lunes, 1 de junio de 2009

Un día como el de hoy - Rosas

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año III N° 11 - Junio 2009 - Pag. 9   

1877 – 14 de marzo – 2009

(Publicado en el periódico “Informaciones” de Gral. San Martín el 14/3/2009)

 

Un día como el de hoy…

 

 

El 14 de marzo de 1877, un día con el de hoy, hace 132 años, moría a miles de kilómetros de su querida patria, Juan Manuel de Rosas, después de veinticinco años de forzado exilio.

Derrotado en Caseros, partió a Inglaterra, recaló en Southampton y allí se quedó para el resto de su vida. Para él no tenía importancia el lugar donde vivir, si no era el suelo patrio. Ya no vería los amaneceres de la Pampa, no tendría ya contacto con sus queridos gauchos e indios…

Dejó en Argentina todos sus bienes, sólo se llevó baúles y cajones con los papeles de su administración; esos papeles que le permitirían probar su honradez administrativa y su probidad en el ejercicio de la función pública y su defensa de la soberanía nacional. Confiaba en el juicio favorable de la historia.

Allá en ese extraño país extranjero trató de recrear “su” pampa, quizás para no extrañarla tanto... Arrendó una pequeña propiedad donde realizó construcciones y mejoras al estilo criollo, con sus ranchos, corrales, aguadas… recreando una estanzuela argentina. Como dijo un escritor, trasladó la Pampa a Inglaterra.

Todos sus bienes en Argentina, le fueron confiscados. Desde que llegó a Europa hasta que la muerte lo sorprendió, estuvo ocupado en el trabajo diario, para poder subsistir, pese a que cuando murió tenía 84 años.

No obstante estar tan lejos de la tierra que lo vio nacer, no modificó sus costumbres criollas. Siguió viviendo en la forma austera y honesta como lo había hecho aquí, en su tierra, en su residencia de Palermo ó en el campamento de los Santos Lugares –actual localidad de San Andrés–.

Fue uno de los principales hacendados de nuestro país y también una de las personas mas ricas. No se llevó riquezas. Pudo haber vivido como un príncipe en Europa, pero prefirió la sencillez. Fue y será ejemplo de honradez del funcionario público. Accedió al gobierno rico y se fue sin bienes, bienes que además había adquirido legítimamente.

Fue legalista y respetuoso de la ley al máximo. En su exilio siempre fue respetuoso de las autoridades que se sucedieron en nuestro país, la mayoría de las cuales habían sido sus enemigos políticos. Se negó a conspirar contra ellos para retornar al poder, no obstante habérsele propuesto por sus antiguos subalternos; no le hubiera resultado difícil haberlo hecho, teniendo en cuenta, que la campaña de Buenos Aires le seguía siendo fiel. Un estilo de esa época, cantado en las pulperías y en los fogones, decía entre otras cosas: “…Cuando vendrá ese Rosas, pa’ ponerse de su lao…”

“El Restaurador de las Leyes”, “El Gran Americano”, “El Padre de los Pobres”, “El Gran Cacique Pampa”, “El Gran Defensor de la Independencia Americana”, etc, como se lo llamó y conoció aquí en nuestro país y en el mundo, fue escarnecido y vilipendiado una vez que partió hacia el exilio. Se lo tildó de “tirano”, achacándole los más aberrantes crímenes, inclusive el de “haber hecho traición a la independencia de su patria”: ¿traidor a la independencia de la Patria?… él, quién más la defendió.

Conoció la traición de quienes se decían sus amigos. Como dijera un diplomático inglés “nunca hubo un hombre tan traicionado”.

Todavía hoy a tantos años de su desaparición física, su nombre sigue levantando las pasiones y las polémicas. Cada día son más quienes lo consideran la gran figura americana, quienes invocan su nombre y siguen su ejemplo.

Tuvo la dicha de la mejor compañía que pudo haber aspirado un argentino –ayer, hoy y mañana–. La dicha de haber tenido en su casa y en sus manos el sable corvo que le legara el Libertador San Martín. Ese fue el más grande homenaje recibido en su vida, no superado por nada y por nadie.  

                                                                              Norberto J. Chiviló

                                                               Director del periódico “El Restaurador”