El artículo que se publica a continuación corresponde a la revista del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas N° 4/5, julio a diciembre de 2024
Fray Francisco de Paula Castañeda
Vida y obra en el litoral
(1825-1832)
Por Julio Rodríguez (Historiador oriundo de Rosario, provincia de Santa Fe)
Introducción
Las provincias de Entre Ríos y Santa Fe tuvieron el privilegio santo de contar con su ministerio sacerdotal en la fundación de capillas y escuelas que elevaron el espíritu y la cultura de los pobladores. Fueron siete años de fecunda labor ampliamente cumpliendo los preceptos de su Orden, prohijando una vida sencilla cerca de los desheredados, sirviendo a la Santa Iglesia y a la Patria. “Un insólito conjunto de extraordinarias cualidades” lo definió el presbítero Alfonso Durán, sumando estos conceptos del buen fraile:
“Humilde, como todo hijo de San Francisco de Asís. Vigoroso como todo hombre sano de espíritu y de cuerpo. Valiente como todo el que arde apasionado por un gran ideal. Abnegado, como todo apóstol. Luchador, como todo el que hace de su vida una gran misión”. (1)
En aquel exilio interior, empleó el arado y la pluma, continuando el infatigable batallar contra las herejías implantadas desde las usinas del poder gobernante. Fray Francisco nunca dio el brazo a torcer y su invocación permanente a Dios le permitió sortear con holgura aquellas borrascas.
“Mi voz es débil, pero Dios es poderoso para hacerla sonar en todo el mundo. Los que profesamos la religión católica debemos acreditar en todas partes que somos hijos de esta buena madre y discípulos de esta sabia madera, como también que en serlo tenemos nuestro mayor gozo y complacencia”. (2)
Las escuelas por él fundadas fueron de enseñanza gratuita y los recursos salieron propiamente de su escasísimo peculio, viviendo como un penitente, trasladándose en muchas ocasiones descalzo o con humildes zuecos, configurando la imagen del pastor con olor a oveja.
Porteño de muy buena ley
Francisco de Paula Castañeda nació el 3 de enero de 1776 en la Ciudad de la Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre, hijo de don Ventura y doña María Andrea Romero. La familia, compuesta por los restantes hijos, Mercedes, Fulgencia, Juliana –en 1812 ingresó al Monasterio Santa Catalina de Siena–, Pedro –gobernador federal de Jujuy entre el período 1849-51– y Manuel, todos criados bajo el manto de la catolicidad. Su padre, “cristiano de puño cerrado” fue Hermano Mayor de la Archicofradía del Santísimo Sacramento en la iglesia Catedral y la madre tuvo un hermano sacerdote, el presbítero Antonio Romero.
Luego de cursar estudios de Latinidad en el colegio San Carlos, Francisco ingresó a la Orden de San Francisco de Asís en 1793 y, siete años después, fue ordenado sacerdote en el convento de la Recoleta, ocupando allí la cátedra de Teología Moral. La ciudad se conmovió enfrentándose en forma estoica a las invasiones inglesas de 1806 y 1807, donde Castañeda tuvo a su cargo el panegírico de la Reconquista destacando que “la victoria del 12 de agosto último fue obra del pueblo ante la corrupción e incapacidad de la administración española”.
Un año más tarde, repitió el sermón, pero en este caso, refiriéndose a la heroica Defensa en la capital del Virreinato. Lamentablemente, no hallamos los textos que sin dudas hubieran de enriquecer este trabajo. Sí tenemos su adhesión a la Junta Provisoria de Gobierno asumida el 25 de mayo de 1810 ya que el Tedeum de 1815 lo tuvo nuevamente a cargo de la homilía y dijo:
“El día 25 de mayo, ya se considere como padrón o monumento eterno de nuestra heroica fidelidad a Fernando VII, o como el origen, principio y causa de nuestra absoluta independencia política, es y será siempre un día memorable y santo que ha de amanecer cada año para perpetuar nuestras glorias, nuestro consuelo y nuestras felicidades”. (3)
El cariz extranjerizante e iluminista que iban tomando los representantes del Triunvirato encendieron las alertas del franciscano, decidido entonces a iniciar el combate desde la educación. A fines de 1814, abrió una escuela de dibujos en uno de los claustros de la Recoleta trasladándose al año siguiente al Consulado, donde continuó el legado del general Manuel Belgrano cuyo retrato, pintado por un alumno, presidió desde entonces aquel establecimiento.
El 10 de agosto de 1815, el fraile tuvo a su cargo el corte de cintas explicando además su proyecto dentro del aula:
“No hasta que los niños aprendan los rudimentos de la religión católica que por dicha nuestra profesamos, no hasta que sepan leer, escribir y contar…preciso es que se emplee en su instrucción y enseñanza; el dibujo, la geografía, la historia, la geometría, la náutica, la arquitectura civil, militar y naval deben entrar también en el plan de su buena y bella educación; la esgrima, la danza, la música, el nadar y andar a caballo, pronunciar correctamente el idioma nativo... Entremos gustosos en este plan admirable… y en pocos años veréis los rápidos progresos que obra la necesidad unida con la industria y la libertad”. (4)
La Academia fue clausurada en 1818 por falta de recursos, pero el empeño del Padre hizo que se reabriera en octubre de 1820 siendo dirigida por el francés José Rousseau, aunque perduró un año más.
La Reforma y el exilio
A mediados de 1822, Bernardino Rivadavia, secretario y máximo exponente del gobierno del general Martín Rodríguez, dictó una Reforma Eclesiástica, cuyo fin fue colocar a la Iglesia Católica bajo la órbita del poder civil, expropiando sus bienes de la provincia, como el Santuario de Nuestra Señora de Luján, la Casa de la Hermandad, el Convento de la Recoleta, los conventos de las órdenes religiosas, a la vez que anuló la Vicaría Castrense, de imprescindible labor en la religiosidad de nuestras tropas.
La Provincia Franciscana del Río de la Plata, cuya acción benefició con creces a la Recoleta, lamentó aquel desalojó que provocó un desbande de religiosos emigrando una gran mayoría, hacia Catamarca. Ante este despojo, Castañeda, junto a fray Cayetano Rodríguez, Pedro Castro Barros y Mariano Medrano y Cabrera, fueron las pocas voces eclesiales que se hicieron oír. El franciscano, imprimiendo un lenguaje irónico y locuaz, dio combate desde sus periódicos.
“Aquellas filosofías, no es cosa que entra en mi casa
Porque de cristiano viejo
La enjundia tengo en el alma
Yo ya sé que en la ciudad
Con la capa de estudiantes
Se burlan de la piedad, algunos mozos tunantes…”. (5)
La defensa de la religiosidad y tradición hispánica sirvieron de contrapeso a la virulencia expresada desde las páginas oficiales, historiando en su artículo “Época de D. Bernardote Rimbombo”:
“La época de Rivadavia es la de un loco furioso, cruel, hereje, inmoral, déspota, traidor, consuetudinario y reincidente, fiado no más que en la impunidad, que le resulta de la constelación de sabios, a quien pertenece, y que lo necesita para biombo y testaferro. Rivadavia ha repetido en grande los hechos que Alvear trazó y dibujó en pequeño”. (6)
El estilo criollo y gauchesco que imprimó a sus trabajos merecieron la furia de logias e incluso de sacerdotes apóstatas afines al gobierno. Con fina ironía y mucha valentía, el fraile los combatió diariamente ganándose como buen cristiano, la cruz del destierro, a la cual se aferró dignamente.
“Yo emprendí mis periódicos con el fin de que mi pueblo se recobrase del desmayo universal que lo tenía postrado, para que, entonándose, tomando aliento y cobrando sus antiguos bríos desquijarase leones como un Hércules”. (7)
Desalojado del convento y perseguido por los esbirros del gobierno, fray Francisco llegó primero a Kaquelhuincul, en la zona desértica al sur del límite de la provincia de Buenos Aires. Su destierro prosiguió en Fortín Areco, Catamarca y Montevideo. Durante un breve tiempo, había sido cobijado en Pilar, donde levantó la capilla reconvertida luego en la actual parroquia.
En la Invencible provincia
A mediados del año 1823, Castañeda inició camino hacia Santa Fe, cumpliendo el pasaje primeramente por el convento San Carlos de San Lorenzo donde visitó a sus hermanos de la Orden. A la salida, acompañado por un oficial de Gobierno, le explicó el sentido de la breve parada.
“…en aquel santuario están los ejércitos de Dios, los ángeles de Santa Fe, los que purifican el sistema político de toda la escoria filosófica… esos padres nos dicen y nos repiten, en sus misiones, que la palabra divina debe ser venerada y adorada, no menos que el Santísimo Sacramento del altar; esos padres son hospitalarios sobre toda ponderación, suaves en su trato, modestos en sus costumbres, amables por su vida ejemplar, humildes sin bajeza, castos sin repugnancia, devotos sin hipocresía, enérgicos en la cátedra de la verdad, y el único común consuelo de toda nuestra provincia”. (8)
Finalmente, arribó a la capital, bordeando el río Salado e ingresando al convento San Francisco, según leemos por letra suya desde Vete portugués:
“Entró, pues, en la ciudad por los arrabales y se introdujo por la puerta falsa en el convento. Al momento lo supo la ciudad, y su celda era un jubileo de los principales del pueblo, que vinieron a su celda a darle la bienvenida. Abochornado estaba el padre, cuando, hete aquí, que le golpean la celda ¿Quién? El muy ilustre Cabildo y Regimiento de Santa Fe, cuerpo y etiqueta, a darle al Padre la bienvenida y a ofrecerle, etc.”. (9)
Habiendo sido crítico de Estanislao López al frente del gobierno, tal recibimiento lo tomó de imprevisto y preguntó:
“Estas gentes ¿no han leído mis periódicos? ¿No han visto lo acre y emberrenchino que me he producido contra ellos? Pues ¿qué novedad es ésta? Descífreme este misterio… Padre mío: no hay en este pueblo quien no haya leído sus papeles... Ha de saber Ud. que estas gentes son muy amigas de que los ministros de Dios sean quisquillosos y que reprendan lo malo, en sus números nuestras gentes leían el corazón de V.P. y se deleitaban en las buenas doctrinas que vertía...”. (10)
A la hora de explicar su llegada a la provincia, no anduvo con ambages lamentando la orientación dispuesta por la reforma rivadaviana.
“…tengo el honor de exponer a V. H. que por no haberme prostituido cobardemente a las máximas filosóficas-jacobinas del ministerio porteño, he sido perseguido, proscripto y calumniado hasta el extremo de habérseme precisado a cumplir literalmente el mandamiento de nuestro amabilísimo legislador Cristo, el cual previene a sus ministros que cuando los persiguieren en una ciudad, huyan a otra, y habiendo sido recibido con tanta caridad, amor y respeto en la Provincia de Santa Fe, que V.H. tan dignamente representa, me he persuadido que es indispensable deber mío lo primero dar a V.H. las debidas gracias…”. (11)
Una vez instalado, inició su conversión respecto a la conducta del gobernador santafesino, sobre todo luego de la firma de éste del Tratado de Paz junto a su par bonaerense en la estancia Benegas, graficado con absoluta felicidad:
“…estoy convertido y arrepentido hasta la improsulta ¡Bendito sea el General López! Yo convengo en que me emplumen… el Gobernador de Santa Fe está decidido por la causa del orden y de la felicidad común de la provincia, y es una de sus más firmes columnas…”. (12)
Anoticiado de la llegada, el Brigadier le dio la bienvenida enviándole un afectuoso mensaje, vía chasque de correo.
“…déjese, amigo, de excelencias, y sepa que los ratos que me dejen sosegado los negocios públicos, hemos de tratar, mano a mano, a la sombra de aquel ombú, donde hemos leído todos sus números, deseando alguna vez tener por acá al autor, como ahora, gracias a Dios, lo tengo, y para que se convenza de la sinceridad de mi afecto”. (13)
En agradecimiento, el buen Padre improvisó unas coplas dedicadas a las victorias obtenidas por el caudillo santafesino.
"López el gobernador
Con dos victorias ganadas,
De las tropas federadas
Se ha vuelto corregidor;
En Santa Fe vencedor,
Y venciendo en Gorondona
Logró la doble corona
Con que lo vemos laureado,
Y por valiente soldado
Ya la fama lo pregona”. (14)
Fraile rinconero
La localidad del Rincón, distante catorce kilómetros al noreste de la capital, había sido donada por Juan de Garay al capitán Antón Martín. A fines del año 1714, se levantó allí un fuerte con tropas destinadas a repeler las invasiones de los indios. Con respecto a su historia religiosa, se formó en torno a una imagen de Nuestra Señora del Rosario, la cual, en 1727, fue trasladada a la ciudad de Paraná y preservada de los malones. Desde entonces, los vecinos participaban de la Santa Misa, oficiada por sacerdotes de la orden franciscana, en humildes ranchos de barro que servían de capilla.
Atentos a ello y bajo el auspicio de su Alcalde, providencialmente elevaron un pedido a la Legislatura santafesina, para la construcción de una capilla.
“…nosotros clamamos por este beneficio en obsequio de nuestra religión para por este medio aumentar y engrandecer nuestro partido en esta virtud y para lograr el fin de este templo, suplicamos a vuestra Honorabilidad que el importe del diezmo de chacras del año de 1823 y 1824 se nos ceda en beneficio de obra…”. (15)
Estanislao López accedió al pedido y el 20 de octubre de 1823 notificó a su Ministro de Hacienda que se destinasen 400 pesos del Diezmo para chacras, resultando un “notorio beneficio de tantos beneméritos habitantes hasta hoy privados de los remedios espirituales inmediatos…”. El gobernador, católico practicante y miembro de la Orden Terciaria Franciscana, contó con la inestimable acción del fray y ambos le dieron impulso a la pietà cristiana de los rinconeros.
-Amigo usted es el dueño de Santa Fe, pasee largo, y verá qué gente tan cariñosa es esta, le instó el Brigadier.
-Mi trabajo aquí será derramar mi corazón en la presencia de Dios y de mis amados, los cariñosos santafesinos, arengándoles desde la cátedra de la verdad; y confirmándolos no sólo en la unión, sino también en la justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, respondió Castañeda.
El poblado, que vivía en la miseria más profunda, con sus viviendas derruidas, atemorizados por el constante maloneo, recibió a su pastor quien de inmediato, puso manos a la obra en la instrucción cívica y religiosa inaugurando a fines de 1823, en forma parcial, la escuela y la capilla.
La Santa Misa ocupó el sitial privilegiado celebrándose en forma cantada todos los días al alba. Luego, los alumnos se encargaban del aseo y barrido de todos los sectores. Las clases duraban tres horas durante la mañana sumándose una más en el turno tarde. Al atardecer, rezo del Santo Rosario, cena posterior y una hora de catecismo. Para los tiempos libres, los alumnos pudieron elegir: educación física, danza, maroma, lucha, correr a caballo, manejo de canoa y nado en el río.
El reglamento, redactado por el sacerdote cuyas clases también lo tuvieron a cargo, departió las materias de Dibujo, Geografía, Gramática, Lectura y Música, sin olvidarse, del estudio humanístico del latín y retórica. Posteriormente, añadió los oficios de carpintería, herrería y relojería. El franciscano cumplió honrosamente una de las máximas de su orden: evangelizar y enseñar. Manuel Cervera, en su obra sobre la historia de Santa Fe, así lo entendió:
“…el Padre Castañeda buscó despertar en los niños el orden y el patriotismo y principios de fe que no sólo propugnó con esas escuelas y como capellán, sino en sus sermones refiriendo las malas costumbres, los escritos de los diarios liberales y antirreligiosos”. (16)
Bajo el amparo de San José
La humilde capilla, abierta a los fieles a fines de 1823, con un campanario donado de apuro por el gobierno proveniente del templo de Sunchales, tuvo al año siguiente, trabajos de ampliación y ornamentación siendo el altar regido con la imagen del glorioso Patriarca recibiendo el poblado la bendición de su nombre: San José del Rincón. El sacerdote, arremangándose el hábito marrón, comandó las obras, según el relato del vecindario:
“…yo le he conocido, niña de catorce o quince años, y con mis hermanas eran nuestros hombros los que traían desde el Colastiné las piedras y los ladrillos que el Padre Castañeda utilizaba para cimiento y paredes de su capilla. Su vida era la de un penitente. Andaba descalzo, a veces calzaba unos zuecos y con frecuencia viajaba hacia el norte -el Chaco- y entablaba amistad con los indios”. (17)
Con respecto al ministerio sacerdotal, pocos datos arrojaron los libros de la capilla conservados en el Archivo General de la Provincia. Una carta del Padre Gregorio Antonio Aguilar a José de Amenábar, vicario de Santa Fe, explayó la labor de fray Francisco durante el Adviento de 1824, teniendo a su cargo todas las pláticas y recibiendo partidas cuyos recibos suscribió con creces.
Pero, al año siguiente, hubo complicaciones, según nota elevada a la autoridad eclesiástica fechada el 4 de abril. En la misma, comenzó contando la obra que allí emprendió “por todas partes imposibles” quejándose ante la falta de apoyo por parte del Curato santafesino.
“Llamo yo desamparo del Cielo a la indiferencia increíble, y positivo estudiado criminal abandono, con que la Santa Iglesia Matriz ha mirado y mira a este Religioso que se ha sacrificado en su obsequio con desintereses… llamo desamparo de la tierra en que ni por parte del Gobierno ni por parte del Rincón se me asistió en lo más mínimo”. (18)
Del mismo tenor fue la crítica al vicario en referencia a las cuentas que le rindió cuya disposición fue nula “acerca del vino, cera, hostias, de modo que me veo en la precisión de costearlo todo”. El fraile, desencantado con aquella conducta, amenazó con “desistir de la empresa, y lo haré efectivamente en el caso de que Vuestra Honorabilidad no encuentre arbitrio para contener este desorden del cielo y de la tierra”.
Un mes después, el 5 de mayo de 1825, dirigió largo escrito al gobernador López, haciendo balance de su misión. De movida, halló las cuentas aprobadas por el Gobierno, cuyos fondos “no alcanzaban para la fundación de iglesia, pueblo y escuela en un desierto llamado Rincón de San José”. Pero no todas fueron pálidas, ya que describió el progreso de conversión de los indios a la religión católica.
“Los guaicurúes, o mocovíes y abipones, no hay conferencia, que tenga con ellos, en la que no consiga un triunfo. Les he persuadido que voy a llenar el Chaco de grandes conventos… que yo los he de educar para que sean donados, legos, novicios, coristas y sacerdotes, que prediquen la fe y la ley de Dios por todas partes. No hay como explicar la alegría, júbilo y exultación en el Espíritu Santo, de que se llenan transeúntemente estos miserables, cuando se lo doy hecho todo, que parece que ya lo están viendo”. (19)
Para el cierre, trazó como objetivo la promoción de las artes y hacerse de nuevos fondos para sus empresas, pidiéndole como garantía que no era el león como lo pintan, ya que “si alguna vez hice algún daño, fue provocado, y que al hombre no se le han de contar las peleas, sino la razón que tuvo”.
El Brigadier acusó recibo elogiando aquella labor en carta a una persona de su entera confianza.
“En esta parte bien considerable del mundo ha fundado el Padre Castañeda una iglesia, un pueblo, una escuela, un colegio que ya cuenta con cincuenta y seis alumnos, que viven a sus expensas; aquí el padre Castañeda de noche maneja la pluma; de día el arado, la azada, las redes, el espinel, para mantenerse, mantener a sus colegiales, mantener también al pueblo que ha fundado; aquí lo llaman al padre Castañeda a una Confesión; y camina a pie y descalzo cuatro leguas por campos espinosos, pasando cañadas con agua, y vuelve a su capilla en el mismo día tan sin cansancio, que se siente capaz de repetir la jornada si lo volviesen a llamar. Además, tiene fundada una sociedad filantrópica”. (20)
En agosto de 1828, volvió a la provincia Invencible para decir Misa y dar gracias al Cielo por la paz concretada con Brasil.
“…en la iglesia de San Francisco… hubo una Misa y Tedeum, pero no hubo orador, porque habiendo sido un acto improvisado, ningún sacerdote se animó a pronunciar unas palabras. Pero aquella misma mañana llegó del Paraná fray Francisco y no trepidó en subir al púlpito. Como escribió él después en tercera persona subió al púlpito de improviso un religioso que acaba de desembarcar de Entre Ríos”. (21)
Cruzando la orilla del Paraná
En la misiva descrita a don Estanislao, el fraile había mencionado su deseo de emprender nuevas empresas.
“El Entre-Ríos me está tan unido por el Sud, que solo nos divide el Paraná patrio; de aquí es que, por interés de la escuela, me vienen a cada paso flotas llenas de ángeles para ejercitarse en los primeros rudimentos de las letras y de la religión; pero no solo vienen niños pequeños a educarse, sino también jóvenes educados ya importunándome a que los instruya en facultades mayores”. (22)
A mediados de 1826, el Cabildo santafesino le retiró una pequeña mensualidad por lo exhausto del Tesoro, prometiéndole apoyarlo cuando los recursos fueran posibles. Por entonces, Pedro Ferré, gobernador de Corrientes, solicitó su presencia invitándolo a dirigir una escuela de dibujo próxima a inaugurarse. También desde San Juan, el gobierno del Carril lo convocó, pero el fraile eligió una provincia vecina y contraria a la Constitución unitaria de 1826.
El 19 de marzo de 1827, día de San José, el Padre bajo su amparo, dirigió una nota al gobernador Mateo García de Zuñiga, con el objeto de trasladarse allí debido a una sequía asoladora sufrida en Rincón:
“…he determinado fundar en la capital del mando de V.S., otro colegio y trasladar a él los veintiocho o más niños entrerrianos que, por el amor de las letras, se han desterrado voluntariamente y me acompañan en este desierto. La propuesta que acabo de hacer a V.S. es bajo la condición precisa de que V.S. lo ha de allanar todo, no sólo con el señor gobernador de Santa Fe, sino también con el Reverendo Padre Provincial”. (23)
La respuesta del mandatario entrerriano resultó halagadora aprobando en un todo el proyecto.
“La apreciable de V.P. que acabo de recibir, es un hallazgo y un socorro oportuno, en el tiempo de la mayor necesidad; cuando tuve el honor de recibirla... Cuente V.P. con que el Entre Ríos lo desea como la sed al agua, pues los cuatro años, que lo hemos tenido de vecino, lo hemos conocido a fondo, aunque mucho antes lo conocíamos por sus escritos... ¡Ojalá V.P. fundase mil colegios! Por consiguiente V.P. ya es nuestro y puede disponer de un terreno que ya se le ha señalado sobre el mismo puerto del Paraná, como también de unas tierras casi contiguas para chacra y recreo de sus colegiales”. (24)
El 9 de mayo, la Legislatura expidió el decreto correspondiente para la creación de una capilla conjuntamente a escuela de primeras letras y latinidad, sobre la superficie de sesenta varas de frente por cien de fondo. Sin embargo, García Zuñiga fue depuesto y reemplazado por León Solá quien también duró poco tiempo en el cargo puesto preso. El estado anárquico de la provincia ayudó poco y solamente la Providencia divina del sacerdote socorrió en la provisión de papeles, cartillas, cartones, libros de gramática y catecismo, invertidos del propio acervo.
“Los gastos indispensables no son más que el fruto de sus sermones, de sus escritos y de los servicios efectivos, que presta a sus amigos, como también de las asignaciones de su casa (esto es, las donaciones de su madre viuda) que jamás las emplea en su persona como lo ha hecho siempre, y así es que anda descalzo, por no gastar en zapatos, anda rotoso, por no gastar en ropa, y su gusto es ayunar para que otros coman”. (25)
El galpón sirvió como capilla, casa, escuela, soportando las inclemencias del crudo invierno de 1827. Para el mes de agosto, contando con la ayuda indispensable de Salvador de Ezpeleta, (26) se levantaron las paredes de barro y estantes, con techo de paja. Con dichas mejores, Castañeda repicó en la modalidad empleada en el Rincón: en la capilla predicó todos los días guardando el sermón para los domingos. Al alumnado, los instó al rezo diario del Santo Rosario y lectura cristiana por las noches. Y, notificando a la Legislatura, desplegó con precisión tales métodos:
“Al rayar el alba, tanto en invierno como en verano, decirles la Misa a los candidatos, en cuyo tiempo cantarán con Música o sin ella las divinas alabanzas; concluida la Misa, barrer los aposentos y el patio, poner en orden la escuela y dejarlo todo acomodado antes de la refacción o almuerzo; la escuela deberá durar tres horas por la mañana y otras tres a la tarde; al entrar la noche rezarán el rosario, y después se leerá un punto sobre los misterios según el orden con que la santa Iglesia los va celebrando: antes de cenar se juntarán todos y haciendo un coro relatarán de memoria alguna parte del catecismo”. (27)
La institución educativa fue puesta bajo el patrocinio de San José, cuya imagen presidió el altar de la capilla. Ambrosio Calderón, testigo de entonces, apuntó sus vivencias en Recuerdos de los buenos tiempos:
“El edificio constaba de una sala y un Oratorio donde el R.P. celebraba la Santa Misa. Los discípulos, unos eran juiciosos y otros incorregibles... Un día ausentóse el R.P. y dejó al mayor de edad… encargado de la clase, pero los incorregibles, una vez lejos de la vista del maestro, trajeron el gato, le aplicaron cohetes en las patas y en la cola, les prendieron fuego y cerraron la casa. El gato, furioso, saltaba volteando los tinteros y derramando la tinta por los libros, por el suelo y el escritorio y rompiendo cuanto papel encontraba. Cuando regresó el R.P., les tomó declaración y conocidos los culpables, les aplicó cincuenta palmetazos a cada uno y seis horas hincados de rodillas, y a sus padres una severa amonestación”. (28)
El general Tomás de Iriarte, en su voluminosa Memoria, repasó un encuentro que mantuvieron con Martín Rodríguez y el sacerdote en la plaza de Paraná.
“Atravesábamos una noche oscura la plaza de la Bajada, íbamos solos, cuando se nos acercó un fraile: le preguntó al general si sabía dónde estaba alojado el general Rodríguez: éste, porque era el mismo con quien el fraile hablaba sin haberlo conocido, le contestó disimulando la voz: ¿Pues qué está aquí el general Rodríguez? El fraile contestó sorprendido de que en un pueblo tan reducido pudiera ignorarse la presencia de una persona tan notable como la del general; éste repuso: Pues no lo sabía; y el padre, sin despedirse, se retiró dando muestras de enfado. El general me dijo al oído: Es el padre fray Francisco Castañeda, y voy a asustarlo. Se dirigió al reverendo, distante muy pocos pasos, y con ademán violento acompañado de un gesto, lo agarró del cuello sujetándolo fuertemente; el padre se sobresaltó, en efecto, y entonces el general se dio a conocer con una descompensada carcajada. El padre quedó entonces muy contento del encuentro, y nos siguió a nuestro alojamiento… saliéndose por último sin despedirse, y no lo volvimos a ver más”. (29)
La fecunda labor apostólica halló al buen franciscano en Rosario del Tala a fines de 1829, según el archivo parroquial de aquella capilla, describiendo su noble presencia desde el 6 de diciembre hasta mayo del año siguiente, en auxilio al pedido de un sacerdote. Durante la estadía, celebró 43 bautismos, bendijo 33 matrimonios y presidió la Semana Santa. En ese ínterin, regresó fugazmente a la capital firmando el contrato junto a Ezpeleta para la demolición de la capilla (30) y posterior construcción de una nueva de ladrillos y piedras.
El buen combate desde la pluma
Fray Francisco no dejó nada librado al azar y durante su permanencia en el litoral retomó el oficio de escritor. El 1° de junio de 1828, en el contexto de la invasión del ejército brasileño a la Banda Oriental del Uruguay, salió la impresión de Vete portugués, que aquí no es, publicando diecinueve ejemplares hasta el 17 de septiembre. Posteriormente, editó Ven acá portugués, que aquí es, cuya primera edición fechó el 11 de octubre de aquel año concluyendo los once números el 17 de diciembre. Ambos periódicos tuvieron el sello de la Imprenta de la Convención de Santa Fe.
El 13 de diciembre de 1828, fue fusilado Manuel Dorrego, gobernador de Buenos Aires, por orden del General Juan Lavalle, en la localidad bonaerense de Navarro. El suceso mereció el amplio repudio del resto de las provincias y nuestro fraile no se quedó atrás, patentado un nuevo periódico con vastísima denominación: Buenos Aires cautiva y la Nación Argentina decapitada a nombre y por orden del nuevo catilina Juan Lavalle. El 21 de enero de 1829 vio a la luz saliendo los días miércoles y sábados de cada semana cuyos dos pliegos tuvieron un costo de dos pesos de suscripción en Santa Fe y tres en Buenos Aires.
Durante once ediciones, lidió la ignominia del general Lavalle, sumó críticas a la gestión de Bernardino Rivadavia y escribió elogios gratos a Manuel Dorrego. Su último número se publicó el 27 de mayo de dicho año. Por entonces, su gran amigo, el rosarino Anastasio Echevarría, lo persuadió que deje el periodismo y se dedicase únicamente a decir Misa, recibiendo la imperturbable respuesta del franciscano: “pero, amigo, es precisamente la Misa lo que me enardece, y me arrastra y me obliga a la lucha incesante”.
La eternidad
A los 56 años y con los achaques de una vida en Cruz, fray Francisco entregó el alma al Salvador. Los testigos, situaron su última morada en la esquina sureste de las actuales calles Andrés Pazos y Corrientes, en Paraná. El 11 de marzo de 1832, recibió en su lecho los santos sacramentos por intermedio de Francisco Álvarez, párroco de la Catedral.
“¡Con cuanta humillación, ternura, y respeto recibió al Cordero de Dios, que borra los pecados del mundo! Pidió que le vistiesen su pobre hábito, y cobrando un aliento extraordinario protestó delante de todos su adhesión firme a la Santa Iglesia Romana, y con especialidad al dogma de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, que es el sacramento de los católicos, y el misterio de la fe por antonomasia; detestó las falsas doctrinas tan opuestas al bien de los pueblos, y terminó sus alientos confesando el amor a la religión, en que había nacido, y a la patria, que había sido siempre el objeto de sus tareas”. (31)
Una muerte santa desmintió las conjeturas más diversas que se publicaron, siendo la más difundida que había sido mordido por un perro cimarrón produciéndole una llaga mortal. El acta de defunción sentenció:
“En 12 del mismo mes y año di sepultura con oficio, entierro mayor y misa cantada al Padre Fray Francisco Castañeda, natural de la Ciudad de Buenos Aires, Religioso del orden seráfico de N. P. S. Francisco. Murió de muerte natural y recibió los santos sacramentos, lo que certifico. Por mandato del Sr. Vicario. Montaño". (32)
La noticia llegó a Buenos Aires y el gobernador Juan Manuel de Rosas se dirigió a su par entrerriano, Pascual Echagüe, con el fin de trasladar los restos del fraile a su ciudad natal. El 28 de julio de aquel año, el cadáver desembarcó en el puerto y fue recibido por un discurso del general Lucio Mansilla.
“¿R.P. Fray Francisco Castañeda? ... ¡No responde! ¡Ya no existe entre los hombres! ¡Ya descansa en la mansión de los muertos! Pero su nombre vivirá tanto como durarán los siglos. Sí: un religioso tan severo como tú: un hombre tan filantrópico: un patriota tan moderado no muere jamás para la memoria de sus conciudadanos”. (33)
Además de Mansilla, se encontraron en el lugar, Felipe Arana, ministro de Gobierno, el coronel Mariano Rolón, el comandante del puerto, oficiales y soldados de Marina, un hermano y tío del difunto, religiosos de su Orden, quienes iniciaron el traslado del féretro hacia el convento grande de San Francisco, secundados por gran cantidad de pueblo
El 22 de diciembre se llevaron a cabo las exequias en dicho templo con la asistencia del general Juan Ramón Balcarce, flamante gobernador bonaerense. El panegírico estuvo a cargo de fray Nicolás Aldazor realizando un extenso recorrido por la vida del buen francisco, cuya “voz rápida y sonora, de virtud y de vigor, aterrará a los delincuentes, cubriendo de ignominia a los injustos detractores de su buen nombre”.
Por último, el sermón se centró en la prolífica tarea pastoral y patriótica llevada a cabo por Castañeda.
“Sus discursos fueron siempre sólidos, llenos de unción, de erudición, y de substancia... Su espíritu era el que daba fuerza a sus palabras sin necesidad de los adornos de la retórica... Él conocía bien que el trabajar por la utilidad de un estado cristiano es disponer triunfos a Jesucristo... El amor de la patria, y el celo por la religión, en que felizmente hemos nacido, eran el único móvil de su alma, y de su lengua...”. (34)
El legado
Autores que lo biografiaron, cada uno con sus matices, enaltecieron su excelsa figura. El historiador Adolfo Saldías, puntal del revisionismo, aunque perteneciente a las logias masónicas, lo reconoció:
“Castañeda es uno de los ejemplos más hermosos de la aplicación del pensamiento y de la acción eficiente en la obra de la regeneración social argentina que se inició a raíz del 25 de mayo de 1810”. (35)
Por su parte, Arturo Capdevila editó La Santa furia del Padre Castañeda en el centenario del fallecimiento, trayendo nuevamente su vida de santidad.
“Rehabilité la memoria de un hombre ilustre, de varios y raros talentos, que venía arrastrando, sin embargo, casi afrentosa fama. Siempre celebraré que gracias a mi libro se pudieran cumplir en el centenario de su muerte las debidas honras a tan insigne varón”. (36)
La capilla del Rincón de San José mutó a viceparroquia según libros del año 1837. Para 1889, fue erigida finalmente en parroquia bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, cuya figura preside el Altar Mayor y es sacada en procesión por el poblado cada 16 de julio. En 1939, Irene Ángela Amici, presidente de la Comisión Pro-Monumento editó un trabajo homenajeando la memoria del sacerdote franciscano y en su discurso lo historió:
“Aquí con sus libros, sus pobres, sus niños indios, pasó varios años tranquilos y sonrientes, dedicando todo su amor a la enseñanza y remediando las necesidades de los pobres y desamparados. Contaban mis abuelos que andaba descalzo y rotoso para vestir a otros, ayunaba por su propia voluntad para que otros comieran.
Que tu figura perpetuada en el bronce siquiera sirva para infundir en estos jóvenes, la llama ardiente que infundió el Todopoderoso en tu noble corazón; infúndeles desde lo alto parte de ese ideal sublime y santo que inspiró tu fórmula solemne y definitiva: DIOS -PATRIA - CIVILIZACIÓN”. (37)
Un busto suyo custodia el patio de la escuela N° 16 fundada por él en dicha localidad. En 1988, la Junta Arquidiocesana de Educación Católica de la Arquidiócesis de Santa Fe creó el Instituto Superior de Formación Docente en la capital, designándolo bajo su auspicio. Por último, en 2005, el proyecto de la hemeroteca digital mereció el nombramiento de fray Francisco, cuyo proyecto conserva y preserva el acervo histórico de la provincia.
El Arzobispado de Paraná guarda en custodia la imagen de San José que llevó a aquella ciudad. La misma, data del siglo XVIII oriunda de Sevilla, y fue preservada por la señora Josefa Márquez de Maglione, quien la recibió de manos del sacerdote. El 31 de octubre de 1938, sus nietos hicieron entrega a la Curia local, guardándose en su archivo.
Bibliografía
Libros
Chiappero, Rubén Osvaldo. La Capilla de San José del Rincón. Texto y contexto de una obra de arquitectura popular santafesina. Amaltea. Santa Fe de la Veracruz, 1990.
Elogio fúnebre del M. R. P. Fr. Francisco Castañeda, Lector Jubilado del Orden de San Francisco que, en las solemnes exequias, que, en sufragio de su alma, y para honrar su buena memoria se celebraron por disposición del superior gobierno y con su asistencia en la Iglesia del Seráfico Patriarca de Buenos Aires, el día 22 de diciembre de 1832. Dijo Fr. Nicolás Aldazor del Mismo Orden. Lo da a luz un apasionado del difunto. Imprenta Republicana. Buenos Aires, 1833.
Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Un testigo de la naciente Patria Argentina 1810-1830. Castañeda. Buenos Aires, 1994.
Homenaje del Pueblo de San José del Rincón a Fray Francisco de Paula Castañeda. Memoria de la Comisión Pro-Monumento por su Presidenta Srta. Irene Ángela Amici. 1939-41.
Otero, Fray José Pacífico. El Padre Castañeda. Su obra ante la posteridad y en la historia. Cabauy y Compañía Editores. Buenos Aires, 1907.
Saldías, Adolfo. Vida y escritos del P. Castañeda. Arnodo Moen y Hermano, Editores. Buenos Aires, 1907.
Sobrero de Vallejo, Nanzi. Reinante, Carlos María. Meinardy, Gervasio Andrés (Compilador). San José del Rincón: historia y patrimonio. Libro digital. Santa Fe. Ediciones Universidad Nacional del Litoral, 2023.
Zinny, Antonio. Efemeridografía Argireparquiótica o sea de las Provincias Argentinas. Imprenta y Librería de Mayo. Buenos Aires, 1868.
Artículos en revistas
Dana Montaño, Salvador M. El Doctor José de Amenábar “Padre de la Patria”. Revista de la Junta Provincial de Estudios Históricos. Número LII. Santa Fe, 1982.
El Lucero. Diario político, literario y mercantil, 30 de julio de 1832.
Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Castañeda en Santa Fe. Revista de la Junta Provincial de Estudios Históricos. N° 40. Santa Fe, 1969.
Furlong, Guillermo S.J. Francisco de Paula Castañeda. Mikael. N° 1.
Román, Claudia A., ed. (2015). La prensa de Francisco de Paula Castañeda: Sueños de un reverendo lector (1820-1829) [en línea]. La Plata [AR]: Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET). Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria. (Biblioteca Orbis Tertius; 10) En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.379/pm.379.pdf
Segura, Juan José Antonio. El Padre Castañeda. Su programa cultural en Paraná. Tellvs N° 2, 1948.
Sitios Web
http://historiaypastoral.blogspot.com/2008/03/parroquia-nuestra-seora-del-carmen.html Consulta realizada el 23 de marzo de 2022.
https://catolicus.com/san-jose-puerto-viejo-francisco-paula-castaneda/ Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
http://www.cehsf.ceride.gov.ar/america_18/09-pauli_castaneda.html Consulta realizada el 21 de mayo de 2024
http://www.cehsf.ceride.gov.ar/america_18/10-ramallo_castaneda.html Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
https://www.parana.gob.ar/ciudadymemoria/iglesia-nuestra-senora-del-carmen Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
https://www.revisionistas.com.ar/?p=8365 Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
https://www.unosantafe.com.ar/santa-fe/de-los-tiempos-del-capitan-anton-martin-la-urbe-recien-nacida-n2090865.html Consulta realizada el 5 de agosto de 2024.
Referencias
(1) Homenaje del Pueblo de San José del Rincón a Fray Francisco de Paula Castañeda. Memoria de la Comisión Pro-Monumento por su Presidenta Srta. Irene Ángela Amici. 1939-41, p. 17.
(2) Otero, Fray José Pacífico. El Padre Castañeda. Su obra ante la posteridad y en la historia. Cabauy y Compañía Editores. Buenos Aires, 1907, p. 12.
(3) http://www.cehsf.ceride.gov.ar/america_18/09-pauli_castaneda.html Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
(4) http://www.cehsf.ceride.gov.ar/america_18/10-ramallo_castaneda.html Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
(5) http://www.cehsf.ceride.gov.ar/america_18/09-pauli_castaneda.html Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
(6) https://www.revisionistas.com.ar/?p=8365 Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
(7) Otero, Fray José Pacífico. Óp. Cit., p. 39.
(8) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Un testigo de la naciente Patria Argentina 1810-1830. Castañeda. Buenos Aires, 1994, p. 695.
(9) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Castañeda en Santa Fe. Revista de la Junta Provincial de Estudios Históricos. N° 40. Santa Fe, 1969, p. 56.
(10) Ibídem.
(11) http://www.cehsf.ceride.gov.ar/america_18/09-pauli_castaneda.html Consulta realizada el 21 de mayo de 2024.
(12) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 691.
(13) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 694.
(14) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 297.
(15) Sobrero de Vallejo, Nanzi. Reinante, Carlos María. Meinardy, Gervasio Andrés (Compilador). San José del Rincón: historia y patrimonio. Libro digital. Santa Fe. Ediciones Universidad Nacional del Litoral, 2023, p. 253.
(16) Homenaje del Pueblo de San José del Rincón a Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 11.
(17) Otero, Fray José Pacífico. Óp. Cit., p. 103.
(18) Sobrero de Vallejo, Nanzi. Reinante, Carlos María. Meinardy, Gervasio Andrés (Compilador). Óp. Cit., p. 255.
(19) Zinny, Antonio. Efemeridografía Argireparquiótica o sea de las Provincias Argentinas. Imprenta y Librería de Mayo. Buenos Aires, 1868, p. 16-17.
(20)http://historiaypastoral.blogspot.com/2008/03/parroquia-nuestra-seora-del-carmen.html Consulta realizada el 23 de marzo de 2022.
(21) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 383.
(22) Zinny, Antonio. Óp. Cit., p. 16-17.
(23) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 707.
(24) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 708.
(25) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 215.
(26) Nació en Oyarzún, Guipúzcoa, en 1776. A los veinte años, arribó a Montevideo donde se casó con Justa Rodríguez Saraví. Luego, pasó a Buenos Aires y Paraná. En 1801 adquirió terrenos en La Matanza y en 1810 fundó allí la actual ciudad de Victoria. Industrial y comerciante exitoso llegó a tener estancias en Montevideo, Paraná, Victoria y Rincón, donde conoció a fray Francisco, convirtiéndose en un ferviente colaborador suyo.
(27) Otero, Fray José Pacífico. Óp. Cit., p. 117.
(28) Segura, Juan José Antonio. El Padre Castañeda. Su programa cultural en Paraná. Tellvs N° 2, 1948, p. 17.
(29) Ibídem.
(30) La construcción persistió circa 1868-70 dentro del viejo Mercado de carnes en la denominada Bajada de los Vascos. En 1897, la Capilla quedó bajo la administración de las Damas Vicentinas modificándose la advocación por Nuestra Señora de Loreto, pero en 1903 se la designó como Nuestra Señora del Carmen. En 1908, la Capilla fue demolida dando paso al Parque Urquiza. El 17 de julio de 1927 se bendijo la actual Parroquia situada frente al mencionado parque.
(31) Elogio fúnebre del M. R. P. Fr. Francisco Castañeda, Lector Jubilado del Orden de San Francisco que, en las solemnes exequias, que, en sufragio de su alma, y para honrar su buena memoria se celebraron por disposición del superior gobierno y con su asistencia en la Iglesia del Seráfico Patriarca de Buenos Aires, el día 22 de diciembre de 1832. Dijo Fr. Nicolás Aldazor del Mismo Orden. Lo da a luz un apasionado del difunto. Imprenta Republicana. Buenos Aires, 1833, p. 37.
(32) Otero, Fray José Pacífico. Óp. Cit., p. 55.
(33) El Lucero. Diario político, literario y mercantil, 30 de julio de 1832.
(34) Elogio fúnebre del M. R. P. Fr. Francisco Castañeda. Óp. Cit., p. 17, 24 y 26.
(35) Furlong, Guillermo S.J. Fray Francisco de Castañeda en Santa Fe. Óp. Cit., p. 55.
(36) Ibídem.
(37) Homenaje del Pueblo de San José del Rincón a Fray Francisco de Paula Castañeda. Óp. Cit., p. 17.
La publicación de este artículo en el presente Blog, ha sido autorizado por su autor.