Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VIII N° 31 - Junio 2014 - Pags. 4 y 5
Estancia San
Martín o El Pino
Estancia El Pino |
La estancia El Pino, instalada a fines del siglo
XVIII, durante los primeros años del Virreinato, fue uno de los primeros y
antiguos establecimientos de su tipo en la región bonaerense que dio inicio a
la actividad agropecuaria. En los primeros años de la década de 1820, fue
adquirida por la sociedad "Rosas, Terrero y Compañía", que Juan
Manuel de Rosas formaba con Juan Nepomuceno Terrero y Luis Dorrego. Rosas
decidió cambiarle el nombre por San
Martín, como un homenaje al Libertador. Rosas sintió predilección por esa
estancia, tanto por la calidad de sus pastos, como por la aguadas, y por su
cercanía a la ciudad de Buenos Aires. La convirtió en un verdadero complejo
productivo por las diversas actividades que allí se desarrollaban y fue uno de
los establecimientos más importantes del país, especialmente por su producción
agropecuaria. Además tenía la ventaja de estar próxima a otros establecimientos
de su propiedad y cercana también al mercado de la ciudad. En 1837, la sociedad
se dividió y Rosas quedó como único propietario -entre otros bienes- de esa
estancia.
Como en todos los establecimientos rurales propiedad de
Rosas, el orden imperaba en el lugar, siendo todas modelos de organización.
Esta estancia, como toda gran propiedad rural, tenía
varios puestos en los bordes del campo, llamados San Miguel, San Juan, San
Pedro, San Antonio, San Pablo y La Recoleta.
El edificio principal o casco de estancia, fue mejorado y
ampliado por Rosas, quien hizo construir en la planta alta dos habitaciones,
azotea y mirador, al cual se accedía por una escalera caracol de hierro
forjado, también hizo construir dos cocheras, caballerizas y galpones. Constaba
de doce habitaciones, escritorio, comedor, gran baño, cocina, antecocina,
distribuidas en cuadro, con una galería que daba sombra a algunas habitaciones.
La mayoría de las habitaciones convergen a un patio central con aljibe. También
había una pequeña capilla, dedicada a la Sagrada Familia y luego a la Virgen de
las Mercedes.
La construcción, propia de aquella época tenía anchos muros
de ladrillos -algunos de hasta 80 cm.- asentados en barro. Las habitaciones
tenían puertas de madera -más bien bajas- y con ventanas que dan al parque. El
comedor y algunas habitaciones conservan los primitivos pisos de ladrillos y
los techos cuya estructura de madera son sostenidos por gruesas vigas de madera,
estaba cubierto de tejas de las llamadas "musleras". A aproximadamente 100 mts. de la construcción
principal se encontraba la vivienda del mayordomo y un poco más alejado, un
edificio para los huéspedes.
Había una magnífica
avenida con fila de ombúes en sus costados que le daban sombra, a más de
espinillos.
Rosas hizo plantar decenas de miles de árboles de distintas
especies, como paraísos, talas, acacias, álamos, nogales, olivos, durazneros,
perales, cítricos, granados, guindos, damascos, manzanos, higueras, entre otros.
En el lugar había numerosos corrales cercados por postes,
palos clavados en el suelo, unidos con tientos de cueros y también se utilizaba
el "cerco vivo" hechos con especies vegetales como espinillos,
cactus, árboles como talas, acacias y paraísos. También se cavaban zanjas para
contener el desplazamiento de animales y preservar las zonas sembradas con diversos
cultivos y hortalizas.
La actividad pecuaria en esta estancia tenía que ver principalmente
con la cría de ovejas y en menor cantidad con el ganado vacuno y yeguarizos.
En el lugar también se fabricaban ladrillos, con una
producción aproximada de 30.000 al mes.
La producción tan variada de esta
estancia, tales como frutas, maderas, ladrillos, lana, cuero de vacunos y
carnero, sebo, aspas, cerda, ganado vacuno y ovino, entre otros, estaban
destinadas al consumo en la ciudad de Buenos Aires. El ganado en pie era
faenado en los mataderos que existían en la ciudad.
En la estancia trabajaban gran cantidad de personas, de
todas las razas: blancos, negros, indios, siendo estos últimos más difíciles de
retener. Rosas también contrató jóvenes españoles, traídos de la Madre Patria,
al cual les adelantaba el costo del pasaje. Esos peones "gallegos",
eran quienes por lo general debían cuidar los cítricos, ya que munidos de
largas escaleras, les quitaban los bichos canastos y limpiaban las hojas,
tratando de mantenerlos en perfectas condiciones.
Después
de la acción de Puente de Márquez, en la cual se impusieron los federales
mandados por López y Rosas contra los unitarios de Lavalle, las tropas de Rosas
se establecieron en este lugar, convirtiéndolo en un campamento.
Fue en este lugar al
cual se dirigió Lavalle el día 16 de junio de 1829, para encontrarse con Rosas.
Inmediatamente después de Caseros, el día 16 de febrero, las
autoridades de la provincia, procedieron a confiscar la totalidad de los bienes
del gobernante depuesto, como así también los de sus hijos.
El Director Provisorio de la Confederación Urquiza, hizo
un pedido para que se dejara sin efecto el embargo de bienes de Rosas y el 7 de
agosto el gobierno provincial dejó sin efecto el embargo de los bienes que se
había dispuesto el 16 de febrero y dispuso la entrega de los mismos a Juan
Nepomuceno Terrero -exsocio y amigo de Rosas- quien de esa forma pudo vender
esa estancia el 8 de noviembre de ese año a un cuñado de Rosas, don José María
Ezcurra y Arguibel, girándole el dinero producido de esa venta -1.500 onzas de
oro- a Rosas, quien vivía exiliado en Southampton -Inglaterra-. Al poco tiempo,
el gobierno de la provincia, ya secesionada de la Confederación Argentina, a
raíz de la revolución del 11 de setiembre de 1852, confiscó nuevamente los
restantes bienes de Rosas. Es decir que la única propiedad que se pudo vender,
fue la estancia San Martín.
Con el paso del tiempo
la extensión de la estancia fue reduciéndose, por los loteos y la urbanización
de la zona y lo que quedó del casco se fue deteriorando con el paso del tiempo
y no obstante que en el año 1942, fue declarada solar histórico nada se hizo
por mantenerla y mejorarla. Fue adquirida en el año 1970 por la Municipalidad
de La Matanza, cuando esta propiedad no tenía ya más que dos hectáreas, en las
cuales se encontraba el casco de la antigua estancia en una de cuyas
habitaciones en el año 1829 se habían entrevistado Rosas y Lavalle.
En el año 2000 el museo
fue reabierto, después de haberse reconstruido el lugar.
Actualmente funciona allí
el "Museo Histórico Municipal (de La Matanza) Brig. Gral. Don Juan Manuel
de Rosas", sobre la calle Máximo Herrera 5700, Ruta Nacional N° 3, Km.
40/200, en la localidad de Virrey del Pino, Ptdo. de La Matanza. El teléfono
del Museo es: 02202-494757 pudiéndose concertar visitas guiadas para grupos. El
horario de visita es de martes a viernes de 9 a 16 hs. y sábados y domingos de
10 a 17 hs. encontrándose cerrados los lunes y días festivos. .
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