domingo, 1 de junio de 2014

El diario La Prensa y Rosas

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año VIII N° 31 - Junio 2014 - Pag. 16 

El diario La Prensa y Rosas 

El diario La Prensa, siempre fue esquivo y contrario a Juan Manuel de Rosas y por el contrario alabancioso con respecto a los "próceres" de la historia oficial, si bien y en honor a la verdad debemos decir que en algún momento, también fue muy crítico con respecto a Domingo F. Sarmiento, como lo pondremos de resalto en algún número posterior de este periódico. Pero volviendo a Rosas, hace ya un poco más de ochenta y seis años atrás, el 29 de mayo de 1928, fue publicado el siguiente artículo, que consideramos de interés y que reproducimos a continuación.


El Mes de América y el Americanismo de Rosas

Por Máximo Soto Hall

La figura de don Juan Manuel de Rosas, discutida en un ambiente de pasión y parcialidad, por mucho tiempo; en otro más sereno y justiciero, después; pero siempre cálidamente discutida, ofrece al análisis severo de la historia un aspecto que, sobre todas las opiniones, no admite, discusión: su sincero y noble patriotismo. El alma argentina, en sus fibras más puras, alentaba en el corazón, bien templado, del recio mandatario. En momentos difíciles, en horas de prueba en extremo amargas, puso de manifiesto, con repuje de energía, el sentimiento patrio que lo animaba.

Sólo vistos los hechos bajo ese prisma, se explica cómo, en medio de la ola de diatribas que envolvían al tirano, ola cuyos rumores llegaban acrecentados a Europa, y particularmente a Francia, San Martín, fundador preclaro de la nacionalidad argentina, y celoso de su vida y sus hombres, legó a Rosas su vencedora espada, ceñida con el laurel de la gloria y las palmas de la virtud. Las palabras con que se determina ese gentil legado, son la consagración más alta del patriotismo de Rosas: "El sable que me ha acompañado en toda la independencia de la América del Sur, le será entregado al general de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la franqueza con que ha sostenido el honor de la República, contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla".

La obra patriótica de Rosas, pese a los cargos, más o menos justificados, que sobre él caen, significará mucho en la balanza de juicio con que, en todo tiempo, lo aquilaten sus conciudadanos. Sin ofensa a la justicia histórica, ese elemento de prueba tendrá valor en el fallo definitivo, si no absolutorio, justificativo. 

En cuanto a la América, sobre todo a la América latina, el caso se ofrece con análoga proyección. Su personalidad en los países latinoamericanos es mal conocida, o mejor dicho, sólo conocida a través de pinceladas de sombra. Ha laborado en la biografía que de él se conoce más la calumnia que la verdad. Su obra americanista, firme, sólida y fraternal, se ignora, y sin embargo se diría que su patriotismo argentino, ese indiscutible patriotismo, se ampliaba para constituir en él un patriotismo continental.

En estos días de claudicaciones vergonzosas en las esferas oficiales, de condescendencias mórbidas, cuando sin razones que lo justifiquen se olvidan los principios proclamados por los constructores de nuestras patrias, la actitud de Rosas, como defensor de los pueblos de América, toma proporción y constituye una sabia enseñanza.

Los prohombres de la Independencia argentina, en uno de aquellos muchos gestos de fraternidad y solidaridad que embellecen y ennoblecen la vida pública de la América, en el primer cuarto del siglo pasado, designaron el mes de mayo, su mes patrio, el de perpetua recordación, con el nombre sugestivo de "Mes de América". esa designación fue acatada, y de manera especial respetada, en tiempo de Rosas. Lo vemos en instrumentos, públicos y en cartas particulares del mandatario; 6 del mes de América escribe en una carta dirigida al general Pacheco en 1840, y siempre en tal período del año observó respetuoso lo dispuesto en los más graves y a la vez más brillantes días de la patria.

Sus mismos enemigos, aun los más acerbos como Sarmiento, reconocen su americanismo, aunque lo juzguen bajo el prisma de sus particulares intereses. El ilustre autor de Facundo habla de "un gran movimiento que se operaba por entonces en Montevideo, y que ha escandalizado a la América, dando a Rosas una poderosa arma moral para robustecer su gobierno y su principio americano". Esta era la opinión de un hombre de letras; oigamos la de un hombre de armas. Lamadrid escribe a Brizuela: "Mas así que vi a mi patria insultada del modo más bárbaro por el poder arbitrario de la Francia, no trepidé un momento en presentarme al ilustre magistrado, que atiende con tanta valentía y denuedo nuestra independencia y la de todo el continente".

En los gobiernos fuertes, donde el alma de un hombre impera con predominio absoluto, su pensar y su sentir se reflejan, en todos los actos del gobierno y particularmente en los elementos que sirven al régimen. A través de sus hombres puede muy bien estudiarse al gobernante bueno o malo.

Respondiendo a este fenómeno psicológico, vemos que el americanismo más franco y leal se respira en el ambiente de todos los hombres públicos que rodean a Rosas, no sólo en los momentos en que la herida de la bayoneta extranjera arranca el grito doloroso, sino en todo momento.

La carta que el General Pacheco dirige a don Gregorio Aráoz de Lamadrid, carta abrumadora y aplastante, en 1841, la encabeza en esta forma: "¡Viva la Federación! Rosas, libertad, independencia, dignidad americana o muerte". Nada más sugestivo, más, enérgico, ni más americano que estas últimas palabras. Ellas solas son una revelación y debieron ser la brújula para los navegantes políticos del porvenir: "Dignidad americana o muerte". 

El doctor don Nicolás Anchorena, en los días del bloqueo, decía en la Sala de Representantes: "La causa que sostenemos es la de todas las repúblicas americanas, porque en ella nos proponemos repeler una nueva colonización que se trata de hacer en los nuevos Estados americanos; que ya se ha tentado en algunos, y en el día se quiere llevar adelante en el nuestro. Después que hemos conquistado la libertad e independencia, a costa de todo género de sacrificios, se pretende que renunciemos a los derechos que habíamos adquirido por la misma independencia, que han reconocido las naciones europeas; y se exige de nosotros, bajo el pretexto de condiciones, esa renuncia con las armas en el pecho, del modo más ultrajante, por los mismos con quienes compartimos el futuro de nuestros sacrificios. Tal correspondencia irrita y si nos sometiésemos a ella, echaríamos un borrón indeleble en nuestra historia".

La amenaza entonces era transatlántica. Se trataba de los que aspiraban a recobrar sus perdidos dominios. Hoy esas palabras, con escasas variantes, enfrente de los problemas que agitan a tantos países americanos, son de un valor inapreciable. Meditarlas, considerarlas y sacar de ellas la consecuencia y la lección que encarnan, sería algo muy conveniente y muy provechoso.

La actitud americanista de Rosas tuvo repercusión fuera del país. Comentándola, "El Nacional" de Lisboa, de 4 de enero de 1840, decía: "Admiremos la firme decisión con que el gobierno de la Confederación a las injustas pretensiones del orgulloso gabinete de las Tullerías, y esperemos ver el día en que todas las repúblicas del continente americano formen entre sí una liga cerrando sus puertas a los buques de la nación que pretende oprimirlas".

Una visión más clara en esos asuntos y la solidaridad mejor comprendida, hubiera evitado posiblemente la invasión francesa en México, que tuvo, por muchos conceptos, similitud con la de Argentina en tiempos de Rosas.

Tomadas en cuenta estas breves notas que podrían ampliarse con innumerables citas, ya que esa época está sembrada de ejemplos de americanismo hondo, resultaría que esa faz de Rosas debería ser contada y pesada entre los estudiosos de América latina, para considerar la figura del dictador con más amplitud. Lo abona el solo hecho de haber firme y lealmente respondido al espíritu noble de los patriotas que, con hermoso simbolismo, llamaron al mes patrio "mes de América".