lunes, 1 de junio de 2009

El túnel - Conspiración unitaria

 Publicado en el Periódico El Restaurador - Año III N° 11 - Junio 2009 - Pags. 10 y 11   

 

EL TUNEL

(Historia de otra conspiración unitaria)

Por la profesora Beatriz Celina Doallo

 

Emblema de la Policía

Los terrenos de la zona céntrica de la ciudad de Buenos Aires, especialmente en las adyacencias de la Plaza de Mayo, están horadados por túneles ligados, en algunos casos, con otros. Cuando las autoridades hispanas construyeron el Fuerte la experiencia les hizo practicar una galería subterránea que serviría de escape si la situación ataque de indios o de naves piratas lo exigía. Ese túnel es el único que se menciona en la documentación que se enviaba al Consejo de Indias, por lo que tiene el status de obra pública.

No ocurrió lo mismo con el resto; a medida que se edificaban otros edificios para actividades de gobierno, como la Aduana Nueva, o iglesias y conventos, se prolongó y bifurcó esa galería original, realizándose otras que comunicaban las recientes construcciones entre sí. Esas obras subsiguientes carecen de documentación oficial y se asegura que se realizaron con el mayor secreto, utilizando a indígenas que al concluir los trabajos eran devueltos a sus tolderías. Pese al sigilo, es poco creíble que la población ignorara tales obras por la extracción de enormes cantidades de tierra producto de las excavaciones y la presencia de los indios que trabajaban en las mismas. Un misterio equiparable con el del tesoro del virrey Sobremonte... 

Los túneles fueron olvidados y su existencia fue redescubriéndose durante las excavaciones para construir los grandes edificios que rodean la Casa Rosada y las líneas de subterráneos “C” y “D”; la mayoría estaban en malas condiciones, obstruídos por derrumbes, y fueron rellenados. Los que se hallaban bajo el antiguo emplazamiento del Fuerte se descubrieron en 1942 y en 1957 se utilizaron para instalar el Museo de la Casa de Gobierno.

En 1983 la Comisión de la Manzana de las Luces, ayudada económicamente por entidades extranjeras dedicadas a revalorizar monumentos y lugares históricos, hizo excavar, apuntalar y poner en condiciones de ser transitadas las galerías de su subsuelo, que ahora pueden recorrerse en visitas guiadas. Con el hallazgo de cada nuevo túnel la imaginación periodística y ciudadana ha dado rienda suelta a diversas hipótesis acerca de su existencia, que se pueden sintetizar en cuatro teorías:

1) Que fueron realizados para actividades clandestinas, tales como contrabando de esclavos y de mercancías.

2) Que se destinaban a refugio de los pobladores en caso de ataque de indios o de piratas, lo cual nunca ocurrió.

3) Que se hicieron para dar protección en caso de persecuciones religiosas, lo que es inaceptable puesto que la población era mayoritariamente católica y existía tolerancia hacia otras religiones.

4) Que eran canales de desagüe para conducir al río las aguas provenientes de fuertes lluvias o inundaciones. Esta suposición es tan inadmisible como la anterior porque varios túneles fueron construídos a una profundidad de quince metros, y Santa María de los Buenos Aires tenía sus desagües naturales con arroyos que, como el Maldonado, posteriormente fueron entubados.

No todos los túneles estaban conectados entre sí; se han hallado galerías subterráneas aisladas que tal vez fueron construídas para escondite, depósito de mercaderías o bodegas autorizadas, como las que en épocas actuales sirvieron para instalar El Lagar del Virrey en Recoleta o Michelángelo en San Telmo.

En La Gaceta Mercantil del 17 de abril de 1848 un artículo hizo referencia a la “posible existencia” de un túnel que llegaba hasta la calle Comercio (hoy Humberto 1º) en su esquina con Balcarce, donde estaba el Hospital de Hombres. Esa noticia, aparentemente sin relación con suceso alguno, fue la primera información de prensa relacionada con los túneles, y tuvo su correlato el 16 de mayo con la reproducción de una nota enviada, el 12 de ese mismo mes, por el Jefe de Policía Juan Moreno (1) al Juez de Primera Instancia en lo Criminal, doctor Eustaquio José Torres. En la misma le informaba que en febrero de ese año el Comisario de la Sección 2a –Buenos Aires estaba dividida en cuatro Secciones policiales– había descubierto en la fonda de la calle Belgrano 99 (numeración de la época) “la boca de una mina de explosión, cuya entrada principal se ubicó en el n° 97 de la misma calle”.

       En la calle Belgrano 97 había un almacén cuyo propietario se llamaba Claudio Stegman. En la comunicación al Juez, Moreno explicitaba su problema: si ese túnel es más bien una de esas minas de que hay tradición se hicieron en el país en otros años, o si se trata de un complot de los salvajes unitarios”. Esta última suposición tenía fundamento: la casa del Gobernador Juan Manuel de Rosas estaba en la calle Restaurador Rosas (actualmente Moreno), esquina Universidad (hoy Bolívar), y el túnel descubierto en la calle Belgrano era lindero con los fondos de esa casa.

Para cerciorarse Moreno se arriesgó a descender por el aljibe de una casa en Belgrano 93, y encontró a 5 metros de profundidad dos entradas subterráneas. Ingresó a ambas, las halló obstruídas y concluyó su examen por tener dificultades para respirar. Pasó el asunto a algunos técnicos para que continuaran la investigación; el ingeniero Felipe Senillosa fue el primero en informar que el túnel de Belgrano 99 era ”una mina de explosión construida hace poco tiempo”. El inglés Samuel Weigel, vecino del Partido de La Matanza, a quien se requirió su opinión por haber sido minero en su país natal y también en Famatina (La Rioja), estuvo de acuerdo con Senillosa. Los ingenieros Feliciano Chiclana y Saturnino Salas, y el coronel de Artillería José de Arenales, dibujaron planos de la dirección y ubicación de ese túnel y de los dos subterráneos que explorara Moreno, y dictaminaron que eran de construcción reciente, con lo cual se afirmó la hipótesis de que se trataba de una conspiración unitaria para volar la casa del Gobernador.

El asunto comprometía al almacenero Claudio Stegman, quien había hecho en su almacén algunas obras de construcción durante las cuales, por fuerza, debió ponerse en evidencia el túnel clandestino. Stegman negó que los obreros le hubieran informado acerca del mismo, que, por el estado en que se hallaba, había sido dejado inconcluso. La investigación de Moreno no pudo ir más allá y la concluyó enviando a Rosas los tres planos del túnel y sus bifurcaciones descubiertas, y un parte en que detalló las exploraciones realizadas y los informes de los técnicos.

En el parte Moreno hizo un poco de historia, mencionando otros túneles, uno de ellos realizado en 1806 para hacer volar el cuartel inglés de La Ranchería durante la primera de las invasiones inglesas y otro, de ese mismo año 1848, en los fondos del almacén ubicado en la calle Universidad 97, explorado a raíz de que alguien denunciara que allí existía un depósito ilegal de armas. El armamento no había sido encontrado y no se dio más significación a ese túnel hasta que los técnicos que trabajaron en el caso de la calle Belgrano 99 acordaron que había sido prolongado en parte hacia la casa de Rosas.

A mediados del año 1848 el túnel principal y los secundarios que convergían al mismo fueron rellenados y tapiados. Al parecer, Rosas restó importancia a las excavaciones y a la noticia de una conspiración de sus enemigos para volar su casa, matando a cuantos estuvieran dentro en el momento de la explosión. No era éste el primer intento para asesinarlo; ya en 1841 José Rivera Indarte había proyectado en Montevideo la máquina infernal que estuvo a punto de causar la muerte a Manuelita Rosas (2).

La casa de la ex calle de la Biblioteca, rebautizada del Restaurador Rosas y por último Moreno, pasó a poder de Manuelita como heredera de su madre, Encarnación Ezcurra, tras un largo juicio que finalizó en 1877 con sentencia favorable, aunque recién en 1885 pudo la hija de Rosas lograr que le entregaran la documentación que la acreditaba como propietaria. 

En el diario La Nación del 8 de agosto de 1886 apareció esta breve noticia:

“Antigua casa de Gobierno de la Provincia. El señor Missolz, que ofreció en venta al Gobierno Nacional la antigua casa de Rosas en la cantidad de $ 950.000 ha manifestado al Ministro del Interior estar autorizado por el señor Terrero (3) para hacer la propuesta. Se le pide que acompañe en su primer escrito un poder en forma para ser tomado en consideración.”

(1) Ver “La gran estafa - El robo a la Casa de la Moneda” en el N° 4 de “El Restaurador”.

(2) Ver “Es acción santa matar a Rosas” en el N° 8 de “El Restaurador”.

(3) Máximo Terrero, esposo y apoderado de Manuela Rosas.