domingo, 1 de junio de 2014

Opiniones - Evaristo Carriego

   Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VIII N° 31 - Junio 2014 - Pags. 14 y 15 

OPINIONES

Opiniones sobre Rosas
Evaristo Carriego
José Evaristo Carriego de la Torre, nació en Paraná el 16 de diciembre de 1828 y falleció en Buenos Aires el 1° de enero de 1908.

Su padre José Evaristo Carriegos Godoy, quien había sido subalterno del caudillo entrerriano Francisco Ramírez, falleció cuando él tenía 8 años de edad. Dicen que heredó de su padre el temperamento dinámico y combativo.

Si bien el apellido era "Carriegos", todos usaron "Carriego" sacándole la "s".

En 1843 y cuanto contaba con 17 años, Urquiza lo envió a Buenos Aires, donde ingresó al Colegio Republicano.

Producido el Pronunciamiento de Urquiza en 1851, se alejó de Buenos Aires para instalarse en Paraná.

Después de Caseros fue designado como administrador de Correos y al poco tiempo dejó el cargo para pasar a desempeñarse como Defensor de Pobres y Ausentes.

Si bien se graduó en la Universidad de Córdoba como Doctor en Leyes, nunca ejerció la profesión de abogado.

Su pasión fue el periodismo sobre todo de cuestiones políticas y fue un ardoroso polemista. En 1859 fue redactor del diario El Comercio y al año siguiente de El Progreso, ambos de Rosario.

En Paraná fundó en 1861 La Patria Argentina y al año siguiente el periódico El Litoral y fue el primer director del diario El Entre Ríos. También colaboró con varias revistas: La Actividad Humana, Los Castizos, Las Provincias y Los Tiempos.

Como consecuencia de la batalla de Pavón, se manifestó adverso a la política porteñista de Mitre y también hacia la política de claudicación de Urquiza.

Ocupó una banca de diputado en la legislatura de su provincia.

Fue un opositor a la Guerra contra el Paraguay y desde el periodismo realizó una campaña contra el reclutamiento de fuerzas entrerrianas con aquél destino. Apoyó también el levantamiento de López Jordán.

Si bien adhirió en un principio a la política del presidente Roca, en 1884 se desligará y desde el diario Los Tiempos que él funda, fustigará la política personalista y los abusos del gobierno roquista.

Radicado a fines de 1889 en Córdoba, fundó el diario La Constitución, desde cuyas páginas se opuso a la revolución del 90. En esa ciudad mediterránea, como liberal que era, polemizó con diarios católicos.

Una colección de sus artículos publicados en diversos diarios y en diferentes épocas fueron recopilados en "Páginas olvidadas" publicadas en Santa Fe en 1895.

Fue el abuelo del notable poeta Evaristo Francisco Estanislao Carriego, de principios del siglo XX, llamado, el Cantor del Suburbio.

A todos ellos en realidad se los conoce por "Evaristo" Carriego. 

Carriego fue contrario a la política de Rosas, inclusive lo llamó "tirano", pero no obstante ello y como amigo de la verdad y la justicia que era, no pudo dejar de objetar, criticar y poner en evidencia la ilegalidad de todas las medidas adoptadas por las autoridades provinciales al disponer la confiscación de las que fueron objeto los bienes de Rosas y la de sus hijos "...y que sirvieron, casi en su totalidad, para saciar la codicia de sus mismos perseguidores", como también las arbitrariedades e irregularidades del proceso por cometidas por los jueces y otros funcionarios en el juicio que se le siguió en el "que el odio atropelló la justicia".

En una polémica que Carriego sostuvo con el diario "La Nación", de Mitre, que era el "diario que más se ha ensañado contra la memoria de Rosas", como él lo afirmó, publicó un artículo titulado "El Proceso de Rozas" (1). En ese artículo se refiere a dos temas: el juicio y las confiscaciones.

“Cuando se calmen del todo las pasiones y la verdad se abra paso, Rosas ocupará el lugar que le designaron sus hechos, en medio de los horrores de la época a que tuvo que ligar su suerte, su nombre y su memoria...

...nosotros hemos de repetir siempre que el proceso contra Rosas, vencido y desterrado, fue inicuo.

Decir que se llenaron los trámites legales para condenarlo, es falsear, a sabiendas, la verdad de los hechos.

Los trámites legales no son las formas externas o materiales de un juicio; son principalmente las garantías que se acuerdan al reo, para que pueda defenderse contra el error, la violencia o la iniquidad de sus jueces.

¿Quiénes fueron los que jugaron este papel en el proceso de Rosas?

Los que no pudieron, en conciencia, invocar tan sagrado carácter: sus enemigos o sus cómplices.

Fueron ellos los que formaron el tribunal que condenó al tirano a la pena de muerte: ¿qué garantía de imparcialidad podía ofrecer ese fallo?

Se dice que eran hombres honrados y respetables.

No queremos ponerlo en duda; pero, con honradez y todo juzgaron y condenaron a Rosas, pagando su tributo a las pasiones individuales o ajenas.

Para pronunciar este fallo, en que se llenaron a juicio de La Nación, todos los trámites legales, se hizo caso omiso del reo, no se le dio derecho a defenderse, no se le permitió la exhibición de ninguna prueba.

Y los que procedieron de esta manera, fueron magistrados íntegros, dignos del respeto del mundo entero!".

Carriego decía que el diario "La Nación", al justificar la confiscación de los bienes de Rosas "ha perdido a fuerza de odiar, las nociones más elementales de la Justicia...

El estado no podía hacerse esa adjudicación (de los bienes de Rosas), sin justificar previamente que Rosas había defraudado el Tesoro en beneficio personal, determinando con precisión la suma de que había echado mano con aquel objeto.

¿Y quién ha visto esa prueba?

Cuando intentaron justificar los decantados desfalcos, no hallaron un solo antecedente; los libros de la Contaduría, abiertos delante de las ávidas miradas de los fiscales de Rozas, burlaron sus esperanzas.

Los libros mostraron que los 4.000.000 de $ m/c, sobre que versaba el cargo contra aquel habían sido invertidos en uso público.

¿Con qué derecho podría, pues, el Estado adjudicarse sin cuenta ni razón los bienes de Rozas?...

Así es como se ha juzgado a Rosas, atribuyéndole cuantos crímenes ha sugerido un odio implacable.

¡Cómo había de presentarse inmaculado, puro y sin sangre, un hombre cuya historia ha sido escrita y aconsejada por las pasiones más ruines! 

Rosas, sufriendo en silencio durante sus 23 años de destierro, las difamaciones de un partido encarnizado contra él, nos merece más respeto que aquellos que no han tenido ni la nobleza de desarmarse delante de un cadáver".

En otro artículo titulado "Los bienes de Rozas", Carriego hace algunas preguntas:

"¿Pero quienes condenaron a Rosas?

Los cómplices o las víctimas de su tiranía; los que no podían revestir el carácter de jueces e invocar las leyes para condenarlo; los instrumentos de la víspera o los enemigos tradicionales del reo ausente y sin defensa.

Rosas fue juzgado y sentenciado con prescindencia absoluta de todas las reglas establecidas en los países libres y cultos...

¿Ha probado el Fisco que todo cuanto Rosas poseía era robado?.

No lo ha probado nunca, ni siquiera cuando tenía jueces y fiscales a su disposición...

Todo cuanto ha sido posible hacer para justificar los robos imputados a Rosas, se ha hecho sin escrúpulo alguno y, sin embargo ¿que se ha probado?

Nada

Se dijo que faltaban 4.000.000 de pesos moneda corriente, sin haber sido comprobada su inversión, y la Contaduría desmintió con sus libros esa especie desautorizada.

¿pero que vendría a significar ese cargo tratándose de un hombre que gobernó más de veinte años, investido de la suma del poder público?

Un tirano que roba cuatro millones de pesos m/c, gozando de facultades extraordinarias por un  cuarto de siglo, debe ser más honrado que muchos de los que pasan hoy por modelos de virtud y de probidad.

¿Y qué diremos de un Gobierno que para cubrir ese supuesto desfalco confiscó toda la fortuna de Rosas, que montaba a más de cien millones de pesos y se la apropió a sí mismo a título de indemnización, olvidando y sacrificando derechos perfectamente legítimos?

Lo que se ha hecho con Rosas, francamente da vergüenza.

Valiera más que lo dejaran  tranquilo en la tumba, ya que se repartieron sus despojos en vida".

En un tercer artículo "Rozas y sus jueces", Carriego hace varias preguntas:

"Nadie ha procurado hasta hoy rehabilitar a un hombre (Rosas) cuya vida se extinguió poco a poco en la soledad del destierro; pero mientras haya un sentimiento de justicia en el corazón humano, habrá también quien levante la voz para reivindicar los derechos de la inocencia... 

Sin embargo, no faltaron jueces ni sentencias, y Rosas fue condenado como el más execrable de los bandidos, peor que ellos, porque se suprimieron con él todas las formas legales, porque no se le dio ni el derecho a defenderse!

Jueces que habían sido sus cómplices o que eran sus más encarnizados enemigos.

Sentencias que llevaban el vicio de la nulidad más insanable, porque habían prescindido de todas las garantías que acuerdan las leyes al último de los asesinos.

Y estas son las condenaciones con que La Nación quiere formar el criterio de la historia sobre los horrendos crímenes de la tiranía!.

Cualquiera que sea, sin embargo, el juicio que los contemporáneos se hayan formado de la dictadura de Rosas, a quien nosotros no defendemos, nadie sostendría la legalidad y la justicia del decreto que confiscó todos sus bienes, declarándolos de propiedad pública.

Esa confiscación fue un robo, mucho más escandaloso que todos los desfalcos de que Rosas haya sido acusado.

Rosas ha podido escudarse en el poder que investía, poder omnímodo y sin restricciones que ponía en sus manos la fortuna, el honor y la vida del país entero, poder que él no había usurpado, que le había sido conferido por una Legislatura tan abyecta como se quiera, pero que no dejaba de representar por eso la más alta autoridad del Estado.

¿Qué podrían invocar por su parte los que imitando el mismo sistema que condenaban, se apropiaron de todos los bienes del tirano vencido?

¿Era esa una medida aconsejada por la necesidad?

¿Obraban en nombre de la justicia?...

Nadie sostendría eso, porque la confiscación es el mayor de los atentado que se conocen, porque es un atentado contra la propiedad y hasta contra la misma inocencia.

El secuestro de los bienes de Rozas fue un crimen contra la civilización y la humanidad”.

(1) Carriego nombra al exgobernante como "Rozas".