martes 21 de mayo de 1985 

Siete días hace tres años
La aviación argentina en la guerra de las islas Malvinas
 
A continuación publicamos, a título de anticipo, el capítulo inicial del libro “La guerra inaudita. La historia del conflicto del Atlántico Sur”, cuyo autor es Rubén O. Moro y que aparecerá próximamente. En muestras ediciones siguientes continuaremos con la publicación de los capítulos referentes a las otras seis mencionadas jornadas de la guerra, después de la del 21 de mayo cuyo tercer aniversario se cumple hoy, hasta el 27 de aquel mes.

Las acciones del 21 de mayo de 1982
A las 02.50 hs. el Equipo de Combate “Güemes” detectó a 5 buques enemigos penetrando en el Estrecho de San Carlos hacia el Sur. El fuego naval británico, la actividad aérea y el hostigamiento en la zona de Darwin, indicaban la inminencia del desembarco.
El almirante Woodward (comandante en jefe) dejó a los portaviones livianos en el sector Este de las islas, a prudente distancia, con la escolta del destructor “Glamorgan” y la fragata “Ambuscade”. La fuerza anfibia la formó con los trasportes “Canberra”, “Fearless”, “Intrepid”, “For Aus tin”, “Elk” y “Norland”, en los que distribuyó los efectivos que desembarcarían y los pertrechos más necesarios, entre éstos a 8 baterías del moderno misil antiaéreo “Rapier”. Las naves estaban defendidas por el crucero liviano “Antrim” y las fragatas “Broadsword”, “Brilliant”, “Plymouth” y “Yarmouth”. El destructor “Coventry” fue desplegado al norte del Estrecho para que actuara como “piquete radar”. Finalmente situó a 3 de sus 4 submarinos en aguas costeras para detectar cualquier movimiento de aviones. El cuarto quedó a disposición del grupo de portaviones para contribuir a su defensa.

En las playas de San Carlos
Recién a las 04.00 hs. los paracaidistas del teniente coronel Jones se ubicaron en un establecimiento situado en el brazo sur de la Bahía de San Carlos. Pocos minutos más tarde lo hicieron en el brazo Este de la Bahía los infantes de marina del batallón 40 de comandos junto con tropas de exploración del escuadrón “B” de los “Blue & Royals” provistas de vehículos blindados “Scorpion” y “Scimitar”. Las unidades tomaron posiciones para cubrir una eventual aproximación de fuerzas argentinas acantonadas en Darwin-Prado del Ganso. En un mástil próximo a la casa del administrador del lugar, soldados del batallón de Comandos 40 izaron la bandera británica. Del otro lado del brazo Este, soldados del batallón 45 de Comandos tomaron posiciones en la planta de refrigeración abandonada de Bahía Ajax. Estas unidades aseguraron la línea de la costa, por lo cual el “Intrepid”, el “Canberra” y el “Norland” con buques de escolta se internaron en la Bahía San Carlos y anclaron para proseguir con el desembarco de la Brigada de Comandos 3.
El Equipo de Combate “Güemes” había destacado una sección de apoyo a la entrada del Estrecho mientras el pelotón comando y la compañía de tiradores tomó posiciones en Puerto San Carlos. La Sección de Apoyo (1 oficial, 4 suboficiales y 15 soldados al mando del subteniente Roberto Oscar Reyes) se ubicó en el promontorio “Güemes”. A la 01.30 hs. la sección divisó a los buques que ingresaban al Estrecho y abrió fuego con sus piezas sin retroceso, siendo repelida por fuego naval que dejó fuera de servicio a la antena del equipo de comunicaciones quedando imposibilitada de informar. A las 08.22 hs. el teniente primero Carlos D. Esteban, jefe del pelotón comando en Puerto San Carlos, informó al jefe de la fuerza de tareas “Mercedes” en Prado del Ganso, que el “Canberra” había penetrado en la Bahía, luego de lo cual tomó posiciones asignadas donde fue atacado por fuego de morteros y por un helicóptero “Sea King”. Al repeler el ataque averió al helicóptero atacante y poco después derribó a otros 2 helicópteros.

La reacción aérea argentina
Desde Puerto Argentino despegó a las 10.04 hs. un avión Aeromacchi MB-339 en misión de reconocimiento, mientras desde Darwin-Prado del Ganso habían despegado con idéntica misión 2 secciones de aviones “Pucará”. El MB-339, piloteado por el teniente de navío Guillermo Owen Grippa, topó inesperadamente con la fuerza británica al norte de la Bahía y descargó sus armas en una fragata, luego de lo cual emprendió una comprometida fuga pudiendo aterrizar en Puerto Argentino. La nave alcanzada fue la fragata “Argonaut”, que sufrió bajas y averías de consideración por efecto de los 9 impactos de los cañones del MB- 389. El 4 de abril de 1983 le fue concedida al teniente Grippa la “Cruz de la Nación Argentina al heroico valor en combate”, que es la más alta condecoración autorizada.
“Tigres” en apuros 
En medio de explosiones de artillería naval británica, despegó una escuadrilla (“Tigres”) de 4 aviones IA-58, cuyo guía el capitán Benítez, alcanzado por un misil “Stinger” debió eyectarse. Luego de una travesía de 28 km. pudo volver a Darwin. Los 3 aviones restantes destruyeron el centro desde el que se reglaba el bombardeo naval. Aviones británicos “Sea Harrier” derribaron a uno de los “Pucarás”, piloteado por el mayor Tomba que debió eyectarse siendo rescatado. Un “pack” (escuadrilla) británico atacó y dejó inoperativos a tres elicópteros argentinos. Un avión británico “Sea Harrier” fue alcanzado sobre Puerto Mitre y su piloto fue tomado prisionero. Informes no confirmados dan cuenta de la caída de un segundo “Harrier” alcanzado por un misil de la compañía de comandos 601.

Los ataques de la FAS (Fuerza Aérea Sur) 
Entre las 09.44 hs. y las 10.01 hs. se despacharon por la FAS más de 23 aviones en misión de ataque. Cada “Dagger” (argentino) portaba una bomba MK-17 de 1.000 libras, mientras que los A-4Q (argentinos) llevaban cada uno 4 bombas MK 82 de 250 kg. (500 libras). A las 10.25 hs. los atacantes argentinos comenzaron a llegar a la zona de sus blancos. No hubo intercepción aérea por hallarse los “pack” británicos persiguiendo a los “Pucarás”. Un aparato, el “Ñandú 2”, fue alcanzado por un misil y su piloto el teniente Pedro J. Beán, luego de eyectarse desapareció en el Estrecho. Las bombas que lanzaron los demás “Ñandú” capitán Rhode y capitán Fannett, no dieron en sus blancos pero ellos barrieron la cubierta de los buques con sus cañones. Los “Perros”, el capitán Moreno, el teniente Volponi y el mayor Martínez, atacaron el buque “Antrim” que recibió 2 bombas que no explotaron aunque una de ellas lo dejó misilísticamente indefenso. A las 10.51 hs. irrumpieron en la zona de los blancos los “Zorros”. Los capitanes Díaz y Dellepiane y el teniente Aguirre atacaron la fragata “Brilliant” sin poder desprenderse de sus bombas pero hicieron 20 impactos con sus cañones. Dos minutos más tarde llegaron dos M-V de la sección “León” piloteados por el capitán Dimeglio y el teniente Castillo, que atacaron 2 buques uno de ellos una fragata mayor causándoles averías.
Los “Ñandú” al regresar se enteraron por la película cinematográfica tomada, que habían averiado al crucero liviano “Antrim” de 6.200 toneladas que recién pudo reincorporarse a la flota británica el 6 de octubre de 1982, De otros 6 aviones asignados a los “Tabanos”, 3 debieron regresar por fallas y los 3 restantes recibieron orden de volver por mal tiempo y visibilidad.

“Halcones” vs. “Mirlos”
A fin de interceptar a los aviones argentinos los británicos utilizaron aviones “Sea Harrier” armados con el letal misil “Sidewinder” AIM-9L y cañones de 30 mm. Los aviadores argentinos volaban a gran altura para disminuir el consumo de combustible hasta hallarse a unas 100 millas náuticas de sus blancos, debiendo pegarse entonces a la superficie del mar para eludir la detección del radar y penetrar por la boca sur del Estrecho o a través de los cerros de la Isla Gran Malvina. De este modo aparecían en el canal para buscar en contadísimos segundos a sus presas y atacarlos con cañones y bombas. Sorprendió a las fuerzas británicas que los ataques argentinos se concentraran en los buques. Este hecho obedeció a que los argentinos sabían que la blanda y esponjosa turba malvinense amortigua las explosiones; que el hundimiento de buques tendría un efecto inmediato en la cabecera de playa y la conducción general de la guerra; para atacar blancos camuflados en el terreno se requiere su previa marcación por observadores aéreos de que se carecía. La falta de combustible impidió a los aviadores argentinos efectuar zig-zag para despistar a perseguidores, repetir ataques, seleccionar blancos alternativos, etc. El combate era desigual ya que los aviadores argentinos debían burlar a los “packs” británicos, sobrepasar la barrera de fuego misilístico y de armas de tubo de los buques y si sobrevolaban la otra orilla del Estrecho sobre la Isla Soledad recibían un nutrido fuego de la infantería desembarcada. Tenían que evitar las zonas de sobrevuelo prohibido para no correr el riesgo de ser derribados por la artillería propia y al escapar sufrían la reacción de los “Harrier”. Los interceptores británicos sabían que los atacantes argentinos no llevaban misiles aire/aire para defenderse, a lo cual hay que agregar el enorme “handicap” que significaba para los aviadores británicos disponer del misil “Sidewinder”. Lo expuesto convertía en juego de niños la tarea de los aviadores británicos que sabían que los M-III argentinos de intercepción, diversión o escolta, no podían descender por falta de combustible. De allí que el ministro de Defensa inglés John Nott pudiera decir que los modernos “Harrier” y “Sea Harrier” británicos enfrentarían a los aviones argentinos como “halcones” a “mirlos”. Sobrevolar las aguas de la Bahía de San Carlos era una proeza, pero repetirla luego de haber vivido el infierno de fuego que afrontaron los aviadores argentinos, fue un acto de supremo valor.

En busca de objetivos
Entre las 11.17 hs, y las 11.38 hs. despegaron desde San Julián 8 aviones A-4C de los cuales sólo 4 pudieron continuar hacia sus blancos, los que formaron la escuadrilla “Pato”. Casi al mismo tiempo llegaron a la zona del blanco los “Mulas” piloteados por el capitán Carballo y el alférez Carmona que habían despegado desde Santa Cruz a las 11.30 hs. Los “Sea Harrier” interceptaron a la escuadrilla “Pato” y dos aviones resultaron alcanzados falleciendo el teniente Néstor López y el primer teniente Daniel Manzotti. Los “Picos”, 3 aviones A-AB, no pudieron atacar pues no hallaron a sus objetivos.

La epopeya de la fragata “Argonaut” 
La tercera ola de aviones de la FAS salió de las bases de Río Grande, San Julián y Río Gallegos. Una escuadrilla de M-V “Dagger”, los “Cueca”, despegó de la base fueguina a las 13.55 hs. Mientras que los A-4R navales realizaron su segundo empleo nuevamente con 6 aviones que tomaron el nombre de “Tábanos” despegando a las 14.08 hs. Desde Río Gallegos se despachó una escuadrilla de 5 aviones A4B, los “Leo”, y una sección de Mirage M-III los primeros en misión de ataque y los segundos de cobertura, despegando respectivamente a las 13.33 hs. y a las 14.39. La base aérea de San Julián alistó a las 14.00 hs. y a las 14.05 hs. dos escuadrillas de M-V, los “Ratón” y los “Laucha”. En pocos minutos 23 aviones volaban hacia sus objetivos. La fragata “Argonaut” fue nuevamente atacada por los aviones del primer teniente Filippini, los tenientes Autiero Osses y Robledo, y el alférez Vottero. Ningún avión fue alcanzado y 2 de las 5 bombas de 1.000 libras se incrustaron en el casco de la “Argonaut”. Aunque no explotaron, una de ellas penetró en la caldera llenando los compartimientos de vapor recalentado y otra hizo que 3 misiles estallaran, la nave sufrió graves pérdidas y averías y se salvó milagrosamente del hundimiento.

Testigos del drama de la “Ardent”
La seccién “Mula” entró al Estrecho desde los montes Hornby con rumbo al Este y uno de los aviones hizo un impacto en un buque de tipo logístico. El capitán Carballo ordenó al avión que regresara y sobrevolando la Bahía de Ruiz Puente halló su presa, una fragata tipo “Amazon”, arrojándole una bomba MK-17 que esta vez explotó y la nave, que resultó ser la fragata “Ardent”, se incendió. Los aviones de la tercera ola de ataque llegaron a las 14,45 hs. La escuadrilla “Cueca” de 4 aviones “Dagger” piloteados por el capitán Mir González, el teniente Bernhard, el capitán Robles y el primer teniente Luna fue perseguida por 4 “Sea Harrier”. Un misil “Sidewinder” alcanzó al primer teniente Luna que debió eyectarse siendo rescatado con vida al día siguiente. El resto de la escuadrilla atacó a la maltrecha “Ardent” y una bomba del guía Mir González cayó unos 10 metros corta y entró en la proa cerca de la línea de flotación. A las 14.53 hs. llegaron los 3 “Dagger” de la escuadrilla “Laucha”, teniente primero Román y mayor Puga, y atacaron a la “Ardent”. A las 09.00 hs. del día 22, totalmente quemada, la “Ardent” se hundió de popa en el Estrecho ante los emocionados testigos del puesto de observación argentino “Roca”.

“Ratones” y “Tábanos”: vuelo sin regreso
La escuadrilla “Ratón”, integrada por el capitán Donadille, el mayor Piuma y el primer teniente Senn, despegó desde San Julián a las 14.00 hs. y llegó al blanco a las 14.58 hs. Los tres “Dagger” fueron derribados por misiles “Sidewinder” autoguiados por rayos infrarrojos que se desprenden de los puntos calientes de una aeronave. Los pilotos argentinos fueron rescatados y un “Harrier” resultó derribado en este desigual combate. 3 Aviones piloteados por el capitán de fragata Philippi, el teniente de fragata Márquez y el teniente de navío Arca, arribaron al estrecho de San Carlos a las 15,15 hs, y atacaron una nave tipo “21” en la Bahía de Ruiz Puente. Estos aviones navales fueron derribados y sus pilotos se salvaron luego de muchas penurias 15 minutos después llegaron los “Tábanos” tripulados por los tenientes de navío Rotolo, Lecour y Sylvester. La cuarta ola de ataque se hizo por 2 formaciones de A4-C, los “Ratones” y los “Choclos” y por otra de A4-B, los “Mates”, Estas formaciones no pudieron detectar blancos. A las 18.25 hs. aterrizó el último KC-130 de reabastecimiento aéreo. La actividad bélica del día había llegado a su fin.
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 Diario La Prensa, miércoles 22 de mayo de 1985 

Malvinas, hace hoy tres años

Fuerza de penetración de la aviación argentina 

Continuamos hoy con la publicación, en calidad de anticipo, de otro capítulo del libro “La guerra inaudita. La historia del conflicto del Atlántico Sur”, de Rubén O. Moro, que aparecerá próximamente.

Las acciones bélicas del día 22 de mayo
El día amaneció claro y con excelente visibilidad en las islas Malvinas. No ocurría lo mismo en la Patagonia donde las bases de la FAS (Fuerza Aérea Sur) soportaban un frente frío con techos bajos, poca visibilidad y nevadas. Los aviones estacionados en Santa Cruz no pudieron operar. Las restantes unidades debían afrontar la posibilidad de tener mal tiempo al regreso. 
Los aviones argentinos “Lear Jet” obligaron a las 04.05 horas a despegar un “pack” (escuadrilla) del “Invincible”. La Junta Militar argentina ordenó que la aviación atacase Puerto San Carlos, el establecimiento homónimo y Puerto Sussex. Sólo fue posible poner en el aire una escuadrilla de A-4C (capitán Caffaratti, alférez Condrington, primer teniente Ureta y alférez Bono) y una sección de A-4B (capitán Varela y primer teniente Sánchez), además de los vuelos de cobertura, diversión y reabastecimiento. De 46 salidas previstas, 29 aviones despegaron y sólo 15 lograron cumplir su misión debido al mal estado del tiempo. Las formaciones llegaron a la zona de sus blancos a las 13.40 y 17.15 horas respectivamente, cuando las condiciones meteorológicas eran desfavorables, lo que les restó precisión en el tiro.

Exploradores en apuros
Mientras un avión Boeing 707 de la FAA cumplía una misión de reconocimiento volando a 3.000 metros de altura, sufrió un ataque con misiles “Sea Dart” a unos 2.200 kilómetros al Este de la localidad brasileña de Río Grande do Sud logrando esquivar 6 misiles con notable pericia,
Noticias del exterior daban cuenta de que el portacontenedores “Contender Bezant” de 11.000 toneladas y un barco tipo ferry habían partido de la Gran Bretaña con materiales, aviones y helicópteros. En tanto Nueva Zelandia ofrecía al Reino Unido una de sus fragatas. Estados Unidos facilitaba a la OTAN (Organización para la Defensa del Atlántico Norte) aviones KC-185 de reabastecimiento en vuelo en reemplazo de los aviones británicos empleados en el Atlántico Sur.
A pesar de las prevenciones adoptadas por el enemigo, las escuadrillas argentinas de “Skyhawk” que atacaron en horas de la tarde no fueron interceptadas, confirmándose el acierto de las FAS sobre la forma de penetración elegida. A las 09.30 horas 4 aviones británicos GR-3 efectuaron un ataque a la BAM “Cóndor” (Base Aérea Militar) y fueron recibidos con fuego antiaéreo que averió seriamente por lo menos a uno de los atacantes.

La Operación “Corporate”
Con el nombre de Operación “Corporate” el enemigo designó a la acción de recuperación de las islas Malvinas. El día D+1 de las fuerzas de desembarco fue empleado en consolidar sus posiciones y sólo el regimiento 2 de paracaidistas se internó un tanto hacia las alturas Rivadavia. Las raciones británicas de alimentos resultaron inadecuadas pues debían ser preparadas con nieve que aún no había caído en la zona, donde el agua es escasa. Además las constantes alarmas rojas por ataques aéreos argentinos mantenían a los soldados en sus trincheras sujetos a toda clase de privaciones. 
La FAS realizó 14 salidas  esos días y las bombas cayeron muy cerca de los buques atacados a pesar de las malas condiciones meteorológicas.

El ataque al GC-82 “Rio Iguazú”
El guardacostas “Río Iguazú” (82 toneladas de desplazamiento) junto con su gemelo “Islas Malvinas” había desarrollado una ímproba tarea burlando el bloqueo británico. La pequeña nave llevó a cabo tareas de practicaje, trasporte de personal y material y misiones de patrullaje. 
El dia 22 de mayo a las 04.30 horas se alistó para zarpar con una carga constituida por 2 baterías Otto Melara de 105 mm. y 19 hombres del Ejército Argentino en el que habría de ser su último viaje. El enemigo lo sorprendió entrando al Seno Choiseul donde a las 08.30 horas lo atacó un pack de aviones “Harrier”, defendiéndose con su  ametralladora de calibre 12,7 con la que averió a un avión enemigo. Los cañones de los atacantes hicieron estragos en la estructura de la nave produciéndole 1 muerto, el cabo segundo Julio Omar Benítez, y 3 heridos. Finalmente la nave debió ser encallada a 13 millas al Este de Darwin, quedando inutilizada. El personal fue evacuado por helicópteros y la carga rescatada en una esforzada y dificilísima tarea de recuperación dirigida por el teniente Basili, el subteniente Gómez Centurión y el alférez Fabre. El “Río Iguazú” había navegado más de 1.500 millas en aguas del archipiélago, combatiendo y ocasionando y sufriendo bajas para honra de la institución a que pertenecía.

Escuadrón I de “Harrier” GR MK-3 de la RAF: Misión imposible
La preparación del avión GR 3 para el Atlántico Sur demandó al enemigo un considerable esfuerzo, no sólo de orden técnico sino también de orden operativo y de adiestramiento de las tripulaciones. Ante las necesidades operativas el enemigo decidió formar y desplegar precipitadamente un nuevo. escuadrón de “Sea Harrier”, el 809, y otro de “Harrier” GR-3. Luego de vencer grandes dificultades 5 aviones “Harrier” GR-3 se incorporaron a la fuerza de desembarco,
A los GR-3 se les asignaría la más peligrosa de las misiones: atacar a las posiciones fuertemente defendidas por los argentinos, que “tan bien conocían los pilotos de los ‘Sea Harrier’ FRS-1 de la Royal Navy (Armada Británica)”. A estos últimos se les reservaba el más cómodo, seguro y rentable papel de interceptores por estar equipados con “Sidewinder”, el letal misil que fue calificado como “arma noble y exclusiva para esta tarea”. No es lo mismo, ciertamente, acumular derribos de aviones enemigos con el lustre y reputación consiguientes, que ser derribados en una misión de ataque, por infinitamente más peligrosa que ésta sea, Y si la misión de los “Harrier” era la destrucción de la Pista de Puerto Argentino, ella sería una misión imposible.
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 Diario La Prensa, jueves 23 de mayo de 1985  

La jornada bélica de hoy hace tres años
Cifras para aterrorizar a cualquier comandante de una "fuerza de tareas"

Continúa, seguidamente, en calidad de anticipo, otra arte del libro de Rubén O. Moro “La guerra inaudita. La historia del conflicto del Atlántico Sur”, que aparecerá próximamente.

Las acciones bélicas del día 23 de mayo
La situación meteorológica poco propicia para la operación de aviones argentinos favoreció al enemigo. A las 00.15 hs. un C-130 despegó desde Comodoro Rivadavia para mantener el puente aéreo entre el continente y las Islas. Arribó a Puerto Argentino a las 03.55 hs. y luego de aligerar su bodega y cargar más de 30 heridos inició el regreso a las 04.20 hs. completando el vuelo sin novedad. A las 2.00 hs. se detectaron ecos al Este de las Islas, probablemente de submarinos británicos emergidos para situarse al salir el sol frente a las base de Río Grande y Río Gallegos y detectar los aviones que despegaran. A las 08.27 hs. fue atacado el pequeño carguero requisado “Monsunen” empleado entre Puerto Argentino y Bahía Fox, por helicópteros que le causaron daños de consideración y le produjeron 1 herido grave. La nave debió ser encallada en la Isla Moteada próxima a la Isla Bouganville, a la entrada del Seno Choiseul. Al día siguiente el buque “Forrest” lo remolcó hasta Puerto Darwin. A las 11.30 hs. una formación de 4 helicópteros argentinos y de 3 aviones “Puma” del Ejército Argentino fue atacada por aviones británicos “Harrier”. Se perdieron 3 helicópteros y un “Puma” piloteado por el teniente primero Pérez Corvetto recuperó a los tripulantes entre los que no hubo bajas. En horas de la tarde aviones argentinos “Super Etendard” armados con el misil “Exocet” realizaron una salida sin poder hallar blancos.

El fin de la fragata “Antelope”
La FAS (Fuerza Aérea Sur) destinó un total de 64 aviones para cumplir diferentes misiones. En esta ocasión se alternó el armamento de algunas escuadrillas colocando BRP (bombas retardadas por paracaídas) de 250 kg. para tratar de mejorar la efectividad del bombardeo.
La primera ola de ataque estuvo a cargo de 2 escuadrillas de M-F y 2 A-4B de 3 aviones cada una. Las dos primeras despegaron de Río Grande a las 08.43 hs. y tuvieron que regresar por condiciones metereológicas desfavorables, de modo que los A-4B formaron una escuadrilla de 4 aviones. Con el indicativo “Nene”, el capitán Carballo, el alférez Gómez, el primer teniente Cuadagnini y el teniente Rinke, llegaron a las 13.30 hs. al Estrecho de San Carlos. Allí se toparon con un helicóptero Sea Linx que pertenecía a la fragata “Antelope”, pero los cañones de 2 de los “Nenes” se negaron a disparar cuando lo tenían en la mira. Poco después los “Nenes” maniobraron al observar a las fragatas “Antelope” y “Broadsword”. La primera sección se lanzó sobre la “Antelope” que los recibió con fuego de artillería. Uno de los misiles del avión del capitán Carballo explotó en vuelo produciéndole una gran masa de humo y la pérdida momentánea del conocimiento pero logró respuesta de los comandos y averiado pudo aterrizar en su base.
El alférez Gómez vio el avión de su guía envuelto en una bola de humo y piedras levantada por la violencia de la explosión y la proximidad de la ladera norte de la bahía. Cuando salió de la bola vio a la fragata, hizo puntería, lanzó la bomba y escapó. La bomba MK-17 se introdujo en la parte posterior de la “Antelope” y quedó incrustada sin explotar, pero horas más provocaría su fin. La otra sección atacó desde el Noreste a las dos naves que se hallaban en la boca de la Bahía. El teniente Rinke enfrentó primero a la “Antelope” pero luego le resultó más fácil dirigirse a la “Broadsword” y tuvo que soportar el fuego de la artillería antiaérea de las dos naves, El resto de la fuerza desembarcada observaba con emoción el épico espectáculo desde los cerros. Era la guerra en toda su dimensión, su violencia y las voluntades enfrentadas con absoluta determinación, en esos instantes que no olvidarán quienes los vivieron.
El primer teniente Luciano Guadagnini, en tanto, en medio de misiles y proyectiles trazantes, enfilaba hacia la “Antelope”. Recibió impactos de un cañón Oerlikon de 20mm. en el ala izquierda, lo que le hizo perder parcialmente el control del avión. Pudo restablecerlo y comenzar un brusco ascenso pero chocó contra el mástil principal del buque al que quebró con el chasquido seco. El choque destruyó el avión, que cayó a estribor diseminado en fragmentos envueltos en el humo, el fuego y la explosión, desintegrándose junto con la vida de un bravo que había muerto en su ley, haciendo pagar cara su muerte, pues un instantes antes de que su avión fuese alcanzado por la metralla había lanzado su bomba MX-17, la que penetró por la banda de babor de la nave, se introdujo la cámara de oficiales y quedó alojada allí. No explotó pero ella sería un segundo y gravísimo problema para su tripulación. Los tres “Nenes” restantes volvieron al continente, maltrechos pero listos para salir nuevamente.
Dos expertos en desarmar espoletas, el sargento Prescott y el oficial Phillips, trabajaron durante una hora y como no tuvieron éxito resolvieron adoptar un método más expeditivo y riesgoso: colocaron una pequeña carga explosiva para procurar desactivar la espoleta, tal vez alentados por la experiencia de la “Argonaut”, donde la MK-17 no detonó a pesar de haber provocado la explosión de dos misiles “Sea Cat”. El resto de la tripulación de la “Antelope” fue confinado en la popa de la nave, por lo que pudiera ocurrir.
La carga estalló sin que explotara la bomba. Prescott y Phillips se acercaron a inspeccionar las resultados sin advertir que habían puesto en funcionamiento el cebo de la espoleta, el que había sido regulado para producir el estallido de la bomba a los 20 segundos. Estos fue lo que sucedió en el momento en que abrían la puerta para acceder al compartimiento, muriendo Prescott en forma instantánea, mientras su compañero Phillips sufría graves heridas.
La tripulación vio con horror cómo el fuego se propagaba por el buque y mientras algunos tripulantes luchaban infructuosamente contra las llamas, otros se lanzaban al agua para salvar su vida. Poco después de que el capitán de la nave Nick Tobin y 4 tripulantes fueran evacuados dejando vacío el buque, se sucedieron explosiones ante los azorados efectivos terrestres que habían abandonado sus pozos y trincheras para observar el trágico espectáculo. Las explosiones se reflejaron en algunas de las más famosas tomas fotográficas de la guerra, constituyéndose casi en un símbolo de ella. Al igual que su hermana gemela la fragata “Ardent”, la “Antelope” se consumió durante la noche y se hundió de popa a la mañana siguiente desapareciendo para siempre en el mar.

“Tábanos” en la Bahía San Carlos
Aproximadamente 15 minutos después de la escuadrilla “Nene” llegaron al área de operaciones 3 aviones A-4Q con el indicativo de “Tábano”, luego de haberse aprovisionado de combustible del KC-130, en el segundo empleo de este sistema. Esta cuadrilla quedó integrada por los capitanes de corbeta Castro Fox y Zubizarreta y el teniente de navío Benítez. La escuadrilla de A-4B que había sufrido la mencionada baja del primer teniente Guadagnini indicó la posición de los buques británicos y, entre ellos, la del “Canberra”, en la Bahía de San Carlos. Poco después los A-4Q iniciaron el descenso y no fueron molestados por los “Sea Harrier” en la zona de combate. A las 13.45 hs. observaron en la Bahía a un destructor (probablemente el “Glamorgan”), una fragata tipo 21 ( probablemente la “Ambuscade”) y una fragata de menor porte (probablemen te la “Yarmouth” o la “Plymouth”), En medio de misiles, granadas y proyectiles, el guía arrojó sus bombas sobre el destructor percibiendo las explosiones; el numeral 2 hizo lo propio sobre la fragata tipo 21 pero no escuchó detonaciones: y el numeral N° 3 no pudo certificar o visualizar los impactos. El último en pasar, el capitán Zubizarreta, seguía con sus 4 bombas BRP de 500 libras pendientes de sus cáncamos pues por un mal funcionamiento no se habían desprendido. Al aterrizar en Rio Grande el reventón de una de sus cubiertas principales lo impulsó a eyectarse. Falleció al estrellarse cumpliendo con su deber mientras que el avión sólo tuvo averías menores que permitieron recuperarlo. La fatalidad había podido más que la artillería británica durante su heroico pasaje en la Bahía San Carlos.

La actividad de los “Harrier” y “Sea Harrier” 
Los aviones “Sea Harrier” operaban desde el portaviones “Invencible” manteniéndose en forma casi permanente hasta 3 “packs” (escuadrillas) en el aire. Los “Harrier” GRMK3 operaban desde el portaaviones “Hermes”. El día 23 un “pack” de este portaaviones atacó la pista de Puerto Argentino a las 13.55 hs. sin lograr afectarla.  A las 13.10 hs. realizó dos misiones de reconocimiento ofensivo sobre Puerto Mitre para hostigar al regimiento 5 de infantería sin producirle bajas. Otros 4 aviones entre las 16.30 hs. y las 17.25 hs. realizaron bombardeos en la estación aeronaval “Calderón” en la isla de Borbón. Las bombas destruyeron el pequeño almacén del caserío de residentes, la escuela y una carpintería, produciendo bajas entre los pobladores civiles, pero la pista permaneció intacta. Los pilotos argentinos comentarían jocosamente, que los pilotos británicos no habían podido pegarle en toda la guerra a una “fragata inmóvil de 1.300 metros de largo por 50 de ancho” (la pista de Puerto Argentino).
De las 5 formaciones de aviones argentinos que llegaron a la zona de los blancos, los “Sea Harrier” interceptaron a 2 derribando un misil “Sidewinder” a las 15,10 hs. al “Puñal 2”, un M-54 piloteado por el teniente Héctor Valponi que alcanzó a eyectarse. El “Puñal 1” conducido por el mayor Martínez pudo escapar y regresar a su base. Otras 2 formaciones de M-V los “Daga” (capitán Rhode y primer teniente Ratti) y los “Corales” (capitán Dimeglio, primer teniente Aguirre y primer teniente Roman), al pasar sobre zonas aledañas de la Bahía San Carlos constataron una extraordinaria densidad de misiles tierra/aire que les disparaba la infantería británica. Eran “verdaderas nubes de cañitas voladoras” según la expresión de los pilotos, las que por fortuna para ellos no fueron tan efectivas como se temía. Se trataba de los “Blow Pipe”, de origen británico, que también equipaban a las tropas argentinas, y del “Stinger”, un misil de guiado óptico e interrogador apropiado para determinar si el blanco sobre el cual se había disparado era amigo o enemigo. Pese a su sofisticación el misil “Rapier” tuvo un bautismo decepcionante. Uno de ellos disparado sobre un avión ubicado a un nivel inferior al de la batería impactó contra la falda de un cerro en una posición británica, donde habría ocasionado 8 bajas no reconocidas por el Reino Unido.

Apreciaciones británicas
La frase del brigadier británico Julián Thompson de que “está claro ahora que no tenemos superioridad aérea”, hallaba trágica confirmación. Vale la pena recordar testimonios recogidos en el mismo campo de batalla. Alan Gibson, oficial de inteligencia, dijo: “Algún día los ‘argies’ se van a dar cuenta de que sus bombas están armadas en forma impropia. Si todo lo que nos han arrojado hubiera explotado nos hubieran barrido”. Diálogo entre dos marineros británicos en la playas de San Carlos: "No preocuparse...(apuntando a unos aviones que se aproximaban) de acuerdo con lo que se nos ha prometido no pueden ser enemigos; lo que estamos viendo es una prueba de que los “Harrier” son tan buenos como nosotros para camuflaje,..”. Del libro “No llore por mí Sargento Mayor” (págs.104/105): “Comprensiblemente el arribo inminente de aviones de la fuerza aérea enemiga inspiraba temor a todos los miembros de la Task Force, pero la mayoría estaba segura de que los “Harrier” británicos los detendrían. Después de todo el almirante Woodward les había prometido superioridad aérea total en el día 'D' para permitir a las tropas que se establecieran en tierra firme, Error. El primer lamento que se escuchó por encima del ruido de ‘bandidos en el cielo’ resonaba a lo largo de toda le cabecera de playa: ¿dónde están los malditos “packs”? Esta referencia a la cobertura aérea de Woodward, la patrulla aérea de combate, raramente recibió una respuesta satisfactoria. Aquellos que conocían la respuesta no estaban allí; aquellos que no la conocían estaban haciendo cubierta (escondiéndose). En lugar de los amistosos ‘Harrier’ el cielo aparecía lleno de “Skyhawks” y "Mirages”.

Disentimiento generalizado
El día 23, 10 buques británicos habían sido hundidos o averiados por bombas que no explotaron, y 14 aviones argentinos habían sido derribados, incluyendo en la cuenta a los 2 “Pucará” del día 21. Las cifras eran para aterrorizar a cualquier comandante de una fuerza de tareas naval. Desde luego la FAA no dejaba de advertir sus limitaciones puesto que un piloto puede hacer muchas cosas pero está incapacitado para combatir en la superficie. Sin embargo la moral de las unidades de combate de la FAA era cada día más elevada y la consigna era “vender tan cara la derrota como fuera posible”.
En la Task Force el hundimiento de la “Antelope” había comenzado a destemplar los ánimos de las planas mayores de los buques. El almirante Woodward que más tarde reconocería el error de haber subestimado a la FAA, mantuvo desde el “Hermes” una conferencia telefónica con los capitanes de sus naves. Estos creían que ese día se habían derribado 7 aviones argentinos y no lo consideraban suficiente, por lo que consideraban necesario mejorar el rendimiento de los aviones interceptores. La decisión de Woodward fue no adelantar los portaaviones pues ello sería ponerlos en grave peligro.
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 Diario La Prensa, viernes 24 de mayo de 1985   

La guerra: hoy hace tres años
El "Día de los "Caballeros de la Tabla Redonda"
La siguiente es una entrega más que, a título de anticipo, publicamos de La Guerra inaudita. La historia del conflicto del Atlántico Sur, libro de Rubén O. Moro que aparecerá próximamente.

Las acciones bélicas del día 24 de mayo. Los problemas aéreos y terrestres
Las condiciones meteorológicas del día 24 de mayo fueron las más favorables desde el comienzo de la batalla de San Carlos. Esto mejoraría las posibilidades de los aviones de la FAS (Fuerza Aérea Sur) pero también la de los interceptores enemigos.
La Central de Operaciones Conjuntas (CEOPECON) se reuniría por primera vez en forma oficial  para ejercer el Comando del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, que hasta ese momento había ejercido el vicealmirante Lombardo. En procura de una conducción más coordinada se integró este organismo con una titularidad colegiada que ejercerían el general de división García, el brigadier mayor Weber y el excomandante del TOAS ya mencionado.
A las 07.45 hs. se detectó el primer “pack” (escuadrilla británica) sobre el cielo de Malvinas. Los pilotos de los "Sea Harrier” debían pasar seis horas en las cabinas de sus aparatos para multiplicar los aviones de que disponían para enfrentar a los atacantes argentinos, los que seguían empleando persistentemente sus armas contra los efectivos de la Task Force. La gran ventaja británica estaba dada por la cantidad de minutos que podían permanecer en la zona de combate, pues mientras los aviones británicos permanecían en la zona de combate durante 20 o 30  minutos, los aviones argentinos sólo disponían de combustible para realizar su misión durante 2 o 3 minutos. Por otra parte el peligro de los atacantes argentinos era enormemente mayor porque los pilotos de los “Sea Harrier” no corrían casi riesgo de ser atacados durante sus misiones de intercepción. Los aparatos argentinos no estaban estructurados para el combate en el aire y si eran interceptados todo lo que podían hacer era arrojar sus bombas y desprenderse delos tanques externos para tratar de escapar. Sólo excepcionalmente se les podía presentar a los argentinos la posibilidad de utilizar sus cañones. Los “Mirage” que eran los interceptores argentinos no bajaban en razón de su escaso combustible y los "Sea Harrier” británicos no subían porque no les convenía hacerlo.
Una patrulla argentina de la Fuerza de Tareas "Mercedes” de Darwin Prado del Ganso, al practicar un reconocimiento tomó contacto con el enemigo en Punta Cantera, el cual abrió fuego con morteros, Los británicos habían desplazado me dios de exploración a una línea general demarcada por el Monte Cantera, Pico Bodie, el Monte Osborne y Table Rock.

En la Base Aérea Militar “Malvinas”
El blanco más atacado del Teatro de Operaciones, la Base Aérea de Puerto Argentino con su Aeropuerto, soportaba estoicamente ataques navales  aéreos de la Task Force. Durante el transcurso del conflicto, 237 bombas, 1,200 disparos de artillería naval y 18 misiles, impactaron en la Base. Su Jefe, el comodoro Héctor Destri y su Jefe de Operaciones, el vicecomodoro Iannariello, desarrollaron una ímproba tarea manteniendo operativo el aeródromo y por ende tornando posible: el puente aéreo con el continente. La artillería antiaérea se había ganado el respeto del enemigo. Un resonante éxito se logró cuando luego del ataque del 1° de mayo se engañó a los servicios de reconocimiento británicos simulando cráteres de bombas, en lo que trabajó el Grupo I de Construcciones.
El día 24 de mayo a las 09,35 hs. la Base fue sorprendida por un ataque de aviones que estuvo a punto de dañar la pista. Dos aviones volando a elevada cota dejaron caer sus bombas para distraer a las defensas mientras 2 “Harrier” GR-3 efectuaban un pasaje desde el sector Oeste-Noroeste volando a muy baja altura y arrojando bombas de 1.000 libras sobre la pista.
Las baterías no atinaron a abrir el fuego cayendo una bomba al costado de la pista y una segunda cerca de la cabecera Oeste pero sin producir daños. El aeródromo estuvo neutralizado durante 6 horas por hallarse una bomba sin explotar resultando averiados un IA-58 y un MB 339 por efecto de esquirlas. A las 12.30 hs. y 14.55 hs. la Base soportó otros ataques de gran altura y reconocimientos a las 16.20 hs. y 17.45 hs. También en este atareado día se despacharon 2 helicópteros “Chinook" de la FAA con refuerzos para la Fuerza de tareas “Mercedes” en Darwin, en particular 4 obuses Otto Melara de105 mm. con su correspondiente munición.
Al personal de la Base incumbía la preparación de las ayudas para los aviones C-130 que operaban de noche y con mínimo balizamiento a efectos de no denunciar al enemigo la proximidad de un vuelo o la posición de la pista. El radar de Puerto Argentino orientaba a los pilotos que volando a muy baja altura, en completa oscuridad y generalmente con mal tiempo, debían encontrar la pista, aterrizar con su carga vital y evacuar los heridos. Se actuó con notable eficiencia pues la tarea de carga y descargar la carga se hacía con los motores del avión en marcha y en la más completa oscuridad, lográndose que la descarga de 14 toneladas de abastecimientos y la evacuación de los heridos se realizara aproximadamente en sólo 25 minutos.

¿“Valle de las Bombas” o "Desfiladero de los misiles”?
Las FAS previó un total de 12 órdenes fragmentarias  para materializar el asedio a la cabecera de playa y buques en la Bahía de San Carlos.
Los primeros en llegar a la zona de combate fueron 5 A-4B a las 10.19 hs. integrando las escuadrillas “Chispa” y "Nene”. Penetraron por el Este y el buque “Sir Lancelot” fue servido con una bomba MK-17 sin explotar y el buque “Sir Geraint” con cañones. Dos 4-Bs lanzaron sus bombas contra una LCU (Unidad de Desembarco Logístico capaz de transportar 100 hombres). La escuadrilla (vicecomodoro Mariel, teniente Bono, primer teniente Sánchez, teniente Cervera y el Alférez Moroni) regresó sin novedad a Río Gallegos.
A las 11.02:hs, la escuadrilla "Azul" integrada por 4 M-V (capitán Mir González, teniente Bernhardt y capitanes Maffels y Robles) penetraron desde el Sur del brazo San Carlos saltando las alturas Rivadavia para llegar a la Bahía. En medio de una lluvia de proyectiles y misiles lograron averiar el buque “Sir Bediver" con una bomba de 1.000 libras que no explotó pero que rebotó en la cubierta de proa y luego de hacer un “salto” de 400 metros se incrustó en el "Sir Galehad” sin estallar. Interceptada por un avión “Sea Harrier” la “Azul” regresó a su base a las 11.59 hs. presentando dos orificios de cañón en los numerales 2 y 4.
Lo siguiente escuadrilla ”Plata” (3 “Dagger”, capitán Dellepiane, primer teniente Musso y teniente Callejo) llegó a la Bahía San Carlos 5 minutos después que la anterior debiendo realizar hábiles maniobras evasivas para esquivar gran cantidad de misiles. Al menos una fragata resultó averiada en este ataque. Cabe mencionar que el teniente Musso había pedido su baja hacia algo más de 2 años para desempeñarse como piloto de Aerolíneas Argentinas y peleó como voluntario.
La escuadrilla “Oro” formada por 3 M-V fue interceptada por aviones británicos y los dos misiles “Sidewinder” del comandante Auld alcanzaron a un M-V del capitán Díaz y a otro del primer teniente Castillo, mientras que otro avión británico alcanzó con su misil al avión piloteado por el mayor Puga. El avión del teniente Carlos J. Castillo explotó en el aire falleciendo su piloto. Los otros dos pilotos argentinos lograron eyectarse siendo rescatados luego de sufrir peripecias. El mayor Puga cayó en el mar donde permaneció varias horas hasta llegar a una playa de la Isla de Borbón.
La misión siguiente era cumplida por 3 A-4C de la escuadrilla “Halcón” (capitán Pierini, teniente Méndez y primer teniente Ureta). Interceptados por un “pack” se desprendieron realizando maniobras evasivas y eludieron misiles y disparos, de cañones, regresando los 3 “Skyhawk” argentinos sin novedad. La última misión de ataque estuvo a cargo de otros 3 A-4C de la escuadrilla “Jaguar” (primer teniente Vázquez, teniente Bono y alférez Martínez) que llegó a la zona del blanco a las 11,30 hs. El guía eligió una fragata y en medio de un infierno de granadas los atacantes dejaron caer sus 6 bombas BRP de 250 kg. Los atacantes salieron averiados perdiendo combustible, por lo cual el guía ordenó al piloto Jorge A. Bono que se eyectara, el cual sin embargo intentó llegar hasta el avión reabastecedor. Al sobrevolar la Bahía de San Julián, al Sudoeste de la Isla Gran Malvina, el teniente Bono dejo de contestar las llamadas y se precipitó frente a la Costa Norte de la Isla San José, sin que sus compañeros pudieran divisar señales del paracaídas. Entre tanto el reabastecredor KC-130 se aproximaba peligrosamente al área frecuentada por los “pack” británicos, pero pudo reabastecer a los 2 aviones restantes, que lograron regresar sin novedad.
Más tarde pudo saberse que la fragata atacada fue la  “Arrow” debiendo apuntalarse su casco luego de retirada de la zona de operaciones.
2 aviones argentinos “Mirage” lll en misión de cobertura a 12.009 metros de altura armados para el combate aire/aire con cañones y misiles "Magic” fueron dirigidos a enfrentar 2 aviones enemigos de patrullaje. Los “Sea Harrier” cambiaron de rumbo y eludieron el combate.
El resultado de los ataques del día resultó desolador para el alto mando británico, desvelado ante la posibilidad de que las bombas argentinas comenzaran a explotar. Una MK-17 había rebotado en una nave y en una carambola inédita impactó en otra que se hallaba cercana. Esta bomba juguetona, aunque no explotó aterrorizó a los tripulantes asiáticos de los buques logísticos, de los cuales 3 hablan sido alcanzados por bombas y uno más por cañones. El buque de asalto anfibio “Fearless” fue alcanzado por 25 impactos de cañones de 30 mm de loa cazabombarderos argentinos para zozobra del Cuartel General de la Brigada de Comandos 3 y del Comando de la Fuerza Anfibia que se alojaban en esa nave. Oficialmente la Task Force informó que el “Canberra” había sido retirado de San Carlos el 21 de mayo ante el peligro de mantenerlo en aguas cerradas de Bahía a merced de la aviación argentina, salvo que se lo hubiese retirado por averías que desconocemos.
Así eran les misiones de los pilotos de combate en el “Desfiladero de los Misiles” o “Valle de las Bombas”. Ninguna misión igual a otra, con sus emociones, angustias, satisfacciones, vértigo, ansiedades, ardor, pero sin odio y con un común denominador a todas ellas: una entrega total de los pilotos a la causa por la cual luchaban.
Este día se había logrado el máximo porcentaje de salidas y llegadas cumplidas sobre los objetivos. Ello a pesar de las cada vez más densas y mortíferas defensas montadas por el enemigo. El 24 de mayo puede -instituirse, además, como el “Día de les Caballeros de la Tabla Redonda".
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 Diario La Prensa, sábado 25 de mayo de 1985 

En el día nacional argentino
Las acciones bélicas del 25 de Mayo, hace tres años
A continuación seguimos con la publicación, a título de anticipo, de otro capítulo de “La guerra inaudita. La historia del conflicto del Atlántico Sur”, libro de Rubén O. Moro, que aparecerá próximamente.
La suerte de las armas hizo que en este día los argentinos tuvieran una forma harto halagüeña de festejarlo, particularmente para aquellos que estaban empeñados en la batalla. Las condiciones meteorológicas presentaban una perspectiva favorable para las operaciones aéreas tanto en el continente como en el archipiélago, con la única limitación de que se preveían algunas neblinas por la mañana.

Las acciones se iniciaron poco después de las 01.00 hs. con fuego naval sobre Puerto Argentino, Puerto Fox y Darwin, donde las esquirlas afectaron un IA-58 “Pucara”. El ataque se repetiría a las 09.30 hs.
Las naves disponibles por los defensores en las Islas se hallaban situadas: en Puerto Argentino el guardacostas “Islas Malvinas” y el Bridas “Yehuin”; en Puerto Fox el “Buen Suceso” (sin tripulación y fuerza de servicio) y el “Penélope Stanley” (requisado); en Puerto Darwin el “Monsunen” (requisado y fuera de servicio); y en Puerto Rey el “Río Carcarañá” (sin tripulación y fuera de servicio). La Task Force, por su parte, tenía los portaviones dispuestos al Noroeste de Puerto Argentino, a unas 80 o 90 millas náuticas, con una ligera escolta, mientras el resto de los buques de guerra se hallaba en San Carlos o bien escoltando a las naves de trasporte. Antes de las primeras luces del día estas naves se retiraban de la cabecera de playa para buscar el refugio de la distancia hacia el Este, y regresando luego a la puesta del sol. El “Canberra” había sido retirado de San Carlos replegándolo a las aguas más pacíficas de la Bahía Cumberland, en las Islas Georgias del Sur, donde haría de apostadero flotante.
Un C-130 aterrizó en Puerto Argentino a las 02.37 hs. luego de haber despegado el día 24 de mayo a las 23.30 hs. trasportando munición de 155 mm. para los cañones “Sofma”, víveres, repuestos varios, material quirúrgico, encomiendas y cartas y 7 pasajeros. Una vez más el Aeropuerto fue atacado repetidamente por aviones británicos. La incursión más importante se llevó a cabo poco después de las 10.00 hs. cuando 6 aviones “Harrier”, volando sumamente bajo, arrojaron sus bombas sin producir daños a la pista. A las 14.07 hs. comenzó a acercarse otro avión aparentemente en misión fotográfica. Lo hizo a unos 3.500 m. de altitud, considerando que quedaba fuera del alcance de la defensa antiaérea. No fue así ya que un misil “Roland” lo derribó cayendo su piloto en aguas de Puerto Groussac. Un segundo avión fue derribado en un ataque posterior a las 15.38 hs. en las proximidades del Cabo San Felipe por disparos de cañón de la batería de 35 mm. situada al Este de la pista, apoyada por una batería de 20 mm., viéndose explotar el avión al tocar la superficie del mar. Un avión que lo acompañaba fue probablemente dañado. Otros ataques se repitieron a las 17.15 hs. y 19.00 hs. siendo repelidos por baterías antiaéreas. Durante la jornada se llegaron a detectar hasta 10 aviones enemigos atacando simultáneamente, los que sólo produjeron algunas bajas al RI-25 (regimiento de infantería).

El hundimiento del “Coventry”
El destructor “Coventry”, que junto con sus gemelos el “Sheffield”, el “Exeter” y el “Glasgow” conformaban la fuerza de destructores de avanzada en el Atlántico Sur, pertenecia a una moderna línea de naves de última generación. El “25 de Mayo” se hallaba estacionado a 20 millas náuticas al Norte de la Isla de Borbón, cuando comenzaron a llegar a temprana hora las primeras escuadrillas de la FAS (Fuerza Aérea Sur). La primera que llegó fue la sección “Marte” (2 A-4B, capitán Palaver y teniente Gálvez). Una espesa capa de bruma y niebla los recibió en la zona de los blancos, por lo que debieron apartarse de la ruta prevista. Alcanzaron a detectar un buque pero decidieron no abrir fuego por haber observado una cruz roja pintada en la superestructura blanca, por lo cual creyeron que se trataba del buque hospital “Uganda”.
Por error de navegación sobrevolaron la zona de Puerto Darwin sin reconocerla. Hicieron un pasaje sobre el puerto y atacaron equivocadamente, el buque “Monsunen” (argentino) siendo repelidos por la artillería antiaérea propia. El avión del capitán Palaver fue tocado por un proyectil pero pudo continuar su vuelo. Al sobrevolar la zona más densamente defendida fue alcanzado por 2 misiles navales, al Norte del Estrecho, que destruyeron su aparato. No fue rescatado y murió defendiendo a su Patria un 25 de Mayo. Raro privilegio para un argentino.
A las 11.00 hs. y 11.02 hs. llegaron a la zona de operaciones 2 secciones de aviones M-V armados solamente con cañones en misión de reconocimiento ofensivo en la zona Sur del Estrecho sin hallar blanco alguno. A las 12.25 hs. arribaron los “Toros” (4 “Skyhawk”, capitán García, teniente Lucero, teniente Paredi y alférez Isaac). Entraron desde las alturas de Rivadavia hacia el Brazo Sur donde se encontraron con el fantasmagórico espectáculo de 12 buques, todos armados y disparándoles furiosamente. En el pasaje fue derribado el avión del teniente Lucero, que se eyectó en aguas de la Bahía siendo recogido por un bote británico que lo trasportó herido al “Fearless” donde recibió atención médica. El capitán Jorge O. García murió en el combate, como el capitán Palaver, cumpliendo su deber en el Día de la Patria. El avión del alférez Isaac acusaba fuerte pérdida de combustible pero decidió continuar y llamó al KC-130. Como una gallina que defiende a sus polluelos, el “Hércules” fue en ayuda del “Toro”, el que llegó a su base acoplado a la manguera de reabastecimiento. Los “Toros” realizaron sus pasajes disparando bombas y cañones creyéndose que al menos 2 naves británicas fueron alcanzadas, entre éstas probablemente el buque “Sir Lancelot”.
La sección “Vulcano” (2 “Skyhawk”, capitán Carballo y teniente Rinke) a las 15.20 hs. vio al destructor “Coventry” y a la fragata “Broadsword”. El radar de la fragata procuró sintonizar uno de los 2 blancos para despachar sus temibles misiles “Sea Wolf”, pero los aviones venían tan parejos y juntos que electrónicamente no pudo resolver esta “anomalía”. El capitán Carballo había elegido de blanco a la fragata y pronunciando la frase “Viva la Patria” se lanzó sobre ella. Los 2 “Vulcanos” desafiando los proyectiles hacían puntería y descargaban sus cañones. Una bomba al no explotar atravesó la popa del buque de lado a lado, destruyó el hangar, dañó a un helicóptero, afectó el sistema de propulsión y provocó un principio de incendio. Cuando los “Vulcanos” escapaban escucharon a una segunda sección de aviones que atacaba los mismos blancos. Eran los “Zeus” (2 A-4B, primer teniente Velazco y alférez Barrionuevo), armados con 3 bombas de 250 kg. El destructor maniobró para interponerse entre la fragata y los incursores, impidiendo que la “Broadsword” pudiera lanzar sus misiles. En cambio el destructor lanzó los suyos, dos espectaculares “Sea Dart”, pero los “Zeus” pasaron por debajo. 4 bombas cayeron sobre el destructor y las 4 explotaron sellando su suerte. El caos y el fuego hicieron presa del “Coventry” que se quedó sin máquina y comenzó a escorarse rápidamente, mientras la tripulación lo abandonaba, falleciendo 19 tripulantes en el ataque. En menos de 25 minutos el “Coventry” se dio vuelta, mostró su vientre al cielo malvinense y se hundió. El tercer destructor tipo 42 se había perdido así dejando serias dudas sobre la supuesta infalibilidad de la moderna electrónica. Los “Vulcanos” y los “Zeus”, regresaron a las 16.01 hs, y 16.21 hs. respectivamente a Río Gallegos con la satisfacción del deber cumplido.

El hundimiento del “Atlantic Conveyor”
El portacontenedores “Atlantic Conveyor”, un buque de 14.496 toneladas, había sido requisado para trasladar los aviones “Harrier” y “Sea Harrier” y los helicópteros “Chinook”. El dia 25 la nave aguardaba a 60 millas náuticas al Norte de Puerto Argentino. En Río Grande se venía preparando un segundo ataque con aviones Súper Etendart armados con el misil “Exocet” A/M 39, de los cuales restaban 3 unidades, La escasez de estos misiles obligaba a procurar hacer blanco en los Portaviones de la Task Force. A las 14.34 hs, despegaron 2 aviones piloteados por el capitán de Corbeta Curilovic y el teniente de navío Barraza llevando cada uno un misil. Se reaprovisionaron de combustible a unas 300 millas náuticas del blanco y al aproximarse al Oeste de la Gran Malvina descendieron para ocultarse de los radares enemigos y viraron hacia el objetivo al alcanzar la Isla del Rosario. Poco después realizaban una de las maniobras cruciales de la operación al tomar cierta altura para buscar el blanco, de manera que su posición y otros detalles quedaran registrados en la computadora que debía “planificar” la navegación de los “Exocet”. Afortunadamente permanecían en la misma zona que la informada en horas de la mañana, de manera que los 2 aviones a ras del agua continuaron aproximándose a las naves enemigas de acuerdo con lo previsto. Cuando se hallaban a unas 27 millas náuticas del blanco apretaron el disparador de los misiles y regresaron a la base, pues el resto ya no estaba en sus manos. Luego de reabastecerse los 2 “Súper Etendart” arribaron a Río Grande sin novedad.
2 minutos 45 segundos antes de que los misiles tocaran a los blancos, la fragata “Ambuscade” dio la alerta. Los buques de guerra y los helicópteros de protección comenzaron a arrojar “Chaff” para confundir al misil y desviarlo. Los tripulantes de la “Ambuscade” vieron pasar el “Exocet” y le dispararon su artillería. Pero todo resultó inútil pues lo observaron virar y dirigirse hacia el enorme portacontenedores. Al menos uno de los misiles penetró en el blanco y detonó sus 165 kg. de explosivo, iniciando un incendio que no pudo ser controlado y el buque se hundió con todo su cargamento, muriendo 12 hombres en el siniestro, entre ellos el muy apreciado capitán lan Norton. Fue el último en abandonar la nave y mientras nadaba en las heladas aguas del mar se aproximó a una balsa salvavidas, pero al verla sobrecargada se alejó en busca de otra. Nunca más se lo volvería a ver. Fue honrado con la Cruz del Servicio Distinguido por su ejemplar comportamiento.

En la encrucijada
Si al analizar la situación del día 24 de mayo la preocupación reinaba en los estados mayores británicos, al finalizar el día 25 tanto en el gobierno como en la Task Force se vivía un ambiente cercano a la crisis. Las diferencias entre los jefes británicos en verdad no se justificaban, pues ni el brigadier Thompson ni el almirante Woodward tenían la responsabilidad de lo que estaba ocurriendo. Sólo en un punto habían fallado los cálculos y era en no haberse medido la real capacidad y voluntad de lucha de la aviación argentina. En una atmósfera sumamente enrarecida el almirante Woodward adoptó una de sus decisiones más discutidas e impopulares: en lugar de aproximar los portaviones a la zona de operaciones los alejarían aún más hacia el Este. Esta fue una decisión correcta porque las fuerzas de superficie argentinas se hallaban impedidas, por falta de movilidad, de ejercer presión sobre la cabecera de playa.
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 Diario La Prensa, domingo 26 de mayo de 1985 

La guerra hoy, hace tres años
Violenta lucha en tierra
Esta es una entrega más que, a modo de anticipo, hemos venido publicando durante los pasados días, perteneciente como las anteriores, al libro de Rubén O. Moro “La guerra inaudita. La historia del conflicto del Atlántico Sur”, que aparecerá próximamente.

Las acciones bélicas del día 26 de mayo
Con persistencia la actividad británica se materializó mediante fuego naval sobre las e argentinas. Entre as 00.30 hs. y las 01.80 hs. tres naves bombardearon Bahía Fox ocasionando 2 heridos; Puerto Argentino sufrió el cañoneo de una nave a las 01.07 hs. sufriendo además sufriendo por primera vez un ataque mediante un misil superficie/superficie (8/5) lanzado desde una nave situada a 8 millas náuticas al Sur de la Base Aérea que se retiró al ser repelido el fuego con artillería de 155 mm. No se registraron daños o bajas, A las 04:00 hs, se repitió el fuego sobre Puerto Fox cesando a las 04.16 hs,
Las malas condiciones meteorológicas impidieron el cumplimiento de órdenes fragmentarias de la FAS (Fuerza Area Sur). Una escuadrilla argentina de M-V entre capas de nubes lanzó sus bombas sin detectar fuego alguno por el enemigo y sin tenerse certeza de daños ocasionados por las BRP de 250 kg. Resultó evidente que la intercepción de los “packs” (escuadrillas británicas) estaba orientada sólo a los aviones que atacaban objetivos navales volando a baja altura. Un Harrier solitario a las 10.30 hs. realizó un ataque sobre Puerto Mitre, que mató a 6 hombres e hirió a otros 6,
A las 14.00 hs. llegaron a Puerto Argentino los hombres del Equipo de Combate “Güemes” al mando del teniente primero Esteban, luego de haber combatido en San Carlos y burlado la persecución británica, A las 14.25 hs. la Base Malvinas sufrió un bombardeo aéreo de altura sin que ocurrieran daños o bajas, A las 14.40 hs. regresó a su base luego de un intento de llegar a sus objetivos en San Carlos, una escuadrilla de aviones A-4Q debido a problemas meteorológicos y de reabastecimiento.
El 26 de mayo fue para los pilotos un día tranquilo y de poca actividad.

La reacción terrestre de los defensores
Las tropas de comandos argentinos se habían encontrado con un enemigo más difícil que las tropas británicas. En efecto las condiciones ambientales eran de características tales que sólo con enorme sacrificio los efectivos lograron avanzar en un terreno completamente hostil para el desplazamiento de personas y vehículos, viéndose casi imposibilitados de recibir abastecimientos.
El día 24 de mayo el comandante de la Agrupación “Litoral” en Puerto Argentino, general Omar D, Parada, impartió una orden denominada “Defensa” (00 506/82) que ordenaba a la Fuerza de Tareas en Darwin lo siguiente: reorganizar el dispositivo de defensa; efectuar fuego de hostigamiento; negar el acceso al istmo de Darwin. Se trataba de una orden muy difícil de ejecutar dadas las realidades que vivía la guarnición “Darwin”.
A las 08.30 hs. del día 26 de mayo, el mencionado, comandante de la Agrupación “Litoral” recibió una orden de su superior, denominada “Ataque de Desarticulación” (00 507/82), la cual le imponía: ratificar lo establecido en la 00 506/82; ejecutar con una compañía de Infantería un ataque a los efectivos británicos en la noche de ese mismo día en las proximidades del Cerro Alberdi, debiendo enviar medios de exploración hacia Puerto Sussex; de acuerdo con los resultados obtenidos se procedería a lanzar un segundo ataque en la noche del día 27; las operaciones se realizarían de noche.
Con considerable esfuerzo se comenzaron a trasladar las piezas de artillería hacia las posiciones ordenadas, lo cual debió hacerse a brazo. Emplazadas las piezas se abrió fuego durante la noche sin tener certeza de su efecto en razón de no haber seguridades sobre la presencia del enemigo. Hacía las 23.30 hs. se avistó un buque-hospital que desembarcaba tropas, configurando una nueva violación del Tratado de Ginebra. La Compañía “A” se desplazó hacia el Norte del istino alcanzando con extrema dificultad el Arroyo Camilla, regresando a las 05,00 hs. del día 27 sin haber hecho contacto con el enemigo.
A. las 04.00 hs. el general de división García mantuvo un enlace telefónico con el general Menéndez, a fin de expresarle la necesidad de que los efectivos propios adoptasen una actitud táctica ofensiva. Esta orden quedó documentada por un mensaje qué expresaba: La Armada Nacional y la Fuerza Aérea Argentina han puesto de manifiesto su decisión a través del alto costo de vidas y material que significa su accionar; el Ejército aparenta una defensa estática, que de proseguir indefinidamente, lo hará languidecer en sus posiciones. A fin de revertir esta situación se formulan las siguientes ideas: resulta imprescindible empeñar en combate al Ejército Argentino y hacerlo adoptar de inmediato una actitud táctica ofensiva; para ello es menester desafectar efectivos significativos de Puerto Argentino y si fuera necesario de Puerto Fox y Puerto Mitre, para empeñarlos lo antes posible contra la cabecera de playa.

La decisión británica
La resolución del brigadier Thompson de asegurarse el suministro de pertrechos bélicos antes de avanzar tuvo pocos partidarios en Londres. Llamado a la Estación de Comunicaciones por Satélite, montada en Bahía Ajax, recibió la orden de enfrentar a los argentinos en la oportunidad más próxima y ello le imponía atacar en el Istmo de Darwin. No importaba que este objetivo pudiese ser dejado de lado en el avance hacia el Este y que, de esa forma, se ahorraran muchas vidas, pues el brigadier Thompson consideraba que Darwin se rendiría una vez que Puerto Argentino capitulase. Pero los políticos británicos tenían otras urgencias.
El Regimiento 2 de Paracaidistas fue la unidad elegida para la toma de la guarnición Darwin-Prado del Ganso, con su 2° Batallón al mando del teniente coronel Herbert Jones. El Escuadrón 45 de comandos de Royal Marines y el 3er. Batallón de Paracaidistas debían iniciar la marcha hacia el Monte Kent, al Oeste del Puerto Argentino. Dado que no disponían de helicópteros, debían trasladarse a ple. El teniente coronel Whitehead, jefe del Escuadrón 45 de Marines expresaría: “Debemos luchar para lograr tres victorias; contra el enemigo, contra un clima y terreno espantoso, y contra la ineficiencia de nuestra logística”.
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Diario La Prensa, lunes 27 de mayo de 1985 
Fin de una semana de guerra, hace tres años
Coraje y tesón, que merecen ser rescatados
 
Esta es la última de las entregas que, como anticipo, publicamos durante los últimos siete días —incluyendo el de hoy— cada una de las cuales correspondió a las acciones bélicas realizadas en las fechas respectivas, en las Malvinas, en 1982. Los capítulos en cuestión pertenecen al libro “La guerra inaudita. La historia del conflicto del Atlántico Sur”, de Rubén O. Moro, que aparecerá próximamente.

Las acciones bélicas del día 27 de mayo
La actividad del día comenzó a las 00.10 hs. con la detección de un buque en el brazo Brenton. A las 03.50 hs. la guarnición de Darwin debió soportar fuego naval.
La FAS (Fuerza Aérea Sur) que había resuelto iniciar bombardeos nocturnos con MK-2 “Canberras”, despachó una sección de 2 aviones armados con bombas BRP que llegaron a la zona de operaciones siendo las 04.30 hs. con la misión de atacar las naves que cañoneaban Puerto Darwin. Bombas que explotaron sobre posiciones británicas, hicieron que los ocupantes se refugiaran en los pozos de zorro. El ataque destruyó la antena de la flamante estación satelitaria de comunicaciones.
A las 11.30 hs. aviones “Harrier” efectuaron otro ataque sobre la Base Aérea Militar “Malvinas” sin consecuencias. Entre las 13.45 hs. y las 14.45 hs. el fuego se repitió sobre las instalaciones de Darwin-Prado del Ganso. Un avión “Harrier” fue derribado, piloteado por su Jefe de Escuadrón, el comandante R. D. Iveson, que se eyectó y fue rescatado por sus propias fuerzas. A las 17.24 hs. aterrizaron 2 aviones “Pucará” en Puerto Argentino procedentes de Santa Cruz. Durante su vuelo se  cruzaron con 2 A4-B y evadieron un “pack” (escuadrilla) enemigo. A las 17.24 hs. y 20.14 hs. aterrizaron 2 C-130 con su valiosa carga, en una travesía que día a día se iba tornando más peligrosa para las tripulaciones del Escuadrón “Hércules”. Como si el esfuerzo para mantener operativo el puente aéreo no fuera una misión loable, se le asignó una nueva tarea que sería la más arriesgada. Se trataba de vuelos de exploración que se iniciaron ese día para procurar detectar blancos navales enemigos.
Al desconcentrarse de la cabecera de playa la infantería británica se constituía en un blanco muy difícil de hallar en el terreno. No se justificaba el costo y los riesgos que involucraba enviar un avión para que emplease sus armas con dudosos o nulos resultados y con muy pocas probabilidades de regresar indemne.
En las últimas horas de la tarde volaban hacia San Carlos 2 secciones de aviones A4-B con la misión de realizar bombardeo con bombas BRP sobre las tropas desembarcadas. La sección “Poker” (capitán Carballo y teniente Rinke) llegó a la zona de los blancos procedente del sector Sur siendo las 16.58 hs., es decir, en pleno crepúsculo vespertino. No bien sobrepasaron las alturas que bordean el sur del “Desfiladero de los Misiles” dejaron caer sus 4 bombas cada uno. Los infantes de marina del Escuadrón 40 observaron horrorizados cómo 8 bombas pendían suavemente de sus paracaídas mientras descendían hacia sus posiciones. Un minuto más tarde llegó la sección “Truco” (primer teniente Velasco y teniente Osses) con igual misión y configuración, aunque su objetivo era la zona de Bahía Ajax. Las 8 bombas descendieron suavemente sobre las instalaciones británicas. 
Las 2 secciones habían sorprendido a las defensas y no serían interceptados por los “pakes” enemigos, pero su pasaje sobre la Bahía no sería gratuito: el “Poker” 1 fue alcanzado por la metralla que dejó su avión sin comunicaciones, sin instrumentos y con una cubierta principal reventada. Llegó a su base guiado por su numeral, logrando aterrizar sin otras novedades que un gran boquete que descubrieron luego en la nariz del “Skyhawk”. La segunda sección no tendría tanta fortuna: el avión del primer teniente Velasco fue alcanzado por el fuego enemigo y debió eyectarse sobre la Isla Gran Malvina, donde pudo ser recuperado más tarde.

Daños causados por las bombas
Corresponde mencionar lo que ocurrió con las bombas lanzadas por las dos formaciones. Dos BRP de los “Poker” impactaron en las posiciones socavadas por los “Marines” matando a 2 e hiriendo a otros 3. Una tercera bomba no detonó. En la orilla opuesta del Brazo Sur el daño sería mucho mayor. Las bombas de los “Trucos” detonarían matando a 6 hombres, hiriendo a 27 y desatando un incendio en el polvorín principal del Escuadrón 45 de Comandos. Durante varias horas los hombres lucharon por evacuar los heridos y atenuar el efecto de las llamas. El brigadier Thompson en persona se hizo presente en el lugar, para observar con enorme preocupación lo que estaba sucediendo, o sea que las reservas logísticas de su brigada eran vulnerables a los ataques de la F.A.A. Mientras tanto en la oscuridad de la noche malvinense, las explosiones de los proyectiles Milán, de morteros y de munición de diversos calibres, ponían una nota de estrépito y color que se reflejaba en las aguas de la bahía, asemejándose aquello más a un festejo de fuegos de artificio que a la trágica realidad.

Bahía San Carlos: acierto británico 
Tal vez la cabecera de playa aún no estaba consolidada, pero la decisión del general Trant de iniciar el avance señalaba que, mal o bien, a elevado o discreto costo, ella surtiendo el efecto previsto: constituirse en un trampolín desde el cual se lanzase la infantería. La selección de la Bahía San Carlos para realizar el desembarco británico, en un lugar inaccesible para las fuerzas navales y terrestres argentinas, fue uno de los aciertos de la guerra. Quien desee sacar conclusiones basadas en los hechos, deberá observar atentamente las bajas sufridas por uno y otro bando, tener en cuenta que la casi totalidad de las pérdidas británicas fueron causadas por la aviación argentina, y dilucidar qué significa el poder aéreo, aun combatiendo en forma aislada contra un enemigo superior en tecnología y medios.
La Fuerza Aérea seguiría atacando allí y donde quiera hubiese un blanco visible y rentable, luego de haber hecho todo lo que estaba a su alcance. No logró ganar la batalla de San Carlos, pero impidió al enemigo lograr la superioridad aérea, le infligió serios daños, demoró la concreción de la cabecera de puente, creó problemas de comando al enemigo, le produjo inconvenientes logísticos y penosas necesidades que disminuirían su capacidad bélica y la moral de sus tropas, haciendo mucho más difícil y lento su camino hacia Puerto Argentino.
El coraje y el tesón con que se luchó deberán ser rescatados por la historia, como una gesta apta para enorgullecer a todos los hombres de bien que habiten el suelo argentino, y que se sientan custodios de sus tradiciones más nobles y más puras. Pues, al fin y al cabo, fue un puñado de hijos de esta tierra, el que tuvo a la flota británica sustentada por los Estados Unidos al borde del colapso.