martes, 1 de septiembre de 2009

Arnold y su ascenso

  Publicado en el Periódico El Restaurador - Año III N° 12 - Setiembre 2009 - Pag. 4 

Arnold y su ascenso a coronel 

de caballería de línea


 Nos dice Arnold en su autobiografía “Un soldado argentino”:

“Con motivo de estos acontecimientos (previos a la batalla de Caseros) y del resultado que se obtuvo mediante mi oportuna cooperación supe, después, que el señor general Rosas había acordado ascensos a mi favor, extendiéndome despachos de coronel de caballería de línea; despachos que no llegaron a mi poder a consecuencia de los sucesos de Caseros.

Como de estos despachos no tuviera yo mismo certidumbre pude, al cabo de muchos años, saberlo positivamente por cartas del mismo general Rosas, que me escribió desde Inglaterra, contestando a otras que con motivo de amistad y de averiguar que hubo al respecto le escribiera yo, las cuales fueron como sigue:

 

San Nicolás, abril 20 de 1873.

Señor Br. General D. Juan M. de Rosas.

Mi querido General.

Ni la ausencia, ni la distancia, ni el largo período de tiempo transcurrido desde su viaje a Europa, han borrado un momento de mi memoria el hombre de mi predilección y mis simpatías y cada vez que se pronuncia el nombre de Rosas mi corazón palpita a impulsos de estos mismos sentimientos.

Sabe Vd. que he sido militar y no político; como tal, mi adhesión siempre es profunda hacia Vd. y mi más íntimo deseo sería verlo y abrazarlo, pero ya que esto es imposible desde aquí tengo el placer de saludarlo, deseándole toda felicidad y que cuente con el profundo cariño de su más afectísimo servidor y amigo.

Prudencio Arnold.

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Burges farm Near Southampton, octubre 16 de 1873.

Señor Coronel Don Prudencio Arnold.

Mi querido Arnold.

La interesante de Vd., Abril 20, es para mí tan querida como satisfactoria.

Es un calmante a mi mal estar por la pobreza en que vivo. No he olvidado a Vd. ni lo olvidaré jamás.

Lo he seguido y lo seguiré siempre constante, con mis votos, por su mejor felicidad.

Respetaba su silencio, en tantos años, atento a las circunstancias del país.

Pero aun cuando no lo extrañaba, lo sentía.

Pocos días antes de la batalla de Caseros, tuve a Vd. como a sus hechos buenos, bien presente, cuando entre otros varios despachos de ascensos, firmé también, en Palermo de la Encarnación, el que a Vd. corresponde en justo premio a sus servicios.

Vivo, puedo repetirlo, pobre, con la suma con que me auxilian algunas fieles personas amigas, que se compadecen de mi situación.

Así solamente puedo continuar en esta Chacrita y tener campo y caballo para distraerme, en la soledad de mi destino.

Adiós, mi querido Arnold.

Sí abrazémonos y mande Vd. en la fina amistad, de su afectísimo amigo.

Rosas.

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San Nicolás, octubre 5 de 1875.

Sr. Br. General D. Juan Manuel de Rosas.

Mi querido General:

He recibido con todo gusto su contestación muy apreciable para mí, 16 de Octubre de 1873.

No he recibido los Despachos de ascenso a que se refiere Vd. en su citada apreciable contestación.

Pero desde que el Gobierno legal de mi país presidido por Vd., señor General, ha reconocido que yo cumplí con mi deber en servicio de la Patria, es el más alto honor a que he podido aspirar.

Si el despacho de mi ascenso se ha extraviado, no es más que un papel escrito subalterno del deber cumplido.

V., mi General, aprobó mi conducta militar y eso es para mí más honroso que el ascenso.

Su retrato de bulto es el único que hay en la salita de mi casa, en esta ciudad, frente a las ventanas de la calle.

Digo esto para que calcule V. el placer que yo recibiría, toda vez que quisiera favorecerme con sus cartas.

……

Que Dios nuestro Señor le conceda buena salud, mi general, son los deseos invariables de su muy afecto compatriota, subalterno y obsecuente amigo.

Prudencio Arnold.

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Burges farm Near Southampton enero 7 de 1876.

Señor Coronel D. Prudencio Arnold

Mi querido Coronel Arnold:

 Reciba Vd. mi más íntima gratitud, por las diez onzas de oro que con su muy apreciable Octubre último me ha remitido y que sin demora recibí de auxilio por conducto de nuestro amigo Federico. Por el mismo remito a Vd. el correspondiente recibo, por separado, para que lo envíe con la presente a Vd.

Es adjunto el Despacho de Coronel de caballería de línea, que como otros firmé en Palermo de la Encarnación, pocos días antes de la batalla en Caseros.

Así quedaron, a virtud de mis urgentes ocupaciones, sin espera en esos días. Y así vinieron a este país, como otros, en el mismo caso, entre papeles de mi despacho inmediato.

“Su retrato de bulto dice Vd. es el único que hay en la salita de mi casa, en esta ciudad, frente a las ventanas de la calle”

“Digo esto para que calcule Vd. el placer que yo recibiría, toda vez que quisiera favorecerme con sus cartas”.

En justa correspondencia y testimonio de mi reconocimiento, a ese y demás hechos nobles de Vd., que acreditan su fidelidad y amor patriótico, iré enviando a Vd. cuando pueda y según me pudiera ir siendo posible, algo en copias, de algunos de los rasgos, de las épocas, todo en reducido compendio, de la vida del general Rosas, cuyos hechos sean del dominio público.

Así podrá Vd., con esos antecedentes, de la verdadera historia de Rosas, contestar a preguntas referentes a los cargos, que se han seguido y siguen inventándole los que lo juzgan por el tiempo que presidió la Confederación Argentina, como a un hombre gobernando en épocas las más tranquilas y serenas.

En mi protesta, de la que incluyo a Vd. un ejemplar, digo tener en la provincia de Santa Fe unas tierras. Esas tierras no son en el departamento del Rosario, pero sí en su frontera al Sud.

Digo esto, porque, en los primeros meses de su promulgación, me dijeron que un señor vecino del Rosario había publicado ser suyas, creyendo fueran en dicho departamento. Pero aun cuando así hubiera sido, jamás yo habría recibido una donación tan distinguida y honrosa, con perjuicio de persona alguna.

Son, repito, en la frontera inmediata a la línea divisoria, entre Buenos Aires y Santa Fe.

Disponga Vd. mi querido Arnold, del íntimo afecto con que soy su agradecido amigo.

Rosas.