Publicado en el Periódico El Restaurador - Año IV N° 14 - Marzo 2010 - Pags. 4 y 5
Opiniones, Félix Luna
En
el año 1967, fundó la revista “Todo es Historia”, de la cual fue su Director y
Editor, habiendo cumplido ya esa revista los 42 años de ininterrumpida
publicación, con más de 500 ediciones. La revista estuvo abierta a la colaboración
de historiadores de prestigio de todas las tendencias historiográficas
(liberales, revisionistas, marxistas, etc.).
La
pasión de Luna fue la historia, escribió numerosas obras: Los Caudillos, El 45, Soy Roca, Breve historia de los argentinos, entre muchas otras. También
realizó un ciclo televisivo sobre la historia nacional. En 1986, fue designado
Secretario de Cultura de la entonces Municipalidad de
Todo es Historia N° 1 |
Félix Luna eligió la imagen de Juan Manuel de Rosas, para ilustrar las tapas del número de prueba (Nº 0) y el Nº 1
(Mayo de 1967) de “Todo es Historia”. La elección de esa tapa era demostrativo
del interés que despertaba esa imagen en los compradores de la revista y la
importancia que le daba Luna al Restaurador en la historia nacional.
Dirá Luna en el Nº 2 de su revista, al
comentar las repercursiones ocasionadas por la tapa del número inicial:
“HEMOS RECIBIDO muchas expresiones
amistosas con motivo de la aparición del N° 1 de TODO ES HISTORIA…También hemos
recibido críticas. La mayoría se refería a la tapa del número inicial.
–Por qué Rosas? – nos han dicho muchos
amigos. ¿Por qué iniciar la publicación de una revista tan objetiva, tan ajena
a banderías políticas o historiográficas, con la imagen de un personaje que
todavía suscita polémicas agrias?
–Por eso mismo…–contestamos ahora–.
Porque era necesario romper los tabúes de nuestra historia. En la “Intención”
publicada en el Nº 1 dijimos que trabajaríamos sin tener en cuenta tabúes,
temas vedados e prejuicios. Poner a Rosas en la cubierta era afirmar, sin
jactancia pero sin cobardía, la urgente necesidad de no hacer de la historia
argentina un campo de batalla ideológica. Rosas es un personaje de nuestro
pasado, digno, como cualquier otro de su nivel, de señalarse en lo que tenga de
interesante: un personaje que protagonizó un cuarto de siglo pleno de
acontecimientos fundamentales, al que debe tratarse desapasionadamente, con
objetividad, sin exaltaciones absurdas ni detracciones anacrónicas, tomándole
como lo que fue, es decir, como una figura llena de interés en muchas de sus
facetas públicas y privadas. Pero nada más. Ni nada menos…
El público así lo entendió, dando a
nuestra revista una acogida excepcional. Nadie puede pretender que los
compradores que agotaron lo edición de TODO ES HISTORIA en su primer número
eran todos rosistas… Simplemente es gente que se interesa por nuestra historia.
Una historia de la que Rosas es parte insoslayable. Este hecho es, en realidad,
una manifestación de madurez popular. Revela que el público lector ha superado
los enfrentamientos suscitados en el plano de la interpretación historiográfica
en torno o algunos personajes o algunos hechos del pasado. Los argentinos
quieren conocer su historia como una forma de conocer mejor a su país…
Nosotros nos alegramos de habernos
arriesgado con esa tapa “escandalosa”. Porque nos ha permitido tener lo certeza
de que
Si
bien Luna no fue rosista y fue crítico a la actuación del Gobernador de Buenos
Aires, reconoció a este como gran defensor de la independencia nacional y como
forjador de la unidad nacional en
He
aquí su opinión sobre Rosas, publicada en “Mayoría” el 20 de noviembre de 1974,
bajo el título “La
victoria de Rosas”:
“Por fin, terminó la lucha. Una lucha
que, como todas las que se llevan con pasión, derivó a veces en exageraciones y
malas mañas o permitió que algunos se enancaran en ella para promover sus
propios intereses. Pero al fin terminó. Fue muy prolongada y hubo en su parábola
etapas muy diferentes.
Empezó hace casi un siglo con Adolfo
Saldías, que era liberal hasta los tuétanos y participaba en todos los cargos
que los hombres de su generación habían lanzado contra Rosas; pero que creía de
estricta justicia reconocer los grandes servicios que el Encargado de las
Relaciones Exteriores de
Pero ni aquella detención temporal ni estos operativos de distracción local (también útiles a la larga) podían evitar el redimensionamiento de la figura histórica de Rosas. Ello estaba impuesto por la lógica, la sana curiosidad histórica, la creciente madurez del público argentino, al que ya no podían satisfacer los estereotipos de las versiones clásicas, la “fidelidad a los viejos odios” que señalara Mitre. Y mediando la década del 30 empezó a cohesionarse el movimiento revisionista con un sentido de dinámica ofensiva contra los dictados de la historia académica. Originariamente nacionalista en su vertiente ideológica, el revisionismo incluyó progresivamente a expresiones de diferente signo y de la primitiva reivindicación a Rosas amplió sus objetivos a una reelaboración de todo el pasado argentino.
Han pasado más de tres décadas, desde
entonces, y puede afirmarse que el saldo del revisionismo es enormemente
positivo. Revalorizó el documento como fuente de la historia, derribó los mitos
y tabúes de la historiografía clásica, adoptó una actitud fresca y
desprejuiciada frente a tantos lauros impolutos y glorias inmarcesibles. Pero
también cayó a veces en sus propios prejuicios y por momentos fueron demasiado
copiosos sus débitos políticos. Sin embargo, repito, el saldo es positivo. Lo
demuestra la generalizada conciencia asumida frente a Rosas y su significación,
que acaba de ser consagrada legislativamente por la representación nacional.
(N. del D.: Luna se refiere a la sanción de la ley 20.769/74 que dispuso la repatriación de los
restos de Rosas).
Y aquí termina la lucha. De ahora en
adelante, Rosas está en igualdad de condiciones con los otros personajes que
pueblan los territorios de nuestra historia, ya no pesan sobre él leyes
infamantes ni prejuicios escolares. Ya no es un proscripto histórico. Ahora
puede defenderse solo, sin necesidad de ayudas. Recuerdo un drama de Valle
Inclán: en un momento dado uno de los personajes arranca la lanza con que una
imagen de San Jorge tiene al diablo a mal traer
–Para qué haces eso?– le preguntan.
–Para que peleen parejos…
Ahora Rosas puede pelear parejo. Ahí
está su ingente documentación, ahí están los centenares de libros y millares de
trabajos que se han escrito sobre él en una o otra actitud. Ahí está la ley que
ordena la repatriación de sus restos. Está parejo para la pelea. Recuerdo que
en mayo de 1967 apareció el primer número de la revista “Todo es Historia”. Su
tapa traía la imagen de Rosas en una reproducción de la magnífica litografía de
Julien. Fue un escándalo y hubo auténticos indicios de que podría clausurarse
la publicación por haber osado presentarse con el personaje maldito de la
historia... Todo eso ha pasado ahora al granero de las cosas viejas.
Debo
decirlo: yo no soy un rosista muy fervoroso. Hay demasiadas cosas del
Restaurador que no me gustan. Creo que su política no dio salidas al interior,
me parece que fue inútilmente represivo en muchos momentos, cayó en un
peligroso anacronismo ideológico en no pocas ocasiones y sobre todo, no le perdono
la anquilosis de su régimen en los últimos años, que imposibilitó la
institucionalización que el país le reclamaba, inutilizó los esfuerzos del
viejo partido Federal y puso la organización nacional en manos que no eran las
mejores. Debo decir también que, a mi juicio, la memoria póstuma de Rosas no
fue perjudicada tanto por los antirrosistas, como por muchos rosistas que
mezclaron la historia con la política: a veces con la peor política.
Pero estas objeciones y reticencias
pierden significación ante las contribuciones de don Juan Manuel a la formación
de
Mucho fue lo que dejó Rosas. La noción
de una nacionalidad que estaba casi desvanecida y que después de su capitanía quedó
irrevocablemente afirmada. La fortaleza de espíritu para resistir –entonces y
siempre– la agresión de las grandes potencias de
Estas son las justificaciones de su victoria final y lo que motiva nuestro apoyo al acto de justicia que acaba de sancionarse. De ahora en más, el debate sobre Rosas seguirá porque es figura conflictiva y de vigencia permanente. Pero seguirá en distintas condiciones y todo será más esclarecedor.