Publicado en el Periódico El Restaurador - Año III N° 11 - Junio 2009 - Pag. 9
1877 – 14 de
marzo – 2009
(Publicado en el periódico “Informaciones” de Gral. San Martín el 14/3/2009)
Un día como
el de hoy…
Derrotado
en Caseros, partió a Inglaterra, recaló en Southampton y allí se quedó para el
resto de su vida. Para él no tenía importancia el lugar donde vivir, si no era
el suelo patrio. Ya no vería los amaneceres de
Dejó
en Argentina todos sus bienes, sólo se llevó baúles y cajones con los papeles
de su administración; esos papeles que le permitirían probar su honradez
administrativa y su probidad en el ejercicio de la función pública y su defensa
de la soberanía nacional. Confiaba en el juicio favorable de la historia.
Allá
en ese extraño país extranjero trató de recrear “su” pampa, quizás para no
extrañarla tanto... Arrendó una pequeña propiedad donde realizó construcciones
y mejoras al estilo criollo, con sus ranchos, corrales, aguadas… recreando una
estanzuela argentina. Como dijo un escritor, trasladó
Todos
sus bienes en Argentina, le fueron confiscados. Desde que llegó a Europa hasta
que la muerte lo sorprendió, estuvo ocupado en el trabajo diario, para poder
subsistir, pese a que cuando murió tenía 84 años.
No
obstante estar tan lejos de la tierra que lo vio nacer, no modificó sus
costumbres criollas. Siguió viviendo en la forma austera y honesta como lo había
hecho aquí, en su tierra, en su residencia de Palermo ó en el campamento de los
Santos Lugares –actual localidad de San Andrés–.
Fue
uno de los principales hacendados de nuestro país y también una de las personas
mas ricas. No se llevó riquezas. Pudo haber vivido como un príncipe en Europa,
pero prefirió la sencillez. Fue y será ejemplo de honradez del funcionario
público. Accedió al gobierno rico y se fue sin bienes, bienes que además había
adquirido legítimamente.
Fue
legalista y respetuoso de la ley al máximo. En su exilio siempre fue respetuoso
de las autoridades que se sucedieron en nuestro país, la mayoría de las cuales
habían sido sus enemigos políticos. Se negó a conspirar contra ellos para
retornar al poder, no obstante habérsele propuesto por sus antiguos subalternos;
no le hubiera resultado difícil haberlo hecho, teniendo en cuenta, que la
campaña de Buenos Aires le seguía siendo fiel. Un estilo de esa época, cantado
en las pulperías y en los fogones, decía entre otras cosas: “…Cuando vendrá ese
Rosas, pa’ ponerse de su lao…”
“El
Restaurador de las Leyes”, “El Gran Americano”, “El Padre de los Pobres”, “El
Gran Cacique Pampa”, “El Gran Defensor de
Conoció
la traición de quienes se decían sus amigos. Como dijera un diplomático inglés
“nunca hubo un hombre tan traicionado”.
Todavía
hoy a tantos años de su desaparición física, su nombre sigue levantando las
pasiones y las polémicas. Cada día son más quienes lo consideran la gran figura
americana, quienes invocan su nombre y siguen su ejemplo.
Tuvo
la dicha de la mejor compañía que pudo haber aspirado un argentino –ayer, hoy y
mañana–. La dicha de haber tenido en su casa y en sus manos el sable corvo que
le legara el Libertador San Martín. Ese fue el más grande homenaje recibido en
su vida, no superado por nada y por nadie.
Norberto J.
Chiviló
Director del periódico “El Restaurador”