lunes, 1 de marzo de 2010

Antonino Reyes

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 14 - Marzo 2010 - Pags. 1 y 2  

HECHOS Y PERSONAJES DE LA CONFEDERACION ARGENTINA

ANTONINO REYES, Edecán del Restaurador

                                                                                                                                       Por Norberto Jorge Chiviló

Antonino Reyes


Antonino Reyes, buen federal, edecán del Restaurador de las Leyes, amigo de éste y de su hija Manuelita en las horas de infortunio, había nacido en Buenos Aires en 1813. Durante niño se trasladó con sus padres a la Banda Oriental (actual República Oriental del Uruguay) donde realizó sus primeros estudios; más tarde, siendo adolescente volvió a su tierra natal y en 1832 ya se lo encuentra trabajando con personajes importantes de la Confederación Argentina, como el Dr. Manuel Vicente Maza y los militares Pedro Rosas y Belgrano –hijo de Manuel Belgrano– y Juan Antonio Garretón.

En la Expedición al Desierto, estuvo bajo el mando de Juan Manuel de Rosas, desempeñándose como Oficial de su Secretaría desde marzo de 1833 hasta marzo del año siguiente.

En 1835 y siendo ya elegido Rosas por segunda vez como Gobernador de la provincia, designó a Reyes como Capitán de Milicias de Caballería y desde el 1º de mayo de 1836, comenzó a desempeñarse en la Secretaría del Gobierno de Rosas. Dos años después fue ascendido a Sargento Mayor y en el año 1840 comenzó a desempeñarse como jefe de la Secretaría que funcionaba en el campamento de los Santos Lugares, realizando las funciones de Edecán del Restaurador, estando su lugar de trabajo muy cerca de lo que es la llamada Casa de Rosas en la calle Diego Pombo Nº 3324  de la actual localidad de San Andrés, Ptdo. de Gral. San Martín. En esos años difíciles en los que tuvieron lugar el bloqueo francés al puerto de Buenos Aires y todo el litoral del río perteneciente a la República Argentina, la invasión del Gral. Lavalle al frente del Ejército Libertador, la intervención franco-británica y la guerra del Paraná, entre otros hechos que se extendieron durante casi toda la década de 1840, Reyes, además de cumplir con sus funciones de Edecán, fue hombre de total confianza de Rosas.

A fines de abril del año 1848, fue designado Juez de Paz de San Fernando. En ese mismo año y debido a su desempeño en los Santos Lugares, recibió en calidad de presos a los amantes, la joven Camila O’Gorman –miembro de una familia de la aristocracia porteña– y al cura Uladislao Gutiérrez –sobrino éste del gobernador federal de Tucumán–, a quienes infructuosamente trató de salvarles la vida, debiendo cumplir posteriormente y muy a su pesar con el fusilamiento de tales reos por orden de su superior.

Participó en la batalla de Caseros –3 de febrero de 1852– en defensa de la Confederación Argentina.

A los pocos días de esa batalla, el vencedror y  nuevo hombre fuerte de la Confederación Argentina, el Gral. Justo José de Urquiza, le dio de baja del ejército, pero casi cinco meses después lo reincorporó con el grado de Teniente Coronel.

A producirse en Buenos Aires la revolución del 11 de setiembre de 1852, Reyes se fue de Buenos Aires y se exilió en Montevideo. Esa revolución fue realizada por elementos liberales, antiguos unitarios antirrosistas, algunos exrosistas, ahora devenidos en antiurquicistas, que produjeron la secesión de la provincia de Buenos Aires de la Confederación Argentina, creándose así el Estado de Buenos Aires, con ejército y marina propios, con su constitución y cuerpo diplomático diferenciados de la Confederación, actuando así como dos países distintos.

A tres meses de producida esa Revolución, en el mes de diciembre, se produjo el levantamiento federal del coronel Hilario Lagos (ver “El Restaurador” Nº 8, pág. 3), al cual adhirió Antonino, poniéndose sitio a Buenos Aires, con la finalidad de reincorporar la provincia a la Confederación. Vencido ese levantamiento y levantado el sitio a Buenos Aires, Reyes fue detenido en la Guardia de Luján y posteriormente le fue promovido un proceso por los “crímenes” que habría cometido en la década de 1840, cuando se encontraba al frente del cuartel de los Santos Lugares, acusándoselo de “criminal famoso”, embargándosele también todos sus bienes. En ese proceso tuvo destacados defensores a los Dres. Miguel E. Saguí y Manuel M. Escalada. Fue ese un juicio eminentemente político, en el que se mezclaron falsas acusaciones por su actuación en el campamento de los Santos Lugares –entre otros casos el de O’Gorman y Gutiérrez–, su participación en el levantamiento de Lagos y algunas denuncias de particulares. A principios de mayo de 1854 en primera instancia se lo condenó a la pena de muerte en calidad de “aleve”. Un mes después Reyes, con la ayuda de sus amigos, oficiales y soldados que lo custodiaban y que otrora habían sido sus subordinados, pudo fugarse del  Cabildo de Buenos Aires en el cual estaba preso y exiliarse en Montevideo. El juicio siguió en rebeldía y la Cámara de Apelaciones, a fines de junio de 1855, revocó la sentencia y lo declaró inocente, procediéndose al levantamiento del embargo sobre sus bienes. No obstante ello, Reyes no volvió a Buenos Aires y siguió residiendo en Montevideo, pero no siguió ajeno a los sucesos que se sucedían de este lado del Plata.

Tampoco guardó silencio ante las versiones falsas que se vertían en distintos medios periodísticos de la Argentina, sobre la época rosista y que eran bien conocidos por Reyes; sus cartas y refutaciones fueron también publicadas en diarios y revistas de la época.

A fines de 1881, Reyes se entrevistó con el escritor chileno Manuel Bilbao, quien años atrás había escrito la Vida de Rosas (publicada en Buenos Aires en 1866), a quien le presentó diversa documentación de la época rosista, como así también tuvo largas conversaciones que versaron sobre tal período, recordando hechos y acontecimientos vividos. Dijo Bilbao: “…Sin esfuerzo alguno se advertía que el hombre con quien conversaba era un hombre de bien, franco y sin temor al exámen de sus actos”. Fruto de esos documentos y esas charlas fue la publicación en 1883, de la obra de Bilbao: “Vindicación y memorias de don Antonino Reyes”.

También Reyes colaboró con Adolfo Saldías, en la preparación  de su “Historia de Rozas y su época”, cuyo título fue cambiado después por el de “Historia de la Confederación Argentina”.

En varios números del diario de la Unión Cívica Radical, “El Argentino”, pudo publicar sus refutaciones al historiador Vicente Fidel López vertidas por este en “Apuntes de otros tiempos”. Esos artículos fueron a su vez reunidos y editados en Rosario en 1895 por otro federal de ley, el Cnel. Prudencio Arnold (ver “El Restaurador Nº 12).

En 1895, volvió a Buenos Aires. En casa de Saldías conoció a Leandro N. Alem, a quien le contó los pormenores del fusilamiento de los federales Ciríaco Cuitiño y Leandro Antonio Alén –padre este de Leandro N. Alem– y el posterior colgamiento de los cuerpos en la horca.

Mantuvo correspondencia con Juan Manuel de Rosas mientras este se encontraba exiliado en Southampton –Inglaterra– y posteriormente durante los años 1889 a 1897, con su hija Manuelita, siendo ambos ya ancianos y encontrándose ambos exiliados, ya que Manuelita se encontraba en Inglaterra y Reyes en Montevideo, cimentando así una estrecha amistad entre ellos, que había comenzado antes de Caseros. Incluso Reyes, fue una de las personas que ayudó monetariamente al ex Gobernador, girándole dinero, debido a las penurias que este pasaba en suelo extranjero.

Reyes fue también nuestro vecino, ya que fue propietario de una chacra en estos pagos de los Santos Lugares –actual localidad de San Andrés– que se extendía desde el fondo del actual Club de Golf, sobre el camino a Florida, entre las calles Tandil y Ecuador hacia la actual Av. de los Constituyentes y en la cual tenía una hermosa residencia; también era vecino de nuestra ciudad, el escritor Manuel Bilbao, quien en las proximidades del Hospital municipal Dr. Diego E. Thompson, tenía una residencia.

Reyes falleció en Montevideo el 6 de febrero de 1897.  

 

Fuentes:

“Iconografía de Rosas y de la federación – Nuevos aportes”, Fermín Chávez, Ed. Oriente, 1972

“Manuelita Rosas y Antonino Reyes – El olvidado epistolario (1889-1897)”, Archivo General de la Nación, 1998.    

“Vindicación y Memorias de Don Antonino Reyes”, Manuel Bilbao, Ed. El elefante blanco, 1998.

“Rosas y Urquiza – Sus relaciones después de Caseros”, Mario C. Gras, 1948.

“Artículos publicados en varios números de “EL ARGENTINO”, Colección Estrella Federal Nº 5, año 1994.