lunes, 1 de diciembre de 2008

La juventud que desprecia el esfuerzo - Oriana Fallaci

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año III N° 9 - Diciembre 2008 - Pag. 7 

La juventud que desprecia el esfuerzo

Por Oriana Fallaci  

Oriana Fallaci - Periódico El Restaurador
Oriana Fallaci

El último libro de Oriana Fallaci “El Apocalipsis”, tiene un durísimo capítulo dedicado a la juventud europea, enemiga del trabajo y el sacrificio, situación que también se ve reflejado en gran parte de la juventud de nuestra patria. Si bien el carácter del periódico “El Restaurador”, es cultural-histórico, consideramos que la inclusión en el mismo de estos párrafos escritos por Fallaci, nos pueden llevar a la reflexión, sobre los problemas que aquejan a gran parte de nuestra juventud: la falta de valores permanentes, el facilismo, la trasgresión, el desánimo, la falta de voluntad, el individualismo, la idolatría a falsos dioses. Esperamos que sea de interés de nuestros lectores. He aquí el texto:

A estos muchachos no los entiendo. No los absuelvo, no los perdono. ¡Por Cristo! Tienen todo lo que mi, nuestra generación, nunca tuvo. La de nuestros padres, la de nuestros abuelos, la de nuestros bisabuelos y así sucesivamente, todavía menos. Tienen una libertad que va más allá del libertinaje y que les permite todo tipo de transgresiones. Gozan de un bienestar que va más allá del derroche y que les permite materializar cualquier deseo, cualquier capricho.

Viven en una sociedad que los protege, los tutela con todo tipo de garantías. No conocen el hambre, no conocen el frío, no conocen la guerra, no conocen el cansancio.

Van a la escuela gratis, a los catorce años o incluso antes ya tienen moto y teléfono móvil, cuando se comportan mal no son reprendidos y mucho menos tratados a escobazos.

Joden donde quieren y cuando quieren, ignoran el sacrificio. Todo esto debería hacerlos mejores que nosotros que desde jóvenes conocimos el hambre y el frío, la guerra y el cansancio, que para comprarnos una bicicleta teníamos que trabajar, y que reproches hemos recibido a montones y en algunos casos a escobazos.

El bienestar y la libertad que disfrutan debería hacerlos más inteligentes, por Dios. Más evolucionados, más cultos, más buenos. En cambio los hace menos inteligentes. Menos evolucionados, menos cultos, más malos, incluso conformistas. Sí, conformistas. Por conformismo derrochan el tiempo y el dinero en las discotecas, se drogan, se matan y matan con los coches...

...Pero de tal realidad son las primeras víctimas. Porque en tal realidad han nacido, crecido. Por tal realidad han sido fagocitados y asimilados. Y obviamente, la culpa no es de ellos. Es de la generación que les ha parido y que, a su vez derrumbada por la generación precedente, les educa en el vacío de la propia pobreza. De la propia ignorancia, de la propia estupidez, del propio conformismo.

Y de las maestras que en las guarderías prohíben el Belén y rechazan a Papá Noel. Y de los profesores que de las escuelas medias a la Universidad le suministran una Historia expurgada o falseada, que les envenenan con lavados de cerebro. Y de los alcaldes que para hacerse publicidad autorizan que se retire el crucifijo. Y de los líderes-no líderes de una clase política que está echada a perder. Y de los intelectuales que de dicha clase política son vasallos e incluso siervos. Y de los sacerdotes que en vez de hacer de sacerdotes, es decir, ocuparse del alma, hacen de agitprop y se ocupan de política. Y sobre todo de los padres que en vez de enseñarles qué es el Bien y el Mal, les enseñan el culto a las vacaciones, al hedonismo, al exhibicionismo, al dinero, al éxito de gorra, es decir, conseguido sin trabajar. Sin estudiar, sin cansarse.

"Quiero salir del anonimato. Quiero ser famoso, famosa, quiero tener éxito", dicen ya a los 15 o 16 años los hijos de estos padres. Y nadie las replica: "¿Éxito en qué, imbécil? ¿Haciendo qué? ¿Enseñando el ombligo en los inútiles concursos de los inútiles programas televisivos?(...) Negándote a pagar el billete en el tren, escribiendo bestialidades en las paredes (...)? ¿Es así como sueñas con salir del anonimato y tener éxito, gilipollas?" Además, ¿por qué deberías salir del anonimato, tener éxito, tú que no sabes hacer nada y no vales nada? El éxito hay que merecerlo, querido mío. Hay que ganárselo con el trabajo y el estudio, y el cansancio y el mérito, cretino, cretina".
Oh, sí. La culpa es de los que los crían. Pero bien pensado es también de la gente como nosotros, como yo...