lunes, 1 de diciembre de 2008

Rosas y Urquiza ¿Amigos o enemigos?

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año III N° 9 - Diciembre 2008 - Pags 8 a 11 

Rosas y Urquiza ¿Amigos o enemigos?

Por Norberto Jorge Chiviló

La batalla de Caseros, Óleo de Carlos Penuti (1) 

Cuando hace pocos meses atrás la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aprobó el proyecto por el que se impuso el nombre de Juan Manuel de Rosas a la Terminal de subterráneos de la línea B que se encuentra en pleno barrio de Villa Urquiza y a escasos metros de la estación de FFCC, que lleva el nombre del vencedor de Caseros, muchos vieron esta coincidencia de aproximación geográfica de ambas estaciones, contrapuesta a lo que consideran como el agua y el aceite, entre Juan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza, como dos personajes históricos contrapuestos, antagónicos, como enemigos eternos. Pero ello no es así. Creo que a pesar que existen notables diferencias, también existen muchísimas coincidencias entre ellos.

Estos dos personajes históricos tuvieron una gran gravitación en la vida política de nuestro país durante medio siglo. Juan Manuel de Rosas durante treinta y pico de años (de 1820 aproximadamente hasta 1852) y Justo José de Urquiza, un poco menos de veinte (1851 hasta 1870), totalizando ambos los cincuenta años a los que me referí.

La vida de estas dos personas a mi entender tienen hechos en común, que podemos dividir en tres etapas. Una primera etapa que va desde fines de 1841 cuando Urquiza es designado como Gobernador de Entre Ríos –antes había actuado como lugarteniente del Gobernador Pascual Echagüe–  hasta el famoso “Pronunciamiento de Urquiza”, en 1851; una segunda etapa desde ese hecho hasta la batalla de Caseros y la tercera desde allí hasta el asesinato del entrerriano en 1870.



En esa primera etapa encontramos a estos dos personajes, uno –Rosas– caudillo de la Provincia de Buenos Aires, con gravitación en toda la Confederación Argentina, au Jefe indiscutido, su cabeza visible, es quien detenta el ejercicio de las relaciones exteriores (es decir quien maneja las relaciones con los demás países). Es virtualmente el “Presidente” de la Confederación, como en alguna carta también lo designa San Martín y algunos otros personajes históricos nacionales y extranjeros. Las facultades que inviste Rosas, son también las facultades que la Constitución del 53 le confieren al Presidente.

El otro personaje, Urquiza, se convierte en Gobernador de Entre Ríos en 1841 y caudillo indiscutido de esa provincia y es uno de los mejores guerreros que tiene la Confederación, es Jefe del Ejército federal de reserva en 1845 y en 1849 Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones.

A fines de la década del 40 y principios de la del 50 se estaba formando un poderoso ejército, preparándose nuestro país para una futura confrontación con el Brasil. Urquiza es su jefe (Ejército de Operaciones)  y Rosas le provee de vituallas y armamentos. Esta es una primera etapa de armonía entre estas dos personas.

También podemos señalar ciertas diferencias. Cuando Rosas se hace cargo de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires en 1829, renuncia a sus negocios particulares y privilegia durante todo su gobierno, el interés de la Nación a sus intereses particulares y a los de su clase (p.e. ante los perjuicios que el bloqueo francés 1838/40 ocasiona a los estancieros y saladeristas de la provincia, él privilegia el interés de la Nación, no acuerda con los franceses, sino cuando estos se avienen a satisfacer las exigencias de nuestra Nación).

Por el contrario, Urquiza, no sólo no renuncia a sus negocios particulares, sino que los incrementa y se fija más en su interés particular, que en el del país. 

A fines de la década del 40, Entre Ríos y Urquiza, se enriquecen del comercio con la sitiada ciudad de Montevideo. Recordemos que en estos momentos en Montevideo, sitiada por las fuerzas del presidente legítimo del Uruguay don Manuel Oribe, secundados por los ejércitos –aliados– de la Confederación Argentina, se encontraban en poder del caudillo colorado Rivera, apoyado por los emigrados unitarios argentinos y por fuerzas francesas.

Urquiza, es en esos momentos, uno de los jefes más importantes de la Confederación y no obstante ello comerciaba con la plaza sitiada de Montevideo, en manos de los enemigos de la Argentina, de los que obtiene importantes ganancias.

El principal comercio con esa Ciudad, es el de la venta de carnes. Urquiza, principal ganadero de su provincia, resulta ser el primer beneficiado.

Las balleneras que transportaban la carne a Montevideo regresaban con mercaderías europeas que reenviaban a Buenos Aires. Era un gran negocio: comprar mercaderías en Montevideo, llevarlas a Entre Ríos y de allí a Buenos Aires, burlando la Ley de Aduanas. Como entraban por Entre Ríos no pagaban derecho de importación de aduana y se convertía así en contrabando.

La salida de oro por Entre Ríos era el tercer negocio. En 1838, Rosas había prohibido la exportación de oro desde Buenos Aires para mantener así con el metálico que la garantizaba, el valor de la moneda. El oro –debido a su imposibilidad de exportarlo se conseguía barato en Buenos Aires; el negocio, entonces, era comprar el oro en Buenos Aires y hacerlo salir por los puertos de Entre Ríos, y era vendido a mayor precio en el extranjero, obteniéndose así una considerable ganancia y convirtiéndose en un pingüe negocio. El oro que Rosas había prohibido exportar de Buenos Aires, es llevado a Entre Ríos y de allí se exporta, burlándose la prohibición. Con la venta de carne Urquiza tenía la parte más importante y con los otros negocios era también beneficiario. Ese comercio no podía ser impedido por Rosas, pero por dos decretos perjudicará los negocios entrerrianos y urquicistas; por uno prohibía sacar el oro de Buenos Aires para Entre Ríos y en el otro establecía que las mercaderías extranjeras introducidas a Buenos Aires aún por buques nacionales, pagaran derechos aduaneros.

Las medidas tomadas por Rosas que benefician a la Confederación, afectaron notablemente los intereses económicos del entrerriano y su provincia.

El catalán Cuyás y Sampere, comerciante y agente de Urquiza, hará saber a los enemigos de Rosas que Urquiza “Obrará según las circunstancias se presenten, y como lo demanden los intereses de la provincia y los suyos personales”. Este comerciante intermediará también entre Urquiza y los brasileros.

La clase dirigente del Imperio del Brasil, avizorando el futuro no tan promisorio del Imperio ante una probable guerra con la Argentina, tantearon a Urquiza para que defeccionara de la Confederación por intermedio de su agente Cuyás y Sampere, preguntándole insólitamente si en un probable conflicto entre la Confederación y el Imperio, Urquiza se mantendría neutral. Recordemos que Urquiza era un general argentino y la pregunta hubiera estado demás.

Ante ese nuevo y probable conflicto, los brasileros sabían que no iba a repetirse lo que había ocurrido en la primera guerra entre estos dos países entre 1826/28 en la que las Provincias Unidas del Río de la Plata habían ganado la guerra en el campo de batalla pero la habían perdido en la mesa de negociaciones, ya que una de las principales provincias, la Banda Oriental, se independizó. Ahora al frente de la Argentina, de la Confederación Argentina, se encontraba Rosas y este no era ni un inexperto ni un improvisado. Había enfrentado a las dos potencias más importantes del globo (primero a Francia y luego a Francia e Inglaterra aliadas) y las había derrotado. Estas se habían visto obligadas a firmar tratados que nunca habían celebrado ni con otras potencias de primer orden y ni que hablar de “potencias” de inferior rango como en esos momentos era la Argentina. Al Brasil la cuestión se le presentaba así muy difícil, agravado ello por sus cuestiones internas (esclavitud, movimientos secesionistas, etc….)

En ese contexto, Urquiza pacta con los brasileros, acordando sacar del medio a Rosas y se produce así el llamado “Pronunciamiento” el 1º de Mayo de 1851.

Se da así el desencuentro entre estos dos personajes. Urquiza pasa a ser llamado en el resto de la Confederación, el “loco traidor, inmundo unitario” y Rosas pasa a ser considerado en Entre Ríos como “el tirano, el déspota…” y demás epítetos. Esos calificativos se repiten en documentos, publicaciones, funciones teatrales, etc. tanto de un lado como del otro. Esa etapa de desencuentros se cierra prácticamente con el desenlace producida por la batalla de Caseros. Rosas parte para su definitivo exilio en Inglaterra y Urquiza se convierte en el nuevo hombre fuerte de la Confederación.

A partir de ese hecho de armas, comienza la tercera etapa de acercamiento que es la más interesante en lo que hace a la relación Rosas-Urquiza. A partir de un gesto de Urquiza que pasaré a comentar, estos dos hombres tendrán una correspondencia epistolar seria, respetuosa, cordial, exenta de reproches tanto de un lado como del otro, tendrá también reconocimientos de un lado y del otro, se darán consejos, en fin… un trato de amigos.

Caído Rosas, Urquiza se convierte en el “Director Provisorio“ de la Confederación y nombra Gobernador Provisorio de la provincia de Buenos Aires al autor del Himno Nacional, Vicente López y Planes, antiguo rosista y miembro del Tribunal de Justicia, padre del unitario, emigrado en Montevideo, Vicente Fidel López.

Inmediatamente después de Caseros, retornan a Buenos Aires, los unitarios emigrados, quienes comienzan a tener gravitación importante en el nuevo gobierno de Buenos Aires. Vicente López y Planes, como dije, antiguo rosista, y que había escrito poemas laudatorios a Rosas, se convierte de la noche a la mañana, en antirrosista y a instancias de su hijo –Vicente Fidel– y de otros unitarios, a pocos días de Caseros, esto es el 16 de febrero de 1852, por decreto ordena que “Todas las propiedades de todo género pertenecientes a Don Juan Manuel de Rosas, y existentes en el territorio de la Provincia, son de pertenencia pública”, ello importaba ni mas ni menos que confiscación de todos los bienes del ex dictador.

Advirtiendo lo injusto de la medida, meses después (7 de agosto) Urquiza deroga este decreto confiscatorio de los bienes de Rosas. En los Considerandos de ese Decreto de Urquiza, se reconoce que la medida adoptada con los bienes de Rosas fue una “rigurosa confiscación” y “Que la confiscación considerada como pena, atenta contra la moral pública y gravita muy principalmente sobre personas inocentes” y sigue diciendo “Que en el presente caso, los bienes de don Juan Manuel Rosas, apropiados al Tesoro Público… no han producido para éste ventaja alguna, porque los bienes confiscados han sido disipados en parte, y aún quizá convertidos en provecho de los que ningún derecho han podido alegar a ellos” y ordena entregar los bienes al apoderado de Rosas, Juan Nepomuceno Terrero.

A raíz de esta medida reparatoria de Urquiza, Rosas por intermedio de su apoderado Terrero, puede vender una de sus estancias, la San Martín y así obtiene un desahogo económico en su exilio.

Pero al poco tiempo se produce en la provincia la revolución liberal del 11 de setiembre de 1852, Esta revolución promovida por unitarios y antiguos rosistas, produce que esta provincia se secesione o se separe de la Confederación Argentina, convirtiéndose en el Estado de Buenos Aires, prácticamente un estado independiente, con ejército, armada y diplomacia propia.

Producida esta revolución se restablece la confiscación a los bienes de Rosas y los antiguos enemigos de Rosas, ahora se convierten también en enemigos de Urquiza, y tildan a éste con los mismos epítetos con que otrora se referían al dictador Rosas. Las publicaciones de Buenos Aires, no ahorran calificaciones contra Urquiza. A ambos personajes de nuestra historia, Rosas y Urquiza, sus coincidentes enemigos, los tildaron de “tiranos”.

Cuando en la Legislatura, se estaba discutiendo en el año 1857 el proyecto de la ley que declaró a Rosas “reo de lesa Patria”, el diputado Albarellos, indignado porque Urquiza ha recibido una condecoración del Papa exclama:

“¿Qué diríamos de Urquiza? ¿Hay uno sólo que creyera que Urquiza no es tan criminal o más bárbaro que Rosas? Y sin embargo, ¿qué dirá la historia cuando se diga que el Papa le ha hecho regalos suntuosos y le ha mandado condecoraciones y reliquias sagradas? Yo pregunto si pasados algunos años en que esta generación haya desaparecido, si no desempeñará un rol grandioso en la historia como humano y buen cristiano, el infame tirano Urquiza. Lo mismo sucederá con Rosas… Lancemos sobre Rosas este anatema que, tal vez, sea el único que pueda hacerle mal en la historia, porque, de otro modo ha de ser dudosa siempre su tiranía y también sus crímenes”.

En ese debate, otro diputado, Navarro Viola, dijo: “…ya para que éste –refiriéndose a Urquiza no pueda traernos a su amigo Rosas…”

Otro diputado, Rufino de Elizalde, también manifestó: “El general Urquiza no puede dejar de sentirse atacado por esta ley. Ella establece que todos los delitos cometidos en abuso del poder público, lo ponen en el caso de ser declarado traidor, que todos los delitos comunes lo ponen bajo la acción de la justicia ordinaria y que, todos los bienes usurpados tienen que responder a los perjuicios por él originados. Ha de sentir pues que se le pega un pistoletazo en el corazón”. 

Así pretendía este Diputado que con la sanción de esta ley contra Rosas, se preparara el cadalso de Urquiza.Otro diputado, Rufino de Elizalde, también manifestó: “El general Urquiza no puede dejar de sentirse atacado por esta ley. Ella establece que todos los delitos cometidos en abuso del poder público, lo ponen en el caso de ser declarado traidor, que todos los delitos comunes lo ponen bajo la acción de la justicia ordinaria y que, todos los bienes usurpados tienen que responder a los perjuicios por él originados. Ha de sentir pues que se le pega un pistoletazo en el corazón”. 

Así pretendía este Diputado que con la sanción de esta ley contra Rosas, se preparara el cadalso de Urquiza.


Condecoración otorgada por Pio IX a Urquiza 

Allá en Southampton, Rosas, estaba convencido ya en 1852, de que Urquiza seguiría su mismo camino del exilio.

En la visita que el Señor Carlos Lumb le hizo en 1852, encontró a Rosas pescando a la vera de un arroyuelo cercano a la ciudad, como lo hacía antes en Palermo. Dice Lumb que al advertir que Rosas, además de la caña que retenía entre sus manos, conservaba a su lado otra, aparentemente sin objeto. Creyó que ella estaba destinada a Manuelita y para salir de su curiosidad preguntó:

–¿Y esa otra caña, general? ¿Es para mi señorita doña Manuelita?

–No, contestó Rosas sonriendo socarronamente. Es para mi amigo Urquiza, que no ha de tardar mucho en seguirme.

En sus memorias el General Ignacio Hamilton Fotheringham, cuenta lo siguiente: “Afuera de Southampton, en Shirley, tenia Rosas un pequeño farm o estancia. Cuatro vacas, algunas ovejas, pocos caballos: Los Cerrillos en miniatura, como para recordar, acaso, a la patria. En su salón, allá en la casa de The Crescent, tenia dos grandes sillones rojos; él ocupaba uno, el mismo siempre y a la visita que intentaba sentarse en el otro, la detenía con un… "Dispense, no se siente en ese sillón, pues espero al general Urquiza... "

Al pensar de esa manera, Rosas no estaba tan alejado de la realidad. Recordemos que Sarmiento, a raíz de la batalla de Pavón, propugnó, otra vez, el asesinato de Urquiza escribiendo al general Mitre: “Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste. Southampton o la horca”

Caído en desgracia Rosas después de su derrota en Caseros, mantuvo correspondencia con su antiguo adversario Urquiza, a quien respetó en su investidura presidencial. Posteriormente y en algún momento, Urquiza, contribuyó con una suma de dinero a paliar las dificultades económicas de Rosas, quien a su vez se obligó a la devolución del dinero con sus intereses, cuando recuperase sus bienes.

Juan Bautista Alberdi, nombrado embajador por el Gobierno de la Confederación Argentina, a cuyo frente se encontraba Urquiza como primer presidente constitucional, para desempeñarse ante diversos gobiernos europeos, en Inglaterra conoció a Rosas, también su antiguo adversario. Olvidando viejos odios y rencores, dialogan con palabras corteses y con respeto. Alberdi queda impresionado de ese primer contacto con el ex dictador argentino, por su dignidad y por su conducta y cómo se refiere a su ex contendiente Urquiza y a la Confederación que este presidía.

En carta que Alberdi le remite a Urquiza el 3 de noviembre de 1857, le comenta sobre esta entrevista:

Medalla con la efigie de Urquiza 

Me ha tratado en todo como al representante de la República Argentina en Europa. Después del señor Balcarse, ningún porteño de los que están en Europa, me ha tratado con más miramientos que el general Rosas…Me ha repetido que para él no hay más que una Nación Argentina y una sola autoridad soberana de la Nación. El la vé en el Congreso y en la autoridad que reside en el Paraná...”

También existió una interesante correspondencia entre Rosas y Urquiza. En la carta que el Primer Presidente constitucional de los argentinos le remite a Rosas el 24 de agosto de 1858 la dirige a “Mi distinguido amigo” y termina esa carta con estas palabras: “Debo aprovechar esta ocasión para agradecerle los recuerdos honrosos de mi persona que ha hecho a algunos amigos, y asegurarle que yo deseo de V. me considere como su verdadero amigo y afectuoso S/Servidor”.

En otra carta del 27 de diciembre de 1858, dirigida a Rosas como “Mi estimado amigo”, le dice: “Soy muy sensible a la expresión noble de los sentimientos de cariño y gratitud que me dedica, correspondiendo a los que yo le profeso por impulsos a que no son de ninguna manera extraños sus propios merecimientos” y la termina: ”Aprovecho esta oportunidad para repetirle que soi su afmo. Amigo y S. Servidor”, en otra carta del 15 de febrero de 1859, se despide de él, así: “En la efusión de estos sentimientos yo lo abrazo felicitando a V. al patriota y al amigo y me reitero Su afmo. Servidor”

A su vez Rosas en carta a Urquiza del 7 de octubre de 1858, se la dirige a “Excmo. Señor y muy querido amigo” y la termina también con estas palabras “…con que soy. Excmo. Señor, de V.E. perdurable amigo”. Y en otra carta de abril 8 de 1859 en la que felicita al Gral. Urquiza por sus gestiones realizadas para poner fin a las tensiones que se habían suscitado entre el Paraguay y los Estados Unidos, la termina con esta palabras: “… me he visto enternecido al recibir el abrazo congratulatorio, que V. E. me ha enviado, como al Patriota y al Amigo. Si, Exmo. Señor y mi muy amado Amigo; con ternura he recibido ese abrazo dulce de V. E. que correspondo con lo más expresivo de la conciencia, de mi corazón y de mi alma…debemos ponernos del lado de V. E. para ayudarlo, según cada uno pueda, tanto en sus aciértos, como en sus errores, puesto que constantemente he creido, que siempre en todo cuanto V. E. comprenda y haga, según su juicio y su conciencia, muchos mas han de ser sus aciertos que sus errores… Al cerrar la presente permítame V. E. reiterarle mi entrañable congratulación por la Paz anunciada. Paz gloriosa que debemos al acierto de la sabiduría especial con que Dios ha dotado a V. E. Y así, con toda la intensidad de mi estimación, reciba V. E. las seguridades de mi lealtad y el íntimo afecto conque soy de V. E., Exmo. Señor”.

La Sra. Josefa Gómez (Pepita Gómez), amiga del Restaurador y que por aquellos tiempos se había entrevistado con el Gral. Urquiza, en carta a Rosas el 10 de marzo de 1864, le manifestó: “Siete días estube en San José, pués, no quería el General (Urquiza), que me viniera, y yo deseava regresar por la salida del vapor frances que conduce esta, y por otras muchas atenciones que me rodean. Muy largo me sería detallarle todo lo que conversamos en esos siete días, siendo la principal materia “el dolor con que recuerda su gran error y crimen”, (son las palabras del General Urquiza) en haber dado en tierra con el Gobo. de V. y sobre esto con considerandos elocuentes, que presenta la terrible situación de la republica Argentina nuestra desgraciada patria común”.

Producido el asesinato del caudillo entrerriano el 11 de abril de 1870, Rosas, entristecido por la noticia, en  una carta que dirige a su amigo Federico Terrero el 5 de junio de 1870 se refiere al “desgraciado fin de su Excelencia el señor capitán general Urquiza… Últimamente, poco antes de la triste noticia de su asesinato, le escribí…”

Cuando el 28 de noviembre de 1870, se dirige a la viuda de su amigo, Doña Dolores de Urquiza, le manifiesta

“Antes no he dirigido a V. esta mi dolorosa carta… Lo hago hoy, pensando no ser prudente demorar mas tiempo, este deber de mi amistad agradecida… Sigo compadeciendo, y acompañando a V., en los penosos días de su alma desolada… no tenemos porqué dudar de que nuestro noble amigo, el Excelentísimo Señor Capitán Dn. Justo José de Urquiza, ha pasado a mejor vida, en las delicias eternas, donde ruega a Dios por V., sus queridos hijos, por todos sus amigos, sus enemigos y el bien de su Patria. Disponga V. del íntimo afecto, y mejores deseos conqué soy de V. Señora, agradecido amigo”.

No quiero dejar de mencionar, por último, aquella carta del 24 de agosto de 1858 cuando Urquiza le dice a su amigo Rosas:

“…Yo y algunos amigos de Entre Ríos estaríamos dispuestos á enviar á V. alguna suma para ayudarlo a sus gastos, si no nos detuviese el no ofender su susceptibilidad, y le agradecería que nos manifestase que aceptaría esta demostración de algunos individuos que más de una vez han obedecido sus órdenes. Ella no importaría otra cosa que la expresión de buenos sentimientos que le guardan los mismos que contribuyeron a su caída, pero que no olvidan la consideración que se debe al que ha hecho tan gran figura en el país, y a los servicios mui altos que le debe, y que soi el primero en reconocer, servicios cuya gloria nadie puede arrebatarle, y son los que se refieren a la energía con que siempre sostuvo los derechos de la Soberanía é independencia nacional”.

(1) En la pintura se observan el mirador y el palomar de Caseros.